Canal 24 horas en directo - RTVE.esMi vida
en
Nazaret
EDITORIAL CATÓLICA MANUEL BLANCO
Grupo Luz de Dios
Sevilla - España
Edición original en Italiano: LA MIA VIDA A NAZARETH © Sallustiana
Editrice Ottobre 2001
Ediciones en Castellano:
DIFUSORA MARIANA Buenos Aires Argentina:1a Edición Abril 1988
Ed. Cat. M. Blanco . Sevilla. España: 1a Edición Diciembre 2002
PRIMERA PARTE: EL TIEMPO DE LA INFANCIA
Colección de Mensajes de la Virgen María recibidos y trascritos entre
1973 y 1984 por Giuliana Crescio, prologados por el Padre Antonio María
de Arriaga CP de Bilbao; presentados por la Santísima Virgen;
reordenados en orden cronológico y comentados en notas de V.D. Barberio
y reproducción de una obra pictórica del esposo de Giuliana, el General de
Artillería D. Luigi Crescio.
DECLARACION
La publicación de la presente obra se apoya en el decreto de la
Sda. Congregación para la Doctrina de la Fe (en A.A.S. n. 58/16
del.29-12-1966) ya aprobado por su S.S. Pablo VI el 14-10-1966,
en virtud del cual ya no está prohibido publicar sin "imprimatur"
escritos referentes a apariciones, revelaciones, milagros y profe-
cías, con tal que se observe la Moral Cristiana general.
Edición autorizada para España, EDITORIAL CATÓLICA M. BLANCO
Grupo Luz de Dios - Sevilla
Distribuye :
Manuel Blanco Verdugo
Colina Blanca 58 – 41910 Camas (Sevilla)
Tf./Fax: 954 16 41 62
E mail: mmblanc@retemail.es
Encargo libros / Tf. (Dianett): 954 16 44 96
I.S.B.N. : 84-70232-422-6
Depósito legal : M-10470
Cubierta: diseño de Griselda Lopez Clair
Impreso por A. Caballero – San Lorenzo, 11 – 28004 MADRID
2
ADVERTENCIA A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
La presente edición de Mi Vida en Nazaret en castellano, va a corres-
ponder al nuevo original italiano de la misma publicado por Sallustiana en
octubre de 2001 que supera en el doble la extensión de la edición anterior,
por lo que constituye una NOVEDAD EDITORIAL.
Hacemos nuestras –y es obligado– las aclaraciones del Prof. A. M.
Arriaga C.P., en su Advertencia a la Edición Italiana que firmaba en Ro-
ma, en la Pascua DE 1983:
Este libro está lleno de palabras de la pequeña y sencilla María de Nazaret,
... tienen un encanto particular... No son recuerdos nostálgicos de un pasado
lejano. Son palabras de quien... hoy, revive todo el pasado de su propia vida y de
la vida de Su Hijo. Es María... quien habla en estos mensajes, y de ahí su encanto
maravilloso. Es María... que recuerda, que revive, que penetra profundamente
todos los hechos del pasado y los revive con la naturalidad y la frescura de los
recuerdos... vivos en la memoria.
La espléndida traducción Española realizada en Mendoza (Argentina)
por el Prof. Jorge Alberto Martínez en 1983, corresponde a una selección
no exhaustiva de mensajes entre 1973 a marzo de 1984 y que se ha revisa-
do y completado con la traducción hecha en España de los textos de 1984
abril a 1987 manteniendo fidelidad al nuevo original italiano tanto en los
conceptos como en el orden cronológico.
Querríamos expresar la sana intuición con que prologa la obra el Rev. P. An-
tonio M. Arriaga, C.P. a la sazón Director Espiritual de Giuliana Buttini in Cres-
cio, el instrumento del Señor tomando algunas de sus palabras:
No se llega a Jesús con la sola inteligencia, porque la historia no es el cami-
no completo y el sentimiento tanto ayuda como constituye un obstáculo en sí mis-
mo para alcanzar la transparencia del Verbo. La imaginación no te ofrece una
imagen real de Jesús. La fascinación se contagia de otro que ya esté totalmente
impregnado. Esta persona ideal es su Madre: María. Sus palabras hacen sentir el
encanto virginal y mariano, que lleva a la luz y a la pureza del único hombre
completamente distinto de los demás: el Hombre–Dios, a través de su Madre que
es María de Nazaret.
M. Blanco.
Sevilla 12 de Octubre de 2001.
3
Primera Parte:
el tiempo de la Infancia
4
"Yo, vuestra Madre, la Madre
de los santos y de los justos, y
también de los que no lo son. Ten-
go ahora muchos nombres, pero
sigo siendo siempre Yo: la peque-
ña Myriam de Nazaret"
(26-01-1982)
INTRODUCCIÓN
El silencio de María se hace Palabra
María, la Madre con innumerables dulces nombres de mujer, toda de
Dios y de Jesús. Esta es la realidad de María de Nazaret, la que tiene mu-
chos nombres, a quien se le dicen dulces palabras.
Habló María con el Ángel en Nazaret.
Habló con su prima Isabel en Ain Karim.
Habló con Dios en el canto del Magnificat.
Habló con Jesús, cuando lo encontró en el Templo a la edad de doce
años.
Habló con Jesús, el día del milagro de Caná.
Luego, en los Evangelios, su voz calla.
Debía esperar su hora: la hora da María en la Iglesia. Y María, aquella
de pocas palabras, volvió a tomar la palabra, como en Caná, a favor de sus
hijos necesitados.
Habló en Guadalupe al pequeño indio Juan, Diego.
Habló en la Rue di Bac como Virgen Milagrosa.
Habló en La Salette
Habló en Lourdes.
Habló en Pontmain.
5
Habló en Pellevoisin.
Habló en Fátima.
Habló en Beauraing.
Habló en Banneaux.
Habló en Garabandal.
Habló en Roma en la gruta de las Tres Fuentes.
La Iglesia ha hablado, comprometiendo su palabra como maestra de la
Verdad, aprobando estas locuciones.
La Virgen ha hablado también de muchas maneras distintas, bajo la
forma de mensajes individuales, que no tienen la importancia de los gran-
des mensajes para la Iglesia.
Habló a sus santos.
Habló a sus místicos.
Habló a la Madre María de Jesús, de Agreda.
Habló a María Valtorta. Y María continúa hablando. Ella, que era de
pocas palabras en los Evangelios, habla en sus mensajes íntimos con más
confianza y en conversaciones más prolongadas.
A María de Jesús de Agreda le contó toda su vida y la de su hijo Jesús.
Al final de cada capítulo le dio enseñanzas personales en su gran obra:
"LA MÍSTICA CIUDAD DE Dios".
Habló con tiernas y copiosas palabras a María Valtorta. Ella, la silen-
ciosa, la discreta, la de los mensajes breves y muy concretos, cuando se
dirige a la Iglesia habla con palabras agradables y abundantes en sus con-
versaciones íntimas.
***
El libro que tienes en tus manos, recuerdo del Año Santo que se abrió
con la fiesta de la Anunciación, es uno de aquellos que contienen las dul-
ces palabras de María a los hombres. No son palabras doctas y profundas
como aquellas que dirigió a Sor María de Agreda. No son, tampoco pala-
bras de profundas enseñanzas y de recuerdos llenos de contenidos ma-
riológicos, como cuando habló a Valtorta. Son palabras sencillas. Palabras
que las madres dicen todos los días en sus familias, son las frases que se
pronuncian en casa a la hora del trabajo, a la hora de la comida, a la hora
en que se inicia la oración, a la hora en que declina el día y llega el sueño.
Este libro está lleno de estas palabras de la pequeña y sencilla María de
Nazaret, palabras que tienen un encanto particular. No son repetidas mecá-
nicamente como secuencia de un pasado que ya no existe. No son recuer-
6
dos nostálgicos de un pasado lejano. Son palabras de quien, en el mundo
invisible de hoy, revive todo el pasado de su propia vida y de la vida de Su
Hijo. Es María la de estos tiempos la que habla en estos mensajes, y de ahí
que su encanto sea maravilloso. Es María de hoy en día, que recuerda, que
revive, que penetra profundamente todos los hechos del pasado y los revi-
ve con la naturalidad y la frescura de los recuerdos más vivos, permanen-
temente vivos en la memoria. Es toda la vida de Jesús y de la misma María
de Nazaret, narrada en conversaciones simples con un alma sencilla y per-
ceptiva, como es ella misma. Palabras familiares, palabras frescas como el
perfume de los campos, como el aroma del pan, como los colores de la
hierba, como la quietud de las tardes primaverales... Pero son de una sim-
plicidad y una naturalidad totalmente compenetrada en lo sublime. No hay
mensaje que no sorprenda por un toque de inesperada profundidad, que es
como la señal de la sublimidad que convence. Cierra el libro y di: "Nadie
puede hablar con tanta inimitable sencillez". Esta es la firma, que se puede
comprobar en algunas partes de cada uno de estos mensajes. A veces, es
tan sólo una palabra la que despierta ecos en tu alma, que sólo tú puedes
interpretar. Otras veces es una sugerencia, que estaba latente desde siem-
pre en tu intimidad, a la cual nunca habías dado forma. O es una afirma-
ción de algo inmediato y de todos los días, que nunca podrías expresarlo
así. Hay párrafos que ningún teólogo podría redactar, condensando en
forma tan transparente una verdad trinitaria. Hay diálogos que toda madre
ha tenido con sus familiares, pero que ningún literato pudo transmitir en
sus obras con tanta frescura. En cada nuevo mensaje se descubre una faz
de María, siempre la misma, pero siempre nueva y sorprendente.
***
No se llega a Jesús con la sola inteligencia. No es la historia el camino
completo para conocer la vida de Jesús. El sentimiento te impide penetrar
la transparencia del Verbo. La imaginación no te ofrece una imagen real de
Jesús. Los maestros te desorientan cuando te hablan del misterio del Hom-
bre–Dios. Y tú tienes sed. Sed de cosas auténticas. Sed de aquello que es
puro y no manipulado. Tú quieres llegar a conocerlo tú, por ti mismo, con
tu manera personal de percibir cómo era aquella auténtica realidad de
Jesús, cuando vivía en este mundo, cuando era niño y se comportaba como
tal. ¿Cómo conseguir esto? Jesús tiene una forma personal de atraer a cada
hombre. Pero esta atracción tiene un comienzo. Es la fascinación que se
7
contagia de otro que ya está totalmente impregnado y compenetrado con el
encanto de Jesús.
Tú estás llamado a vivir esta forma personal del encanto de Jesús.
Empero tienes que haber sido encantado por el contagio de otra perso-
na, que ya está fascinada por Jesús.
Esta persona ideal es su Madre: María.
Y esta persona te comunica su encanto con sus palabras.
Con este libro tienes la ocasión de dejarte fascinar, siendo el alma de
María una sola cosa con el misterio de Jesús.
Si lees estas páginas con sencillez de corazón, no podrás menos que
sentir el inenarrable encanto virginal y mariano, que te lleva a la plenitud
de la luz y a la pureza total del único hombre completamente distinto de
los demás: el Hombre–Dios.
A través de lo íntimo del alma te llegará una luz, un gozo, algo indes-
criptible. No te sorprendas. ¡Deja que esta paz y esta luz te invadan! Son el
espíritu de María y de Jesús, que actúan cada vez que recorres las simples
páginas de este libro simple y divino, tal como es simple y divina la tras-
cendente feminidad de esta mujer, Madre de Dios, que es ¡María de Naza-
ret!
Roma, 25 de abril de 1983.
Festividad de la Virgen del Buen Consejo.
AÑO SANTO DE LA REDENCIÓN
P. Antonio María de Arriaga (CP)
Convento de PP. Pasionistas - Bilbao
8
9
Virgen del Pan
Luigi Crescio, óleo 1983
10
11
PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
A los puros de corazón
Soy Myriam de Nazaret, la madre de Jesús y de toda la humanidad.
Me manifesté al mundo para dar al mundo la esperanza, para ayudarlo
en la fe, ¡para dar la fe! Y otra vez me manifiesto, con estas palabras, que
dicto al alma de una criatura.
Os relato mi vida pequeña y grande: episodios, recuerdos, sentimien-
tos. Mi vida por la vida de Jesús, mi vida intensa en sentimientos, con
momentos de felicidad, pero siempre a la sombra de la Cruz.
Bajo la Cruz estaba toda la humanidad y Jesús os miraba a todos voso-
tros... Y fui elegida para ser Su Madre y vuestra Madre.
Ahora os voy a narrar cosas pequeñas, cosas triviales, ¡cosas simples y
profundas! ¡Mi vida! La vida terrenal: ¡días meses, años! Y el dolor que
forma parte de cada vida, el regalo incomprensible y misterioso que Dios
hace a los hombres.
En el Reino comprenderéis también el dolor. En el Reino seréis felices
con nosotros. Ahora escuchadme, os hablo con amor, para que podáis co-
nocer mejor mi vida, la vida terrenal de Jesús: "Immi, ¡esta casa volará!"
La casa de Nazaret, la casa de Loreto. Si Dios creó el Universo también
puede hacer volar su pequeña casa. ¡Dios de Dios!
Jesús vivió en aquella casa de Nazaret. "Immi, ven a ver,: ¡florecieron
las rosas!" Os haré entrar en la pequeña casa cuando leáis estas páginas.
Estaréis con nosotros junto al fuego, hablando con nosotros en las noches
tranquilas, mirando al cielo, sentados en el pequeño jardín, saboreando pan
de miel... "Entrad, sois bienvenidos, sentaos con nosotros. ¡Esta casa tam-
12
bién es vuestra!" Entraréis en nuestra casa, ¡entraremos en vuestros cora-
zones!
Regresaré con vosotros en el tiempo, vosotros vendréis a nuestro tiem-
po, cercano y lejano, de Jesús.
Y vendréis con nosotros al mercado y recogeréis aceitunas con Jesús.
¡Pasad, sois bienvenidos!
Y creeréis en estas palabras, os lo digo Yo: Myriam, la Madre de Jesús
y de la humanidad.
23 de octubre de 1982.
13
1. [96]- A una mamá.
Hija, de quien conozco el dolor parecido al Mío, me envía Jesús, Mi
Hijo, me envía con Miguel, Arcángel de los Arcángeles, me manda aquel
muchacho que en las "Tres fuentes" venía a menudo a traerme un cirio y
sus oraciones1. Yo sabía lo que había en su mente y en su corazón, por eso
Yo también he rezado, para que fuese puesto a salvo en la Gloria cuanto
antes. Sólo ahora te puedo hablar de esto, sólo ahora comienzas a com-
prender. Antes te hubieras rebelado ¡y humana hubiera sido tu rebelión!
He venido a ti, Yo, la Mamá de todas las mamás y de todos los hijos.
¡Quién puede comprenderte más que Yo!
Todos nosotros, desde lo alto, cuidamos de vosotros, rezamos por vo-
sotros y os hacemos sugerencias, a menudo inútiles, a veces escuchadas.
Vivimos con vosotros, junto a vosotros y listos para ayudaros, y lo que
hacemos es siempre para vuestro bien.
Yo, Mamá de cada uno de vosotros, amo a todos.
Siento dolor por la tierra que tiembla.
No soy escuchada, sino por pocos, y lucho Yo también contra el mal
con plegarias y súplicas.
Conozco la aflicción de la tierra, conozco a los espíritus que se per-
derán.
¡No hay casi ya tiempo!
Vosotros podéis hacer algo aún, pero la gente es mucha y el mundo es
grande.
¿Cómo salvarlo del mal?
¡Con acción y oración!
9 de Enero de 1973. 13 horas
1
Nota: La gruta de las "Tres Fuentes" se encuentra en las cercanías de la Abadía homóni-
ma, donde sufrió el martirio San Pablo. Apareció allí la Virgen en la posguerra.
14
2. [97]- Mis rosas son las oraciones.
Las rosas que vienen a formar Mi nube, son las oraciones.
Oraciones en palabras, oraciones en obras, oraciones en sacrificios,
oraciones en llanto.
Sobre estas rosas descanso y desde esta nube hecha de rosas, miro al
mundo, y veo aquello que me hace sufrir.
Pronto, hija, te diré cómo deberás prolongar Mis palabras. ¡Muy pron-
to, hija, sabrás!
Tú no te quedes asombrada, ni incrédula, ni incierta, Yo te hablo como
hablo a muchos.
No sois creídos, no sois considerados, y por eso sois más queridos a mi
Corazón.
Tu muchacho es feliz, es un pequeño soldado sonriente.
Yo ya sabía de su luminoso futuro, cuando venía a rezarme con fe y
pureza.
¡Tienes un muchacho en el Cielo!
Juventud eterna, eterna pureza, no obstante, comprendo tu llanto.
¡Trata de mirar más allá de la tierra!
15 de Febrero de 1973.
3. [98]- Tu rosario es tu dolor.
Hija, heme ante ti, con mi sonrisa, sonrisa para vosotros que me amáis,
¡maternal sonrisa para todas Mis criaturas!
Mi mensaje dado a Lucía en el lejano 1917, ahora es la hora de que va-
ya por el mundo2.
2
En referencia a la aparición de la Santísima Virgen en Fátima. De ella está el testimonio
de Lucía, una de los tres pastorcitos, se hizo monja y todavía vive, nonagenaria, en un
convento portugués. En efecto, el último de los tres mensajes ha sido dado a conocer este
año por el Papa Juan Pablo II solamente en este año, y la Iglesia ha respetado siempre la
voluntad de Nuestra Señora, dándole graduales revelaciones sucedidas en tres tiempos
diversos, pero escogida con extrema oportunidad, la máxima difusión.
15
Yo os aconsejo usar la misma redacción y todas las palabras del prime-
ro, que ha sido hecho con amor y esperanza por San Rafael.
Quien quiere leerlo, no mira entre líneas, sino en cada línea. Importa
que esté hecho de modo que pueda ser enviado por correo y que sea hecho
para darlo a todos. Quien sienta Mi voz lo leerá y lo atesorará. ¿Cómo
divulgarlo? Dándoselo a todos. A todos aquellos que están cerca de voso-
tros. A aquellos que están lejos ponédselo en los bancos de las Iglesias.
¡esto no siempre será fácil!
Y rezad con palabras, con paciencia, con el ofrecimiento de vuestro
dolor, de vuestra fatiga y de vuestro sufrimiento.
Y confiad vuestra obra al Corazón de Mi Hijo, para que intervenga Él,
para que esté cerca de vosotros en vuestro apostolado. No tengáis ningún
temor, ninguna incertidumbre, Yo os miro y mi Hijo os ayudará. A vuestro
lado tendréis los Arcángeles, guiados por San Miguel.
Si a ti te dijo estas palabras, es porque también tú, Giuliana, guiada por
invisibles hilos del amor que obran sobre la tierra, por una Alta Voluntad,
has podido conocer estas palabras. No te desalientes, no te turbes, te lo
dice la Madre de todas las madres, la Madre de todos los hijos, la que lleva
en su Corazón a todos aquellos que la aman y la veneran. Cuando encuen-
tres a Sacerdotes, háblales de Mis Palabras, escucha lo que se te dirá y
luego dirígete a nosotros.
Estas palabras son válidas para ti y para los más cercanos a ti.
Habéis sido elegidos y tenéis el deber de actuar.
Las rosas que forman Mi nube, donde descanso, están hechas con los
pétalos del amor de todas las mamás. Yo, que tan profundamente com-
prendo a la maternidad, Yo, que he seguido a Mi Hijo hasta bajo la Cruz,
¡comprendo la maternidad dolorosa y la hago Mía!
Tú sigue segura, tu rosario es tu dolor, que si lo sabes ofrecer a Noso-
tros, formará una corona de aquellas rosas que tanto amo.
24 de Febrero de 1973.
16
4. [99]- Os envuelvo con mi manto para daros protección y afecto.3
¡Hijos!
Mi manto, hecho de Cielo, es de terciopelo, es de seda, ¡es misterio pa-
ra vosotros!
Con Mi manto salvo las almas, libero a los espíritus, protejo del mal a
muchas criaturas.
Y cuando desciendo a vosotros, invisible pero real, verdadera y mater-
nal, ¡heme aquí envuelta en Mi manto de Cielo!
Os cubro también a vosotros y por el breve instante en que permanezco
con vosotros, os envuelvo en mi manto azul, ¡para daros protección y afec-
to!
Heme aquí presente ante vosotros, así como me veis con los ojos de
vuestro espíritu.
"Feliz, maternal, envuelta de Cielo".
¡Mi Cielo, que a vosotros prometo!
21 de Junio de 1973. 1 hora.
5. [101]- A todos vosotros que escucháis estas palabras, os llevo en Mi
Corazón.
Hijos Míos, desde mi cielo estrellado, azul como mi manto, vengo a
vosotros sonriendo, mis lágrimas significan el dolor por aquellos que no
vendrán a Mí.
A vosotros sonrío, a vosotros, que me veneráis. A ti que has vivido de
Mí, y de Mí mucho has escrito, hijo Mío Alejandro4. Tú que tienes el
nombre de aquel que anunció el más grande evento de la tierra, Gabriel; el
día que se me apareció, aquel lejano día de la tierra, cuando supe que habr-
3
Una piadosa tradición afirma que la Virgen, en las fiestas a Ella dedicadas, desciende del
Cielo y envuelve con su Manto a las almas que se están purificando y las lleva consigo al
Cielo.
4
Se dirige al Padre Gabriel Roschini, conocido mariólogo, cuyo nombre de bautismo es
Alejandro.
17
ía de ser la Madre de Dios, el Tabernáculo viviente de Jesucristo, ilumina-
da por el Espíritu Santo.
Y tú Giuliana, que comprendes el dolor, acéptalo dando gracias por e!
don que has tenido en compensación, y sabe que el dolor es pasajero, pero
tu carisma es para los espíritus, que son eternos.
Y tú Luigi que me amas, que sientes en Mí a la Madre, ¡ten fuerza y fe,
ahora y siempre!
Y todos, todos vosotros que escucháis estas palabras, a todos os tengo
en Mi Corazón, ¡estáis todos envueltos en mi Manto!
No desciendo a la tierra solamente en lugares que después serán noto-
rios, desciendo también en el silencio, en lo escondido, en las pequeñas
casas, junto a las pequeñas almas.
Rezad, rezad con palabras y con obras, ¡rezad con amor!
20 de Septiembre 1973
6. [100]- Todos mis hijos de la tierra están en Mi Corazón.
Hija Mía,
¡Yo soy la Madre de la Tierra y del Cielo!
Todos mis hijos de la tierra están en Mi Corazón y tú Giuliana, que
tanto me veneras, que tanto me amas, ¡estás siempre presente en Mí!
Tú comprendes mi dolor por todo lo que veo, comprendes mi llanto
por todo el mal que los hombres hacen al dulce y misericordioso Corazón
de Mi Hijo.
Así, en mi dolor no soy ya "Reina", soy una mujer que llora el dolor de
la Cruz, ¡de la Gran Cruz que debería iluminar al mundo!
Vosotros que vivís para la Fe, que por la Fe lucháis, vosotros sois
aquellos que me daréis la corona, y para vosotros seré Reina.
Actuad haciendo buenas obras, con vuestro amor por Mí, con vuestro
amor por Mi Hijo, ¡es vuestro camino al Cielo!
¡Os esperamos con los brazos abiertos!
Y desde el instante del encuentro, todo será claro para vosotros, desde
el primer instante maravilloso cuando para vosotros terminará el tiempo, ¡y
comenzará la eternidad!
12 de Octubre de 1973. 24 horas
18
7. [151]- Para dos sacerdotes.
Cuando Mi Hijo miraba a los sacerdotes, os veía como estrellas de Su
firmamento:
"Immi, ¡habrá estrellas, que brillarán y darán luz a muchas almas!"
Y vosotros habéis venido en vuestro tiempo a traer la luz. ¡Estrellas del
firmamento de Jesús! En este tiempo no es fácil trabajar para la fe, ¡pero
aquellos que tienen la luz de las estrellas, producen luz!
Sois para esto: ¡para iluminar a los espíritus! Jesús ha ¡vivido aquella
su Pasión, como ejemplo para salvar al mundo. Es el ejemplo de un amor
vivido, así como vosotros, Pasionistas, que vivís el amor y recordáis la
Pasión, y la hacéis conocer.
En aquel tiempo, cuando Jesús era un niño, como Dios ya os conocía y
os miraba el alma:
"Hay otras estrellitas, Immi..." ¡Y veía vuestro rostro y vuestra alma!
Yo escuchaba a Mi Hijo, ¡y quisiera que todo el mundo lo escuchase! El
habla a las almas, en el silencio pueden escucharlo, y escuchándolo los
sentimientos mejoran y se reciben buenas sugerencias: ¡para ser generosos,
para ser pacientes, para amar a los hermanos! ¡Muchos no escuchan la voz
del alma!
Entonces vosotros, misioneros de la Cruz y de la Pasión, haced escu-
char aquella voz: la voz de Mi Hijo. El firmamento brilla en las noches
límpidas... las estrellas son siempre las mismas, miles y miles y miles:
¡vosotros y vuestra luz hijos míos, queridos pasionistas del alma! Aparecí
con vuestro atuendo: ¡mi corazón ha llevado a aquel Corazón, que vosotros
lleváis sobre el corazón!
17 de Noviembre de 1973.
19
8. [102]- Al Padre Gabriel Roschini.5
Hijo Mío, Alejandro, te hablo a través de un alma querida, elegida por
Mi Hijo para éstos, vuestros tiempos, porque viviendo en lo escondido
ayudas a quien lo busca.
¡Sois las almas elegidas por Mi Hijo!
¡Son tantas, y con tan distintos deberes! Tú has sido elegido por Aquel,
que quiere para Mí mucho amor, como el que Él siente por Mí, para dar
testimonio de Mí, de Mi historia, y sobre todo de mi virginidad.
Lo has hecho siempre, ya que de esto has vivido. De esto y para esto.
A veces, hablas y piensas con tu voz y con tu mente. A menudo has tenido
una sugerencia Mía, a menudo has sido envuelto por la luz. Tú lo sabes, lo
puedes comprender, tú, que por amor a Mí, te has anulado, y quien en Mí
se anula, adquiere el don de escucharme en el alma, también y a menudo
por humildad, sin saberlo. Tu larga vida dedicada a Mí, hará que entre los
brazos de Mi Hijo encuentres mucha felicidad.
