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viernes, 16 de mayo de 2014

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CAMINANDO CON MARIA

www.caminando-con-maria.org

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

MARIOLOGIA - BIBLIOTECA

DOCUMENTOS EXTERNOS

EL ESTUDIO TEOLÓGICO SOBRE LA VIRGEN MARÍA 

El Estudio Teológico sobre la Virgen María

Por Pbro. y Dr. Juan Gustavo Ruiz

En la doctrina de la Iglesia católica -en su teología, en su culto y en la vida de los fieles-, la Virgen María
ocupa un lugar excepcional: Ella es la mujer asociada íntimamente al
Verbo encarnado; es la Madre de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre,
Redentor y Salvador del género humano. Es también la Madre espiritual de
los hombres y miembro excelentísimo y enteramente singular de la
Iglesia, quien la venera como Madre amantísima con afecto de piedad
filial (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.53).

LA RAZON DE SER DEL ESTUDIO TEOLÓGICO SOBRE MARIÁ

La
justificación de un estudio teológico sobre María, no obstante lo dicho
en el párrafo anterior, no es tan obvia como parece a primera vista si
consideramos que Ella es una criatura humana -aunque privilegiada-,
descendiente de Adán. Hay, evidentemente, razones que lo justifican
plenamente, pero éstas hay que dilucidarlas a la luz de la ciencia
teológica.

LA CIENCIA TEOLÓGICA

Teología
significa, etimológicamente, tratado o estudio acerca de Dios. Pero,
¿qué es Teología como ciencia? Es necesario, pues, adentrarnos un poco
en el ser mismo de la Teología.

a) Cuando el creyente no se
conforma con el simple entendimiento y la sencilla aceptación de las
verdades que conoce por la Revelación, sino que desea comprenderlas con
mayor profundidad y conocerlas relaciones reciprocas de las verdades
sobrenaturales y, de éstas, con las verdades naturales, es entonces
cuando nace la Teología.

Por lo tanto, Teología es el estudio científico de la Revelación divina a la luz de la fe. En
otras palabras, Teología es la ciencia que trata de Dios y su obra de
salvación, y tiene como principios las verdades de la Revelación divina.

El
término Teología se comienza a emplear con Clemente de Alejandría y
Eusebio de Cesárea; posteriormente, Anselmo de Canterbury lo utiliza
diciendo que la Teología es "la fe que busca entender" o con expresión
sinónima “la inteligencia de la fe". Tomás de Aquino, a partir del
concepto aristotélico de ciencia, define la Teología como "ciencia de la
fe". El Concilio Vaticano II enseña que se trata de un conocimiento,
cada vez mayor, de los tesoros insondables de la Palabra de Dios sobre
sí mismo y su mensaje de salvación (cfr. Const. dogm. Dei Verbum, nn.
5-6).

b) El quehacer de la Teología tiene como objeto la
profundización en el mensaje de la Palabra de Dios a los hombres. Ahora
bien, cuando Dios revela, el hombre lo escucha mediante la Fe y, por
ella, se entrega entera y libremente a Él: ofreciendo el homenaje pleno
de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios
revela movido por su gracia (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Dei
Verbum, n.5).

LA TEOLOGÍA Y LA VIRGEN MARÍA

Si
la Teología trata de Dios y su mensaje de salvación, ¿por qué se ocupa
de María? Para responder adecuadamente es útil descartar primero algunas
respuestas insuficientes:

a) No basta decir, simplemente, que la Teología se ocupa de María porque de Ella habla la Sagrada Escritura.

Tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se habla de muchos
personajes: Abraham, Moisés, el rey David, San Pedro y San Pablo, etc.
y, sin embargo, sólo de Cristo hay una Cristología por la sencilla razón
de ser verdadero Dios y verdadero Hombre: sólo Él constituye el centro
del estudio teológico. La razón antes mencionada sobre María, sólo
justificaría una biografía de Ella o, en su caso, de Abraham, o de San
Pedro, etc., pero no una Teología sobre ellos.

b) Tampoco
justificaría un estudio teológico sobre María la consideración de los
"privilegios personales" que Ella ha recibido, si los consideramos sólo
desde el punto de vista de ,"dones personales", que son importantísimos
para Ella, pero lo serían menos para nosotros. Esa razón -los
privilegios- a lo más serviría para hacer una maravillosa hagiografía
(es decir, el estudio descriptivo de la vida de los santos, por las
gracias recibidas de Dios y su correspondencia a ellos), pero no una
Teología mariana.

¿Cuál es, entonces, la razón válida para que la teología se ocupe de María?

La
razón válida proviene de la siguiente consideración. Si la Teología,
como hemos dicho, se ocupa de Dios y su obra de salvación, María entra
de lleno en la Teología, consecuentemente, como objeto de ella -no
podría ser de otra manera- en cuanto que tuvo un papel positivo en la
obra de la salvación; y, éste, por voluntad expresa y positiva de Dios.

En
otras palabras: el fundamento teológico del estudio sobre María radica
en su divina maternidad y, de ella, en la asociación íntima y activa que
tuvo en la realización de los planes divinos, por medio de su único
Hijo, en orden a la salvación de los hombres.

Con razón los
santos Padres estimaron que María no fue un simple instrumento pasivo,
sino que cooperó de manera activa a la salvación humana por medio de su
fe y libre obediencia.

