COSMOVISIÓN Y EDUCACIÓN TEOLÓGICA: UNA VISIÓN PANORÁMICA DESDE EL SEMINARIO EVANGÉLICO DE LIMA
Este ensayo está estructurado según la secuencia de las secciones del libro de Robert C. Solomon
[1] . Se han tomado en orden los diez temas principales tratados por Solomon para intentar a responder la pregunta ¿Qué creen los peruanos? Luego se intenta a responder la pregunta ¿Qué creemos en nuestra institución, el
Seminario Evangélico de Lima (SEL)? En la respuesta a esta segunda pregunta, se intenta a contrastar brevemente los dos puntos de vista descritos. Finalizado el repaso de los diez temas propuestos por Solomon, reflexionamos brevemente sobre este conjunto de contrastes, que lo estamos llamando por ahora la visión panorámica de la cosmovisión peruana, y las implicancias de esta cosmovisión para la educación teológica en nuestra institución. La conclusión apunta a aclarar nuestra tarea central y no intenta a entrar en detalles.
1. El significado de la vida
¿Qué significa la vida para los peruanos? Son muchos que encuentran el significado de la vida en su familia. Hay gran solidaridad familiar en la sociedad peruana, y el tema de los familiares está en el primer plano en la política, los medios de comunicación y la vida diaria de la gran mayoría. La familia peruana es lo mejor de nuestra sociedad. Tener relaciones familiares es tener mayores opciones de supervivencia y superación.
Se conoce también, pero no tanto como modelo practicado sino más como caricatura, y un tanto caducado, el modelo religioso católico romano de vivir en relación a Dios esperando la vida venidera. Muchos peruanos tienen este modelo de vida como ideal y a menudo se lo combina con el modelo que encuentra la razón de la vida en la familia.
Hay también un sector minoritario para quienes la vida no tiene significado pero tal punto de vista se encuentra mayormente entre círculos más pequeños como grupos de estudiantes, delincuentes, niños de la calle, hijos desilusionados de los ricos, o artistas de la farándula.
Algunas metáforas de la vida mencionadas por Solomon también son comunes en el lenguaje de muchos peruanos, especialmente las de la vida como historia, la vida como sufrimiento, la vida como aprendizaje y la vida como un conjunto de relaciones. La idea de la vida como un drama fascina a grandes sectores de la población, juzgando por la cantidad de telenovelas que pasan por la televisión de señal abierta. Otras metáforas, especialmente la de la vida como un juego, o como una aventura, son promovidos a voz en cuello por un sector minoritario de la industria de entretenimiento.
Los peruanos se dedican mayoritariamente a trabajar para sobrevivir. Su prioridad es cuidar la familia y la hacen rezando y orando. Los que más tienen se vuelven insensibles a menudo a la familia y a lo espiritual, y este hecho hace pensar que un ideal de nuestra sociedad es hacerse autosuficiente. Sólo los que no lo logran dan su tiempo a los rezos, las alabanzas, y el servicio al prójimo.
En el seminario, siendo escuela de preparación de pastores y otros líderes para las iglesias, predomina la noción que el sentido de la vida se encuentra en el servicio de Dios, plasmado en un trabajo específico relacionado con una congregación o institución evangélica. Es así porque seleccionamos a los profesores y estudiantes de las personas que demuestran ser motivadas por este sentido de vocación. Mientras están en el seminario evaluamos explícitamente su experiencia en el servicio a Dios y al prójimo, y su vocación para el ministerio.
2. Dios
Ya que más de setenta por ciento de la población sigue llamándose católico, la palabra Dios se escucha en boca de muchos peruanos de todos los sectores de la sociedad. Pero ¿qué es Dios para los peruanos? No es tan facil responder con precisión, pero está claro que este término no tiene un significado muy preciso para la mayoría que la usa diariamente. De los setenta por ciento o más que dicen ser católicos, sólo una porción pequeñísima conoce con precisión la doctrina de su iglesia y tiene algo de claridad en su concepto de Dios. El mismo fenómeno se presenta a menudo entre los diez o doce por ciento de los peruanos que dicen ser evangélicos, ya que muchas veces son novatos en la fé, poco comprometidos con sus iglesias, y aficionados solamente de la música o de los espectáculos presentados en los grandes cultos.
