El Estudio Teológico sobre la Virgen MaríaPor Pbro. y Dr. Juan Gustavo RuizEn la doctrina de la Iglesia católica -en su teología, en su culto y en la vida de los fieles-, la Virgen María 
 ocupa un lugar excepcional: Ella es la mujer asociada íntimamente al  
Verbo encarnado; es la Madre de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre,  
Redentor y Salvador del género humano. Es también la Madre espiritual de 
 los hombres y miembro excelentísimo y enteramente singular de la  
Iglesia, quien la venera como Madre amantísima con afecto de piedad  
filial (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.53).LA RAZON DE SER DEL ESTUDIO TEOLÓGICO SOBRE MARIÁ
  
 La 
 justificación de un estudio teológico sobre María, no obstante lo dicho 
 en el párrafo anterior, no es tan obvia como parece a primera vista si  
consideramos que Ella es una criatura humana -aunque privilegiada-,  
descendiente de Adán. Hay, evidentemente, razones que lo justifican  
plenamente, pero éstas hay que dilucidarlas a la luz de la ciencia  
teológica.LA CIENCIA TEOLÓGICA
  
 Teología 
 significa, etimológicamente, tratado o estudio acerca de Dios. Pero,  
¿qué es Teología como ciencia? Es necesario, pues, adentrarnos un poco  
en el ser mismo de la Teología.a) Cuando el creyente no se  
conforma con el simple entendimiento y la sencilla aceptación de las  
verdades que conoce por la Revelación, sino que desea comprenderlas con  
mayor profundidad y conocerlas relaciones reciprocas de las verdades  
sobrenaturales y, de éstas, con las verdades naturales, es entonces  
cuando nace la Teología.Por lo tanto, Teología es el estudio científico de la Revelación divina a la luz de la fe. En 
 otras palabras, Teología es la ciencia que trata de Dios y su obra de  
salvación, y tiene como principios las verdades de la Revelación divina.El 
 término Teología se comienza a emplear con Clemente de Alejandría y  
Eusebio de Cesárea; posteriormente, Anselmo de Canterbury lo utiliza  
diciendo que la Teología es "la fe que busca entender" o con expresión  
sinónima “la inteligencia de la fe". Tomás de Aquino, a partir del  
concepto aristotélico de ciencia, define la Teología como "ciencia de la 
 fe". El Concilio Vaticano II enseña que se trata de un conocimiento,  
cada vez mayor, de los tesoros insondables de la Palabra de Dios sobre  
sí mismo y su mensaje de salvación (cfr. Const. dogm. Dei Verbum, nn.  
5-6).b) El quehacer de la Teología tiene como objeto la  
profundización en el mensaje de la Palabra de Dios a los hombres. Ahora  
bien, cuando Dios revela, el hombre lo escucha mediante la Fe y, por  
ella, se entrega entera y libremente a Él: ofreciendo el homenaje pleno  
de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios  
revela movido por su gracia (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogm. Dei  
Verbum, n.5).LA TEOLOGÍA Y LA VIRGEN MARÍA
  
