VERSOS DE GÓNGORA
REAL ACADEMIA DE CIENCIAS. BELLAS LETRAS Y NOBLES ARTES
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VERSOS
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MCMXXVII
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Tu nombre oirán los términos del mundo
PROEMIO
A Academia se holgarÃa de obtener que una de las eficaces consecuencias del homenaje a don Luis de Góngora y Argote, en el III Centenario de sa paso a mejor vida, fuera la de que se leyeran más las obras del peregrino ingenio. Para los que hallan solaz en la devoción a las bellas letras o las estudian habitualmente, esta publicación no ofrecerá novedades del mayor interés: no se ha pensado superar con ella a ninguna de las que suelen preferirse por los amantes de las lecturas. Menos se destina a los doctos y a los eruditos en materia poética, que si para éstos se compusiera, a otro se hubiera encomendado la elección de los versos. Quiere la Academia realizar en esta ocasión, con mayor amplitud que de ordinario, una labor pedagógica de fomento estético, difundiendo por su parte las obras de Góngora, con el pensamiento en los pobladores de las zonas confusas de cultura. Le guÃa sobre manera el afán de que el divino tesoro de los versos del raro ingenio sin
X segundo obre el milagro de endulzar los sueños y de caldear los pechos de los moradores de aquellas regiones esteparias y de clima glacial: un modo de lograr que la glorificación del vate se eleve desde los coravnies de todos. Vamos en seguimiento de popularizar más y más a don Luis. Góngora y lo popular se hermanan aún mejor que se amistan. Dechado de aristócrata en la monarquÃa de Minerva, el ingenio celestial gozó y goza del aura popular en vida y desde la inmortalidad Algunos de los frutos de su numen, como brotando maduros de las entrañas del pueblo han sido pasto espiritual de las multitudes. Pero a la muchedumbre no ha llegado sino demasiado poco de la abundante producción del cordobés divino, y no se ha regalado aún con los encantos de escondidos y dilatados territorios del Parnaso cultivados esmeradamente por Góngora, con maestrÃa y primor de nadie sobrepujados. HabÃa un Góngora nefando (que de Góngora se sacaronotros Góngoras), como proscripto de la república literaria. Y cuando ha salido triunfante de la depuración de los siglos, coronándose en cimas inaccesibles, es como sol sin nubes que velen las modalidades sorprendentes de su refulgencia y que luce espléndido para todas las miradas, que llega con sus rayos y su fuego hasta las recónditas umbrÃas. Asà se ha preferido que ésta, aunque académica, sea una edición popular, humilde pero sin pobreza, copiosa mas sin llegar a completa, ilustrada bien que sin alardes sabios, en suma que parezca aplaciente a los retraidos del trato con las buenas letras y se ofrezca amiga a esos que
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dan los primeros pasos en la vida regida por las ideas elevadas y las nobles emociones. No se mirará como desatino por cierto el designio de mejorar la condición de los que padecen las privaciones de los goces espirituales y de avivar el apetito de los que empiezan a sentir su agrado, abriéndoles los vergeles literarios. Sobre el poderoso influjo cultural del verbo está la vocación incontrastable de la poesÃa hacia el ideal, con acentos musicales. Lo más exquisito del caudal educativo, cuya vena está en los cielos. Escuchen los rehazlos a tomar en consideración la valÃa del intento cómo Cervantes ponderaba las excelencias de la poesÃa, de cuyas palabras se derraman los bienes que se nos siguen en la formación de espÃritu y corazón. En «Los Trabajos de Persiles y Segismunda» la celebra asÃ: «Es tan limpia como el agua clara que a todo lo no limpio aprovecha; es como el Sol, que pasa por todas las cosas inmundas sin que se le pegue nada; es habilidad que tanto vale cuanto se estima; es un rayo que suele salir de donde está encerrado, no abrasando, sino alumbrando; es instrumento acordado que dulcemente alegra los sentidos, y, al paso del deleite lleva consigo la honestidad y el provecho.) La crudeza de los comunes acaecimientos que traman la estameña de la vida de cada uno, encuentra lenitivo en las blanduras sedeñas de la poesÃa; que la poesÃa alimenta en los senos recónditos del sentimiento el fuego que alienta las ilusiones inefables y vigoriza las fantasÃas halagadoras. Hasta las cosas más vulgares se visten de prestigio, por su virtud, rodeándolas de un halo de idealidad A la poesÃa, en verdad, debe-
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mos lo más jugoso y placentero de nuestro mundo, que la vida se torna amable más por la gracia de cultos deleites que por la fuerza de groseros placeres. Y pues que la poesÃa es ensueño, ansia de sublimidad, creación (te bellos mundos, minero de riquezas (que ni cuestan, ni dañan, ni perecen), vida de superabundancia emotiva, será obra de misericordia dar de soñar, darnos de soñar. Y más cuando el valor máximo de las cosas lo atribuyen tantos a los caudales del tesoro de Creso Hay que señalar a los menesterosos del espÃritu otros de superior estima, y que por designio de Dios son inagotables. Vean que no tiene linderos el mundo de la dorada ilusión, que es al cabo la más hermosa y cierta realidad. En una placentera polémica que imaginaba el sesudo SalaverrÃa, preguntaba el titerero al espectador: «¿Has dejado de ser niño definitivamente?» Que era preguntar si habÃa abandonado para siempre el universo de los sueños. Y exclamaba luego, angustiado y sentencioso: 1Según eso, tu vida empieza a enterrarse, porque vivir no es otra cosa que la cualidad de crear quimeras». Pues Góngora es manantial inexhausto de vida Vengamos a la fontana copiosa de Góngora a beber los más puros cristales de la quimera.
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poesÃas para el Parnaso Cordobés que espera la hora de ir a las prensas. Mas ellos, que lo sabÃan, la reclamaron amablemente como contribución a la obra que la Academia emprendÃa en conmemoración del poeta. Y, recogiendo el honor que se me dispensaba con la demanda, entregué lo que es de todos: la colección de los versos, si bien ahora ampliada, que esmaltan las páginas de este libro, y lo demás que le precede y le sigue: la biografÃa clásica de Góngora; la ofrenda, reverente y enjoyada, de ilustres yates, la antologÃa de juicios autorizados acerca de la obra gongorina, y el léxico de muchos términos, frases y locuciones adverbiales que en sus poemas se hallan. El carácter popular de la edición obligaba a reelegir con arreglo a un criterio pedagógico que a veces tiene que divergir, a mi entender, del puramente estético. Y asà se notarán omisiones y cortes que serÃan vituperables cuando se tratara de un florilegio de todas las poesÃas de Góngora de óptima valÃa artÃstica. Espero que el lector benévolo encontrará justificado este proceder. Y más, siendo tantos y tan excelentes los poemas que pueden preferirse, y se han tomado. Era del caso señalar ante los ojos de los lectores el resplandor de don Luis en el concierto de alabanzas tributadas a su obra en el decurso de los siglos; las que, entre muchas y sustanciosas enseñanzas, nos persuaden de la vitalidad de las dotes de Góngora, cuando a los trescientos años de fenecido es el más actual y moderno de los poetas lÃricos castellanos. Su portentosa destreza en el manejo del idioma, su agudeza en la penetración del fondo del genio de la lengua y su vasta erudición clásica
Cuando hilvanaba la ponencia que mis compañeros do Comisión me encargaron para el programa del Centenario, me asaltó el escrúpulo de poner la publicación de la antologÃa de Góngoral porque tenÃa elegida una colección de sus
XIV obligan frecuentemente a detenerse en la interpretación de los versos Y para auxilio de su estudio se ha incorporado el vocabulario que sigue, el cual quizá no sea completo, ni en muchos puntos estará acertado
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ADVERTENCIAS
Para el traslado de composiciones se ha tenido preferentemente a la vista la edición de Foulché-Delbosc, «Obras poéticas de D. Luis de Góngora», publicada por la Biblioteca Hispánica, New-York, 192 Las poesÃas que figuran en el manuscrito Chacón llevan aquà también la fecha. De las publicadas por Foulché (C. Tomo tercero), y que no están en el manuscrito, van en este libro los sonetos Vana rosa y A la rosa y su brevedad, y trozos de la Comedia
venatoria.
Con este florilegio, junto a otras muestras admirativas, perpetuará la Academia la celebración del Centenario No dejen de deleitarnos las melodÃas rumbosas de los Versos de Góngora en el templo de la gloria de Córdoba, exornado con la magnificencia de brocado de tres altos y alumbrado con el fulgor de joyero ostentoso labrados por la fantasÃa y el verbo mágicos del PrÃncipe de los lÃricos.
JOSÉ PRIEGO LÓPEZ.
ACADÉMICO NUMERARIO
De las que el mismo Foulché relaciona como atribuidas a Góngora, se ponen aquà las letrinas Será lo que Dios quisiere, Y dndese la gaita por el lugar y Milagros de corte son, y las décimas de la Medida del tiempo por diferentes relojes. Y se incluye también la última parte del romance «Entre los sueltos caballos», que en el manuscrito Chacón no pasa del verso mira si es bien que lamente.
De cada letrilla se pone en los Ãndices el verso más común de su estribillo. El primero y el último de cada trozo de las comedias, del Polifemo y de las Soledades van precedidos de los números que les corresponden en la edición Foulché, a fin de que el lector pueda encontrar fácilmente los lugares que ocupan en sus respectivos poemas.
Para la formación del Léxico se ha seguido primariamente el texto del
cantó las ilusiones y las tristuras de Góngora en el ocaso, en este romance tierno y lÃmpido como lágrima de virgen:
En las noches invernales, cuando brama el aquilón y triste la lluvia suena como funeral tambor, Góngora, el insigne vate de los campos y del sol, viejo, pobre y enclavado sobre la cruz del dolor, para calmar sus pesares lanza su imaginación de la aurora de su vida por el cielo brillador. Y vese joven, al viento dando su argentina voz, bajo las verdes palmeras y los naranjos en flor. Para gozar los encantos de su plácida canción, dejan las aves el nido que fabricara el amor; las ninfas del claro Betis, su cristalina mansión, y las cándidas pastoras su ganado balador. Su endecha a las alboradas sus esplendores robó y a las torcaces palomas el arrullo gemidor. Con veste de azul y plata Guadalquivir la vistió, y claveles y azahares diéronle aroma y color. Su endecha, lira que luce por cuerdas rayos de sol, ya es idÃlica zampoña, ora dardo punzador; ya morisca pandereta de ronco y gárrulo son,
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Otro prócer del Parnaso, de opulenta fantasÃa y verbo colorista, el pontense Manuel Reina,
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ora azucena fragante donde anida un ruiseñor. Como abeja melodiosa va a posarse su canción en los labios de las bellas, y liba mieles de amor. Y musas, ninfas, pastoras, embriagadas de pasión, coronan con frescos lauros la frente de su cantor. Y él duerme, acariciado por el céfiro veloz, bajo las verdes palmeras y los naranjos en flor. Luego, hundiéndose la torre de marfil de su ilusión, su éxtasis, blanca paloma, en cuervo se convirtió. Y al verse olvidado y viejo, sobre la cruz del dolor. un raudal de llanto y sangre arroja su corazón.
— 23 — La casa está muy triste, la casa está muy sola, sólo en su puerta llaman los que van por limosna. Nadie busca al humilde Racionar° que, entre nardos y rosas, ha colocado un capitel que muestra un jerifalte con las alas rotas. Entre el jazmÃn morisco y la parra frondosa, colgada está en el patio la jaula de la alondra. El señor Racionero abrió la puerta, y el ave trinadora dejó atrás el silencio del vacÃo y, con ansia de Sol, huyó dichosa. Dicen que el Racionar° ha perdido la luz de la memoria, dicen que su flaqueza le aflige y abochorna. Dicen que los ingenios de la corte, celebrando la magia de sus coplas, lo proclamaron PrÃncipe de cuantos alzan cálices de estrofas... La casa está más triste, la casa está más sola... Y una mañana, espléndida como fragrante rosa, el pobre Racionar° llegó en hombros a la Mezquita-Catedral de Córdoba. Rezáronle la misa de difuntos y allà quedó, cadáver en la tosa. Y luego, un pendolista, cultivador de crónicas, tajando bien la pluma, trazó con frase sobria: dt veintitrés de mayo del presente, el Cabildo Eclesiástico de Córdoba tiene ración vacante: ha muerto el Racionero Luis de Góngora,.
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Un esclarecido poeta nuestro, amante fervoroso de las gentes y cosas de Córdoba, ha trazado, con maestrÃa y sencillez, el cuadro melancólico de los últimos dÃas de don Luis. Es de Blanco Belmonte esta poesÃa cincelada:
EL TRÃNSITO DEL PRÃNCIPE-RACIONERO Al despertar el alba y fenecer las sombras, con paso vacilante de vida que se agota, acude un achacoso Racionero a la Mezquita-Catedral de Córdoba, y allà celebra misa y a la paz de su casa se retorna.
— 24 — El Fénix de los Ingenios, Lope de Vega, compuso a la muerte y a la inmortalidad de don Luis de Góngora este
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Porque el recinto que ves guarda un tesoro preciado, no han de pisarlo tus pies sin que haga horrendo el pecado la gloria de un cordobés que se halla aquà sepultado. Este fué don Luis, el que hizo estrofas de alta valÃa, donde el alma satisfizo su inmensa sed de poesÃa. Aguja de oro enhebraba don Luis con rayos de Luna, y los ritmos conjuntaba con tan propicia fortuna, que, al brindar, hechas canciones, sus querellas, los versos en que iban ellas, henchidas de vibraciones, como eran sartas de estrellas, formaban constelaciones. Y tanto amaba el galano decir, que, al decir, ponÃa riquezas de pedrerÃa en el dicho castellano.
Despierta, oh Betis, la dormida plata, y, coronado de ciprés, inunda la docta patria, en Sénecas fecunda, todo el cristal en lágrimas desata; repite Soledades, y dilata por campos de dolor vena profunda, única luz, que no dejó segunda; al Polifemo ingenio Atropos mata. Góngora ya la parte restituye mortal al tiempo, ya la culta lira en cláusula final la voz incluye. Ya muere y vive; que esta sacra pira tan inmortal honor le constituye, que nace fénix donde cisne espira.
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Si visitas el lugar donde reposan las cenizas de don Luis, recia., a modo de oración, estos preciosos y sentidos versos de Francisco Arévalo, sencillos y humildes, con la fragancia y belleza de las violetas.
ANTE LA TUMBA DE GÓNGORA Tente, hidalgo caballero, de la noble alma viajera: si te enamora un lucero, y una flor, y una quimera; si limpia se alza tu frente bajo la lumbre solar y ensueños sabes fijar en el yunque de la muerte, ¡tante!
La fama le vió rociar chispas de luz, al formar, del arte en las áureas cimas, la palabra más vibrante. Tal un forjador de rimas junto a un yunque de diamante. Este fué don Luis; murió. Torpe mal el que su cuerpo rindió, porque su nombre quedó junto a su verbo inmortal. Le llamaron los discretos, por sus obras magistrales, burilador de sonetos, orfebre de madrigales.
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Y, de estar sobre estas losas expuesto, seguro fuera que anidaran mariposas dentro de su calavera. No te impacientes, espera; rinde este verso en su bien: –Requiescat in pace. Amén. III
LA OBRA DEL POETA
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Traigamos a cuento los juicios más autorizados y
solemnes.
En don Luis de GóngGra os ofrezco un vivo raro ingenio sin segundo: con sus obras me alegro y enriquezco no sólo yo, mas todo el ancho mundo; y, si por lo que os quiero algo merezco, haced que su saber alto y profundo en vuestras alabanzas siempre viva contra el ligero tiempo y muerte esquiva.
(Cervantes.)
— 28 — Claro cisne del Betis, que sonoro y grave ennobleciste el instrumento más dulce que ilustró músico acento bañando en ámbar puro el arco de oro, a tà la lira a tà el Castalio coro debe su honor, su fama y su ornamento, único al siglo y a la envidia exento, vencida, si no muda. en tu decoro. Los que por su defensa escriben sumas propias ostentaciones, solicitan, dando a tu inmenso mar viles espumas. Los Icaros descienden que te imitan, que, como acercan a tu luz las plumas, de tu divina luz se precipitan. (Lope de Vega.) Cisne del Betis, que con blancas plumas plumas has dado a lo latino y griego, tu estilo y tu pensar no es limitado; que en lo heróico, elegante y lo profundo excedes como el Sol a lo estrellado. Y, pues eres en todo sin segundo, en lo docto. lo atento y lo acertado tu nombre oirán los términos del mundo. (Dr. Vaca de Alfar° ) Aquel ingenio cortesano y terso, que el Betis crÃa y engrandece el Tajo, que en jovial estilo y dulce verso para su eternidad halló el atajo, ora siga esta senda o por diverso camino alivie el inmortal trabajo, que Góngora será desde este dÃa de las musas el gusto y la alegrÃa. (Vicente Espinel.)
— 29 — Luego dijera, cordobés divino, tus alabanzas de tà mismo dignas, ingenio celestial, que peregrino sin dejar rastro de tu luz caminas. Ninguno a la difÃcil cumbre vino por donde doctamente peregrinas, pues tú, para ser único. has hallado camino ni sabido ni imitado.
(Pérez de Montalbán.)
Dichoso en la dulzura postrimera el cisne cordobés, pues pluma tanta, que docta escribe lo que dulce canta, se mereció para que no muriera.
(El M José de Valdivieso.)
¡Oh tú, Lelio, que heredando al docto Marcial la pluma hijo de Córdoba grande, padre mayor de las musas, por quien las voces de España se ven, de bárbaras, cultas...
(Paravicino.)
El ingenio de este caballero... en mi opinión... es el más raro y peregrino que he conocido en aquella provincia, y tal que ni a Séneca, ni a Lucano, nacidos en su patria, le hallo diferente, ni a ella por él menos gloriosa que por ellos .. Escribió en todos estilos con elegancia, y en las cosas festivas, a que se inclinaba mucho,
— 30 — fueron sus sales no menos celebradas que las de Marcial, y mucho más honestas. Tenemos singulares obras suyas en aquel estilo puro, continuadas por la mayor parte de su edad, de que aprendimos todos erudición y dulzura .. (Lope de Vega.) ¿Quién puede presumir de un ingenio tan divino, que ha ilustrado la poesÃa española u satisfacción de todo el mundo; ha engendrado tan peregrinos conceptos; ha enriquecido la lengua castellana con frases de oro, felicemente inventadas y felicemente recibidas con general aplauso; ha escrito con elegancia y lisura, con artificio y gala, con novedad de pensamientos y con estudio sumo, lo que ni la lengua puede encarecer, ni el entendimiento acabar de admirar, atónito y pasmado?... ...es el cisne que más bien ha cantado en nuestras riberas. (Cascales) Vm. le pertenece principalmente el loor del ingenio sobre todos los modernos y muchos de los antiguos y también tiene muy aventajada la facilidad del' uso... (Pedro de Valencia) Fué tan grande el natural de don Luis que con él solo pudo igualar los griegos y latinos, pues, si los vió, para imitarlos fué mucho, y, si no los vió, fué mucho más.
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— 31 — cuanto el mundo permaneciere, ha de estar constante el nombre heróico de don Luis de Góngora.
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EspÃritu tan grande, que ni le vió mejor el siglo de Hornero, ni le conocÃa más aventajado la edad de Virgilio
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PÃndaro eruditÃsimo cordobéi y dignamente PrÃncipe de los poetas lÃricos españoles, como el insigne Lope de Vega Carpio lo es de los cómicos. (Pellicer.) Muchos han culpado la oscuridad de don Luis, con que hizo menos fácil la sentencia, siendo la claridad una de las partes esenciales de la oración; pero ninguno puede negar que fué el primero de nuestros poetas que, huyendo las frases vulgares, enriqueció nuestra lengua con voces que realzaron la poesÃa castellana (humildÃsima hasta su tiempo), debiendo España a su osadÃa y autoridad la mayor alteza de sus locuciones. Y no porque algunos (queriendo inconsideradamente seguir esta nueva senda) se han precipitado en la bárbara confusión d e inexplicables errores, usurpándose (bien con impropiedad) el nombre de cultos, es digno de vituperio quien llegó por ella a la inmortalidad. (Salcedo Coronel.) Las obras de don Luis de Góngora a todos los doctos y a la mayor parte del mundo han causado admiración, porque muestra en ellas intención admirable, y proporcionada a la materia de
Ha de durar su memuria eterna contra el tesón de los años y la porfÃa de los siglos, que, en
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que escribe: imitación con ventaja a todos los poetas que siguió; costumbres con decoro y verosimilitud; sentencias que no sobresalen, ni exceden el cuerpo de la oración, y dicciones, en el género de decir grave, ajenas de las comunes y groseras que acostumbran los hombres del vulgo (Dr. Juan Calderón) En nuestros tiempos renació un Marcial cordobés en don Luis do Góngora, requiebro de las musas y corifeo de las gracias, gran artÃfice de la lengua castellana, y quien mejor supo jugar con ella y descubrir los donaires de sus equÃvocos con incomparable agudeza. Cuando en las veras deja correr su natural es culto y puro, sin que la sutileza de su ingenio haga impenetrables sus conceptos, como le sucedió después queriendo retirarse del vulgo y afectar la oscuridad: error que se disculpa con que aun en esto mismo salió grande y nunca imitable. (Saavedra Fajardo.) Fué cisne, fué aguila, fué Fénix en lo sonoro, en lo agudo y en lo extremado; monstruo en todo. (Gracián.) ¿Quién escribe hoy que no sea besando las huellas de Góngora o quién ha escrito verso en España, después que esta antorcha se encendió, que no haya sido mirando a su luz? ...como ya las formas de su estilo están embebidas en la lengua, y de unos en otros se han dilatado, sin sentir las concibe el entendimiento,
— 33 — y de allà pasan a la conversación y a la pluma, obrando con secreta causalidad, como la luz y el aire de que vivimos... Reinó don Luis y tuvo el primado de los ingenios sin envidia, sin competencia, mientras no pasó de los versos lÃricos de cantidad corta... Mas, como su espÃritu fuese tan generoso, no pudiéndose contener en aquellos estrechos márgenes, después de larga y profunda meditación, rompió los canceles que él mismo se habÃa puesto y salió con aquellos partos heroicos, que co mo admiraron a unos asà en otros causaron notable turbación .. ...ya Góngora para los doctos que conocen su erudición es doctÃsimo, popular para los populares y para nadie oculto. (Vázquez Siruela.) Marcial segundo de España por la seguridad de los números, agudeza de los conceptos, festividad de donaires, picante de las burlas e inge• i niosas e inimitables travesuras con que ilustró la lengua castellana. Es sin duda ejemplar raro de la agudeza de los españoles y gloria particular de Córdoba, su patria, madre en todos tiempos de ingenios aventajados, por competir el de don Luis, sin encarecimiento, con el mejor de los que han celebrado en esta ciudad todos los siglos (Tamayo de Vargas.)
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— 34 — Su grandeza es de manera que ni griegos ni latinos pueden competir con la vivacidad de sus conceptos, y las demás lenguas vulgares vuelan, muy rateras con su comparación En suma, de este solo talento se puede España gloriar; pero no esperar otro semejante en estas letras, en varias edades. (Tribaldos de Toledo) Espejo de la verdadera poesÃa española, elegantÃsimo y sabio en los versos y discretÃsimo en las burlas. (Andrés de Claramonte.) No hay epÃtetos con que alabarle, hipérboles con que engrandecerle, ni alabanzas con que aplaudirle. (Francisco de lliedrano.) En su Polifento y Soledades parece que vence a lo que pinta y que no es posible que ejecute otro pincel lo que dibuja su pluma. Todo es gloria de la ciudad de Córdoba, que no sólo tuvo a Séneca por único filósofo, sino a don Luis de Góngora por insigne poeta. (Carducho.) Iba sobre un elefante la Fama tocando la trompeta, dilatando por el mundo las alabanzas de Apolo y varones tan grandes como los que le acompañaban— Luego el no imitado don Luis de Góngora, hijo de Córdoba, más gloriosa en ser su madre que por serlo de Séneca y Lucano: dióle Apolo tÃtulo de Conde de Altamira, pues la
— 35 — puso tan alta que las águilas más remontadas le perdÃan de vista. (F. Bernardo de Quirós.) El Planto y Marcial de nuestra edad, don Luis de Góngora superior sin agravio de los mejores latinos y griegos en cultura, agudeza y mucho más en sal y donaire sin comparación. (MartÃn de Roa) ...a la verdad, por común consentimiento, es hoy su autor (el de las Soledades) el mejor poeta que se conoce en Europa... Nuestro don Luis nació antes para heróico que para lÃrico: dÃgalo la majestad de sus versos, la agudeza de sus pensamientos, lo exquisito y nada vulgar de su elocución; pero con su divino natural se acomoda a todo. (El Abad de Rute) Este no ha tenido segundo ni quien le imite... (Fr A. Ferrer de Valdecebro.) ¿Quién.. podrÃa presentar mayor riqueza de imágenes, más variedad en las formas, más vigor en el color, más lozanÃa en el estilo, más originalidad en el todo? Ninguno de nuestros antiguos puede disputar a Góngora la palma de este género nacional (el romance), enriquecido por él con todas las galas del ingenio y de la fantasÃa. (Quintana.)
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Góngora fundó la secta de los llamados cultos. Quiso dar... a España un lenguaje poético... Introdujo voces y giros de la lengua latina, entre éstos las más violentas trasposiciones, a fin de que las musas hablasen en un idioma distinto del vulgar. A esta manera de expresar las ideas el docto humanista Bartolomé Jiménez Patón dió el sombre de culteranismo. —— Góngora y sus discÃpulos enriquecieron la lengua española con muchos modos de decir, a cual más elegante... (1) Indudablemente es el primero de los poetas españoles. Ninguno, cuando Góngora va por el camino del buen gusto, le aventaja en ingenio; ninguno, aun en las obras en que parece abandonado de la razón, tiene rasgos más sublimes y más brillante colorido poético. Como poeta satÃrico aventaja a todos en sus romances y letrillas; no pueden ser más lindas sus maliciosas ingeniosidades, más puro su estilo ni más la sencillez elegante de sus versos. En sus romances bien sean pastoriles, bien caballerescos, bien moriscos, está llevado a la perfección el estudio de las cadencias. Muchos de los buenos que hay en lengua española no tienen tan hermosa armonÃa como los de Góngora; los de Góngora, verdadera piedra de toque para conocer hasta el punto a que puede llegar la grandilocuencia.
— 37 — ...un poeta... de los más bizarros, floridos y encantadores en las poesÃas ligeras de su mocedad.
(Menéndez Pelayo.)
Era todo un artista... ...11egó a sobresalir y a distinguirse por su exquisita naturalidad, su graciosa fantasÃa y su cortesano ingenio. ...sus transformaciones son de las más completas que registra la historia literaria. Rara vez ha sido superado Góngora en efectismo brillante y en refinada agudeza...
(F. Kelli.)
Si hay envidiable soltura, gracia y hasta candor bucólico en sus letrillas eróticas y pastoriles; si se encuentra viveza, intención y dardos punzantes en las piezas satÃricas, muchas de las cuales formulan pensamientos de alta filosofÃa, ora de un negligente epicureismo, ora de una amargura escéptica, no menos puede notarse en sus romances, con la facilidad y vigor de dicción, con el halago musical, un sabor y dejos también de arábigos cantares, una fuerza descriptiva, una ternura tal, nobleza tanta de afectos, que el lector u oyente sucumbe al vario prestigio, sin análisis ni pujo de controversia, cautivado el entendimiento y ensanchado y contento el corazón.
(Adolfo de Castro.)
Inventaron entre ctras las palabras: penúltima, hbidinosa, crédula y obtusa.
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(F. de B. Pavón)
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A la verde orilla del Guadalquivir ...escribÃa aquellos insuperables sonetos y aquellos deliciosos romances y romancillos que elevaron muy en justicia a grande altura su esclarecido renombre de poeta.
(RodrÃguez MarÃn.)
-- 39 — poética especial descubre las más inesperadas relaciones entre unas y otras, de todo lo cual resulta una novÃsima y estrambótica manera de poesÃa o de composición y concepción poética, a la cual el Maestro Ximénez Patón dió el feliz nombre de culteranismo.
... positivamente fué Góngora un gran poeta, en cuya personalidad Ãntima, huraña y acibarada por los disgustos y los menosprecios llegó a incubarse y crecer una verdadera enfermedad, monomanÃa de pensar y decir cosas extraordinarias, verdadero delirio cerebral...
Góngora es el poeta cordobés puro, auténtico y legÃtimo heredero de Séneca el Retórico, de Lucano, de Juan de Mena, del cartujano Juan de Padilla. Como a todos ellos, pero con mucha mayor exageración, le domina y subyuga el ansia de la expresión florida y recargada de retóricos arrequives. Aborrece la sencillez de los clásicos, el léxico castellano le viene estrecho, la sintaxis del idioma se le antoja mezquina, y, comenzando por rebuscar y escoger cuidadosamente las palabras que le parecen de más mérito, de más nueva e inaudita sonoridad o de más oculta y extraña significación, modifica después sus naturales colocaciones en el orden lógico y aun en el práctico, establece el hipérbaton latino más violento en un idioma como el nuestro, donde las atracciones y las anfibologÃas son tan numerosas, fuerza las trasposiciones hasta un extremo inverosÃmil y, no contento con haber realizado tamaña revolución en el lenguaje literario, penetra con su grande ánimo de innovador en el espÃritu, en el alma de las palabras, comienza por crear o encontrar nuevas sensaciones de colores, formas, perfumes y-sonidos, de los que su enfermiza sensibilidad se apasiona; pasa luego al dominio de las ideas, e inventando una lógica
...poeta grande, nobilÃsimo, español hasta la médula, gloria de la escuela de Córdoba... (1\ravarro Ledesma.) ¿Quién acertó como él en forma artÃstica con la poesÃa épica nacional del Romancero? Sus romances artÃsticos son joyas de incomparable valor... ¿Quién tampoco ha expresado con más fidelid4d y ternura que angora el sentimiento popular? (Salcedo Ruiz.) ...ingenio extraordinario, de fantasÃa bullente y de corazón grande... (Cejador.) Sus canciones y sonetos son realmente hermosos; sus letrillas, modelo de gracias y flexibilidad; sus romances, nunca bastantemente elogiados, no tienen igual en castellano. (A.lonso Cortés.)
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El que quiera encontrar la ascendencia y la descendencia de Góngora trasládese con la imaginación a Córdoba: allÃ, a orillas del Guadalquivir, bajo su cielo lleno de sol y sobre un suelo bordado de flores, nació hace muchos siglos un poeta de fantasÃa privilegiada un poeta que habló siempre en imágenes, un poeta que templó el fuego de su numen en la cultura de Roma. Ese poeta fué Lucano. Al cabo de las centurias, bajo el mismo cielo, junto al mismo rio, entre las mismas flores, aparece Góngora, todo imaginación; Góngora, que depura su gusto y fecunda su arte en el estudio de los clásicos italianos. Y luego, en época contemporánea, en ambiente idéntico, en igual cuna, surge otro vate egregio, pletórico de inspiración, que, empujado por el destierro, va a producir sus mejores obras en la bella Italia; éste fué don Angel de Saavedra, duque de Rivas. En La Farsalia, en Polifemo y en El Moro Expósito sorprenden el derroche de imágenes y la riqueza de color. Y en los romances de Góngora y en los del duque de Rivas hay, diferencias a un lado, no pocos rasgos de parecido fraternal. La madre es Córdoba, y ella imprimió fisonomÃa y carácter a cada uno de sus hijos, y por ellos vive, y con ellos palpita, y en ella está el tronco glorioso del cual son vástagos Lucano, Góngora y Saavedra. (Blanco Belmonte.) Góngora, ya en sus comienzos, supera en valentÃa de imágenes, en recibir y presentar emociones sensoriales a gloriosos poetas.