En el seminario hay uniformidad y claridad en cuanto al concepto de Dios. Todos estamos básicamente de acuerdo en esto, por lo menos en la teoría. Leemos, estudiamos y enseñamos diariamente lo que las escrituras revelan de Dios. Dirigimos conscientemente gran parte de la energía y actividades de nuestra institución hacia empaparnos de los contenidos de la Biblia y sus implicancias para nuestra vida y ministerio. Evaluamos el progreso de los estudiantes en su comprensión de Dios, interrumpimos las clases todos los días para unirnos en adoración a Él y comenzamos cada clase y actividad con oración, aún los partidos de futbol.
3. La realidad
Para los peruanos de hoy ¿Qué es la realidad? Parece que la gran mayoría piensa en forma muy concreta sobre este tema. Al igual que la palabra
Dios la palabra
realidad se escucha con frecuencia. La realidad es lo que se ve en los noticieros y en los periódicos populares. La realidad política es que tenemos un presidente mentiroso que tiene una popularidad de siete por ciento, y hacen nuevas encuestas casi mensualmente para bajar más el porcentaje. La realidad es que los precios suben, y los sueldos, para el cuarenta por ciento de la fuerza laboral que recibe sueldo, no mejoran. La realidad es que los hijos sueñan con salir del país y se van cuando pueden y lo más pronto posible. En la población en general no hay muchos conceptos científicos y tecnológicos, ni razonamientos filosóficos, ni conocimiento de la literatura mundial con sus refinadas especulaciones sobre el cosmos. Según estudios recientes de los niveles de comprensión de la lectura, el promedio de alumnos de tercer y cuarto año de secundaria son casi analfabetos en la práctica.
[2] Uno de nuestros vice-presidentes ha tenido que renunciar la semana pasada por mentir flagrantemente a la población. Su hija tiene un programa de astrología en la televisión a la medianoche visto por muchos estudiantes. Se les habla de los secretos del futuro revelados en las cartas, de los peruanos raptados por los tripulantes de los ovnis y de la importancia de estar en armonía con los movimientos de las estrellas y los planetas.
Para la comunidad del seminario, todo esto es parte de la realidad, pero está situado dentro del marco de un universo creado y sostenido por el Dios revelado a través de las páginas de la Biblia. Este marco tiene un referente cronológico señalado por las etapas de la revelación divina a través de la historia, y por la expectativa del retorno de Cristo, seguido por la resurrección general y el juicio final.
4. La búsqueda de la verdad
Para los peruanos hoy, la frase “búsqueda de la verdad” tiene un significado muy concreto. El país entero está en búsqueda de la verdad en cuanto al régimen del presidente Fujimori, y es tema de interés público permanente el avance de los numerosos juicios en contra de personas de influencia de ese régimen. No se busca ya la verdad sobre el régimen anterior, ya que las acusaciones contra sus líderes caducaron por el tiempo y somos muy respetuosos de las leyes cuando se trata de defender a los delincuentes. Además el líder de este régimen quiere volver a gobernar y usa su dinero para convencer a la juventud que no lo ha conocido y para socavar al régimen actual.
Hace algunos meses se publicó el ansiado informe de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación [3] que investigó la verdad sobre lo ocurrido durante dos décadas recientes de violencia política. También es común oír en las entrevistas radiales y televisivas frases como: ‘…nuestro invitado ha venido hoy a decirnos su verdad…’. Todos, al parecer, pueden tienen la verdad. En los pleitos y juicios, la verdad de la mayoría, o del poderoso y más escuchado, prevalece. En otras palabras, en el Perú de hoy no hay la verdad, pero sí hay muchas verdades.
En contraste la comunidad de profesores y estudiantes del SEL creemos que la revelación bíblica pone a la vista la verdad para todo ser humano, y para cada familia, comunidad y nación. Creemos que hay una verdad y la buscamos en las escrituras. Creemos y seguimos al que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn. 14:6) y “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn. 8:31-32).
5. La escencia del ser humano
¿Qué es el ser humano para los peruanos? A esta pregunta seguramente se darían muchas respuestas distintas. Sin embargo el concepto cristiano católico tradicional de alguna forma probablemente prevalecería, entremezclado con las ideas humanistas de los hijos de la ilustración, las ideas orientales que vienen del cine Kung-fu, las nociones extravagantes que vienen de los promotores del ocultismo y la nueva era, y mil y uno conceptos más. Hay momentos en el año cuando la delgada capa de disfraz civilizada se les cae y cientos de miles de peruanos revelan que siguen siendo paganos pre-cristianos en el fondo de su ser. Un peruano puede vestirse de terno y corbata, ocupar un alto cargo público o ganar un sueldo de los mejores e ir al cementerio el día de los muertos a bailar para alegrar a las almas de sus familiares fallecidos.
