Translate

martes, 28 de enero de 2014

Marcos 5:21-43 exégesis, Español

Marcos 5:21-43 exégesis, Español

















RECURSOS PARA PREDICAR










PASAJE BÍBLICO:   Marcos 5:21-43








EXEGESIS:     





CAPÍTULOS 4-5: EL CONTEXTO





Las historias de la mujer que sufría de flujo y la hija de Jairo
(5:21-43) son dos de cuatro milagros en esta sección.  El primero: Jesús
calma la tempestad (4:35-41) – muestra su poder sobre la naturaleza. 
El segundo: Jesús sana al demoníaco gadareno (5:1-20) – muestra su
poder sobre los demonios.  Ahora, el tercer y cuarto milagro (5:21-43) –
muestran el poder de Jesús sobre la enfermedad y la muerte – traer
salvación en situaciones sin esperanza.





La historia de la mujer muestra gran fe por parte de una mujer que ya
había intentado todo tipo de remedios sin resultado – esperaríamos que
se rindiese – que perdiese toda esperanza.  La historia de Jairo y su
hija muestra gran fe por parte de un líder religioso


– parte del establecimiento.  Generalmente, líderes religiosos se
oponen a Jesús, pero Jairo viene como creyente.  Estas dos historias de
gente de fe inesperada nos llevan hacia la historia del rechazo de
Jesús por los nazarenos, su pueblo natal, donde esperaríamos que su
pueblo le diese mejor bienvenida y que le otorgara a Jesús el estatus
de ciudadano local que ha tenido éxito fuera y que ahora regresa a su
pueblo (6:1-6a).








VERSÍCULOS 21-43: UNA HISTORIA DENTRO DE OTRA





Ésta es una historia dentro de otra – la historia de la mujer que
toca los vestidos de Jesús dentro de la historia de Jairo y su hija. 
Las historias pertenecen juntas y Marcos crea tensión dramática al
contarlas juntas.  Ambas se hacen más poderosas e interesantes al verse
yuxtapuestas una con la otra.





• Las historias muestran como Jesús trata a gente de gran diferencia
social.  Jairo es influyente y tiene dinero, mientras que la mujer es
pobre y socialmente rechazada.  Jesús no favorece a uno sobre otro. 
Ni rehúsa a Jairo por su dinero y nivel social, ni ignora a la mujer por
su pobreza y su marginalización.





• La interrupción del viaje de Jesús a la casa de Jairo incrementa el
drama.  Imagine la impaciencia que tendría Jairo mientras Jesús
hablaba con la mujer.  ¿Qué le estaría pasando a la niña mientras
tardaban?  La respuesta, como aprenderán, es que la niña se estaba
muriendo.  Ahora Jesús se encuentra con una obra que cumplir, no
sanarla, sino darle vida de nuevo.





• En las dos historias, las autoridades han demostrado que no hay
remedio para estas dos mujeres.  A lo largo de los años, la mujer ha
gastado todo su dinero con médicos.  Aún así, los mejores remedios que
ofrecieron fallaron.  En la casa de Jairo, la multitud ya ha empezado
los ritos de luto, porque la niña está muerta.  Se ríen cuando Jesús
dice que la niña solo está dormida.





• Ambas historias tratan de impureza ritual.  La mujer no está limpia
por su flujo de sangre (Lev. 15:25-30).  La niña no está limpia
porque está muerta (Num. 19:11-20).  Quien sea que las toque también
quedará ensuciado al hacerlo.





• Las historias de milagros de este Evangelio solo mencionan a Jairo y
al ciego Bartimeo (10:46).  No nombran ni a la mujer ni a la niña. 
Mientras que Mateo y Lucas utilizan el Evangelio de Marcos como una de
sus fuentes principales, Lucas utiliza el nombre de Jairo (Lucas
8:41).  Mateo no lo hace (Mateo 9:41).





• La mujer ha sufrido doce años y la niña tiene doce años.





• A la niña y la mujer se les llama “hija” (vv. 22, 34).





• En ambas historias, la palabra griega sozo es importante.  Jairo ruega que Jesús vaya a tranquilizar a su hija.  Jesús le dice a la mujer: Hija, tu fe te ha sesokenSozo
puede referirse a sanar o librar de peligro, pero el Antiguo Testamento
muchas veces lo utiliza para referirse a la salvación de los
israelitas (Salmo 44:1-8; Isaías 43:11; 45:21; 63:9; Hos. 14:3).  El
Nuevo Testamento lo utiliza para referirse a salvación cristiana (1
Cor. 1:21; 9:22; Eph. 2:5).  Las historias de la hija de Jairo y la
mujer no son solo historias de sanar, sino también historias de
salvación.





• Ambos Jairo y la mujer muestran fe considerable en Jesús.  Jairo
está convencido de que el tacto de Jesús curará a su hija (v. 23), y la
mujer está convencida de que al tocar el vestido de Jesús ella quedará
curada (v. 28).  Jesús reconoce a la mujer por su fe, diciendo, “Hija, tu fe te ha hecho salva” – o “te ha salvado” (sesoken – una forma de sozo – v. 34).  Cuando Jairo oye que su hija está muerta, Jesús dice, “No temas, cree solamente” (v. 36), y después restaura la vida de la niña.  La fe es un componente imprescindible de estas dos historias.