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...en la interpretación poética de la Naturaleza, en descubrir bellezas de color, de matiz, de masa, de movimiento, de sonido, sabÃa y podÃa hacer verdaderas maravillas. Sigue y se acentúa en las Soledades la tendencia a crear una lengua poética a imagen y semejanza de la latina, enriqueciendo el castellano con multitud de palabras latinas en su forma o en su raiz. Emulo, fúlgido, esplendor, arrogante, ostentar, libar, afecto, bifronte y otras cien, de las que se burlaban despiadadamente los contemporáneos enemigos de Góngora, hoy a nadie chocan. Pocos poetas presentan caracteres tan definidos y constantes en las obras que compusieron: no hay dos épocas; hay un momento culminante en la obra poética de Góngora, unas cuantas notas más vibrantes, agudÃsimas, en la melodÃa de su obra poética. Estas notas, desafinadas, horrÃsonas para unos, valientes y armoniosas para otros, fueron, a la vez que manzana de la discordia, canto de sirena irresistible. Góngora deja de ser el buen poeta que tiene su asiento bien ganado en el Parnaso, y se convierte en ángel de tinieblas para unos, en padre mayor de las musas para otros. Su nombre pasa a ser entonces un sÃmbolo. (Artigas.) No hay dos épocas en la producción de Góngora, como se ha venido diciendo, sino evolución de sus dos maneras: el Polifemo y las Soledades marean el momento álgido de la evolución; y an-
— 42 — tes y después de estos poemas escribió romances y letrillas. Hay en dichas poesÃas un eco de lo mejor de romanceros y cancioneros; un reflejo, a veces, de la poesÃa popular; un resurgimiento del espÃritu de los romances, particularmente de los fronterizos y moriscos. Góngora los adaptó a las circunstancias de su época y escribió algunos admirables de cautivos y de fronteros de Africa, y fueron tan populares estas poesÃas, que hubo dramáticos que insertaron fragmentos de ellas en sus comedias. TamWén escribió algunos romances cortos, notables por su gracia, movimiento y flexibilidad. Góngora es maestro en la letrilla, donde su festiv t musa desarrolla maliciosos e intencionados temas, fustigando costumbres de su tiempo.
— 43 — sobre los bellos muebles, la gradaciones de luz y sombra en las fastuosas estancias de un palacio... todo eso siempre será lo mismo. Y todo eso es Góngora.
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.. su fantasÃa era lozana y amena en extremo, y su idolatrÃa por el ritmo del verso y por el color de la expresión poética, admirables, imponderables, basados en un sentido musical y en un amor a lo pintoresco de la dicción extraordinarios y enteramente modernos.
(Hurtado y González Palencia )
Góngora da, ante todo, la impresión de modernidad; es, de todos los clásicos, el más moderno. ¿Por qué es el más moderno? Porque la esencia de su poesÃa es el sentido más elegante, bello ante todo, de la vida Podrán variar los accidentes, desde los tiempos de Roma, la antigua, o desde los tiempos de Góngora hasta nuestros dÃas. Pero el mármol pulido, la argenterÃa brillante, el cristal lÃmpido, la seda, el ébano, el juego de la luz
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De pronto, en el vivir sutil de sus dÃas, surgÃa la sensación aguda y penetrante de las cosas. EscribÃa el versos; esos versos no eran como los demás que escribÃan otros poetas Lo que hacÃa él —y hasta entonces no se habÃa hecho — era acercar sensaciones distantes, apartadas, que antes no se hubiera atrevido nadie a pintar La modernidad profunda de su poesÃa estribaba precisamente en esa supresión de los intersticios de las cosas, de las sensaciones. Entre determingdas sensaciones existÃan antes espacios vacÃos o llenos de otras cosas. Repentinamente, él habÃa suprimido esos espacios; las apartadas sensaciones se veÃan por primera vez juntas, reunidas. Y de ese acercamiento insólito, inaudito, resultaba una poesÃa original, novadora, audaz. Y ese acercamiento requerÃa, para ser realizado el uso —de un modo intrépido—de la elipsis y de la sÃntesis. ¿Quién habrá sentido antes que él de esta manera? No estaba su originalidad en la expresión; radicaba en la sensación. La elipsis refinada y abstrusa se podÃa imitar; legiones de imitadores iban seguramente a brotar en España y fuera de España. Lo inimitable era el modo de sentir la vida y el mundo. En su mundo poético, por ejemplo, el verde de las hojas de los álamos se armoniza con el tinte rosa de la aurora; un can ladra a lo lejos con ladridos misteriosos, y pasos desconcertados y presurosos resuenan no sabemos donde; el fulgor frÃo y plateado de la luna se
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mezcla a un vagoroso son que se produce en la negra fronda de un boscaje... La innovación realizada por Góngora —lo hemos dicho—radica, no en la expresión, sino en la sensibilidad. Y al estudiar su influencia en la estética moderna no habrÃa que limitar el examen a la poesÃa La influencia de Góngora alcanza a más: se extiende, principalmente, a la prosa literaria. Y se extiende, aunque parezca extraño a primera vista, a los dominios de la pintura. En la prosa y en la pintura modernas es donde hay que estudiar, sobre todo, la influencia del gran poeta. (Azorin.) ¿Por qué ha de suponerse que Góngora escribÃa en erudito para que sólo lo entendiesen unos cuantos? ¿Por qué no suponer que lo hacÃa precisamente para acabar con «la mano muerta>) de la Erudición? ¿Es que la Biblia, la MitologÃa, la Historia han de estar fatal y eternamente en las manos, avaras e infecundas, del archivero y no en las generosas y fértiles del poeta? Tratándose de Góngora no cabe decir, como de tantos poetas cultos, que escribió en culto por no saber hacerlo en popular. Más que las de Quevedo y Lope, corrÃan entre el vulgo sus letrillas, romances y epigramas. No hay letrilla tan popular como Ande yo caliente, ni romance tan resabido como Hermana Marica. Ni hubo jamás en pueblo alguno poeta tan sencillo y claro como Góngora en esta clase de poesÃa.
— 45 — Sabido es que el estilo de Góngora gongorizante, el que hizo escuela y ha sellado la personalidad del poeta de Córdoba no fué una extravagancia personal, ni un caso de decadencia por refinamiento peculiar a la literatura española. Es una moda literaria general en Europa, la última floración viciosa del renacentismo, que produce el marinismo italiano, el eufemismo inglés, el preciosismo francés y el gongorismo o culteranismo castellano. En este movimiento literario, cuyas manifestaciones no son equivalentes ni absolutamente semejantes, Góngora es la principal figura... Asà un poeta español del siglo XVII vino a ser... un lejano apóstol de la nueva poesÃa, descubriendo uno de los elementos o semillas de modernidad que encierra nuestra literatura clásica. (Gómez de Baquero.) Un excesivo fervor por los clásicos y una como embriaguez por la retórica de la lengua española pudieron obrar el milagro. Queda todo un Góngora virgen a la valoración estética según nuestro módulo. La rica arquitec tura material de sus estrofas encierra en sà una propia virtud poética que presenta las más variadas fases según la traza del motivo a que se aplique. A veces no hace sino subrayar con adherencias sensuales y barrocas la misma ondulante lÃnea del tema. AsÃ, el arabesco de la décima— que Calderón habÃa de uniformar en una curva hermética, siempre repetida como un fácil eslabón de aderezo—ostenta en Góngora toda su
(Cristóbal de Castro)
— 46 — flexible elastic,idad, vibrante en todo momento como un nervio bien calculado Es difÃcil ponderar el arte sublimÃsimo que ha derramado Góngora en estas composiciones «intermedias», que con toda la apariencia de divertimientos frÃvolos esconden una rica cimera poética y una profunda emoción verbal. El romance, por ejemplo, estrofa por excelencia corriente y fácil, se detiene aquà sobre su marcha, replegándose sobre sà en un sostenido esfuerzo creador, en un colmado alarde del más refinado narcisismo. ¡Cómo este agudo sentido del arte por el arte, del verso en sÃ, redime, sostiene y espiritualiza los motivos rals prosaicos! Nadie se asusta hoy de que se unzan los colores, los timbres, los vocablos más antagónicos, si para ello hay una razón estética Cuanto mayor la distancia, más limpia e intensa la gracia de la impresión. Pero, ¿quién antes que Góngora armonizó sistemáticamente los valores más dispares? (Gerardo Diego). En la parte formal Góngora es eminentemente clásico y hebreo. Si todos los elementos qne aporta el Renacimiento o que renueva están en Góngora estudiados y construidos tan plenamente, lo mismo sucede con respecto al fondo. En su espÃritu el Renacimiento tiene todo el
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valor comprensivo de conocimiento clásico, adaptado al alma popular nacional... -Sabe encontrar siempre en aquellas cosas que regalan sus ojos la sabia inqaietud cientÃfica o histórica. Y ese depurado gusto, afición, que es tan estimado en las artes, lo tiene Góngora con otro depurado gusto, afición a las ciewias Es para Gougora cuestión precisa el conocimiento exacto del vocablo. Sabe cómo el pueblo, apenas encuentra dos ideas que tienen entre sà algún parecido, elige la palabra que representa a una de ellas y desecha la otra por inútil. Claro que esto acaba por hacer que se enriquezca el lenguaje poético con la abundancia de tropos que luego es menester emplear; pero a él no lo precisa esto para discurrir por el campo de la metáfora con toda libertad, y por eso busca unas veces la significación precisa de la palabra y otras la palabra exacta que representa la idea conocida por él; todo lo cual le obliga a desenterrar muchos vocablos que se han olvidado y que a primera vista chocan por su rareza o desuso. Pero en Góngora, espÃritu cultivado, no está este uso determinado por el deseo de singularidad, sino que responde al estado cultural en que cada vez va adentrando más intensamente; es decir, que, cuando él emplea una de las palabras desusadas, lo hace respondiendo a la necesidad ineludible del que no se atreve a llamar a una cosa con un nombi e distinto al que en realidad tiene, porque se siente capaz de apreciar la diferencia, a veces mÃnima, de matiz, que existe entre las dos ideas. No es de los que buscan en el Diccio-
— 48 — nario palabras raras... Góngora, antes de usar una palabra desenterrada por él, procura asimilarse todo el campo de la significación que tiene, comprender bien toda el área de sus acepciones; y entonces la emplea, cuando no tiene más remedio, porque ya no puede pensar aquella idea sin que la palabra surja espontánea: es decir, lo mismo que nos pasa a nosotros con las palabras de todos los dÃas. El elemento popular es tal vez el más interesante en Góngora, sobre todo pensando en que ese es el fin que persigue siempre. Los afectos tiernos y dulces que a veces pueden pasar inadvertidos para otros espÃritus demasiado ocupados en la disquisición filosófica, a Góngora le interesan acaso porque sabe que en esa sencillez está también la más profunda filosofÃa del sentimiento. (J. M. Camacho). Surge Góngora y con él un soberano desdén hacia la vulgaridad; siente la inquietud decorativa de la expresión, y en sus versos hay un noble anhelo de musicalidad y de polifonÃa .. Góngora anda perdido entre las dóricas columnas del Parthenon; y junto al acanto en hojas del monumento corágico a LisÃcrates; y bordeando el Alfeo, donde el dios cornudo hace sonar la flauta pánica; Góngora vive junto al arte de Praxiteles, y liba del rubio chipre que Ganimedes ofrece a Júpiter en la copa áurea. Gón-
— 49 — gora recita versos, recostado en un talemón; y lanza una burla acerada, mientras pasea del brazo de Juvenal, por su huerto romano. AllÃ, allà está Góngora. En el Foro que domina el Aventino; en los labios de Cicerón; en las inquisiciones de Sócrates; en el aire, en el polvillo ese de Atenas, dorado y brillante, que al cabo de las edades ha patinado el mundo de distinción, de aristocracia, de elegancia, de honda elegancia. Poeta del ingenio y de la donosura. Poeta de la agudeza y de la malicia. Poeta de la soltura y de la gracia. Sus romances forman un españolÃsimo haz de gestas de guerra y de amor . Sus romancillos tienen la frescura de los regatos y el aroma vaho de la poesÃa del pueblo. En cuanto a la letrilla, el poeta alcanza cimas insospechadas, jamás logradas por poeta alguno festivo. Desde las gayas luminarias poéticas del siglo dorado, Góngora fué un faro gigantesco y clarÃsimo que alumbró las costas literarias del siglo XIX, y, en un brinco de tres siglos, fué, sin sospecharlo, director y maestro de la generación lÃrica actual. (A. de la Rosa). Nuevo Marcial castellano le llamó el maestro Jiménez Patón. López de Vicuña, el Hornero español. Pellicer y Salas, Pindaro cordobés.
5
— 50 — Pablo Valery, gran poeta francés, el español más sutil. Saludemos al sublime poeta, gloria y ornamento de Córdoba, con las voces férvidas en que prorrumpÃa Morcas al encontrarse con Rubén DarÃo: «¡Viva don Luis de Góngora y Argotel,
Me
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A.-LETR1LLAS
1581
Que anochezca cano* el viejo y que amanezca bermejo** bien puede ser; mas, que a creer nos estreche** que es milagro* y no escabeche**, no puede ser. Que se precie* un don Pelón' que se comió un perdigón bien puede ser; mas, que la biznaga** honrada no diga que fué ensalada, no puede ser.
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VERSOS DE GONGORA
L E T R IL L A S
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Que olvide a la hija el padre de buscarle quien le cuadre** bien puede ser; mas, que se pase el invierno sin que ella le busque yerno, no puede ser.
Que una guitarrilla pueda mucho después de la queda** bien puede ser; mas, que no sea necedad* despertar la vecindad, no puede ser. Que el mochilero** o soldado deje su tercio** embarcado bien puede ser; mas, que le crean de la guerra porque entró roto en su tierra, no puede ser.
Que sea el otro letrado** por Salamanca aprobado bien puede ser,. mas, que traiga buenos guantes sin que acudan pleiteantes*, no puede ser. Que sea médico más grave** quien más aforismos** sabe bien puede ser,. mas, que no sea más experto* el que más hubiere muerto, no puede ser.
Que junte un rico avariento* los doblones** ciento a ciento bien puede ser; mas, que el sucesor gentil** no los gaste mil a mil, no puede ser.
II
Que sea el padre Presentado** predicador afamado* bien puede ser; mas, que muchos puntos** buenos no sean estudios ajenos'', no puede ser.
1581
Andetne yo caliente y rÃase la gente.
Traten otros del gobierno, del mundo y sus monarquÃas,
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VERSOS DE GONGORA
LETRILLAS
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mientras gobiernan mis dÃas mantequillas* y pan tierno, y las mañanas de invierno naranjadas* y aguardiente,
y rÃase la gente.
Coma en dorada vajilla* el prÃncipe mil cuidados** como pÃldoras** dorados', que yo en mi pobre mesilla quiero más una morcilla que en el asador* reviente,
Pase a media noche el mar y arda en amorosa llama Leandro' por ver su dama'; que yo más quiero pasar del golfo* de mi lagar* la blanca o roja corriente,
y rÃase la gente.
III
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y rÃase la gente.
Cuando cubra las montañas de blanca nieve el enero, tenga yo lleno el brasero de bellotas y castañas, y quien las dulces** patrañas* del Rey" que rabió me cuente,
Da bienes Fortuna** que no están escritos: cuando** pitos, flautas, cuando flautas, pitos.
¡Cuán diversas sendas' se suelen seguir en el repartir honras** y haciendasi A unos da encomiendas**, a otros sambenitos**.
y rÃase la gente.
Busque muy en hora buena el mercader • nuevos soles; yo, conchas y caracoles entre la menuda arena, escuchando a Filomena sobre el chopo* de la fuente,
Cuando pitos, flautas, cuando flautas, pitos.
A veces despoja' de choza y apero*
y rÃase la gente.
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VERSOS DE GONGORA
LE TRILL AS
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al mejor cabrero; y, a quien se le antoja, la cabra más coja parió dos cabritos. Cuando pitos, flautas, cuando flautas, pÃtos. Porque en una aldea un pobre mancebo .' hurtó sólo un huevo, al Sol bambolea", y otro se pasea con cien mil delitos. Cuando pitos, flautas, cuando flautas, pitos.
Buena orina y buen color, y tres higas al Doctor.
Balas** de papel escritas sacan médicos a luz, que son balas de arcabuz** para vidas infinitas"; plumas** doctas' y eruditas** gasten, que de mà sabrán que es mi aforismo" el refrán: «Vivir bien, beber mejor». Buena orina y buen color, y tres higas al Doctor. ¡Oh!, bien haya la bondad de los castellanos viejos, que al vecino de Alaejos' hablan siempre en puridad**, y al santo**, que la mitad partió con Dios de su manto, no echan agua, porque el santo sin capa no habrá** calor. Buena orina y buen color, y tres higas al Doctor. V
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IV
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Buena orina y buen color, y tres higos** al Doctor**.
Cierto Doctor** medio almud** llamar solÃa, y no mal, al vidrio del orinal espejo de la salud; porque el vicio o la virtud del humor** que predomina nos lo demuestra la orina con clemencia* o con rigor.
Ya de mi dulce** instrumento cada cuerda es un cordel,
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VERSOS DE GONGORA
L E T R ILL A S
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y, en vez de vihuela*, él es potro** de dar tormento**, quizá con celoso* intento de hacerme decir Verdades contra estados, contra edades, contra costumbres al fin; no las comente* el ruin* ni las tuerza** el enemigo, y digan que yo lo digo.
y su bolsa, aunque sin lengua, por la boca crece o mengua* las razones del culpado": la bolsa hecha abogado, la pluma hecha testigo; y digan que yo lo digo.
El mercader'', si es lo mismo con vara y pluma en la mano condenarse en castellano que irse al Infierno en guarismo, desátenme' el silogismo" sus pulgadas* y sus ceros, su conciencia y sus dineros, y tengan por cosa cierta que, si le cierran la puerta, en el cielo no hay postigo; y digan que yo lo digo. Viendo el escribano** que dan a su legalidad*, por ser poco el de verdad, nombre las leyes de fe, su pluma sin ojos ve,
El Doctor' mal entendido, de guantes no muy estrechos, con más homicidios* hechos que un catalán foragido*, si son de puñal büido** las hojas de su galeno*, y si partir puede el freno* y el dinero con su mula, mate, y sÃrvale dé bula** la carta** que trae consigo; y digan que yo lo digo. VI
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Los dineros** del sacristán cantando se vienen, y cantando se van.
Tres hormas, y no fué un par, fueron la llave** maestra
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VERSOS DE GONGORA
LE TR1LL AS
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de la pompa** que hoy nos muestra un hidalgo** de solar**. Con plumajes** a volar un hijo suyo salió, que asuela* lo que él soló**, y la hijuela loquilla de ámbar** quiere la servilla** que desmienta el cordobán**. Los dineros del sacristán cantando se vienen, y cantando se van. Labra el letrado' un real** palacio, porque sepades" que interés y necedades* en piedras hacen señal"; hácele luego hospital un halconero** pelón", a quien hija y corazón dió en dote'', que ser le plugo* para la mujer verdugo', para el dote* gavilán**. Los dineros del sacristán cantando se vienen, y cantando se ván. Con dos puñados** de sol** y cuatro tumbos de dado' repite** el otro soldado para Conde** de Firor; Fénix** le hacen español
collar de oro y plumas bellas; despidiendo está centellas** de sus joyas;* mas la suerte en gusano le convierte, de pájaro** tan galán**. Los dineros del sacristán cantando se vienen, y cantando se ván. Herencia que a fuego** y hierro malogró* cuatro parientes, halló al quinto con los dientes peinando** la calva a un puerro"; heredó por dicha o yerro*, y a su gula* no perdona; pavillos nuevos capona** mientras francolines** ceba, y al fin en su mesa Eva siempre está tentando** a Adán. Los dineros del sacristán cantando se vienen y cantando se van.
V II
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Dineros** son calidad**, verdad. Más ama quien más suspira, mentira. Cruzados** hacen cruzados**, escudos** pintan escudos**,
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VERSOS DE GONGORA
L T T R I L L A S
y tahures* muy desnudos** con dados** ganan condados**; ducados** dejan ducados** y coronas** majestad*. Verdad. Todo se vende este dÃa, todo el dinero lo iguala: la corte* vende su gala*, la guerra su valentÃa; hasta la sabidurÃa vende la Universidad'. Verdad. No hay persona que hablar deje al necesitado en plaza**: todo el mundo le es mordaza'', aunque él por señas se queje; que tiene cara de hereje* y aun fe la necesidad. Verdad. Cualquiera que pleitos* trata, aunque sean sin razón, deje el rio Marañón** y entre el rio de la Plata**; que hallará corriente grata* y puerto** de claridad. Verdad.
VIII
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AL SANTÃSIMO SACRAMENTO
Gil.—Bras** Gil ¿A qué nos convidas, Bras? Bras A un Cordero** que costó treinta dineros no más, y luego se arrepintió quien** le vendió. Gil ¿Bastará a tantos? Bras SÃ, Gil, y es de modo que le comerá uno todo, y no le acabarán mil. Gil Toca, toca el tamboril**, suene el cascabel, y vamos a comer de El. Bras De rodillas inclinado, no con báculo', no en pie, llega al Cordero**, que fué por el otro** figurado**:
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VERSOS DE GONGORA
L E TRIL L AS
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cómele, Gil, que mechado* de tres clavos le hallarás. Gil ¿A qué nos convidas, Bras?
Bras De hierro instrumento no, de palo sÃ, le asó ya; tan mal con el hierro** está quien de ellos nos redimió*. Amor dió el fuego, y juntó leños, que el Fénix** jamás. Gil ¿A qué nos convidas, Bras?
IX
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Pan** divino,* un grano es solo, lleguen tres, o lleguen trece; invisiblemente crece su unidad, y de igual modo se queda en sà mismo todo, que se da todo al cristiano. El Pan** que veis soberano* un solo es grano, que, en Tierra** virgen** nacido, suspendido* en el madero, se da entero adonde más dividido. Este Grano** eterno'', pues, inmensamente* pequeño, del vital* glorioso** leño cayó en la piedra después; la piedra que dÃas tres en sus senos* le escondió, y nos le restituyó aún más entero y más sano. El Pan** que veis soberano* un solo es grano, que, en Tierra** virgen** nacido, suspendido* en el madero, se da entero adonde más dividido.
A LO MISMO
El Pan** que veis soberano* un solo es grano, que, en Tierra** virgen** nacido, suspendido* en el madero, se da entero adonde más dividido.
Cuanto el altar hoy ofrece, desde el uno al otro polo**,
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VERSOS DE GONGORA L E T R I L L AS
X 1609 XI 1609 69
A LO MISMO
Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no sólo tu pastor soy, sino tu pasto* también.
A LO MISMO —Alma* niña, ¿quieres, dÃ, parte de aquel, y no poca, blanco Maná** que está allÃ? —SÃ, sÃ, sÃ. — Cierra los ojos, y abre la boca. —My Dios!, ¿qué comà que me sabe asÃ? —Alma a quien han reducido** contrición y penitencia al estado de inocencia, si golosa te ha traido el Maná** que está incluido* en aquel cristal de roca, cierra los ojos, y abre la boca. — My Dios!, ¿qué comà que me sabe asÃ? —Niega, alma, en esta ocasión a la vista; que la fe, cerrados los ojos, ve más que, abiertos, la razón; argumento* y presunción* vano* es aquÃ, y ella loca. Cierra los ojos, y abre la boca. —/Ay Dios!, ¿qué comà que me sabe asÃ?
Por descubrirte mejor, cuando balabas perdida, dejé en un árbol la vida, donde me subió el amor; si prenda** quieres mayor, mis obras hoy te la den. Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no sólo tu pastor soy, sino tu pasto* también. Pasto* al fin yo tuyo hecho, ¿cuál dará mayor asombro, o el traerte yo en el hombro o el traerme Tú en el pecho? Prendas** son de amor estrecho**, que aun los más ciegos** las ven. Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no sólo tu pastor soy, sino tu pasto* también.
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VERSOS DE GONGORA
LETR1LL AS
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XII
1609
No son todos ruiseñores los que cantan entre las flores, sino campanitas** de plata, que tocan** al alba; sino trompeticas** de oro, que hacen la salva** a los soles** que adoro**.
de los sentidos mejores: no son todos ruiseñores los que cantan entre las flores, sino campanitas** de plata que tocan** al alba, sino trompeticas** de oro que hacen la salva** a los soles' que adoro**.
X II I
1615
No todas las voces ledas** son de sirenas** con plumas, cuyas húmedas espumas son las verdes alamedas. Si suspendido** te quedas, a los süaves** clamores*, no son todos ruiseñores los que cantan entre las flores, sino campanitas** de plata que tocan** al alba, sino trompeticas** de oro que hacen la salva** a los soles** que adoro**. Lo artificioso* que admira, y lo dulce** que consuela, no es de aquel violÃn que vuela ni de esotra inquieta lira**; otro instrumento es quien tira**
AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR
Ven al portal, Mingo, ven; seguro el ganado dejas, que, aun entre el lobo y ovejas, nació la paz en Belén.
•
La paz del mundo escogido en aquel ya leño grave'', que al hombre, a la fiera, al ave casa fué, caverna* y nido, hoy, pastor, se ha establecido tanto, que en cualquiera otero' retozar libre el cordero y manso el lobo se ven. Ven al portal, Mingo, ven; seguro el ganado dejas,
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VERSOS DE GONGORA
LETRILL AS
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que aun entre el lobo y ovejas nació la paz en Belén.
Sobra el can*, que ocioso' yace* las noches que desvelado, y rediles del ganado los términos son que pace*. El siglo** de oro renace* con nuestro glorioso** Niño, a quien esta piel de armiño** de mi fe será rehén.** Ven al portal, Mingo, ven; seguro el ganado dejas, que aun entre el lobo y ovejas nació la paz en Belén.
—¿Donde? DI. —En el heno* que le dió un portalillo pequeño, mientras le cuelga de un leño el pueblo que alimentó. El bello racimo** que trajeron por cosa rara** entre dos en una vara, de aqueste figura** fué. —¿Sábesio tú?—Yo lo sé del que lo profetizó*. —Mas que no, porque ha mucho que pasó. Mas que sÃ, porque ha poco que le vÃ. Entre dos se trajo aquél, y aqueste verá Sión** entre uno y otro ladrón, siendo la inocencia* El. —¿Adivinas*?—Más fiel* fué ya quien lo adivinó*. —Mas que no, porque ha mucho que pasó. —Mas que sÃ, porque ha poco que le vÃ.
XIV
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A LO MISMO —El Racimo* que ofreció la tierra** ya prometida, esta noche esclarecida* en agraz* he visto yo.
—Mas que no, porque ha mucho que pasó. —Mas que sÃ, porque ha poco que le vÃ.
LETRILL A S 76 VERSOS DE GONGORA
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caido se le ha un Clavel** hoy a la Aurora' del seno: ¡qué glorioso** que está el heno*, porque ha caido sobre él!
De un solo Clavercetlida la Virgen, aurora bella, al mundo se le dió, y ella quedó cual antes florida*: a la Púrpura** caida solo fué el heno* fiel: caido se le ha un Clavel' hoy a la Aurora** del seno: ¡qué glorioso que está el heno*, porque ha caido sobre él! El heno*, pues, que fué a pesar de tantas nieves, de ver en sus brazos leves** este rosicler** divino*, para su lecho fué lino**, oro para su dosel: caido se le ha un Clavel' hoy a la Aurora** del seno: ¡qué glorioso** que está el heno*, porque ha caldo sobre él!
XVII 1621
ALEGORÃA DE LA BREVEDAD DE LAS COSAS HUMANAS
Aprended, flores, en mà lo que va de ayer** a hoy, que ayer maravilla** fuà y sombra' mÃa aun no soy.
La aurora ayer me dió cuna, la noche ataud me dió; sin luz muriera, si no me la prestara la Luna. Pues de nosotras ninguna deja de acabar asÃ, aprended flores, en mà lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla** luà y sombra** mÃa aun no soy. Consuelo dulce** el clavel es a la breve** edad mÃa, pues quien me concedió un dÃa dos apenas le dió a él; efÃmeras* del vergel*, yo cárdeno,* él carmesÃ*, aprended, flores, en mà lo que va de ayer a hoy,
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VERSOS DE GONGORA
LETRILLAS
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que ayer maravilla** fuà y sombra** mÃa aun no soy. Flor es el jazmÃn, si bella, no de las más vividoras, pues dura pocas más horas que rayos tiene de estrella; si el ámbar" florece, es ella la flor que él retiene en sÃ. Aprended, flores, en mà lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla** fui y sombra** mÃa aun no soy.
Aunque el alhelà grosero,* en fragancia** y en color más dÃas ve que otra flor, pues ve los de un mayo entero, morir maravilla** quiero y no vivir alhelÃ. Aprended, flores, en mà lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla** fui y sombra** mÃa aun no soy. A ninguna al fin mayores términos* concede el Sol si no es al girasol, Matusalén** de las flores; ojos son aduladores* cuantas en él hojas vÃ.
Aprended, flores, en mà lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla** fuà y sombra** mÃa aun no soy.
XVIII
1624
Tejió de piernas de araña su barba un colegial, pensando con ella el tal gobernar a toda España. Cuando el impulso* le engaña de las partes** que no tiene, pisándose a Madrid viene su barba desde Sigüenza**: Tenga vergüenza. Alguno conozco yo que médico se regula** por la sortija** y la mula, por el ejercicio no: toda su vida salió a vender de balde peste**; nadie le llamó, ¡y que a este su ocio* no le convenza! Tenga vergüenza. La mayor legalidad*, si el preso tiene dinero,
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VERSOS DE GONGORA
salvadera** hace el tintero, salvando su libertad. Que mentira es la verdad del que es litigante** pobre; gato,** aun con tripas** de cobre**, no habrá gato** que no venza: Tenga vergüenza
XIX
Milagros** de corte* son
Que tenga el engaño asiento cerca de alguna grandeza**, y que pueda la riqueza dar a un necio* entendimiento; que perezca* el buen talento, si a decir verdad aspira, y que tenga la mentira tÃtulo** de adulación* milagros** de corte* son. Que don Milano afeitado** ajeno* linaje* infame* y que Mendoza se llame por lo que tiene de Hurtado; que diga ser más soldado que en su tiempo el de Pescara',
LETRILLAS
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y que se llame Guevara el que no es más que Ladrón, milagros** de corté* son. Que el soldado de PavÃa' cuente y jure hazañas* grandes, porque tuvo niño en Flandes'' achaques* de alferecÃa*; su caudal* es bizarrÃa*, y por lo bravo se llama, al dormir, león sin cama, y al comer, camaleón'', milagros** de corte* son. XX
Será lo que Dios quisiere.
Todo el mundo está trocado*: sólo reina** el recibir; ya nos venden el vivir y vivimos de prestado; el que tuviere un ducado** se verá grande** en un dÃa; la balanza más VacÃa subirá más fácilmente; todo será diferente, y, si algo de esto no fuere, será lo que Dios quisiere.
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VERSOS DE GONGORA
LETRILL AS
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Ya no hay cosa verdadera, ni quien decirla presuma*; mil aves** vuelan** sin pluma y el Sol da luz por vidriera; las honras serán de cera y el oro será el calor; cogeráse el fruto en flor, los racimos en agraz*, y, del que por bien de paz a madurarse** viniere**, será lo que Dios quisiere. Que habrá gran copia** imagino de médicos y letrados**, los más de ellos graduados** por un Conde** palatino**: con la fe** de un pergamino** destruyen media Castilla, uno en mula y otro en silla"; y, cuando el más docto** emprenda" vuestra vida o vuestra hacienda, o mejor con vos lo hiciere, será lo que Dios quisiere. Del mercader*y escribano** será lo que siempre ha sido, que el más pobre y más perdido va al Infierno más temprano; téngales Dios de su mano**, y el viernes de la Pasión
les dé quien por un doblón** se arroje**, y que pierda el miedo; mas decir seguro** puedo que del que los absolviere* será lo que Dios quisiere.
XXI
Tenga yo salud, que comer y quietud, y dineros que gastar, y ándese" la gaita por el lugar. No haga yo a nadie el buz** por ninguna pretensión; tenga mi bota y jamón, aunque me acueste sin luz; mis frascos, con arcabuz**, no para quien mal me quiere, mas porque, si sed tuviere, la pueda mejor matar", y ándese" la gaita por el lugar. Viva yo sin conocer, y retirado en mi aldea, a quien la merced** rodea porque no la sabe hacer; no vea a nadie comer, si no comiere a su lado, ni me hable nadie sentado,
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VERSOS DE GONGORA
si en pie tengo que escuchar, y ándese** la gaita por el lugar. El médico y cirujano sean para mi gobierno* calentador* en invierno y cantimplora* en verano; acuésteme yo temprano y levánteme a las diez, y a las once el almirez toque a la panza a mascar, y ándese** la gaita por el lugar.
B.--ROMANCES
1510
•21
La más bella niña de nuestro lugar**, hoy viuda y sola, y ayer por casar, viendo que sus ojos** a la guerra van, a su madre dice que escucha su mal: Dejadme llorar orillas del mar. Pues me diste, madre, en tan tierna** edad, tan corto** el placer, tan largo** el pesar, y me cautivaste** de quien hoy se va y lleva las llaves
SS
VERSOS DE GONGORA
R OM A N CES
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y a mà me pondrán mi camisa nueva, sayo" de palmilla**, media de estameña', y, si hace bueno, traeré la montera** que me dió la Pascua mi señora abuela, y el estadal" rojo con lo que le cuelga, que trajo el vecino cuando fué a la feria. Iremos a misa, Veremos la iglesia, darános un cuarto' mi tÃa la ollera. Compraremos de él (que nadie lo sepa), chochos y garbanzos para la merienda. Y, en la tardecica, en nuestra plazuela, jugaré yo al toro y tú a las muñecas, con las dos hermanas, Juana y Magdalena, y las dos primillas, Marica y la Tuerta; y, si quiere madre
dar las castañetas'', podrás tanto** de ello bailar en la puerta; y, al son del adufe**, cantará Andrehuela: «No me aprovecharon, madre, las yerbas.»; y yo de papel haré una librea**, teñida con moras, porque bien parezca, y una caperuza** con muchas almenas*; pondré por penacho* las dos plumas negras del rabo del gallo, que acullá* en la huerta anaranjeamos** las Carnestolendas**; y en la caña larga pondré una bandera con dos borlas blancas, en sus trenzaderas**; y en mi caballito pondré una cabeza de guadamecÃ', dos hilos por riendas; y entraré en la calle haciendo corvetas*,
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ROMANCES
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yo y otros del barrio, que son más de treinta. Jugaremos cañas** junto a la plazuela, porque Barbolilla salga acá y nos vea; Barbola, la hija de la panadera, la que suele darme tortas con manteca.