Para los integrantes de la comunidad del SEL hay tristeza al tener que observar tales demostraciones de identidad en el círculo familiar. Es doloroso ver que nuestros seres queridos creen lo que los salvajes más primitivos creen o lo que cualquier charlatán les propone desde el púlpito privilegiado de la pantalla grande o chica. Es especialmente doloroso cuando esos familiares tienen en sus casas la Biblia sin leer, cuando sabemos con seguridad que el estudio de este libro les sacaría de la oscuridad a la luz. Los evangélicos de un centro de estudios teológicos no estamos exonerados de errores y confusiones pero damos gracias a nuestro Señor que su Espíritu Santo está renovando nuestras mentes conforme asimilamos algo más de los contenidos de su palabra. Nos podemos ver como criaturas de Dios, perdidos y hundidos en el pecado, pero redimidos por un acto de gracia soberana y reclutados a las filas de la iglesia de nuestro Señor, iglesia que ganó con su propia sangre.
6. La libertad
En el Perú prevalece un concepto de libertad que enfoca el liberarse de alguna restricción. Cantamos en el himno nacional: “Somos libres, seámoslo siempre, seámoslo siempre”, palabras que recuerdan la liberación del dominio colonial. Los peruanos jóvenes quieren liberarse de todo lo que les frena y sueñan con salir del país a un destino inseguro, pero ciertamente mejor que él que les espera si se quedan. Tenemos una fascinación nacional con la libertad y los que reclaman libertad reciben nuestro apoyo. Se da un espacio privilegiado en los medios de comunicación masiva a los que se han liberado de las restricciones de la moralidad tradicional, y se ha creado la situación increíble en el sistema legal por medio del cual se liberan a los encarcelados cuando han cumplido solamente la tercera parte de su pena.
Los evangélicos seguimos en este camino con nuestros cultos espectaculares en los cuales se sueltan todas las emociones. Todo se tolera en la expresión de las emociones religiosas con tal que sea sincero y genuino. Pocas veces nos preguntamos si lo debemos de hacer o si estamos sinceramente y genuinamente equivocados. Hay entre nosotros quienes se afanan en gozar de libertad frente a toda restricción evangélica tradicional en cuanto a la conducta y la doctrina. Piensan evidentemente como los rockeros postmodernos. ¿Por qué será tan díficil para nosotros aplicar la doctrina bíblica a nuestra forma de pensar, a nuestros gustos y a nuestra conducta?
Nos esforzamos en el SEL para mostrar que la libertad que Cristo nos da es libertad para volver al camino en que siempre debíamos de estar. Creemos y enseñamos que son los discípulos, es decir los quienes siguen fielmente al Maestro cargando su cruz, que gozan de la libertad que da el Hijo del Hombre. Somos libres, pero para servir al Señor que nos liberó, y para servir también a nuestro prójimo en cumplimiento de las órdenes del Salvador.
7. La moralidad y la buena vida
Según la televisión de señal abierta, las restricciones de moralidad son solamente convencionales, y la buena vida consiste en acumular bienes, tomar bebidas alcohólicas de todo tipo en toda ocasión y vestirse, o desvestirse, como los modelos y actores internacionales. Pero, por supuesto, no todos vemos esa televisión barata. Los más sofisticados vemos una televisión más cara por cable. Hay muchísimas más opciones con el cable y uno puede especializarse en futbol, música, religión, animales, cine, chismes, pornografía o política. Sin embargo los peruanos en el promedio no corremos para acumular los bienes para nosotros mismos, y nos contentamos con mirar a otros disfrutándolos. Nos hemos vuelto una nación de voyeurs y una generación de chismosos. Somos espectadores de una ilusión de la buena vida en las pantallas por algunas horas y practicantes de la vida miserable durante el resto del día. La excepción es en el tiempo de fiestas cuando rezamos a todos los cristos y vírgenes y rendimos tanto culto al dios de la botella que no hay mucha memoria de lo dicho o hecho cuando la fiesta pasó.
