hora, con la responsabilidad consabida de llamar a comer cuando la mesa estu-
viera servida; nada que decir de la cabezadita del marido o de los hijos varones
de la casa después del almuerzo, mientras la mujer, hijas o cualquier mujer que
estuviera en la casa en ese momento, se aprestaban a recoger la mesa y lavar la
loza utilizada.
La responsabilidad de atender a las personas mayores de casa recaía de for-
ma natural en las mujeres, quienes debían cuidar de sus padres, hermanos ma-
yores, familiares con discapacidad y suegros, normalmente hasta que éstos falle-
cieran con las consabidas dificultades que esta tarea entraña.
Otras tareas principales que entraban dentro de su responsabilidad, consistían
en moler el grano o llevarlo al molino o a la molina (como el molino pero meca-
nizada), hacer pan de cebada y cuando no había granos que moler, de raíces de
helechos cocidos en los hornos de leña, que había en casi todas las casas a tal
efecto, ordeñar y hacer el queso. Los tunos (fig. 5) y los higos eran muy apre-
ciados tanto frescos como para secar y comerlos acompañados de queso o gofio,
para completar la comida del cochino o complemento para las gallinas.
Con la llegada del verano, las actividades de estas mujeres se ampliaba a la
siega de pajón, secado de tederas, trillar, almacenar paja para los colchones y
almohadas, participar en las gallofas en el puesto que hiciera falta: bien en el
trabajo directo en el campo o detrás, en el fogón preparando la comida, la cual,
normalmente era de fácil elaboración: papas guisadas, arrugadas o asadas, pescado
salado guisado, mojo de cilantro o de pimienta, queso, gofio amasado, higos y
almendras.
Cuando estaba ocupada en las labores en el entorno del hogar, era su obli-
gación preparar y llevar la comida desde la casa hasta donde estuviera el mari-
do trabajando, bien fuera atendiendo la viña, dando peones... para lo cual, se
colocaba en una espuerta (cesta con dos asas que en esta zona se confeccionaba
con la varas del almendrero o mimbrera a diferencia de otros lugares en los que
se hacia con esparto o palma) o de un balayo (parecido a la espuerta pero con
cuatro asas), los cuales, se tapaban con un paño preparado a tal efecto en casa;
el mismo, iba bordado y rematado a croché; recién planchado a la usanza de en-
tonces, es decir, la plancha se calentaba sobre un pequeño brasero hecho para
tal fin al lado del cual había un trapo para limpiar el hollín. Para dar buena im-
presión, las mujeres se aseaban antes de salir e iban con la ropa y las alparga-
tas limpias pero, cuando no las tenían, pues iban descalzas.
Se formaban pequeños grupos, cuyos miembros se hacían compañía a la hora
de ir a las fuentes de los barrancos, para ir a lavar la ropa o traer baldes o ba-
rriles con agua que traían en la cabeza sobre una suegra o rodillo, que consistía
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