Desde esta pequeña casa, a través de una humilde y dulce alma predi-
lecta, Yo, Myriam, vuestra Mamá, soy vuestra esperanza, porque Yo soy
quien os une al Hijo de Dios, soy quien fue portadora de la Hostia, y soy
Aquella que ama mucho a la humanidad:
Os bendigo.
7 de Octubre de 1974. 15.30 horas
9. [104]- Os exhorto a hacer coronas de rosas para Mí, en el amor a Mi Hijo.
Hijos míos,
Soy Yo, Myriam, vuestra Mamá y la Mamá de Aquel que vosotros
amáis y estáis aprendiendo a conocer. Mi Jesús, el Hombre–Dios que os
mira y protege, que os eligió no ya en vuestro tiempo, sino en el no tiem-
po, que desde la Cruz os vio, que vio vuestro rostro, no aquél de materia,
5
Este mensaje es para el Padre Gabriel Roschini, que ha dado recientemente en el Sínodo
una conferencia sobre la Virgen
20
sino el del espíritu. Seguid el camino que Mi Jesús os ha trazado desde
siempre, vosotros los del mundo, no creídos por todos, pero sí por muchos,
no ahora ni rápidamente, sino más adelante por cierto. Vosotros que sabéis
dar y amar, vosotros a quienes Yo, la Mamá de todas las Mamás, la Mamá
de todos los hijos, vuestra Mamá, exhorto a hacer coronas de rosas para
Mí, en el amor por Mi Hijo.
Una bendición particular para vosotros, que me oís en este momento,
Yo Myriam, acompañada de un Ángel protector vuestro, aquel que me
rezó en las "Tres Fuentes"6 durante su paso feliz por la tierra, aquel que
ayudará siempre en la tierra.
Un heraldo Mío, os ha traído Mi luz, que a todos envuelve, que es Mi
amor. Es el amor que tiene Mi Jesús por toda criatura, el Padre Nuestro
que en los Cielos vive y al mundo vivifica, el Amoroso Espíritu que todo
lo inunda, es el amor que Yo Myriam llevo a la humanidad, y a vosotros os
digo: ayudadnos a salvarla, a traerla a Nosotros, que el Cielo tiene necesi-
dad también de aquellos que pasan por la tierra.
16 de Octubre de 1974. 23 horas
10. [103]- Al Padre Gabriel Roschini en su 50 aniversario de Sacerdote.7
¡Hijo Mío!
¡A ti que has hecho de tus años de Sacerdocio coronas y más coronas
de rosas y de estrellas para Mí!
¡Soy María, tu Mamá!
¡La Mamá de cada mamá y de cada hijo!
¡La Hostia viviente, el camino que une a los hombres a Hijo!
Soy quien tú amas y defiendes, soy quien tú llevas en el alma.
¡Que tú seas nuevamente y por siempre bendecido!
¡De ti tendré aún muchas rosas y muchas estrellas!
19 de Diciembre de 1974.
6
7
Se refiere a la aparición en la gruta “Tre Fontane” (de las Tres fuentes) en Roma
Este mensaje es para el Padre Gabriel Roschini que celebra su 50o aniversario de Sacerdo-
cio.
21
11. [105]- Que el Cielo os reciba a todos, Yo por vosotros intercedo.
¡Hijos Míos!
Cuando los Ángeles me llevaban hacia lo alto, el Cielo se agrandaba
siempre más, la tierra se hacía cada vez más pequeña, era grande Mi alegr-
ía, Mi Jesús venía a mi encuentro. ¡Mi Hijo!
Y miraba al mismo tiempo a la pequeña tierra.
Veía a todos vosotros, hijos Míos, de todos los tiempos, y a todos os
sentía como hijos, como sentía Amor por Aquel que me acogía en su Co-
razón, así os acogí a todos vosotros en Mi Corazón.
Desde aquel momento en que se Me abría el Cielo y Yo iba hacia lo al-
to llevada por los ángeles, he sido Madre Inmaculada, Madre dolorosa
también para todos vosotros.
Que el Cielo os reciba a todos, Yo por vosotros intercedo.
¡Cuánto os amo, cuando sabéis amar a Mi Hijo!
¡Cuánto os ama Mi Hijo, cuando sabéis amarme!
El Cielo me ha recibido, los Ángeles me han llevado en un himno de
gloria, cantando alabanzas a Dios.
¡Que el Cielo os pueda recibir a todos vosotros, hijos Míos!
¡Rezad, actuad, dad! ¡Y amad!
15 de Agosto de 1975. 19.40 horas
12. [106]- Escuchad Mi voz.
Con fe viva, inspirado, aquel que quiso que fuese dogma, otra Verdad
proclamó Mi Asunción al Cielo.8
Cuando subía entre los Ángeles y la tierra se hacía pequeña, bendije a
toda la humanidad.
Yo, la Madre de todas las madres y de todos los hijos. Y Mi Hijo,
vuestro hermano Jesús, a todos vosotros bendice cada vez que vuestro
pensamiento a Nosotros se dirige.
8
Pio XII
22
¡Nosotros somos los que conocemos el amor e ignoramos el odio! No-
sotros somos aquellos que miramos a la humanidad, y la humanidad nos
mira con consuelo y con la esperanza de un futuro eterno, ¡y con la visión
eterna de Nosotros!
He dado la vida a Jesús como Madre Inmaculada, Jesús por vosotros
vino a vivir a la tierra, y a morir, y a resucitar. ¡Resucitaréis, si creéis
siempre en Él!
Hijos, hijos Míos queridos, escuchad mi voz, la voz que ha hablado en
todos los tiempos, la voz que ha hablado a Lucia en Fátima.
Rezad con palabras, ¡pero sobre todo con obras!
Unidos en la fe ¡actuad! El tiempo es en la tierra oscuro para muchas
almas.
Yo subía, sostenida por los Ángeles, el mundo se hacía pequeño, los
Cielos se agrandaban, ¡y Yo entraba en el Reino de Mi Hijo!
15 de Enero de 1976. 16 horas
13. [107]- Recibo como rosas a vuestros pensamientos.
¡Hijos de Mi Corazón!
Soy Aquella que rige el mundo y lo ilumina con su espíritu materno.
He descendido a vosotros para bendeciros, os he unido en un solo co-
razón, aquí, en la pequeña casa a Mí dedicada y tengo para cada uno de
vosotros un pensamiento particular.
Soy Myriam: ¡os protejo, os amo!
Soy vuestra Mamá Celestial. Y a vosotros dos, que sois dos antorchas
Mías, también a causa de lo que sois en amor y dedicación a Mi Hijo, he
aquí que a vosotros dos prometo protección para vuestra santa misión y
por lo que haréis.
Y a todos vosotros os digo que penséis en el Corazón dulcísimo de
Jesús, siempre con amor, cada vez con más amor, pues nunca lograréis
darte todo el amor que Él desde siempre os ha dado.
Os miro desde Mi Cielo, os miro desde las estrellas recibo como rosas
vuestros pensamientos, ¡y os bendigo!
19 de Mayo de 1976. 19.30 horas
23
14. [108]- A un grupo de fieles.
Desde el Cielo, desde las nubes de rosas, desde las estrellas que os
hablan de Dios, si estáis a la escucha, Yo, Myriam, vuestra Mamá, la
Mamá de cada hijo y de cada madre, Aquella que os conoce como cada
mamá conoce a su propio hijo y aún más, para Mí vuestras almas son
transparentes. Yo, Aquella que llevó la primera Hostia, Aquella que cono-
ce el Amor de vuestro Jesús, Aquella que lo ha llevado en sus brazos, pe-
queño niño, inmenso Dios, os bendigo, hijos Míos, y os agradezco en
nombre de Mi Hijo, vuestro hermano, para que vosotros obréis con amor y
tratéis de hacer cada vez más.
¡Os bendigo, hijos, os miro desde Mi Cielo, desde las nubes de rosas,
desde las estrellas, que os hablan de Dios.
2 de Junio de 1976. 1.30 horas
15. [109]- Rezadme y a los Ángeles pedidles protección.
"¡Padre! Tú que has querido para Tu Hijo esta Pasión, Tú que lo has
mandado a la tierra para que sufriese la Pasión, ¡Te lo agradezco en nom-
bre de toda la humanidad, que has redimido!"9
Hijos míos, no son las palabras las que forman la oración, sino los sen-
timientos, y entonces serán los sentimientos los que formarán aquellas
palabras, que os vendrán al alma, para llegar a Dios, para llegar a Jesús mi
Hijo, y para que el Espíritu os ilumine.
¡Oración es todo lo que hacéis en el nombre del Señor!
Si con sentimiento verdadero pronunciareis aquellas importantes ora-
ciones, Dios Trino las recibirá y recibirá igualmente vuestros sentimientos
que viniendo del alma, formarán palabras vuestras nacidas de vuestro co-
razón.
Y recibirá cada acto de amor vuestro, porque también el amor es orar.
9
La plegaria con que comienza el mensaje, es la misma que María Santísima dirigía al
Padre estando bajo la Cruz. Una de las oraciones de las que ya había hablado a la Venerable
Agreda sin revelarle el contenido. La Santísima Virgen se ha dignado hacernos conocer una
de ellas.
24
¡Rezad, glorificando a Dios Trino, uniendo vuestro espíritu al de Aquel
que es!
Y rezad a los Santos como mediadores, si queréis, y también para ren-
dir honor a aquellos que fueron ejemplo, ¡pero sabed y recordad que es
Dios Trino el que os escucha, Aquel que sabe, Aquel que ve!
¡Y rezadme a Mí! ¡Yo hablo por vosotros a Mi Hijo!
¡Mi Hijo me ama y os ama!
¡Y a los Ángeles pedidles protección!
28 de Junio de 1976. 11 horas
16. [110]- Rezad siempre por nuestra santa Iglesia.
¡Hijos Míos!
Vuestras plegarias en palabras, pero más aún con el sentimiento, son
para Mí como flores que suben a Mi Cielo, y por vosotros las ofrezco a Mi
Hijo Jesús.
¡Soy Myriam, vuestra Mamá y, como un soplo de dulzura llevo a voso-
tros Mi benevolencia!
Sois hijos Míos, como todos, y al mirarnos, mí rostro se pone sonrien-
te.
Rezad de cualquier manera, bajo cualquier forma, siempre por Nuestra
Santa Iglesia, que tiene también necesidad de vuestras obras y oraciones.
Es necesario reconfirmar aquella única Verdad del Evangelio, ¡escuela
de fe y de vida!
¡Os bendigo!
30 de Junio de 1976. 22.30 horas
25
17. [112]- A las mamás que han perdido a su hijo.
¡Hijas de Mi corazón!
Sois como Yo, habéis sufrido como Yo y sufrís aquel dolor que Yo,
Myriam, la Mamá del Mundo y del Cielo, he sufrido.
Cómo os comprendo y cómo os amo, también por estas lágrimas vues-
tras, ¡que son las mismas lágrimas que he llorado en el Calvario!
El dolor os une, os unirá la gloria de los Cielos, porque todo dolor tie-
ne un premio, si es sufrido con amor y comprensión por aquellos que son
como nosotros.
¡Nosotras, las Mamás, los Ángeles de nuestros hijos! Yo, la Mamá de
Aquel que por vosotros ha sufrido. ¡Aquel que, en el dolor os sostiene,
porque conoce el dolor!
Y cuando reencontréis a vuestros hijos, cuando su alma abrace la vues-
tra, olvidaré todas vuestras lágrimas y la vida eterna os sonreirá para siem-
pre.
Como un himno de gloria, aquella gloria creada por el Padre Nuestro
para toda la humanidad que ama y sufre, os encontraréis en aquel mundo
de maravilla, donde ya viven vuestros ángeles: ¡qué os parecen perdidos,
pero que los reencontraréis para siempre!
El Cielo os sostiene, no estáis solas, tenéis junto a cada una de vosotras
a vuestro propio Ángel, que os sonríe.
Montópoli, 22 de Agosto de 1976, 23 horas
18. [113]- Sois todos mis hijos, ¡hijos de mi corazón!
¡Hijos de Mi corazón!
Cada hijo es el corazón de la madre y como Yo, Myriam de Nazaret,
soy la Madre del Hijo del Hombre, es por eso por lo que Él es vuestro
Hermano, y vosotros todos, todos sois hijos Míos, hijos de Mi Corazón.
Miro los sentimientos de todos vosotros, que sois cada uno distinto del
otro, como las hojas de los árboles, que nuestro Padre de los Cielos y de
los mundos creó, distinta cada una de la otra, por más que sigan siendo y
sean siempre hojas desde que la tierra es y será. Cada uno de vosotros es
26
distinto, pero Yo, como Madre, los amo a todos. A todos Mis hijos, que me
hacen derramar lágrimas, para que viéndolas, cambien, y se asemejan a
mis hijos que me hacen sonreír, porque siguen el camino de los justos,
Aquel camino que Jesús trazó en el tiempo en que nació en la tierra de
modo distinto al de todos vosotros, en un pobre establo, pero con una es-
trella arriba, mientras le sostenían dos grandes Ángeles y me lo entrega-
ban: ¡un niño de carne, un Dios en la Trinidad para traer la Redención! Y
después de casi dos mil años, todavía ahora a través de la palabra de Jesús
se lleva a las almas a aquella Redención, que después es la Resurrección.
Para vosotros tres estas palabras: todo aquello que me habéis pedido
con humildad y temor, Yo, Myriam, a Mi Hijo se lo he pedido, y Mi Hijo
os escuchará: ¡Sois hermanos! Cuando el Hijo del Hombre no tiene donde
apoyar la cabeza y mira al mundo desde más allá del tiempo, mirando a
vuestro tiempo os ve también a vosotros y a vuestras penas. Ellas pasarán,
pasarán porque tenéis corazones que pueden ser almohadas para la amoro-
sa cabeza de Jesús: Lo amáis y Lo seguís.
Yo quisiera manifestar a muchos estos pensamientos, pero no todos
tienen esta elección de Mi dilecto Hijo, y entonces por la esperanza que a
ellos doy, me manifiesto a vosotros, con estas palabras Mías a vuestras
almas, desde mi casa de Nazaret.
También es ésta una demostración del amor maternal que os tengo.
¡Sois los hijos de Mi corazón!
Loreto, 17 de Septiembre de 1976 15,10 horas
19. [111]- Pensar en Mí es rezar.
¡Hija de Mi Corazón!
Para ti, en la casa que me has dedicado, ¡vengo a darte una bendición!
Tú me amas y tu amor es al mismo tiempo filial y materno, porque te sien-
tes hija y Me sientes en el corazón con una ternura maternal.
¡Yo comprendo tus sentimientos y tu deseo de una palabra Mía! Heme
aquí ante ti, querida, hija de Mi corazón, tú, ¡una que siente, porque Me
sientes!
27
¡Tu pensamiento, cuando se dirige a Mí es como una plegaria, aunque
sea solamente un pensamiento!
¡Pensar en Mí es rezar!
¡Poner una flor frente a una imagen Mía es rezar!
Y estas plegarias tuyas las llevo a Mi Hijo, Mi querido Jesús y Él las
recibe y las bendice. ¡Soy Yo, Myriam, María, la patrona de tu casa y de tu
alma!
21 de Septiembre de 1976. 23 horas
20. [114]- Para Luisito.10
¡Hijo Mío!
Eres uno de aquellos que Yo tengo en Mi corazón, ¡porque tu corazón
me siente!
Soy la Mamá Celestial, la Mamá de toda la humanidad, y te hablo y te
sonrío para dar fuerza a tu espíritu, para que tu apostolado sea cada vez
más grande, para que el amor que sientes en ti, lo puedas extender cada
vez más.
Tienes hijo mío a tu lado a tu Mamá Celestial, entonces, ¡fuera los te-
mores, goza de tu alegría interior y nada te perturbe!
Aprende a conocer cada vez más todo lo que es la Verdad, y a la Ver-
dad proclámala.
Recuerda: ¡eres un camino elegido por Mi Hijo, para que otros lleguen
a ser otros caminos!
18 de Noviembre de 1976 - 16,20 horas
10
Este mensaje es para Luis, futuro sacerdote.
28
21. [115]- Y vosotros que actuáis, sois las pequeñas luces del mundo.
¡Hijos de Mi corazón!
Mi corazón está con vosotros, sois aquellos que Mi Hijo llama: ¡los
pequeños apóstoles de los últimos tiempos!
Vosotros vivid con fe en el corazón. La fe es vuestro camino hacia
nuestro Cielo, y Yo, la Madre del Cielo y de vuestra tierra, de vuestros
corazones, veo vuestra fe, junto con el amor por Mi Hijo y por Mí, como
una flor perfumada, que sube hacia Mí, que vosotros me ofrecéis.
Aquí en esta casa ha llorado Mi imagen, para indicaros que debéis re-
zar por aquellos que hacen tanto mal al Corazón de Jesús y a Mi Co-
razón.11
Nosotros estamos en la gloria, el mal del mundo nos ha hecho sufrir
cuando éramos de carne, porque por cada mal hemos sufrido: todo el mal
de cada tiempo de la tierra, el pecado de cada hora.
Y vosotros, que obráis con vuestra mejor intención, ¡sois las pequeñas
luces del mundo!
Hijos de Mi corazón, os hablo a través de un alma...
Sois mis pequeñas luces: cuando miro al mundo, os miro y os sonrío,
no son por vosotros las lágrimas, no por vosotros.
Para vosotros una sonrisa de vuestra Mamá del Cielo.
Os bendigo con todo mi sentimiento materno, eterno, para vosotros
hermanos de Jesús.
¡Id y pensad siempre en Mi Hijo, en Nosotros, en Mis Ángeles!
Ospitaletto, 27 de Febrero de 1977 - 15,25 horas
11
En la casa donde llegó este mensaje, en el año 1957, la estatua de la Virgen lloró lágri-
mas de sangre.
29
22. [116]- Mis apariciones ahogadas.12
Hijos Míos,
mis lágrimas fueron para testimoniar Mis apariciones, no proclamadas,
sino ahogadas, porque los Judas existen a aún, y Judas traicionó a Mi Hijo
y continúa traicionándolo.
Habéis quedado vosotros y otros como vosotros, para ver claro lo que
sucede. Sed fuertes, vosotros y esos otros que son como vosotros, que son
aún muchos, porque el bien escondido es tan grande como el mal manifies-
to.
Si me hubieran escuchado, el bien habría sido mayor, y esto es doloro-
so también para vosotros, ¡sobre todo para vosotros! Para vosotros, porque
Yo, María Inmaculada, no estoy ya en el tiempo. Para Mí el dolor por lo
que sucede y sucederá estuvo en el tiempo. En Mi tiempo, cuando Jesús
iba a llevar la Palabra, a hacer milagros, y después a morir, también por
vosotros, y también por aquellos que son como vosotros, y por la humani-
dad toda, que ha elegido el bien, o el mal.
¡Elecciones! Sabed siempre elegir: os acogeré en Mi Manto. Rezad,
haréis de vuestros pensamientos dirigidos a Mí, nubes para quedarme en
ellas entre el Cielo y el mundo, ¡para miraros!
Ospitaletto, 3 de Marzo 1977, 19 horas
12
El 13 de mayo de 1944 la Virgen se le apareció a una niña de 7 años, Adelaida Roncalli,
en Bonate (Bergamo), le habló y se le apareció varias veces. Sucedieron ahí milagros cla-
morosos. Pero la Iglesia diocesana asumió una postura de neto rechazo y persecutoria con
respecto a la niña misma.
En Montichiari (Brescia) la Virgen se le aparece a Pierina Gilli desde el año 1947, varias
veces, y en 1967 vuelve a aparecérsele en la localidad de "Fontanelle", donde posó sus pies
sobre el manantial y tocó con sus manos el agua de la fuente, anunciándole que se trans-
formaría en un lugar como Lourdes. Han sucedido curaciones milagrosas.
30
23. [117] - Quien ama a Mi Hijo es una ventana abierta de Nuestro Cielo, y
abierta hacia el mundo.
¡Hijos Míos!
Si amáis a Mi Jesús, Él os ilumina y Yo, Myriam, os puedo así llamar:
¡ventanas del Cielo, abiertas al mundo!
Quien ama a Mi Hijo, podrá siempre ser una ventana de Nuestro Cielo,
abierta hacia el mundo.
Quien ama a Mi Hijo ha comprendido una realidad: la realidad que lle-
va a la vida verdadera.
Así, abridnos el alma a Nosotros, Nosotros pasaremos a través de vues-
tras almas, que se harán Nuestras ventanas.13
Hijos míos, ¡a Mi Hijo ofrezco vuestros pensamientos, os llevo a Él en
Mi manto!
Amad a Mi Jesús, Yo, Myriam, llevaré siempre a Él vuestro amor.
Soy vuestra Mamá Celestial, soy la Reina de los Ángeles, y de los
hombres, y os llevo en Mi manto: ¡cuando camináis con los pies de Mi
Hijo, cuando dais con sus manos, cuando amáis con su corazón!
16 de Marzo de 1977, 17,25 horas
24. [118] - Jesús nació en la tierra así...
Hijos Míos,
Mi voz y mi presencia se han manifestado al mundo, para salvar a mu-
chas almas.
¡Pero me han escondido, no creen en Mi voz!
Y Yo María, la Mamá del Cielo y del mundo, me aparezco a los pe-
queños, a los escondidos, a los humillados.
Cuando estaba en la tierra, allá en Nazaret, cuando vivía aquella vida
conciente y fuerte, sufriente y serena, porque debía vivir el dolor pero tenía
la fuerza y el conocimiento, sabía que Mi Hijo era el Hijo del Hombre, el
13
Ayer por la noche han transmitido el primer capítulo de la película de Zeffirelli sobre la
vida de Jesús.
31
Hijo de Dios, el Unigénito, venido a traer la ley del amor y a trazar el ca-
mino del Reino Celestial para el mundo. Cuando vivía en Nazaret podía
parecer una criatura como las otras, pero no fue así, porque Jesús salió de
mi purísimo cuerpo corno un rayo de sol, que pasa a través de un límpido
cristal.
Ahora dicen que Mi Hijo era un hombre como todos los otros.
Era un hombre, pero era y es Dios, y entonces es Único y Trino, dife-
rente de todos.
Era un hombre, pero era Dios, por eso no tuvo defectos humanos, era
la Perfección, Amor Infinito, Infinita Justicia en la tierra, ahora está en el
Cielo en la gloria y también en la tierra en medio de vosotros, invisible, Él
os mira afectuoso Él os sigue amoroso, ¡Él escucha el amor que Le lleváis!
28 de Marzo de 1977; 14 horas
25. [119] - Todo el dolor del mundo estuvo en Mí.
Hijos Míos,
Soy Myriam, la Madre del mundo, la Madre del Cielo. Os bendigo a
través de esta alma. Tened para Mí pensamientos amorosos, Yo miro vues-
tro amor. Como en aquel tiempo, allá en Nazaret, sentía aquel Amor por
todos, igual que lo sentía Jesús, que por todos vosotros ha padecido en el
cuerpo y en el espíritu.
Allá en Nazaret, la pequeña casa estaba llena de amor: eran nuestros
sentimientos, y ahora vosotros visitándola, ¡sentid aquel amor!
Es el amor de Jesús por toda la humanidad, de todos los tiempos.
Jesús para no dejarla, se hizo pan, ¡para alimentar a los espíritus y así
salvarlos!
Sed siempre dignos de Su amor: vivid con el pensamiento en vuestro
Jesús, el amor del Padre hecho hombre, para salvar a los hombres. Que el
Hijo del Hombre esté siempre con vosotros, ¡se ha hecho pan para alimen-
taros, se ha hecho sangre para salvaros!
Tanta humanidad en el tiempo ha visitado Nuestra casa, ¡los conozco a
todos!
Todos, cada uno de manera diferente, me han pensado e invocado.
32
Tanta humanidad doliente: una parte de aquellos que llevaron la Cruz
con Mi Hijo a través de los tiempos, ¡cada uno en su tiempo!
He aquí, Hijos Míos, como podéis comprender la alegría en el dolor:
¡sabiendo que no es en vano sufrir, sino que es para todos, es vivir con
Jesús la Redención! Y los hombres pasan a través del tiempo.
¡Pasan, vienen a nosotros!
Todavía otros vendrán a la tierra para ser probados, para todos el pan
de vida, el Cuerpo, la Sangre de Jesús, ¡para ser salvados!
Allá, en aquella casa, la casa de la vida, allá donde se desarrollaron
aquellos grandes eventos, los más grandes, Mi jornada era simple, vivía
como tantas otras madres, en humildad.14
Sabía quien era Jesús, vivía con alegría y con dolor, conociendo y con
temor, fuerte y llena de esperanza: sabía que habría de resucitar, pero ante-
s, durante la Pasión: ¡cuánto dolor!
¡Todo el dolor del mundo estuvo en Mí!
Y vosotros en la tierra, sois probados, habéis padecido, formáis parte
de Jesús, os han llamado "Sus pies", os han llamado "Sus manos".. os han
pedido amar...
Yo, la madre del mundo, la Madre del Cielo, con Jesús os pido que
améis, no para Mí, no para Jesús ¡para vosotros, para vosotros! ¡Y también
para Nosotros, sois parte de Nosotros!
Comed aquel pan, puros en el espíritu, dignos siempre, es el pan de la
salvación, es el pan de la Vida, es Jesús que vive con vosotros, ¡no os ha
dejado, estará con la humanidad hasta que exista la tierra! ¡Cuántos miste-
rios para vosotros! Aceptad también los misterios, ¡demuestran vuestra fe!
Sed simples, sed puros, sed pequeños. Aceptad todas las cosas y dad las
gracias, aunque no comprendáis, aunque en vosotros, que sois también de
carne, a menudo está la rebelión: ¡aceptad y dad gracias! Son pequeñas
todas las cosas del mundo, los dolores, las preocupaciones del mundo, al
compararlas con el renacer en aquella maravillosa vida de eternidad, que
Dios Trino para vosotros ha creado, en un infinito pensamiento de amor.
Loreto, 24 de Abril de 1977, 17 horas
14
Mensaje recibido después de una visita a Loreto.
33
26. [120]- Para el Padre Gabriel.15
¡En los momentos de tristeza qué reconfortante es el abrazo de la
Mamá!
Hijo de Mi corazón, tú Me has sentido siempre y desde siempre en tu
espíritu, como la Mamá, tierna y afectuosa.
Junto a ti, ¡luminosa te guío!
Junto a vosotros todos, hijos Míos, ¡sonrío!
No temáis las asperezas del mundo.