En el SEL no somos tan vulgares, pero sí vemos televisión por cable y hablamos de los parientes en el extranjero que nos mandarán dinero para mejorar nustras casas y financiar nuestros proyectos eclesiásticos. Es cierto que a veces nos esforzamos un poco para estudiar y quemamos el aceite de la medianoche para leer y escribir, pero en el fondo parece que nuestros sueños y anhelos no son facilmente distinguibles de los de los no creyentes. Nuestras iglesias son divididas por los chismes y las caídas de los líderes y muchas veces nuestros sermones son versiones sagradas de los comerciales que tratan de persuadir a la gente pobre a gastar cada vez más dinero.
8. La justicia y la buena sociedad
El Perú está en la búsqueda permanente de un mesías político que eliminará la corrupción y castigará a los malos. Sin embargo no se ha logrado en más de 180 años de república democrática un mínimo de estabilidad política, jurídica y constitucional. Los peruanos creemos en la democracia, y la aplicamos en el sentido estricto de que los que dominan los medios de comunicación tienen el derecho de poner la tónica para la vida nacional. Nuestros discursos proclaman que la democracia y el veredicto de las urnas y encuestas son soberanos, pero nuestras acciones dicen que hemos instalado la televisión en el trono vacío de Dios. Nuestra idea de Dios es demasiado vaga para dejarlo a Él en el trono, y lo hemos reemplazado con algo más tangible y manipulable.
En estos puntos los evangélicos del SEL somos más claros. No tenemos esperanza alguna que los gobernantes peruanos nos pueden dar la buena vida o administrar el país con verdadera justicia. No creemos que los desequilibrios de la economía global se corregirán por los hombres poderosos y no nos importan las guerras en otros países con tal que no vengan acá a pelear.
Sí tenemos mediana claridad que la futura vida será mejor que esta que estamos viviendo, y con esta afirmación termina nuestro acuerdo sobre la escatología y la interpretación de las profecías bíblicas. Hablamos de ir al cielo y estamos conscientes que no podemos vivir la buena vida acá en la tierra. A la vez esperamos fervientemente que nuestros hijos, y tal vez nosotros también, logren disfrutar de la buena vida que admiran en las películas, en algún otro lugar de este planeta.
9. La filosofía, el sexo, la raza y la cultura
Los peruanos, por lo general, no tenemos filosofía y no entendemos a los pocos intelectuales que sí la tienen. El sexo ha llegado a ser opción personal totalmente libre y cada vez más explícita, y se enseñan a los niños en la escuela primaria lo que antes eran grandes secretos. La desnudez es cada vez más total y más común y esta generación no comprende la frase ‘el misterio de la mujer’. En el Perú hay discriminación racial, que se refleja escandalosamente en las desventajas educativas de los que crecen en las zonas quechuas y en el hecho que tres de cada cuatro personas asesinadas durante las dos décadas del terrorismo fueron quechua hablantes.
[4] Está de moda promover las culturas regionales y las coloridas manifestaciones observables durante las fiestas de los pueblos más alejados de la capital. Nos admiramos de la energía de la gente de esos pueblos y de su perseverancia en la danza. Miramos con gusto cuando bailan, y después volvemos a nuestra realidad y los dejamos exactamente donde estuvieron en la penuria de siempre.
10. La belleza
En el Perú, por lo que nos dice el panorama urbano visual, no se cree en la belleza. Creemos en los anuncios comerciales gigantescos, en la basura no recolectada, en las casas a medio construir, en la suciedad y en el desorden. Aún dejamos montones de basura en todos los lugares turísticos de nuestro país. Los ríos, en vez de ser paseos refrescantes, son también botaderos de basura y tan contaminados por las aguas servidas que los que tienen que pasar los puentes a pié, lo hacen lo más rápido posible y con la nariz tapada. Estas características, como muchas otras, se concentran en la ciudad capital, a que se refiere con frecuencia como “Lima, la horrible”. La belleza pertenece a otros lugares que se ven en la televisión y en el cine. También se compra en frascos costosos en las farmacias y los supermercados.
El campus del SEL está rodeado de urbanizaciones de mediana calidad por tres de los cuatro lados. Por el cuarto frente hay una zona de fábricas que contaminan el aire que respiramos, asaltan nuestro oídos y descargan aguas venenosas. Cuando salimos por la puerta, los gases tóxicos decargados de los carros nos atacan inmediatamente, y si no nos cuidamos mucho, los amigos de lo ajeno nos atacan también. Sin embargo, dentro de nuestros muros existimos en un pequeño parque rodeados de palmeras, eucalíptos, bambú y otros árboles con extensas zonas de gras, y flores por los bordes de todos los caminos. El canto de los pájaros nos levanta a los que vivimos adentro, si nos despertamos antes del timbre del internado, y dormimos tranquilos, a no ser que los vecinos estén de fiesta. No empleamos personal de limpieza y los estudiantes aprenden a mantener su seminario limpio y ordenado. Que sea bello depende del ojo del que mira.