En resumen, la razón última de una teología sobre María radica en el modo como quiso Dios que se llevara a cabo la Redención. Ella
estuvo asociada a su Hijo, el Redentor, de tal manera que juntamente
con El quebrantó la cabeza a la serpiente infernal, obteniendo así un
señalado triunfo.

La respuesta de María al ángel: "He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1,38), nos da la
clave para poder constatar que María está en el corazón mismo del
misterio de Cristo y su Obra; y, sobre todo, no porque Ella se haya
colocado ahí usurpando ese sitio, sino puesta por Dios mismo. De ahí las
palabras suyas "según tu palabra", que son la respuesta a los planes de
Dios. Dios quiere contar con Ella, precisamente, como Madre de su Hijo,
el Redentor, y que Ella misma sea Corredentora. Así lo anunció a
nuestros primeros Padres -Adán y Eva- (cfr. Gén 3 15) luego a los
Profetas (cfr. Is. 7,14).

Al aceptar María su divina maternidad
y formarse Jesús en su seno, no sólo se está formando el Jesús hecho
hombre, Jesús histórico que vivió en Palestina hace dos mil años, sino
también la cabeza de un gran Cuerpo místico; ha comenzado a constituirse
un gran organismo que es el "Cristo místico" que será la Iglesia. María,
por tanto, interviene de modo activo en la obra de la redención y, por
ello, es pieza clave de la historia de la salvación (cfr. Conc. Vat. II,
Const. dogm. Lumen gentium, nn.60- 62).

Si bien, antes se dijo que no era suficiente que la Sagrada Escritura
hablara de María y tampoco bastaba la consideración de sus "privilegios
personales" para justificar un estudio teológico sobre Ella, ahora, una
vez asegurado su papel activo en la obra de la Redención, Ella es
objeto de la Teología porque así lo enseña la Revelación -como
atestiguan las fuentes- ocupando el lugar que le corresponde y teniendo
como centro a Cristo, Mediador y Redentor.

EL PROTESTANTISMO Y LA MARIOLOGIA

Por su misión activa y singular en la obra de la Redención, la Virgen María
tiene un lugar propio en los tratados de la Teología y, por lo mismo,
se justifica el culto y la devoción que la Iglesia le profesa.

La
misión privilegiada de María toca uno de los nervios más sensibles del
protestantismo y afecta en el centro de sus doctrinas. En efecto, ellos
sostienen que sólo Cristo es el único Mediador y el único Redentor
-excluyendo de raíz cualquier otro tipo de mediación-; además de negar
la libertad del hombre para cooperar positivamente con Dios, de ahí que
digan que el hombre se salva por la sóla "fe fiducial" en Jesucristo,- y
no admiten el papel que libre y activamente desempeñó María en la obra
de su Hijo y, en consecuencia, tampoco admiten la validez de un culto y
devoción a Ella. Es aquí donde surgen las principales dificultades
teológicas entre protestantes y católicos.

Al decir
protestantismo -término genérico que se aplica a las diversas sectas-
nos referimos a los protestantes que provienen de Lutero, Zwinglio y
Calvino.

Martín Lutero fue un hombre que vivió atormentado por
la angustia de su propia salvación. Ese temor le condujo al pesimismo y
al error de afirmar que, por el pecado original, el hombre quedó
corrompido en su naturaleza y libertad e incapaz de poder merecer para
la vida eterna por las buenas obras que pudiera realizar. Por tanto, al
ser radicalmente pecador, sólo puede confiar en que Dios "no le impute"
-no le tome en cuenta, mire con disimulo- sus pecados y, permaneciendo
pecador, pueda salvarse.

Las dificultades de la doctrina
protestante respecto a la Teología católica consisten en el rechazo de
la enseñanza sobre la justificación cristiana y la corredención mariana.

La
Iglesia entiende como justificación "el traslado del estado en el que
el hombre nació como hijo del primer Adán, al estado de gracia y de
adopción entre los hijos de Dios por medio del segundo Adán, Jesucristo,
Salvador nuestro" (Conc. de Trento, DZ. 796). Lo anterior supone dos
aspectos simultáneos, por el primero se consigue la verdadera remisión
de los pecados, por el segundo, la renovación y santificación del hombre
interior, por obra de la gracia de Dios (cfr. DZ. 799).

Para
Lutero, en cambio, la justificación consiste en el simple encubrimiento
de los pecados, fruto de la misericordia divina, pero no en la remisión
de los mismos ni en la infusión de la gracia.

Por otra parte,
admitir que algo creado o alguna persona humana pudiera tener un influjo
positivo en la obra de la Redención, como es el caso de la Virgen María
-según el protestantismo--- destruye la exclusividad del único Mediador
y Redentor que es Jesucristo. En otras palabras, la existencia misma de
la Mariología tiene como fundamento un motivo que el protestantismo
jamás podrá aceptar sin negarse a sí mismo.

El Concilio
Vaticano II y el magisterio de Juan Pablo II nos presentan a María como
Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, maternalmente presente y
activa en toda la vida y apostolado de la Iglesia: como insustituible
componente, por la providencial voluntad del Padre, que nos ha dado por
medio de María al Salvador y Fundador de la Iglesia; indisolublemente
asociada al Hijo en toda la historia de la salvación (cfr. Const. dogm.
Lumen gentium, cap. VIII y Enc. Redemptoris Mater).

FUENTES: www.ecuentra.com

CAMINANDO CON MARIA

www.caminando-con-maria.org

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

p.s.donoso@vtr.net

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