VERSÍCULOS 21-24a: MI HIJA ESTÁ Á LA MUERTE





21Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar.  22Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró á sus pies, 23Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva (griego: sothe – curada o salvada), y vivirá.  24Y fue con él.









“Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte” (v. 21).  Al
este, el Mar Galileo tiene una orilla gentil y al oeste, una orilla
judía.  Jesús se mueve en barco entre las dos orillas, haciendo
ministerio a las dos comunidades.  “Al organizar la materia de este
modo, Marcos declara que Cristo bendice a judíos y gentiles
imparcialmente, estén cerca o lejos, limpios o no” (Craddock, 328). 
Ahora, se encuentra de regreso al lado judío.





Jairo es uno de los líderes de la sinagoga (v. 22) y, por lo tanto,
un miembro importante de la comunidad.  Personas laicas rutinariamente
guían la oración en la sinagoga, pero el líder es el que está a cargo
de las instalaciones, la seguridad de las volutas, la selección y
supervisión de los que guían la oración, y la administración general de
la sinagoga.  Claramente, Jairo es uno de ellos – una persona que
cuenta – una persona que pertenece.





Es importante recordar que la última vez que este Evangelio mencionó
a Jesús visitando una sinagoga, el pueblo intentó matarle (3:6).





Jairo “se postró á sus pies.  Y le rogaba mucho” (vv. 22-23).  En
un sentido, esto nos asombra.  “Al caer a los pies de un maestro
itinerante y sin autoridad, Jairo desechó su rango y prestigio”
(Luccock, 718).  Seguramente sería Jairo el que estaría acostumbrado a
que otros le suplicaran a él por favores, y seguramente él no estaría
acostumbrado a pedirlos.  Podríamos esperar que Jairo mandase un
emisario en vez de aparecer él mismo ante Jesús.  Aunque la popularidad
de Jesús le de a Jairo algo de importancia, el liderazgo judío
establecido – los colegas de Jairo – le miran con desaprobación. 
Marcos ya nos ha dicho que los fariseos y herodianos conspiran contra
Jesús para destruirle (3:6).





Por otro lado, sin embargo, no hay nada sorprendente en lo que pide
Jairo.  Cualquier padre cuyo hijo está moribundo haría lo que fuera
para salvar a su hijo.  En desesperación, Jairo busca la ayuda de
Jesús.  Ésta es la primera de tres historias en este Evangelio de
padres que traen a sus hijos a Jesús para que les ayude.  Las otras dos
historias son la mujer sirofenisa (7:25-30) y el padre del hijo con un
espíritu mudo (9:14-29).  En los tres casos, los padres experimentan
obstáculos al querer sanar a sus hijos, pero persisten – y Jesús sana a
los tres niños.





“Ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá”
(v. 23).  Jairo no le pide a Jesús que le ayude si puede, sino que
expresa confianza que Jesús puede restaurar la salud de su hija solo
poniéndole las manos.





“Y fue con él” (v. 24a).  “Con esta simple observación, ...Marcos
nos da su testimonio de la disposición de Jesús para cumplir con
necesidad humana y el valor innumerable que el ser humano tiene para
Jesús” (Edwards, 162).








VERSÍCULOS 24b-34: HIJA, TU FE TE HA HECHO SALVA





24bY le seguía gran compañía, y le apretaban.  25Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido.  28Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.  29Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.  30Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?  31Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.  33Entonces
la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido
hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 
34Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva (griego: sesoken – curada o salvado): ve en paz, y queda sana (griego: hugies – curada o sana) de tu azote.








“Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía” (v.
25).  Esta mujer ha sufrido a manos de muchos médicos, que tomaron su
dinero sin curarla.  Sus circunstancias son muy diferentes a las de
Jairo.  Su flujo, probablemente flujo vaginal, la ensucia ritualmente,
aislándola de todo contacto humano.  No solo se le considera manchada o
impura, pero también su tacto mancha a cualquiera que toque.  Ella
ensucia hasta la cama en la que duerme y la silla en que se sienta, y
éstas después transmiten su impureza al que las toque (Lev. 15:25-30). 
Dada la facilidad con la que un hombre puede divorciarse de su mujer
(véase Mateo 5:31), parece probable que ya hacía mucho tiempo que su
marido se habría divorciado de ella.  Su condición haría imposible que
ella encontrara un trabajo como sirvienta doméstica.  Irónicamente, su
condición la rinde incapaz de poder asistir a la sinagoga de Jairo
(Cousar, 410).  Su situación es parecida a la de un leproso (véase
1:40-45).  Está completamente aislada de cualquier contacto social. 
Este tipo de aislamiento debe ser casi inaguantable.  Está claro que
esta mujer es una “forastera” – una persona que no cuenta – que no
pertenece.





“Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y
tocó su vestido” (v. 27).  Jairo se acercó a Jesús directamente, cara a
cara, pero esta mujer se acerca a Jesús por detrás, escondida entre la
multitud.  Ella cree que con solo tocar el vestido de Jesús se curará
(v. 28).  Habiendo tenido que evitar tocar a otros durante tantos años,
requeriría un gran esfuerzo de su parte para estirar la mano y tocar
el vestido de Jesús.  Porque está manchada y se le considera impura,
“existe el peligro de que cualquier contacto físico que ella pueda
tener con el que la sana anule su poder de hacer milagros y destruya
todo su esfuerzo” (Marcus, 366).  Aunque ella haya oído la historia de
Jesús tocando un leproso (1:41), sería difícil imaginar que Jesús
invitase su contacto.





Sin embargo, “En vez de que la impureza pase de la mujer a Jesús, el
poder de sanar fluye de Jesús a la mujer” (Davies y Allison, citado en
Marcus, 367).  Inmediatamente al tocar el vestido de Jesús, “la fuente
de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel
azote” (v. 29).  Jesús se da cuenta de que virtud ha salido de él y
pregunta, “¿Quién ha tocado mi vestido?” (v.
30).  Al oír esto, los discípulos piensan que es una pregunta poco
razonable, considerando la multitud que le rodea.  Sin embargo, la mujer
cae ante Jesús y le dice toda la verdad (v. 33).  Jesús dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote”
(v. 34).  Fíjese que, al tocar sus vestidos, ella quedó sana de su
enfermedad.  Pero, solo después de que ella se presenta a Jesús él
dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva (sozo – te ha salvado)” (Williamson, 110).





Fíjese en la relación entre la fe y el salvar.  “Hija, tu fe te ha hecho salva”
(v. 34).  En el próximo capítulo, Jesús visitará su pueblo natal,
donde será incapaz de hacer ninguna obra de poder a causa de la
incredulidad del pueblo (6:1-6).  El poder por cual Jesús sana es el
poder de Dios.  La fe del individuo, sin embargo, es un componente
importante para recibir la bendición de Dios.





La palabra “hija,” puede sonarnos algo
paternal para los del siglo XXI, pero en la época de Jesús era una
manera normal de dirigirse.  El uso de la palabra refleja un cariño y
una aceptación que esta mujer no habrá sentido por mucho tiempo – una
hija es un ser querido de una familia.  En este contexto, “hija” es una
palabra que salva.








VERSÍCULOS 35-43: MUCHACHA, LEVÁNTATE





35Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? 36Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.  37Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.  38Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.  39Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme.  40Y
hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la
madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la
muchacha estaba. 
41Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.  42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.  43Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.








“Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?” (v. 35). 
Esta historia nos recuerda a la resurrección de Lázaro en Juan 11.  Si
Jesús hubiera llegado antes, hubiera podido prevenir la muerte de
Lázaro.  Una vez que Lázaro estaba muerto, Marta y María perdieron
esperanza en el poder de Jesús para ayudarle.  Marcos no describe como
reacciona Jairo al ver a gente lamentando, pero nos podemos imaginar la
desolación que sentiría al ver que el rito de los muertos ya había
empezado.





“Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y
Juan hermano de Jacobo” (v. 37).  Estos hombres constituyen el circulo
más intimo de Jesús, y más adelante Jesús les invitará a acompañarle en
la Transfiguración (9:29) y en Getsemaní (14:33).





Jesús “vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho” (v. 38). 
El rito de luto incluye gente que lamenta de manera profesional, que
gime y llora, se bate el pecho, se tira del pelo, y rasga sus prendas. 
Flautas tocan canciones de lamentación.  Estas acciones avisan a la
comunidad de la muerte.  Están “diseñadas para representar la
desolación y separación final de la muerte” (Barclay, 133).  Los que
lamentan de manera profesional representan a los realistas de todas las
edades, que deciden cuando la realidad empírica se ha cerrado frente a
posibilidades divinas” (Lane, 167).





Sin embargo, cuando consideramos la costumbre de lamentar
profesionalmente, no debemos desechar la presencia de autentica
lamentación.  La trágica muerte de un niño rompería los corazones de
amigos y vecinos en cualquier momento o circunstancia.  La multitud
recibe a Jairo diciéndole, “Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al
Maestro?” (v. 35).  Jesús le dice a Jairo, “No temas, cree solamente”
(v. 36).  No permite que nadie le siga cuando va a ver a la niña (v.
37) – llantos y gemidos no son apropiados para una niña que pronto
estará caminando y comiendo.





A la multitud, les dice, “La muchacha no es muerta, mas duerme”
(v. 39).  El último comentario es difícil de comprender ya que ésta es
una historia de resucitar en vez de sanar.  Quizá Jesús quiere decir
que la muerte de la niña es solo temporal y que se despertará con su
llamada.





“Y hacían burla de él” (v. 40).  Este comentario deja claro que la
multitud no duda la muerte de la niña, y nos prepara para la dificultad
del milagro que requiere.