El verdadero mundo os sobrepasa, ¡os espera!
¡No temáis!
Haced en el nombre de Jesús, dad en Su nombre y en Su nombre pro-
digaos.
El amor de Jesús es muy grande, ¡muy grande!
¡Y así es mi amor de Mamá!
¡Gabriel, hijo, que me conoces desde siempre!
Cuántas horas y horas has dedicado a Mí, ¡Conmigo al lado tuyo!
El tiempo pasa en la tierra, Yo, Myriam, soy siempre la misma, con
mis manos acaricio vuestras almas.
No os dejo, soy toda amor, toda amor materno, amor verdadero, amor
que da, ¡amor que alivia todo peso!
13 de Mayo de 1977, 22 horas
27. [121]- Al Padre Roschini.16
¡Hijo mío!
Tus sufrimientos no son para ti, sino que son plegarias por aquellos
que no rezan.
Tú subes cada día un escalón en tu perfección.
Y entonces, acepta; sufrir nunca es vano, ¡te espera el amor de Mi
Hijo, te espera Mí amor de Madre!
15
16
Es para el Padre Gabriel María Roschini.
El Padre Gabriel Roschini estaba internado en el hospital San Camilo.
34
Tú me sientes en tu corazón, y Yo, Myriam, tu Estrella de la mañana,
¡estoy a tu lado como Madre amorosa!
Los días Pasan, ¡llevan a la vida!
Que te reconforten estas palabras Mías, ¡toda cosa que Mi hijo permite
es siempre un bien!
Casita de María, 19 de Julio de 1977; 23,30 horas
28. [122]- Oración y penitencia, para ayudar a aquellos que no oran ni aman.
¡Hijos Míos!
Como en Fátima, como en La Salette, como en Montichiari, ahora os
digo y repito lo que entonces os dije:
¡Oración y penitencia, para ayudar a muchos que no rezan y no aman!
¡Ayudadlos, sentidlos hermanos, no siempre tienen culpa de lo que
hacen!
Veréis cosas jamás vistas, ¡sed fuertes en vuestra fe y orad!
Cada uno de vosotros como lo sabe hacer, como siente el rezar: en pa-
labras acompañadas del más sincero sentimiento, o en obras, o en acepta-
ción.
Yo soy la Madre del mundo, Yo soy la Rosa Mística, y allá donde he
aparecido, surgirá un gran Santuario.
Ahora parece tan difícil. Tan imposible...
Yo he aparecido, y sabía y sé lo que sucederá.
Hijos de Mi corazón, sentid mi voz en vosotros, invocadme, ¡pensad en
Mí!
Estoy deteniendo el brazo de Mi Hijo, aún lo retengo.
¡Estoy deteniendo el brazo de Dios por vuestras plegarias y por vues-
tras buenas obras!
22 de Julio de 1977, 10.30 horas
35
29. [123]- Para un consagrado.17
¡Hijo Mío!
¡Yo, la Mamá del mundo y del Cielo, te he acunado entre los brazos!
¡Tú lo sabes, lo has sentido!
Y aún te acunaré porque estás entre aquellos que ayudarán al mundo.
¡Ayudarás a muchas criaturas!
Un don que te será siempre más manifiesto, que te viene de Dios Tri-
no.
Mi Hijo, Jesús, el Amor, Nuestro Amor, estará a tu lado, cuando obres
en Él, porque tú eres uno de Sus caminos en Su estrategia celestial.
Sigue adelante así, alma querida de Nosotros, hijo de Mi Corazón, ¡sé
así puro y simple humilde y sereno!
¡Tienes Nuestra bendición!
¡Aún acunaré tu alma, aún sentirás Mi presencia, junto a ti!
Aún y siempre más el Cielo en ti se manifestará, porque tú a otros
darás mucho para el espíritu.
2 de Diciembre de 1977, 15 horas
30. [124]- Para las Oblatas de Nazaret.18
¡Mis queridas hijas!
Sed como madres para esas pequeñas flores, confiadas a vosotros.
Yo, la Mamá del Cielo y del Universo, la Mamá de todas las mamás y
de todos los hijos. Y bien, queridas Mías, pequeñas mamás de las pequeñas
flores confiadas a vosotras, para que las guiéis en la fe tenéis una tarea
muy dulce e importante.
La tarea de hacer crecer con la fe en el corazón a los pequeños a voso-
tros confiados.
17
18
Es para Fray Alberto (capuchino).
Es para las Oblatas de Nazaret de Ponte Galeria
36
Sois criaturas a menudo escondidas de los hombres, pero Mi Hijo
Jesús os conoce, ¡Y os agradece por lo que hacéis en Él, y por lo que le
habéis dado en pensamientos, en plegarias y en obras!
¡Os bendigo, mis pequeñas y queridas golondrinas, os bendigo Mis pe-
queñas mamás de tantas almas inocentes!
Soy vuestra Mamá Celestial, os ayudo y os guío en vuestra tarea, así
como Mi Hijo Jesús os ayuda y os guía.
11 de Enero de 1978; 17 horas
31. [125]- Vuestros seres queridos que están ya Conmigo me llaman mamá.
¡Hijos míos!
¡En mi casa han entrado mis golondrinas!19
¡Y mis golondrinas me tienen en el corazón y su corazón es también
mi casa!
Yo, Myriam, vuestra Mamá, la Mamá de Jesús, la Mamá Celestial,
tengo tantas casas: por todas partes se me venera, ¡donde se me invoca, allí
es mi casa!
Allí es la casa de Mi Hijo, vuestro hermano: el Amor del Padre, hecho
Hombre por amor a la humanidad.
La humanidad es frágil, la humanidad: ¡caña al viento!
¡Que sea el buen viento el que la mueva! Y vosotros orad, para que el
viento bueno sea más fuerte que el viento malo.
En cada corazón que Me ama, allí está mi casa, y Yo con alegría os mi-
ro, y miro a mis pequeñas golondrinas almas puras, cándidas, queridas
almas niñas: ¡a mi Hijo le gustan los pequeños!
Haceos siempre niños, o sea puros, para entrar en e Corazón de Jesús.
¡Sed siempre Sus manos, Su voz!
Pequeñas golondrinas: hijas, mamás, hermanas, también vuestra casa
es mi casa, como lo es esta casita dedicada a Mí, bendecida por un querido
19
Estamos en una casa bendecida y dedicada por el Padre Gabriel Roschini a la Virgen.
Estaban presentes las monjas Oblatas de Nazaret.
37
hijo Mío, que finalmente, cuando Me vio, Me reconoció, ¡más simple de
todo cuanto podía imaginarme!
Él está Conmigo, como vuestros seres queridos, ¡y Me miran y Me
llaman Mamá!
Casita de María, 19 de Marzo de 1978; 16.30 horas
32. [126]- Subí al Cielo en aquel día lejano.
Bajo en medio de las estrellas y miro a Mi estrella, ¡aquella que me
había regalado Mi apóstol Gabriel, cuando en la tierra elevaba a Mí su
pensamiento!20
¡La he traído conmigo!
Ahora, hijos Míos, os hablo con amor infinito y os miro con amor infi-
nito. Subí al Cielo en aquel día lejano, salía de la tierra y venía a vivir jun-
to a Jesús, ¡y a cuidar a las almas de todos Mis Hijos!
Mis lágrimas son por aquellos que no sienten a Jesús en su corazón,
¡mis lágrimas son por quien se pierde!
Son símbolo de amor y de dolor las lágrimas que he derramado y de-
rramaré.
Yo vivo en la Gloria, la gloria que espero a aquellos a los que sonrío.
La gloria de los Cielos es para quien ha seguido las huellas de Jesús, para
quien ha vivido en la bondad, en la caridad y por eso en la fe pura, ¡que es
el aliento del alma, que hará vivir al alma eternamente.
Como luz os envuelve Mi amor, os cubre Mi manto, y estoy junto a
vosotros en esta dulce hora, y junto a vosotros están aquellos que amáis y
recordáis, ¡junto a Mí y a vosotros!
¡Todos mis hijos!
Rezad por aquellos que no están en el bien, y pueden aún mejorar, ¡lle-
vad almas a Jesús!
¡Llevad almas al Cielo, y en el Cielo habrá una gran fiesta!
¡Y para vosotros será gloria!
20
El Padre Gabriel Roschini, nos decía que pensaba siempre en la Virgen, cuando miraba
la estrella Sirio
38
¡Prodigaos en esta santa misión y Yo, vuestra Mamá, sonreiré!
15 de Agosto de 1978, 24 horas
33. [127]- Es el tiempo de Adviento. Meditad y vivid este tiempo con el
pensamiento en el Evento.
Hijos míos,
Soy la Mamá del Cielo, la Mamá de los hombres en la tierra, la Mamá
del Hijo más Santo, el Hijo del Hombre, e Hijo de Dios.
Dios: la primera y única Verdad.
Es tiempo de Adviento. ¡Meditad y vivid este tiempo con el pensa-
miento en el Evento!
El Ángel Gabriel, cuando se me apareció, ¡fue la primera luz! Mi Hijo,
vuestro hermano, es la luz del mundo, y si vosotros sabéis amarlo verdade-
ramente, ¡seréis parte de esta luz y la daréis a los hermanos!
¡Habrá todavía lágrimas, sucederán otras apariciones! En el curso del
tiempo he descendido muchas veces a la tierra apareciendo a almas lim-
pias, y a veces no tan limpias, pero que se han hecho claras después de
estas visiones. Y también a almas víctimas, por causa de otras almas que
no son luz, sino oscuridad profunda. ¡Por esto mis lágrimas!
A vosotros Mi Hijo os pide que salvéis almas, vosotros permaneced
confiados en Él, ofreciendo a Él vuestro tiempo, ¡id! Y vendré Yo también
con vosotros, porque ha llegado el tiempo en que pediré aún más. ¡Yo
Myriam, pediré a Dios la salvación de muchas almas sin luz!
Ha llegado el tiempo de ser más firmes en la fe, ¡para darla a los frági-
les! Ha llegado el tiempo de testimoniar con viva fuerza, ¡las almas que no
tienen luz tienen sed de luz!
Amando a Mi Hijo, ¡Él os dará luz y os iluminará!, y os mandará a
quien esté en la oscuridad. Vosotros sois pequeñas luciérnagas, y muchas
luciérnagas unidas, pueden aclarar una noche oscura. ¡Es la oscuridad del
mundo sumergido en el pecado! ¡Y mi Hijo es la luz del mundo!
Partió al amanecer en aquel tiempo, el día era claro y luminoso: ¡Jesús
llevaba la Redención, que aún continúa en el tiempo. Yo soy la Mamá del
Cielo, de los Ángeles soy la Reina, de los hombres la Madre, con todos los
39
sentimientos maternales, por esto es el llanto por los hijos que se pierden,
por esto es que os pido que les llevéis la luz: ¡pequeñas luciérnagas! Y el
mundo va hacia otras penurias: ¡las produce el pecado!
Yo estoy mirando al mundo junto a Mi Hijo, lloro por vosotros, ¡Lo he
traído entre los brazos con el llanto en el alma, porque sabía!
¡Fiat voluntas tua!21 Estas palabras, este sentimiento debe provenir
siempre de una gran fuerza interior: ¡la fe viva, que hace aceptar por amor!
¡No vencerá el mal! Vencerá el Amor: ¡la luz del mundo que Mi Hijo os ha
mostrado!
¡Mi Hijo! ¡Él partió aquel amanecer! Aquella noche lloré: ¡hacía Su
voluntad con mi dolor! Un regalo a Mi Hijo, un regalo a todos vosotros,
¡hijos queridos! Y en esta noche del tiempo, una noche oscura pero con
estrellas: ¡la esperanza!
En esta noche miro el corazón de mis hijos: vuestros corazones, y los
bendigo. Vuestras plegarias, hechas con palabras enseñadas pero salidas de
vuestros corazones, vuestros pensamientos, vuestras obras, como flores Yo
las recibo y las llevo a Mi Hijo. Él las recibe, os mira y os dice: "¡Venid
conmigo! ¡Es otro amanecer para llevar al mundo la luz!"
10 de Diciembre de 1978, 23.30 horas
34. [128]- Vendré con vosotros cuando sigáis a Jesús.
¡Os bendigo, hijos de Mi Corazón Inmaculado! ¡Os bendigo con co-
razón maternal y con maternal sonrisa!
He bajado invisible para vosotros, pero real y viva hasta esta casa, que
con mi amor la inundo de luz y a vosotros os inundo con mi amor.
Soy Myriam de Nazaret, la Mamá de Jesús y de todos sus hermanos.
Sigue el mundo con las penas, con la alegría, con el dolor, sigue marchan-
do, y vosotros, hijos queridos, ¡id como instrumentos de Jesús, que os ha
llamado a la más bella misión!
No hagáis programas, vivid cada día para la obra de ese día, que Jesús
se os mostrará a veces, en una hora o en otra. Estad simplemente a su dis-
21
Hágase Tu voluntad
40
posición, ¡para caminar en el surco de sus huellas, para ser Su voz, para ser
Sus manos!
Lo que hagáis por los hermanos, lo haréis por Mi Hijo y también por
Mí, Su Madre, que vendré con vosotros cuando siguiereis a Jesús. Hijos
queridos, el mundo tiene necesidad de luz, y los instrumentos de Mi Hijo
traerán esta luz, que será cada vez más clara, hasta hacerse potente, y sal-
vará a muchas almas.
El mal no prevalecerá, es grande, asusta, pero terminará, ¡y el sol será
límpido y las almas salvadas serán el precio de vuestra fatiga!
Vale la pena entonces ser instrumentos al servicio de Jesús, dando todo
de sí mismos, por una causa de amor: ¡la más importante, la única!
Y la gruta estaba luminosa y los Ángeles cantaban...
"Paz a los hombres de buena voluntad": estos son los instrumentos de
Mi Hijo, que unidos a Él, en Su sol, continúan redimiendo a la humanidad,
que por designio divino le es confiada a ellos!
24 de Diciembre de 1978, 15.20 horas
35. [129]- Para las Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.
¡Hijos de Mi Corazón y del Corazón de Jesús!
¡Pequeñas abejas, que trabajáis para Mi Hijo, para Mí, me amáis, nos
amáis y... Os amamos!
Del Cielo os viene esta fuerza que os hace actuar y aceptar una vida de
trabajo por amor. ¡Mis dulces abejitas! En este día del tiempo, Yo, My-
riam, más allá del tiempo, os bendigo con todo mi sentimiento de Madre.
Os habéis entregado a Jesús en vuestra vida terrenal, vida que pasa y
de la cual permanecen para siempre las buenas obras: vuestra riqueza, pre-
parada para vosotros por Mi Hijo, más allá del tiempo, en aquella vida de
felicidad y premio la vida del alma feliz para siempre.
A través del camino más escarpado, se llega más arriba, entonces: sed
felices y permaneced serenas en este tiempo difícil, ya que sabéis que todo
lo que pesa y oprime, ¡si es ofrecido a Jesús, es alegría futura!
41
Y, vosotras, obrad con amor, no pensando en vosotras, sino en Él, en
Mi Hijo, ¡en Vuestro Hermano!
¡Mis abejitas! ¡Cómo os amo y cómo os ama Mi Hijo!
Un día, más allá de los días, os agradecerá lo que habéis hecho en Su
nombre Transformará en gloria vuestras penas, y os dirá con voz fuerte y
suave:
"¡Has llegado a Mí, estás entre mis brazos, querida alma!"
Así para cada una de vosotras, que lo lleváis en el Corazón y en el al-
ma, vosotras que Me lleváis en el corazón Y en el alma.
Las palabras más bellas y más dulces sean para cada una de vosotras,
para agradeceros lo que a Él habéis dado en paciencia, en afecto, en apoyo
a los pequeños, ¡y en esta forma a Él. a Jesús!
Hijas Mías queridas, hijas de Mi Corazón y del Corazón de Jesús, soy
la Mamá, ¡vuestra Mamá, y os bendigo con todo el amor de mi alma!
16 de Enero de 1979; 17 horas
36. [130]- Para las Oblatas.22
¡Pequeñas golondrinas Mías!
Os miro siempre, como Madre amorosa, veo vuestro trabajo de cada
día: ¡el peso de la fatiga es escalón al Cielo!
Y son otros de los tantos escalones vuestras obras, vuestra paciencia,
vuestro sacrificio, ¡y también vuestra alegría!
Quien tiene fe permanece sereno y vive con alegría también en las difi-
cultades, en las pruebas grandes y pequeñas del paso por la tierra.
¡Mis pequeñas golondrinas!
Seréis siempre más numerosas con el tiempo y muy, muy útiles a los
hermanos del mundo.
¡Mamás e hijas!
El amor está en el sentimiento, el amor está en Dios, que os ilumina
con Su Espíritu para llevaros a cumplir mejor vuestra misión.
22
Es para las Hermanas Oblatas de Nazaret y su fundador.
42
¡Y también tú, que tienes manos santas, querido hijo, querido por el
Corazón de Mi Hijo, así como también vosotras mis golondrinas!
¡Os bendigo con el corazón de Madre, os bendigo con todo mi amor,
os bendigo junto a Mi Hijo!
Pequeñas luces en un mundo oscuro. La fe os ilumine cada vez más,
con más luz, con más amor, ¡y el amor crece y vence al mal!
¡Soy vuestra Mamá del Cielo, os miro y os indico el camino al Paraíso!
¡Allá encontraréis la alegría plena y para siempre, por todo lo que hab-
éis dado de vosotras mismas a Mi Hijo!
26 de Febrero de 1979; 24 horas
37. [131]- Para las Oblatas de Nazaret.
¡Mis queridas golondrinas!
Os miro como pequeñas luces, que con su pureza, con la limpidez de
su espíritu, aclaran la oscuridad de la noche del mundo.
¡La noche del mundo!
¡Los pecados de los hombres!
Vosotras aclaráis esta noche con vuestros sacrificios, con vuestras re-
nuncias, vuestras fatigas y sobre todo con aquel amor por Nosotros, que os
ha hecho dejar las cosas del mundo, para ser todas de Mi Hijo, ¡todas
mías!
Tened cada vez más fuerza, no temáis:
¡Os miro y os hablo al alma!
¡Mi Hijo os mira!
Conozco vuestros trabajos, Yo también en aquel tiempo trabajaba, co-
cinaba... Yo también hice todos los quehaceres que vosotras hacéis todos
los días.
Y hacéis que cada día sea para vosotras más luminoso, que cada día
vuestra alma sea más fuerte y así dará más luz, y Yo Myriam, vuestra
Mamá, recogeré aquellas luces y las llevaré a Mi Hijo, y Él os mirara y os
sonreirá. Lo sentiréis con la paz de vuestro espíritu, que es el estar en el
bien, en el amor, en la voluntad de Mi Hijo y en la fe más pura.
29 de Mayo de 1979, 20.45 horas
43
38. [132]- El mundo tiene necesidad de luz, ¡la luz es la fe!
¡Hijos de Mi Corazón!
Hermanos de Mi Jesús, desciendo a vosotros en esta noche estrellada,
en un sitio donde hay muchas almas bellas y me alegro de mirarlas y ben-
decirlas. Un sitio donde se reza con fervor, ¡donde soy amada! Cuando
miro los corazones de aquellos que no aman a Jesús, que no creen en su
divinidad, aquellos que engañan, que odian, que matan los cuerpos y las
almas: ¡entonces lloran mis imágenes lágrimas de sangre!
Esto quiere decir que deseo de vosotros plegarias en oraciones, renun-
cias, y caridad. ¡Esto significa que os pido a vosotros testimonio de la Ver-
dad, tanto si sois consagrados como si estáis en el mundo!
Cuando subía al Cielo venían a mi encuentro los Ángeles, Jesús me
tendía los brazos. ¡Yo, Myriam, entraba en la gloria para ser Madre de
todas las criaturas de todos los tiempos! ¡Y Me sois queridos y tanto os
amo, y en nombre de este amor profundo y en el amor de Jesús, os pido
plegarias en oraciones y obras para el mundo oscurecido por el pecado!
Y a vosotras, pequeñas golondrinas de Santo Domingo, Hermanas de
Santa Catalina, una especial sonrisa para daros más fuerza y más amor. ¡Y
a vosotros todos, hijos de mi Corazón, mi amor materno que abraza al
Universo!
¡He subido al Cielo después de un dulce sueño, que podía parecer
muerte, pero mi cuerpo estaba vivo para ascender a la Vida! He vivido con
Jesús su Pasión, le he llevado en el corazón como algo precioso, le he dado
al mundo como luz: ¡Él es la luz del mundo!
"¡Ve Hijo, a llevar el amor, sabía que este momento habría de llegar! Per-
manezcamos juntos hasta el amanecer..."
"¡Mamá, quedas sola, pero estás en Mi corazón!
El mundo tiene necesidad de luz. ¡La luz es la fe!
¡La luz es la Verdad!"
Ripatransone, 15 de Agosto de 1979, 23 horas
44
39. [133]- Soy la Inmaculada Concepción.
¡Yo soy la Inmaculada Concepción!
Y, como desde Lourdes, desde Fátima y como desde cada lugar donde
he aparecido, os repito: ¡orad!
¡Contra el pecado, contra los peligros del mal, por consagrados para
que tengan fortaleza, por la Iglesia!
Y orad, cada uno de vosotros, como mejor sintáis hacerlo, en la plega-
ria, en caridad, en obras y penitencia, hechas con la intención en Dios Tri-
no.
Mirad el Sagrado Rostro de Mi Hijo, y el amor que por Él sintáis os
hará fuertes y tiernos, y dispuestos a todo en su amor.
Es tiempo de estar prontos para todo, por esto las voces del Cielo os
exhortan a la fe, os traen la esperanza, y os indican el camino del bien,
usando las mismas palabras, los mismos conceptos que todos deberían
vivir: ¡las palabras y conceptos del Evangelio!
¡La vida de Jesús! ¡Mi vida!
Cuando estaba lejos, lo seguía con el alma, mientras gozaba y padecía,
según mis preocupaciones: ¡Mi Hijo llevaba la luz! Mi Hijo habría sufrido
tanto...
¡Soy la Inmaculada Concepción! Y oro por vosotros, por vosotros
ofrezco a Jesús vuestros afanes y vuestras obras.
"Hijo, ¡ ya no tienen vino!..."
"¡Mamá, aún no ha llegado la hora!..."
"¡Hijo, mira sus apuros!..."
"Mamá, miro sus agobios, que tú, antes que Yo, has mirado..."
9 de Diciembre de 1979, 00.30 horas
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40. [134]- Para las Oblatas de Nazaret.23
¡Hijas de Mi corazón!
Vuestro canto es una escala que sube hacia Mí. Yo, Myriam, bajo
aquellas escalas, y estoy con vosotros, ¡os miro y os sonrío! Vuestra vida
dedicada a Jesús, y a Mí, a los Santos, y a los Ángeles, es fatiga y alegría,
porque vuestra fe es viva, y con la fe en el alma, cada fatiga ofrecida es
alegría.
Mi Hijo os mira y nunca os deja.
¡Yo estoy siempre con Jesús! Nosotros somos un solo corazón, que ar-
de de amor por la humanidad. ¡Trabajad, mis pequeñas golondrinas, y
amad! ¡Es vuestro deber vuestra hermosísima misión!
Así testimoniaréis siempre el amor que traéis a nuestros Sagrados Co-
razones, con vuestra fe, vuestra esperanza y vuestra fatiga.
En aquel tiempo, en mi tiempo, Yo también trabajaba, hice cosas que
vosotras hacéis: cuidaba de la casa y la comida, hacía el pan, cuidaba mis
flores.
Amo las flores, son gotas de belleza, pensamientos amables del Crea-
dor. El rosario, recitado con el alma, es una corona de perlas que se trans-
forman en flores para Mí. Y las rosas de vuestras oraciones forman nubes
para Mí, almohadas, senderos... Y al Cielo llegan vuestras flores, que Yo
presento a Jesús, ¡y Él os sonríe!
"Madre, siempre habrá en el tiempo, y también en el más difícil, cuan-
do el mundo esté oscurecido por tanto mal, dulces, pequeñas y escondidas
criaturas, que te mandarán muchas flores... ¡serán tus luces, las mías, las
luces del mundo!"
"¡Hijo, esas flores te las ofreceré a Ti, para que puedas escuchar favo-
rablemente sus deseos más puros, para el bien de las almas!"
5 de Febrero de 1980, 23 horas
23
Las Oblatas de Nazaret han recibido el mensaje, cantando alabanzas a María Santísima.
46
41. [135]- Para un sacerdote Dominico.
¡Hijo Mío!
Te he escuchado con amor maternal, te he sentido con amor verdadero
y profundo, y vengo a ti con mi Arcángel San Gabriel, aquel que anunció
el Acontecimiento: ¡la primera luz en el mundo! ¡Yo te escucho y siempre
te he escuchado, te conozco y me conoces y tu amor por Mí es dulzura,
que se transforma en flores!
¡He dado la vida por la Vida! ¡La he dado por una gracia al Hijo del
Hombre, el Verbo, que se encarnó por amor a la humanidad!
Tú me sientes en el alma, en los momentos de dulzura soy Yo, hijo, tú
dulzura, y cuando te diriges a Mí, Yo dirijo a Jesús tus plegarias.
¡Que tu vida sea siempre plegaria, cada gesto, cada pensamiento!
El alma se exalta, cuando inconscientemente Me escucha: ¡tu dulzura
soy Yo, hijo! Y tu madre es para ti otra dulzura, ¡con su sonrisa te sigue,
con su amor te espera!
¡Que sea una plegaria tu vida! Puedes hacer mucho por las almas:
¡puedes hacer mucho por Mi Hijo! ¡Ánimo siempre!
¡A veces, necesitas fortaleza! Te mando esa fuerza: ¡amor maternal,
inmenso amor!
La vida terrena es ese paso que conduce al Infinito.
Es un camino escarpado, poderoso, bellísimo si se recorre con la fuer-
za de la fe en el alma. Escúchame, te hablo, estoy inclinada hacia ti, y esta
suave caricia es la caricia de la mamá al hijo, una caricia Mía y una caricia
de tu madre. También ella está aquí presente ante tu alma.
"¡Immi, parece una fábula, pero es el amor de Dios, que permite esta
maravilla!"
10 de Febrero de 1980, 23 horas
47
42. [136]- Os pido oraciones para el mundo.24
¡Hijos de Mi Corazón!
¡Os envuelvo en mi manto!