III
1583
Amarrado al duro banco de una galera** turquesca**, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado** de Dragut**, en la playa de Marbella**, se quejaba al ronco** son del remo y de la cadena: ¡1(7k sagrado* mar de España, famosa playa serena, teatro** donde se han hecho cien mil navales tragedias**!, pues eres tú el mismo mar que con tus crecientes besas** las murallas de mi patria,
coronadas y soberbias**, tráeme nuevas* de mi esposa, y dime si han sido ciertas las lágrimas y suspiros que me dice por sus letras*; porque, si es verdad que llora mi cautiverio* en tu arena, bien puedes al Mar** del Sur vencer en lucientes* perlas. Dame ya, sagrado* mar, a mis demandas* respuesta, que bien puedes, si es verdad que las aguas tienen lengua; pero, pues no me respondes, sin duda alguna que es muerta, aunque no lo debe ser, pues que vivo yo en su ausencia; pues he vivido diez años sin libertad y sin ella, siempre al remo* condenado, a nadie matarán penas». En esto se descubrieron de la Religión** seis velas**, y el cómitre** mandó usar al forzado** de su fuerza. IV
1583
La desgracia del forzado** y del corsario** la industria**,
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VERSOS DE GONGORA
R OM ANCES
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la distancia del lugar y el favor de la Fortuna**, que por las bocas del viento les daba a soplos ayuda contra las cristianas cruces a las otomanas** lunas**, hicieron que de los ojos del forzado** a un tiempo huyan dulce** patria, amigas velas**, esperanzas y ventura*. Vuelve, pues, los ojos tristes a ver cómo el mar le hurta* las torres, y le da nubes, las velas**, y le da espumas. Y, viendo más aplacada en el cómitre** la furia, vertiendo* lágrimas, dice, tan amargas como muchas: «¿De quién me quejo con tan grande extremo**, si ayudo yo a mi daño con mi remo? »Ya no esperen ver mis ojos, pues ahora no lo vieron, sin este remo las manos y los pies sin estos hierros**; que, en esta desgracia mÃa, Fortuna** me ha descubierto que, cuantos fueron mis años, tantos serán mis tormentos**. »¿De quién me quejo con tan grande extremo'', si ayudo yo a mi daño con mi remo?
»Velas** de la Religión**, enfrenad** vuestro denuedo*; que mal podreis alcanzarnos, pues tratais de mi remedio. El enemigo se os va, 'y favorécelo el tiempo, por su libertad no tanto cuanto por mi cautiverio"'. »¿De quién mequejo con tan grande extremo si ayudo yo a mi daño con mi remo? »Quedaos en aquesa' playa, de mis pensamientos puerto'*; quejaos de mà desventura* y no echeis la culpa al viento. Y tú, mi dulce** suspiro, rompe** los aires ardiendo, visita a mi esposa bella, y en el mar de Arge14*te espero. «¿De quién me quejo con tan grande extremo**, si ayudo yo a mi daño con mi remo?»
V
1584
Aquel rayo** de la guerra, Alférez** Mayor del reino, tan galán** como valiente y tan noble* como fiero*,
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ROMANCES
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de los mozos envidiado, admirado de los viejos, y de los niños y el vulgo señalado con el dedo; el querido de las damas por cortesano** y discreto* hijo hasta allà regalado de la Fortuna** y del tiempo; el que vistió** las mezquitas** de victoriosos trofeos'', el que pobló las mazmorras* de cristianos caballeros; el que dos Veces armado, más de valor que de acero**, a su patria libertó de dos peligrosos cercos**; el gallardo* Aben-Zulema sale a cumplir su destierro*, a que le condena el Rey, o el amor, que es lo más cierto. ServÃa a una mora el moro por quien el Rey anda muerto'', en todo extremo** hermosa y discreta* en todo extremo**. Dióle unas flores la dama*, que para él flores fueron y para el celoso* Rey yerbas de mortal* veneno; pues, de la yerba tocado',
lo manda desterrar* luego**, culpando su lealtad* para disculpar sus celos*. Sale, pues, el fuerte moro sobre un caballo bvero**, que a Guadalquivir el agua le bebió y le pació* el heno, con un hermoso jaez**, rica labor de Marruecos, las piezas de filigrana*, la mochila** de oro y negro. Tan gallardo* iba el caballo, que, en grave** y airoso* huello**, con ambas manos medÃa lo que hay de la cincha al suelo. Sobre una marlota** negra un blanco albornoz** se ha puesto, por vestirse las colores de su inocencia y su duelo*. Bordó mil hierros** de lanzas, por el capellar**, y, en medio, en arábigo**, una letra** que dice: «Estos son mis yerros*». Bonete* lleva turquÃ'', derribado al lado izquierdo, y sobre él tres plumas presas* de un precioso camafeo**. No quiso salir sin plumas, porque vuelen** sus deseos,
R OMANCES
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que quien te echa de Jaén no te echará de mi pecho**». El, con el mirar, responde: «Yo me voy y no te dejo; de los agravios del Rey para tu firmeza** apelo**». En esto pasó la calle, los ojos atrás volviendo cien mil veces, y de Andújar** tomó el camino derecho.
VI
1585
Entre los sueltos caballos de los vencidos cenetes% que por el campo buscaban entre la sangre lo verde, aquél español de Orán** un suelto caballo prende, por sus relinchos lozano** y por sus cernejas** fuerte, para que le lleve a él y a un moro cautivo* lleve, un moro que ha cautivado*, capitán de cien ginetes. En el ligero** caballo suben ambos, y él parece, de cuatro espuelas herido, que cuatro alas le mueven.
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ROMANCES
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Triste camina el alarbe**, y, lo más bajo que puede, ardientes** suspiros lanza y amargas** lágrimas vierte*. Admirado el español de ver, cada vez que vuelve, que tan tiernamente' llore quien tan duramente** hiere, con razones le pregunta comedidas* y corteses* de sus suspiros la causa si la causa lo consiente. El cautivo*, como tal, sin excusas le obedece, y, a su piadosa** demanda*, satisface" de esta suerte: «Valiente eres, capitán, y cortés* como valiente; por tu espada y por tu trato me has cautivado** dos veces. Preguntadoyrne has la causa de mis suspiros ardientes'', y débote la respuesta por quien soy y por quien eres. En los Gelves** nacÃ, el año que os perdisteis en los Gelves**, de una berberisca** noble** y de un moro matasiete**. En Tremecén** me crié
con mi madre y mis parientes, después que perdà a mi padre, corsario" de tres bajeles**. Junto a mi casa vivÃa, porque más cerca muriese, una dama* del linaje* de los nobles* melioneses**, extremo** de las hermosas, cuando no de las crüeles: hija, al fin, de estas arenas engendradoras* de sierpes*. Cada vez que la miraba salÃa un sol por su frente, de tantos rayos ceñido cuantos cabellos contiene. Juntos asà nos criamos, y Amor .- en nuestras niñeces hirió** nuestros corazones con arpones** diferentes. Labró el oro** en mis entrañas** dulces" lazos**, tiernas** redes**, mientras el plomo' en las suyas libertades** y desdenes*. Apenas vide** trocada* la dureza** de esta sierpe*, cuando tú me cautivaste**: ¡mira si es bien que lamente! Esta, español, es la causa que a llanto pudo moverme.
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ROMANCES
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¡Mira si es razón que llore tantos males juntamente!» Conmovido el capitán de las lágrimas que vierte*, parando el veloz caballo que paren sus males quiere. «Gallardo* moro, le dice, si adoras** como refieres, y si, como dices, amas, dichosamente padeces. ¡Quién pudiera imaginar, viendo tus golpes crueles*, que cupiera alma tan tierna** en pecho tan duro** y fuerte! Si eres del Amor* cautivo*, desde aquà puedes volverte, que me pedirán por robo lo que entendà que era suerte; y no quiero por rescate* que tu dama* me presente ni las alfombras más finas, ni las granas** más alegres. Anda con Dios, sufre y ama, y vivirás, si lo hicieres, con tal que cuando la veas pido que de mà te acuerdes». Apeóse* del caballo y el moro tras él desciende, y, Por el suelo postrado*, la boca a sus pies ofrece.
«Vivas mil años, le dice, noble* capitán valiente, que ganas más con librarme que ganaste con prenderme. Alá** se quede contigo y te dé victoria siempre, para que extiendas tu fama* con hechos tan excelentes*». VII
1596
A GRANADA Ilustre* ciudad famosa*, infiel* un tiempo**, madre** de ZegrÃes** y Gomeles**, de Muzas** y Reduanes**, a quien dos famosos* rÃos con sus húmedos caudales*, el uno baña** los muros y el otro purga* las calles; ciudad (a pesar del tiempo) tan populosa* y tan grande, que de tus ruinas solas se honraran otras ciudades; de mi patria me trajiste, y no a dar memoriales* de mi pleito* a tus Oidores**, de mi culpa a tus Alcaldes**,
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ROMANCES
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sino a ver de tus murallas los soberbios** homenajes", tan altos**, que casi quieren hurtalle** el oficio a Atlante**; y a ver de la fuerte Alhambra** los edificios reales*, en dos cuartos** divididos de Leones** y Comares**; do** están las salas manchadas de la mal vertida* sangre de los no menos valientes que gallardos* Bencerrajes"; y a las cuadras** espaciosas* do" las damas* y galanes* ocupaban a sus reyes con sus zambras** y sus bailes; y a ver sus hermosas fuentes y sus profundos estanques, que los veranos son leche y los inviernos cristales; y su cuarto** de las frutas, fresco, vistoso** y notable, injuria* de los pinceles de Apeles** y de Timantes**, donde tan bien las fingidas imitan las naturales, que no hay hombre a quien no burlen ni pájaro a quien no engañen; y a ver sus secretos* baños,
do** las aguas se reparten a las sostenidas pilas de alabastro* en pedestales, do" con sus damas* la Reina, lavándose algunas tardes, competÃan en blancura las espumas con sus carnes; y de tu ChancillerÃa*" a ver los seis tribunales**, donde cada dosel" cubre tres o cuatro majestades"; y a ver su real** portada, labrada de piedras tales, que fuera menos costosa de rubÃes* y diamantes, para cuyo noble* intento, porque más presto** se acabe, se echan a culpas** de cera condenaciones de jaspe*, y a ver tu sagrado templo**, donde es vencida** en mil partes de la labor la materia, naturaleza del arte*, de cuya fábrica** ilustre* lo que es piedra injuria* hace al fino oro que perfila sus molduras y follajes'', de claraboyas* ceñido, por do** los rayos solares
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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entran a adorar a Quien les da la lumbre* que valen; cuyo cuerpo aún no formado nos promete en sus señales** más fama* que los que Roma** edificó a sus deidades**, y que aquel** cuyas cenizas en nuestras memorias arden, de aquella** a quien, por su mal, vió el que mataron sus canes*, y al de Salomón**, aunque eran sus piedras rubios metales, marfil y cedro* sus puertas, plata fina sus umbrales; y a ver su hermosa torre, cuyas campanas süaves** del aire con su armonÃa* ocupan las raridades**, tan perfecta, aun no acabada, que no sólo los que saben más del arte* dicen que es obra de arquitecto grande**, mas del pórfido* lo bello, lo hermoso del filabre**, aunque con lenguas de piedra, loan* al maestro sage**; y a ver tu real Capilla**, en cuyo túmulo* yace* con su cristiana Belona** aquel católico Marte**,
a cuyos gloriosos' cuerpos, aunque muertos, inmortales', por reliquias** de valor España les debe altares; y a ver tu fértil* escuela' de Bartulos** y de Abades**, de Galenos** y Avicenas**, de Escotos** y de Tomases"; y a ver tu colegio** insigne*, tanto, que puede igualarse a los que el agua del Tormes" beben**, y la de Henares', cuyas becas* rojas vemos poblai** universidades*, plazas** de audiencias*, y sillas** de iglesias mil catedrales; y a ver el templo y la casa de los Jerónimos" frailes, donde está el mármol que sella** al gran** Gonzalo** Fernández, digo los heroicos* huesos de aquel sol de capitanes a quien mi patria le dió el apellido y los padres; cuyas armas siempre fueron, aunque abolladas, triunfantes de los franceses estoques y de los turcos afanjes'*, de que dan gloriosas** señas
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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las banderas y estandartes, los yelmos** y los escudos**, tablachinas** y turbantes** de los genÃzaros** fieros* y de los bárbaros** traces**, de los segundos Reinaldos** y de los nuevos Roldanes**; que, a sólo honrar su sepulcro de trofeos** militares, unos rompieron** el mar y otros bajaron los Alpes; y a ver tu AlbaicÃn**, castigo de rebeldes* voluntades, cuerpo vivo en otro tiempo, ya lastimoso* cadáver; y a Ver tu apacible* vega, donde combatieron antes nuestros cristianos Maestres** con tus paganos* alcaides**; y a ver tu Generalife**, aquel retrato admirable del terreno deleitoso* de nuestros primeros padres, do** el ingenio* de los hombres de mudas** y de arrayanes** ha hecho a naturaleza dos mil vistosos ultrajes*, donde se ven tan al vivo** de brótano** tantas naves,
que dirán, si no se mueven, que es por faltarles el aire; y a ver los cármenes** frescos que al Darro cenefa* hacen de aguas, plantas y edificios, formando un lienzo** de Flandes**, do** el céfiro**, al blando chopo mueve con soplo agradable las hojas de argenterÃa**, y las de esmeralda al sauce; donde hay de árboles tal greña*, que parecen, los frutales, o que se prestan las frutas o que se dan dulces** paces; y del verde Dinadámar** a ver los manantiales, a quien las plantas cobijan* porque los troncos les bañen**; entre cuyos verdes ramos, juntas las diversas aves, a cuatro y a cinco voces cantan motetes** suaves**; y a Faragüi** donde espiran* dulce** olor los frescos valles, las primaveras de gloria**, los otoños de azahares, cuyo suelo viste** Flora** de tapetes** de Levante, sobre quien vierte* el abril esmeraldas y balajes**;
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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y a ver de tus bellas damas* los bellos rostros, iguales a los que en sus jerarquÃas'''. las doradas plumas baten"; por quien, nevado* Genil, es muy justo que te alabes, que excedes al sacro" Ibero** y al rubio Tajo deshaces**, pues en tus nobles* orillas milagros** de beldad*" nacen, envidia de otras riberas, eclipse de otras beldades**, tan gallardas* sobre bellas, que no han visto las edades ni mantos de mayor brÃo* ni mirar de más donaire*; tan discretas* de razones y tan dulces** de lenguaje, que dirán que entre sus perlas destila* Amor* sus panales; éstas son, ciudad famosa, las que del Duero al Hidaspes*' te dan el honor** y el lustre que al oro dan los esmaltes*.
VIII 1590
le tejeis guirnalbs* y esparcÃs* violetas, ya que os han tenido** del Tajo en la vega amorosos hurtos* y agradables penas, cuando del estÃo en la ardiente fuerza álamos os daban frondosas* defensas; álamos crecidos de hojas inciertas**, medias de esmeraldas, y de plata medias; de donde a las ninfas** y a las zagalejas del sagrado* Tajo y de sus riberas mil veces llamaste, y vinieron ellas a ocupar del rio las verdes cenefas*;
Frescos airecillos, que a la Primavera
ahora, pues, aires, antes que las sierras coronen sus cumbres de confusas nieblas,
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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y que el aquilón** con dura** inclemencia* desnude** las plantas y vista** la tierra de las hojas secas que ya fueron tregua** entre el Sol ardiente y la verde yerba; y antes que las nieves y el cielo conviertan en cristal las rocas, en vidrio las selvas, batid** vuestras alas, y dad ya la vuelta al templado seno* que alegre os espera. Vereis de camino una ninfa** bella, que pisa orgullosa* del Betis** la arena; montaraz**, gallarda*, temida en la sierra más por su mirar que por sus saetas' . Ahora la halleis entre la maleza* del fragoso** monte siguiendo las fieras, ahora en el llano
con planta ligera fatigando al corzo que herido vuela'', ahora clavando** la armada* cabeza del antiguo ciervo en la encina vieja; cuando ya cansada de la caza vuelva a dejar al rio el sudor en perlas, y al pie se recueste de la dura peña, de quien ella toma lección de dureza**, llegaos a orealla*', pero no muy cerca, que llevais suspiros y ha corrido ella. Si está calurosa, soplad desde afuera, y cuando la ingrata' mejor os entienda, decidle, airecillos: «BellÃsima Leda, gloria*" de los bosques, honor** de la aldea, enfermo Daliso junto al Tajo queda,
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VERSOS DE GONGORA
R O M A N C
E S
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con la muerte al lado y en manos de ausencia; suplÃcate humilde, antes que le Vuelvan su fuego** en ceniza, su destierro* en tierra, en premio glorioso** de su amor, merezca ya que no suspiros, a lo menos letra** con la punta escrita de tu aguda* flecha*, en el campo** duró de una dura peña, (porque no es razón que razón" se lea de mano tan dura** en cosa más tierna) adonde le digas: —Muere allá, y no vuelvas a adorar** mi sombra y a arrastrar cadenas**.—» IX
1590
no las hazañas* del Cid**, ni de Zayda** los desdenes, sino más de cuatro cosas, que sé yo que se cometen, o se dejan de hacer, por el decir de las gentes. Sale el otro cazador, o Rodamonte'f de liebres, o Bravonel' de perdices, vestido de necio y verde, y, si se siente cansado su ventor**, al lugar vuelve con lo que compró al ventero, por el decir de las gentes. Aun no echó el cobarde mano a la de «Joannes** me fecit», cuando se calzan sus pies las alas de un alfaneque — ; y, al trasponer de una esquina, da a la capa tres piquetes, y seis mellas a la espada, por el decir de las gentes. Estáse el otro don Tal desde las doce a las trece rezando aquella oración de la mesa sin manteles, y sálese luego al barrio escarbándose los dientes
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Si sus mercedes** me escuchan*`, les contaré a sus mercedes**
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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con un falso testimonio*, por el decir de las gentes. Embolsa el otro escribano** cien Fernandos e Isabeles en cien monedas de oro, porque escriba, o porque teste*, y, si os ordena un poder**, y vos le dais diez y siete, os vuelve un maravedÃ**, por el decir de las gentes. Hace un Doctor** dos** de claro", de** San** Andrés a la puente, sin topar** aros** de casa, (aunque sea año de peste**); es el pienso de su mula pensar en los alcaceres", y alquila un sayo** de seda, por el decir de las gentes. Yo canto lo que me dijo un poeta, cuyas sienes ciñe el bañado tejón* en las orillas del Betis**; y alguno que me ha escuchado abrió la boca de un jeme**, tendió** la boca de un palmo**, por el decir de las gentes.
X
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Murmuraban los rocines* a la puerta de Palacio, no en sonorosos** relinchos, que eso es ya muy de caballos, sino en bestial idToma, ni gruñendo, ni rifando", para mejor engañar las varas de los lacayos. Cabecijuntos* murmuran* tres a tres y cuatro a cuatro de sus amos lo primero, por más parecer criados. Un castaño* comenzó**, rocÃn* portugués fidalgo**, cuyo pelo es un erizo, por ser fruta de castaño, con más paramentos** negros que el rocÃn* de Arias** Gonzalo, que en la cadera** y el luto más es tumba que caballo. «Sirvo,—les dijo— a un ratiño**, MacÃas** enamorado, tan flaco** en la carne** él como yo en los huesos flaco. Como un esclavo* le sirvo, aunque nunca me ha herrado**
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VERSOS DE GONGORA
I
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ni la cadera con S ni la herradura con clavo. Dos cosas pretende en corte*, y ambas me cuestan mis pasos: la verde insignia** de Avis** y un serafÃn** castellano; porque en Africa su abuelo mató un león cuartanario*, desde una palma subido, de cuarenta arcabuzazos**. Fatiga tanto al Consejo**, y al Amor* fatiga tanto, que no irá cruzado** el pecho sin ir el rostro cruzado*; porque el padre de la moza me dicen que le ha jurado de darle la cruz en leño, que él pide al Consejo** en paño.» Apenas el portugués acabó sus quejas, cuando una remendada" pÃa" de un comiscal** cortesano*, mordiendo el freno* tres veces, y otras tres humo espirando*, (que es cólera*, a lo que escriben autores arrocinados**), «Sirvo—les dice—, a un pelón**, que no sólo ha Veinte años
que come de aventurero*, mas que duerme de prestado. Con esta gualdrapa' corta, y tan corta, que ha guardado mejor que si fuera cuello la medida del dozavo, la tercia parte me cubre de este nudoso* espinazo, que puede ser mojonera* de un término* pleiteado*. No hay alcón** hoy en Noruega, donde el Sol es más escaso, tan solÃcito' en cebarse* como mi dueño, o mi daño, que, volando pico** al viento, sale muy bien santiguado a escuchar los almireces de las casas do** hacen plato. Entrase donde los oye, limpiándose los zapatos, y déjame a la pared pegado como gargajo. No sé cómo lo reciben, más sà sé que dÃas hartos*, mirándome a mà los pajes**, esto salen murmurando*: Juro a Dios que en el comer es el dueño de este jaco sabañón en el invierno, salpullido en el verano.
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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Desciende luego tras ellos, a mi pesar, porque, al cabo, ya be no hay cebada, hay ocio*, que no es mal pienso el descanso; cobÃjame* los cuadriles*, y sale podenqueando** nuevas* que al dÃa siguiente valgan cocido y asado.» De un procurador** de Cortes* habló allà un rocÃn* más largo que una noche de diciembre para un hombre mal casado: «Escuchado he vuestras quejas con las orejas de un palmo**, y, a no sentir yo mis duelos'', sintiera vuestros trabajos**. Diez años tiramos juntos, por toda Tierra** de Campos, yo y un tÃo de Babieca** el carretón** de LaÃn Calvo**. Servà a condes**, servà a reyes, hasta que, por varios casos, tendirnus in latiurn, digo, me mirais tendido y lacio. Trájome a Madrid mi dueño, donde apenas hay establo* a do** quepa mi largueza, si no duermo como galgo. La calle Mayor abrevio'',
y la carrera del Prado, desde el copete** a la cola, la ocupo, si no la paso. Como tan largo me ven, piensan todos los muchachos que soy algún pasadizo* de la posada a Palacio. Por descendiente me juzgan los que me miran despacio, en la materia y la forma, de aquel caballo** troyano. Y, si cómo tanto hierro como se queja mi amo, ya que no lo esté de griegos**, estaré lleno de armados**. De noche me quita el freno*, porque dice que le gasto, y lo pongo en cuatro dÃas como soneto* limado**.» No le consintió acabar un extranjero* cuartago**, porque entendió que tenÃa razones de su tamaño: chlo sirvo— dijo—a pelones**, como vosotros, cuitados**, sino a un extranjero* rico, miserable* por el cabo**. Y advertid que, siendo aquestos' hombres mÃseros*y avaros*,
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VERSOS DE GONGORA
ROM ANCES
'121
vereis que se llaman todos o Césares** o Alejandros**. La paja me da por libras, la cebada por puñados, y, para engañar mi hambre, este artÃfice* de engaños unos antojos** me pone de unos vidrios tan doblados', que hacen de una paja ciento, y cuatrocientos de un grano. Pero bien me satisfice de esta burla y de este agravio* un dÃa, cuya memoria a la venganza consagro*. SolÃa decir, trayéndome por las caderas la mano:
XI
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como un banco estás, amigo, poco te luce el regalo".
Tantas veces me lo dijo, que una de ellas por un lado le dà muy bien a entender que tenÃa pies el banco.» Dieron entonces las once, y al mismo punto** dejaron su plática* los rocines*, sus quÃnolas** los lacayos. Cualquier docto** en esta lengua podrá mañana temprano ir a escuchar otro poco las mulas de los letrados**.
—¿Quién es aquel caballero que a mi puerta dijo «Abrid»? —Caballero soy, señora, caballero de MoclÃn**. Nieto soy de cuatro grandes** de a tres varas de medir, tan deudo* del Conde** Claros que me acuesto sin candil. Mi hacienda* es un escudo** orlado* de treinta mil, no maravedÃs** de juro**, sino insignias* del Soft**. Los cuarteles** de mi escudo** lo pueden ser de un jardÃn: un espino y dos romeros, y cuatro flores de lis**: ¡qué verde soy de linaje*!; no lo sepa algún rocÃn*, que me teñirá en gualdado** estas mañanas de abril. Sangt e, más que una morcilla, honra, más que un paladÃn**, doña Blanca' está en Sidonia**, y en mi bolsa ni un ceuti**. Toda la tierra he corrido, el mar he visto —en latÃn
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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Mare vidi muchas veces, pero no maravedÃ**. La necesidad, que tiene el ánima* de un gentil**, la brújula** de un gitano, la conciencia de un neblÃ**, en el real** de don Sancho** me libraba** algún cuatrÃn**. Cuando las tinieblas visten los gatos de vellorÃ**, dos hombres** de armas y yo salÃamos por ahà a cautivar* ferreruelos** que corrÃan** el paÃs. Tal vez no sólo la capa nos dejaba san MartÃn**, sino también el espada con que la solÃa partir. Gentilhombres** hice a muchos sin ser Rey, a muchos dà espaldarazos** sin darles el lagarto** carmesÃ. Soy un Cid** en quitar capas, perdóneme el señor Cid**: quédesele el Campeador**, y el capeador** para mÃ. Mi camisa es la tizona**, que tiene filos de brin**,
y no ha sÃdola colada**,, después que me la vestÃ. Si me hiere «Dios" lo sabe», a lo menos sé decir que tengo sangre con ella, como mujer varonil. ¡Oh, cuánto puede, señora, un cuello de caniqui**! Si no es rosa de esta espina, él miente como rüÃn*. XII
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Era Tisbe una pintura hecha en lámina de plata, un brinco** de oro y cristal, de un rubÃ', y dos esmeraldas. Su cabello eran sortijas, memorias** de oro y del alma; su frente, el color bruñido* que da el Sol hiriendo** el nácar. La alegrÃa eran sus ojos, si no eran la esperanza que viste la primavera el dÃa de mayor gala*. Sus labios, la grana** fina, sus dientes, las perlas blancas,
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VERSOS DE GONGORA
ROM A N C E S XIII 1608
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porque, como el oro** en paño, guarden las perlas en grana**. Desde la barba al pie, Venus**, su hijuelo" y las tres gracias** deshojando están jazmines sobre rosas encarnadas. Su edad—ya habeis visto el diente— entre mozuela* y rapaza*, pocos años en chapines**, con reverendas** de dama*. Señor padre era un buen viejo, señora madre una paila**; dulce**, pero simple** gente, conserva** de calabaza. Regalaban a Tisbica tanto, que si la muchacha pedÃa leche de cisnes*, le traÃan ellos natas. Mas ¿qué mucho, si es la niña, COM() quien no dice nada, alma de sus cuatro ojos, los ojos de sus dos almas? Los brazos del uno fueron, y (111 otro eran las faldas, los primeros años, cuna, los siguientes, almohada.
Las flores del romero, niña Isabel, hoy son flores azules, mañana serán miel. Celosa* estás, la niña, celosa estás de aquel dichoso, pues le buscas, ciego, pues no te ve, ingrato*, pues te enoja*, y confiado, pues no se disculpa hoy de lo que hizo ayer. Enjuguen esperanzas lo que lloras por él; que celos* entre aquellos que se han querido bien hoy son flores azules, mañana serán miel.
Aurora de tà misma, que, cuando a amanecer a tu placer empiezas, te eclipsan' tu placer, serénense" tus ojos, y más perlas' no des, porque al Sol le está mal lo que a la aurora bien.
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Desata** como nieblas todo lo que no ves; que sospechas de amantes y querellas** después hoy son flores azules, mañana serán miel.
XIV 1609
DEL PALACIO DE LA PRIMAVERA Esperando están la rosa cuantas contiene un vergel* flores, hijas de la aurora, bellas cuanto pueden ser. Ella, aunque con majestad*, no debajo de dosel*, sino sobre alfombras verdes, purpúrea** se dejó ver. Como reina de las flores guarda** la ciñe fiel, si son archas**las espinas que en torno* de ella se ven. Al aparecer la hicieron una inclinación cortés*, y con muy buen aire** todas, que mal pudieran sin él. No la hicieron reverencia, aunque todas tienen pies**,
porque su inmovilidad* su mayor disculpa fué. El vulgo* de esotras* yerbas, sirviéndoles esta vez de verdes lenguas sus hojas, la saludaron también. Quién pretende la privanza** de tan gran** señora, y quién, admirando su beldad**, no osa* descubrir su fe; que el Cupido** de las flores es la abeja, y, si lo es, sus flechas* abrevia* todas en el aguijón crüel. Ella, pues, las solicita, y las despoja* después; por señas**, que sus despojos* son dulces como la miel. Los colores de la reina vistió galán** el clavel, prÃncipe que es de la sangre, y aun aspirante a ser rey. En viéndola, dijo «¡Ay!» el jacinto, y al papel lo encomendó** de sus hojas, porque se pueda leer. Ambar** espira* el vestido del blanco jazmÃn, de aquél cuya castidad* lasciva* Venus** hipócrita* es.
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ROMA N C E S
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La fuente deja el narciso*, que no es poco para él, y ya no se mira a sÃ, admirando lo que ve. ¡Oh qué celoso* está el lilio**!, un mal cortesano*, que calza siempre borceguÃ': debe de ser portugués. Mosquetas* y clavellinas sus damas son: ¿qué más quiés**?, —¡oh tu!, que pides lugar, — que bel** mirar y oler bien? Las azucenas le sirven de dueñas** de honor, y a fe que sus diez varas de holanda* las envidian más de diez. Meninas** son las violetas; y muy bien lo pueden ser las primicias* de las flores, que antes huelen que se ven. De este real* paraÃso** verde jaula es un laurel de tres dulces** ruiseñores que cantan a dos y a tres. Guardadamas** es un triste fruncidÃsimo** ciprés, efecto al fin de su fruta, para lo que yo me sé. Bufones** son los estanques,
y en qué lo son lo diré: en lo frÃo lo primero, que se me ha de conceder; en el murmurar confino** y en el reirse también, aunque hacen poco ruido, con ser hombres** de placer; en el pedir, y no agua, que no es de agua su interés, ni piden lo que no beben, por siempre jamás, amén. Este de la primavera el verde palacio es, que cada año se erige* para poco más de un mes. Las flores a las personas ciertos ejemplos les den; que puede ser yermo* hoy el que fué jardÃn ayer.
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ROMANCES
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XV
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AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SENOR
¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo?
YacÃa* la noche cuando las doce a mis ojos dió el reloj de las estrellas, que es el más cierto reloj. YacÃa*, digo, la noche, y en el silencio mayor una voz dieron los cielos, Amor divino*, que era luz, aunque era voz, divino* Amor. ¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo? Ruiseñor** no era del alba dulce** hijo el que se oyó; viste alas, mas no viste vulto** humano el Ruiseñor**. De varios, pues, instrumentos
al coniuso acorde* son, gloria** dando a las alturas**, Amor divino*, paz a la tierra anunció, divino* Amor. ¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo? Levantéme a la armonÃa, y, cayendo al esplendor*, o todo me negó** a mÃ, o todo me negué** yo. Tiranizó* mis sentidos el soberano* cantor, el que ni ave ni hombre, Amor divino*, era mucho de los dos, divino* Amor. ¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo? Restituidas* las cosas que el éxtasis** me escondió, a blando** céfiro** hice de mis ovejas pastor. Dejélas, y en vez de nieve, pisando una y otra flor, llegué donde al heno* vÃ,
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VERSOS DE GONGORA
R O M A N C E S
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Amor divino*, peinalle** rayos** al Sol**, divino* Amor. ¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo? Humilde en llegando até al pesebre la razón, que me valió nueva luz, topo* ayer y lince* hoy. Oà balar al cordero, que bramó* un tiempo león; y vi llorar niño ahora, Amor divino'', al que ha sido siempre Dios, divino* Amor. ¿Quién oyó?, ¿quién oyó?, ¿quién ha visto lo que yo?