 Si 
 la Teología trata de Dios y su mensaje de salvación, ¿por qué se ocupa  
de María? Para responder adecuadamente es útil descartar primero algunas 
 respuestas insuficientes:a) No basta decir, simplemente, que la Teología se ocupa de María porque de Ella habla la Sagrada Escritura.Tanto 
 en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se habla de muchos  
personajes: Abraham, Moisés, el rey David, San Pedro y San Pablo, etc.  
y, sin embargo, sólo de Cristo hay una Cristología por la sencilla razón 
 de ser verdadero Dios y verdadero Hombre: sólo Él constituye el centro  
del estudio teológico. La razón antes mencionada sobre María, sólo  
justificaría una biografía de Ella o, en su caso, de Abraham, o de San  
Pedro, etc., pero no una Teología sobre ellos.b) Tampoco  
justificaría un estudio teológico sobre María la consideración de los  
"privilegios personales" que Ella ha recibido, si los consideramos sólo  
desde el punto de vista de ,"dones personales", que son importantísimos  
para Ella, pero lo serían menos para nosotros. Esa razón -los  
privilegios- a lo más serviría para hacer una maravillosa hagiografía  
(es decir, el estudio descriptivo de la vida de los santos, por las  
gracias recibidas de Dios y su correspondencia a ellos), pero no una  
Teología mariana.¿Cuál es, entonces, la razón válida para que la teología se ocupe de María?La 
 razón válida proviene de la siguiente consideración. Si la Teología,  
como hemos dicho, se ocupa de Dios y su obra de salvación, María entra  
de lleno en la Teología, consecuentemente, como objeto de ella -no  
podría ser de otra manera- en cuanto que tuvo un papel positivo en la  
obra de la salvación; y, éste, por voluntad expresa y positiva de Dios.En 
 otras palabras: el fundamento teológico del estudio sobre María radica  
en su divina maternidad y, de ella, en la asociación íntima y activa que 
 tuvo en la realización de los planes divinos, por medio de su único  
Hijo, en orden a la salvación de los hombres.Con razón los  
santos Padres estimaron que María no fue un simple instrumento pasivo,  
sino que cooperó de manera activa a la salvación humana por medio de su  
fe y libre obediencia.En resumen, la razón última de una teología sobre María radica en el modo como quiso Dios que se llevara a cabo la Redención. Ella 
 estuvo asociada a su Hijo, el Redentor, de tal manera que juntamente  
con El quebrantó la cabeza a la serpiente infernal, obteniendo así un  
señalado triunfo.La respuesta de María al ángel: "He aquí la  
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1,38), nos da la  
clave para poder constatar que María está en el corazón mismo del  
misterio de Cristo y su Obra; y, sobre todo, no porque Ella se haya  
colocado ahí usurpando ese sitio, sino puesta por Dios mismo. De ahí las 
 palabras suyas "según tu palabra", que son la respuesta a los planes de 
 Dios. Dios quiere contar con Ella, precisamente, como Madre de su Hijo, 
 el Redentor, y que Ella misma sea Corredentora. Así lo anunció a  
nuestros primeros Padres -Adán y Eva- (cfr. Gén 3 15) luego a los  
Profetas (cfr. Is. 7,14).Al aceptar María su divina maternidad 
 y formarse Jesús en su seno, no sólo se está formando el Jesús hecho  
hombre, Jesús histórico que vivió en Palestina hace dos mil años, sino  
también la cabeza de un gran Cuerpo místico; ha comenzado a constituirse 
 un gran organismo que es el "Cristo místico" que será la Iglesia. María, 
 por tanto, interviene de modo activo en la obra de la redención y, por  
ello, es pieza clave de la historia de la salvación (cfr. Conc. Vat. II, 
 Const. dogm. Lumen gentium, nn.60- 62).Si bien, antes se dijo que no era suficiente que la Sagrada Escritura 
 hablara de María y tampoco bastaba la consideración de sus "privilegios 
 personales" para justificar un estudio teológico sobre Ella, ahora, una 
 vez asegurado su papel activo en la obra de la Redención, Ella es  
objeto de la Teología porque así lo enseña la Revelación -como  
atestiguan las fuentes- ocupando el lugar que le corresponde y teniendo  
como centro a Cristo, Mediador y Redentor.EL PROTESTANTISMO Y LA MARIOLOGIAPor su misión activa y singular en la obra de la Redención, la Virgen María 
 tiene un lugar propio en los tratados de la Teología y, por lo mismo,  
se justifica el culto y la devoción que la Iglesia le profesa.La 
 misión privilegiada de María toca uno de los nervios más sensibles del  
protestantismo y afecta en el centro de sus doctrinas. En efecto, ellos  
sostienen que sólo Cristo es el único Mediador y el único Redentor  
-excluyendo de raíz cualquier otro tipo de mediación-; además de negar  
la libertad del hombre para cooperar positivamente con Dios, de ahí que  
digan que el hombre se salva por la sóla "fe fiducial" en Jesucristo,- y 
 no admiten el papel que libre y activamente desempeñó María en la obra  
de su Hijo y, en consecuencia, tampoco admiten la validez de un culto y  
devoción a Ella. Es aquí donde surgen las principales dificultades  
teológicas entre protestantes y católicos.Al decir  
protestantismo -término genérico que se aplica a las diversas sectas-  
nos referimos a los protestantes que provienen de Lutero, Zwinglio y  
Calvino.Martín Lutero fue un hombre que vivió atormentado por  
la angustia de su propia salvación. Ese temor le condujo al pesimismo y  
al error de afirmar que, por el pecado original, el hombre quedó  
corrompido en su naturaleza y libertad e incapaz de poder merecer para  
la vida eterna por las buenas obras que pudiera realizar. Por tanto, al  
ser radicalmente pecador, sólo puede confiar en que Dios "no le impute"  
-no le tome en cuenta, mire con disimulo- sus pecados y, permaneciendo  
pecador, pueda salvarse.Las dificultades de la doctrina  
protestante respecto a la Teología católica consisten en el rechazo de  
la enseñanza sobre la justificación cristiana y la corredención mariana.La 
 Iglesia entiende como justificación "el traslado del estado en el que  
el hombre nació como hijo del primer Adán, al estado de gracia y de  
adopción entre los hijos de Dios por medio del segundo Adán, Jesucristo, 
 Salvador nuestro" (Conc. de Trento, DZ. 796). Lo anterior supone dos  
aspectos simultáneos, por el primero se consigue la verdadera remisión  
de los pecados, por el segundo, la renovación y santificación del hombre 
 interior, por obra de la gracia de Dios (cfr. DZ. 799).Para  
Lutero, en cambio, la justificación consiste en el simple encubrimiento  
de los pecados, fruto de la misericordia divina, pero no en la remisión  
de los mismos ni en la infusión de la gracia.Por otra parte,  
admitir que algo creado o alguna persona humana pudiera tener un influjo 
 positivo en la obra de la Redención, como es el caso de la Virgen María 
 -según el protestantismo--- destruye la exclusividad del único Mediador 
 y Redentor que es Jesucristo. En otras palabras, la existencia misma de 
 la Mariología tiene como fundamento un motivo que el protestantismo  
jamás podrá aceptar sin negarse a sí mismo.El Concilio  
Vaticano II y el magisterio de Juan Pablo II nos presentan a María como  
Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, maternalmente presente y  
activa en toda la vida y apostolado de la Iglesia: como insustituible  
componente, por la providencial voluntad del Padre, que nos ha dado por  
medio de María al Salvador y Fundador de la Iglesia; indisolublemente  
asociada al Hijo en toda la historia de la salvación (cfr. Const. dogm.  
Lumen gentium, cap. VIII y Enc. Redemptoris Mater). |  
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