Soy Myriam, la Madre de Jesús y vuestra Madre. Os pido oraciones
para el mundo. ¡Los pecados son demasiados! ¡Con mi manto cubro a
aquellos que aman a Jesús, para defenderlos, porque Le defienden!
Aún apareceré, y allá donde me he aparecido con tres rosas, en un
tiempo surgirá un Santuario, pero antes de ese tiempo muchas cosas cam-
biarán, y la Iglesia será purificada. ¡El mal que os ha penetrado desapare-
cerá, y el bien triunfará, porque el mal no prevalecerá!
Seguiré apareciéndome, las apariciones a menudo no serán creídas, y
aquellos que me verán serán perseguidos, hasta que el mal no termine.
Os pido que recéis por todo esto.
Después, surgirán otros santuarios, la fe estará viva en muchos que
ahora no creen, y cuando Mi Hijo regrese a la tierra, encontrará el amor de
muchos. Ahora el tiempo es oscuro, el mundo está oscuro, excepto en las
pequeñas luces: los buenos, los puros, los Santos escondidos.
¡Muchas cosas veréis, pero debéis orar mucho, con obras y oraciones!
¡Os envuelvo en Mi Manto, os ofrezco mis rosas, os protejo y os ben-
digo!
21 de Marzo de 1980, 23 horas
43. [137]- Es más importante el alma que la carne.
¡Hijos queridos!
Cuando Mi Hijo, en el jardín iluminado por la luna, recitó la plegaría
dirigida al Padre Celestial, perfumaba el aire a rosas y el viento era levísi-
mo.
"Hijo, sé que me dejarás e irás a llevar el Amor al mundo, ¡pero Yo
quedaré sola, y sólo Te podré seguir con el pensamiento!"
24
La aparición a que se refiere nuestra Madre Celestial es la ocurrida en Montichiari (Rosa
Mística).
48
"¡Madre! ¡el alma es más importante que la carne! Tus ojos me verán
igualmente en el recuerdo, y Yo estaré Contigo en cada instante, aunque
Mi Misión sea dura y fatigosa..."
Y a vosotros puedo deciros en el nombre de Jesús la misma cosa: es
más importante el alma que la carne y aquellos que os han dejado, piensan
en vosotros en cada instante, y vosotros los veis con el pensamiento, hasta
el día en que, libres, volaréis con ellos, ¡y los miraréis otra vez y para
siempre!
3 de Mayo de 1980, 02.30 horas
44. [138]- Mamá, lo que tú me pides, Yo lo atiendo.
¡Hijos Míos!
¡Este es el mes de las rosas! Mis rosas de Nazaret, aquellas que plantó
José para Mí, están todavía en mi recuerdo. Y pido al mundo oracio-
nes:¡rosas para Mí, que ofreceré a Mi Hijo para que ayude a la humanidad
de este tiempo difícil! ¡El bien triunfará, aunque ahora todo parece tan
lejano del bien!
Desciendo a esta casa contigua al mar, ¡y vuelvo a ver el mar de Gali-
lea! Jesús, cuando frente a ese mar, llamó a los primeros a seguirlo; pensa-
ba también en vosotros, que en el tiempo, lo habríais de seguir:
"¡Deja todo y sígueme! ¡Te haré pescador de hombres!"
¡También vosotros habéis sido llamados! Para vosotros dejar todo sig-
nifica no estar atado a vuestras cosas, sino considerarlas por lo que valen y
para, lo que sirven, y significa amar a Mi Hijo, vuestro hermano, y amar en
Él al mundo y considerar que cada hermano lleva en sí mismo algo precio-
so, que es el alma y vosotros como primer acto de caridad, ayudadlo con el
amor a ser mejor, ¡a fin de que triunfe en él lo que hay de precioso para la
felicidad eterna! Esto es lo que quiere decir: "Deja todo y sígueme".
Frente al mar de Galilea, Jesús vio a Cefas con Andrés, ellos estaban
metiendo pescado en los cestos; Jesús sabía que los habría de encontrar y
después llamar. ¡Es Dios! Inmediatamente después fue donde Johanan y
Santiago de Zebedeo: "Venid también vosotros Conmigo".
49
Ellos quedaron fascinados de su mirada, encantados de su voz. La Igle-
sia se iniciaba así y así se iniciaba la Redención, porque Jesús les hablaba
y ellos aprendían el amor.
Y eran hombres... El mar verde de aquella tierra, elegida por Dios para
mandar a Su Hijo a traer palabras de Vida, vuelve a mi recuerdo. Y re-
cuerdo Caná:
"¡Hijo, ya no tienen vino!"
"¡Señora, aún no ha llegado mi hora!"
"Hazlo por Mí, que te lo pido..." Y ahora Hijo, te pido para estas cria-
turas paz, salud, serenidad, fe...
"¡Mamá, serás escuchada, porque lo que Tú me pides, Yo lo oigo favo-
rablemente y lo que Yo le pido al Padre, Él lo concede!"
S. Severa, 7 de Mayo de 1980, 11 horas
45. [139]- Es para las Oblatas de Nazaret.
Hijas queridas,
Invocada, desciendo a vosotras desde el Cielo, donde todo es fiesta, pa-
ra aquellas criaturas que con el amor a Mi Hijo han hecho de su paso terre-
nal un sendero apropiado para llegar a Nosotros. Y esta fiesta será también
para vosotras, después de haber aceptado y vivido vuestras pruebas, des-
pués de haber amado en la voluntad de Jesús al mundo, y con esto a los
hombres, después de haber dado con corazón sincero y rezado con toda
vuestra alma en obras y oraciones.
Y ahora, aceptad vuestras pruebas, ¡pero recordad Caná! Yo pido gra-
cias y ayuda para vosotras a Jesús. Él recibe a través de Mí vuestras plega-
rias, que Yo Le ofrezco como rosas. ¡Las rosas! ¡Son vuestras plegarias y
vuestras obras!
Y veo un camino de rosas, florecido por vuestro amor a Mi Hijo y a
Mí. De esto os agradezco, hijas mías, ¡mis golondrinas! ¡Almas claras, en
vosotras veo la luz! Aquella luz que Jesús llevó al mundo y que se transmi-
te a través de almas claras, que testimonian la Verdad.
La Verdad está en la Palabra de Jesús, cada palabra suya vivida en vo-
sotros conduce al bien, al amor, y cuando vosotros habléis de Dios. Él os
50
ilumina, ¡es vuestro Pentecostés! ¡Es el amor que crece y que trae a otro
amor!
Si todos supiesen amar en Dios, con el pensamiento en Jesús y con mi
recuerdo, el mundo no sería tan oscuro. ¡Es la falta de amor la que ofusca
la luz! Y el mundo tiene necesidad de amor, y vosotros que dais amor,
mucho haréis. ¡Tenéis un dulce deber, y Yo, vuestra Mamá del Cielo, os
ayudo! ¡Os ayudo y os bendigo con todo el amor de Madre y con toda la
luz de Mi Hijo!
24 de Mayo de 1980, 23 horas
46. [140] - Subir al Cielo es la felicidad más grande.
¡Hijos queridos!
Subir al Cielo es la felicidad más grande, es la meta, la casa, los brazos
amorosos de Jesús que envuelven al alma, ¡es el reencontrar y el reencon-
trarse!
Cuando subía llevada por los Ángeles, al encuentro, a reencontrarme
con Jesús, mandaba amor al mundo. A todos vosotros de todos los tiem-
pos. ¡El tiempo!
En aquel tiempo cuando el Ángel Gabriel se me apareció y me anunció
lo grandioso que habría de suceder en Mí, supe de la felicidad, del dolor,
que habrían de ser compañeros de mi misión: feliz de ser la Mamá de
Jesús, dolorosa, por aquél dolor suyo.
"Hágase Tu voluntad".
Las mismas palabras que pronunció Jesús en Getsemaní, ¡las mismas
palabras que han pronunciado muchos!
Yo sabía, Yo vi el rostro del Ángel, no era luz, no era inspiración: él
me habló.
En este tiempo ya no se cree en lo que parece imposible, todo debe ser
explicado para poder ser creído... ¡La fe es creer en todo misterio, y el
misterio es la belleza de la fe!
Daré señales de mi presencia en muchos sitios. Y vosotros no tengáis
dudas aunque oigáis a los que niegan el milagro. Milagros suceden en todo
tiempo, como estas palabras dirigidas a vosotros, de vuestra Mamá My-
51
riam, ¡que en el día que recuerda el comienzo de la vida Celestial, os ben-
dice!
Ripatransone, 15 de Agosto de 1980, 22 horas
47. [141]- Vuestros pensamientos los ofrezco a Jesús.
La fe en Mí os premia, porque el que cree vivirá.
Hijos míos, ¡cuántas cosas quisiera deciros de Jesús, de su vida en
aquel tiempo!
"Immi, ¡vendrán tantas y tantas criaturas en el tiempo a rezarte, a invo-
carte!"
Y vosotros estáis entre esos, vosotros Me invocáis, ¡vosotros Me rez-
áis!
Y, Yo, vuestra Madre del Cielo, vuestra Mamá en el mundo, cuido al
mundo y ofrezco a Jesús vuestros afanes, vuestras plegarias.
Yo soy aquella que rige el mundo, unida a la Trinidad, soy Mediadora
y Corredentora.
Por los pecados del mundo he sufrido con Jesús.
Y por el bien, ¡con Jesús he gozado!
Os bendigo, Yo, vuestra Mamá del Cielo, ¡que estoy en el mundo por
vosotros!
31 de Enero de 1981, 0.40 horas
48. [142]- Sed luces del mundo.
¡Hijos míos!
Jesús desde el monte os ha hablado para consolaros, para ayudaros a
soportar vuestros pesos, vuestras aflicciones, vuestros dolores y para ense-
ñaros a ser mejores. Vosotros sois criaturas humanas, criaturas con defec-
52
tos, con debilidades, pero si tenéis fe en Dios Trino y vuestras intenciones
son buenas, si pedís la fe, si queréis amar, entonces desde el Cielo siempre
os llegará la ayuda. Es necesaria vuestra voluntad, vuestros brazos exten-
didos hacia lo alto, vuestra alma abierta hacia el amor. Es necesaria mucha
humildad, más y más pureza de corazón, simplicidad. Es necesario querer
ser siempre mejores y... confiar en NOSOTROS, que desde el Cielo, desde
el no–tiempo desde el no espacio, os podemos escuchar siempre.
Mi Hijo ha hablado al mundo y muchos no lo han escuchado.
Rezad por aquellos que no lo escuchan, sed luces del mundo oscureci-
do por el mal. Nosotros os ayudaremos a ser luces, si vosotros lo pidiereis,
si lo quisiereis.
¡Las luces del mundo! Desde lo alto las vemos como si fuesen estre-
llas... como un cielo del revés, como luces en la oscuridad que aclaran un
poco la tierra, y cuanto más amor más luz, más caridad: ¡más luz! Yo os
miro y llevo a Jesús vuestros pensamientos: os miro la mente, os miro el
alma, y la muestro a Mi Hijo, aunque Él sabe y desde siempre os conoce.
Bajo la Cruz Él me confió a todos vosotros, hijos míos, sus hermanos,
y Yo he tomado a todos bajo mi manto, y está en vosotros el permanecer
bajo mi manto.
Jesús os ha llamado, os ha elegido, ¡vosotros haced de Su elección
vuestro camino y permaneceréis bajo mi manto!
20 de Febrero de 1981, 23 horas
49. [143]- Cuanto más amor se da, más amor se recibe.
"¡Ave, María!
¡Tu gracia ilumina el mundo y el mundo obtiene luz de tu maternal e
infinito amor!"
¡Hijos Míos!
Un Ángel os ha hablado y Yo, Vuestra Mamá, desde e Cielo sigo re-
zando por el mundo. Vosotros rezad Conmigo, trabajando, dando, obrando
en el bien y pensando en Jesús. Cuanto más amor se da, más amor se reci-
be después.
53
En el tiempo se lo siente: y ésta es la fuerza de las almas: ¡sentir en sí
mismas la voz de Dios en el alma y en la conciencia, en el corazón y en la
propia vida! Y la vida terrenal es un camino florido, si es vivido en el amor
a Jesús.
En aquel tiempo muchas veces Mi Hijo me hablaba de la humanidad:
"Immi, vendrán hombres y hombres a la tierra: ¡y muchos me amarán y
te amarán!"
"¡Hijo Mío, no será en vano entonces lo que un día sufrirás por ellos!"
Era como si vosotros estuvieseis con Nosotros, en nuestro pequeño
jardín: Mi Hijo, como Dios, os veía a todos, y os mostraba a Mí.
¡Y Yo desde entonces ya os amaba con infinito amor!
20 de Mayo de 1981, 24 horas.
50. [144]- Jesús recibe vuestros pensamientos como si fueran flores.
Cuando vosotros pensáis en Jesús, Yo también escucho vuestros pen-
samientos, ¡y Él los acoge como flores!
"Immi, en el tiempo muchos te amarán, muchos te tomarán como su
Immi: ¡y tú los recibirás entre tus brazos con mucho amor!"
Cuando Jesús era un niño, como Dios ya me hablaba de vosotros, des-
de siempre como Dios, Él os conoce, ¡y desde siempre os ama! Muchos no
creen en Su divinidad. Muchos aún son fariseos, muchos son indiferentes:
"Immi, ¡aquellos que me rechazan y aquellos que me rechazarán son
mis heridas!"
"Takiní, habrá siempre muchos y muchos que te amarán..."
"Immi, serán mis almohadas. Sobre su corazón apoyaré mi cabeza can-
sada, cuando vaya a llevar la luz al mundo..."
Hijos míos, habrá siempre quien no querrá creer en la dignidad de
Jesús.
Lo creerán un hombre como los otros, no sienten la divinidad de Jesús:
¡sus almas están a oscuras!
¡Vosotros sed luces! Tratad de compadecerlos y de iluminarlos, son los
más desdichados: ¡son los que tienen necesidad de vuestra caridad!
54
Ellos no me mandan aspiraciones: para ellos soy una mujer como las
demás, no virgen siempre, no elegida, no con Mi Hijo bajo la Cruz, rezan-
do, sufriendo por la humanidad, sino solamente por Nosotros mismos: ¡Yo
y Él!
¡No soy solamente la Madre de Jesús, soy la Madre de todos vosotros,
y cuanto más améis a Jesús, más os envolveré con amor en mi manto!
Tor S. Nicola, 20 de Julio de 1981, 20 horas
51. [145]- Al subir al Reino prometido, mi cuerpo de materia se transformó en
cuerpo glorioso.
Cuando, subiendo al Reino prometido por Jesús a todos vosotros, mi
cuerpo de materia se transformaba en cuerpo glorioso, Yo, Myriam, unida
finalmente a Jesús, en la luz del Padre, que será también la luz que os en-
volverá a vosotros si hiciereis la voluntad de Dios, os miraba a todos con
mi pensamiento y a todos os veía: miraba a la humanidad, a vosotros, mis
hijos.
No tuve la contaminación del pecado, mi cuerpo no podía corromper-
se: ¡fui el primer cáliz! Y vosotros pensad en esto: ¡cuánto más purificados
estéis de los pecados, más gloria tendréis!
Cuando aparecí en La Salette, en Lourdes, en Fátima, en Garabandal y
en Roma, donde aún volveré, ¡siempre os he dicho que améis a Jesús y que
lo sigáis! ¡Rezar! Significa muchas cosas: significa amar, testimoniar,
obrar, hablar... Significa salvar almas con la oración y con la acción.
¡Mi cuerpo no podía descomponerse! ¡El dogma de la Asunción! No
podía morir, porque carecía de pecado, y vosotros, ¡si no pecareis, viviréis!
Subir al Cielo es una sensación que no podéis imaginar, y que todos, si
sois puros, probaréis. ¡En vosotros cantará la gloria, que en la tierra no
podéis conocer!
Mi cuerpo se transformó y el vuestro será glorioso, al fin, cuando la
carne se transformará, y las criaturas estarán así completas. En el Cielo los
Santos tienen cuerpo de luz y son felices; cuando tengáis cuerpos de gloria,
todo estará completo. Mi Hijo une Su gloria a la gloria del Padre y unidos
55
por el Espíritu, miran, crean, aman: ¡el Misterio Trinitario! Yo, no habien-
do pecado, no podía morir.
Meditad estas palabras: ¡no pequéis y no moriréis! Y la gloria estará en
vosotros para haceros vivir para siempre. Subiendo al Cielo, cada alma
tiene maravillosas sensaciones de felicidad y de libertad. Los Ángeles,
espíritus puros, se manifiestan con formas bellísimas: seres maravillosos,
existentes y vivientes. Jesús vino a mi encuentro y para Mí comenzó la
Vida. En la tierra inicié aquella vida, porque tuve la más alta misión dada a
una mujer, rescatando el pecado de Eva.
Inicié la Vida, cuando Gabriel me anunció lo que Yo debía hacer. Ga-
briel tenía un rostro y una voz. No era visión del intelecto: fue visión de
los ojos y oí claramente aquella voz: "Te saludo, Myriam..."25
El tiempo ha pasado desde mi tiempo.
En aquel tiempo vivía en nuestra pequeña casa con José y con Jesús.
Una vida sencilla pero intensa, una vida más espiritual que material. El
espíritu, en la criatura es mucho más importante que cualquier otra cosa.
Subiendo al Cielo, mi cuerpo se transformaba en cuerpo de gloria, y
pensaba también en vosotros, en vuestra felicidad, cuando gocéis esta glo-
ria: ¡la Vida en el Reino prometido!
"¡Mi Reino no es de este mundo! Immi, vendrán muchos hombres, que
creerán en un reino de la tierra: ¡y otra cosa no verán!"
"Lo sé, Hijo, y sé que Tú has venido también por éstos: ¡los más po-
bres, los más necesitados de ayuda, los más solos, aunque sean ricos y
poderosos!"
"¡Immi, en el curso del tiempo, usaré instrumentos humanos, para se-
guir redimiendo, para hacerme aún conocer!"
"¡Lo sé, Takiní, la Redención no terminará Contigo, continuará Con-
migo, y después con aquellos que nos amarán!"
"Immi, la Redención es amor y el amor no termina: viene del alma y el
alma no termina".
Campo Felice, 15 de Agosto de 1981
25
Nueva alusión al encuentro con el Arcángel Gabriel y a la Anunciación de la primera
venida del Mesías - Dios
56
52. [1]- Todas las gentes Me llamarán bienaventurada. (Lc)
¿Quién puede deciros mejor que yo cómo era Jesús de niño y luego de
joven? Yo soy su Madre, he respirado con Él y he sufrido por Él y con Él.
Cuando llegó al mundo fue como un encanto: lo encontré entre mis brazos,
puesto por los Arcángeles, que me lo habían presentado. Gabriel, un
arcángel, no una visión, realidad, no una luz: una figura con rostro de mu-
chacho y el cuerpo como estatua, Miguel el que defiende y protege. ¡Los
hombres no creen en los Ángeles! ¡Los hombres de vuestro tiempo verán
lo que sucede cuando la fe está muerta en los corazones! La única salva-
ción es este revelarse de Jesús, que habla a través de criaturas escondidas y
elegidas; y el mundo aún no cree, aún no comprende.
Cuando Jesús crecía, era un niño como los demás, era verdadero hom-
bre y al mismo tiempo Dios, clarividente y sabio, pero no se dio a conocer
como un sabio sino a los doctores; y luego partió aquel amanecer deján-
dome el corazón desgarrado. Sabía que lo perdería. Yo, Myriam, era una
madre, una criatura humana y el dolor es dolor. Aunque luego será felici-
dad y gloria, el dolor es un don, un regalo de Dios, que no se comprende
en la Tierra, y también Yo lo conocí, como lo conoció Jesús, en el espíritu
y en la carne. No fue fácil para Él hablar, predicar, andar; ¡fue sudor y
fatigas, calor, frío, cansancio! Verdadero hombre: quiso conocer todos los
matices del dolor humano. Sufría por los que no harían buen uso de su
Palabra; sufría porque amaba, y el amor es entregarse, es sacrificio. Cono-
ciendo los verdaderos valores, Él no se preocupaba por las cosas materia-
les. Él amaba la belleza de la naturaleza, pensamiento de Dios, procedente
de Dios, prueba de Dios. Él, verdadero Dios, sabía. Yo fui Madre y, a pe-
sar de la grandeza de lo que me sucedió, me parecía casi normal, y a veces
increíble. Todo lo grande que nos sucede por la voluntad de Dios, nos pa-
rece normal y a veces increíble. Por eso nos gusta estar escondidas, no
queremos que nos distraigan las cosas vanas.
Cuando Jesús era pequeño, lo miraba con gozo, y con dolor; sabía, y la
sombra de la Cruz oscurecía mi alegría de aquellos días de paz... No siem-
pre sabía: era un instrumento de Dios y los instrumentos de Dios saben
cuando Dios obra en ellos. Cuando Jesús fue al Templo, Yo no sabía
dónde estaba y viví horas de angustia. Nuestra vida en esa casa que mu-
chos de vosotros conocéis y que otros no creen que sea aquella casa, era
simple, y era una vida grande y pequeña a la vez. Jesús me hablaba de
57
vosotros los hombres, ¡mis hijos, sus hermanos! Immi26, tú sabes que he
venido a redimirlos y tú también conmigo, con tu dolor y tu amor. ¡La
Redención!
El mundo siguió avanzando a través de los siglos, el Hijo del hombre
volverá y separará el trigo de la cizaña... Nuestra vida, nuestra historia, a
menudo se cuenta como si fuera una leyenda, y no hubo ninguna romántica
imaginación, es una realidad. Yo, madre, mujer y no por ello débil; José,
un padre terrenal sumamente amoroso y justo; Jesús, verdadero hombre y
verdadero Dios. Una familia normal a los ojos del mundo. Lo que es sa-
grado aparenta normal, lo sagrado está adentro, no se manifiesta con al-
haraca, se reconoce luego, por los hechos y por la sustancia. Lo que Jesús
¡ha dicho al mundo, está resumido en el Evangelio: pocas palabras que
tienen un alcance enorme para todos los tiempos y son siempre nuevas. Él
hizo muchos milagros, dijo muchas palabras, obró mucho, pero toda su
obra, toda su Palabra, todos sus milagros provienen de una palabra sola:
¡Amor!
Vosotros os preguntáis muchas cosas, vosotros tenéis dudas, vosotros
no entendéis el dolor; vosotros no podéis comprender, y es así porque si
los hombres supieran todo, no habría verdadero mérito. El dolor se acepta,
se soporta: ¡pero es dolor! Es mérito, don, puerta que cada criatura, en
mayor o menor medida, debe traspasar. Y en la tierra existe también la
serenidad: es la paz del espíritu en gracia. Existe la esperanza.
Íbamos hacia Nazaret, volvíamos del mercado, teníamos harina, miel,
cebollas y sal...
"¡Yo llevaré la carga más pesada, Immi!"
En aquel momento mi corazón tembló. "¡La carga más pesada". ¡El do-
lor del mundo!¡Los pecados del mundo! Había en Mí un constante alternar
entre la alegría y el dolor ¡cuán intensa fue mi vida interior! José cuidaba
de nosotros, humilde, fuerte y sabio. La fuerza de la humildad es maravi-
llosa, ¡la fuerza de los santos!
"Immi, te ayudo a hacer el pan..."
Un trocito de pasta cruda, Jesús la amasaba y formaba pequeños pa-
nes... La Eucaristía, ¡el pan del alma! ¡Verdadero hombre, verdadero Dios!
Materia y espíritu, y siempre amor. A veces le observaba, cuando Él absor-
to, parecía estar con el pensamiento en otra parte. ¿Era la nostalgia de
aquel mundo maravilloso de donde Él provenía? Escucha la voz del Padre
26
"Immi" en arameo significa "Mamá"
58
Celestial: estaba en oración y así a la escucha. Y Yo le miraba y no podía
creer que fuera Su Madre, y al mismo tiempo, me parecía normal.
Sentimientos alternos de estupor, de alegría, de dolor. Mi vida terrenal
fue muy intensa; ¡mi alma cantó, vibró, sufrió, sangró!
19 de Noviembre de 1981
53. [2]- ... e hizo de Mí el primer cáliz.
Durante aquel viaje rumbo a Egipto tuvimos distintas peripecias: fue
un viaje fatigoso y Jesús a menudo lloraba. ¡El llanto del mundo! Él, Aquel
que vino para consolar a la humanidad, lloró desde niño como todos. Des-
de niño Jesús se preparaba para la predicación: silencioso y atento, escu-
chaba al Padre que lo había enviado. Y Él, que desde la eternidad existió
en el Padre, vino e hizo de mí su primer cáliz. Era un niño dulce y también
vivaracho, tenía mucha fantasía para jugar con los pocos juguetes hechos
por Joseph: caballitos y carritos de madera, virutas con las que hacía cade-
nas y otras cosas de ese tipo. Jesús colocaba los caballitos en fila e imagi-
naba largos viajes. Cuando vinieron los Magos, fue Él el primero que los
descubrió:
"Immi, Immi, ¡llegan hombres con caballos y camellos! ¡Vienen hacia
nosotros, Immi!..."
Para entonces hablaba muy bien, aunque ya desde los primeros meses
de su vida terrenal supo pronunciar algunas palabras. Teníamos un peque-
ño huerto que nos daba mucha verdura. Jesús ayudaba a José a sembrar.
¡El sembrador! Sus palabras: semillas de vida eterna. Vuelvo a ver a Jesús
en la huerta, es muy pequeño, con sus piernecitas redondas, su cabecita
ensortijada y de oro rojizo. ¡El hombre Dios! Y cuando los doctores del
Templo le hicieron preguntas sobre la Escritura, Él respondió lleno de
sabiduría y ellos quedaron estupefactos. Nos contó luego todos los deta-
lles: "¿Cómo puede un niño saber tantas cosas que no sabemos nosotros?"
"¿Quién es este muchacho? Tiene un rostro con una mirada penetrante
y sus ojos son luminosos..."
Jesús tenía una mirada que observaba hasta más allá de lo que veía.
"Yo conozco todo de vosotros, incluso vuestros pensamientos futuros".
59
¡Dios de Dios! Y me ayudaba en los quehaceres domésticos y lo hacía con
alegría.
Cuando Él se hizo hombre, un día nos invitaron a Caná para un ban-
quete de bodas: "Immi, me pondré la mejor túnica por respeto a los hués-
pedes".
