Las Benditas Almas del Purgatorio - Léeme o laméntalo.pdf
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Aprobación de Su Eminencia el Cardenal de Lisboa
Palacio Cardenalicio, Lisboa, 4 de marzo de 1936.
Aprobamos y recomendamos con todo el corazón este librito "Léeme o Laméntalo", por EDM (Engant
de Marie, iniciales con las que se identifica el Padre O'Sullivan).
Aunque pequeño, está destinado a hacer grandes cosas entre los católicos, muchos de los cuales
están increíblemente ignorantes acerca de la gran doctrina del Purgatorio. Como consecuencia, ellos
hacen poco o nada para evitarlo para sí mismos y tampoco ayudan a las Almas Sufrientes que están
en terribles tormentos, esperando por las Misas y las oraciones ofrecidas por ellos.
Es nuestro más caro deseo que cada católico debiera leer este librito y que lo comunicara por todas
partes, tanto como le sea posible.
Prefacio:
"Léeme o laméntalo"
El título es algo alarmante. Aún, estimado lector, si tú escudriñas este pequeño libro, verás por ti
mismo cuán merecido es. El libro nos cuenta cómo salvarnos a nosotros mismos y a otros de un
sufrimiento inenarrable. Algunos libros son buenos y algunos otros pueden ser de provecho. Otros
son mejores y deben ser leídos sin falta.
Hay, sin embargo, libros de tan excelente mérito por razón de sus consejos, la convicción que
acarrean y la acción urgente a la que nos impulsa, que sería cabalmente alocado no leerlos.
"léeme o laméntalo" pertenece a esa clase de libros. Es por tu mayor interés, estimado amigo, que
lo leas y releas, para ponderarlo bien y profundamente en sus contenidos. Nunca te arrepentirás de
ello, por el contrario, grande y amargo será tu arrepentimiento si tú fallas en estudiarlo en sus
sustanciosas páginas.
¡Auxilio, auxilio, sufrimos mucho!
I. Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, pequeña o grande,
dada en favor de las almas sufrientes, se la damos directamente a Dios. El acepta y recuerda
como si se la hubieran dado directamente a Él mismo. Así, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo
acepta hecho para Él. Es como si lo aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio. ¿En qué
manera nos pagará?
II. No hay mayor sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los de las
Almas del Purgatorio, por lo tanto no hay limosnas más merecidas, ni más placenteras a Dios, ni
mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor
de las pobres Santas Almas.
III. Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía
sufriendo las purificantes penas del Purgatorio y llamándonos entre lastimosos gemidos para que
los ayudemos y aliviemos.
IV. ¿No es terrible que seamos tan duros que no podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser
tan crueles que deliberadamente los olvidemos?
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Por el amor de Cristo, hagamos todo, pero todo, lo que podamos por ellas. Cada católico debería
unirse a la Asociación de las Animas Benditas.
Purgatorio:
"Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del
Señor me ha tocado" (Job 19, 21).
Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra. Tierra,
comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia mas profunda. Muchos dependen de sus
oraciones.
Es incomprensible como algunos católicos, aún aquellos que de una u otra forma son devotos,
vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. Pareciera que no creen en el Purgatorio.
Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas.
¡Días y semanas y meses pasan sin que ellos reciban una Misa dicha por ellas! ¡Raramente también,
oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, raramente piensan en ellos! Entretanto están gozando
la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos; divirtiéndose, mientras las pobres
almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. ¿Cuál es la causa de esta horrible
insensibilidad? Ignorancia: gruesa, inexplicable ignorancia.
La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio. No conciben las espantosas penas, ni tienen idea
de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas. Como resultado, hacen poco
o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas
que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas.
Estimado lector, lee detenidamente este pequeño libro con cuidado y bendecirás el día que cayó en
tus manos.
Capítulo Uno: ¿Qué es el Purgatorio?
Es una prisión de fuego en la cual algunas almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en
la cual sufren las más intensas penas.
Aquí está lo que los más grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio.
Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.
¡Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en
intensidad al fuego del infierno, y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los
sufrimientos posibles de esta tierra!
San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus
faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más
penetrante y más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida.
Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más
agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.
San Cirilo de Alejandría, no duda en decir que "sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en
la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio".
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Otro gran Santo dice: “Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa
fresca".
Otros santos escritores hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.
¿Cómo es que las penas del Purgatorio son tan severas?
1. El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y
nuestro bienestar. A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar.
2. El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y
purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.
3. Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo; hecho de materia, por el
contrario, el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más
sensible a la pena.
4. Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima; la cual por consiguiente
cesa de sufrir; por cuanto el fuego del Purgatorio inflige el más agudo y la más violenta pena,
pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.
5. Tan severo como es el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, la cual el alma
también sufre en el Purgatorio, y ésta es la pena más severa. El alma separada del cuerpo anhela
con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo
de volar hacia Él. Aun es retenida, y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración
insatisfecha.
Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución
para evitar tal espantoso hecho.
Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no
hablar de ello. El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá
de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.
Capítulo 2: Sobre el purgatorio, ¿Puede todo esto ser verdad?
La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de
ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe
cuando la Palabra de Dios fue predicada. La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por
millones y millones de creyentes de todos los tiempos.
Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema
tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de
un precipicio.
Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio - o aún más,
evitarlo - es tener una clara idea de ello, y de pensar bien en ello y adoptar los remedios que Dios
nos ofrece para evitarlo.
No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un
terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.
El Príncipe Polaco:
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Hubo un príncipe polaco, que por una razón política, fue exiliado de su país natal, y llegado a
Francia, compró un hermoso castillo allí.
Desafortunadamente, perdió la Fe de su infancia y estaba, a la sazón, ocupado en escribir un libro
contra Dios y la existencia de la vida eterna.
Dando un paseo una noche en su jardín, el se encontró con una mujer que lloraba amargamente. Le
preguntó el porqué de su desconsuelo.
“¡Oh, príncipe!, ella replicó, soy la esposa de John Marie, su mayordomo, el cual falleció hace dos
días. Él fue un buen marido y un devoto sirviente de Su Alteza. Su enfermedad fue larga y gasté todos
los ahorros en médicos, y ahora no tengo dinero para ir a ofrecer una Misa por su alma".
El príncipe, tocado por el desconsuelo de esta mujer, le dijo algunas palabras, y aunque profesaba
ya no creer más en la vida eterna, le dio algunas monedas de oro para tener la Misa por ella y su
difunto esposo.
Un tiempo después, también de noche, el Príncipe estaba en su estudio trabajando febrilmente en su
libro.
Escuchó un ruidoso tocar a la puerta, y sin levantar la vista de sus escritos, invitó a quien fuese a
entrar. La puerta se abrió y un hombre entró y se paró frente al escritorio de Su Majestad.
Al levantar la vista, cuál no sería la sorpresa del Príncipe al ver a Jean Marie, su mayordomo muerto,
que lo miraba con una dulce sonrisa.
Príncipe, le dijo, "vengo a agradecerle por las Misas que usted permitió que mi mujer pidiera por mi
alma. Gracias a la Salvadora Sangre de Cristo, ofrecida por mí, Voy ahora al Cielo, pero Dios me ha
permitido venir aquí y agradecerle por sus generosas limosnas".
Luego el agregó solemnemente "Príncipe, hay un Dios, una vida futura, un Cielo y un Infierno". Dicho
esto, desapareció.
El Príncipe cayó de rodillas y recitó un ferviente Credo ("Creo en Dios Padre Todopoderoso...")
San Antonio y su amigo
Aquí hay una narración de diferente clase, pero no menos instructiva.
San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que un piadoso caballero había muerto, el cual
tenía un amigo en un convento Dominicano en el cual el Santo residía. Varias Misas fueron sufragadas
por su alma.
El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le
apareció, sufriendo muchísimo.
"Oh mi querido amigo" exclamó el Arzobispo, ¿estás todavía en el Purgatorio, tú, que llevaste tan
piadosa y devota vida?"
"Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo" replicó el pobre sufriente, "pues en mi
vida en la Tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio. Ahora, Dios por su
justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales
debí haber rezado".
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"Pero Dios, también, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al
Cielo; pero, primero de todo, tengo que expiar mi grave negligencia de no acordarme de los otros".
Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor "Con la vara con que mides serás medido". Recuerda,
tú que lees estas líneas, el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que
desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.
Capítulo 3: ¿Cuánto tiempo las almas permanecen en el Purgatorio?
La extensión en tiempo por la cual las almas permanecen en el Purgatorio depende de:
a) el número de sus faltas;
b) la malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas;
c) la penitencia hecha, o no, la satisfacción hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida;
d) Y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.
Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por
regla general, mucho más larga que la gente puede imaginar.
Extraeremos algunas citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos.
San Luis Bertrand: su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo el
padre de tan gran Santo. En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo, hasta que Dios le hizo ver
que no era Su voluntad.
Cuando murió, luego de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo completamente al
cuidado de los rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes súplicas
por el alma del cual el amó tanto.
Una visión de su padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus sufragios.
Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y oraciones. Aún ocho años completos
pasaron antes que obtuviera la liberación de su padre.
¡San Malaquías, tenía una hermana todavía en el Purgatorio, lo cual hizo que redoblara sus esfuerzos,
y asimismo, a pesar de las Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo,
permaneció varios años retenida!
¡Se cuenta que una santa monja en Pamplona, la cual logró liberar varias Carmelitas del Purgatorio,
las cuales permanecieron allí por el término de 30 a 40 años!
¡Monjas Carmelitas en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años! ¿Cuál será el destino de aquellos que
viven inmersos en las tentaciones del Mundo, y con sus cientos de debilidades?
San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y
ofreció varias Misas por su liberación. Ella apareció al Santo al final de su Purgatorio, y le contó que
si no fuera por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí interminable tiempo.
En la Orden Dominicana es regla general orar por los Superiores en el aniversario de sus muertes.
¡Algunos de estos han muerto varios siglos atrás! Ellos fueron hombres eminentes por su piedad y
sabiduría. Esta regla no sería aprobada por la Iglesia si no fuera necesaria y prudente.
No queremos significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en los
fuegos expiatorios. Algunas han cometido faltas leves y han hecho penitencia en vida. Por lo tanto, su
castigo será mucho menos severo.
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