Jesús limita sus testigos de sanar/resucitar a la niña a los padres
de la niña y “á los que estaban con él” (Pedro, Jacobo, y Juan) (v.
40).  “Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.” Talitha cumi
es arameo, una lengua semítica relacionada al hebreo.  “Entre los
judíos, el arameo era utilizado por la gente común, mientras que hebreo
permanecía siendo el lenguaje de la religión y el gobierno y la clase
alta” (Encyclopedia Britannica 2003, “Arameo”).  Marcos traduce Talitha cumi al griego para los cristianos gentiles de la temprana iglesia que quizá no sabían arameo. 





“Y tomando la mano de la muchacha” (v. 41).   El tocar a la niña va
contra de la ley del Tora, que rinde impuro a quien toque un cuerpo
muerto hasta la noche (Lev. 11:39), o por siete días (Num. 19:11).  Tal
persona debe pertenecer fuera del campamento (Num. 5:2-3).





En este capítulo Jesús rompe muchos tabúes.  La historia del
endemoniado (vv. 1-20) “incluía espíritus (Legión) inmundos y un lugar
impuro (un cementerio, animales impuros (puercos) en una tierra impura
(Decapolis).  A Jesús no le importaba nada llevar a cabo su ministerio
allí” (Geddert, 122).  Afirmó la mujer impura por haber tocado su
vestido llevada por su fe.  Ahora, él toca un cadáver.  “Pero el
milagro termina el asunto al eliminar lo que ensucia” (Guelich, 302). 
¿Cómo pueden ahora acusarle a Jesús de poner la mano sobre una mujer
inmunda si ahora ella está curada – o de tocar un cadáver si ahora la
niña está andando y comiendo (vv. 42-43).





“Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años”
(v. 42).  Marcos utiliza la palabra luego de sentido inmediato en 27
ocasiones en este Evangelio.  La niña tiene 12 años, número que
corresponde a la mujer que sufrió de su enfermedad durante 12 años (v.
25).





“Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese” (v. 43).  Esto parece
extraño ya que sería imposible que la multitud no se diera cuenta de
que la niña había sido curada/resucitada, y sería improbable que esta
multitud mantuviera secreta esa información.  “Un mandato parecido fue
dado al leproso y fue desobedecido inmediatamente (1:44-45)” (Perkins,
589).





“De nuevo encontramos el tema de discreción en cuanto a uno de los
milagros de Jesús: el sanar de la niña no debe ser anunciado a los que
no lo puedan comprender – esto incluye, por supuesto, a todos los
contemporáneos de Jesús.  El milagro de la resurrección solo puede ser
entendido por los que creen en él, el mismo que ha sido resucitado de
la muerte” (Hooker, 151).








TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html.  Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).






BIBLIOGRAFÍA:



Barclay, William, Gospel of Mark  (Edinburgh:  The Saint Andrew Press, 1954)





Brooks, James A, The New American Commentary:  Mark (Nashville:  Broadman Press, 1991)





Campbell, Charles L., in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary:  Theological Exegesis for Sunday's Text.  The Third Readings:  The Gospels  (Grand Rapids:  William B. Eerdmans Publishing Co., 2001)





Cousar, Charles B., in Brueggemann, Walter;  Cousar, Charles B.;  Gaventa, Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching:  A Lectionary Commentary Based on the NRSV -- Year B (Louisville:  Westminster John Knox Press, 1993)





Craddock, Fred B.;  Hayes, John H.;  Holladay, Carl R.;  Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, B (Valley Forge:  Trinity Press International, 1993)





Donahue, John R. and Harrington, Daniel J., Sacra Pagina:  The Gospel of Mark (Collegeville:  The Liturgical Press, 2002)





Edwards, James R., The Gospel According to Mark (Grand Rapids:  William B. Eerdmans Publishing Co., 2002)





France, R.T., The New International Greek Testament Commentary:  The Gospel of Mark (Grand Rapids:  William B. Eerdmans Publishing Co., 2002)





Geddert, Timothy J., Believers Church Bible Commentary:  Mark (Scottdale, PA:  Herald Press, 2001)





Grant, Frederick C. and Luccock, Halford E., The Interpreter's Bible, Vol. 7 (Nashville:  Abingdon, 1951)





Guelich, Robert A., Word Biblical Commentary:  Mark 1 - 8:26 (Dallas:  Word Books, 1989)





Hare, Douglas R. A., Westminster Bible Companion:  Mark  (Louisville:  Westminster John Knox Press, 1996)





Hooker, Morna D., The Gospel According to Saint Mark (Hendrickson Publishers, 1991)





Jensen, Richard A., Preaching Mark's Gospel (Lima, OH:  C.S.S. Publishing Co., 1996)





Lane, William L., The New International Commentary on the New Testament:  The Gospel of Mark (Grand Rapids:  William B. Eerdmans Publishing Co., 1974)





Marcus, Joel, The Anchor Bible:  Mark 1-8  (New York:  Doubleday, 1999)





Perkins, Pheme, The New Interpreter's Bible, Vol. VIII (Nashville:  Abingdon, 1995)





Thayer, Joseph Henry, A Greek-English Lexicon of the New Testament (NY: American Book Company, 1889)





Williamson, Lamar Jr., Interpretation:  Mark (Atlanta:  John Knox Press, 1983)






We welcome your feedback!  dick@sermonwriter.com

Copyright 2006, 2010, Richard Niell Donovan







Marcos 5:21-43 exégesis, Español

Marcos 5:21-43 exégesis, Español

Lectionary.org

Making Preaching Less of a Chore and More of a Joy!

