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       Aprende a orar | sección 
Evangelio meditado | categoría 
Tiempo Ordinario | tema |     
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       Autor: P Juan Pablo Menéndez         | Fuente: Catholic.,net         
María guardaba todo en su corazón |     
      | Lucas 2, 16-21. Solemnidad de Santa María, Madre  de Dios. María es también madre tuya, a lo largo de los días y los meses  del año. |     
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 | María guardaba todo en su corazón |  
 Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21 
 
 
Y fueron a  toda prisa, y encontraron a María y a José, y  al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a  conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;  y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo  que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba  todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los  pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo  lo que habían oído y visto, conforme a lo que  se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días  para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el  que le dio el ángel antes de ser concebido en  el seno. 
 
Oración introductoria 
 
Gracias, Señor, por permitir que inicie este año  buscando tener un momento de intimidad contigo en la oración.  Invoco a tu santísima Madre para que me ayude a  contemplar su ejemplo y virtudes. Ruego al Espíritu Santo que  infunda en mí su luz y fortaleza para crecer en  la humildad de los pastores. 
 
Petición 
 
Señor, ayúdame a incrementar mi amor  por María. 
 
Meditación del Papa 
 
Es precisamente el Espíritu quien nos guía.  Él es el autor de la alegría, el creador de  la alegría. Y esta alegría en el Espíritu nos da  la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros, cristianos, no podemos  llegar a ser libres. Nos convertimos en esclavos de nuestras  tristezas, en cambio, la alegría cristiana deriva precisamente de la  alabanza a Dios.  
¿Qué es este alabar a Dios? Alabarle  a Él gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él  nos da. Y la eternidad será esto: alabar a Dios.  Pero esto no será aburrido, será bellísimo. Esta alegría nos  hace libres.  
¡Es precisamente la Virgen quien trae las alegrías.  La Iglesia la llama causa de nuestra alegría, causa nostrae  letitiae. ¿Por qué? Porque trae nuestra alegría más grande, trae  a Jesús. (S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013, Misa  matutina en la capilla de Santa Marta). 
 
Reflexión  
 
Empezamos el año  festejando a la Virgen. Es una oportunidad de oro para  ponernos en sus manos desde el primer respiro del año. 
 
Los  hombres, al igual que hace más de dos mil años,  siguen necesitando de Cristo. Pero pocos le reciben y le  aceptan, porque se olvidan del ejemplo que nos dan María  y los pastorcillos. El Evangelio nos dice que los pastores  después de escuchar el mensaje del ángel "fueron a toda  prisa".. Porque los “sencillos de corazón verán a Dios”. Es  decir, pusieron en práctica lo que les pedía Dios: caminar  hacia Belén, donde encontrarían al Salvador. Y es precisamente esto  lo que necesitamos. Sabemos que para tener a Cristo hay  que decidirse a dejar los "rebaños" del egoísmo, de la  comodidad, el placer y la vanidad, pues no existe un  Cristo a nuestra medida, sino el único Cristo que encontraron  los pastorcillos "un niño envuelto en pañales recostado en un  pesebre".  
 
Para llegar a Él hace falta ser humildes, pues  la entrada de la cueva es pequeña y exige agacharse.  Es Dios mismo quien nos enseña, desde ese pesebre, que  su seguimiento exige cruz, dolor, humildad, pureza y pobreza de  corazón, y obediencia a la voluntad de Dios. Y es  esto lo que da la paz y la felicidad en  el corazón. María, la Madre de Dios, nos enseña que  para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella  "guardaba todas la cosas y las meditaba en su corazón". 
 
Para  ser Madre de Dios, María no tuvo que renunciar o  dejar al margen nada de su feminidad, al contrario, la  tuvo que realizar en nobleza y plenitud, santificada como fue  por la acción del Espíritu Santo. 
 
Al nacer de una mujer  Dios ha enaltecido y llevado a perfección "el genio femenino"  y la dignidad de la mujer y de la madre.  La Iglesia, al celebrar el uno de enero la maternidad  divina de María, reconoce gozosa que María es también madre  suya, que a lo largo de los días y los  meses del año engendra nuevos hijos para Dios. 
 
Madre, bendición y  memoria. En el designio de Dios, que es fuente de  la maternidad, ésta es siempre una bendición: como a María,  se puede decir a toda madre: "Bendito el fruto de  tu vientre". 
 
Una bendición primeramente para la misma mujer, que mediante  la generación da cumplimiento a la aspiración más fuerte y  más noble de su constitución, de su psicología y de  su intimidad.  
 
Bendición para el matrimonio, en el que el  hijo favorece la unidad, la entrega, la felicidad.  
 
Bendición para  la Iglesia, que ve acrecentar el número de sus hijos  y la familia de Dios.  
 
Bendición para la sociedad, que  se verá enriquecida con la aportación de nuevos ciudadanos al  servicio del bien común. 
 
La maternidad es también memoria. María hacía  "memoria" de todas esas cosas en su corazón. Memoria no  tanto de sí misma, cuanto del hijo, sobre todo de  los primeros años de su vida en que dependía totalmente  de ella. Memoria que agradece a Dios el don inapreciable  del hijo. Memoria que reflexiona y medita las mil y  variadas peripecias de la existencia de sus hijos. Memoria que  hace sufrir y llorar, que consuela, alegra y enternece. Memoria  serena y luminosa, que recupera retazos significativos del pasado para  bendecir a Dios y cantar, como María, un "magnificat", 
 
Propósito 
 
Si queremos  salir de estas Navidades "glorificando y alabando a Dios por  todo lo que hemos visto y oído" y de habernos  encontrado con Cristo niño, hace falta desprendimiento de nosotros mismos,  humildad y oración. Y así, todos los que nos escuchen  se maravillarán de las cosas que les decimos. 
 
Diálogo con Cristo   
 
Gracias, Señor, porque hoy me muestras la fe de la  Virgen, que meditaba todos los acontecimientos en su corazón. Y  los pastores, qué gran lección de humildad y de amor.  No preguntan, no cuestionan, con sencillez aceptan el anuncio y  salen maravillados después de contemplar a Jesús. Permite, Señor, que  en este nuevo año sepa cultivar la unión contigo en  la oración, para que pueda verte en todos los acontecimientos.  Para ello sé que se necesita más que el deseo  o la buena intención, tengo que hacer una opción radical  por la oración, que me lleve a dedicarte lo mejor  de mi tiempo.  
 
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El primer día del año lo dedicamos  a María, Madre de Dios  
 
 
 
 
 
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