XVI
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pastores las dan, buscando el que, celestial* Cordero, nos abrió piadoso** el libro** que negaban** tantos sellos'. ¿Qué buscais, los ganaderos? —Uno, ¡ay!, niño, que su cuna los brazos son de la Luna, si duermen sus dos luceros**. No pastor, no abrigó fiera frágil* choza, albergue* ciego**, que no penetre el cuidado**, que no escudriñe* el deseo. La diligencia*, calzada, en vez de abarcas*, del viento, cumbres pisa coronadas de paraninfos** del cielo. ¿Qué buscais, los ganaderos? —Uno, ¡ay!, niño, que su cuna los brazos son de la Luna, si duermen sus dos luceros**. —Pediros albricias** puedo. Pastores ¿De qué, Gil? Gil No deis más paso; que dormir và al niño. Pastores Paso**, quedo**, ¡ay!, queditico, quedo.
OTRO AL NACIMIENTO Cuantos silbos', cuantas voces tus campos, Belén, oyeron, sentidas bien de sus valles, guardadas mal de sus ecos,
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VERSOS DE GONGORA
ROMANCES
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Tanto he visto celestial*, tan luminoso, tan raro**, que a pesar hallarás claro de la noche este portal. Enfrena** el paso, Pascual, deja a la puerta el denuedo*. —Pediros albricias** puedo. Pastores ¿De qué, Gil? Gil No deis más paso; que dormir và al niño. Pastores Paso", quedo**, ¡ay!, queditico, quedo. XVII
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Esta sà es comida, y tan singular**, que Dios nos convida a Dios en manjar*.
Mire, pues, cómo se sienta a mesa el hombre tan limpia, que aun los espÃritus puros criaturas son indignas*. Nupciales ** ropas el alma, blanca, digo, estola** vista, que a pesar del oro es la más blanca, la más rica. Esta sà es comida, y tan singular", que Dios nos convida a Dios en manjar*. ¡Oh tres y cuatro mil veces magnificencia* divinhl, ¡el Verbo Eterno hecho hoy grano para la humana hormiga! ¿Quién, pues, hoy no se desata** en voces agradecidas? Alternen* gracias los coros**, y responda la capilla": Esta sà es comida, y tan singular**, que Dios nos convida a Dios en manjar*.
AL SANTÃSIMO SACRAMENTO ¡Quién pudiera dar un vuelo por todo lo que el Sol mira, y solicitar las gentes a cena jamás oida!: cena grande, siempre cena a cualquier hora del dÃa, donde en poco pan se sirve mucha muerte, o mucha vida.
bÉcim AS
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sois, pues dicen más de dos que, siendo tan muda vos, quereis profesar** en dÃa que tantas lenguas** envÃa el EspÃritu de Dios.
C. - DÉCIMAS
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II
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EN LA MUERTE DE BONAMÃ**, ENANO* FLAMENCO** Yace* BonamÃ**; mejor su piedra** sabrá decillo**, pequeña aun para el anillo de su homicida* Doctor**. De Atropos** aun no el rigor* en tierra le postró ajena, que un gusano tan sin pena** se le tragó, que al enano* le sobra más del gusano que a Jonás** de la ballena. II I
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DE LA PROFESIÓN"' DE UNA MONJA QUE TENÃA MUCHOS AÑOS Esa palma es, niña bella, para vuestra profesión**, aunque más antiguas son las de vuestras manos que ella; temo, vespertina* estrella, que esa vuestra edad** de hierro la profesión** hará entierro, antes que la palma lleve en esa mano de nieve muchos dátiles** de perro. Borlas lleva diferentes, burlas digo, y desengaños, tantas como vuestros años y menos que vuestros dientes; alcuza de las iprudentes*
••••s!s.
CONTRA LOS MÉDICOS Doctor** barbado, crüel como si fuera Doctora, cien enfermos a esta hora se están muriendo por él:
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VERSOS DE GONGORA
DÉCIMAS
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si el breve** mortal papel en que venenos receta no es taco de su escopeta, póliza** es homicida*, que el banco* de la otra vida , al seteno** vista, aceta**.
IV
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que de vidrio te hemos hecho para tenerte en la mano, si el detenerte es en vano", y siempre de tà está ajena', cuando más piensa que llena, nuestra vida, a cuya voz huyes cual tiempo veloz y sordo' como en arena?
DE CAMPANA
CONTRA LOS ABOGADOS ¡Oh tú de los bachilleres**, que siempre en balde* has leido y más pleitos* has perdido que una muchacha alfileres!: médico en derechos* eres, pues no has tomado a proceso* pulso**, que en el buen suceso** hayan tu ciencia ostentado* la cera** del demandado* o las cadenas del preso. V MEDIDA DEL TIEMPO POR DIFERENTES RELOJES
RELOJ** DE ARENA
¿Qué importa porque te estés** tantas ruedas diferentes, si gastándose** en sus dientes vas más ligero después? ¿Qué importa alcanzar tus pies de plomo, en pesos, si habitas el viento y te precipitas** con la pesadumbre más, y a veces de metal das lo que callando nos quitas?
DE SOL
¿Qué importa, ¡oh tiempo tiranol, aquel calabozo estrecho
¡Con qué mano liberal**, si bien de hierro pesado, las horas que nos has dado contando vas puntual! El camino universal del desengaño más fuerte señalas; y porque acierte la vida ciega** que pasa,
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VERSOS DE GONGORA
DÉCIMAS
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en sol le muestras su casa por las sombras de la muerte.
DE AGUJA Y CUERDA
En engaste* de marfil tu retrato, ¡oh tiempo ingrato*!, me sueles dar, si retrato hay de cosa tan sutil**. Una aguja en su viril*, él claro, ella inquieta; asà es tu imagen perfeta* y la de mi vida amada: una hebra delicada a tus mudanzas** sujeta.
POR EL CANTO DE LAS AVES Y ANIMALES
quieres tiempo que te den? Pero medirte asà es bien; pues ya la experiencia enseña (o vela la vida, o sueña) que no con mayor medida se dividirá una vida tan invisible y pequeña.
DE AGUA
Si escucho la voz del gallo o al torpe animal consulto, por su agreste* canto inculto* en ninguno el tiempo hallo. Mas si, por mucho que callo, sólo señal conocida escucho de su partida**, ¿qué reloj de más concierto para gobernar la Vida?
DE CUARTOS*
¡Cuántos la industria** ha buscado ya para medirte modos!; pero en vano", ¡oh tiempo!, todos los que sutil** ha enseñado, pues mano** apenas te ha echado cuando ya tu pie no alcanza. Medida he hecho y balanza del agua misma, y no dudo que, si medirte no pudo, podrá Verte en su mudanza**.
PARA EL PECHO
Vida miserable* en quien nunca de tà estamos hartos, ¿por qué por puntos y cuartos*
Tal vez en paredes de oro te và encerrado, y allà armado también te và contra el pecho en quien te honoro**. Siempre eres, tiempo, tesoro; pero dime: ¿qué aprovecha encerrarte en caja estrecha y envolverte en oro, pues
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VERSOS DE GONGORA
huyes, tiempo, y parto** ves huyendo alcanzar tu flecha*?
POR LAS ESTRELLAS
Si quiero por las estrellas saber, tiempo, donde estás, miro que con ellas vas, pero no vuelves con ellas. ¿A dónde imprimes* tus huellas*, que con tu curso* no doy? Mas iay!, que engañado estoy, que vuelas, corres y ruedas: tú eres, tiempo, el que te quedas, y yo soy el que me voy.
CH.-TERCETOS
1609
¡Mal' haya el que en señores idolatra** y en Madrid desperdicia sus dineros, si ha de hacer al salir una mohatra"! Arroyos de mi huerta lisonjeros": (¿Lisonjeros**? Mal dije, que sois claros.) Dios me saque de aquà y me deje veros. Si correis sordos**, no quiero hablaros, mejor es que corráis murmuradores*, que llevo muchas cosas que contaros. Tenedme, aunque es otoño, ruiseñores, ya que llevar no puedo ruicriados", que entre pámpanos son lo que entre flores**. Si yo tuviera veinte mil ducados**, tiplones** convocara* de Castilla, de Portugal bajetes** mermelados**. Y a fe** que a la pajÃsima** capilla** tiorbas" de cristal vuestras corrientes prestaran dulces' en su verde orilla. Pájaros suplan, pues, faltas de gentes,
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VERSOS DE GONGORA
que en voces, si no métricas**, süaves**, consonancias* desaten** diferentes; si ya no es que de las simples** aves contiene la república** volante poetas, o burlescos sean o graves"; y cualque** madrigal** sea elegante, (librándome* el lenguaje en el concento**), el que algún culto** ruiseñor me cante, prodigio dulce** que corona el viento, en unas mismas plumas escondido el músico, In musa**, el instrumento. Mas donde ya me habÃa divertido, risueñas** aguas, ¡qué de vuestro dueño os habéis con razón siempre reÃdo! Guardad entre esas guijas lo risueño a este dómine** bobo*, que pensaba escaparse de tal por lo aguileño**, celebrando** con tinta, y aun con baba, las fiestas de la corte*, poco menos que hacérselas a Judas con octava**. Cantar** pensé en sus márgenes amenos cuantas Dianas** Manzanares** mira, a no romadizarme" sus Sirenos**. La lisonja**, con todo, y la mentira, (modernas musas" del aonio** coro), las cuerdas le rozaron a mi lira**. ¿Valió por dicha al leño mÃo canoro** (si puede ser canoro** leño mÃo), clavijas de marfil o trastes** de oro?
TERCETOS
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Sequedad le ha tratado como a rÃo; puente de plata fué que hizo alguno a mi fuga, quizá de su desvÃo*. No más, no, que aun a mà seré importuno**, y no es mi intento a nadie dar enojos*, sino apelar** al pájaro** de Juno'". Gastar quiero de hoy más plumas con ojos, y mirar" lo que escribo. El desengaño preste clavo** y pared a mis despojos**. La adulación se queden y el engaño mintiendo en el teatro, y la esperanza dando su verde un ario y otro ario; que, si en el mundo hay bienaventuranza*, a la sombra de aquel árbol me espera cuyo verdor* no conoció mudanza**. Su flor es pompa** de la primavera, su fruto, o sea lo dulce o sea lo acedo**, en oro engasta*, que al romperlo es cera. Allà el murmurio** de las aguas ledo**, ocio* sin culpa, sueño sin cuidado** me guardan**, si acá en polvos no me quedo, molido del dictamen* de un letrado**, en la tahona** de un relator**, donde siempre hallé para mà el rocÃn* cansado. ¡Dichoso el que pacÃfico* se esconde a este civil* ruido, y, litigante**, o se concierta** o por poder** responde, sólo por no ser miembro cortegiante**
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VERSOS DE GONGORA
TERCETOS
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de sierpe** prodigiosa*, que camina la cola, como el gámbaro**, delante! ¡Oh soledad de la quietud divina**, dulce' prenda**, aunque muda, ciudadana* del campo, y de sus ecos convecina! ¡Sabrosas' treguas* de la vida urbana*, paz del entendimiento, que lambica** tanto en discursos la ambición humana!: ¿quién todos sus sentidos no te aplica*? Ponme sobre la mula, y verás cuánto más que la espuela esta opinión la pica. Sea piedras la corona, si oro el manto del monarca* supremo*; que el prudente*, con tanta obligación, no aspira a tanto. Entre pastor de ovejas y de gente un polÃtico** medio le conduce del pueblo a su heredad*, de ella a su fuente. Sobre el aljófar** que en los yerbas luce*, o se reclina, o toma residencia** a cada vara' de lo que produce. Tiéndese, y con debida reverencia* responde, alta la gambas*, al que le escribe la expulsión de los moros de Valencia. Tan ceremoniosamente* vive, sin dársele un cuatrÃn** de que en la corte* le den tÃtulo** a aquel, o el otro prive**. No gasta asà papel, no paga porte de la gaceta** que escribió las bodas de doña Calamita** con el Norte.
Del estadista** y sus razones todas se burla, visitando sus frutales, mientras el ambicioso sus vaivodas'*. El margen de la fuente cristalina*, sobre el verde mantel que da a su mesa, platos le ofrece de esmeralda** fina. SÃrvele el huerto con la pera gruesa, émula** en el sabor, y no comprada, de lo más cordial* de la camuesa**. A la gula* se queden la dorada rica bajilla*, el bacanal' estruendo*. Mas basta, que la mula es ya llegada. A tus lomos, oh rucia*, me encomiendo**.
u
SONETOS
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AL SOL Raya'", dorado Sol, orna* y colora del alto monte la lozana* cumbre, sigue con agradable mansedumbre* el rojo paso de la blanca aurora; suelta las riendas a Favonio** y Flora**, y usando, al esparcir* tu nueva lumbre*, tu eneroso* oficio y real' costumbre, el mar argenta**, las campañas** dora**, para que de esta vega el campo raso borde, saliendo, Flérida de flores; mas, si no hubiere de salir acaso, ni el monte rayes'', ornes', ni colores, ni sigas de la Aurora el rojo paso, ni el mar argentes**, ni los campos dores**.
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D.-SONETOS
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A LEONORA Tras la bermeja— aurora el Sol dorado por las puertas salÃa del oriente, ella de flores, la rosada'* frente. él de encendidos rayos'* coronado. Sembraban' su contento o su cuidado**, cuál con voz dulce**, cuál con voz doliente**, las tiernas>" aves con la luz presente, en el fresco aire y en verde prado, cuando salió bastante a dar Leonora cuerpo a los vientos y a las piedras alma, cantando de su rico albergue*, y luego ni oà las aves más, ni vi la aurora; porque, al salir, o todo quedó en calma, o yo, (que es lo más cierto), sordo y ciego.
AL GUADALQUIVIR Rey de los otros, rÃo caudaloso*, que, en fama* claro**, en ondas* cristalino*, tosca guirnalda de robusto pino ciñe tu frente, tu cabello undoso**;
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VERSOS DE GONGORA
SONETOS V 1583
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pues, dejando tu nido cavernoso* de Segura** en el monte más vecino, por el suelo andaluz tu real camino** tuerces soberbio**, raudo** y espumoso, a mÃ, que de tus fértiles orillas piso, aunque ilustrernente* enamorado, tu noble* arena con humilde planta, dime si, entre las rubias pastorcillas, has visto, que en tus aguas se han mirado, beldad** cual !a de Clori o gracia tanta.
IV 1583
A MARIA Ilustre* y hermosÃsima MarÃa, mientras se dejan ver a cualquier hora de tus mejillas la rosada** aurora, Febo** en tus ojos, y en tu frente el dÃa; y mientras con gentil** descortesÃa mueve el viento la hebra** voladora que la Arabia** en sus venas** atesora* y el rico Tajo en sus arenas crÃa"; antes que, de la edad Febo** eclipsado, y el claro dÃa vuelto en noche oscura, huya la aurora del mortal** nublado; antes que lo que hoy es rubio tesoro venza a la blanca nieve su blancura, goza, goza el color, la luz, el oro**.
A CLORI ¿Cuál del Ganges**marfil, o cuál de Paro** blanco mármol, cuál ébano* luciente*, cuál ámbar** rubio o cuál oro excelente*, cuál fina plata o cuál cristal tan claro, cuál tan menudo aljófar**, cuál tan caro oriental zafir*, cuál rubÃ* ardiente**, o cuál, en la dichosa edad presente, mano tan docta** de escultor tan raro** vulto** de ellos formara, aunque hiciera ultraje* milagroso** a la hermosura su labor bella, su gentil** fatiga*, que no fuera figura al Sol de cera, delante de tus ojos su figura, ¡oh bella Clori!, oh dulce** mi enemiga?
VI
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A JUAN RUFO**, de su "AUSTRIADA„** Cantaste**, Rufo**, tan heróicamente* de aquél César** novel* la augusta** historia, que está dudosa entre los dos la gloria**, y a cual se deba dar ninguno siente".
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VERSOS DE GONGORA
SONETOS
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Y asà la Fama**, que hoy de gente en gente quiere que de los dos la igual memoria del tiempo y del olvido haya** victoria, ciñe de lauro** a cada cual la frente. Debeis con gran razón ser igualados, pues fuisteis cada cual único en su arte: él solo en armas, vos en letras solo, y al fin ambos igualmente ayudados: él de la espada del sangriento Marte**, vos de la lira' del sagrado' Apolo**. VII
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VIII
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A CÓRDOB à ¡Oh excelso* muro!, ¡oh torres coronadas** de honor**, de majestad*, de gallardÃa*!; ¡oh gran** rÃo! ¡gran** rey de AndalucÃa, de arenas nobles*, ya que no doradas!; ¡oh fértil* llano!, ¡oh sierras levantadas**, que privilegia** el Cielo y dora" el dÃa!; ¡oh siempre gloriosa** patria mÃa, tanto por plumas** cuanto por espadas**!; si entre aquellas rüinas y despojos* que enriquece Genil y Dauro** baña** tu memoria no fué alimento** mÃo, nunca merezcan mis ausentes ojos ver tus muros, tus torres y tu rÃo, tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor** de Es[pañal
A LOS AMANTES La dulce boca que a gustar convida un humor** entre perlas** destilado*, y a no envidiar aquel licor** sagrado* que a júpiter**ministra** el garzón** de Ida**, amantes, no toqueis, si quereis vida; porque entre un labio y otro colorado Amor* está de su Veneno armado, cual entre flor y flor sierpe* escondida. No os engañen las rosas, que a la aurora direis que, aljofaradas** y olorosas, se le cayeron del purpúreo** seno*: manzanas son de Tántalo**, y no rosas, que después huyen del que incitan" ahora, y sólo del Amor* queda el veneno.
(1) Léase ora.
IX
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PINTURA DE LA CORTE* Grandes** más que elefantes y que aba[das**, tÃtulos** liberales** como rocas, gentileshombres**, sólo de sus bocas, illustri** cavaglier, llaves** doradas;
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VERSOS DE GONGORA
SONETOS
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hábitos**, capas digo remendadas, damas* de haz** y envés**, viudas sin tocas**, carrozas* de ocho bestias, y aun son pocas con las que tiran y que son tiradas; catarriberas**, ánimas** en pena, con Bártulos** y Abades** la milicia, y los derechos** con espada y daga**; casas** y pechos**, todo a la malicia, lodos** con peregil y -hierbabuena: esto es la corte*. Buena pro" les haga.
perdone el tiempo; lisonjee" la Parca** la beldad9* de esta octava** maravilla**, los años de este Salomón** Segundo. XI
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CON OCASIÓN DE UNA RIADA DEL GUADALQUIVIR Cosas, Celalba mÃa, he visto extrañas'*: casarse** nubes, desbocarse* vientos, altas** torres besar** sus fundamentos, y vomitar** la tierra sus entrañas**; duras puentes romper cual tiernas cañas arroyos prodigiosos*, rios violentos* mal vadeados* de los pensamientos, y enfrenados** peor de las montañas; los dÃas de Noé, gentes subidas en los más altos pinos levantados", en las robustas* hayas* más crecidas. Pastores, perros, chozas y ganados sobre las aguas vÃ, sin forma y vidas, y nada temà más que mis cuidados'''. XII
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el1589?
DE S. LORENZO** EL REAL DEL ESCORIAL Sacros**, altos**, dorados capiteles, que a las nubes borrais** sus arreboles, Febo** os teme por más lucientes* soles, y el cielo por gigantes más crüeles. Depón** tus rayos, Júpiter**, no celes** los tuyos, Sol: de un templo son faroles, • que al mayor mártir" de los españoles erigió* el mayor Rey de los fieles. Religiosa grandeza** del monarca* cuya diestra real* al Nuevo Mundo abrevia*, y el Oriente se le humilla,
BURLANDOSE DE UN CABALLERO PREVENIDO PARA UNAS FIESTAS
Sea bien matizada** la librea**, las plumas de un color, negro el bonete**,
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VERSOS DE GONGORA
SONETOS
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la manga blanca, no muy de roquete**, y atada al brazo prenda** de Niquea; cifra** que hable, mote** que se lea, bien guarnecida** espada de jinete*, borceguÃ" nuevo, plata y tafilete**, jaez** propio**, bozal** no de Guinea"; caballo Valenzuela** bien tratado, lanza que junte el cuento** con el hierro**, y sin veleta** al AmadÃs**, que espera entrar cuidosamente** descuidado, firme en la silla*, atento en la carrera, y quiera Dios que se atraviese un perro. XIII 1600 AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SENOR Pender' de un leño, traspasado el pecho, y de espinas clavadas ambas sienes, dar tus mortales* penas en rehenes** de nuestra gloria*, bien fué heróico* hecho; pero más fué nacer en tanto estrecho*. donde, para mostrar en nuestros bienes a donde bajas y de donde vienes, no quiere un portalillo tener techo. No fué ésta más hazaña', ¡oh gran Dios [mÃo!, del tiempo, por haber la helada ofensa vencido en flaca - edad con pecho** fuerte,
(que más fué sudar sangre que haber** [frÃo), sino porque hay distancia más inmensa* de Dios a hombre, que de hombre a muerte. XIV
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ADIÓS A LA CORTE* De chinches y de mulas voy comido': las unas, culpa de una cama vieja, las otras, de un señor que me las deja veinte dÃas y más, y se ha partido**. (1) De vos, madera anciana, me despido, miembros de algún navÃo* de vendeja**, patria común de la nación bermeja**, que un mes sin deudo* de mi sangre ha sido. Venid, mulas, con cuyos pies me ha dado tal coz el que quizá tendrá mancilla** de ver que me comeis el otro lado. Adiós, Corte* envainadas en una villa, adiós, toril de los que has sido prado, que en mi rincón** me espera una morcilla.
(1) Quejase don Luis en este soneto de la burla que le hizo cierto señor, que, estando de partida para Córdoba, su patria, le pidió que se detuviese para hacer el viaje juntos, y, habiéndole esperado más de veinte dÃas, pagando las mulas de vacÃo, se partió el señor sin avisarle. (S. C.)
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VERSOS DE GONGORA
SONETOS
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XV
1612
A LA MEMORIA DE LA MUERTE Y DEL INFIERNO Urnas** plebeyas*, túmulos* reales*, penetrad sin temor, memorias mÃas, por donde ya el verdugo** de los dÃas con igual pié dió pasos desiguales. Revolved tantas señas*' de mortales, desnudos** huesos y cenizas frÃas, a pesar de las vanas*, si no pÃas**, caras preservaciones* orientales. Bajad luego al abismo, en cuyos senos* blasfeman almas, y en su prisión fuerte hierros** se escuchan siempre, y llanto eter[no*, si quereis, ¡oh memorias!, por lo menos con la muerte libraros de la muerte, y el Infierno vencer con el Infierno. XVI
1614
Su nombre, aun de mayor aliento** dino** que en los clarines* de la Fama** cabe, el campo** ilustra* de ese mármol grave': venérale, y prosigue tu camino. Yace* el Griego**. Heredó naturaleza arte*, y el arte* estudio, Iris** colores, Febo** luces, si no sombras Morfeo**. Tanta urna**, a pesar de su dureza, lágrimas beba y cuantos suda** olores corteza funeral* de árbol sabeo**.
XVII
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DE UNA DAMA QUE, QUITANDOSE UNA SORTIJA, SE PICÓ CON DO ALFILER
Prisión** del nácar era articulado de mi firmeza** un émulo** luciente*, un diamante ingeniosamente* en oro también él aprisionado**. Clori, pues, que su dedo apremiado** de metal aun precioso no consiente, ollarda* un dÃa, sobre impaciente, lo redimió* del vÃnculo** dorado. Mas, ¡ay!, que insidioso** latón** breve** en los cristales** de su bella mano, sacrÃlego*, divina** sangre bebe: púrpura** ilustró* menos indiano* marfil**, envidiosa sobre nieve, claveles deshojó la aurora en vano*.
INSCRIPCIÓN PARA EL SEPULCRO DE DOMINICO GRECO** Esta en forma elegante, ¡oh peregrino% de pórfido* luciente* dura llave**, el pincel** niega al mundo más süave**, que dió espÃritu a leño, vida a lino**.
VI
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VERSOS DE GONGORA
XVIII VANA ROSA Ayer naciste, y morirás mañana. Para tan breve* ser, ¿quien te dió vida? ¿Para vivir tan poco estás lucida*, y para no ser nada estás lozana"? Si te engañó tu hermosura vana*, bien presto* la verás desvanecida'''. porque en tu hermosura está escondida la ocasión de morir muerte temprana**. Cuando te corte la robusta mano, ley de la agricultura permitida, grosero* aliento acabará tu suerte. No salgas, que te aguarda algún tirano*; dilata** tu nacer para tu vida, que anticipas tu sér para tu muerte. XIX A LA ROSA Y SU BREVEDAD** Púrpura** ostenta*, disimula* nieve** entre malezas* peregrina** rosa, que mil afectos suspendió** frondosa, que mil donaires** ofendió por breve**. Madre de olores, a quien ámbar** debe lisonjas**, no por prendas** de la diosa**,
« caente, hidalgo, caballero de fa noble afma viajera: «g aquà pórfido se-
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guarda un tesoro preciado, no flan de pisarlo tus pies sin que Raga horrendo ef pecado fa glorÃa de un cordobés que se halla aquà sepultado.»
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SONE T OS
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mas porque a las aromas deliciosa* lo más sutil'* de sus alientos* bebe. En prevenir** al Sol tomó licencia; sintiólo él, que, desde un alto** risco, sol de las flores halla que le incita*. Miróla, en fin, ardiente** basilisco**, y, ofendido de tanta competencia, fulminando** veneno la marchita.
lb.11 O*
CANCIONES
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a los dorados luminosos fuegos de los yelmos** grabados, queden, como de fe, de vista ciegos. Tú, que con celo** pÃo** y noble* saña*, el seno* undoso** al húmedo Neptuno** de selvas** inquYetas has poblado**, y cuantos en tus reinos uno a uno empuñan lanzas contra la Bretaña**, sin perdonar al tiempo, has enviado en número de todo tan sobrado, que a tanto leño** el húmedo elemento** y a tanta vela** es poco todo el viento, fÃa** que en sangre del inglés pirata* teñirá de escarlata* su color verde y cano* el rico de ruinas Oceano; y, aunque de lejos con rigor* traidas, ilustrará* tus playas y tus puertos de banderas rompidas, de naves* destrozadas, de hombres muertos. ¡Oh ya isla católica y potente*, templo de fe, ya templo de herejÃa*, campo de Marte**, escuela** de Minerva**, digna de que las sienes que algún dÃa ornó** corona real de oro luciente* ciña guirnalda vil* de estéril* yerba; madre dichosa y obediente sierva* de Arturos**, de Eduardos** y de Enricos",
E.-CANCIONES
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DE LA ARMADA" QUE FUÉ A INGLATERRA Levanta, España, tu famosa* diestra* desde el francés Pirene** al moro Atlante', y, al ronco** son de trompas** belicosas', haz**, envuelta en durÃsimo diamante**, de tus valientes hijos feroz* muestra, debajo de tus señas** victoriosas*; tal, que las flacamente poderosas fieras* naciones contra tu fe armadas, al claro resplandor de tus espadas y a la de tus arneses** fiera* lumbre*, con mortal* pesadumbre ojos y espalda vuelvan, y, como al Sol las nieblas, se resuelvan*; o, cual la blanda cera, desatados**
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VERSOS DE GONGORA
C A N CI O NES
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ricos de fortaleza y de fe ricos, ahora condenada a infamia* eterna* por la que te gobierna con la mano ocupada del huso** en vez del cetro' y de la espadal; ¡oh Reina** torpe!, ¡Reina no, mas loba libidinosa* y fiera!, fiamma dal ciel su le tue trezze piova! (1) Tú, en tanto, mira allá los otomanos' las jonias** aguas, que el sicano** bebe, sembrar** de armados árboles** y entenas**, y, con tirano* orgullo en tiempo breve**, domando** cuellos y ligando** manos, y sus remos hiriendo** las arenas, despoblar islas y poblar** cadenas. Mas, cuando su arrogancia* y nuestro ultraje* no encienda**. en tà un católico coraje**, mira, (si con la vista tanto vuelas**), entre hinchadas* velas el soberbio** estandarte* que a los cristianos ojos, (no sin arte*), como en desprecio de la cruz sagrada*, más desenvuelve, mientras más tremola*, entre lunas** bordada del caballo** feroz la crespa* cola.
(1) Es el primer verso de un soneto del Petrarca, que en castellano dirÃa:
Fija los ojos en las blancas lunas** y advierte bien, en tanto que tú esperas gloria** naval* de las britanas** lides* no se calen**, rayendo** tus riberas, y pierdan el respeto a las columnas**, llaves" tuyas y término de Alcides"; mas, si con la importancia el tiempo mides, enarbola*, ¡oh gran** madre!, tus banderas, arma tus hijos, vara** tus galeras*', y, sobre los castillos y leones que ilustran* tus pendones**, levanta aquel León** fiero* del tribu de Judá** que honró el madero; que El hará que tus brazos** esforzados* llenen el mar de bárbaros** nadantes, que entreguen anegados* al fondo el cuerpo, al agua los turbantes'''. Canción, pues que ya aspira a trompa** militar mi tosca lira**, después me oirán, (si Febo** no me engaña), el carro** helado y la abrasada zona** cantar** de nuestra España las armas, los triunfos, la corona**.
Fuego del cielo sobre tus trenzas llueva.
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VERSOS DE GONGORA
CANCIONES
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DE CORIDON
Donde las altas ruedas" con silencio se mueven, y a gemir** no se atreven las verdes sonorosas** alamedas**, por no hacer rüido al Betis% que entre juncias va dormidor*, sobre un peñasco roto, al tronco recostado de un fresno* levantado**, que escogió entre los árboles del soto, porque su sombra es flores, su dulce fruto dulces** ruiseñores, Coridon se quejaba de la ausencia importuna**, al rayo de la luna, que al perezoso rÃo le hurtaba, mientras que él no lo siente, espejos claros de cristal luciente'. (Injusto Amor*,— decÃa —, pues permites que muera' en extraña ribera, (que por extraña tengo ya la mÃa), válganme contra ausencia esperanzas armadas** de paciencia.»
Vuelas, ¡oh tortolilla!, y al tierno** esposo dejas en soledad y quejas. Vuelves después gimiendo, recÃbete arrullando, lasciva* tú, si él blando": dichosa tú mil veces que con el pico haces dulces" guerras de amor y dulces** paces. Testigo fué a tu amante aquel vestido** tronco de algún arrullo ronco**; testigo también tuyo fué aquel tronco vestido** de algún dulce** gemido; campo** fué de batalla y tálamo' fué luego. Arbol que tanto fué perdone el fuego. Mi piedad una a una contó, aves dichosas, vuestras quejas sabrosas"; mi envidia ciento a ciento contó, dichosas aves, vuestros besos süaves**. Quien besos contó y quejas
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VERSOS DE GONGORA
CANCIONES
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las flores cuente a mayo, y al cielo las estrellas rayo a rayo. Injuria es de las gentes que de una tortolilla Amor* tenga mancilla**, y que de un tierno** amante escuche sordo** el ruego y mire el daño ciego**; al fin es dio?' alado*, y plumas no son malas para lisonjear** a un dios** con alas.
Más, Clori, que he tejido jazmines al cabello desatado, y más besos te pido que avejas tuvo el escuadrón armado; lisonjas** son iguales servir yo en flores, pagar tú en panales.
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AL INOPORTUNO" CANTO DE UNA GOLONDRINA
IV
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A CLORI De la florida falda*" que hoy de perlas bordó la alba luciente*, tejidos en guirnalda traslado estos jazmines a tu frente, que piden, con ser flores, blanco a tus sienes y a tu boca olores. Guarda de estos jazmines de avejas era un escuadrón volante, ronco** si de clarines, mas de puntas** armado de diamante; púselas en huida y cada flor me cuesta una herida.
A la pendiente* cuna vuelves, al que fiaste** nido estrecho, ¡oh huéspeda importuna**! de las retamas* frágiles* de un techo, que arboleda celosa** aun no le fÃa** de cuanta le concede luz el dÃa. ¡Oh tú, de las parleras* aves la menos dulce* y más quejosa!, ¿por qué el silencio alteras** de una paz muda**, sÃ, pero dichosa? ¿Quieres en tu ruido que presuma* que miente Voz la envidia y viste pluma? MagnÃficas* orejas ofendan en alcazares* dorados tus repetidas quejas, mientras yo en estos sauces levantados**
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VERSOS DE GONGORA
aplauso al ruiseñor le niego breve' sobre la yerba que ese cristal** bebe. ¿Cuál di, bárbara** arena de sierpes'', has dejado, engendradora*, por turbar la serena dulce** tranquilidad que en éste mora* tan grato* como pobre albergue*, donde, sellado** el labio, la virtud se esconde? AquÃ, pues, al cuidado** niego estos quicios, niego la cultura** de ese breve'* cercado, cuyo lÃquido soto* plata es pura de arroyo tan oblicuo", que no deja la fraglncia** salir, entrar la abeja.