FREE SAMPLES

CHILDREN'S SERMONS

EXEGESIS
By Book of Bible
SERMONS
By Book of Bible Special Days For Times of Disaster Funeral homilies Wedding homilies
CURRENT ISSUES Feb. 2 (Epiphany 4A)Feb. 9 (Epiphany 5A)Feb. 16 (Epiphany 6A)Feb. 23 (Epiphany 7A)
HYMNS
Hymn Lists Hymn Stories
Español Exegesis Chinese Exegesis



Home | An Example of Our Work | Free Samples | How to Subscribe | Links | About Us




RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller









PASAJE BÍBLICO: Marcos 5:21-43





EXEGESIS:



CAPÍTULOS 4-5: EL CONTEXTO



Las historias de la mujer que sufría de flujo y la hija de Jairo (5:21-43) son dos de cuatro milagros en esta sección. El primero: Jesús calma la tempestad (4:35-41) – muestra su poder sobre la naturaleza. El segundo: Jesús sana al demoníaco gadareno (5:1-20) – muestra su poder sobre los demonios. Ahora, el tercer y cuarto milagro (5:21-43) – muestran el poder de Jesús sobre la enfermedad y la muerte – traer salvación en situaciones sin esperanza.



La historia de la mujer muestra gran fe por parte de una mujer que ya había intentado todo tipo de remedios sin resultado – esperaríamos que se rindiese – que perdiese toda esperanza. La historia de Jairo y su hija muestra gran fe por parte de un líder religioso

– parte del establecimiento. Generalmente, líderes religiosos se oponen a Jesús, pero Jairo viene como creyente. Estas dos historias de gente de fe inesperada nos llevan hacia la historia del rechazo de Jesús por los nazarenos, su pueblo natal, donde esperaríamos que su pueblo le diese mejor bienvenida y que le otorgara a Jesús el estatus de ciudadano local que ha tenido éxito fuera y que ahora regresa a su pueblo (6:1-6a).





VERSÍCULOS 21-43: UNA HISTORIA DENTRO DE OTRA



Ésta es una historia dentro de otra – la historia de la mujer que toca los vestidos de Jesús dentro de la historia de Jairo y su hija. Las historias pertenecen juntas y Marcos crea tensión dramática al contarlas juntas. Ambas se hacen más poderosas e interesantes al verse yuxtapuestas una con la otra.



• Las historias muestran como Jesús trata a gente de gran diferencia social. Jairo es influyente y tiene dinero, mientras que la mujer es pobre y socialmente rechazada. Jesús no favorece a uno sobre otro. Ni rehúsa a Jairo por su dinero y nivel social, ni ignora a la mujer por su pobreza y su marginalización.



• La interrupción del viaje de Jesús a la casa de Jairo incrementa el drama. Imagine la impaciencia que tendría Jairo mientras Jesús hablaba con la mujer. ¿Qué le estaría pasando a la niña mientras tardaban? La respuesta, como aprenderán, es que la niña se estaba muriendo. Ahora Jesús se encuentra con una obra que cumplir, no sanarla, sino darle vida de nuevo.



• En las dos historias, las autoridades han demostrado que no hay remedio para estas dos mujeres. A lo largo de los años, la mujer ha gastado todo su dinero con médicos. Aún así, los mejores remedios que ofrecieron fallaron. En la casa de Jairo, la multitud ya ha empezado los ritos de luto, porque la niña está muerta. Se ríen cuando Jesús dice que la niña solo está dormida.



• Ambas historias tratan de impureza ritual. La mujer no está limpia por su flujo de sangre (Lev. 15:25-30). La niña no está limpia porque está muerta (Num. 19:11-20). Quien sea que las toque también quedará ensuciado al hacerlo.



• Las historias de milagros de este Evangelio solo mencionan a Jairo y al ciego Bartimeo (10:46). No nombran ni a la mujer ni a la niña. Mientras que Mateo y Lucas utilizan el Evangelio de Marcos como una de sus fuentes principales, Lucas utiliza el nombre de Jairo (Lucas 8:41). Mateo no lo hace (Mateo 9:41).



• La mujer ha sufrido doce años y la niña tiene doce años.



• A la niña y la mujer se les llama “hija” (vv. 22, 34).