Cuando lo miré para pedirle aquel milagro, Él lo hizo por aquella mi-
rada mía suplicante: "¡No tienen ya vino!"
"No tienen ya fe". Todavía ahora en Su Reino, donde estamos juntos y
felices, Yo lo miro suplicante y por vosotros le pido ayuda.
"¡No tienen ya fe, Hijo mío!". "Immi, los seguiré ayudando, ya que tú
lo deseas. ¡Me manifestaré al mundo, mandaré señales...! Como en Caná
tenían sed de vino, así ahora el mundo tiene sed de fe".
"Hijo, ayúdalos, ¡no tienen ya fe y no saben de qué tienen sed!". "¡Im-
mi, tienen sed, tienen hambre, tienen frío! ¡Los ayudaré!"
Y estas mis palabras son también ayuda, y lo son Sus palabras, y son
Sus manifestaciones a los pequeños, y son mis apariciones en varios sitios:
Fátima, Lourdes, Garabandal, Montichiari, Roma, y en estos días ¡aún en
tierras más lejanas! Y nos mostramos también en lo íntimo, en lo más se-
creto de muchas almas.
Tejí para Jesús jovencito una túnica roja, me acuerdo de ella, su trama
era gruesa y suave: "Immi, ¡con esta túnica me parece estar vestido como
un Rey!" El Rey de reyes, el pobre de la tierra. ¡Aquel que posee dentro de
sí todos los tesoros!
21 de Noviembre de 1981
54. [3]- Todos lo miraban, pero no sabían lo que luego habría de hacer.
Jesús tenía un pequeño banquito de madera clara, hecho por José. A
veces, lo colocaba en un rincón de la habitación y se sentaba pensativo: a
veces lo usaba para comer o para beber algo sentado. Vuelvo a verlo así,
con una taza más bien grande, llena de leche, sostenida por sus tiernas
manitas... ¡Esas manos que habrían de ser perforadas! Muchos dicen que
hay criaturas que sufren meses o años de males físicos, ¡y que Jesús ha
sufrido sólo tres días! Jesús sufrió intensamente durante esos tres días, y
60
durante su tiempo sufrió dolores espirituales desgarradores: cada vez que
perdía para siempre a un alma, cuando siendo Dios lo veía, y sufría como
sufrís vosotros cuando un ser querido os deja, para venir a Nosotros, o para
su purificación. Jesús sufría por la verdadera muerte de aquellos que no
supieron amar, y por la de aquellos que aún están por venir y no sabrán
amar. ¿Y sus sacrificios y sus, renuncias de cada día? ¿Quién los conoce?
"Immi, no como este panecillo, lo llevo a aquel niño que vive en el
fondo de la calle..."
¡Generosidad de niño, amor de Dios!
"He aquí: ¡esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre!" Había tejido una cor-
tina, con rayas rojas y blancas, el tramado suelto del tejido la hacía trans-
parente:
"¡Qué hermosa cortina, Immi! ¡Mira cómo colorea los rayos del Sol!"
Jesús veía la belleza en todas las cosas, la descubría en un abejorro,
una hoja, un rayo de luz. ¡Su corazón misericordioso! Él busca el bien
escondido en las almas, para perdonar el mal evidente que está en estas
almas, ¡para comprender a las criaturas!
"Immi, muchos hombres parecen malos porque nadie los ama..."
Y Él ama a todos: ¡y a pesar de todo muchos son malos! Dicen que
Jesús no sabía escribir... nada dejó escrito: prefirió dejarlo escrito en el
corazón de los justos y de los santos: "Amaos los unos a los otros". Sabía
escribir... Para, Dios nada es imposible, tampoco el usar una pluma... Y
como hombre sabía escribir, le enseñé Yo, que había aprendido en el Tem-
plo, pero repito: a Él no le servía el escribir, a Él le importaba que estuvie-
ra escrito en los corazones humanos: "¡Amaos los unos a los otros!"
En su manera de hablar fue sencillo y muy profundo. ¡Habló para to-
dos, para los sabios, para los ignorantes, para los grandes y para sus pe-
queños hijos bienamados de la Tierra! Mi Hijo: ¡el Hombre–Dios! Tenía
veinte años y era un joven hermosísimo.
"Ese muchacho parece el hijo de un rey, no de un carpintero..."
Todos lo miraban, pero no sabían lo que luego llevaría a cabo, ni
quién era en realidad. Yo sabía que un día me habría de dejar... Casi todos
los hijos dejan su primer hogar. Los hijos son ante todo de Dios y luego de
sus padres. Dios lleva a toda criatura más allá del tiempo, devuelve los
hijos a quienes se los ha quitado, para un mayor bien. Mi Hijo, el Hijo
unigénito de Dios vivo, que vino para cargar sobre sí los pecados del mun-
do. Para muchos le resulta difícil creer en su divinidad, dicen que es un
profeta... ¿Y los milagros? Para ellos o son leyenda o creen que un día po-
drán explicarlos con la ciencia... ¿Y el milagro de un hombre, que es Dios,
61
acompañado de hombres ignorantes y comunes, que llevando la verdad al
mundo la transmite en los siglos a través éstos?... ¿El milagro de la palabra
no escrita por Jesús, pero transmitida por los evangelistas, llevada a través
del tiempo, y de otras palabras de la Palabra, que Él ahora os envía, para la
última salvación? ¿Y los milagros más importantes: esos invisibles del
espíritu?
23 de Noviembre de 1981
55. [4]- Immi, tú eres mi Reina
Bajo la Cruz, Jesús me confió a la humanidad, mirando el rostro y el
alma de Johanan. Y a mí me encomendó a Johanan:
"¡He ahí a tu Madre! ¡He ahí a tu hijo!"
Y ahora soy Madre de todos vosotros, Johanan es para Mí como sois
vosotros; pedidme a Mí, Yo pediré a Jesús. Jesús está en la Trinidad y
quien lo ve a Él, ve al Padre, y el Espíritu Consolador los une. Por este
motivo fue hombre y Dios en la Tierra. Cuando muchacho se divertía tra-
bajando con el hacha y sus brazos se hacían fuertes: "¡Immi, para Mí, este
no es un trabajo, sino un juego!..." Un día hizo una silla toda labrada.
"¡Immi, éste es tu trono, porque Tú eres mi Reina!"
De noche, cuando todo era silencio, Jesús se sentaba a la mesa después
de nuestra cena y nos hablaba a Mí y a José de los grandes misterios:
"Dios no es Uno, y al mismo tiempo es Uno, pero en tres Personas; es
como si de un corazón surgiera otro corazón y un rayo de luz los uniera.
Yo siempre he estado en el Padre, y me he desprendido del Padre para
hacerme hombre y Verbo, y Nuestro Espíritu ilumina y procede de Uno a
Otro".
Afuera se sentían voces de muchachos: Jesús interrumpía su explica-
ción:
"Immi, ¿puedo ir a hacer una carrera con mis amigos?"
Verdadero hombre, verdadero Dios... Sé que para vosotros es difícil
comprender cómo puede ser todo esto: es la belleza del misterio. De noche
en el verano, o en las calurosas primaveras, cuando las voces juveniles
interrumpían el silencio, Él me preguntaba:
62
"Immi, ¿puedo ir a hacer aunque sea una carrera con mis amigos?"
Trabajaba muy bien y aquellos que encargaban trabajos a José y a
Jesús estaban muy contentos con su honestidad:
"Aquel otro carpintero pide mucho más y no trabaja tan bien..."
¡La honestidad! Ya no hay mucha honestidad desde que la humanidad
ha conocido el dinero, ¡y no sabe cuánto mal hace al alma, el querer procu-
rarlo a través del engaño y la deshonestidad! Dicen que el dinero es muy
necesario y que importa mucho el tenerlo, pero para ellos no importa lo
que es más precioso: el alma.
Cuando Jesús partió, para ir al mundo a predicar y hacer milagros, para
redimir, fue esa una noche que jamás olvidé en el transcurso del tiempo
(que ahora aquí es distinto: no hay tiempo, se puede entonces olvidar o
recordar: la dimensión es otra).
Toda la noche estuvimos levantados conversando. Jesús me dijo: "Im-
mi, mi humanidad me hace sentir muy triste, llora mi corazón por tener
que dejarte, en cambio, mi divinidad me hace sentir feliz: llevaré almas al
Reino de donde yo vengo: ¡un Reino de paz y de luz!"
Coloqué un pan en su alforja y no llevó nada más consigo.
"Solamente voy con el amor al mundo, e iré a llevarlo a los hombres.
¡Así caminaré más ligero!..."
Y Yo permanecí contemplando aquel sendero por donde había parti-
do... ¡A la luz del amanecer se apagaba la última estrella! Nuestro pensa-
miento permaneció unido, el pensamiento proviene del alma y el alma de
una madre y de su hijo se hablan también a distancia; y también de un
mundo a otro, si lo quiere el Padre Celestial. ¡Si el amor es grande, vence
al tiempo, a la lejanía y a toda dimensión!
¡Es el amor verdadero y profundo! ¡Cuándo Jesús vuelva a la tierra, lo
buscará en vuestros corazones!
25 de Noviembre de 1981
56. [5]- Quiero contaros tantas cosas, así Lo amaréis más.
De noche, aquella noche en que Jesús dejó su pequeña casa, esperando
el amanecer, ¡rezamos juntos al Padre Celestial! Y al alba Él se fue por los
63
caminos del mundo... Rogamos al Padre como lo hacíamos siempre; pero
en aquel momento fue más intensa aquella plegaria mía, porque también
Yo, criatura humana, sentía a veces más fuerte la necesidad de oración, ¡y
a veces de pedir! ¡Pedir para el espíritu después de haber glorificado a
Dios!
Y volviendo con el pensamiento a la infancia y a la primera juventud
de Jesús, quiero contaros tantas cosas, para que así lo améis aún más.
Jamás se ama lo suficiente a mi Hijo, ¡y muchos no lo aman en absoluto!
¡La Cruz!
Un día Jesús estaba sentado sobre el murito del huerto, miraba la tierra
recién trabajada por José, para luego ser sembrada:
"Immi, el amor es una semilla, que crece en las almas buenas, el amor
da muchos frutos: invisibles, ¡Immi, el amor no se ve, pero se lo siente!"
¡Semillas de vida eran sus palabras! Entraban en mi alma. "¡Immi, te
ayudo! Te preparo la verdura para que puedas cocinar pronto..."
Mí niño no era ciertamente goloso, gustaba de lo que Yo preparaba,
comida pobre, comida sana. "¡Cuánto amo mi pan!", me decía a menudo:
¡El pan de la vida!
"¡Immi hay tantos hombres que tienen hambre! Si yo no como este pan
con miel mi Padre me hará una gracia: ¡hará que un niño más pobre que
Yo, tenga su dulce pan!..." "Madre si Yo tomo sobre mí los pecados del
mundo, mi Padre recibirá más almas en el Cielo". ¡El cuerpo místico mar-
tirizado! He aquí entonces que el dolor tiene una explicación; ¡el dolor
tiene una razón de ser!
Muchas veces, Jesús recogía pequeñas flores y me las ofrecía: "Ponlas
sobre nuestra mesa y míralas". Las flores que adornan los altares: son pen-
samientos que llegan a Nosotros.
¡No recojo tus rosas, Immi, deben crecer para ti y tú las puedas ver me-
jor en el verdor de sus hojas!
¡El rosario! ¡Esa oración que hace contemplar la vida de Jesús y Su pa-
sión! ¡Y también sus momentos de serenidad! ¡Mis momentos de sereni-
dad! Cuando lo veía crecer pensaba: "Vendrá el dolor, pero ahora lo puedo
mirar..."
Y el dolor vino, pero luego, Jesús resucitado quedó radiante de luz y de
gloria. ¡También vuestros dolores serán luego luz y gloria! ¡Dios os ama!
Por esto las pruebas que Él, Uno y Trino, os manda, las transformará para
vosotros en luz y gloria, en este Reino donde ahora Yo vivo, ¡y sé cuán
maravilloso es!
64
Mucho trabajaba Jesús en aquel tiempo, antes de dejarme, debía pensar
en Mí, como buen Hijo, aunque a Mí me bastaba con poco, un poco de
comida y un poco de leña.
"¡No te descuides, Immi, cuando Yo me haya ido!, hazte el pan fres-
co..."
¡Humanidad divina, divinidad humana! El pan para vivir, ¡el Pan de
Vida! "Immi, no cierres la ventana: ¡quiero sentir la música del viento!" Y
alzaba su mirada azul hacia Mí, para suplicarme..., Yo ahora alzo mi mira-
da hacia Él, ¡para suplicarle!
"La humanidad tiene necesidad de Dios".
"Madre, Dios sabe y conoce las penas y dolores del mundo, pero con
tus súplicas tendrá mucha ayuda. ¡La humanidad: tus hijos, mis hermanos:
criaturas que ahora están en la tierra, y aman, y pecan!..."
28 de Noviembre de 1981
57. [6]- Jesús fue dado a luz por Dios.
Cuando Jesús tenía seis años y Yo le enseñaba a escribir, aprendía con
mucha facilidad, ya que como hombre era perfecto, tanto física como inte-
lectualmente. Sin embargo ha elegido la pobreza, y humanamente jamás
dio pruebas de su inteligencia. Jesús era verdaderamente humilde. Lo que
Él hizo, lo hizo por la humanidad, y todo lo enseñó. Él nos enseñó el
Amor, que todo lo abarca.
Tenía seis años, la cara redonda, los rizos de oro un poco largos caían
sobre su tierno cuello, me escuchaba con atención:
"¡Immi, eres mi Immi y serás la Immi de todo el mundo!"
¡Amor de niño, visión de Dios! Cuando me decía grandes cosas lo es-
cuchaba y lo adoraba. Tantas veces mi pensamiento me llevaba a aquel día
en que se apareció el Ángel:
"¡Te saludo, Myriam! Te anuncio que serás Madre de Dios, en Ti ac-
tuará el Espíritu, harás así de Cáliz de Aquel que será sacrificado en el
tiempo como Cordero de Dios para quitar los pecados del mundo. Pesará
sobre tu alma el signo de una Cruz. Agradece al Padre de los Cielos que te
65
ha elegido, ya que eres digna: ¡y acéptalo con alegría, asombro, reveren-
cia!"
Así me dijo y Yo, Myriam, pronuncié mi "¡Fiat!" ¡Por eso Yo sabía!
¿Hubiera podido no saberlo, sino tan sólo intuir? No ciertamente, por que
si no, la duda me hubiese abatido: no he conocido hombre y siempre he
sido virgen, ya que Jesús no vino a la luz como los hombres: ¡vino a la luz
como Dios! El Ángel me habló claramente, oí su voz con mis oídos, lo
miré con mis ojos. Los Ángeles por voluntad de Dios pueden tomar un
rostro y un cuerpo. Los Ángeles existen, como existen los hombres. Los
Ángeles acompañarán al Hijo del Hombre, Mi Hijo, cuando vuelva a la
tierra a buscar el amor en los corazones humanos.
Nuestras comidas eran simples, era la forma de comer en aquella tierra,
en aquel tiempo: pescado cuando era posible, cordero para las fiestas, miel,
cebollas que ponía en agua salada y luego comíamos con pan, verduras...
Tesoros que vienen de la tierra: ¡verduras, aceitunas, frutas! A Jesús le
gustaban esos pequeños panes amasados con miel, era feliz cuando los
sacaba del horno, los esperaba frente al horno
"¿Están listos los panecillos?"
¡La humanidad debe estar siempre lista, para presentarse ante Él!
29 de Noviembre de 1981
58. [7]- He vivido aquellos meses de espera como en un sueño.
Cuando Jesús permanecía silencioso mirando al Cielo, en aquel huerto
nuestro, en las noches tibias, Yo, Myriam, lo miraba, ¡y el corazón me latía
con fuerza! Lo miraba deslumbrada, ¡en Él se traslucía la divinidad! ¿Qué
es para vosotros la Divinidad? Vosotros mis queridos hijos, sabéis ¡que
Dios es inmenso, que es infinito, que es inexplicable, que es misterioso y
que es también evidente! Yo en mi Jesús veía y sentía todo esto, y por ese
motivo lo adoraba: pero era un niño entonces, Y lo adoraba y lo educaba...
"Todos los niños buenos y educados saludan a quienes encuentran".
"Immi, Yo, apenas me despierto, encuentro al Padre Celestial. Él está
en toda la humanidad y cuando los hombres se despiertan tarde o al ama-
necer, ¡no deben olvidarse de Él, y deben saludarlo!"
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Al despertar dirigid siempre con vuestra alma un pensamiento a Dios, a
mi Hijo, Dios de Dios, aunque sea breve: Un saludo, pero con mucho sen-
timiento.
He vivido esos meses de espera corno en un sueño: ¡el Advenimiento!
Lo que acaecía en mí era demasiado grandioso: ¡el Acontecimiento! ¡Dios
que venía a la Tierra! Casi dos mil años... ¡Y muchos aún no lo han reco-
nocido! ¡El Calvario! Qué tragedia ese remontar con aquel peso: los peca-
dos del mundo, ¡qué fatiga! Cuán doloroso fue para nosotros el Calvario,
aliviado solamente por el pensamiento en los Santos, en los buenos, los
puros, los que sufren; aquellos que Jesús llamaba "¡Bienaventurados!".
Estaban allí, estabais todos vosotros en aquel momento. Cada vida es
una prueba, cada vida tiene breves o largas horas de Calvario: ¡los dolores
espirituales, los dolores de la carne, los pensamientos, la fatiga, los mie-
dos!... Estabais todos allá para aliviar el dolor de Jesús, y también mi do-
lor. Estabais todos bajo la Cruz, pero no solamente vosotros los Santos, los
buenos y los puros... ¡también vosotros que no reconocéis a mi Hijo, tam-
bién vosotros que lo traicionáis! Soy Madre también de vosotros y suplico
a Jesús por vosotros, y vosotros no lo sabéis:
"¡Hijo, ilumina con tu espíritu sus almas! Son los más míseros: ¡no tienen
amor, no tienen fe!..."
Y mi Hijo, vuestro hermano, hará para vosotros milagros del Espíritu en
vuestro espíritu. Él se preocupa de todos los hombres de todos los tiempos,
de cualquier religión, de los sin religión. Él es Amor y procede del Amor;
¡Amor Infinito que viene del Dios Infinito!
A Jesús no le gustaba cantar, prefería pensar y en esta forma rezar en si-
lencio, intensamente. Muchos decían que si era Dios, no tenía necesidad de
oración. Él rezaba al Padre, del cual venía. Uno en el Padre, y al mismo
tiempo ¡Persona distinta e igual! Misteriosa Trinidad: Un corazón dentro
de otro corazón. ¡Luz, Vida, Amor!
Jesús rezaba, verdaderamente alababa al Padre Celestial y le hablaba en
forma como todos lo deberían hacer: alabar a Dios y hablarle, y Dios, Uno
y Trino, escucha. Es un corazón que se desprende del mismo corazón, un
hilo luminoso los une el uno al otro, y el corazón está dividido y unido.
¡Bellísimo misterio! Dios se ha dado un rostro humano a Sí Mismo, y ese
rostro es el rostro de mi Hijo.
"Te saludo Myriam..." ¡La Anunciación!
Nuestra casa, vosotros lo sabéis, era pequeña, pero para nosotros era muy
bella. Amábamos esas pocas cosas, amábamos el perfume que venía de los
rosales, amábamos nuestra pequeña huerta. Jesús amaba su rinconcito,
67
donde ponía su banquito y sus juguetes cuando no podía jugar al aire libre.
El banquito le servía para sentarse y también como una pequeña mesa:
¡Era su pequeño mundo aquel rincón, aquella casa, aquel jardín! Su pre-
sencia embellecía la casa. Jesús: ¡la luz del mundo! Para otros la nuestra
era una casa pobre, ¡para aquellos que eran ciegos en el alma y no veían la
luz de Dios! Aquellos que ven la luz de Dios, enriquecen cada cosa, y no
dan importancia al valor banal de las cosas. ¡Aquellos que ven la luz de
Dios, ven la verdad! ¡La verdad es luminosa!
El pequeño mundo de Jesús. De muchacho, trabajó mucho y escuchó y
alabó mucho al Padre Celestial. Vivió escondido, pero hizo mucho por los
hermanos. ¿Los hermanos? Son aquellos que se conocen, aquellos que se
encuentran.
"Immi, mis amigos tienen casi todos hermanos y hermanas... Yo no necesi-
to hermanos o hermanas, ya que tengo a mis amigos como hermanos; ten-
go a todos mis hermanos en el mundo y luego tú serás su Madre, la Madre
de la humanidad: ¡mis hermanos!".
1o de Diciembre de 1981
59. [8]- Debéis tener siempre esperanza, ¡confiad en Dios y seréis escuchados!
Cuando Jesús tenía nueve años, una familia vino a vivir en una pobre casa
de Nazaret. En esa familia había un niño de seis años, de nombre Simón y
estaba enfermo. Jesús iba a verlo. Lo veo otra vez, recuerdo su figura que
comenzaba a ser esbelta... Bajaba por el sendero con un cesto, y en ese
cesto ponía Yo siempre algo bueno para el pequeño Simón: panecillos,
olivas, algunas frutas...
"Immi, ¡quisiera que el pequeño Simón pudiese correr!... ¡Pudiese cami-
nar, saltar!... ¡Pido al Padre Celestial todo esto, y si el Padre quiere, Simón
podrá correr, caminar, saltar!"
Los años, pasaron, Jesús continuó consolando al muchacho como sólo Él
sabía hacerlo. Y llegó aquella mañana, dejó nuestra casa, anduvo por el
mundo... Nunca olvidó aquel deseo de niño, siempre repitió al Padre su
petición, y después de Caná, helo aquí: el primer milagro que el mundo no
68
conoce: la curación de Simón, ¡después de años de expectación, pero de
esperanza!
Y vosotros, queridos hijos míos, recordad que la esperanza debe estar
siempre con vosotros, confiad en Dios y seréis escuchados, si vuestra fe es
grande y vuestra petición justa. A veces es necesario tener paciencia, es
necesario esperar, ¡es necesario aguardar siempre!
¡Cuántos milagros hizo Jesús que el mundo no conoce! Y cuántos todavía
ocurren, que el mundo no reconoce: ¡males curados, espíritus sanados! El
mundo de ahora tiene necesidad de milagros del espíritu, son los más im-
portantes: Jesús vino a la tierra para curar los espíritus enfermos. Los pe-
cadores tienen el espíritu enfermo y Jesús es también un gran médico: el
Médico de las almas. Había llegado el tiempo en que Yo, Myriam, me
volviera a manifestar por un designio divino, como toda cosa de naturaleza
divina. Estos son los días de la espera, ¡el Acontecimiento!
¡Aquella espera! José me fue de gran ayuda. Yo pasaba del temor otra vez
al estupor, de la incredulidad a la certeza y a la más grande felicidad, y
luego nuevamente al temor... ¡Y en el corazón y en vuestra preocupación,
siempre! Y en el corazón sentía tanto, tanto amor por mi niño: ¡a Dios que
lo llevaba en Mí! Todos podéis y debéis llevar a Dios en vuestro corazón y
en vuestro pensamiento, ¡siempre! Y recordando aquella vida de Jesús, su
nacimiento, sus palabras, su sacrificio, podréis entonces sentirlo junto a
vosotros como a un hermano; y os ruego: ¡amadlo como Dios y como
hermano! Solamente así podréis hacer mucho: Él obrará en vosotros.
Vuelvo a verlo mientras preparaba el cesto para Simón:
"Immi, está bien así: pongo los panes, las olivas, los higos y un pedazo
de queso... ¡Para mi pequeño amigo abrir este canasto es siempre una sor-
presa!" Para vosotros, abrir el libro del Evangelio, leer algunos renglones o
algunas páginas, es siempre algo nuevo, es siempre vivir y revivir con
Jesús!
2 de Diciembre de 1981
69
60. [9]- En la casa de Nazaret comenzó la historia del mundo.
Un día de sol, el jardín brillaba y las rosas tenían un delicioso perfume.
Jesús jugaba con sus caballitos y yo recogía la verdura:
"Immi, ahora te hablo de mis hermanos de todos los tiempos: lo que les
pediré a ellos será el amor a los demás, y esto será alegría para mí, sobre
todo, cuando ellos sepan perdonar". Jesús tenía muchos amigos, era el más
veloz en las carreras, y a veces, buscaba no serlo para dejarse así superar
por sus pequeños amigos.
"Immi, algunas veces mis amigos se pelean entre sí y también conmi-
go, si corro ligero..."
"Takiní, Tú lo sabes mejor que Yo y más que Yo... ¡perdónalos siem-
pre!"
"Cierto, Immi, ayer un amigo mío no me saludó, porque gané la carre-
ra. Entonces Yo, le saludé diciéndole: ¡te saludo, porque te quiero!"
Hijos queridos, sed siempre amables y amorosos con todos y hacedles
comprender que los amáis. Con el amor venceréis todo obstáculo, con el
amor crearéis otro amor.
Jesús crecía. Yo hubiera querido detener los días y el tiempo. Trabaja-
ba, oraba, pensaba... Se preparaba así para la más grande misión. Mi hijo,
¡el primer misionero! Sed también vosotros misioneros. No tenéis necesi-
dad de ir lejos: Él os enviará a aquellos que debéis ayudar: ¡vosotros abrid-
les a ellos vuestra alma! Los usos de aquel tiempo eran usos que para vo-
sotros son antiguos. Y lo mismo aquellas costumbres: ¡las tradiciones!
Hay tradiciones que deben continuar, como los ritos sagrados.
¡La verdad del Evangelio debe continuar siempre! Todos deberían co-
nocer el Evangelio, pero muchos que son los más instruidos en otras cien-
cias, jamás lo han leído o escuchado. Bajo la Cruz he sufrido el dolor más
profundo, pero en la Resurrección he gozado, y pasé los años de mi tiempo
con la más viva esperanza, que me daba serenidad y paz
Íbamos rumbo a Egipto, en aquellos días difíciles para nosotros, está-
bamos cansados, José me decía:
"Myriam, tienes una gran misión, por lo tanto no temas: ahora estás
cansada, pero deja que te consuele el pensamiento de saber que junto a mí
custodias al Tesoro más grande..." Cuando regresamos a Nazaret estuvi-
mos muy contentos, y así vivimos durante años en aquella casa donde co-
menzó la historia del mundo: de allí partió Jesús. ¡La historia del mundo
empezó! Y comenzó cuando Jesús vino a la Tierra y aún antes, cuando el
mundo fue creado: ¡un acto de amor! ¡Cuántos actos de amor hace Dios!