F.-COMEDIAS
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LAS FIRMEZAS" DE ISABELA
(DEL ACTO* PRIMERO)
Tadeo, (criado).
150.
Nunca yo entrara a servir porque no entrara a aprender a escuchar para saber, y a saber para decir. No ha menester, (si es discreto*), para llamarme mi amo más campanilla o reclamo* que hablar con otro en secreto, pues partiré' como un potro a introducirme importuno**, entre la boca del uno y entre la oreja del otro. Este correr tan sin freno', siguiendo mi desvarÃo*, no es para provecho mÃo, sino para daño ajeno*;
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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pues con propiedad** no poca imito a la comadreja*, que se empreña por la oreja para parir por la boca. Y del arte* que embaraza** doblón** al que ha de gastalle**, que sale luego** a trocalle** en menudos** a la plaza, tal yo, inclinado y sujeto a lo que el Cielo le plugo*, pregonero'', y aun verdugo*, hago cuartos un secreto. Esta inclinación cruel condición es natural del criado más leal*, de la dueña más fiel*. No penseis que hablo de vicio, que será el dÃa final un criado de metal la trompeta del juicio.
Pablo, (mercader* de Toledo).
Dos años ha que partÃ** de este antiguo cerro noble*, de este monte de edificios, cuyos árboles son torres; a quien envidioso el Tajo grillos* ya de oro le pone,
porque grillos* de cristal fueran flacos" para un monte. PartÃme** para la feria, que se celebraba a donde los dos rÃos, los dos reyes de la AndalucÃa, corren a besar** el pié a una Palma**, porque ella siempre corone* las siempre gloriosas** sienes del que es palma** de los Condes**. Despaché* cuanto era mÃo, y empleé mi caudal pobre en la riqueza mayor que Palma** tenÃa entonces: en aqueste* caudaloso** granadino gentilhombre ** , que no sólo hoy en mi casa, pero en mi alma se esconde. Disolviéronse** los tratos, y Marcelo y yo, conformes, con ánimo igual fundimos" caudales* y corazones. Partimos** juntos a ver aquella Fénix*' del orbe, que, debajo de sus alas, tantos hoy leños** recoge; gran Babilonia** de España, mapa de todas naciones, donde el flamenco** a su Gante**
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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y el inglés halla a su Londres; escala** del Nuevo Mundo, cuyos ricos escalones, enladrillados de plata, son navÃos' de alto borde**. Con sus grandezas**, Sevilla diez dÃas nos tuvo o doce, y dejámosla al fin de ellw, pagada en admiraciones. Salimos para Granada cuando el mancebo** bicorne**, de pámpanos coronado*, néctar** pisaba** a los dioses**. De los granates* más finos engastados* los mejores hallamos en las aldeas, entre bárbaros** capotes. Alfombras tejÃa el otoño de las hojas de los robres**, que pisase la hermosura ciudadana* de los bosques: la hermosura de Granada, cuyo pié da al campo flores, cristal" su mano al Genil, y al cielo sus ojos soles. Celebraban las vendimias con más gala* y más primores que sufren' las alquerÃas'', y que se halla en la corte*.
De un pueblo vagando' en otro, ya damas*, ya labradores con sus bailes revocaban** a las imaginaciones las gracias** que, acompañando la madre** de los amores, coros tejÃa en las selvas* con los sátiros** disformes**. Llegamos a la ciudad, silla** ya de Reyes, donde la beldad** vistió almalafas** y la valentÃa albornoces"; de cuya corona** vi los rayos, que hoy se conoce mostrar aún en sus rüinas sus antiguos esplendores*. Las fuerzas** vi de la Alhambra**, invencibles* a los golpes del tiempo, si bien los años basiliscos' son de bronce. Bien hospedado*, y alegre, no perdonaba** estaciones" de admiración y de gusto, ya en caballos y ya en coches: cuando el cielo desnudó* contra mi pecho un estoque, un dolor a este costado, vaina ya de otros dolores. Peligroso* estuve, y tanto,
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COMEDIAS
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que, al seteno**, los Doctores" mi alma y mi testamento mandaron poner en orden**. Más perlas** le debo a Cintia que el Sur** a sus caracoles, y que los blancos jazmines a sus primeros albores*; Cintia, mi enfermera bella, dulce** hermana de este joven, cuyas manos a la muerte los privilegios* le rompen. Emilio, su padre, ocupa de sus más devotos monjes* los templos con sacrificios*, las celdas* con oraciones. Remitió** al onceno el mal las cuerdas de su garrote*, porque el cielo permitió que la apelación** me otorgué' aquel Alcalde** de hueso que no hay año que no cobre el tercio de todos santos* y de todos pecadores; cuyas insignias* reales son una vara** de Corte**, tan de corte, que es guadaña*, sin topar** a quien perdone. Convalecà en pocos dÃas, y aun granjeé** fuerzas dobles,
porque registró** mi mesa cuanto vuela, y cuanto corre. Si de paces las Canarias tributaban sus pipotes, de guerra tocaban cajas** las islas de los Azores**. Deseando, pues, volverme al Tajo, mi patrio norte**, pedà licencia, y partÃ** de salud rico, y de dones*.
Tadeo.
722.
No pisó un tiempo las Gradas**, ni ahora pisa la Lonja**, mercader* de más caudal*, ciudadano* de más honra que Galeazo en Sevilla, padre de Lelio, que ahora con máscara* de Camilo su propio nombre arreboza**. Muchos años ha que tiene correspondencias** muy hondas* con Octavio, aquà en Toledo, persona bien caudalosa**; envidiada en el lugar, no por sus riquezas solas, sino por las de sus dichas,
13
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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si lo son hijas hermosas. Tiene la hija más bella que se conoce en Europa, Isabela, cuyo nombre es beldad** del Tajo y gloria**. Deseando, pues, los viejos, como prudentes* personas, el trato hacerle deudo* y vincular** sus memorias**, por cartas se convinieron**, porque entre esta gente toda no sólo efecto las firmas, mas las palabras son obras. Lelio, pues, el desposado*, que entre rayos y entre olas, si no se quema las plumas, a fe** que no se las moja, viendo que es el matrimonio la más estrecha mazmorra* que tiene Arger, y que llaman a las mujeres esposas**, pidió licencia a su padre, y su padre se la otorga'', para ver antes de España las ciudades más remotas*. Salimos juntos los dos a sombra** de esta tizona**, que es, del libro de la muerte, la más bien escrita hoja.
781.
Vino derecho a Toledo, donde, apeado*, se informa de las riquezas del viejo, de las partes** de la moza; y, cuando más pensé ver los muros de Zaragoza, veo a Lelio hecho Camilo, sirviendo en su casa propia, cajero* del suegro hecho y espÃa* de la señora, tan legal* como debÃa, tan doble** como le importa; donde, a pocos dÃas entrado, Isabela se enamora, no sé de cuál diga más, de su talle**, o sus lisonjas**.
(DEL ACTO SEGUNDO)
Isabela.
Dichosa pastorcilla, que, del Tajo en la orilla, por ellas más que por su arena rico, viste, sincera* y pura, blancura de blancura, nieve** el pecho, y armiños** el pellico**, y al viento suelta el oro** encordonado** cuando vestirse quiere de brocado**. A sombras de un aliso*,
1040
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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que al ruiseñor ya quiso servir de jaula de sus dulces** quejas, después que han argentado** de plata el verde prado, reduce** a sus rediles sus ovejas; do*''' las ordeña, compitiendo en vano* la blanca leche con la blanca mano. Sus pies la primavera calzados, la ribera de perlas siembra, el monte de esmeraldas*. SÃguenla los pastores coronados* de flores, porque a sus pies les deben sus guirnaldas; y, siervos** coronados*, pagan** ellos sus libres pasos a sus ojos bellos. Pastorcilla dichosa, si ya la hizo esposa dulce** propia elección, no fuerza** ajena, al de plumas lozano** avestruz* africano, que vuela rey en su desnuda** arena, menosprecia* la tórtola, y, en suma, más arrullos* escoge, y menos pluma. Yo, pobre de ventura*, de caduca** hermosura rica, si bien nacida y bien dotada*, plumaje** diferente de pretendido ausente, o pretensor** vecino, tendré en nada,
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si a los arrullos* de Camilo un robre** tálamo** ofrece alegre y lecho pobre.
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Tadeo. ¿Yo poeta? ¿Yo sutil** de puro** vano*, y tras eso, de cristiano en carne y hueso, hecho espÃritu gentil**? ¿Yo siempre comiendo uña**, no de vaca, sino mÃa, desuñándome** a porfÃa*. para ser mayor garduña**, para hurtar* muy contento, (¿quien vió ladronicio** igual?) cuando no a un vivo un real**, a un difunto un pensamiento? ¿Yo poeta de tu fe? Laureta, (criada de Isabela). ¿Yo laurel** de tu poesÃa*? Tadeo. Aun respecto** no serÃa. Laureta. Aun saüco** no seré. Tadeo. ¿Tan desesperado* estoy? Laureta. ¿Y yo tan menospreciada*? Tadeo. Yo, al fin, soy paje** de espada. Laureta. Yo sin fin doncella* soy.
COMEDIAS 182 VERSOS DE GONGORA
(DEL ACTO TERCERO)
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Galeazo, (viejo, mercadel* de Sevilla).
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segundo PotosÃ**, imperial* corona**, sacro* obelisco** de grandeza** extraña**, Toledo es, claro** honor** de nuestra zona.
Galeazo.
Demos en esta cumbre un solo instante paz a la vista y treguas* al trabajo. Emilio, (viejo, mercadel* de Granada). Esa montaña, que precipitante** ha tantos siglos que se viene abajo, ese monte murado**, ese turbante** de labor* africana, a quien el Tajo su blanca toca** es, listada de oro, ciñó las sienes de uno y otro moro. Esa con majestad* y señorÃo** corona imperial que, al cielo grata*, en las perlas** comienza de este rÃo y en la cruz de aquel templo se remata; ese cerro gentil**, al voto** mÃo segunda PotosÃ** fuera de plata, si la plata no fuera fugitiva*, o alguna vena** desatara** arriba. Ese obelisco** de edificios claro**, que, con tanto esplendor*, con gloria**tanta, menospreciando mármoles de Paro**, sobre aquellos cristales** se levanta, urna** es sagrada* de artificio* raro** de una y otra ya ceniza** santa, prendas** de aquellos, si no son abonos**, que fueron hijos y ya son patronos**. Esa, pues, o turbante** sea o montaña,
Salve**, ¡oh ciudad metrópoli** de España!, émula** de los años, y perdona a mi pié enfermo, y a mi edad cobarde, que tarde te pisó, y te admira tarde. Salve**, ¡oh gran** Capitolio** un tiem[po**!, ahora sombra** de aquella luz**, pero no vana*, que en carros** recibiste, triunfadora, goda** virtud, y gloria** castellana; ¿cuándo rayos de tanta luna** mora, y plumas de tanta águila** romana* con escobas barrieron de oro y seda? ¡Cuánto te falta ya, cuánto te queda! Emilio. Aquella milagrosa** aguja**, aquella que de sus fundamentos se desvÃa, no bárbara** pirámide, mas bella lisonja** de los aires y alegrÃa, de la espiritüal milicia en ella penden* las trompas**, pende la armonÃa; que el canoro** metal de una campana clarÃn* es dulce** de la paz cristiana. ¿Ves junto a ella aquel Argos** sagrado*, de tantos ojos como son viriles**
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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vestido**, si no digo coronado*, que al Sol niegan** los átomos** sutiles**? El templo santo es, que, venerado*, la ventaja les hace a los gentiles", en la materia y en el artificio* que hacen la deidad** y el sacrificio*. Oro el cayado**, púrpura** el vestido, insignias* son de su pastor**, y en ellas, digo en las señas** rojas, su apellido** nos dice, cuando no en las cinco estrellas, si, al que hoy de mitra el Tajo ve ceñido, mira el TÃbet" de tres coronas** bellas, a GermanÃa** hiciera, y a TurquÃa sus cinco estrellas ver al medio dÃa.
t--
Galeazo. ¿Qué edificio es aquel que admira al cielo? Emilio. Alcázar* es real* el que señalas. Galeazo. ¿Y aquel quién es que, con osado** vuelo, a la casa del Rey le pone escalas*? Emilio. El Tajo, que, hecho Icaro**, a Juanelo**, Dédalo** cremonés**, le pidió alas, y, temiendo después al Sol el Tajo, tiende** sus alas por allà debajo.
Galeazo. Entre estas cumbres ásperas**, ¿qué es esto, que por antiguo con razón alabo? Emilio. Es San** Cervantes, que su capa** ha puesto al tiempo fiero*, como a toro bravo. Queriendo, pues, de la ciudad el resto salvar, sus muros sacrifica*. Galeazo. Al cabo guardará a su piedad** poco decoro**, que no hay ciervo valiente para un toro. Emilio. Ya de las sombras hace el velo negro a los objetos y a la vista agravio*. Galeazo. Bajemos a buscar a mi consuegro. Emilio. 2 )9 Bajemos a buscar mi amigo Fabio. Isabela.
2i ;1;6
Ponme en la Libia** importuna**, donde, de serpientes llena, si el Sol abrasa la arena, la arena abrasa la Luna. Ponme en la región helada, donde una nieve a otra espera,
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12 s ;!17
tarde pisada de fiera, y nunca de hombre pisada. Ponme donde brama* el mar, y donde a sus ondas* locas firmes esperan las rocas, por no poderse mudar. Ponme un trono en el jardÃn de Chipre**, con tal decoro**, que tengan coronas de oro envidia de mi chapÃn**. Que, al fin, en cualquier lugar que pise la planta mÃa, tierra ardiente**, región frÃa, escollos* que azota** el mar, pedazos de paraiso**, con majestad'', y con trono, a cuya alteza** perdono, si con tus pies no la piso; con fe igual, con igual celo** a mi firmeza** me obligo, o el cielo me sea enemigo o favorézcame el cielo; que firmaré, en dulce** estilo**, con la sangre de mis venas, que con Camilo no hay penas, y no hay gloria** sin Camilo.
Il
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EL DOCTOR'" CARLINO
(DEL ACTO-, PRIMERO)
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Doctor. Profunda** ciencia de valor divino*, de Apolo** nieta y de Esculapio** hija, cuyas insignias* son una sortija**, precioso engaste*, de un guijarro* fino: con tu licencia ya el Doctor** Carlino de tu amarilla borla** se cobija*, falsamente arrollando en su valija* el mal iluminado** pergamino**: despojos* de un hermano, que en Valencia murió en tus facultades** gradüado**, y sin necesidad los hizo herencia. Si pequé en ello, muera el que ha pecado, mas oye antes quien soy, divina* ciencia, porque muera a lo menos confesado.
Un pobre aragonés soy, nacido en Calatayud** de humildes** padres, mas limpios', como el rayo de la luz. FuÃme a Valencia muchacho, a donde en mi juventud fuà demonio** por Valencia, encarnado, y aun azul.
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COMEDIAS
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Aprendà allà lo que basta para engañar al común* con dos o tres aforismos** del médico** de Corfú. Murió mi hermano, y dejóme sus cartas** en un baul, con que pienso marear** todo el Norte y todo el Sur. En sus grados**, y en su nombre, me investÃ* con prontitud, y llegué a esta ciudad, donde soy un galeno** andaluz. Sangro al tiento y purgo* al vuelo, sin tener método algún, como pescador de caña o tirador de arcabuz**: y tengo, gracias a Dios, tanta dicha en dar salud, que mis primeras visitas son vÃsperas del capuz**. Con los de mi facultad** soy un mico* de Tolú**, que en monerÃas** granjeo** amistad y gratitud. Portuno** soy en el mar, que, haciendo a todos el buz**, buen viaje digo a todos, aunque encuentre con Dragut**. ¿Yo sustentar** opiniones
contra el doctor** Dingandux**, que no sustento* una mula por no dalle** medio almud**? ¿Yo conferencias en juntas*, que el horno son del Padul**, poca poyo** y muchas voces, sombrerazo y mientes tú? Abrenuncio**, Satanás; a otra puerta, Belcebú", que mi negocio es solapo**, lisonja** y solicitud**. Curo las damas* del pueblo, y trato** la jumentud** de los galanes*, y a todos soy médico de orozuz** dulce**, pero chupativo**, que, pregonando * * virtud, la voz tengo de Jacob y las manos de Esaú. Confieso de cuando en cuando en el nombre de Jesús, con que más celoso* fÃa** 164 su encina** de mi segur**. III COMEDIA* VENATORIA**
(TROZOS)
Cupido**.
Aunque en humildes** paños escondido
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VERSOS DE GONGORA
COMEDIAS
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y disfrazado* en hábito* villano*, si el mismo que desnudo soy vestido, aquel dios** soy del coro soberano* que dorada flecha* y llama ardiente ha quitado mil veces de la mano el duro** rayo al Dios** Omnipotente, al fiero* Marte** la sangrienta espada y al gran Neptuno** el húmedo tridente**, y hecho con mi diestra* no domada en medio el suyo conocer mi fuego al negro dios** de la infernal morada. ¿Qué, me extrañais"? Alado* soy y ciego; aunque sin venda y alas, me ha traido de un noble* cazador el justo ruego: la humilde voz, el mÃsero** gemido de un noble* cazador, amador noble*, siempre olvidado, nunca arrepentido; cuya grave** pasión* y pena doble ha vencido el desdén* y la dureza** del laurel casto* y del robusto* roble, y de ellos cada cual por su corteza lágrimas muchas veces ha sudado** de amor el lauro**, el roble de terneza**. Por él y lo que es más acá he bajado, porque sienta su ingrata'' cazadora la dulce** flecha* del arpón** dorado, y siga yo, tan libre como agora**, la aljaba** al hombro, con ligero paso, del venado la planta voladora**.
Mas con semblante de piedad** no escaso escuché al que le informa en voz doliente** del amor suyo el lacrimoso** caso. Pues no es razón que sola ella se cuente, con rostro siempre enjuto, las pasiones* de la amorosa miserable** gente, siendo yo aquel que enclavo* corazones desde do" nace el Sol a donde muere, y desde MediodÃa a los Tritones"; asà pues, cuando aqueste* brazo quiere aqueste* arco** es quien lanza esta saeta** y ésta punta dorada es quien los hiere. Para dejarla a su pesar sujeta, quiero esconder este arco** y esta aljaba** de este bosque en la parte más secreta**. Que por la misma mano del que odiaba (como vereis) ha de quedar hoy hecha mansa y humilde*, de soberbia* y brava*. Quédese" el arco**, quédese** la flecha*, en tanto que yo sigo disfrazado* de este espeso jaral* la senda estrecha; porque, entre les monteros** que han Ile[gado del PrÃncipe de Tebas** este dÃa a perseguir el puerco y el venado, quiero de esa robusta' monterÃa* algún rato gozar, desconocido, y de su generosa** cetrerÃa**; y al fin dar a entender que soy Cupido**, 59 aunque en humildes** partos escondido.
VII
192
VERSOS DE GONGORA
Camila
122
Yo me espanto ¡cómo con tal herida corrió tanto!
Cintia
Tan ligero** el corzo* es, que no da menos enojos* el seguillo** con los ojos que alcanzallo** con los pies; y asà por mi cuenta hallo que, si consientes decillo**, hizo más que tú en berilio** la saeta"' en alcanzallo**. Mas quede el brazo contento, Camila, pues que de hoy** más, aunque imposible, podrás decir que has herido al viento. Y quede la mano ufana*, pues que lo hirió de manera que más herido no fuera de la mano de Diana**; pues de tal suerte corrÃa, que, mientras se desangraba, rastro hacer no dejaba de la sangre que vertÃa*, porque, como viste y vÃ, siguiéndole su derrota**, aquà dejaba una gota y otra una legua de allÃ.
ter*
espejo de zafiro fué luciente
fa playa azul de la persona mÃa.»
COMEDIAS
193
Camila
Bien corrió el ciervo; mas baste, Cintia, Tara encarecer* lo que le vimos correr, decir que no le alcanzaste tú, que, en correr y saltar, tienes ligereza** tanta, que, sin mojarte la planta, puedes correr sobre el mar; y, aunque agora** te fatigas, correr y echar mil traveses" sobre levantadas** mieses sin inclinar sus espigas. Y asÃ, pues que te cansó muy mucho con el corcillo*, mucho hice yo en herillo**, mucho la flecha* voló**.
163
IDO
9,0
14
FÃBULA DE POLIFEMO Y GALATEA 195
G. - FÃBULA DE POLIFEMO** Y GALATEA
' *
De este, pues, formidable* de la tierra bostezo, el melancólico* vacÃo a Polifemo**, horror de aquella sierra, bárbara** choza es, albergue* umbrÃo*, y redil espacioso*, donde encierra cuanto las cumbres ásperas** cabrÃo'" de los montes esconde: copia** bella 48 que un silbo* junta y un peñasco sella**. II PINTURA DE POLIFEMO
(TROZOS)
EL ALBERGUE* DE POLIFEMO
49
Donde espumoso* el mar** siciliano* el pie** argenta** de plata el Lilibeo**, bóveda o de las fraguas de Vulcano**, o tumba de los huesos de Tifeo**, pálidas señas** cenizoso* un llano, cuando no del sacrÃlego deseo**, del duro** oficio** da. Allà una alta** roca mordaza es a una gruta de su boca. Guarnición** tosca de este escollo duro troncos robustos** son, a cuya greña* menos luz debe, menos aire puro la caverna* profunda que a la peña; caliginoso* lecho el seno* oscuro ser de la negra noche nos lo enseña infame* turba* de nocturnas aves, gimiendo** tristes y volando graves**.
Un monte era de miembros eminente** éste, que, de Neptuno** hijo fiero*, de un ojo ilustra* el orbe' de su frente, émulo** casi del mayor lucero; cÃclope** a quien el pino más valiente** bastón** le obedecÃa tan ligero**, y, al grave** peso junco tan delgado, que un dÃa era bastón y otro cayado. Negro el cabello, imitador undoso** de las oscuras ondas* del Leteo**, al viento, que le peina proceloso*, vuela sin orden, pende* sin aseo; un torrente es su barba impetüoso*, que, adusto* hijo de este Pirineo, su pecho inunda, o tarde o mal o en vano*, surcado aún** de los dedos de su mano. No la Trinacria** en sus montañas fiera**
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VERSOS DE GONGORA
FÃBULA DE POLIFEMO Y GALATEA 197
armó** de crüeldad, calzó de viento, que redima* feroz*, salve ligera**, su piel manchada de colores ciento: pellico" es ya la que en los bosques era mortal* horror, al que con paso lento los bueyes a su albergue* reducÃa**, pisando la dudosa* luz del dÃa. Cercado* es, cuanto más capaz más lleno, de la fruta el zurrón casi abortada*, que el tardo** otoño deja al blando seno* de la piadosa' hierba encomendada": la serba**, a quien le da rugas*• el heno*; la pera, de quien fue cuna dorada la rubia paja, y, pálida tutora*, la niega" avara* y, pródiga* la dora. Erizo** es el zurrón de la castaña; y entre el membrillo, o verde o datilado**, de la manzana hipócrita*, que engaña a lo pálido no, a lo arrebolado*; y de la encina, honor** de la montaña que pabellón** al siglo** fué dorado, el tributo*, alimento, aunque grosero*, del mejor mundo, del candoi* primero. Cera y cáñamo** unió, que no debiera, cien cañas, cuyo bárbaro' rüido, de más ecos* que unió cáñamo** y cera albogues**, duramente** es repetido. La selva se confunde**, el mar se altera**, rompe Tritón** su caracol torcido,
sordo** huye el bajel** a vela**y remo: 8 tal la música es de Polifemo.
PINTURA DE GALATEA
97
116
Ninfa**, de Doris** hija la más bella, adora**, que vió el reino** de la espuma. Galatea" es su nombre, y dulce** en ella el terno* Venus** de sus gracias** suma. Son una y otra luminosa estrella** lucientes* ojos de su blanca pluma": si roca de cristal no es de Neptuno**, pavón** de Venus** es, cisne* de Juno**. Purpúreas** rosas sobre Galatea** la alba entre Hilos** cándidos** deshoja: duda el Amor* cual más su color sea, o purpura** nevada** o nieve roja. De su frente la perla**es eritrea** émula" vana. El ciego dios** se enoja, y', condenando su esplendor*, la deja prender en oro al nácar de su oreja. Envidia de las ninfas** y cuidado** de cuantas honra* el mar deidades' era; pompa** del marinero niño** alado que sin fanal** conduce su venera".
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VERSOS DE GONGORA
FÃBULA DE POLIFEMO Y GALATEA 199
IV EL REINO DE GALATEA
137
Sicilia en cuanto oculta, en cuanto ofrece copa es de Baco**, huerto de Pomona**: tanto de frutas ésta la enriquece cuanto aquél de racimos la corona*. En carro, que estival* trillo parece, a sus campañas** Ceres** no perdona*, de cuyas siempre fértiles* espigas las provincias de Europa son hormigas. A Pales** su viciosa** cumbre debe lo que a Ceres**, y aún más, su vega llana; pues si en la una granos de oro llueve**, copos nieva en la otra mil de lana. De cuantos siegan oro**, esquilan nieve**, o en pipas guardan la exprimida grana**, bien sea religión, bien amor sea, deidad**, aunque sin templo, es Galatea. Sin aras* no: que el margen donde para del espumoso mar su pié ligero, al labrador de sus primicias* ara*, de sus esquilmos* es al ganadero; de la copia** a la tierra poco avara* el cuerno** vierte* el hortelano entero sobre la mimbre** que tejió prolija**, si artificiosa* no, su honesta hija. Arde** la juventud, y los arados peinan** las tierras que surcaron antes,
184
mal conducidos, cuando no arrastrados, de tardos** bueyes cual su dueño errantes"; sin pastor que los silbe*, los ganados los crujidos ignoran resonantes de las hondas, si en vez del pastor pobre el céfiro** no silba* o cruje el robre*'. Mudo la noche el can'', el dÃa dormido, de cerro en cerro y sombra en sombra yace*. Bala el ganado; al mÃsero** balido, nocturno el lobo de las sombras nace*': cébase*, y fiero* deja humedecido en sangre de una lo que la otra pace*. ¡Revoca**, Amor*, los silbos*, o a su dueño el silencio del can* siga y el sueño! La fugitiva* ninfa** en tanto, donde hurta* un laurel su tronco al Sol ardiente, tantos jazmines cuanta hierba esconde la nieve** de sus miembros da a una fuente. Dulce** se queja, dulce** le responde un ruiseñor a otro, y dulcemente** al sueño de sus ojos la armonÃa*, por no abrasar con tres soles al dÃa.
V REQUIEBROS DE POLIFEMO
:)51. ¡Oh bella Galatea, más süave** que los claveles que tronchó la aurora; blanca más que las plumas de aquel ave
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VERSOS DE GONGORA
FÃBULA DE POLIFEMO Y GALATEA 201.
que dulce** muere y en las aguas mora*; igual en pompa** al pájaro que, grave**, su manto azul de tantos ojos** dora" cuantas el celestial zafiro** estrellasl; ¡oh tú, que en dos incluyes* las más bellas!, deja las ondas*, deja el rubio coro de las hijas de Tetis**, y el mar vea, cuando niega** la luz un carro** de oro, que en dos la restituye* Galatea; pisa la arena, que en arena adoro** cuantas el blanco pie conchas platea, cuyo bello contacto puede hacerlas, sin concebir rocÃo, parir perlas. Sorda hija del mar, cuyas orejas a mis gemidos son rocas al viento; o dormida te hurten a mis quejas purpúreos** troncos de corales ciento, o, al disonante* número de almejas —marino, si agradable no, instrumento — coros* tejiendo** estés, escucha un dÃa mi voz, por dulce**, cuando no per mÃa. Pastor soy; mas, tan rico de ganados, que los valles impido** más vacÃos, los cerros desparezco** levantados**, y los caudales seco de los rÃos: no los que, de sus ubres* desatados** o derivados* de los ojos mÃos, leche corren y lágrimas; que iguales en número a 111 I S bienes son mis males.
Sudando néctar**, lambicando** olores, senos* que ignora aun la golosa cabra corchos me guardan, más que abejas flores liba* inquYeta, ingerviosa* labra; troncos me ofrecen árboles mayores, cuyos enjambres, — o el abril los abra, o los desate** el mayo,— ámbar** destilan* y en ruecas** de oro rayos del Sol hilan. Del Júpiter** soy hijo de las ondas*, aunque pastor; si tu desdén* no espera a que el monarca* de esas grutas hondas en trono de cristal** te abrace nuera, Polifemo te llama, no te escondas; que tanto esposo admira la ribera, cual otro no vió Febo** más robusto del perezoso Volga** al Indo** adusto*. Sentado, a la alta palma no perdona su dulce fruto mi robusta mano; en pie, sombra capaz es mi persona de innumerables cabras en Verano. ¿Qué mucho, si de nubes se corona* por igualarme la montaña en vano*, y, en los cielos, desde esta roca, puedo escribir mis desdichas con el dedo? MarÃtimo alción** roca eminente** sobre sus huevos coronaba', el dÃa que espejo de zafiro* fué luciente* la playa azul de la persona mÃa; miréme, y lucir* và un sol en mi frente,
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VERSOS DE GONGORA
FÃBULA DE FOLIFEMO Y GALETEA 203
cuando en el cielo un ojo se veÃa: neutra* el agua, dudaba a cual fe preste, o al cielo humano o al cÃclope** celeste*. Registra** en otras puertas el venado sus años, su cabeza colmilluda** la fiera, cuyo cerro** levantado** de helvecias** picas es muralla aguda*; la humana suya el caminante errado** dió ya a mi cueva, de piedad** desnuda", albergue* hoy por tu causa al peregrino*, do** halló reparo**, si perdió camino. En tablas dividida* rica nave, besó** la playa miserablemente**, de cuantas vomitó**riquezas grave** por las bocas del Nilo el Oriente. Yugo** aquel dÃa, y yugo** bien süave**, del fiero* mar a la sañuda*frente**, imponiéndole estaba, si no al viento, dulcÃsimas** coyundas** mi instrumento, cuando, entre globos** de agua, entregar [Veo a las arenas ligurina*' haya** en cajas los aromas del sabeo*, en cofres las riquezas de Cambaya**: delicias de aquel mundo, ya trofeo** de Scila** que, ostentado* en nuestra playa, lastimoso* despojo** fué dos dÃas a las que esta montaña engendra* arpÃas**. Segunda tabla a un genovés* mi gruta
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de su persona fué, de su hacienda*: la una reparada**, la otra enjuta. Relación del naufragio hizo horrenda*. Luciente* paga de la mejor fruta que en hierbas se recline, en hilos penda*, colmillo fué del animal que el Ganges** sufrir** muros le vió, romper** falanges"; arco digo gentil**, bruñida aljaba**, obras ambas de artÃfice prolijo**, y de mataco** rey o deidad** java" alto** don*, según ya mi huésped dijo. De aquél la mano, de ésta el hombro agrava**. Convencida la madre, imita al hijo: serás a un tiempo, en estos horizontes, 464 Venus*" del mar, Cupido** de los montes.
SOLEDADES
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H. - SOLEDADES
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Trozos de la SOLEDAD PRIMERA
Del siempre en la montaña opuesto pino al enemigo Noto**, piadoso** miembro roto —breve** tabla—delfÃn** no fué pequeño al inconsiderado** peregrino* que a una Libia** de ondas* su camino** fió**, y su vida a un leño**. Del Océano, pues, antes sorbido, y luego vomitado**, no lejos de un escollo coronado* de secos juncos, de calientes plumas, —alga* todo y espumas— halló hospitalidad* donde halló nido de Júpiter** el ave**. Besa** la arena, y de la rota nave aquella parte poca que le expuso* en la playa dió a la roca: que aun se dejan las peñas lisonjear** de agradecidas señas**. Desnudo el joven, cuanto ya el vestido Océano ha bebido restituir* le hace a las arenas; y al Sol lo extiende luego, que, lamiéndolo apenas, su dulce** lengua de templado fuego lento lo embiste*, y con süave** estilo** la menor onda* chupa al menor hilo.
EL NAUFRAGO PEREGRINO Era del año la estación florida en que el mentido** robador de Europa** —media** luna las armas de su frente, y el Sol todos los rayos de su pelo—, luciente* honor** del cielo, en campos** de zafiro pace** estrellas; cuando el que ministrar** podÃa la copa a Júpiter** mejor que el garzón** de Ida, —náufrago* y desdeñado*, sobre ausente— lagrimosas** de amor dulces** querellas** da al mar; que, condolido*, fué a las ondas*, fué al Viento el mÃsero** gemido segundo de Arión** dulce** instrumento.