• En ambas historias, la palabra griega sozo es importante. Jairo ruega que Jesús vaya a tranquilizar a su hija. Jesús le dice a la mujer: Hija, tu fe te ha sesoken. Sozo puede referirse a sanar o librar de peligro, pero el Antiguo Testamento muchas veces lo utiliza para referirse a la salvación de los israelitas (Salmo 44:1-8; Isaías 43:11; 45:21; 63:9; Hos. 14:3). El Nuevo Testamento lo utiliza para referirse a salvación cristiana (1 Cor. 1:21; 9:22; Eph. 2:5). Las historias de la hija de Jairo y la mujer no son solo historias de sanar, sino también historias de salvación.



• Ambos Jairo y la mujer muestran fe considerable en Jesús. Jairo está convencido de que el tacto de Jesús curará a su hija (v. 23), y la mujer está convencida de que al tocar el vestido de Jesús ella quedará curada (v. 28). Jesús reconoce a la mujer por su fe, diciendo, “Hija, tu fe te ha hecho salva” – o “te ha salvado” (sesoken – una forma de sozo – v. 34). Cuando Jairo oye que su hija está muerta, Jesús dice, “No temas, cree solamente” (v. 36), y después restaura la vida de la niña. La fe es un componente imprescindible de estas dos historias.





VERSÍCULOS 21-24a: MI HIJA ESTÁ Á LA MUERTE



21Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar. 22Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró á sus pies, 23Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva (griego: sothe – curada o salvada), y vivirá. 24Y fue con él.





“Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte” (v. 21). Al este, el Mar Galileo tiene una orilla gentil y al oeste, una orilla judía. Jesús se mueve en barco entre las dos orillas, haciendo ministerio a las dos comunidades. “Al organizar la materia de este modo, Marcos declara que Cristo bendice a judíos y gentiles imparcialmente, estén cerca o lejos, limpios o no” (Craddock, 328). Ahora, se encuentra de regreso al lado judío.



Jairo es uno de los líderes de la sinagoga (v. 22) y, por lo tanto, un miembro importante de la comunidad. Personas laicas rutinariamente guían la oración en la sinagoga, pero el líder es el que está a cargo de las instalaciones, la seguridad de las volutas, la selección y supervisión de los que guían la oración, y la administración general de la sinagoga. Claramente, Jairo es uno de ellos – una persona que cuenta – una persona que pertenece.



Es importante recordar que la última vez que este Evangelio mencionó a Jesús visitando una sinagoga, el pueblo intentó matarle (3:6).



Jairo “se postró á sus pies. Y le rogaba mucho” (vv. 22-23). En un sentido, esto nos asombra. “Al caer a los pies de un maestro itinerante y sin autoridad, Jairo desechó su rango y prestigio” (Luccock, 718). Seguramente sería Jairo el que estaría acostumbrado a que otros le suplicaran a él por favores, y seguramente él no estaría acostumbrado a pedirlos. Podríamos esperar que Jairo mandase un emisario en vez de aparecer él mismo ante Jesús. Aunque la popularidad de Jesús le de a Jairo algo de importancia, el liderazgo judío establecido – los colegas de Jairo – le miran con desaprobación. Marcos ya nos ha dicho que los fariseos y herodianos conspiran contra Jesús para destruirle (3:6).



Por otro lado, sin embargo, no hay nada sorprendente en lo que pide Jairo. Cualquier padre cuyo hijo está moribundo haría lo que fuera para salvar a su hijo. En desesperación, Jairo busca la ayuda de Jesús. Ésta es la primera de tres historias en este Evangelio de padres que traen a sus hijos a Jesús para que les ayude. Las otras dos historias son la mujer sirofenisa (7:25-30) y el padre del hijo con un espíritu mudo (9:14-29). En los tres casos, los padres experimentan obstáculos al querer sanar a sus hijos, pero persisten – y Jesús sana a los tres niños.



“Ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá” (v. 23). Jairo no le pide a Jesús que le ayude si puede, sino que expresa confianza que Jesús puede restaurar la salud de su hija solo poniéndole las manos.



“Y fue con él” (v. 24a). “Con esta simple observación, ...Marcos nos da su testimonio de la disposición de Jesús para cumplir con necesidad humana y el valor innumerable que el ser humano tiene para Jesús” (Edwards, 162).





VERSÍCULOS 24b-34: HIJA, TU FE TE HA HECHO SALVA



24bY le seguía gran compañía, y le apretaban. 25Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido. 28Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 29Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto. 33Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva (griego: sesoken – curada o salvado): ve en paz, y queda sana (griego: hugies – curada o sana) de tu azote.





“Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía” (v. 25). Esta mujer ha sufrido a manos de muchos médicos, que tomaron su dinero sin curarla. Sus circunstancias son muy diferentes a las de Jairo. Su flujo, probablemente flujo vaginal, la ensucia ritualmente, aislándola de todo contacto humano. No solo se le considera manchada o impura, pero también su tacto mancha a cualquiera que toque. Ella ensucia hasta la cama en la que duerme y la silla en que se sienta, y éstas después transmiten su impureza al que las toque (Lev. 15:25-30). Dada la facilidad con la que un hombre puede divorciarse de su mujer (véase Mateo 5:31), parece probable que ya hacía mucho tiempo que su marido se habría divorciado de ella. Su condición haría imposible que ella encontrara un trabajo como sirvienta doméstica. Irónicamente, su condición la rinde incapaz de poder asistir a la sinagoga de Jairo (Cousar, 410). Su situación es parecida a la de un leproso (véase 1:40-45). Está completamente aislada de cualquier contacto social. Este tipo de aislamiento debe ser casi inaguantable. Está claro que esta mujer es una “forastera” – una persona que no cuenta – que no pertenece.



“Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido” (v. 27). Jairo se acercó a Jesús directamente, cara a cara, pero esta mujer se acerca a Jesús por detrás, escondida entre la multitud. Ella cree que con solo tocar el vestido de Jesús se curará (v. 28). Habiendo tenido que evitar tocar a otros durante tantos años, requeriría un gran esfuerzo de su parte para estirar la mano y tocar el vestido de Jesús. Porque está manchada y se le considera impura, “existe el peligro de que cualquier contacto físico que ella pueda tener con el que la sana anule su poder de hacer milagros y destruya todo su esfuerzo” (Marcus, 366). Aunque ella haya oído la historia de Jesús tocando un leproso (1:41), sería difícil imaginar que Jesús invitase su contacto.



Sin embargo, “En vez de que la impureza pase de la mujer a Jesús, el poder de sanar fluye de Jesús a la mujer” (Davies y Allison, citado en Marcus, 367). Inmediatamente al tocar el vestido de Jesús, “la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote” (v. 29). Jesús se da cuenta de que virtud ha salido de él y pregunta, “¿Quién ha tocado mi vestido?” (v. 30). Al oír esto, los discípulos piensan que es una pregunta poco razonable, considerando la multitud que le rodea. Sin embargo, la mujer cae ante Jesús y le dice toda la verdad (v. 33). Jesús dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote” (v. 34). Fíjese que, al tocar sus vestidos, ella quedó sana de su enfermedad. Pero, solo después de que ella se presenta a Jesús él dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva (sozo – te ha salvado)” (Williamson, 110).



Fíjese en la relación entre la fe y el salvar. “Hija, tu fe te ha hecho salva” (v. 34). En el próximo capítulo, Jesús visitará su pueblo natal, donde será incapaz de hacer ninguna obra de poder a causa de la incredulidad del pueblo (6:1-6). El poder por cual Jesús sana es el poder de Dios. La fe del individuo, sin embargo, es un componente importante para recibir la bendición de Dios.



La palabra “hija,” puede sonarnos algo paternal para los del siglo XXI, pero en la época de Jesús era una manera normal de dirigirse. El uso de la palabra refleja un cariño y una aceptación que esta mujer no habrá sentido por mucho tiempo – una hija es un ser querido de una familia. En este contexto, “hija” es una palabra que salva.





VERSÍCULOS 35-43: MUCHACHA, LEVÁNTATE



35Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? 36Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho. 39Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme. 40Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 41Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate. 42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto. 43Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.





“Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?” (v. 35). Esta historia nos recuerda a la resurrección de Lázaro en Juan 11. Si Jesús hubiera llegado antes, hubiera podido prevenir la muerte de Lázaro. Una vez que Lázaro estaba muerto, Marta y María perdieron esperanza en el poder de Jesús para ayudarle. Marcos no describe como reacciona Jairo al ver a gente lamentando, pero nos podemos imaginar la desolación que sentiría al ver que el rito de los muertos ya había empezado.



“Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo” (v. 37). Estos hombres constituyen el circulo más intimo de Jesús, y más adelante Jesús les invitará a acompañarle en la Transfiguración (9:29) y en Getsemaní (14:33).



Jesús “vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho” (v. 38). El rito de luto incluye gente que lamenta de manera profesional, que gime y llora, se bate el pecho, se tira del pelo, y rasga sus prendas. Flautas tocan canciones de lamentación. Estas acciones avisan a la comunidad de la muerte. Están “diseñadas para representar la desolación y separación final de la muerte” (Barclay, 133). Los que lamentan de manera profesional representan a los realistas de todas las edades, que deciden cuando la realidad empírica se ha cerrado frente a posibilidades divinas” (Lane, 167).



Sin embargo, cuando consideramos la costumbre de lamentar profesionalmente, no debemos desechar la presencia de autentica lamentación. La trágica muerte de un niño rompería los corazones de amigos y vecinos en cualquier momento o circunstancia. La multitud recibe a Jairo diciéndole, “Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?” (v. 35). Jesús le dice a Jairo, “No temas, cree solamente” (v. 36). No permite que nadie le siga cuando va a ver a la niña (v. 37) – llantos y gemidos no son apropiados para una niña que pronto estará caminando y comiendo.



A la multitud, les dice, “La muchacha no es muerta, mas duerme” (v. 39). El último comentario es difícil de comprender ya que ésta es una historia de resucitar en vez de sanar. Quizá Jesús quiere decir que la muerte de la niña es solo temporal y que se despertará con su llamada.