70
Saber verlos, saber apreciarlos, ¡saber agradecerle a Dios amando y perdo-
nando a vuestros hermanos!
4 de Diciembre de 1981, 1.30 horas
61. [10]- Después de la Resurrección vino la Luz, y también para vosotros
será así, hijos míos.
"El hombre es imagen de Dios, ya que puede amar y aumentar el amor,
¡y en esta forma crear! Mi Hijo, Dios de Dios, ha creado mucho amor, y
hay quien lo ha aceptado y aumentado, y quien lo ha rechazado: el amor es
libre. Esta libertad la debe usar bien y esto es bueno para su alma..."
Esto me lo decía Jesús en aquel tiempo de su preparación a Mí, aún
asombrada a veces de ser su Madre, y de cómo Dios hubiese podido venir
a la Tierra a través mío, en aquel pobre país, en una pobre casa, hijo terre-
nal de un carpintero, e hijo mío...
José permanece un poco olvidado por la humanidad, y sin embargo,
tiene gran poder de intercesión ante Jesús, y por eso ante el Padre. Y retor-
nemos a aquel tiempo: ahora Jesús tiene diez años y un aire juicioso y
tímido a la vez, su figura es delgada, pero fuerte, los cabellos rubios. Estos
años de Jesús son para vosotros oscuros, no obstante ya en aquellos años
Él era luz.
"Immi, voy a hablar con mis amigos y les enseñaré a ellos la ora-
ción..."
En medio de otros niños, bajo un olivo, también entonces, como des-
pués habría de hacer con los apóstoles, Jesús hablaba con sus compañeros,
y ellos aun sin saber quién Él fuese, Le escuchaban:
"¡Orar no es pedir, sino adorar! Se puede rezar de muchas formas: con
la oración, con la meditación, o simplemente con el pensamiento, con las
buenas obras, con el ofrecimiento del propio dolor, pero, ¡siempre con
amor!"
"Jesús es muy inteligente y nos habla muy bien, pero a veces no pode-
mos comprender todo..."
¡Lo mismo también vosotros! Jesús ha hablado al mundo, ¡no todos
habéis comprendido! La comprensión es de aquellos que tienen el alma
71
simple y pura. Ellos, aún cuando no comprendan las palabras, sienten la
Verdad dentro de sí mismos.
A los diez años Jesús era para mí una gran ayuda, me aliviaba en mu-
chas pequeñas fatigas me daba consejos humildemente, ¡era para Mí, hijo,
Dios y hermano! Y amaba a José, y José le protegía con mucho cuidado y
le consideraba también como un muchacho como los demás, y le hacía
trabajar; juntos trabajaban y eran felices en aquel tiempo.
Yo me sentía feliz y triste, según los momentos. En el paso terrenal a
veces se es feliz, pero siempre se tiene el temor por el futuro: es el miste-
rio, y siempre con la esperanza. Se alternan muchos sentimientos en noso-
tros, fuertes y frágiles criaturas humanas. También Yo, criatura humana,
por eso he sufrido y he gozado. Yo, Myriam; un instrumento de Dios para
ser Su cáliz. Lo he ofrecido así al mundo. Los hijos no son de los padres,
los hijos son de Dios y nosotros los ofrecemos. ¡Nacen, crecen, se van! En
el cielo Jesús es también mi Hijo y sin embargo siempre un misterio para,
vosotros, ¡el encanto de esta vida celestial!
Hacía sol, era primavera, las dos cabritas ramoneaban la hierba del pe-
queño prado que formaba parte de nuestro jardín, el perfume de las rosas
se unía al perfume del pan sacado del horno, y entonces la voz de Jesús, la
voz de José: ¡la casa estaba viva!
"Immi, tengo ya diez años, ahora puedo trabajar mejor, he crecido y no
me canso cuando trabajo en el banco de la carpintería; y papá José está
feliz de que trabaje con él".
Jesús llamaba así en nuestra intimidad a José, y José era feliz por esto.
"Papá José: ¿puedo hacer este trabajillo? ¿Puedo hacerme el bastón de
peregrino con los sobrantes de madera?" Y un día se iría lejos de peregri-
no, sin bastón, por los caminos más difíciles: ¡solamente con el amor! Lo
habrían de seguir los Apóstoles: el dulce Johanan, el rudo y generoso e
impetuoso Cefas... y también el Iscariote. Amor, traición... todo lo debía
probar Jesús, y entonces tenía diez años y se hacía un bastón de peregrino.
"Immi, ¡caminaré a través de las zarzas y por los senderos más escar-
pados!"
Y esa fue su vida en aquellos tres años. Fatiga, mucha fatiga: sin fatiga
nada se obtiene. Él ha obtenido mucho, ha salvado a muchos, y muchos se
han hecho santos en su nombre. Siendo Dios, todo lo habría podido hacer:
transformar sus pobres juguetes en juguetes bellísimos, pero no lo quiso,
Dios crea de lo increado, hacer, (como dice una dulce leyenda), pájaros de
arcilla, y hacerlos luego vivir y volar. Jesús como verdadero hombre, vivía
en la normalidad y solamente cuando, en el Padre, hacía milagros, demos-
72
traba su divinidad para que el mundo supiera de Él y de su Reino. Jesús
conoció también el hambre, conoció la sed.
"Tienen hambre y sed de amor y de justicia".
¡Sobre la Cruz fue grande aquella sed!... ¡Sitio!27
Las dos cabritas nos proporcionaban leche y también un poco de que-
so. Jesús las amaba y te gustaba aquella leche.
"Immi, agradezcamos al Padre nuestro por todo lo que da al hombre,
para vivir y para alimentarse".
Era un continua alabar, un continuo agradecer... Mientras que en el
mundo muchos no sólo no alaban y no agradecen, sino que jamás piensan
en Dios. Dios es un ser que puede existir, ya que existe la tierra y existen
los hombres, pero ¿tendrán los hombres otra vida? Bastaría profundizar la
Palabra y todo estaría claro, aun con una parte de misterio.
"Ahora soy grande, Immi, puedo entonces dormir solo: pero si Tú me
necesitas, ¡llámame!"
Estas palabras las decía a los cinco años... Ya no cabía en esa camita
que tenía junto a la mía, José le hizo una cama más grande y la pusimos en
el fondo de la habitación, separada por una cortina. ¡Una cama de madera!
¡El madero de la Cruz!
Este pensamiento lo llevaba siempre conmigo, a veces temblaba mi
alma y otras veces tenía esperanza y me decía: ¡tal vez no será tan atroz!
¡Después de la Resurrección vino la luz!
También para vosotros será así, ¡hijos míos!
5 de Diciembre de 1981
62. [11]- Immi, esta casa volará.
Jesús en aquel tiempo tenía doce años (edad en la que habló a los
doctores del templo) y un día me dijo: "Immi, esta casa volará..." No com-
prendí, ¡Él no me dijo hada más!
Muchos no creen que nuestra casa haya sido transportada tan milagro-
samente y por un motivo: como una prueba, que los hombres verán en el
27
Tengo sed
73
tiempo. Nuestra casa tenía una terraza, tenía la habitación que voló y otra
habitación más, que permaneció allá en Nazaret. El taller de José estaba en
la huerta, un pequeño dado blanco. En esos tiempos se mezclaba cal, paja
y ceniza para mantener unidos a los ladrillos. "¡Immi, esta casa volará!"
La habitación está dividida con cortinas, al fondo la cocina, de aquella
puerta a la derecha, Jesús se me apareció un día, durante la predicación,
como una aparición, pero era Él en verdad, y me dijo: "¡Immi, dispongo de
algunas horas para estar contigo!" De aquella puerta partió de nuestra casa
en aquel amanecer. ¡De aquella puerta! Era una puerta un poco angosta.
¡Es una puerta un poco angosta! Jesús, cuando tenía doce años, ya trabaja-
ba bien, dedicaba sus horas al trabajo y al dialogo con el Padre Celestial. A
veces, como verdadero hombre, como verdadero muchacho, hacía algunas
carreras, y a veces aunque ya no jugaba más, miraba sus caballitos de ma-
dera. Los conservé por un tiempo, hasta que un día, los di a un niño que no
tenía juguetes, Jesús entonces ya había partido, pero escuché en mí Su voz:
"Immi, nada debe ser conservado o escondido, si a otros puede ser
útil..."
También un pobre juguete es útil a un niño que está solo. Y los caballi-
tos de Jesús han hecho otros largos viajes.
"Madre, está bien dar y dar, las cosas no importan sino por lo que
hacen pensar, y por lo que a veces sirven dándolas: ¡es amor que se pro-
longa a través del obsequio de una pequeña cosa, dada con el corazón!" Y
muchos tienen hambre y otros esconden sus tesoros, y estos tesoros no
sirven a nadie. "¡Immi, esta casa volará!"
La colina estaba desierta y la casa se apoyó en el suelo sin tener nece-
sidad de un cimiento, porque los milagros no tienen necesidad de aquello
que necesitan las cosas ordinarias. Muchos santos fueron atraídos por
aquella casa, e hicieron viajes largos para su tiempo, para visitarla.
"Immi, ¡cuánto pan de vida será comido en esta casa!" Todavía no
comprendía. Y miraba a Jesús; Mi Hijo y Mi Dios.
"Immi, tendrás vestidos adornados con piedras preciosas..." Tenía ves-
tidos sencillos y ciertamente no eran muchos: uno para las fiestas y algu-
nos para alternar durante los otros días, y si vi alguna piedra preciosa, la vi
raramente y llevada por otros.
No me importaban los vestidos, me gustaba estar en orden y con cierta
dignidad. Ahora tengo vestidos adornados con piedras preciosas: ¡es el
amor de mis hijos! Y os pido otro amor: no regalos para mí sino amor en-
74
tre vosotros, que son obsequios para Jesús, obsequios para Mí muy precio-
sos.
10 de Diciembre de 1981
63. [12]- El sufrimiento es comprendido tan solo por quien lo vive.
A mí no me interesaban las piedras preciosas y no comprendía cómo y
cuándo habría podido tenerlas... Pensé que Jesús quisiese decir alguna otra
cosa que para Mí fuera incomprensible. Y ahora mis vestidos, ricos en
piedras y en oro, son para vosotros, no para Mí. A Mí me basta el amor: la
cosa verdaderamente preciosa, que el hombre tiene en sí mismo ¡y que lo
puede regalar!
Jesús era feliz, mientras decía: "¡Immi, esta casa volará!" ¡Y volverá a
volar con el tiempo! Si Dios ha creado de la nada mundos, hombres, cosas,
¿cómo no podría hacer volar a una casa? ¡Su casa! Es porque parece una
leyenda, que muchos tratan de humanizar a esta bellísima realidad.
Cuando José nos dejó, nosotros sufrimos mucho dolor. La fe se afirma
con el dolor, pero el dolor permanece en nosotros, en vosotros, con la par-
tida de las criaturas amadas que en la tierra ya no veremos más, aunque
algunas veces las sentimos junto a nosotros; pero el dolor pesa y transfor-
ma a las criaturas. Jesús comprende a los que sufren y acepta también su
rebelión, si ya es fe. El sufrimiento es comprendido solamente por quien lo
vive, o quien lo ha vivido. ¡Quien no ha sufrido, que no juzgue!
José era para nosotros el amigo más querido, se ocupaba de nosotros,
de las cosas materiales, trabajó mucho por nosotros ¡y era grande su com-
prensión hacia Jesús, como hombre y como Dios!
"Myriam, quisiera adorarlo y debo enseñarle mi trabajo..."
Jesús tenía quince años, era ya muy alto y fuerte, y de mirada transpa-
rente. Miraba más allá y penetraba las almas.
"Immi, no todos son malos, existen muchas almas puras, existen criatu-
ras que necesitan amor y no lo reciben, existen criaturas que actúan mal
porque no han tenido buenos ejemplos..."
Y ese bien silencioso que viene de las almas de los puros, es la fuerza
que rige al mundo: muchos son los pecados, pero aún hay amor.
75
Jesús era entonces un hermoso muchacho y estaba en la edad en que
muchos piensan en las jóvenes... Él: Dios de Dios no tenía ciertamente
esos pensamientos. Él sabía para qué había venido, y sabía que como pri-
mer sacerdote debía hacer saber al mundo el valor de la castidad.
Mi hijo es Dios, y Dios está muy por encima de ciertos pensamientos y
deseos. Y los años pasaban, ¡se acercaba la hora del dolor! Y yo vuelvo
entonces a las horas de la infancia y de la primera juventud de Jesús, y
vuelvo a ver el banquito de madera clara, sus caballitos, sus tazones. ¡Lo
veo frente al horno, esperando sus panecillos con miel!
"Alimentar el cuerpo es necesario, alimentar el alma es indispensa-
ble..."
El pavimento de nuestra casa era de tierra batida y era difícil tenerlo
bien en orden. Yo hacía lo posible. Las paredes de piedra... Para nosotros
era muy hermosa la casa que voló.
Y mi efigie está allí, con el vestido adornado de piedras preciosas... yo
tenía vestidos sencillos, pero aún ahora en el mundo en donde vivo, en este
maravilloso mundo, no tengo piedras preciosas (que nada valen), tengo a
Jesús junto mí: que es lo más precioso para Mí, y para vosotros.
11 de Diciembre de 1981
64. [13]- Haced entrar el Cielo en vosotros.
Como ya he dicho, nuestra vida era simple, la vida cotidiana... ¡los días
de entonces! Todo esto era sólo en apariencia, ¡la vida de Jesús, el hombre
Dios, fue extraordinaria! Podía, siendo Dios, venir y hacerse hombre y
mártir, sin necesidad de Mí; pero ha querido daros una Madre, la misma
para todos, ¡para enseñaros el amor y haceros sentir hermanos!
Cuando tenía veinte años, Jesús trabajaba para Mí, para procurarme las
cosas que necesitaba, y hacía trabajos bellísimos, especialmente en madera
tallada. José le había enseñado muy bien...
"Myriam, Él es Dios y yo le enseño... ¿cómo es posible?". El hecho era
demasiado grande para nosotros, seguíamos maravillándonos, sin embargo
le enseñábamos a Jesús todas las cosas, como se hace con todos los niños.
76
Cuando iba con Él, siendo pequeño, al mercado o al templo, lo miraban
todos, su rostro atraía:
"Deja todo y sígueme..."
Bastó esa mirada sobre ellos, para transformar a los apóstoles. Y toda
su vida puede parecer una fábula, pero es realidad y dolor.
"Immi, cuando tenga que dejarte, lo haré sólo con la parte material de
mí mismo, mi espíritu estará contigo".
Es así también para aquellos que os dejan, para vivir donde Nosotros
vivimos. Su espíritu está también con vosotros, y vosotros no estáis solos:
debéis tener la certeza de esto, y de este pensamiento sacaréis mucha fuer-
za. ¡Cuántos milagros para el espíritu suceden todavía en este tiempo!
Jesús en medio de vosotros os escucha, os ayuda. Basta el deseo vivo de
fe. Él acoge este deseo e infunde fe; pero vosotros debéis ser dignos y te-
ner buena voluntad: el hombre actúa y Dios lo ayuda. ¡El hombre debe
tener el alma abierta a Dios! y Dios entonces entra.
"Immi, en el tiempo vendrán criaturas que, como ventanas abiertas,
harán entrar en sus almas Mi voz".
A veces (Yo era una criatura) no comprendía bien aquellas palabras,
pero sabía que eran palabras de esperanza. ¡Ventanas abiertas al cielo!
Haced entrar al Cielo en vosotros, le podréis dar así al mundo un poco
de Cielo, y así tanta esperanza.
Era primavera y en el jardín habían florecido muchas rosas y la hierba
estaba tierna, se sentía en el aire el perfume de la naturaleza en fiesta.
Jesús recogía la ensalada para nuestra cena.
"Alimentar el cuerpo, ¡pero sobre todo alimentar el alma! El alma tiene
hambre de Dios: Madre, Yo, Dios de Dios, les quitaré el hambre, ellos
deberán alimentarse de Mí, en gracia..."
Había casi llegado el tiempo de su partida y los días pasaban veloz-
mente. No comprendí tampoco aquellas palabras, pero luego las entendí...
"¡Mi cuerpo, Mi sangre... Mi sacrificio!".
En la infancia de Jesús hubo también horas dichosas: también un poco
de felicidad; conoció las pequeñas cosas; los caballitos de madera con la
cola de viruta, los pequeños panecillos con miel, la alegría de dar sus pe-
queñas cosas.
"Immi, ¿puedo llevarle a Simón un caballito?"
"Takiní, sabes lo que puedes hacer, Tú sabes lo que está bien..."
El banquito de Jesús tenía un corazón tallado en medio:
"Padre José, ¿has puesto un corazón en mi banquito para, decirme, sin
decirlo, que me quieres mucho?"
77
¡El corazón sangrante de Jesús: amor para todos! Estas palabras mías
os podrán parecer demasiado simples, pero yo era como vosotros: una
criatura.
Vosotros me veis en los altares vestida de seda, adornada con piedras
preciosas, pero si me hubierais visto entonces, era como vosotros, y tal vez
ni siquiera me hubierais mirado... ¡Dios ha hecho cosas grandes en Mí!
Dios hace cosas grandes en las criaturas elegidas, y las criaturas son
tan sólo criaturas, ¡y deben inclinarse, agradecer y ser dignas!
15 de Diciembre de 1981, 11.30 horas
65. [14]- Partimos para Egipto con tres burritos.
Cuando partimos para Egipto el viaje fue fatigoso y Yo estaba muy
triste: no sabía cuando habría de volver a ver mi casa, el huerto, el jardín y
mi Nazaret, que amaba como todos aman su tierra, su pueblo. Partimos con
tres burritos que José había comprado para el viaje, y nos quedamos con
poquísimo dinero. Un burrito llevaba nuestras provisiones y durante el
viaje todas fueron consumidas. Jesús fue alimentado con gran cantidad de
agua endulzada: agua y miel y un poco de leche, que encontramos en el
camino, en la que ponía el pan, que estaba seco. Le di también un poco de
queso y dátiles. Y después encontramos una casa pequeña y pobrísima, que
aún existe, aunque en ruinas; estaba en medio de la ciudad y la Divina
Providencia nos proveyó la forma de vivir con dignidad, ya que José en-
contró enseguida mucho trabajo. Había traído consigo sus herramientas, se
hizo un nuevo banco, porque el otro permaneció en Nazaret, donde a nues-
tro regreso lo encontramos.
El recuerdo de aquel viaje, por tantos años de mi vida terrena fue para
Mí como una pesadilla, y a veces, soñaba aún después de años, que rehacía
aquel viaje tan fatigoso.
Mi vida de aquel tiempo, aquellos años pasados lejos de Nazaret, per-
maneció para siempre en mis recuerdos. No es fácil vivir lejos de todos
aquellos que nos quieren; pero tenía a Jesús para amar, y tenía la protec-
ción de José para consolarme.
"Immi, ¿por qué no hay huerto?"
78
Solamente había un pequeño borde de hierba alrededor de aquella casi-
ta, José trabajaba en la casa en un rincón de la única habitación.
Pensaba también en los mártires inocentes, y en sus madres. Los márti-
res inocentes con su sacrificio inconsciente han llevado almas al Cielo.
Con sus plegarias inconscientes, arrancados de los brazos maternos, han
sentido miedo y han llorado. Quien entra en nuestra casa, aquella que ha
volado, siente que esa casa es la nuestra, y lo mismo le puede suceder a
quien ama a Jesús, y me ama también a Mí, su Madre, estando frente a lo
que ha quedado de nuestra casa de Egipto.28
Hemos dejado las vibraciones de nuestro amor recíproco y del amor a
todos vosotros allí donde hemos estado. Hemos dejado oraciones, senti-
mientos, pensamientos.
Nuestro regreso a Nazaret fue para los tres una gran alegría.
"Immi, tus rosas están todavía lindas, ¿lo ves? Las ha cuidado el sol,
las ha acariciado el viento, las ha mojado el rocío..." José retomó su trabajo
en el taller, que era más cómodo que aquel rincón de la habitación. Jesús
corría por el huerto. "Debemos sembrar otras cosas". La semilla de vida:
¡la palabra! Y la palabra continúa en este tiempo para vosotros, y también
Yo, Myriam, hablo, porque deseo que conozcáis mejor, aún mejor, a Jesús,
Dios de Dios. ¡Aquel que tomó sobre sí vuestros pecados! Aquel que os ha
traído la Redención. Aquel que os ha dicho que os améis los unos a los
otros.
Comenzamos entonces a retomar las costumbres del tiempo pasado,
volvía a hacer el pan en mi horno, rejuvenecí la casa arreglándola con al-
gunas flores y tejiendo una nueva cortina. "Immi, qué bella es la cortina
nueva, ¡parece que a la habitación le sienta muy alegre!...".
Cuán bellas son las nuevas palabras de Jesús, las que os envía a voso-
tros, las que escribe con tu mano, las que aún llevan esperanzas, ¡aquellas
que son para salvar almas! Su Palabra, que es el signo de los tiempos, con-
tinuará hasta el último día del mundo: ¡Jesús no dejará jamás sola a la
humanidad!
15 de Diciembre de 1981 después del medio día
28
En el Cairo, existen las ruinas de una casita, que según la tradición, es la casa que hos-
pedó a la Sagrada Familia durante su permanencia en Egipto.
79
66. [15]- Las flores sobre los altares son vuestros pensamientos perfu-
mados y coloreados.
En Egipto vivimos nuestra vida de todos los días, como lo hacíamos en
Nazaret. Jesús crecía, José trabajaba. Siempre hemos tenido lo preciso, y
siempre lo hemos apreciado. La nuestra fue una pobreza digna y no deseá-
bamos más, ni José ni Yo.
Es necesario no desear nunca demasiado, se pierden de vista los verda-
deros valores, para seguir a los falsos y, sin embargo, la humanidad da
mucha importancia a las cosas, y sobre todo al dinero. Jesús ha llamado
"bienaventurados" a los pobres de espíritu.
Me faltaba el pequeño huerto cuando estaba en Egipto, por eso sem-
braba un poco alrededor de la casa, pero la tierra no era buena como la de
Nazaret. Estas cosas pueden parecer poco importantes, pero no lo son, la
vida diaria transcurre igualmente, con más o menos fatiga.
¡Tenía a Jesús y todo era entonces fácil para Mí, cuando no pensaba en
el dolor! El dolor entonces era lejano, estaba en el tiempo de la juventud y
Jesús era un niño. ¡Un niño y, al mismo tiempo, Dios! ¡Qué cosa grande
hizo Dios en mí! En muchas criaturas Dios se manifiesta y seguirá mani-
festándose. En todo acto de caridad Dios se manifiesta, en cada acto de
amor, y se manifiesta extraordinariamente en los milagros.
"Immi, ¡qué feliz estoy de volver a casa!..."
Así me dijo Jesús durante el viaje de regreso, que fue menos fatigoso
que el otro, y cuanto más nos acercábamos a Nazaret, la alegría entraba
más en nosotros.
La infancia de Jesús: un niño con pocos juguetes, comidas sencillas: un
niño que amó la naturaleza: ¡Dios de Dios!
Cuando tuvo veinte años, trabajó para Mí, ayudaba a todos aquellos
que necesitaban algo de Él.
"Immi, esta noche trabajaré hasta tarde, me han pedido una cuna, y no
querré dinero porque son muy pobres; me han dicho que traerían queso, no
lo aceptaremos, ya que es lo único que tienen..."
Cuántas veces Jesús trabajó hasta tarde en la noche... Cuántas veces en
las noches de verano, yo me sentaba en el jardín, y Jesús tenía abierta la
puerta de la carpintería, así podíamos hablar entre nosotros de cosas que a
Mí me transportaban el espíritu a lo alto:
"El Reino de los Cielos puede entrar en el corazón de los hombres si
están en gracia, si creen, si aman; ¡y ésta es la verdadera paz! El Reino de
los Cielos es un Reino de Paz y Amor, de belleza, de armonía".
80
Así me decía Jesús mientras cepillaba una tabla o tallaba el respaldo de
una silla.
"La madera es más blanda que el hierro, Immi, a la madera la puedo
trabajar..."
¡La Cruz!, ¡el madero!, el hierro: ¡aquellos clavos que le perforaron las
manos y los pies! El dolor lacerante: ¡aquel martirio!
¡Los hijos no son nuestros! Nosotras, las madres, querríamos siempre
defenderlos, ¡no quisiéramos nunca verlos sufrir! No son nuestros en la
tierra, pero más allá de la tierra son nuestros: Jesús está conmigo, y tú
tendrás a tu hijo a tu lado, ¡y te parecerá estar soñando! El dolor de una
madre cuando pierde a un hijo es el dolor más grande, y será la felicidad
más grande al reencontrarlo en Dios para siempre.
Los hijos en la tierra no son nuestros, ¡en el cielo son nuestros para
siempre!
"Immi, este Reino, del cual te hablé mucho en la tierra, en nuestra casa,
en aquellos días allá en Nazaret, es más bello de cuanto Tú entonces pod-
ías imaginar, nunca habrías podido pensar en ciertas maravillas..."
¡Maravilloso Reino donde todo es belleza y armonía! Para Mí, My-
riam, la maravilla de maravillas es tener a mi lado a Jesús, y lo mismo será
para vosotros: podréis contemplar su rostro radiante junto a vuestros seres
queridos reencontrados.
"Immi las flores son obsequios de Nuestro Padre, gotas de belleza que
descienden del Paraíso..." Y recogía flores del campo: margaritas, amapo-
las, violetas del bosque, hacía pequeños ramilletes y me decía:
"¡He aquí Immi, mis pensamientos para Ti! ¡Pensamientos coloreados
y perfumados!
¡Immi, tendrás siempre tantas y tantas flores!".
Y tengo aún tantas flores que adornan los altares: ¡son vuestros pensa-
mientos coloreados y perfumados!
18 de Diciembre de 1981.
81
67. [16]- Y lo vuelvo a ver Niño. Lo tengo entre mis brazos, siento el perfume
de sus cabellos: un perfume de nido.
Bajo la Cruz he sufrido lo insufrible, y bien se puede comprender:
¡cuántas madres sufren lo insufrible! Deben entonces esperar, deben tener
la certeza: los hijos no son nuestros en la tierra: Dios en el Reino nos los
entrega, y para siempre.