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VERSOS DE GONGORA
SOLED A DES
'207
No bien, pues, de sus luz los horizontes —que hacÃan desigual, confusamente* montes de agua y piélagos' de montes— desdorados** los siente, cuando—entregado** el mÃsero** extranjero en lo que ya del mar redimió* fiero*— entre espinas crepúsculos pisando, riscos que aun igualara mal volando, veloz, intrépida* ala, — menos cansado que confuso"—escala*. Vencida** al fin la cumbre — del mar siempre sonante, de la muda campaña** árbitro* igual e inexpugnable* muro—, con pié ya más seguro* declina** al vacilante breve** esplendor* de mal distinta** lumbre: farol de una cabaña que sobre el ferro' está, en aquel incierto-* golfo de sombras anunciando el puerto. «Rayos,—les dice—ya que no de Leda" trémulos* hijos", sed de mi fortuna* término luminoso». Y—recelando* de envidYosa bárbara** arboleda interposición, cuando de vientos no conjuración" alguna cual, haciendo el villano* la fragosa** montaña fácil llano,
atento sigue aquella —aun a pesar de las tinieblas bella, aun a pesar de las estrellas clara— piedra**, indigna tiara** —si tradición* apócrifa* no miente— de animal** tenebroso, cuya frente carro es brillante de nocturno* dÃa: tal, diligente*, el paso el joven apresura, midiendo la espesura, con igual pie que el raso, fijo—a despecho** de la niebla frÃa— en el carbunclo**, norte** de su aguja**, o el austro** brame* o la arboleda cruja. El can* ya, vigilante, convoca*, despidiendo** al caminante; y la que desviada* luz poca pareció, tanta es vecina, que yace* en ella la robusta encina, mariposa** en cenizas desatada**. Llegó, pues, el mancebo*, y, saludado, sin ambición, sin pompa** de palabras, de los conducidores fué de cabras, que a Vulcano** tenÃan coronado*.
9:3
VI II
208 VERSOS DE GONGORA
II
EL ALBERGUE* BIENAVENTURADO*
94 ¡ Oh bienaventurado* albergue* a cualquier hora, templo de Pales**, alquerÃa** de Flora!**, no moderno artificio* borró designios**, bosquejó* modelos, al cóncavo* ajustando de los cielos el sublime edificio; retamas* sobre robre** tu fábrica** son pobre, do** guarda, en vez de acero**, la inocencia al cabrero más que el silbo* al ganado. Oh bienaventurado* albergue* a cualquier hora!
No en tà la ambición mora* hidrópica* de viento**, ni la que su alimento el áspid** es gitano; no la que, en vulto** comenzando humano, acaba en mortal** fiera, esfinge** bachillera**, que hace hoy a Narciso** ecos solicitar, desdeñar* fuentes; ni la que en salvas** gasta impertinentes*
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SOLED A DES
209
la pólvora del tiempo más preciso: ceremonia profana* que la sinceridad* burla villana* sobre el corvo* cayado. ¡ Oh bienaventurado* albergue* a cualquier hora! Tus umbrales ignora la adulación, sirena** de reales* palacios, cuya arena besó** ya tanto leño": trofeos** dulces** de un canoro** sueño. No a la soberbia está aquà la mentira dorándole** los pies, en cuanto gira la esfera** de sus plumas, ni de los rayos baja a las espumas favor** de cera alado* ¡ Oh bienaventurado* albergue a cualquier hora! 1 ',15
CONCURSO" DE FESTIVAS SERRANAS
-23';
Bajaba entre si** el joven admirando armado a Pan** o semicapro** a Marte**, en el pastor mentidos**, que con arte* culto** principio dió al discurso, cuando rémora** de sus pasos fué su oido, dulcemente** impedido**
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VERSOS DE GONGORA
SOLEDADES
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de canoro** instrumento, que pulsado** era de una serrana junto a un tronco, sobre un arroyo, de quejarse ronco, mudo** sus ondas*, cuando no enfrenado**. Otra con ella montaraz** zagala juntaba el cristal** lÃquido al humano por el arcaduz** bello de una mano, que al uno menosprecia*, al otra iguala. Del verde margen otra las mejores rosas traslada y Ellos** al cabello, o por lo matizado** o por lo bello, si aurora no con rayos, Sol con flores. Negras pizarras* entre blancos dedos ingen'iosa** hiere** otra, que dudo que aun los peñascos la escucharan quedos**. Al son, pues, de este rudo* sonoroso** instrumento, —lasciva* el movimiento, mas los ojos honesta—, altera** otra, bailando, la floresta**. Tantas al fin el arroyuelo, y tantas montañesas da el prado, que dirÃas ser menos las que verdes hamadrÃas** abortaron* las plantas: inundación hermosa que la montaña hizo populosa* de sus aldeas todas a pastorales* bodas.
De una encina embebido* en lo cóncavo*, el joven mantenÃa la vista de hermosura, y el oido de métrica** armonÃa*. El Sueno** buscaba de aquellas que la sierra dió bacantes**, —ya que ninfas** las niega ser errantes** el hombro sin aljaba**—; o si—del Termodonte** émulo** el arroyuelo desatado** de aquel fragoso** monte— escuadrón de amazonas** desarmado tremola* en sus riberas pacÃficas* banderas. 280
IV PRESENTES DE BODA
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Vulgo* lascivo* erraba** —al voto** del mancebo*, el yugo** de ambos sexos sacudido**— al tiempo que—de flores impedido** el que ya serenaba* la región de su frente rayo** nuevo — purpúrea** terneruela, conducida de su madre, no menos enramada**, entre albogues** se ofrece, acompañada de juventud florida**.
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VERSOS DE GONGORA SOLEDADES 9.13
Cuál de ellos las pendientes** sumas gra[ves** de negras baja, de crestadas** aves, cuyo lascivo" esposo vigilante doméstico* es del Sol nuncio** canoro**, y—de coral** barbado*—no de oro, ciñe, sino de púrpura**, turbante'. Quién la cerviz** oprime con la manchada** copia' de los cabritos más retozadores, tan golosos, que gime el que menos peinar** puede las flores de su guirnalda* propia. No el sitio, no, fragoso**, no el torcido taladro** de la tierra privilegió** en la sierra la paz del conejuelo temeroso: trofeo** ya su número es a un hombro, si carga no y asombro. Tú, ave peregrina**, arrogante* esplendor*—ya que no bello— del último Occidente**: penda* el rugoso nácar de tu frente sobre el crespo* zafiro* de tu cuello, que Himeneo** a sus mesas te destina. Sobre los hombros larga vara ostenta* en cien aves cien picos de rubÃes*, tafiletes** calzadas carmesÃes**,
emulación** y afrenta' aun de los berberiscos**, en la inculta región de aquellos riscos. Lo que lloró la aurora —si es néctar'* lo que llora— y, antes que el Sol, enjuga la abeja, que madruga a libar* flores y a chupar cristales**, en celdas de oro lÃquido, en panales la orza contenÃa, que un montañés traÃa. No excedÃa la oreja el pululante** ramo** del ternezuelo gamo, que mal llevar se deja, y con razón: que el tálamo*" desdeña* la sombra** aun de lisonja** tan pequeña. V DISCURSO DE LA INDUSTRIA* Y CODICIA* DE LOS NAVEGANTES
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¿Cuál tigre, la más fiera que clima** infamó* hircano**, dió el primer alimento al que—ya de éste o aquel mar—primero surcó* labrador fiero* el campo** undoso** en mal nacido pino**, vaga** Clicie** del viento,
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VERSOS DE GONGORA
SOLED ADES
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en telas hecho—antes que en flor—el lino? Más armas introdujo este marino monstruo,*, escamado** de robustas hayas**, a las que tanto mar divide playas, que confusión* y fuego al frigio** muro el otro leño** griego. Náutica* industria** investigó tal piedra**, que, cual abraza yedra escollo, el metal** ella fulminante* de que Marte** se viste**, y, lisonjera**, solicita el que más brilla diamante** en la nocturna capa** de la esfera**, estrella nuestro polo** más vecina; y, con virtud** no poca, distante la revoca**, elevada la inclina, ya de la aurora bella al rosado** balcón, ya a la que sella** cerúlea** tumba frÃa las cenizas** del dÃa. En ésta, pues, fiándose** atractiva*, del Norte amante dura**, alado* roble** no hay tormentoso cabo que no doble**, ni isla hay a su vuelo** fugitiva*. Tifis** el primer leño** mal seguro condujo, muchos luego Palinuro**; si bien por un mar** ambos que la tierra
estanque dejó hecho, cuyo famoso* estrecho una y otra de Alcides** llave** cierra. Piloto* hoy la Codicia, no de errantes** árboles**, mas de selvas** inconstantes, al padre de las aguas Oceano" —de cuya monarquÃa* el Sol, que cada dÃa nace en sus ondas*, y en sus ondas* muere, los términos saber todos no quiere— dejó primero de su espuma cano*, sin admitir segundo en inculcar* sus lÃmites al mundo. Abetos** suyos tres aquel tridente** violaron* a Neptuno', conculcado* hasta allà de otro ninguno, besando** las que al Sol el Occidente le corre en lecho azul de aguas marinas turquesadas** cortinas**. A pesar luego de áspides** volantes —sombra del Sol y tósigo** del viento— de caribes** flechados**, sus banderas siempre gloriosas**, siempre tremolantes*, rompieron** los que armó de plumas ciento lestrigones** el istmo, aladas* fieras: el istmo** que al Océano divide, y—sierpe* de cristal—juntar le impide
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VERSOS DE GONGORA
SOLEDADES
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la cabeza, del Norte** coronada*, con la que ilustra* el Sur** cola escamada** de antárticas* estrellas. Segundos leños** dió a segundo polo** en nuevo mar**, que le rindió** no sólo las blancas hijas** de sus conchas bellas, mas los que lograr* bien no supo Midas** metales homicidas*. No le bastó después a este elemento** conducir orcas**, alistar* ballenas*, murarse** de montañas espumosas', infamar* blanqueando sus arenas con tantas del primer atrevimiento señas**, aun a los buitres lastimosas*, para con estas lastimosas* señas** temeridades** enfrenar*" segundas. Tú, Codicia, tú, pues, de las profundas estigias*" aguas torpe marinero, cuantos abre sepulcros el mar fiero* a tus huesos desdeñas*. El promontorio* que Éolo** sus rocas candados hizo de otras nuevas grutas para el austro** de alas nunca enjutas, para cierzo** espirante* por cien bocas, doblaste** alegre**, y tu obstinada* entena** cabo le hizo de Esperanza** Buena. Tantos luego astronómicos* presagios*
frustrados*, tanta náutica* doctrina*, debajo de la zona** aun más vecina al Sol, calmas* vencidas y naufragios, los reinos** de la aurora al fin besaste**, cuyos purpúreos** senos* perlas netas**, cuyas minas secretas** hoy te guardan su más precioso engaste*; la aromática* selva penetraste, que al pájaro** de Arabia**—cuyo vuelo arco alado* es del cielo, no corvo, mas tendido** pira* le erige*, y le construye nido. Zodiaco* después fué cristalino* a glorioso** pino**, émulo** vago** del ardiente coche del Sol, este elemento'*, que cuatro veces habÃa sido ciento dosel* al dÃa y tálamo** a la noche, cuando halló de fugitiva* plata la bisagra**, aunque estrecha, abrazadora de un Océano y otro, siempre uno, o las columnas** bese** o la escarlata, tapete de la aurora. Esta, pues, nave* ahora en el húmedo templo de Neptuno** varada** pende* a la inmortal* memoria con nombre de Victoria**. De firmes* islas no la inmóvil flota*
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VERSOS DE GONGORA
SOLEDADES
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en aquel mar** del alba te describo, cuyo número—ya que no lascivo*— por lo bello agradable y por lo vario la dulce* confusión* hacer podÃa, que en los blancos estanques del Eurota** la virginal* desnuda monterÃa**, haciendo escollos o de mármol parlo** o de terso* marfil sus miembros bellos, que pudo bien Acteón** perderse en ellos. El bosque** dividido en islas pocas, fragante** productor de aquel aroma** —que, traducido* mal por el Egito**, tarde le encomendó** el Nilo a sus bocas**, y ellas más tarde a la gulosa** Grecia— clavo no, espuela** sà del apetito* —que cuanto en conocelle** tardó Roma fué templado**Catón**, casta*Lucrecia**—, quédese, amigo, en tan inciertos** mares, donde con mi hacienda* del alma se quedó la mejor prenda**, 5,2 cuya memoria es buitre* de pesares*. VI INVOCACIÓN* A HIMENEO** El numeroso al fin de labradores concurso** impaciente los novios saca: él, de años floreciente*, y de caudal* más floreciente** que ellos;
ella, la misma pompa** de las flores, la esfera** misma de los rayos bellos. El lazo de ambos cuellos entre un lascivo* enjambre iba de Amores* Himeneo** añudando**, mientras invocan* su deidad** la alterna* de zagalejas cándidas voz tierna** y de Barzones** este acento** blando":
CORO 1
Ven, Himeneo, ven donde te espera con ojos y sin alas un Cupido**, cuyo cabello intonso** dulcemente** niega** el vello* que el vulto** ha colorido**: el vello**, flores de su primavera, y rayos el cabello de su frente. Niño amó la que adora" adolescente*, villana* Psique**, ninfa** labradora de la tostada** Ceres**. Esta, ahora, en los inciertos** de su edad** segunda crepúsculos, vincule** tu coyunda** a su ardiente** deseo. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.
CORO 11
Ven, Himeneo, donde, entre arreboles de honesto** rosicler**, previene** el dÃa —aurora de sus ojos soberanos**-virgen tan bella, que hacer podrÃa tórrida** la Noruega con dos soles**,
SOLEDADES 220 VERSOS DE GONGORA
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y blanca la EtiopÃa con dos manos. Claveles del abril, rubÃes* tempranos**, cuantos engasta* el oro del cabello, cuantas —del uno ya y del otro cuello cadenas—la concordia'' engarza rosas, de sus mejillas, siempre vergonzosas, purpúreo** son trofeo**. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.
CORO I
cubran: corderos mil, que los cristales** vistan del rÃo en breve" undosa" lana; de Aracne" otras la arrogancia* vana* modestas acusando** en blancas telas, no los hurtos de Amor*, no las cautelas* de Júpiter** compulsen': que, aun en lino**, ni a la pluvia** luciente* de oro fino, ni al blanco cisne* creo. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.
VII CONVITE DE BODA
`-n
Ven, Himeneo, y nuestra agricultura de copia** tal a estrellas** deba amigas progenie* tan robusta, que su mano toros dome, y de un rubio mar de espigas inunde" liberal** la tierra dura"; y al verde, joven, floreciente llano blancas ovejas suyas hagan, cano*, en breves** horas caducar** la hierba; oro" le expriman lÃquido a Minerva**, y—los olmos** casando** con las vides— mientras coronan* pámpanos a Alcides" clava** empuñe LWo**. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.
CORO
El dulce** alterno* canto a sus umbrales revocó** felices los novios, del vecino templo santo. Del yugo** aun no domadas las cervices**, novillos—breve** término* surcado**— restituyen* asà el pendiente* arado al que pajizo albergue* les aguarda. Llegaron todos, pues, y, con gallarda* civil* magnificencia*, el suegro anciano, cuantos la sierra dió, cuantos dió el llano labradores convida a la prolija** rústica comida que sin rumor' previno en mesas grandes. Ostente* crespas* blancas esculturas** artÃfice* gentil' de dobladuras
Ven, Himeneo, y tantas le dé a Pales" cuantas a Palas** dulces** prendas** ésta apenas hija hoy, madre mañana. De errantes" Hilos" unas la floresta**
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SOLEDADES
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en los que damascó** manteles Flandes**, mientras casero lino Ceres* tanta** ofrece ahora, cuantos guardó el heno* dulces pomos**, que al curso** de Atalanta* fueran dorado freno**. Manjares** que el veneno y el apetito ignoran igualmente les sirvieron, y en oro, no, luciente*, confuso** Baco**, ni en bruñida plata su néctar* les desata**, sino en vidrio, topacios* carmesÃes* y pálidos rubÃes*. Sellar** del fuego quiso regalado** los gulosos** estómagos el rubio, imitador süave** de la cera, quesillo - dulcemente** apremiado** de rústica, vaquera, blanca, hermosa mano, cuyas venas la distinguieron de la leche apenas - ; mas ni la encarcelada nuez esquiva*, ni el membrillo pudieran anudado**, si la sabrosa oliva no serenara el bacanal diluvio**. VIII DISCURSO DE BIENANDANZAS** A LOS DESPOSADOS*
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son de la ninfa** un tiempo, ahora caña, seis de los montes, seis de la campaña**, —sus espaldas rayando** el sutil** oro** que negó** al viento el nácar** bien tejido— terno de gracias** bello, repetido cuatro veces en doce labradoras, entró bailando numerosamente**; y dulce** musa** entre ellas - si consiente bárbaras** el Parnaso** moradoras*— «Vivid felices -dijo— largo curso* de edad nunca prolijo"; y, si prolijo**, en nudos** amorosos siempre vivid, esposos. Venza no sólo en su candor* la nieve, mas plata en su esplendor* sea cardada" cuanto estambre** vital* Cloto** os traslada de la alta** fatal** rueca** al huso** breve**. Sean de la Fortuna** aplausos la respuesta de vuestras granjerÃas**. A la reja importuna**, a la azada molesta fecundo* os rinda**—en desiguales dÃas el campo agradecido oro** trillado y néctar** exprimido. Sus morados cantuesos*, sus copadas** encinas la montaña contar antes
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Levantadas** las mesas, al canoro**
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deje que vuestras cabras, siempre errantes**, que vuestras vacas, tarde o nunca herradas. Corderillos os brote la ribera, que la yerba menuda y las perlas" exceda del rocÃo su número, y del rÃo la blanca espuma, cuantos la tijera vellones les desnuda**. Tantos de breve** fábrica**, aunque ruda, albergues* vuestros las abejas moren*, y primaveras tantas os desfloren*, que—cual la Arabia** madre** ve de aromas sacros**troncos sudar"fragantes**gomas— vuestros corchos por uno y otro poro en dulce se desaten** lÃquido oro. Próspera al fin, mas no espumosa" tanto vuestra fortuna* sea, que alimenten** la envidia en vuestra aldea áspides" más que en la región** del llanto. Entre opulencias* y necesidades, medianÃas* vinculen** competentes** a vuestros descendientes —previniendo** ambos daños—las edades. Ilustren* obelisco?* las ciudades a los rayos de Júpiter** expuesta —aun más que a los deFebo"— su corona'*, cuanto a la choza pastoral* perdona el cielo, fulminando" la floresta**.
Cisnes**, pues, una y otra pluma, en esta tranquilidad os halle labradora la postrimera* hora: cuya lámina** cifre** desengaños, 941 que en letras pocas lean muchos añosz.
IX LUCHA JUBILOSA
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Del himno* culto" dió el último acento' fin mudo** al baile, al tiempo que seguida la novia sale de villanas* ciento a la verde florida* palizada**, cual nueva Fénix** en flamantes plumas, matutinos* del Sol rayos vestida, de cuanta surca** el aire acompañada monarquÃa* canora"; vadeando* nubes, las espumas y, del rey** corona* de los otros rÃos; en cuya orilla el viento hereda ahora pequeños no vacÃos de funerales* bárbaros** trofeos' que el Egipto erigió* a sus Ptolomeos**. Los árboles que el bosque habÃan fingido, umbroso* coliseo** ya formando, despejan* el ejido**, olÃmpica** palestra** de valientes desnudos labradores.
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Llegó la desposada* apenas, cuando feroz ardiente** muestra** hicieron dos robustos luchadores de sus músculos, menos defendidos* del blanco lino** que del vello* oscuro. Abrazáronse, pues, los dos, y luego —humo anhelando* el que no suda fuego— de recÃprocos* nudos impedidos**, cual duros olmos de implicantes** vides, hiedra el uno es tenaz del otro muro. Mañosos*—al fin hijos de la tierra— cuando fuertes no Alcides**, procuran derribarse, y, derribados, cual pinos se levantan arraigados en los profundos senos* de la sierra. Premio los honra igual; y de otros cuatro ciñe las sienes glorYosa** rama, con que se puso término a la lucha.
De la SOLEDAD SEGUNDA
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—no alada' sino undosa"— en el farol** de Tetis** solicita. Muros desmantelando**, pues, de arena, centauro** ya espumoso el Océano, —medio mar, medio rÃa*—, dos veces huella* la campaña** al dÃa, escalar* pretendiendo el monte en vano', de quien es dulce vena .r* el tarde ya torrente arrepentido, y aun retrocediente. Eral** lozano** asÃ, novillo tierno**, de bien nacido cuerno mal lunada** la frente, retrógrado .' cedió** en desigual** lucha a duro** toro, aun contra el viento armado: no, pues, de otra manera a la violencia mucha del padre de las aguas, coronado* de blancas ovas** y de espuma verde, resiste* obedeciendo, y tierra pierde.
PINTURA DE LA RIA* Entrase el mar por un arroyo breve** que a recibirle con sediento paso** de su roca natal** se precipita**, y mucha sal no sólo en poco vaso, mas su rüina** bebe, y su fin, cristalina* mariposa, LIBERALIDAD** DEL ESTERO** En la incierta** ribera —guarnición** desigual a tanto espejo—, descubrió la alba a nuestro peregrino* con todo el villanaje** ultramarino*,
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SOL ED A DES
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que a la fiesta nupcial**, de verde tejo** toldado**, ya capaz tradujo** pino**. Los escollos el Sol rayaba**, cuando, con remos gemidores**, dos pobres se aparecen* pescadores, nudos al mar de cáñamo** fiando**. Ruiseñor en los bosques no más blando**, el verde robre** que es barquillo ahora, saludar vió la aurora, que al uno en dulces** quejas - y no pocas— ondas* endurecer, liquidar* rocas. Señas** mudas** la dulce** voz doliente** permitió solamente a la turba', que dar quisiera voces a la que de un ancón** segunda haya** - cristal** pisando azul con pies veloces— salió improvisa**, de una y otra playa vÃnculo** desatado**, instable* puente. La prora** diligente** no sólo dirigió a la opuesta orilla, mas redujo** la música* barquilla, que en dos cuernos** del mar caló** no bre[ves** sus plomos graves** y sus corchos leves**. Los senos* ocupó del mayor leño** la marÃtima tropa**, usando al entrar todos
cuantos les enseñó corteses* modos en la lengua del agua ruda* escuela, con nuestro forastero, que la popa* del canoro** escogió bajel** pequeño. Aquél, las ondas* escarchando**, vuela"; éste, con perezoso** movimiento, el mar encuentra, cuya espuma cana* su parda aguda* prora** resplandeciente cuello hace de augusta** Coya** peruana**, a quien hilos el Sol tributó* ciento de perlas cada hora. Lágrimas no enjugó más de la aurora sobre violas** negras la mañana, que arrolló su espolón** con pompa** vana* caduco** aljófar**, pero aljófar** bello. Dando el huésped* licencia para ello recurren* no a las redes, que, mayores, mucho Océano y pocas aguas prenden, sino a las que ambiciosas menos penden**, laberinto** nudoso de marino Dédalo**, si de leño no, de lino, fábrica' escrupulosa**, y, aunque incierta**, siempre murada**, pero siempre abierta. Liberalmente** de los pescadores al deseo el estero** corresponde, sin valelle" al lascivo* ostión** el justo*
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arnés**de hueso, donde lisonja** breve** al gusto, —mas incentiva"—esconde: contagio original* quizá de aquella que, siempre hija** bella de los cristales**, una venera** fué su cuna. Mallas visten** de cáñamo** al lenguado*, mientras, en su piel lúbrica** fiado**, el congrio*, que, viscosamente** liso, las telas burlar* quiso, tejido** en ellas se quedó burlado*. Las redes califica** menos gruesas, sin romper hilo alguno, pompa** el salmón* de las reales* mesas, cuando no de los campos** de Neptuno", y el travieso* robalo**, guloso** de los Cónsulos** regalo. Estos y muchos más, unos desnudos**, otros de escamas fáciles** armados*, dió la rÃa* pescados, que, nadando en un piélago** de nudos, no agravan** poco el negligente* robre**, espaciosamente** dirigido al bienaventurado* albergue* pobre, que, de carrizos frágiles* tejido, si fabricado no de gruesas cañas, iii bóvedas le coronan* de espadañas**.
III DESESPERACIÓN DEL PEREGRINO*
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El peregrino*, pues, haciendo en tanto instrumento el bajel**, cuerdas los remos, al céfiro** encomienda** los extremos** de este métrico" canto*: «Si de aire articulado no son dolientes** lágrimas süaves** éstas mis quejas graves**, voces de sangre, y sangre son del alma. FÃelas** de tu calma, ¡oh mar!, quien otra vez las ha fiado** de tu fortuna** aun más que de su hado**. »¡Oh mar, oh tú, supremo' moderador* piadoso** de mis daños*!: tuyos serán mis años, en tabla redimidos* poco fuerte de la bebida muerte, que ser quiso, en aquel peligro extremo**, ella el forzado** y su guadaña* el remo. »Regiones pise ajenas, o clima** propio, planta mÃa perdida**, tuya será mi vida, si vida me ha dejado que sea tuya quien me fuerza** a que huya de su prisión, dejando mis cadenas rastro en tus ondas* más que en tus arenas.
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»Audaz* mi pensamiento el cenit* escaló* plumas vestido**, cuyo vuelo atrevido** —si no ha dado su nombre a tus espumas— de sus vestidas** plumas conservarán el desvanecimiento** los anales** diáfanos* del viento. »Esta, pues, culpa mÃa el timón* alternar* menos seguro y el báculo** más duro un lustro* ha hecho a mi dudosa** mano, solicitando en vano* las alas sepultar de mi osadÃa* donde el Sol nace o donde muere el dÃa. »Muera, enemiga amada, muera mi culpa, y tu desdén" le guarde, arrepentido tarde, suspiro que mi muerte haga leda**, cuando no le suceda**, o por breve** o por tibia* o por cansada, lágrima antes enjuta que llorada. »Naufragio* ya segundo o filos pongan de homicida* hierro** fin duro** a mi destierro*; tan generosa fe, no fácil** onda*, no poca tierra esconda: urna"" suya el Océano profundo y obeliscos** los montes sean del mundo.
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»Túmulo* tanto debe agradecido Amor* a mi pié errante"; lÃquido, pues, diamante** calle** mis huesos, y elevada cima* selle** sÃ, mas no oprima, esta que le fiaré** ceniza** breve, si hay ondas*mudas**, y si hay tierra leve**.» IV AUDACIA* Y DESTREZA* DE ÉFIRE LA PESCADORA
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1DÃas ha muchos, ¡oh mancebo*, — dijo el pescador anciano— que en el uno cedÃ** y el otro hermano el duro remo, el cáñamo** prolijo"; muchos ha dulces** dÃas que cisnes* me recuerdan** a la hora que huyendo la aurora las canas de Titán" halla las mÃas, a pesar de mi edad, no en la alta** cumbre de aquel morro** difÃcil, cuyas rocas tarde o nunca pisaron cabras pocas, y milano* venció** con pesadumbre*, sino desotro* escollo* al mar pendiente*; de** donde ese teatro** de Fortuna** descubro**, ese voraz*, ese profundo campo** ya de sepulcros, que, sediento, cuanto, en vasos** de abeto, Nuevo Mundo
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—tributos* digo américos**—se bebe, en túmulos* de espuma paga** breve**. Bárbaro** observador, mzs diligente*, de las inciertas** formas de la luna, a cada conjunción* su pesquerÃa**, y a cada pesquerÃa** su instrumento —más a menos nudoso**—atribuido*, mis hijos dos en un batel** despido que, el mar cribando* en redes no comunes, vieras intempestivos* algún dÃa —entre vulgo* nadante, digno apenas de escama, cuanto más de nombre—atunes vomitar ondas* y azotar** arenas. Tal vez desde los muros de estas rocas cazar a Tetis** veo y pescar a Diana** en dos barquillas: náuticas* venatorias" maravillas** de mis hijas oirás, ambiguo** coro, menos de aljaba** que de red armado; de cuyo, si no alado*, arpón** vibrante** supo mal Proteo** en globos** de agua redimir* sus focas*. Torpe** la más veloz, marino toro**, torpe**, mas toro al fin, que, el mar Violado* de la púrpura** viendo de sus venas, bufando* mide el campo** de las ondas'* con la animosa** cuerda, que, prolija** al hierro sigue que en la foca* huye,
o grutas ya la privilegien** hondas, o escollos de esta isla divididos: Laquesis** nueva mi gallarda* hija, si Cloto** no, de la escamada** fiera ya hila, ya devana su carrera, cuando desatinada* pide o cuando vencida restituye* los términos de cáñamo** pedidos. Rindióse al fin la bestia, y las almenas* de las sublimes** rocas salpicando, las peñas embistió peña escamada**, en rÃos de agua y sangre desatada**. Éfire luego—la que en el torcido luciente* nácar** te sirvió no poca risueña** parte de la dulce fuente— de Filódoces émula** valiente, cuya asta** breve** desangró la foca, el cabello en estambre* azul cogido —celoso** alcaide**de sus trenzas de oro**— en segundo bajel'* se engolfó** sola. ¡Cuántas voces le dÃ! ¡Cuántas en vano* tiernas** derramé lágrimas!, temiendo, no al fiero* tiburón*, verdugo" horrendo* del náufrago ambicioso mercadante**, ni al otro cuyo nombre espada es tantas veces esgrimida* contra mis redes ya, contra mi vida; sino algún siempre Verde, siempre cano*
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sátiro** de las aguas, petulante** violador* del virginal* decoro, marino dios**, lile, el vulto** feroz* hombre, corvo es delfÃn** la cola. Sorda a mis voces, pues, ciega a mi llanto, abrazado, si bien de fácil** cuerda, un plomo fió** grave** a un corcho leve**; que, algunas veces despedido, cuanto —penda* o nade— la vista no lo pierda, el golpe solicita, el bulto mueve** prodigTosos* moradores* ciento del lÃquido elemento**. Láminas uno de viscoso** acero —rebelde aun al diamante—el duro lomo hasta el luciente* bipartido** extremo de la cola vestido, solicitado sale del riiÃdo; y, al cebarse* en el cómplice* ligero** del suspendido plomo, Éfire, en cuya mano al flaco** remo, un fuerte dardo** habÃa sucedido**, de la mano a las ondas* gemir** hizo el aire con el fresno** arrojadizo*; de las ondas* al pez, con vuelo mudo**, deidad** dirigió amante el hierro** agudo*: entre una y otra lámina, salida la sangre halló por do** la muerte entrada.
Onda*, pues, sobre onda* levantada**, montes de espuma concitó** herida la fiera, horror del agua, cometiendo** ya a la violencia, ya a la fuga el modo de sacudir** el asta**, que, alterando** el abismo* o discurriendo** el Océano todo, no perdona el acero** que la engasta*. Éfire en tanto al cáñamo** torcido el cabo rompió, y—bien que al ciervo herido el can* sobra, siguiéndole la flecha*— volvÃase, mas no muy satisfecha, cuando cerca de aquel peinado** escollo hervii** las olas vió templadamente**, bien que haciendo cÃrculos perfetos**; escogió, pues, de cuatro o cinco abetos** el de cuchilla más resplandeciente, que, atravesado, remolcó* un gran sollo**. Desembarcó triunfando,
y, aún el siguiente sol** no vimos, cuando
en la ribera vimos convecina* dado** al través el monshuo*, donde apenas su género noticia, pÃas** arenas en tanta playa halló tanta rüina).
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DE LA GENEROSA** CETRERÃA**
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o lo esconde el Olimpo** o densa* es nube que pisa, cuando sube tras la garza* argentada**, el pie de espuma. El sacre**, las del noto** alas vestido**, sangriento* chipriota**, aunque nacido con las palomas, Venus**, de tu carro. El girifalte**, escándalo bizarro* del aire, honor** robusto de Gelanda**, si bien jayán* de cuanto rapaz* vuela, corvo acero** su pie, flaca** pihuela** de piel lo impide** blanda**. El baharÃ**, a quien fué en España cuna del Pirineo** la ceniza verde, o la alta** basa* que el Oceano muerde** de la egipcia* coluna**. La delicia volante de cuantos ciñen lÃbico** turbante**, el borni**, cuya ala en los campos tal vez de MelYona** galán* siguió valiente, fatigando tÃmida* liebre, cuando intempestiva" salteó** leona la melionesa** gala**, que de trágica* escena mucho teatro** hizo poca arena. Tú, infestador**, en nuestra Europa nuevo, de las aves, nacido, aleto**, donde
Al Sol levantó** apenas la ancha frente el veloz hijo** ardiente** del céfiro** lascivo* —cuya fecunda* madre al genitivo** soplo vistiendo** miembros, Guadalete** florida** ambrosÃa** al viento dió jinete—, que a mucho humo abriendo la fogosa** nariz, en un sonoro relincho y otro saludó sus rayos. Los overos**, si no esplendores* bayos**, que conducen el dÃa, les responden, la eclÃptica* ascendiendo*. Entre el confuso*, pues, celoso** estruendo de los caballos, ruda* hace armonÃa cuanto la generosa** cetrerÃa**, desde la Mauritania** a la Noruega, insidia** ceba* alada*, sin luz no siempre ciega, sin libertad, no siempre aprisionada, que a ver el dÃa vuelve las veces que, en fiado* al viento dada, repite su prisión y al viento absuelve**. El neblÃ**, que, relámpago su pluma, rayo su garra*, su ignorado nido
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SOLEDADES bien de serena* playa, cuando la fulminada** prisión** caya** del nebli**—a cuyo vuelo, tan vecino a su cielo, el Cisne** perdonara, luminoso—, número y confusión* gimiendo** hacÃa** en la vistosa** laja** para él grave": que aun de seda no hay vÃnculo*suave**. La turba* aun no del apacible* lago las orlas* inquTeta*, que tÃmido* perdona* a sus cristales** el cloral**. Despedida* no saeta** de nervios** partos** igualar presuma* sus puntas desiguales, que en vano* podrá pluma vestir** un leño como viste** un ala.