“Y hacían burla de él” (v. 40). Este comentario deja claro que la multitud no duda la muerte de la niña, y nos prepara para la dificultad del milagro que requiere.



Jesús limita sus testigos de sanar/resucitar a la niña a los padres de la niña y “á los que estaban con él” (Pedro, Jacobo, y Juan) (v. 40). “Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.” “Talitha cumi” es arameo, una lengua semítica relacionada al hebreo. “Entre los judíos, el arameo era utilizado por la gente común, mientras que hebreo permanecía siendo el lenguaje de la religión y el gobierno y la clase alta” (Encyclopedia Britannica 2003, “Arameo”). Marcos traduce “Talitha cumi” al griego para los cristianos gentiles de la temprana iglesia que quizá no sabían arameo.



“Y tomando la mano de la muchacha” (v. 41). El tocar a la niña va contra de la ley del Tora, que rinde impuro a quien toque un cuerpo muerto hasta la noche (Lev. 11:39), o por siete días (Num. 19:11). Tal persona debe pertenecer fuera del campamento (Num. 5:2-3).



En este capítulo Jesús rompe muchos tabúes. La historia del endemoniado (vv. 1-20) “incluía espíritus (Legión) inmundos y un lugar impuro (un cementerio, animales impuros (puercos) en una tierra impura (Decapolis). A Jesús no le importaba nada llevar a cabo su ministerio allí” (Geddert, 122). Afirmó la mujer impura por haber tocado su vestido llevada por su fe. Ahora, él toca un cadáver. “Pero el milagro termina el asunto al eliminar lo que ensucia” (Guelich, 302). ¿Cómo pueden ahora acusarle a Jesús de poner la mano sobre una mujer inmunda si ahora ella está curada – o de tocar un cadáver si ahora la niña está andando y comiendo (vv. 42-43).



“Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años” (v. 42). Marcos utiliza la palabra luego de sentido inmediato en 27 ocasiones en este Evangelio. La niña tiene 12 años, número que corresponde a la mujer que sufrió de su enfermedad durante 12 años (v. 25).



“Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese” (v. 43). Esto parece extraño ya que sería imposible que la multitud no se diera cuenta de que la niña había sido curada/resucitada, y sería improbable que esta multitud mantuviera secreta esa información. “Un mandato parecido fue dado al leproso y fue desobedecido inmediatamente (1:44-45)” (Perkins, 589).



“De nuevo encontramos el tema de discreción en cuanto a uno de los milagros de Jesús: el sanar de la niña no debe ser anunciado a los que no lo puedan comprender – esto incluye, por supuesto, a todos los contemporáneos de Jesús. El milagro de la resurrección solo puede ser entendido por los que creen en él, el mismo que ha sido resucitado de la muerte” (Hooker, 151).





TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).





BIBLIOGRAFÍA:



Barclay, William, Gospel of Mark (Edinburgh: The Saint Andrew Press, 1954)



Brooks, James A, The New American Commentary: Mark (Nashville: Broadman Press, 1991)



Campbell, Charles L., in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday's Text. The Third Readings: The Gospels (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2001)



Cousar, Charles B., in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV -- Year B (Louisville: Westminster John Knox Press, 1993)



Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, B (Valley Forge: Trinity Press International, 1993)



Donahue, John R. and Harrington, Daniel J., Sacra Pagina: The Gospel of Mark (Collegeville: The Liturgical Press, 2002)



Edwards, James R., The Gospel According to Mark (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2002)



France, R.T., The New International Greek Testament Commentary: The Gospel of Mark (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2002)



Geddert, Timothy J., Believers Church Bible Commentary: Mark (Scottdale, PA: Herald Press, 2001)



Grant, Frederick C. and Luccock, Halford E., The Interpreter's Bible, Vol. 7 (Nashville: Abingdon, 1951)



Guelich, Robert A., Word Biblical Commentary: Mark 1 - 8:26 (Dallas: Word Books, 1989)



Hare, Douglas R. A., Westminster Bible Companion: Mark (Louisville: Westminster John Knox Press, 1996)



Hooker, Morna D., The Gospel According to Saint Mark (Hendrickson Publishers, 1991)



Jensen, Richard A., Preaching Mark's Gospel (Lima, OH: C.S.S. Publishing Co., 1996)



Lane, William L., The New International Commentary on the New Testament: The Gospel of Mark (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1974)



Marcus, Joel, The Anchor Bible: Mark 1-8 (New York: Doubleday, 1999)



Perkins, Pheme, The New Interpreter's Bible, Vol. VIII (Nashville: Abingdon, 1995)



Thayer, Joseph Henry, A Greek-English Lexicon of the New Testament (NY: American Book Company, 1889)



Williamson, Lamar Jr., Interpretation: Mark (Atlanta: John Knox Press, 1983)



www.sermonwriter.com

www.lectionary.org



We welcome your feedback! dick@sermonwriter.com



Copyright 2006, 2010, Richard Niell Donovan








lunes, 27 de enero de 2014

jueves, 23 de enero de 2014

Miniatura

Miniatura





ES

pedro antonio moscatel rodriguez