Estaba aniquilada por ese dolor y no podía derramar lágrimas. Como tú
bien sabes, cuando el dolor deja un pequeño espacio para nuestro egoísmo,
podemos entonces llorar; pero en el dolor por los otros, cuando sufrimos
con ellos, cuando estamos destrozados por ellos, no se tiene siquiera el
desahogo del llanto y pesa sobre el corazón como una piedra de granito.
"¡He aquí a tu Madre! ¡He aquí a tu hijo!". Confiándome a Johanan,
Jesús me encomendaba también a todos vosotros. Soy madre de los viejos,
de los jóvenes, de los niños... Soy madre de los pecadores y de los santos...
Johanan fue siempre dulcísimo, un verdadero hijo amoroso".
"Nuestro Rabí, te llamaba con el dulce nombre de madre: Immi, nunca
te llamaré así: solamente el Rabí pudo hacerlo, ¡pero Tú, Señora, eres tam-
bién una Madre! Jesús te veneró y te amó, te llamaba: mi Reina, Señora,
¿puedo entonces llamarte: Reina?"
Era el dulce Johanan que posó su cabeza sobre el Sagrado Corazón de
Jesús:
"¡Venid a Mí, vosotros los cansados, vosotros los desilusionados, vo-
sotros los afligidos! ¡Apoyad vuestra cabeza sobre mi corazón y seréis
consolados!".
Jesús en el tiempo de la Pasión era ya un hombre fuerte, pero para Mí
en el dolor, era como si aún hubiese sido todavía un niño. Y lo vuelvo a
ver cuando niño: lo tengo entre los brazos, siento el perfume de sus cabe-
llos: ¡un perfume de nido! Siento la tibieza de su cuerpo, Él ha posado su
cabeza sobre mi corazón, y somos un solo corazón...
"Immi, estoy feliz de tener mis sandalias nuevas".
Tenía sus piececitos en las nuevas sandalias: las primeras, eran sus
primeros pasos, ya hablaba bien, ciertamente no pronunciaba las palabras
con claridad, pero se hacía entender. Los piececitos en las nuevas sanda-
lias: una suela un poco gruesa y una tira que cubría el pie y llegaba hasta el
tobillo. ¡Sobre la Cruz aquellos pies fueron perforados! Y estaban sin san-
dalias: ¡muchos lo habían abandonado! Jesús hubiera podido hacer osten-
tación de Su inteligencia, si solamente hubiera sido hombre, mas también
como hombre fue humildísimo, ¡justamente porque era Dios! Y Dios co-
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noce el valor de la humildad. ¡Los valores humanos que importan son los
del espíritu!
Fue una noche de verano: Jesús, José y Yo, estábamos sentados en el
jardín, bajo la luna.
"¡Qué bella es esta luna!, despide una luz blanca que hace tu rostro de
plata, Immi!".
¡Y Él, Dios de Dios, me decía esas palabras con voz y rostro de niño!
¡Su amor por Mí!, una criatura, fue grandísimo, y así es también grandísi-
mo el amor que siente por vosotros, sus criaturas. Dios se hace carne y
Verbo, ama a su Madre, ama a sus, hermanos, de todos los tiempos, de
toda las tierras. ¡Dios es amor!
En las noches de verano nos gustaba cenar en el jardín. Poníamos la
mesa junto a las rosas y generalmente comíamos verduras, queso y para
Jesús ponía en la mesa también un tazón de leche y un poco de miel.
"Immi, ¡me gusta comer en el jardín! ¿Está preparada la lámpara?, así
la llevo Yo afuera..."
¡La lámpara de aceite! Tal vez muchos de vosotros no habréis nunca
visto lámparas así, vosotros tenéis ahora muchos tipos de luces. Yo miraba
a Jesús que llevaba esa lámpara con su rostro iluminado y radiante. ¡La luz
del mundo! ¡La Verdad! Bajo la Cruz mi dolor fue inmenso, pero he tenido
también horas serenas, tranquilas, de alegría, y pensaba: "Vendrá el dolor,
pero ahora soy feliz, porque soy su Madre". También vosotros que habéis
llorado por nuestros hijos que Dios ha llamado a Su Reino, habéis tenido
horas de alegría. Horas, que transformadas en Eternidad, se repetirán. ¡Pa-
ra vosotros la eternidad no es comprensible, para vosotros no es compren-
sible la verdadera libertad, la Verdadera Vida! Yo, Myriam, os digo que es
maravillosa: unidos a vuestros seres más queridos, unidos a todos los her-
manos por el hilo del amor, que en el Reino jamás se rompe, gozaréis de
Dios y de Su rostro: Jesús, y Yo, que soy criatura como vosotros, y que
seré y soy Madre de todas las criaturas.
Una noche en el jardín, bajo la luz de la luna, habíamos apagado la
lámpara para ahorrar un poco de aceite, Jesús pronunció por primera vez
aquella oración: "¡Padre Nuestro!" Tenía veinte años, José se había ido ya
allá donde esperaba, Jesús era bellísimo: tenía la túnica blanca, los brazos
en alto, la mirada luminosa y aquella voz:
"¡Padre Nuestro que estás en los Cielos, sea alabado y santificado tu
nombre, y tu Reino descienda a los corazones, así los hombres harán Tu
voluntad, como ya sucede en el Cielo, también en la tierra sea así! ¡Danos
el pan para alimentarnos y el pan para el espíritu. Perdona los pecados, y
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da la fuerza y el amor para perdonar y ayudar a la humanidad a fin de que
no caiga en tentación, y líbrala del mal!".
Y Jesús oraba y había venido para redimir a la humanidad, enviado por
el Padre.
"¡Mi reino no es de este mundo!"
Si el amor que Jesús entregó a la humanidad fuese realmente vivido y
sentido, su Reino podría ya estar en este mundo. ¡Jesús siempre ha pedido
el amor y bien pocos saben amar de verdad y profundamente!
19 de Diciembre de 1981.
68. [17]- La verdadera religión es amar al prójimo, es creer, es aceptar los
misterios, es perdonar, es amar a Dios.
¡Jesús tiene ahora veinticinco años, trabaja, obra y ora! Una criatura
perfecta: sin pecado, un rostro y una figura que es de admirar, aunque Él
lleva pobres vestidos y no se hace notar. La mirada de Jesús atrae. Y no lo
digo Yo porque es Mi hijo y como toda madre lo veo mejor de cuanto Él
pueda ser, no, ciertamente: es una realidad: ¡Jesús como hombre es perfec-
to, y como Dios es Dios!
Él crecía en sabiduría de las cosas que experimentaba, como Dios, tuvo
siempre sabiduría y conocimiento. Y también Yo sabía que mi Hijo habría
de morir por la humanidad. Como Dios ha hablado al mundo, y se com-
prende que sus palabras, justamente por ser divinas, no cambian en el
tiempo, y son para todos y siempre nuevas.
Recuerdo aquellos tiempos y aquel día en que Jesús cumplió veinticin-
co años.
"¡Immi, el tiempo que nos queda para estar juntos no lo debemos des-
perdiciar, sino apreciarlo y aprovecharlo! Y también después cuando me
vaya, Tú nunca estarás lejos de mi cuidado, sino que siempre estarás en mi
pensamiento".
Le regalé para esa fiesta entre nosotros un par de sandalias fuertes, pa-
ra caminar, y también bastante lindas.
"¡El paso del hombre debe seguir Mi paso! ¡He dejado mis huellas que
vosotros podáis pisar!" Jesús, justamente ese día me habló de la verdadera
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religión, no de esa de jactarse, de práctica estéril, de mostrarse buenos y
fieles ante los otros.
"La verdadera religión, Immi, es vivir amando al prójimo, es creer y
aceptar los misterios, es perdonar y amar a Dios; ¡pero no se ama a Dios si
no se ama al prójimo, no se ama a Dios si no se perdona el mal recibido, si
no se comprende a los hermanos, si se juzga!"
Y Yo digo esto a muchos de vosotros: ¡vosotros creéis amar a Dios
porque le rezáis, porque os reunís a hablar de Él! ¡Vosotros creéis amar a
Dios! Si no amáis al prójimo, ¿de qué vale rezar, estudiar, reunirse? ¡Puede
ser tal vez agradable, pero es un sacrificio, amar a quien no os ama! Y
vosotros entonces sacrificaos: ¡Estas son las plegarias que se os piden! Mi
Hijo desea ser amado por vuestro yo íntimo, y no de vuestras palabras.
"Esta noche, Takiní, para cenar hay una hogaza29..."
¡Nuestras palabras de cada día! Ciertamente Jesús pensaba también en
su última cena: "¡Tomad y comed..." ¡Y estas palabras se repiten por los
siglos!
¿Por qué Jesús, Dios de Dios, eligió aquella tierra, aquel trabajo, aque-
lla vida humilde? ¡Precisamente porque era Dios! La tierra más árida, una
casa pobre, una vida común... Podía haber sido un hombre de gran cultura
y hablar a los más cultos, fue un hombre de gran sabiduría: ¡Dios de Dios
y ha hablado para todos! Sus palabras pueden deslumbrar a los cultos y a
los simples: Él habla a las almas.
"Takiní, para tu cena he preparado un trozo de cordero..."
"Madre, agradezcamos a la Providencia y pidamos al Padre que bendi-
ga este alimento".
Estaba trabajando la huerta aquella mañana, cuando entró un hombre
para encargarle un trabajo:
"Hazme entonces tres sillas y un banco, que sean fuertes, pero no ca-
ras".
"Haré como tú me pidas y estarás contento de mi trabajo".
"Ayúdame, dame lo justo, no pido más, pero Señor mío, dame la paz".
"¡Te daré siempre lo que es justo y te daré la paz del espíritu! ¡Estarás
contento de mi trabajo". Oyendo aquellas palabras, pensaba a cuántos Él
había ayudado y consolado. Y aquella vida suya de hombre y al mismo
tiempo de Dios, en el tiempo y más allá del tiempo, ¡es una maravillosa
vida! Es la vida de Dios, que se ha encarnado, es un rostro humano, es un
29
Hogaza: pan grande, de más de 1 kg. de peso, de salvado o harina mal cernida, que se
elabora para los campesinos.
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espíritu divino, ¡es la mirada de Dios, que penetra en nuestras almas, con
aquellos ojos amorosos y profundos!
"Immi, al ir a encargar unas tablas de madera, pasé por el mercado:
toma la harina y este pequeño regalo: ¡este jarrón que podrás llenar de
flores!"
¡Los regalos de Jesús! "Madre: ¿ves a los hombres? Cuántas penas en
el mundo, ¡cuántas aflicciones! Démosles la paz del espíritu ¡y sus horas
amargas se transformarán en horas dulces!"
"¡Immi, acordémonos de nuestros panecillos a la miel!"
También aquel día en que Jesús cumplió veinticinco años, le preparé
esos panecillos. La receta es sencilla: harina, agua, levadura, sal, pero so-
lamente una pizquita, y miel, cuidando que la masa no se ponga demasiado
dulce. ¡Y el horno debe estar caliente!
23 de Diciembre de 1981
69. [18]- Nuestra vida se ha novelado como si fuese una fábula, pero mi vida
no fue una vida de fábula.
¡No he conocido el pecado, y por tanto no he conocido la muerte!
Terminado mi tiempo, un día me adormecí y Johanan lloró y llamó a los
Apóstoles, que estaban dispersos por el mundo. En el sueño me sentí atraí-
da por una luz, que daba gran felicidad a mis sentidos; ¡me sentía envuelta
por aquella luz, y sentía su calor, y subía cada vez más alto, pero tenía la
sensación de subir en mi intimidad y la materia era cada vez más ligera!
En mi alma sentí un encanto nunca probado y mi carne se transformaba en
otra materia, Yo, Myriam, transformada y al mismo tiempo siempre igual,
comprendía entonces que el sueño era realidad: ¡caminaba hacia el Reino,
cuyo camino enseñó Jesús! Vinieron a mi encuentro Ángeles y más Ánge-
les, infinitas hileras de estos espíritus puros, con bellísimos rostros de luz y
me acompañaron hasta Jesús:
"¡Immi, has llegado a casa, Immi, estarás para siempre Conmigo!"
Cuando Jesús crecía, como todos los niños, aprendía a hablar, a cami-
nar, a distinguir las cosas, los colores... Como Dios sabía, Él en el Padre,
Segunda Persona de la Trinidad, conocía todas las cosas. Esto para todos
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es incomprensible, ¿pero cómo podéis vosotros comprender a Dios siendo
hombres? ¡Amadlo y sabed que Él, Uno y Trino, os comprende!
Tenía dos años, miraba su cabecita rizada y todavía me maravillaba de
ser Su Madre. Ser madre sin haber conocido hombre, es ya un misterio
increíble para el mundo, pero Dios quiso nacer de Mí: una mujer. Nuestra
historia se ha novelado, se ha referido como si fuera una fábula: El buey, el
burrito, la estrella... El cometa estaba en el Cielo y había un buey atado en
la gruta, la gruta era un establo, y había un burrito, había muchos en mi
tierra, pero mi vida no fue una vida de fábula.
La Iglesia de Jesús nacía cuando Jesús llamó a los primeros a seguirlo,
no es una fábula: ¡la Iglesia de Jesús está viva, es santa a pesar de las trai-
ciones y las luchas, hay todavía amor, fe, fuerza, hay todavía santos após-
toles y misioneros, hay todavía caridad y tantos años han pasado! ¡Y Yo,
Myriam, estoy viva, no he conocido ni el pecado ni la muerte! Jesús vive
en el Reino, vive en el mundo, vive entre las estrellas y en vuestros cora-
zones. Jesús vino a traer la Vida, aquella noche. ¡La Redención es Vida!
José lo amaba mucho, un padre perfecto, un hombre fuerte, no culto, pero
sabio.
"¡Myriam, qué responsabilidad y qué gracia custodiar a este niño! ¡Qué
estupor hay en mi! El niño más precioso, debe tener al menos una cuna un
poco hermosa..." Y esculpió en la madera de la cuna unas flores, y Yo tejí
para la cuna de Jesús un velo azul.
24 de Diciembre de 1981
70. [19]- Y los Ángeles estaban en la gruta cuando Jesús nació. Y los
Ángeles están con vosotros.
La noche en que Jesús nació, fue una noche fría. Según mis cálculos,
habría sido después del censo, cuando nosotros habíamos regresado a Na-
zaret. No habría cometido la imprudencia de darlo a luz lejos de casa, pero
Jesús quiso nacer en aquella gruta. Los recuerdos vuelven a mi mente,
alternándose y así veo a Jesús pequeño y Lo veo a los veinte años... Ahora,
en este Reino lo veo luminoso.
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Cuando regresamos a casa, José y Yo, Yo con el niño Dios, estuvimos
felices, emocionados:
"Myriam este niño se te parece, tiene los ojos como los tuyos..."
Se parecía a Mí, Jesús no tenía ciertamente nada de los rasgos y la fi-
gura de José, porque no venía de él, venía de Mi y del Espíritu, ya que
Jesús que es Dios, se hizo carne, desprendiéndose del Padre y unido por el
Espíritu (el Espíritu procedente del uno y del otro). El Padre hizo de mane-
ra que a través de mí pasase el Hijo por medio del Espíritu. Yo no he co-
nocido hombre, pero Dios puede hacerlo todo, Jesús no fue creado, sino
engendrado. "Quiero tallar otra flor en esta cuna..."
Estaba contenta de aquella cuna y el velo azul y los ojos azules de
Jesús hacían pensar en pedacitos de cielo límpido. Yo soy una criatura, me
gusta describir las cosas que os pueden hacer comprender también mis
sentimientos. Una mujer, que amó también las cosas de cada día, las cosas
que hacen parte de la vida. ¡Aquella vida en Nazaret! El mercado, la huer-
ta, el horno... mi telar, el trabajo de José... Y superando el tiempo, todo se
puede volver a ver y revivir, pero aquí la dimensión es otra y vosotros no
podéis (ni tampoco Yo lo podía en la tierra) entender esta vida; superado el
tiempo, la viviréis: sabed que la muerte no existe, nosotros aquí la llamar-
nos principio de la vida o renacimiento. ¡Resurrección!
El Primer juguete de Jesús fue un muñequito con alas, un ángel, que
atamos sobre la cuna, se balanceaba y parecía como si volase. Y los Ánge-
les estaban en la Gruta cuando Jesús nació y los Ángeles están con voso-
tros, custodios de vuestra alma todos los días. Los Ángeles, vinieron a mi
encuentro, cuando vine al Reino. Los Ángeles existen. Un ángel de madera
se balanceaba sobre la cuna de Jesús. Lo conservé y Jesús siendo más
grande, me dijo un día:
"Immi, ese Ángel tiene la nariz demasiado grande..."
Y era verdad, José no había respetado las proporciones, ¡era un buen
carpintero, no un escultor!
"Immi, dile tú a papá José que corte un pedacito de nariz a nuestro
Ángel...", José arregló aquella nariz y aquel Ángel siguió volando sobre la
cuna de otros niños, ya que Jesús lo regaló a una familia numerosa y po-
bre, la familia de Simón.
A Jesús le gustaba regalar:
"No sirven las cosas si no pueden dar alegría a alguien, no es útil es-
conder o conservar, ¡es bello y es justo dar pequeñas gotas de felicidad a
quien no puede tener más que esas gotas!"
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"¡La caridad tiene tantas formas, tantos matices: gestos, sonrisas, pala-
bras, regalos materiales, consejos para el espíritu! ¡La caridad es desear el
bien de los hermanos y desear la salvación de su alma! ¡Immi, veo al mun-
do, veo a la humanidad, y no veo la caridad!"
Mi hijo murió en la Cruz, también y sobretodo por la falta de caridad
que siempre ha existido en los corazones.
Jesús, un día, durante la predicación caminó sobre las olas del mar. No
es leyenda, es verdad. Él dice que también vosotros podéis hacer cosas que
parecen imposibles, tan sólo si la fe en vosotros es total.
Y podréis obtener cosas que parecen imposibles.
26 de Diciembre de 1981
71. [20]- Este pan será vuestra salvación.
En aquel tiempo Jesús tenía seis años y, una noche de verano, mientras
se cenaba (pan negro, queso y hierbas perfumadas de nuestra huerta), Jesús
dijo:
"¡Cada trozo de pan, cada fruta, cada verdura y también este queso, son
dones de Nuestro Padre, papá José, Immi! ¡Es hermoso agradecer así al
Padre Celestial! ¡Él ha hecho todas las cosas en armonía y belleza!"
Nosotros escuchábamos sus palabras, ¡y nos parecía respirar mejor! Y
también es así para vosotros, ya que Su palabra es vida y así aliento para el
alma.
"Agradezco a mi Padre por esta luz de luna... ¡Immi, el huerto parece
de plata!"
El huerto parecía de plata y de la parte que yo llamaba la rosaleda ven-
ía un perfume: ¡mis rosas eran amarillas, blancas, rojas y rosadas! Del
taller venía un perfume de madera fresca, un aroma que me era familiar.
"¡Debo entregar mucho trabajo, Myriam! Vosotros permaneced en el
jardín, yo os puedo mirar mientras trabajo. Myriam, cuando miro a nuestro
Jesús, ya jamás miraría otra cosa, ¡y cuando lo escucho me fascina!"
¡El amor que viene del amor y atrae, la luz del mundo que ilumina!
Y Jesús crecía, su cuerpo perfecto se hacía ágil y más esbelto, perdía
las redondeces de la infancia y asumía la fuerza de la juventud. En aquel
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lienzo, donde ha quedado su impronta, la impronta del dolor, se puede ver
que Jesús tiene un brazo y un hombro más fuerte (la parte derecha), ya que
trabajó mucho y con esfuerzo y fatiga, en el taller; y si vosotros pensáis en
Dios, mi Hijo que humildemente trabajaba y vivía una vida sencilla, cier-
tamente Le amaréis más. Él ha elegido la vida pobre, la vida de trabajo.
Todo trabajo es un mérito, si no es hecho con fines de lucro sino para vivir
honestamente. Tanto el trabajo en los campos como el de la mente. El tra-
bajo del hombre hecho con fatiga y sudor y los dolores de la mujer, que
salvo casos excepcionales sufre dando a luz a su criatura, son herencia del
pecado. Pecado es actuar con malicia, con maldad, con odio, cosas cierta-
mente no buenas. ¡El egoísmo es pecado grave! Vosotros no seáis nunca
egoístas: tenéis la mente para comprender a los hermanos y para ayudarlos
después.
Jesús a la noche se acostaba temprano, así como se levantaba al alba.
"¡El cielo está todo rosado y allá en el fondo del horizonte, es de oro!"
Nuestra casita estaba sobre una pequeña colina, allí se llegaba por un
sendero un poco escarpado. También aquel día, al iniciarse el día, el cielo
estaba rosado y tenía una franja de nubes doradas en el horizonte. Vi des-
aparecer a Jesús por aquel sendero, con su paso regio, su figura alta, sus
hombros fuertes y sus cabellos movidos por una leve brisa. ¡Era aquel
alba!
Jesús, desde jovencito, tuvo un caminar majestuoso: el Rey de Reyes,
el pobre de la tierra. Aquel que no tenía una almohada para apoyar su ca-
beza...
"Immi, cuando esté cansado, pensaré en Ti, Immi, pensaré y apoyaré
mi cabeza en tu corazón, y Tú lejos de Mí, sentirás entonces mi presencia
espiritual y Yo sentiré Tu corazón, su palpitar, Immi, ¡y así sucederá tam-
bién con el corazón de los buenos y de los puros!"
¡No existe lejanía sino para la materia, así como tampoco existe la
muerte!
Y vuelvo al recuerdo de Jesús en el jardín, junto a la mesa iluminada
por la lámpara de aceite. Parte un pedazo de pan y me lo da, y tiende otro
pedazo a José.
"¡Qué bueno es este pan!". "Comed conmigo: ¡este pan será vuestra
salvación si lo comiereis en gracia!" ¡Mi niño Dios!
Después de siglos, aún hoy, en este Reino maravilloso, me sorprendo
pensando: "¡Parece una cosa imposible ser la Madre de Dios!". ¡Y sin em-
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bargo es la realidad, como es realidad este Reino, como es realidad la vida
que aquí vivimos para siempre!
29 de Diciembre de 1981
72. [21]- Hablo a vosotros a través de un alma.
¡En resumidas cuentas no es extraño hablar con el cielo! Dios puede
todo, y vosotros habladnos, ¡nosotros os escuchamos! Es difícil escuchar-
nos a nosotros, pero Dios puede todo, y así suscita Su Espíritu en algunos
de vosotros, en algunos entre muchos. ¡Vosotros sabéis que el Espíritu
sopla donde quiere, y donde sabe! Y Yo, Myriam, os hablo a vosotros a
través de un alma, sobre la que inspira el Espíritu, para hacerme conocer
mejor, y sobretodo para hacer amar mejor a Jesús.
Mis imágenes lloran por el poco amor dado a Jesús y por los pecados
del mundo. ¡Yo no puedo sufrir, Yo estoy en el Reino! He sufrido bajo la
Cruz, he sufrido siguiendo a Jesús y para qué había venido. Y tuve horas
felices, paréntesis de paz y serenidad en mi casita de Nazaret, cuando mi-
raba a Jesús niño, cuando tejía, cuando cultivaba las rosas, o cuando hacía
el pan.
La vida humana de cada uno no es siempre sólo dolor, las horas se al-
ternan, y también los sucesos, es así para que el hombre tenga un respiro,
es así y para algunos hay más dolores y más méritos, para otros más alegr-
ías, para otros hay dolores que ellos mismos se provocan por su modo de
ser o de pensar... La justicia divina, más allá de la tierra, os hará compren-
der todas las cosas.
En aquellos días de este recuerdo mío, Jesús tenía siete años. Sabía
escribir, pero como Dios, como ya os he dicho, prefirió escribir en vuestros
corazones, ha preferido imprimir en vuestras almas aquellas palabras:
"Amaos los unos a los otros". Como muchacho sabía escribir y leer y tra-
bajaba ya con José.
"Myriam, ¡Él es Dios y yo lo hago trabajar conmigo!"
"José, es Dios, pero es también un muchacho, ¿qué debemos hacer?
¡Adorémosle con el alma y criémoslo como si sólo fuese un muchacho! ¡Él
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se hizo hombre, para ser hombre, y es Dios, para hacer aquello que Él sa-
be!". Dios es omnisciente y Jesús hombre y Dios era omnisciente.
Jesús no fue un profeta, los profetas fueron inspirados, los profetas es-
cribieron, los profetas tuvieron visiones, pero eran criaturas humanas, y
ahora lo veis: profetas que tienen visiones, inspiraciones, locuciones y son
como vosotros: criaturas humanas. Verdaderos profetas en el tiempo de los
falsos profetas, que superan el número de los verdaderos.
Jesús hacía los trabajos más sencillos a los siete años: cepillaba las ta-
blas, aserraba y ponía algún clavo y después con la madera sobrante o con
los descartes hacía tallas. Aprendió también a tallar y de grande hizo sillas
y cunas bellísimas; pero esto no importa que se sepa, el mundo debe saber
todo aquello que dijo Dios: "Amad al prójimo".
Entonces, estábamos en el jardín, recogiendo las olivas de unos pocos
árboles, que sin embargo eran suficientes para nosotros, para darnos aquel
aceite puro y el resto para las lámparas:
"Immi, subo al árbol y Tú abre el delantal que te echo las aceitunas".
"Madre desde la Cruz, te veré a Ti y al mundo..."
La madera del olivo. La madera de la Cruz. La madera de la Cruz li-
beró a Jesús de la materia y Él regresó al Reino de donde había venido,
Dios engendrado de Dios. ¡A través de la Cruz, a través del dolor, la
humanidad entra al Reino!
Jesús bajó del árbol y me ayudó a poner en la despensa los canastos de
olivas. Al día siguiente las llevarían al molino de aceite. José se entretenía
mucho con Jesús, hablaban mucho por la noche, de cosas celestiales y Yo
escuchaba... Hablar y escuchar cosas celestiales es transportarse con el
alma, entonces resultan pequeñas las cosas terrenas: el olivo, el aceite, el
molino... Me sentía volar e imaginaba aquel Reino:
"Mi reino no es de este mundo..."