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entre las conchas hoy del Sur** esconde sus muchos años Febo**, ¿debes por dicha cebo?* ¿Templarte** supo, dÃ, bárbara** mano al insultar los aires? Yo lo dudo, que al preciosamente inca** desnudo y al de plumas vestido mejicano, fraude* vulgar, no industria* generosa**, del águila les dió a la mariposa. De un mancebo* serrano el duro brazo débil hace junco, examinando con el pico adunco** sus pardas plumas, el azot** britano**, tardo**, mas generoso** terror de tu sobrino** ingenioso, ya envidia tuya, Dédalo**, ave ahora, cuyo pié tiria** púrpura** colora. Grave**, de perezosas** plumas globo, que a luz lo condenó incierta** la ira" del bello de la estigia** deidad" robo, desde el guante hasta el hombro a un joven [cela": esta emulación**, pues, de cuanto vuela por dos topacios* bellos con que mira, término torpe* era de pompa*" tan ligera**. Can*, de lanas prolijo**, que animoso** buzo* será, bien de profunda rÃa,
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Puesto** en pie, corona**, si no escala*, las nubes—desmintiendo su libertad el grillo** torneado* que en sonoro metal lo va siguiendo— un baharÃ** templado**, a quien el mismo escollo* —a pesar de sus pinos eminente"— el primer vello* le concedió pollo, que al Betis** las primeras ondas* fuente. No sólo, no, del pájaro pendiente** las caladas** registra** el peregrino*,
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mas del terreno cuenta cristalino* los juncos más pequeños, verdes hilos de aljófares** risueños**. Rápido al español** alado* mira peinar** el aire por cardar** el vuelo**, cuya vestida nieve** anima un hielo** que torpe** a unos carrizos lo retira, infyeles * por raros **, si firmes no por trémulos* reparos**. Penetra, pues, sus inconstantes* senos*, estimándolos menos entredichos **que el viento; mas a su daño el escuadrón* atento expulso** lo remite a quien en suma un grillo** y otro enmudeció* en su pluma. Cobrado** el baharÃ**, en su propio luto, o el insulto** acusaba** precedente* o entre la verde hierba avara* escondÃa cuerva purpúreo** caracol, émulo** bruto del rubÃ* más ardiente**, cuando, solicitada* del rüido, el nácar** a las flores fÃa** torcido, y con siniestra** voz convoca* cuanta negra de cuervas suma infamó* la verdura con su pluma, con su número el Sol. En sombra tanta alas desplegó* Ascálafo** prolijas**,
verde poso** ocupando, que, de césped* ya blando, jaspe* lo han hecho duro blancas guijas. Más tardó en desplegar* sus plumas gra[ves"' el deforme* fiscal** de Proserpina**, que en desatarse**, al polo ya vecina, la disonante* niebla de las aves; diez a diez se calaron**, ciento a ciento, al oro** intuitivo, envidiado de este género* alado*, si como ingrato* no, como avariento*, que a las estrellas hoy del firmamento se atreviera su vuelo en cuanto ojos del cielo. Poca palestra* la región vacÃa de tanta envidia era, mientras, desenlazado** la cimera**, restituyen* el dÃa a un gerifalte**, boreal* arpÃa**, que, despreciando la mentida** nube, a luz más cierta sube, cenit* ya de la turba* fugitiva*. Auxiliar taladra* el aire luego un duro** sacre**, en globos** no de fuego, en oblicuos** sà engaños mintiendo** remisión** a las que huyen,
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si la distancia es mucha: griego** al fin. Una en tanto, que de arriba descendió fulminada** en poco humo, apenas el latón** segundo escucha, que del inferior peligro al sumo** apela**, entre los trópicos** grifaños** que su eclÃptica* incluyen*, repitiendo confusa** lo que tÃmida* excusa**. Breve** esfera de viento, negra circunvestida** piel, al duro** alterno* impulso* de valientes** palas, la avecilla parece, en el de muros lÃquidos que ofrece corredor el diáfano* elemento**, al gémino** rigor*, en cuyas alas su vista libra** toda el extranjero. Tirano* el sacre** de lo menos puro de esta primer región, sañudo* espera la desplumada ya, la breve** esfera, que, a un bote** corvo* del fatal** acero**, dejó al viento, si no restituido*, 936 heredado en el último graznido.
dop"
VI
ESTAMPA DEL CABALLO ANDALUZ 809 En sangre claro**y en persona augusto**, si en miembros no robusto, prÃncipe les sucede**, abreviada* en modestia civil* real* grandeza**. La espumosa* del Betis** ligereza bebió no sólo, mas la desatada** majestad* en sus ondas*, el luciente* caballo, que colérico* mordÃa el oro que süave** lo enfrenaba**; arrogante*, y no ya por las que daba estrellas** su cerúlea** piel al dÃa, sino por lo que siente de esclarecido** y aun de soberano* en la rienda que besa** la alta" mano, 823 de cetro* digna.
*O
FE
DE LAS
ERRATAS
ECHADAS DE VER EN LOS
VERSOS
Deben decir: El verso 8.° (4.° de la pág. 56) de la letrilla Andeme yo caliente:
«naranjada y aguardiente».
El 30.° (26.° de la 62) de la letrilla Los dineros del sacristán:
«para Conde** de Tirol**).
El 56 ° (23.° de la 95) del romance Aquel rayo de la guerra:
cque dice: »Estos son mis hierros»**».
El 29.° (13.° de la 102) del romance A Granada:
«y las cuadras** espaciosas").
El 132.° (28.° de la 105) del mismo romance:
«y de los turcos alfanjes**).
El 65.° (11.°de la 117) del romance Murmuraban los rocines:
— :294 — Borrasca, tempestad en mar o tierra. Divinidad alegórica de los griegos y de los romanos. Hetiodo la hace hija de Océano y de Tetis. PÃndaro la cuenta entre las Parcas, creyendo que fué hija de Júpiter. Era un emblema del destino ciego y caprichoso, que preside a, todos los sucesos de la vida, distribuyendo a su antojo los bienes y los males. Tuvo templos en casi todas las ciudades de Grecia; y, en Boina, en el Capitolio, en el Quirinal y en otros lugares. La representaban ciega y calva, con alas en los pies, el uno puesto sobre una rueda que corre muy veloz, y el otro en el aire. Forzado. Galeote condenado a servir al remo en las galeFortuna. Fortuna.
ras. Obligar o precisar a que se ejecute una cosa. Fragancia. Olor suave y delicioso. Fragante. Que tiene o despide fragancia. Fragoso-a. Aspero, intrincado. Francolln. Ave del orden de las gallináceas, del tamaño y forma de la perdiz, de la cual se distingue por el plumaje, que es negro en la cabeza, pecho y vientre, y gris con pinta:s blancas en la espalda; y tiene un collar castaño muy seña lado. Freno. Sujeción que se polla a uno para moderar sus acciones. Frente. Semblante. Fresno. Por venablo: dardo o lanza corta y arrojadh a. Frigio muro. El de Troya, porque esta ciudad pertenecÃa a la Frigia, comarca del centro de Asia Menor, al S. de Bitinia, dividida en Frigia Mayor y F'rigia Menor. FruncidÃsimo. De fruncir. Afectar compostura, modestia y encogi miento. Fuego. Ardor que excita algunas pasiones del ánimo; como el amor, la ira. etc. A fuego y hierro o a hierro y fuego. M. adv. como sangre y fuego. Hacer o apoderarse de una co sa a mano airada, con violencia, sin ceder en nada, atropellándolo todo. Fuerza. Violencia que se hace a uná mujer para gozarla. Fuerzas. Fortificaciones de una plaza muratia y guarnecida de gente para defensa. Fulminar. Arrojar rayos. Fundir. Unirse interes:s, ideas y partidos que antes estaban en pugna.
Forzar.
Gaceta. Papel periódico en que se dan noticias. Gala. Lo más esmerado, exquisito y selecto de una cosa. Galán. Galano. Bien adornado. Galatea. La más hermosa de las Nereidas. Fué amada de Poliferno, pero ella prefirió al hermoso Acis, joven pastor de Sicilia; y, habiéndolos encontrado en una gruta, Polifeino dejóse llevar de tal arrebato que arrojó contra su rival una roca, matándolo. Galatea, aterrorizada, se arrojó al mar y fué a juntarse con sus hermanas. En el fresco de Rafael, en la villa Farnesio de Roma, Galatea sobre las aguas o El triunfo de Galatea, la Nereida discurre sobre las ondas en una gran concha, tirada por dos delfines guiados del Amor. Galatea aparece como una estrella que surge del fondo de las aguas para remontar al cielo, y que en su curso encuentra las pasiones vulgares y los apetitos groseros. Galeno. Médico griego, nacido en Pérgamo, hacia el 131 de la Era cristiana. Fué llamado Galeno, es decir, dulce, por su carácter afectuoso. Estaba dotado de rara inteligencia y de maravillosa aptitud para aprenderlo todo. Viajaba mucho, casi siempre a pie. Hablaba perfectamente gran número de idiomas. En la escuela de AlejandrÃa adquirió tal superioridad, que se colocó sobre todos sus rivales, Se estableció en Roma a los 3 t arios, consagrado exclusivamente a la Medici• na. Escribió numerosos tratados, algunos de los cuales siempre se citarán con elogio y se consultar án con provecho. Es el más erudito y fecundo de todos los patólogos. Es el médi• co por antonomasia, en lengua de la posteridad. Galeno. Médico.11 Alusión a la receta. Galera. Embarcación de vela y remo, la más larga de quilla, y que calaba menos agua entre las de vela latina, Gamba. Pierna. Gámbaro. Camarón, crustáceo. Ganges. RÃo del Asia (Indostán', que baja del Himalaya y desagua en el golfo de Bengala. (3.100 Km.) Gante. Ciudad de Bélgica, capital de la Flandes Oriental, en la confluencia del Escalda y el Lis, con rica industria y activo comercio. Gardubo-a. Ratero o ratera que hurta con maña y disimulo. Garzón. Joven, mancebo o mozo bien dispuesto. Garzón de Ida. Ganimedes, joven troyano, el más hermoso
— 296 — de los mortales. Por esto fué elegido de los dioses para servir de copero a Zeus y vivir en el Olimpo, en medio de los inmortales. El mito tuvo su origen en el Asia Menor. Según cuentan, de otra manera, el mismo Júpiter fué quien, hablen_ do descendido a las llanuras de la Tóade, tomó la forma de un águila para arrebatar al gracioso adolescente y trans portarlo al Cielo. Hay una tradición que señala el rapto de Ganimedes en el monte Ida. El padre de este joven fué consolado por Zeus de esta pérfida cruel con el regalo de un l ar de caballos divinos. Garrote. Compresión fuerte que se hace de las ligaduras retorciendo la cuerda con un palo. Gastalle. Gastarle. Gastar. Consumir. Gato. Bolsa o talego en que se guarda el dinero. II Hombre sagaz y astuto. Gavilán. Ave del orden de las rapaces, de unos tres decÃmetros de largo desde el pico a la extremidad de la cola, con plumaje gris azulado en la parte superior del cuerpo, blanco con fajas onduladas de color pardo rojizo en el cuello, pecho y vientre, y cola parda con cinco rayas negras. La hembra es un tercio mayor y de plumaje más claro. Gelanda. ¿Zelandia o Zelanda, provincia de los Paises Bajos, casi por completo formada de islas, en la desembocadura del Mosa?. Gelves. Nombre antiguo de la isla de Chelva, en la costa de Túnez. Gemidor-a. Que hace cierto sonido parecido al gemido del hombre. Gémino-a Duplicado, repetido. Gemir. Arrullar algunos animales, o sonar algunas cocas con semejanza al gemido del hombre. Generalife. Palacio y jardines deleitosos, lugar de recreo de los reyes musulmanes de Granada, cerca de la Alhambra, en una de las vertientes de la Silla del Moro, labrados por gusto del prÃncipe Omar, cuyas costumbres eran tan blandas y voluptuosas, como amable su carácter, para pasar una vida muelle y tranquila, dedicada al amor, al encanto de la música, a los placeres campestres, y libre de los ruidos y de los cuidados de la corte. Aún se goza allà de los encantos de la calle de los cipreses y de la bóveda de los laureles, descubriéndose por todas partes fuentes y cascadas, y rica y lozana vegetación. Generoso a. Noble y de ilustre prosapia.
— 297 -Genitivo-a Que puede engendrar y producir una cosa. GenÃzaro. JenÃzaro. Soldado de infanterÃa de la antigua guardia del Emperador de los turcos. Gentil. Idólatra o pagano. Brioso, galán. Gentilhombre. Por hidalgo, caballerodi de boca. Criado de la casa del Rey, en clase de caballero, que sigue en grado al mayordomo de semana: su destino propio era para servir a la mesa del Rey, por lo que se le dió el nombre. Germania. Vasta región de la Europa antigua, entre el Báltico y el Rhin, el Danubio y el Elba. Girifalte. Ave del orden de las rapaces, con plumaje pardo con rayas claras en las penas de las alas y cola, y blanquecino con listas cenicientas en el vientre. Es el halcón mayor que se conoce, pues tiene seis decimetros de largo y catorce de envergadura. Fué muy estimado como ave de cetre rÃa, y vive ordinariamente en el norte de Europa. Globos de agua. Las olas del mar. Globos de fuego. Alusión a las balas de cuatro a-seis libras que tiraba la pieza de artillerÃa, cuarto de culebrina, llamada sacre. Gloria. Majestad, esplendor, magnificencia. II Lo que -- ennoblece o ilustra en gran manera una cosa. 11 Gusto y placer vehementes. Glorioso-a. Digno de honor y alabanza. Godo-a. DÃcese del individuo de un antiguo pueblo de origen teutónico, establecido al N. de Sarmacia, dividido en ostrogodos o godos orientales del VÃstula y visigodos o godos occidentales; siendo éstos los que en el año 414 se apoderaron de España y la dominaron, hasta que los árabes los vencieron el 719. Gomel. Comer. DÃcese del individuo de la tribu berberisca de Gomera, una de las más antiguas del Africa Septentrional, establecida desde tiempo remoto en la costa, al oriente del estrecho de Gibraltar. Con los de otras tribus africanas habÃan venido a pelear en España hacia el 1.195,a las órdenes del Emir Almumenin. Entraron a servir en la milicia granadina por el 1.334, reinando en Castilla D. Alfonso XI, y en Granada habitaban en la cuesta que todavÃa lleva su nombre, desde la Plaza Nueva a la Alhambra. Gonzalo Fernández de Córdoba. El .Gran Capitán« de los españoles. Nació en tierra cordobesa al mediar el siglo décimoquinto. Murió en Granada, sexagenario, en diciembre del 1515. Diestro en las armas desde niño, sirvió a los Reyes Ca• Valeos igual con el esfuerzo de su brazo que con sus altas do
— 299 — tes diplomáticas, venciendo siempre: igual en las guerras de Granada que en los campos de Italia. Su claro talento , pericia en el arte militar, prudencia, fortaleza y lealtad determinaron sus victorias Vencedor de moros de turcos y de franceses, jamás fué vencido; y sus hechos heróicos en Ceriñola, en el Garellano, en Nápoles y en Gaeta, vanéronle, con el honroso sobrenembre que nadie alcanzó antes ni después que él, la corona de la inmortalidad. Murió pobre y olvidado de su Rey el dechado de magnanimidad y de realeza. Yacen sus huesos en la iglesia, en ruinas, que fué de los Jerónimos en Granada. Córdoba le ha erigido una hermosa estatua ecuestre, labrada por Inurria. Gracias. Divinidades mitológicas. Según Ilesiodo eran tres: Aglaya o Aglae, Eufrosine y TalÃa, hijas de Júpiter y Eurinome, o de Venus y Baco, como otros quieren. Su poder se extendÃa sobre cuanto tiene relación con el agrado de la vida. Gradas. Las de la lonja de la catedral de Sevilla, donde se reunÃan los mercaderes para sus tratos, más junto a la puerta de S. Cristóbal de la basÃlica, llegando a invadir el templo por allÃ, con gran escándalo e irreverencia, por lo que el Arzobispo don Ct istóbal de Rojas y Sandoval hubo de elevar representaciones a la majestad de Felipe II para que se buscase el medio de poner fin al abuso. Grado. En las universidades, tÃtulo y honor que se daba al que se gradúa en una facultad o ciencia. Graduado. De graduar. En las univenidades, dar el grado y tÃtulo de Bachiller, Licenciado o Doctor en una facultad. Gran. Grande. Principal o primero en una clase. Grana. Paño de color rojo. II Alusión a la uva madura. Grande. Prócer, magnate, persona de muy elevada jerarquÃa o nobleza. Grandeza. Majestad y poder. II Dignidad de grande de España. Granjear. Adquirir, conseguir, pactar. Granjerla. Beneficio de las haciendas de campo y venta ole sus frutos, ganados, etc. Grano eterno. Alusión a Jesucristo. Grave. DÃcese de lo que pesa. Circunspecto, serio; que causa respeto y veneración. II Grande, de mucha entidad. Grave. Por gravemente. Con gravedad: grandeza, importancia. Greco. Domingo Theatocupuli, llamado el Greco: genial pintor español, nacido en Creta, hacia el 1548, muerto en el
I623, en Toledo. En Santo Tomé de la imperial ciudad se admira su obra más portentosa:el Entierro del Conde de Orgaz. Griego (El). El Greco. Griego al fin. «Griego en fin, en el engaño y la cautela. Los griegos fueron siempre astutos, pérfidos y engañosos... Aludiendo a esto, le llama nuestro poeta griego, no porque lo fuese, pues era contradecirse, habiéndole llamado antes chipriota.» (S. C.) Griegos. Alusión a los que se encerraron en el caballo troyano. Grifaños. Explica S. Coronel: «Grifaños es voz deducida de la toscana grifagno, que significa arrebatadcr o de rapiña.» Grillo torneado en metal sonoro. El cascabel de metal sonoro que le va siguiendo. Grillos. Cualquiera cosa que embaraza y detiene el moiniviento. Guadalete. RÃo costanero del Atlántico; pasa junto a Je« rez y desemboca en la bahÃa de Cádiz. Guadamecl. Cuero ad 'hado y adornado con dibujos de Pintura o relieve. Gualdado-a. Teñido con el color de gualda. Guarda. Por guardia. Empleo de la Casa. Real, cuyo principal Guardadamas. minhterio era ir a caballo al estribo del coche de las damas para que nadie llegase a hablarles, y después se limitó al cargo de despejar la sala del cuarto de la Reina en las funciones pUblicas. Guardar. Aguardar. Guarnecida. Ce guarnecer. Poner guarnición: defensa que se pone en las espadas y armas de esta clase para preservar la
mano.
Guarnición. Adorno qne se pone en los vestidos, ropas, colgaduras y otras cosas semejantes, para hermosearlas y enriquecerlas. Guinea. Nombre de la parte O. de Africa, que se extiende de la Senegambia al Congo, y que baila el golfo de Guinea. Guloso-a. Que tiene gula y se entrega a ella.
Haber. Poseer, tener una cosa. Hábito. Imignia con que se distinguen las órdenes mili-
tares.
— 300 — Hacer muestra. Manifestar, aparentar. Hacia:número. Como que aumentaba el número. Hado. Destino. Divinidad o fuerza desconocida que, segun los gentiles, obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades y sobre los hombres y los sucesos. Halcón. Ave del orden de las rapaces diurnas, de unos cuarenta centÃmetros de largo desde la cabeza a la extremi dad de la cola, y muy cerca de nueve de envergadura; cabeza pequeña, pico fuerte, curvo y dentado en la mandÃbula superior; plumaje de color variable con la edad: cuando joven es pardo con manchas rojizas en la parte superior y blanquecino rayado de gris por el vientre, y a medida que enve • jece el animal se vuelve plomizo con manchas negras en la espalda, se oscurecen y señalan más las rayas de la parte inferior, y en cambio aclara el color del cuello y de la cola; uñas curvas y robustas, tarsos de color verde amarillento y potente vuelo. La hembra es un tercio mayor que el macho. Son muy audaces, enemigos encarnizados de toda clase de aves y aun de los mamÃferos pequeños. Y como se prestan con relativa facilidad a ser domesticados, se empleaban anti guamente en la caza de cetrerÃa. Halconero. El que cuidaba de los balcones. Halieto. Ave del orden de las rapaces diurnas, de unos seis decÃmetros desde lo alto de la cabeza hasta la extremidad de la cola, y cerca de trece decÃmetros de envergadura; plumaje leonado oscuro por el lomo, más claro por el pecho y vientre, y con una banda casi negra a los lados de la cabe • za y cuello; alas agudas que pasan del extremo de la cola, ésta casi cuadrada, tarsos desnudos y dedos rugosos. Vive en las costas y se alimenta de preferencia con peces. Hamadrla. HamadrÃada o hamadrfade. DrÃade o drÃada: ninfa de los bosque cuya vida duraba lo que la del árbol a que se suponÃa unida. Haya. Por nave. Haz. Cara o rostro. Hebra. Pl., los cabellos. Helvecias picas. Comentario de S. Coronel: .... quiso decir que en otras puertas se ve colgada la cabeza colmilluda del jabalÃ; y compara las erizadas cerdas de su cerro a las picas de los helvecios, que hoy llamamos esguÃzaros (suizos), Por ser famosas en las historias las escuadras de piqueros de esta nación>. Henares. RÃo que pasa por Alcalá, ciudad renombrada por su famosa Universidad, creada por el Cardenal Cisneros.
— 301 — Herillo. Herido. Herir. Golpear, sacudir, batir, dar un cuerpo contra otro. 11 Hablando del Sol, bañar una cosa, esparcir o tender sobre ella sus rayos. fl Hablando del alma o del corazón, mover, excitar algún afecto. Hervir. Hablando del mar, ponerse sumamente agitado haciendo mucho ruido. Herrar. Marcar con un hierro encendido los ganados, artefactos, esclavos o delincuentes. Hidalgo-a. Persona que por su sangre es de una clase noble y distinguida. de solar conocido: el que tiene casa solariega o desciende de una familia que la ha tenido o la tiene. Hidaspes. RÃo de la India, conocido por este nombre de los griegos, hoy el %duna o Yelem, que nace en el monte Imans y desagua en el Hidraotes, en cuyas orillas venció Alejandro Magno al Rey Poro, en el año 326 a. de J. C. Hielo. Pasmo, suspensión del ánimo. Hierro. Arma, instrumento o pieza de hierro o acero. II En la lanza, saeta y otros instrumentos semejantes, pieza de hierro que se pone en el extremo para herir. II Prisiones de hierro; como cadenas, grillos, etc. Hipas. Dije de azabache o coral, en figura de puño, que ponen a los niños, con la idea supersticiosa de librarlos del mal de ojo. II Burla o desprecio. II Dar higas. Despreciar una cosa, burlarse de ella. Hija de I os cristales. Alusión a la diosa Venus. Hijas blancas de sus conchas bellas. Las perlas. Comentario de S. CoroHijo ardiente del céfiro lascivo. nel: «Los mejores caballos de España son los de Córdoba, ciudad en el AndalucÃa, cuya ligereza dió motivo a los antiguos para que presumiesen que las yeguas concebÃan del viento favonio. , Hijos trémulos de Leda. Los fuegos de Cástor y Pólux. Los poetas los han querido ver en el llamado fuego de Santelmo. Hijuelo. El de Venus: Cupido o el Amor. Himeneo. Dios del matrimonio o que presidÃa a las bodas. Unos quieren que fuera hijo de Apolo y de una musa, y otros de Afrodita y Dionisios Lo representaban en figura de un joven de extraordinaria belleza, con una antorcha en la mano, y coronado de rosas. Hircano-a. Perteneciente a Hircania, comarca de la antigua Persia, al S. y S. E. del mar Caspio, que se llamaba también mar Hircanio. Era célebre el pais por sus tigres y por la rudeza salvaje de sus habitantes.
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Hombre de armas.
das piezas.
Jinete que iba a la guerra armado de to-
,
Hombre de placer. Gentilhombre de placer: bufón. Homenajes. Por torres. Torre del homenaje: la dominante y más fuerte, en la que el castellano o gobernador hacÃa juramento de guardar fidelidad y d, fender la fortaleza con valor. Honesto-a. Recatado, pudoroso. Honor. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones mismas del que la granjea. }¡ Obsequio, aplauso o celebridad de una cosa. Honorar. Honrar. Honra. Por honor. Dignidad cargo o empleo. Hoy. Desde este dÃa. Huello. Sitio o terreno que se pisa. 11 Hablando de los caballos, acción de pisar. Humilde. Que carece de nobleza. Humor. Cualquiera de los lÃquidos del cuerpo del animal. Hurtalle. Hurtarle. Huso. Instrumento manual, generalmente de madera, de figura redondeada, más largo que grueso, que va adelgazandose desde el medio hacia las dos puntas, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado.
Improvisa. Por improvisamente. De repente, sin prevención, ni previsión. Inca. Rey, prÃncipe o varón de estirpe regia, entre 10b peruanos. Incentivo-a. Que mueve a de3ear o hacer una cosa. Incierto-a Inconstante, no seguro, no fijo. Incitar. Mover o estimular a uno para que ejecute una cosa. Inclemencia. Rigor de la estación, especialmente en el invierno. Inconsiderado-a. Inadvertido, que no conlidera ni reflexio-
na.
Indo. Rio del Asia meridional, en el Tibet, que se arroja en el mar de Omán. Industria. Maña y destreza o artificio. Infestar. Causar daños y estragos con hostilidades y correrÃas. Infinito-a. Muy numeroso y grande. Ingeniosa. Por irgeniosamente. Insidia. Acechanza. Insidioso-a. Que arma acechanzas. Insignia de Avis. De la orden militar y religiosa fundada en Coimbra en el s. XII por varios caballeros que se asociaron para pelear contra los sarracenos, con el titulo de Nueva Mil¿cin. Y se distinguÃan por una cruz verde flordelisada y dos aves negras al pie. Usaban el hábito del CÃster. Insulto. Acometimiento o asalto repentino y violento. Intempestiva. Por intempestivamente. intonso-a. Que no tiene cortado el pelo. Inundar. Llenar un pais de gentes extrañas o de otras
Ibero. El Ebro. Hijo de Dédalo, a quien, con su padre, retuvo pri• sionero en Creta el rey Minos. Fugáronse juntos del Laberin• to, valiéndose al intento de alas de plumas y de cera. Dédalo consiguió llegar a Catnicos, en Sicilia, residencia del rey Cocalos; pero Icaro, indócil a los consejos de su padre, voló a tal altura en los espacios celestes, que sus alas se derritieron al calor de los rayos solares y cayó al mar Egeo, en una isla llamada Duliquia, y después, por Icaro, 'caria. Ida. Nombre de dos cadenas de montañas, una en Misia Menor) y otra en Creta. Idolatrar. Amar excesivamente a una persona o cosa. Iluminar. Dar color a las figuras, letras, etc. Ilustri cavaglier. Ilustres caballeros. Impedir. Suspender, embargar. Implicante. De implicar. Envolver, enredar. Importuno-a. Molesto, enfadoso.
!caro.
cosas.
Ira del bello robo de la deidad estigia. El rapto de Proser pina, por Plutón. La hija de Ceres habÃa de volver con su madre, por gracia de Júpiter, siempre que en los Intiernos no se hubiera alimentado. Mas no pudo salir del antro, porque habÃa comido unos granos de granada. Y como Ascálafo, que esto vió, si no inventó, lo delatara, fué vÃctima de la venganz de Proserpina, que convirtió al hijo de Aquerón en buheo
(V. Ascálnfo, Ceses y Plutón.) Iris. Ninfa mensajera de Juno, que la transformó en arco de luz y la colocó en el cielo. Su oficio era librar de las cadenas del cuerpo las almas de las mujeres, como lo hizo con Dido. Istmo que divide el Océano. El.cle Panamá.
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Jaez. Cualquier adorno que se pone a las caballerÃas. lavo-a, Javanés-a. De la isla de Java, perteneciente a la Ma-
lasia, en el archipiélago de la Sonda, fértil y rica, frontera al Quersoneso áureo Jeme. Distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del Ãndice, separado el uno del otro todo lo posible. Sirve de medida. Jerarqula. Orden entre los diversos coros de los ángeles. Jerónimo. DÃcese del religioso de la orden de San Jerónimo. Joannes me fecit. ‹Juan me hizo›: inscripción de algunas espadas. lonas. Uno de los doce profetas menores, que fué devuelto milagrosamente a la vida, después de haber pasado tres dÃas en el vientre de una ballena. Jonio-a. Jónico-a. Natural de Jonia, provincia del Peloponeso. Juanelo. Relojero de Cremona, al servicio de Carlos V y de Felipe II, que edificó cerca del puente de Alcántara, en Toledo, a orillas del Tajo, un artificio para elevar las aguas del rÃo. Judá. Uno de los doce hijos de Jacob. Jumentud. ¿Bestialidad? Juno. Divinidad femenina. Es la griega l'era, (dueña o señora', hija de Cronos (Saturno) y de Rhea, y esposa de Zeus. Cuidaron de su crianza Océano y Tetis. En el Climpo era reina de los dioses, como esposa del supremo dios. EjercÃa do_ minio en los fenómenos celestes, producÃa el trueno en las alturas del éter, desencadenaba los vientos, mandaba en los astros. Es la diosa del matrimonio y de los nacimientos. Representaba a la naturaleza femenina; y asà como cada hombre tenÃa su Genio, cada mujer tenia su Juno, a la que honraban con sacriticios. Los griegos la adoraban en las cimas de las montañas, en los lugares más próximos al cielo. Cerca de Argos le erigieron un soberbio templo. Se la representaba en figura de una mujer de continente majestuoso, de edad madura, con hermosa frente, ojos grandes y una expresión serena y grave, sentada en trono de oro; la cabeza tocada con una diadema, y un velo detrás , como esposa de Zeus. También aparece en un carro tirado de pavos reales, y con una de estas aves a su lado. Su atributo por excelencia es el pavo real, que simboliza, con su brillante plumaje, el cielo estrellado
Tonante. Zeus, hijo de Saturno y de Cibeles. Titán, el mayor, cedió a BU hermano Saturno el imperio del Universo, bajo condición de que no habÃa de criar ningún hijo varón; y asÃ, devoraba a todos los niños que su mujer daba a luz. En cierta ocasión tuvo Cibeles unos mellizos y sólo enseñó a su marido la niña. El varón, que fué Júpiter, se crió en el monte Ida, de Creta, con la leche de la cabra Amaltea, al cuidado de dos ninfas llamadas Melisas. Titán, que lo supo, muy ofendida del engaño, declaró la guerra a su hermano Saturno, a quien venció y prendió. Pero cuando Júpiter llegó a ser hombre libertó a su padre, y venció a su vez y exterminó a Titán, y a los demás Titanes, hijos de éste. El Destino habÃa predicho a Saturno que su hijo le quitarÃa el reino del Olimpo. AsÃ, que Saturno lo persiguió; pero fué vencido por Júpiter que desterró a su padre del Olimpo. Saturno entonces se refugió en la parte de Italia donde después se asentó Roma, que se llamó Latium, derivado de latere, que significa estar escondido. Júpiter repartió con sus hermanos el imperio del Universo: dió el de las aguas a Neptuno, el de los infiernos a Plutón y se apropió el del Cielo u Olimpo. Mas, en tanto, la Tierra, mujer de Titán, furiosa contra Júpiter, que habÃa exterminado a sus hijos los Titanes, crió los gigantes, hombres tremendos en estatura y fuerza. Fueron los principales, entre é. tos: Encelado, Briareo o Egeón y Giges. Colocaron montañas para escalar el Cielo; pero, habiendo sido rechazados por Júpiter con sus armas, que so a los rayos y las centellas, quedaron sepultados debajo de las mismas montañas que habÃan amontonado. Encelado, que era el más po deroso, qnedó bajo el Etna; y en Sicilia, cuando habÃa temblor de tierra, decÃan que provenÃa de los esfuerzos del gigante por librarse del peso que lo oprimÃa. Júpiter premió a la cabra Amaltea, transformándola en estrella, y a las ninfas, dándoles un cuerno de Arnaltea, con la virtud de conceder cuanto se le pedÃa; o sea el famoso cuerno de la abundancia, que satisfacÃa todos los deseos. y las más ilusorias de las ambiciones. Valiéndose de un águila, o convertido en ella, trasladó a Ganimedes, prÃncipe troyano, al Cielo para que le sir • viese el néctar. Era mirado como el padre de los dioses. Le estaba consagrada la encina. Lo pintan en un trono con cetro y un puñado de rayos en las manos, y acompañado del águila. Le llaman Júpiter Amon y OlÃmpico, por habitar en la cumbre del Olimpo. (V. Capitolio y Olimpo.) Juro. Derecho perpetuo de propiedad.