11. Conclusiones
Si se ha acertado en algunas de estas descripciones y contrastes, nuestra institución de educación teológica sí tiene algo que ofrecer a los peruanos cargados y trabajados. Sería atrevido describir en un par de párrafos la cosmovisión peruana, pero intentaremos un bosquejo, sabiendo que tal vez ningún peruano real se ajusta a todos los detalles.
El peruano cree en Dios, pero su Dios es remoto, difuso y prácticamente desconocido. Hay que buscarle por medio de las vírgenes, las imágenes y los santos, o tal vez a través del ocultismo, la astrología y el tarot. El peruano cree en la ciencia y tecnología por los televisores, refrigeradores y autos que producen, pero no comprende sus principios y razonamientos y está último en la comprensión de las matemáticas en América Latina según los estudios de la UNESCO. El peruano encuentra el sentido de la vida mayormente en su familia y demuestra solidaridad familiar encima de respeto para la ley y el estar en paz con los colegas y vecinos. El peruano se ha vuelto cínico en cuanto a la verdad y está cansado de los presidentes mentirosos y los asesinatos de reputación por la prensa. Cada cual puede tener su verdad y cuando le preguntamos algo su respuesta a menudo se clasifica como “no sabe/ no opina”.
El ser humano peruano se cree bueno, con una entremezcla de mal. Es demócrata cuando vota y grita en la calle, pero no cuando le dan autoridad. El Perú es de todas las sangres, pero algunas pocas de ellas siempre controlan la economía. Al peruano le encanta mirar la buena vida y el drama familiar de otros en la televisión, y está contento de compartir su tiempo ante el televisor con los interminables comerciales de cerveza. Después de todo, los comerciales son de mejor calidad que los programas y le recuerdan que la próxima vez que sale tiene que comprar más cerveza. Para el peruano la libertad es una línea en el himno nacional y se consigue en la práctica saliendo del país a los Estados Unidos de América, o a cualquier otro lugar fuera de las fronteras si no le sale la visa.
Para el peruano la realidad es dura y se trata de conservar un puesto de trabajo por más de algunas pocas semanas. Los precios siempre suben más que los sueldos. Está contento si su negocio le da para comer y ruega a Dios, a las vírgenes y a todos los santos que no se enfermen sus hijos. No le interesa mucho las teorías y especulaciones sobre el universo y está tan contento en las neblinas de las cosmovisiones de la sierra y la selva como entre las calculadoras de las torres del distrito financiero. En los medios de comunicación se ve de todo en cuanto al sexo y la moralidad, pero el peruano promedio cuida ambas mujeres cuando comete adulterio y paga por la educación de sus hijos, no importa en qué familia crecen. Solamente pega a su mujer cuando ha tomado mucha cerveza.
Para este ser humano pasivo, tradicional y alegremente confundido la justicia es un tema económico más. No planifica y no se preocupa porque para él, el futuro es igual que el pasado, como dice Solomon en alguna parte de su gran libro.
¿Qué diremos en el SEL a los futuros teólogos del país frente a esta cosmovisión peruana. Por un lado los estudiantes la comparten. Son de este mismo transfondo y sus hermanos y tíos y primos son como hemos intentado a describir. Sin embargo, en el SEL tenemos una convicción que nos motiva y es que las sagradas escrituras muestran al hombre, a la realidad y a Dios tal como son. Como escribió Francis Schaeffer queremos que los estudiantes descubran al Dios que está allí y que no está callado,
[5] para que sepan cómo orientar a sus congregaciones cuando lleguen a ser pastores.
Nuestra tarea central es facilitar a los que vienen a estudiar en nuestros programas el acceso a las herramientas esenciales para la explicación y aplicación del mensaje bíblico, y facilitar también la práctica en su uso. Con nuestra facultad internacional pequeña y nuestro cuerpo estudiantil interdenominacional de todas las sangres peruanas consideramos que Dios nos ha dado una tarea importante y la queremos cumplir de la mejor manera posible.
Donald Smith Kennedy,
Rector,
Seminario Evangélico de Lima.
Enero de 2004
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