Júpiter
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L
Laberinto. Lugar artificiosamente formado de calles, encrucijadas y plazuelas, para que, confundiéndose el que está dentro, no pueda acertar con la salida. Labrado-a. Aplicase a las telas o géneros que tienen alguna labor, en contraposición de los lisos. Lacrimoso-a. Que mueve a lágrimas. Ladronicio. Latrocinio. Hurto o costumbre de hurtar. Lagarto carmesÃ. En sentido figurado y familiar, la insignia de la Orden de Santiago, fundada en el Mi, en el reino de León, para defender de los ataques de los musulmanes a los peregrinos que visitaban el sepulcro de Santiago en Galicia, y para guardar las fronteras de Extremadura. En el 1170, el monarca de Castilla Alfonso VIII cedió a los caballeros de Santiago la ciudad de Cáceres. Fué orden de gloriosa historia. El traje de ceremonia de los santiaguis tes era y es una capa blanca, con cruz roja en forma de espada, haciendo flor de lis en la empuñadura y en los brazos. Lagrimoso-a. Lacrimoso-a. Qué mueve a lágrimas. Lain Calvo. Uno de las jueces que se dieron los castellanos cuando se hicieron del Rey Ordoño de León, en el s. X. Fué tercer abuelo del Cid Campeador. Laja. Del comentario de S. Coronel: •Vistosa laja llama al cordón de seda en que iba atado. Laja viene, a mi parecer, de la voz latina fayns-a-unt, que significa holgado y flojo.... Lambicar. Alambicar. Destilar. Lamina. Por losa sepulcral. Laquesis. Una de las tres Parcas, que hilaba el hilo de la vida. Largo-a. Copioso, abundante, excesivo. Latón breve. PerÃfrasis de alfiler. Latón segundo. PerÃfrasis de cascabel: el que llevaba el sacre. Laurel. Corona, triunfo, premio. Lauro. Laurel. II Gloria, alabanza, triunfo. Lazo. Unión, vÃnculo, obligación. Leandro. Joven griego, de Abidos, el cual se ahogó en el Helesponto (los Dardanelos), al cruzarlo a nado, en busca de Hero, su amante, sacerdotisa de Venus. Leda. Hija de Testios, Rey de Etolia, y esposa de TÃndaro, Rey de Esparta, de quien tuvo tres hijas: Timandra, Clitemnestra y Filonea. Fué amada por Júpiter, que se unió a ella metamorfoseándose en cisne: y de esta unión nació Ele-
— 307 — na. Euripides y Herodoto refieren que Leda puso dos huevos, saliendo Elena de uno de ellos y del otro, Cástor y Pólux. Con arreglo a otra versión, Leda tuvo dos parejas de gemelos; y Cástor fué hijo de Zeus, y Pólux, de Tin daro. Presentan a Leda convertida en ánade al unirse con el cisne celeste. El huevo de oro que en la mitologÃa india flota sobre las aguas, es el Sol naciente. En el origen de las cosas, Leda personifica a la Noche de negras alas, que, después de ser fecundada por el Viento, puso un huevo, del que nació Heros, dios de la luz y de la vida, que respland-ce con alas de oro. Ledo, como Leta, es, pues, una personificación de la noche, que se une al Cielo, y de cuya unión nacen los dos astros que alumbran al mundo; conviniendo este mito con el carácter luminoso de Cástor y Pólux. Ledo-a Alegre, contento, plácido. Lengua de fuego. Cada una de las llamas en figura de lengua que bajaron sobre las cabezas de los apóstoles en el dÃa de Pentecostés. Lego. Embarcación de vela y remo, semejante a las galeotes, que durante la Edad Media se usó mucho, particular mente en el Mediterráneo. II Nave, embarcación. Leño griego. El caballo troyano. Leños segundos. Los que surcaron el Mar del Sur o PacÃfico después que fué descubierto por Balboa. León fiero. La imagen de Cristo crucificado, significado por el león en las sagradas letras. Leones (El Cuarto de los) o Harén, en la Alhambra. Parece que es donde los reyes moraban en invierno. El centro de este cuarto, maravillosa creación del arte hispano-musulmán, es el patio, que mide 28'..0 m. por 15'70, con 124 columnas. Los arcos son primorosamente decorativos: en el capitel de cada columna gravita un machón de ladrillos, que, con la columna, forman los apoyos sobre que descansan los tallados aleros. Los templetes son t legantisimos, de delicada y fina traza. En SU centro está la conocida fuente, apoyándose sobre los leones, que parecen puestos en acecho, y cuya fiereza se detiene por la veneración que profesan al Califa. Lestrigón. Individuo de alguna de las tribus de antropófagos que, según las historias y poemas mitológicos, habitaban en Sicilia y en Campania. Leteo o rÃo del Olvido. Uno de los cuatro del Infierno, cuyas ondas eran negras. Sus aguas, que tenÃan que beber las almas. o sea las sombras de los muertos, tenÃan la virtud de
— 309 — — 308 — borrar para siempre y de pronto la memoria de los acontecitalentos pasados. Letra. Letrero. Letrado. Abogado; perito en derecho. Levantado-a. Elevado. Levantar. Tratándose de los ojos, la mirada, la punterÃa, etc., dirigirlos hacia arriba. Leve. Ligero, de p0C0 peso. Liberal. Que obra con generosidad, con desprendimiento' Liberalmente. Con liberalidad: generosidad, desprendimiento. Libertad. Licencia u osadÃa familiar. Libia. Gran desierto al N. E. de Africa, prolongación del Sahara. Libico-a. Perteneciente a la Libia. Librar. Dar o expedir. Librea. Vestido uniforme que sacaban las cuadrillas de caballeros en los festejos públicos. Libro sagrado. Cada uno de los de la Sagrada Escritura, recibidos por la Iglesia. Licor sagrado. El néctar de los dioses. Lienzo de Flandes. Tapiz flamenco. Lieo. Uno de los nombres de Baco. Ligar. Atar. Ligereza. Presteza, agilidad. Ligero-a. Que pesa poco. ¡I Agil, veloz, pronto. Fácilmente. Ligurino-a. Perteneciente a Liguria , pais de Italia antigua entre los rÃos Varo y Macra, que por un lado tenÃa el Apenino, y por el otro, que confinaba con la Toscana, tenÃa al Pado• La principal ciudad de esta región era Génova. Lilibeo. Uno de los tres promontorios de la isla de Trinaeria. Libo. Lirio, Limar. Pulir una obra. Limpio-a. Aplicase a las personas o familias que no tienen mezcla ni raza de moros, judÃos, herejes o penitenciados. Lino. Tela hecha de lino. Lira. Ins rumento músico pequeño usado por los antiguos, compuesto de varias cuerdas tensas, en un marco, que se pulsaban con ambas manos. La inventó Mercurio, el cual la regaló o Apolo, en cambio del caduceo, la vara con dos alas en la punta y rodeada de dos serpientes. Parece que, paseando Mercurio por las orillas del Nilo, encontró una tortuga que habÃa quedado en seco sobre la arena, en pos de un desbordamiento del rÃo. El Sol habÃa desecado ya la parte carnosa del quelonio, de modo que el carapacho sólo contenia sus tendones y card:lagos. Los sonidos que hizo producir a esos tendones, pellizcándolos con los dedos, inspiraron a Mercurio la. idea de la lira, en forma de escama de tortuga, sirviéndole de cuerdas tres tendones desecados. Y, en efecto, la lira antigua se componÃa de un cuerpo sonoro, formado de una simple escama de tortuga, terminada por dos ramas en forma de brazo y reunidas en la parte superior por un travesaño, al cual estaban fijas las cuerdas. Lis. Lirio. Lisonja. Alabanza afectada para ganar la voluntad de una persona.11 Por adorno. Lisonjear. Adular. Lisonjero-a. Que agrada y deleita.11 Que lisonjea y adula. Litigante. Que litiga o pleitea. Lodos con perejil y yerba buena. Comentario de Coronel: «en la corte, respecto de la estrech eza de la vivienda y la poca comodidad de las casas, no acostumbran tener en ellas albañales o necesarias donde verter las inmundicias, y- asà las arrojan en las calles., Lonja. La Casa Lonja, en la plaza del mismo nombre, en Sevilla, mandada const ruir por Felipe II, efecto del incremento del comercio con ultramar y por las representaciones del Arzobispo D. Cristóbal de Roja sy Sandoval, a causa de los escándalos que los mercaderes promovÃan en las gradas de la catedral, donde hacÃan sus tratos. El edificio, de estilo grecoromano, empezó a levantarse, con arreglo a los planos de Juan de Berrera, y quedó terminado en 1598. Carlos III destinó su planta alta, a Archivo general de Indias, que allà continúa. Lorenzo (San) el Real del Escorial. Monasterio famoso, fundado por Felipe II, en el Escorial, a siete leguas, al N. O., de Madrid, en recuerdo de la batalla de S. QuintÃn, librada el dÃa de S. Lorenzo del 1557, en la que venció el Duque de Saboya al Condestable de Montmorency, apoderándose de la plaza fuerte, en la frontera de los Paises Bajos. El gran edi• ficio semeja en su totalidad, y en conmemoración del martirio de S. Lorenzo , una parrilla cuyo mango lo forma la habitación real, y los pies, las cuatro torres de los extremos. Toda la fábrica, inclusas las nueve torres que la ennoblecen y adornan, es de piedra berroqueña o grani to, y está revestida, en la parte superior, de pizarra azul o planchas de plo-
— 810 — mo. El gusto y formas arquitectónicas de todo el edificio son puramente grecorromanos, y el orden a que se sujeta, el dórico, como más adecuado por su severidad. Todo es grandioso en este monumento de la fe y del poderÃo, museo de las artes y archivo de la sabidurÃa La octava maravilla fué edificada en 22 años, desde el 1563, por los arquitectos Juan de Toledo, Juan de Herrera y Francisco de Mora, con arreglo al plan trazado por el mismo Rey. Lozano-a. Que tiene lozanÃa: en los hombres y animales, viveza nacida de su vigor y robustez. Lúbrico-a. Resbaladizo. Lucero. Cada uno de los ojos de la cara. Lucrecia. Dama romana que se mató de desesperación al verse ultrajada por un hijo de Tarquino el Soberbio; acontecimiento que ocasionó el establecimiento de la República en Roma (510 a. de J. C.) Se ha recordado y recuerda el nombre de Lucrecia como expresión de mujer orgullosa y virtuosa que prefiere la muerte a la deshonra. Luego. Prontamente, sin dilación. Lugar. Población pequeña, menor que villa y mayor que aldea. Luna mora. Alusión a la media luna, insignia de los turcos mahometanos. Lunado-a. Que tiene figura de media luna. Luz. Modelo, persona o cosa capaz de ilustrar y guiar.
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Madre. Aquello en que figuradamente concurren circunstancias propias de la maternidad. Madre de los amores. Alusión a la diosa Venus. Madrigal. Composición poética, breve por lo común, en que se expresa con ligereza y galanura un afecto o pensamiento delicado. Madurar. Poner en su debido punto con la meditación una idea, un proyecto, un designio, etc. Maestre. Superior de cualquiera de las Ordenes militares. Majestades. Los tres o cuatro jueces de cada tribunal de
la ChancillerÃa: los Oidores y Alcaldes; puesto que administraban justicia por delegación real, eran realmente majestades, representantes de la majestad real. ¡Mal hayal Exclamación imprecatoria: ¡mal haya el diablo! Malaco. De la penÃnsula de Malaca o malaya, o de la ciudad de Malaca, en la misma penÃnsula, de I ndodina, al S. del continente asiático, entre el Mar de la China y el de las Indias. Es el Quersoneso de oro de los antiguos. Malograr. No llegar una persona o cosa a su natural desarrollo o perfeccionamiento. Maná blanco. La EucaristÃa.
Mancebo bicorne. (V. Baco).
Mancilla. Mancha, desdoro.
Manchado-a. Que tiene manchas. Mancha. Parte de una cosa con distinto color del general o dominante en ella. Manjares que el veneno y el apetito ignoran. .Prosigue la comida, y dice don Luis que sirvieron a los convidados manjares que no conoció el veneno, ni la gula; quiere decir manjares que guisó la rústica y segura llaneza y no el peligroso y desenfrenado apetito de los cortesanos. (S. C.) Mano. Tener uno a otro de su mano. Tenerle propicio. 1¡ Echar mano a una persona o cosa. Asirla, cogerla, prenderla. Manzanares. RÃo que pasa por Madrid y desagua en el Ja•
LL
Llave.
Cosa que sirve de resguardo o defensa a otra u
otras.
Llave dorada. La que usan los gentileshombres con ejercicio o con entrada. Llave dura. La losa sepulcral. Llave maestra. La que está hecha en tal disposición que abre y cierra todas las cerraduras de una casa. Llave una y otra de Alcides. Las dos columnas de Hércules, en el estrecho de Gibraltar. Llover. Venir, caer sobre uno con abundancia una cosa.
rama.
Mar del alba.
El de Oriente o el PacÃfico, por OceanÃa.
Mar del Sur. El Pacifico, descubierto por Vasco Núñez de Balboa, jerezano, que en el 1513 atravesó el istmo de Pana• ina y descubrió el Océano del Sur, posesionándose de él en
M
Maclas el Enamorado. Poeta castellano, muerto hacia el 1434, famoso por sus aventuras amorosas, relatadas en Ei
Doncel de Don Enrique el Doliente, de Larra.
nombre del Rey de España. Por ello se le nombró Adelantado del Mar del Sur. Mar nuevo. El mismo del Sur o PacÃfico. Mar que la tierra dejó hecho estanque. El Mediterráneo. Mar siciliano. El Tirreno.
— 312. — Marafidn. Otro nombre del Amazonas, inmenso rÃo de la América Meridional, que corre de los Andes al Atlántico. Maravedi. Moneda espafigla, efectiva unas veces y otras imaginaria, que ha tenido diferentes valores y calificativos. II de plata. Moneda anterior a los Reyes Católicos, cuyo valor era la tercera parte de un real de plata antiguo, o sea 20 céntimos de peseta próximamente. 11 de oro. Moneda de ley de 16 quilates de oro que D. Alfonso el Sabio tasó en seis maravedÃs de plata. 11 cobreño. Moneda antigua que valÃa dos blancas.11 vieja. Moneda de ve lón que corrió en Castilla desde el tiempo de Fernando IV hasta el de los Reyes Católicos, y valÃa. la tercera parte de un real de plata. Maravilla. Admiración: cosa admirable. Maravilla. Planta herbácea, de las compuestas, con flores circulares y de color anaranjado. I¡ Especie de enredadera, originaria de América, que tiene la tlor azul, con listas purpúreas. Marbella. Ciudad de la provincia de Málaga, en la costa. Marchitar. Enflaquecer, debilitar, quitar el vigor, la robustez, la hermosura. Marear. Poner en movimiento una embarcación; gobernarla o dirigirla. Marfil. Elefante. Que ardÃa en él toda una en. Mariposa en cenizas desatada. cina, y se deshacÃa en cenizas, siendo mariposa de sus llamas.» (S. C.). Marlota. Vestidura morisca, a modo de sayo vaquero, con que se ciñe y ajusta el cuerpo. Marmolejo. Villa de la provincia de Jaén. Marte. Genio o dios de la guerra, hijo de Júpiter y de Juno. Viene al mundo en los espacios celestiales y participa del natural violento de Juno. La 'liada nos presenta a Marte como un guerrero de estatura colosal, de gran fuerza fÃsica, impetuoso, armado de lanza, el escudo de cuero, y la cabeza cubierta con un casco brillante. De ordinario combate a pie, pero a veces monta en el carru de guerra tirado por cuatro caballos furiosos. Asà también lo representan con un lobo delante, que lleva una oveja, porque este animal le con. sagraron los gentiles. En loe combates, el dios parece poseido de una rabiosa locura belicosa, pues, con los ojos extraviados, la voz ronca y el ademán altivo, ataca ciego de furor a sus enemigos, destroza las murallas más recias y aniquila las máquinas de guerra mejor construidas. No respeta las leyes y es indiferente a la justicia. A pesar de su fuerza, Mar-
— 313 — te no es invencible, habiendo sido humillado en distintas ocasiones por Minerva, la más pura representación del valor sereno y reflexivo. En los combates entre Hércules y Marte, aquel vence siempre, protegido por Atenea. Martin (San). Nacido en la Panonia, hacia el aflo 316, de padres nobles y gentiles. Cuando sólo tenÃa diez afros, se fué contra la voluntad de sus padres a la iglesia y se hizo catecúmeno; y después soldado, por fucrza, en el ejército del Emperador Constancio. Por aquel entonces partió con su espa,"'a su capa, o clámide para dar la mitad a un pobre, y Jesucristo te le apareció en la noche siguiente, cubriéndose con ella. Habiéndose despedid o de la milicia, se hizo discÃpulo de San Hilarlo, obispo de Poitiers, deseando ser guiado a la perfección. Ordenado de exorcista, partió para su patria, y allà convirtió a su madre. Como supiera que S. Hilarlo habÃa sido desterrado a Italia fué en su seguimiento; y cerca de Milán edificó un monasterio, donde con otros hizo vida ertmÃtica. Después fundó otro monasterio junto aPoitiers. Esparcida la fama de su santidad y milagros, fué electo Obispo de Tours, brillando como vigilan tÃsimo pastor. Entre los milagros realizados por intercesión de S. MartÃn se cuenta el de re.mcitar a tres muertos. Murió el 11 de noviembre del 402. Mártir mayor de los españoles. Alusión a San Lorenzo, arcediano de la Iglesia de Roma, o mejor, pritner diácono, cargo en que sustituyó al Papa Sixto If. Sin duda fué espariol. pareciendo lo más cierto que nació en Huesca, siendo sus padres Orencio y Paciencia. Algunos han defendido que vino al mundo en Córdoba. En tiempo del Emperador Valeriano, hacia el ario 260, murió quemado vivo sobre unas parrillas, después de haber sufrido otros atroces tormentos. El martirologio romano pone su martirio a 10 de agosto. En Esparta ea muy honrado San Lorenzo, y, además de las catedrales que tiene dedicadas en Huesca y Burgos, el Rey Felipe II levantó en su honor el real monasterio del Escorial. Matar. Extinguir, aniquilar. Matasiete. EspadachÃn, fanfarrón. Matizar. Juntar, casar, con h^rmosa proporción, diversos colores, de suerte que sean agradables a la vista. Matusalén. Nombre de un patriarca hebreo que alcanzó edad longeva; y se aplica al que vive o ha vivido más años que lo común. Mauritania. Antigua comarca del Africa del N., que comprendÃa Túnez, Argelia y Marruecos. Media luna. Los cuernos.
— R14 — Médico del Corte. O de la antigua lorcira, una de las islas jonias. Parece que el poeta quiso referirse al médico de Cos, ciudad de la isla del mismo nombre, del archipiélago de las Espóradas, en la costa S. O. d el Asia Menor, próxima a la penÃnsula de Ilalicarnaso, famosa, entre otras cosas, por su templo de Esculapio y ser patria de Ilipócrates. Este célebre médico nació en Cos el 458 ó 460 a. de J. C. Murió de edad muy avanzada. Se le cita con el nombre de hijo de Ãselepiadas. Su familia se preciaba de descender de Asclepio, por otro nombre Esculapio. Probablemente ejerció su arte de ciudad en ciudad, durante largos años. Se restituyó a Cos en su ancianidad, y fundó una escuela de médicos cuya fama duró mucho. Se cuenta que evacuaba sus consultas a la sombra de un plátano gigantesco, cuyas ramas estaban sostenidas por columnas de mármol. Escribió verdaderos tratados de FilosofÃa sobre materias relativas a la Medicina. Su libro De los aires, aguas y lugares es de mérito insuperable. Su estilo llega a la más elevada elocuencia y poesÃa en los tratados de los deberes del médico, a quien compara con un dios. La fórmula del juramento que redactó es de tono muy elevado, con la majestad de un himno religioso. •Hay además en sus obras una parte del todo humana, que contribuye asà mismo a la gloria de este incomparable ingenio: hay el filósofo, el moralista, el primer hombre que redactó en una forma imperecedera los axiomas de la verdad eterna.... Melión. Natural de Meliona. Meliona. Dice Pellicer en las Lecciones: •Hoy en Orán están los campos de Meliona, a que llaman el corral de Meliona, los cuales habitaban estos moros tenidos por caballeros principales entre ellos.. Melionós-a. Perteneciente a Meliona. Memoria. Recuerdo. Memorias. Dos o más anillos que se traen y ponen en el (ledo con el objeto de que sirvan de recuerdo y aviso para la ejecución de una cosa, soltando uno de ellos para que cuelgue del dedo. Menina. Señora de corta edad que entraba a servir a la Reina o a las Infantas niñas. Mentir. Fingir, mudar una cosa, haciendo que por las señas exteriores parezca otra. Menudo. Vientre, manos y sangre de las reses que se matan. En las aves, pescuezo, alones, pies, intestinos, higadillo, molleja, madrecilla, etc. Mercadante. Mercader.
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Merced. Tratamiento o titulo de cortesÃa que se usa con aquellos que no tienen tÃtulo o grado por donde les toquen otros tratamientos superiores. Mermelado. Por dulce y suave. Metal de que Marte o el guerrero se viste. El hierro. Métrico-a. Perteneciente al metro o medida del verso. Metrópoli. Ciudad principal, cabeza de provincia o reino. Mezquita. Edificio en que los mahometanos practican las ceremonias religiosas de su secta. Midas. Hijo de Gordio y Rey de Frigia, afamado por sus cuantiosas riquezas No obstante, era muy ambicioso y le acometió el loco afán de convertir en oro cuanto tocara, virtud que le otorgó el dios Baco. Mas al ver Midas que hasta los alimentos se trocaban en oro en sus manos, imploró del dios que le privara de la singularÃsima gracia. Entonces Baco ordenó a Midas que fuese al nacimiento del rÃo Pactolo, y que allà se bañara. Midas se salvó, y desde entonces las aguas del Pactolo arrastraban oro. La fábula pinta a Midas con orejas de asno, porque, en la rivalidad entre Marsias y Apolo, se manifestó a favor de Marsias; y entonces Apolo castigó a Midas, cambiándole sus orejas por las de un asno. Avergonzado Midas, procuró ocultar las nuevas bajo un gorro frigio. No obstante su cuidado, un esclavo negro sorprendió el secreto. Y aunque Midas le impuso silencio bajo amenaza de muerte, el esclavo, atormentado por la comezón de revelarlo, y no queriendo comunicarlo a alma viviente, abrió un agujero en la tierra y por él gritó: •El Rey Midas tiene orejas de burro.• Y luego lo tapó. Pero aconteció que, al instante, allà mismo creció un cañaveral, que repetÃa, al ser mecido por el viento, las palabras del esclavo; por donde el secreto de las orejas de Midas fué bien pronto el secreto a vo• ces. Milagro. Cualquier suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa. Milagroso-a. Maravilloso, asombroso, pasmoso. Mimbre. Por cesta. Minerva. Por otro nombre, Palas, diosa de la sabidurÃa, de la guerra y de las artes, hija de Júpiter, de cuyo cerebro salió armada de punta en blanco a un golpe que este dios hizo que Vulcano le diese en la cabeza. Disputó con Neptuno sobre poner nombre a la ciudad fabricada por Cécrope, el cual honor habÃa de conseguir aquel de los dos que produjese mejor cosa. Ella con su lanza hizo salir de la tierra un olivo florido, y Neptuno con un golpe de su tridente, hizo nacer
— 316 -un caballo, que algunos juzgan fué el Pegaso. Los dioses de • cidieron a favor de Minerva, porque el olivo es el sÃmbolo de la paz, y asà ella llamó aq uella ciudad Atenas, nombre que los griegos daban a esta diosa. Se la representaba en pie sobre un pedestal o sobre una columna, a veces bastante elevada, con las piernas aprilionadas, como dentro de una vaina, por los pliegues del quitón dórico o jónico (traje interior de lcs griegos, llevado sobre la piel, y que a menudo servÃa de única prenda de vestir); cubierta la cabeza con el casco corintio o con el polos calazos (especie de gorra en forma de cesto); sosteniendo el escudo en alio, por el antebrazo izquierdo; amparándose el pecho con la égida o piel de la cabra Amaltea, adornada de la cabi za de Medusa; man' eniendo con el brazo derecho levantada la lanza oblicuamente, y colgándole las dos puntas del peplo simétricamente de los brazos. A su lado se ve un mochuelo y diversos instrumentos de matemáticas. Ministrar. Dar, suministrar a uno una cosa. Mirar. Pensar, juzgar. Miserable. Desdichado, infeliz. II Abatido, sin valor ni fuerza. Miserablemente. De.graciada y lastimosamente; con desdicha o infelicidad. Mlsero-a. Miserable. Mochil. Villa de la provincia de Granada, a orillas del rÃo Mocl I n. Mochila. Cierto género de caparazón que en la jineta se lleva esco`ado de los dos arzones. Mochilero. El que servÃa en el ejército, llevando las mochila.. Mohatra. Venta fingida que se hace fraudulentamente. MonerÃa. Monada: halago, zalamerÃa. Monstruo. Cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier lÃnea. Montaraz. Que anda o está lucho a andar por los montes o se ha criado en ellos. Montera. Prenda para abrigo de la. cabeza, por lo común de forma cónica, que generalmente se hace en paño, con que se puede cubrir también las orejas. Montarla virginal. Las vÃrgenes cazadoras, ninfas que acomi &fiaban a Diana. Montero. Persona que busca y persigue la caza en el monte, o la ojea hacia el sitio en que la esperan para tirarla. — 317 —
Morder. Gastar insensiblemente o poco a poco, quitando o desfalcando partes muy pequeñas, como hace la lima. Morfeo. Hijo de la Noche, dios del sueño. Se le da, por atributo la adormidera, y lo pintan con alas de mariposa para significar lo suavemente que llega. Morir. Padecer o sentir violentamente algún afecto, pasión u otra cosa. Mortal. Excesivo en su lÃnea , mucho mayor de lo regular. Mortal fiera.
1354 — Yugo. Ley y dominio superior que sujeta y obliga a obedecer.
Zafiro celestial. La bóveda del firmamento. Zaida. Nombre de una dama berberisca. Zambra. Fiesta que usaban los moriscos con bulla, regocijo y baile. Zegrles. Gente de alcurnia, gala de la corte musulmana granadina. Se decÃan descendientes de los Califas de Córdoba. Rivales irreconciliables de los Abencerrajes, se cuenta que buscaron la ruina de estos caballeros infundiendo en el ánimo de Boabdil la sospecha de que habÃan mancillado au honor. La leyenda ha pintado con sombrÃas tintas las dramáticas luchas entre Zegries y Abencerrajes. (V. Bencerrajes.) Zona abrasada. La ecuatorial o tropical. Zona más vecina al Sol. La tórrida•
LÃMINAS
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Portada. Retrato, en el óvalo, del busto de Góngora, atribuido a Antonio Herrera. I. . .—Uno de los retratos de Góngora, atribuido a Velázquez, el que perteneció a Pavón. (Versos de Rubén DarÃo). . . I II .—Góngora en el 1Poema de Córdoba», de J. Romero de Torres. (Versos de A. Urrutia). 17 . .—Plazuela de las Bulas, donde Cióngora jugaba, cuando muchacho.(Versos de Góngora). 81 IV. .—Partida de bautismo y firmas diferentes de Góngora, sacadas de escrituras. . . . . 97 V. . —El Guadalquivir, aguas abajo del puente romano, y muralla y torres de Córdoba, por la alameda del Corregidor.(Ver-sos de Góngora) . . . . 145 VI. .—Capilla de S. Bartolome, de la Mezquita-catedral, que fué del patronato de la casa de
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Góngora, y losa sepulcral de D. Luis. (Versos de F. Arévalo: «Tente, hidalgo, caballero...» Y de D. MartÃn de Angulo y Pulgar: «Y aquà pórfido sella...»). . . . . 161 VII .—Estampa de Polifemo que ilustra la edición de El Polifemo comentada por D. GarcÃa de Salcedo Coronel. Madrid. 1629. (Versos de Góngora) . 193 VIII.—Retrato de Góngora que ilustra las «Lecciones solemnes a las obras de D. Luis de Góngora», por D. J. Pellicer de Salas y Tovar. Madrid. 1630. 209
ÃNDICE
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PROEMIO ADVERTENCIAS DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE I. . . SU ESTAMPA Y SU VIDA. II . . .—OFRENDA DE APOLO III. . .—LA OBRA DEL POETA VERSOS
ORDEN CRONOLÓGICO
IX XV
. .
3 19 27
u
MI
A. — LETRILLAS I . .—Bien puede ser. 11 . ..—Andeme yo caliente . . . III. . .—Cuando pitos, flautas . . . IV.. .—Buena orina y buen color . • V . . .—y digan que yo lo digo. VI. . .—Los dineros del sacristán . • VII . .—Dineros son calidad. . . • VIII. .—elA qué nos convidas, Bras? . IX . .—E1 Pan que veis soberano . , X. . .—Oveja perdida, ven . . . . XI . .—Cierra los ojos y abre la boca. XII .—No son todos ruiseñores . .
53 55 57 58 59 61 63 65 66 68 69 70
Páginas
Páginas
al portal, Mingo, ven. 71 XIV .—Mas que no 72 XV. .—Ellos visten nieve 74 XVI..—Caido se le ha un Clavel . • 75 XVII .—Aprended, flores, en mÃ. . • 77 79 XVIII.—Tenga vergüenza 80 XIX. .—Milagros de corte son . . XX. .—Será lo que Dios quisiere . . 81 XXI .—y ándese la gaita por el lugar. 83 B.—ROMANCES 85 . .—La más bella niña . . 87 II . . .—Hermana Marica III. . .—Amarrado al duro banco • 90 91 IV . .—La desgracia del forzado 93 V .. .—Aquel rayo de la guerra. VI. . .—Entre los sueltos caballos . . 97 VII . .—A Granada. — Ilustre ciudad . 101 famosa ..... 108 VIII. .—Frescos airecillos IX . .—Si sus mercedes me escuchan 112 X . . .—Murmuraban los rocines . . 115 Xl. .—¿Quién es aquel caballero. . 121 XII . .—Era Tisbe una pintura . . • 123 XIII. .—Las flores del romero . . . 125 XIV. .—Del palacio de la primavera. —Esperando están la rosa . 126 XV . — Al Nacimiento de Cristo Nuestro Señor. —¿Quién oyó? . 130 XVI .— Otro al Nacimiento.— Cuantos silbos, cuantas flores . 132 XVII .— Al SantÃsimo Sacramento.— ¡Quién pudiera dar un vuelo 134 C.—DÉCIMAS I. . • .—De la profesión de una monja
XIII. .—Ven
que tenÃa muchos años. — Esa palma es, niña bella . . 136 II . . .—En la muerte de BonamÃ, enano flamenco.—Yace BonamÃ; mejor 137 . .—Contra los médicos.—Doctor barbado, crüel 137 IV. . .— Contra los abogados.—¡Oh tú de los bachilleres . . . 133 V . . .—Medida del tiempo por diversos relojes.—¿Qué importa, ¡oh tiempo tirano! . . . 138 CH.—TERCETOS Mal haya el que en señores idolatra 145 D.—SONETOS I . . .—A Leonora.—Tras la bermeja aurora el Sol dorado. . . 148 II . . Al Sol.—Raya, dorado Sol, orna y colora 149 III. . . —Al Guadalquivir.—Rey de los otros, rÃo caudaloso . . . 149 IV. . .—A Clori.—¿Cuál del Ganges marfil, o cuál de Paro . . 150 V . . .—A MarÃa. —Ilustre y hermosÃsima MarÃa 151 VI. . .—A luan Rufo, de su
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