A Jesús le gustaba jugar con los primos Santiago y Judas de Alfeo; Ju-
das se le parecía, y se querían mucho. Aquel día vinieron a ver los cestos
de nuestra pequeña cosecha de olivas, después les di, a ellos y a Jesús,
panecillos de miel y manzanas. "¡Venid, comed conmigo!" dijo Jesús y se
sentó a la mesa. "¡Venid y comed conmigo! ¡Este es mi Cuerpo, esta es mi
Sangre!" Santiago y Judas se hicieron apóstoles, siguieron a Jesús, y luego
fueron mártires.
31 de Diciembre de 1981
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73. [22]- De rodillas debéis recibirlo en el alma.
Cuando vinieron los Magos me sentí muy atemorizada, por ellos y por
los de su séquito, pero Jesús les sonrió como niño sociable, Él como Dios
sabía a qué habían venido, como niño quedó asombrado:
"¡Immi, ven a ver, llegan unos hombres con grandes mantos, con caba-
llos y camellos... vienen a nuestra casa, Immi!"
Hicieron unos regalos a Jesús, porque sabían que Jesús era el Mesías,
entre estos regalos un cáliz de oro que yo conservé escondido y se lo di a
Jesús para la última cena:
"Immi, mándame aquel cáliz, es de oro: ¡y siempre debe ser así el cáliz
de mi sacrificio!"
Éramos pobres, pero no nos quedamos con ningún regalo de los Ma-
gos, solamente con aquel cáliz, ya que debía ser para la última cena de
Jesús.
Yo no comprendí aquellas palabras: "El cáliz de mi sacrificio", pero
cuando supe que Jesús deseaba aquel cáliz para aquella cena, instintiva-
mente mi corazón tembló. El cuerpo de Dios, hecho hombre, debe ser reci-
bido con todo honor. De rodillas debéis estar cuando lo recibís en el alma,
y ahora que no podéis hacerlo, pedidle al menos perdón por no poderos
arrodillar.
Jesús de Nazaret bebía en un vaso común, tenía vasijas pobrísimas pe-
ro no le daba valor a las cosas materiales, ¡Dios conoce los verdaderos
valores!
"Immi, las cosas valen por lo que representan, por el recuerdo de quien
lo ha dado, o por lo que pueden representar para el que las recibe de noso-
tros..."
Las cosas valen por los sentimientos, por los símbolos. El Cuerpo de
Cristo debe ser recibido por las almas puras como el oro purísimo y con
mucha alegría y reconocimiento.
Cuando Jesús nació, José me dijo:
"¡Myriam, me arrodillo ante Ti por tu pureza y me arrodillo ante Él por
su divinidad!"
¡El poder de Dios debe ser reconocido, amado, respetado, adorado!
Los dones de Dios terminan por ser comprendidos, aunque como en el
caso del don del dolor, en la tierra son incomprensibles, pero Jesús os ha
dicho que tenéis que crecer hacia lo alto y al crecer comprenderéis.
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"¡Immi esos hombres de grandes mantos nos han hecho muchos rega-
los! Yo prefiero beber en mi pequeño vaso, aunque no es tan brillante co-
mo aquel que me han regalado..."
"¡Madre, prefiero a un hermano que regala con sacrificio lo poco que
tiene, a otro hermano que tiene mucho y regala también para vanagloriarse
mucho!".
Los Magos regalaron por amor y por respeto: ellos consideraron a
Jesús en su justa realidad: el Mesías. Oro: pureza. Incienso: bendición.
Mirra: meditación.
Mi pequeño Rey continuó usando su pobre vaso y solamente para la
humanidad aquella noche en que fue traicionado, ¡usó el cáliz de Su sacri-
ficio!
6 de Enero de 1982.
74. [23]- Jesús prolongó Su palabra a través de sus instrumentos, para
reanimar la fe.
En aquel tiempo, Jesús tenía veinte años, para Mí era Dios y era mi
Hijo, y mi Hermano. Un día íbamos hacia el pueblo de Nazaret: nuestra
casa estaba un poco lejos del mercado y también del pueblo, íbamos para
comprar las provisiones:
"Immi, caminar contigo en este sendero me hace feliz..."
"¡Venid, caminad Conmigo: estaréis serenos y os ganaréis la vida eter-
na!"
Encontramos un inválido que yo no conocía: venía de otro pueblo, era
un mendigo y venía en los días de mercado.
"Immi, ese hombre es un justo y pide limosna porque no puede hacer
otra cosa. Cuando haya llegado mi hora lo podré curar con la ayuda del
Padre Celestial y en Su voluntad..."
¡Cuántas curaciones del cuerpo y del alma obró Jesús! Los hombres
conocen solamente algunas, pero lo importante para los hombres es vivir y
obrar en Su voluntad e importa creer lo que Jesús ha hecho conocer, pero
para vosotros, que por gracia tenéis más conocimientos, por lo tanto más
sabiduría. A vosotros se os pide entonces más amor. Jesús continúa con su
94
Palabra, y la hace conocer usando a sus instrumentos, particularmente aho-
ra para reavivar la fe, ¡para dar fe! El mundo tiene sed: mi Hijo es la fuente
viva de agua límpida.
En el mercado compramos harina, levadura, tela para hacer un mantel
para los días de fiesta. Los manteles de los altares tienen encajes bordados,
aquel nuestro era sencillo pero tenía los bordes un poco bordados.
"Immi, tu mantel es tan hermoso y sencillo..."
Jesús ama todo lo que es sencillo, ama a las criaturas simples, a los pu-
ros de corazón.
"¡Dejad que los pequeños vengan a Mí!"
Y no entendía con esto hablar solamente de los niños, entendía sobre
todo hablar de los puros de corazón.
Aquel día, al regreso del pueblo, después de haber descargado las pro-
visiones, Yo pensé en cómo podía bordar el mantel, y Jesús fue al taller, no
sin antes haber agradecido al Padre por la comida que habíamos podido
comprar, y por el hermoso paseo: ¿Habéis tenido también vosotros alguna
vez este pensamiento, después de un lindo viaje, o de una excursión, o de
una buena adquisición?
"Madre, lo que tenemos debe ser siempre para gloria de Dios; ¡que nos
da todas las cosas por amor!"
"Hijo, ¡pero tú eres Dios!"
"Madre, soy Dios de Dios, pero ahora. soy también hombre y lo que el
Padre me da es por amor a Mí que soy Su Hijo, parte de Él y soy Él: ¡por-
que Él soy Yo!"
Los hombres no pueden entender, ni Yo tampoco entonces, porque Yo
también soy una criatura, pero creía firmemente también en lo que no en-
tendía. Esta es la fe de los puros de corazón: ¡no entender sino creer! No
pueden entender los misterios de la fe, ni siquiera los cultos, pero a ellos
que son verdaderamente instruidos, Dios les pide mucho más que a los
simples. Muchos de ellos malgastan sus "talentos", de su fe solamente
hacen lo que llamamos un problema, piensan demasiado y la pierden, por-
que además en ellos es frágil. En ellos es más fuerte la soberbia que la fe.
¡Así vosotros sed pequeños, haceos humildes y creeréis firmemente! No
importa si sois cultos o ignorantes, Jesús mira la belleza de las almas.
El taller de José, que después fue de Jesús, era una habitación dividida
en dos partes. A veces, mientras Jesús trabajaba, Yo iba allá a tejer. El
aroma de la madera me agradaba mucho: ¡Y la Cruz fue de madera! La
Cruz es dolor, pero es vida, ¡aunque parezca muerte! El sendero que lleva-
ba al pueblo era corto, estrecho y un poco tortuoso. Muchas cosas han
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cambiado con el tiempo, una parte de nuestra casa está todavía allí. Las
costumbres de mi tiempo, el tiempo elegido por Dios para encarnarse, eran
costumbres que a Mí me gustaban mucho. Me agradaba ir al templo, me
gustaban aquellas ingenuas fiestas, me gustaba aquel mercado lleno de
colores, de olores, de vida:
"¡Bello joven, ven a comprar esta seda para regalar a tu esposa!"
¡Aquel hombre no sabía que hablaba a Dios!
7 de Enero de 1982.
75. [24]- Me parece volver a oír las voces de los mercaderes.
El mercado me gustaba mucho, me gustaba caminar entre las mesas
llenas de todo tipo de cosas y a menudo solamente para mirarlas, no para
llevarlas a casa; me bastaba con admirar los colores de la fruta, mirar la
suavidad de la seda, observar los floreros de metal de variadas formas.
Jesús, paciente y amable, como siempre, me seguía, y por cierto aunque
era verdadero hombre, siendo Dios, no le importaban mucho todas aque-
llas cosas. Él pensaba en otras cosas... "Mis pensamientos no son vuestros
pensamientos...".
Yo soy una mujer, nadie podía imaginar entonces, mientras caminaba
entre los puestos del mercado de Nazaret, que era la Mujer y viendo a
Jesús, que se destacaba por su estatura, por la mirada, por la belleza, le
ofrecían la mercancía. Aunque sus vestidos eran pobres, su forma de cami-
nar de rey, impresionaba ciertamente a aquellos que lo veían. No podían
saber quién era: ¡el hecho era demasiado grandioso! Los hombres a duras
penas creen en las cosas demasiado grandes y demasiado bellas: ¡siempre
que sean para el espíritu! Las cosas sobrenaturales
Me parece volver a oír la voz de los mercaderes, vuelvo a ver sus ros-
tros, ellos nos conocían y nos querían. ¡Cosas sencillas y vida sencilla! En
apariencia ciertamente, ¿quién puede conocer, si no Dios, la intensa vida
de un alma?
Estaba orgullosa de ser la madre de Jesús y estaba siempre, siempre
asombrada. Aquellos años de su vida oculta no siempre fueron fáciles:
mucho trabajo, la preparación, el desvelo de tener que dejarme un día...
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Como verdadero hombre, Él conocía la pequeña vida de todos los días;
como verdadero Dios, Él estaba muy por encima de aquella vida.
Tenía veinte años, la mirada clara miraba más allá... ¡las criaturas ele-
gidas tienen una mirada que mira más allá! ¡Criaturas elegidas que sienten
el Cielo sin saberlo! ¡Y tienen veinte años!
"Immi, no estaba contigo, no estaba en esta casa con el pensamiento.
Estaba junto a Mi Padre: ¡Él me decía cosas grandes!"
En aquellos momentos sentía que no era mío, nunca los hijos son nues-
tros, y pensaba en lo que el Ángel me había dicho. En aquellos momentos
repetía esas palabras:
"¡Hágase Tu voluntad!"
8 de Enero de 1982.
76. [25]- Jesús viene al altar y también Yo vengo con Jesús.
El día en que Jesús cumplió veinte años, Yo le dije:
"¡Takiní, eres un hombre y eres Dios y aún el mundo no sabe que Dios
se ha encarnado!..."
Y le preparé un buen pescado, que para nosotros era una comida costo-
sa, preparé sus panes con miel, y fueron invitados sus primos Santiago y
Judas.
"Jesús, hemos crecido, ahora somos casi hombres, dijo Judas, ¿Te
acuerdas de nuestros juegos?"
"Jugaba con gusto contigo, Judas, y recuerdo cuando éramos muy pe-
queños... nuestras pequeñas meriendas, nuestras pequeñas cenas..."
Ciertamente Jesús, como Dios, sabía qué habría de suceder aquella ce-
na, y que en aquella cena los dos primos habrían de estar presentes:
"¡Haced esto en memoria Mía!"
Y en el tiempo se renuevan el recuerdo y el Sacrificio. ¡Jesús viene al
altar y también Yo vengo con Jesús: Yo, Su Madre y vuestra Madre!
Era Dios, y Yo, para festejar su vigésimo cumpleaños, le preparé un
buen pescado... Vuelvo a sentir las voces juveniles de Jesús, de Santiago y
de Judas en aquella cena alegre, Yo los servía con gozo. Aquella vida sim-
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ple, hecha de pequeñas cosas, que a Mí me parecían grandes, y hecha de
grandes cosas, que a Mí me parecían a menudo normales.
"Soy Tu Madre, he sido elegida para esto; y ¿por qué justamente Yo?"
"Immi, hoy cumplo veinte años, y a los veinte años la vida sonríe, a los
veinte años las ilusiones están intactas, a los veinte años los hombres pue-
den ser páginas en blanco... vendrán hombres en el tiempo, para corrom-
per, a contaminar, a plagiar aquellas generaciones que vendrán hacia el fin
del tiempo, y habrá hombres de veinte años que serán ladrones, asesinos..."
¿Ladrones y asesinos de veinte años? ¿Cómo podrá ser posible?
Miraba a mi Jesús, miraba a sus primos. Sobre sus rostros había pure-
za, había frescura, en su infancia las sombras estaban aún ocultas. Era la
verdadera juventud. Jesús vivió esos años junto a Mí como verdadero
hombre, y como Dios vivió con el espíritu en lo alto, más allá de la tierra,
más allá de los confines del mundo. Era mi Hijo y sin embargo nunca fue
completamente mío. Nosotras las madres no poseemos a los hijos, los te-
nemos para criarlos, para cuidarlos, y para amarlos siempre. Y ahora ha
llegado el tiempo de esta pobre juventud sin ilusiones, y los ladrones y los
asesinos de veinte años son muchos, el mundo está trastornado. Aunque
los hombres continúan haciendo proyectos y soñando, pesa sobre ellos la
sombra de un fin cercano, y buscan aunque sin saberlo, una luz, una espe-
ranza, pero solamente la fe puede dar esperanza y luz: ¡y lloran mis esta-
tuas, y suceden verdaderas manifestaciones de Dios!
Vuelvo con mi pensamiento a aquel día.
No os digo la fecha, vosotros pensadla siempre como aquella en que se
festeja: hacía frío aquella noche y encendimos el fuego, y el fuego ilumi-
naba a los tres muchachos: el muchacho Dios y los otros dos, que no sab-
ían todavía que estaban junto a Dios y que festejaban con una cena frugal
sus veinte años.
¡Y el Verbo se hizo hombre y vino a habitar entre los hombres!
12 de Enero de 1982.
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77. [26]- Os hablo con simplicidad y con mucho amor.
Cuando Jesús se preparaba para dejarme, mi corazón estaba muy triste,
aunque sabía que se iba para hablar al mundo y para el bien del mundo,
pero Yo era una Madre, y el dolor en Mí era grande, aún cuando amaba al
mundo y me importaba el bien de todos. Lo encontré de improviso: estaba
en el huerto, con la cabeza entre las manos:
"Immi, Yo haré grandes sacrificios, Yo sufriré: ¡y muchos no sabrán o
no querrán usar para el bien de sus almas mi sacrificio y mi dolor!"
Después, cuando partió sin equipaje y con tanto amor para llevar al
mundo, Yo me quedé en nuestra casa, y cada gesto me parecía inútil. Para
Mí no valía la pena encender el fuego, hacer el pan... Tantos años habitua-
da a hacer todo para Jesús y para José, vivía para Jesús: soy su Madre; y
quería a José y hasta el día en que nos dejó, me ocupé de él con todo mi
cariño.
"¿Y ahora para quién viviré?" Ciertamente para Dios, quien todo se
ofrece y todo momento, pero materialmente a nosotras las madres nos gus-
ta hacer para alguien, que así es nuestra vida y nuestra razón de vivir, así
para el esposo, ya que está en primer lugar en nuestro corazón y en nuestra
vida e inmediatamente después de Dios, están ellos y... luego venimos
nosotras, nuestro yo, que no cuenta sino en la medida de lo que podemos
hacer por ellos y por los demás. "¿Y ahora qué haré sin Él? Tendré horas
de nostalgia y de temor..."
Los sentimientos de las madres... temores, ansias, a veces dolor infini-
to: ¡la Cruz!
Sentimientos, que solamente la fe y solamente Dios pueden cambiar,
de dolorosos y desesperados en apacibles y serenos. Solamente la fe y Dios
dan la esperanza, también en los dolores más profundos: "¡Madre, estoy
junto a Ti con mi Espíritu!... ¡Mamá, mi alma está con tu alma!"
Las voces de nuestros hijos las podemos escuchar siempre, pues el
amor es más fuerte que la muerte para aquellos que aman verdaderamente.
Luego vino aquella noche y aquel amanecer...
Alguna vez Jesús volvió por breve tiempo, y aquellos años fueron para
Él de fatiga y de sacrificio, pero también de alegría, cuando lograba sem-
brar amor entre la gente, cuando convertía, cuando hacía milagros. Yo
sabía que habrían de ser los últimos años de su tiempo... Ahora sé que el
tiempo no importa, sino por el bien que en ese tiempo se puede hacer, aho-
ra que, ¡después de siglos para vosotros, después de sólo un suspiro de
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Dios para Mí, lo he vencido! Y cuando vosotros hayáis vencido al tiempo,
seréis felices, y si recordareis vuestros dolores, será como si no hubiesen
sido vuestros, y sin embargo, os han hecho crecer hacia lo alto, y entonces
comprenderéis lo que en el tiempo es ahora misterioso para vosotros.
Cuando quedé sola, fui a tomar la pequeña taza de Jesús y otras cosas
del tiempo de su infancia: me hacían compañía y revivía horas tranquilas:
"¿Immi, están listos los panecillos? Immi, esta casa volará..."
Mi pensamiento recordó una vez más cada una de sus palabras: ¿cuán-
do y cómo había de volar nuestra casa? Vosotros sabéis en qué tiempo
voló, no es una leyenda. Es un milagro, uno de los tantos milagros. Si Dios
se ha encarnado, si Dios ha creado, puede entonces hacer los más grandes
milagros, ¡vosotros tened fe!
Han pasado los siglos y Yo te hablo y hablo al mundo desde el Reino
feliz, a ti que estás en la tierra, y te hablo con sencillez y con mucho amor.
Ha llegado así el tiempo del que Jesús un día me dijo:
"Immi, llegará un día en que tú hablarás de Ti y de Mí al mundo de ese
tiempo: un tiempo lejano, pero Nosotros, desde el eterno presente, daremos
palabras de vida a aquellos que vendrán en los siglos..."
No comprendí entonces, ahora sé que aquel tiempo ya ha llegado y Yo
te hablo, como también te habla Jesús, y otras criaturas celestiales.
17 de Enero de 1982.
78. [27]- Todas las madres estamos bajo la Cruz, unidas por el mismo dolor.
Bajo la Cruz estabas también tú y todas las madres, unidas por el mis-
mo dolor.
El dolor más grande del mundo: ser precedidos por los hijos en ir al
otro mundo. Yo tenía la fe y la certeza de la Resurrección, mi dolor fue ver
cuánto sufrió mi hijo en lo físico y en lo espiritual: un dolor vivido por
muchas madres, todas bajo la Cruz Conmigo, criaturas elegidas por el do-
lor más grande.
Y ahora hablemos en cambio de los dulces recuerdos de mi tiempo: el
tiempo de Jesús, de aquellas costumbres, de aquellos días tranquilos...
100
Era casi primavera, fui al huerto, del lado de la rosaleda para ver hasta
que punto habían crecido los primeros pimpollos, Jesús me siguió y Él
también quiso mirar, tenía entonces ocho años:
"Immi, viendo crecer los pimpollos de tus rosas, pienso en el amor que
crece en los corazones de aquellos que lo viven y lo cuidan..."
"¡Extended el amor y el mundo será mejor!"
En el huerto recogimos la verdura para la cena. Nuestras cenas eran
lindísimas, estábamos sentados nosotros tres alrededor de la mesa hecha
por José, la familia, unidos por el amor humano de parte de José y mío, y
de parte de Jesús divino, y también humano. El misterio de la doble natura-
leza de Jesús es un misterio maravilloso: ¡el hombre–Dios! El verbo que se
hace carne: un niño, un joven, un hombre y Dios, que vive como hombre,
que como Dios es omnisciente y como hombre gusta de la comida y ama la
naturaleza; la naturaleza ha sido creada por Él, Segunda Persona de la Tri-
nidad, que es también Creador, porque siempre ha estado en el Padre
Creador, y así es ¡Uno y Trino!
Su Palabra es Palabra de Dios y su sonrisa, la sonrisa de un niño: la
sonrisa de mi hijo, aquel al que todos llaman el hijo de José el carpintero.
Dios no mira a las cosas, Dios se encarnó en Mí, una mujer, ha elegido la
pobreza digna y ha saboreado el pan, ha venido conmigo al mercado y ha
agradecido siempre a Dios, su Padre, por lo que tenía y gozaba: ¡Maravi-
llosa realidad, maravilloso misterio! ¡Mi Hijo que me ayudaba a recoger
las verduras de la huerta, que se sentaba sobre su pequeño banquito y ju-
gaba con sus caballitos de madera!... lo miraba dormir: el rostro sereno. Lo
miraba jugar. Lo miraba rezar: hablaba al Padre y Lo escuchaba; ¡Él y el
Padre son una sola cosa!
"Immi, entonces esta noche para la cena tendremos verduras, queso y
las aceitunas..."
No eran muy variadas nuestras cenas, pero, como he dicho, eran lindí-
simas. Después de la plegaria, comíamos y hablábamos.
"Papa José, ¿Puedo tomar otra aceituna?"
"Desde luego, basta que lo pidas, pero debes siempre pedir, porque así
lo deben hacer los buenos muchachos".
"¿Yo soy entonces un buen muchacho?"
Jesús se reía de este pensamiento y de la frase de José, que sabía quien
era Jesús, pero trataba de criarlo como un verdadero hombre. Poníamos la
lámpara sobre la mesa, daba un sentido de intimidad aquella luz, yo trataba
de presentar bien la comida: la fruta, las aceitunas, el queso apoyado en
101
una linda y grande hoja de vid, el pan en una canasta, cubierto por una
servilleta bordada...
"Mañana vamos al mercado, ¿qué tenemos que comprar?"
"Immi, has dicho que debo recordarte comprar cebollas, harina y un
tazón para las aceitunas, el otro está rajado..."
Vuelvo a oír estas palabras y pienso en las palabras de la Palabra, las
palabras de vida, que Jesús ha dado al mundo.
"Madre, Tú sabes lo que tendré que hacer y por qué he venido..."
"Hijo: ¡has venido para dar palabras de Vida al mundo y para sufrir por
el mundo!"
21 de Enero de 1982
79. [28]- Serás la Madre de la humanidad.
En aquel tiempo, Jesús tenía ocho años. Lo veíamos crecer siempre
asombrados de su bondad, de su inteligencia... "¡Myriam, pero Él es Dios!"
"José, Él es también mi Hijo: ¡Qué cosa grandiosa! ¡Y qué gran res-
ponsabilidad!"
Jesús estaba siempre muy activo, trabajaba, iba al huerto, sabía tam-
bién sembrar, podar... "EI sembrador que sembró palabras de Vida en las
almas!"
"Immi, es hermoso sembrar y luego esperar que crezcan las plantitas..."
Aquel día había sembrado la escarola para nuestras cenas.
"Madre, por voluntad del Padre, que me ha enviado, sembraré el amor
en los corazones abiertos al amor".
¡Corazones abiertos al amor! Os pido esto por amor a Él: sed de cora-
zones abiertos, siempre dispuestos a dar, ¡a perdonar!
Era primavera, la tierra perfumaba y el aire era suave:
"Immi, me gusta este dulce viento, apenas mueve las hojas..." Y el
viento sopla sobre quien quiere... ¡El viento sopla sobre quien Dios quiere!
Y los hombres, los raros hombres sobre los cuales el viento soplará, darán
fe y paz a los hermanos, y los hermanos no deberán juzgarlos con maldad,
sino aceptarlos con amor, después de haber comprendido que son verdade-
ros profetas, y medios de Dios entre Él y ellos. Hombres, mujeres, como
102
los otros, en medio de los otros, raras criaturas, que darán sin pedir, criatu-
ras siempre probadas por el dolor: ¡los estigmas del alma!
"Immi, ¿puedo hacer una visita a Simón?"
"Sí, puedes, ¿y qué quieres llevarle?"
"Quisiera darle aceitunas y un queso pequeño, los panes dulces y lo
que Tú me des; Immi, pon de todo en mi cesta, Tú sabes ofrecer las cosas
buenas con tanta gentileza... Madre, serás Madre de la humanidad: ¡y a ella
le darás amor!"
Se alejó a lo largo del sendero, llevando la cesta que pesaba bastante y
por eso iba un poco inclinado y con aire de felicidad, porque pensaba en la
felicidad de su amigo cuando encontrase tantos regalos en aquel cesto.
Había puesto también mi ánfora llena de aceite, muchos panes dulces y
también era alegría y dulzura para Mí el pensar en la alegría de aquel pe-
queño enfermo. Después del milagro que obtuvo de Jesús, por voluntad del
Padre, apenas Jesús pudo hacerlo, Simón, que entonces ya era hombre,
tuvo una vida normal y una familia, y amó siempre a Jesús y le estuvo
siempre muy agradecido:
"Jesús, tú eres Dios, y yo te esperaba cuando me traías aquel cesto y te
creía un muchacho como los demás: ¡pero más bueno que los otros!"
"Simón, soy lo que tú dices, pero soy igualmente tu amigo de siempre.
Te he traído aquellos regalos, he podido curarte y ahora, en verdad, te di-
go: cuida siempre de tu espíritu: ¡es lo más precioso que tienes, lo que es
tuyo verdaderamente!"
Cuántas cosas quisiera decirte de Jesús, que nadie conoce, y sin em-
bargo era un muchacho y hacía cosas que también hacía tu hijo: observar,
correr, jugar. A los ocho años ya era muy juicioso, pero también era Dios,
Jesús con sus dos naturalezas que son difíciles de discernir para quien tiene
una sola naturaleza (y todos entonces), la naturaleza humana, llena de lími-
tes.
Cuando el Ángel me anunció mi cometido y Yo lo respondí que no co-
nocía varón, pretendí decirle que nunca había conocido a ningún hombre y
entonces lo dije inspirada, sin comprender. Debía ser el primer cáliz de
Jesús, y el cáliz debe ser de oro puro. Mi Hijo vino del espíritu, no de la
materia y fue hombre entre los hombres, no para la materia sino para el
espíritu de los hombres.
Jesús a los ocho años trabajaba mucho con José, el trabajo no faltó
nunca: tenían para hacer desde sillas hasta cunas, y hasta los bancos del
mercado, y no solamente para aquellos de Nazaret sino también para los
vecinos. Los mercaderes apoyaban su mercadería más fina sobre bancos y
103
las cosas menos delicadas las extendían sobre esteras. Todo aquel trabajo
nos alcanzaba para poder vivir con dignidad, nada más, pero a nosotros
nos bastaba. El trabajo honesto ofrece dignidad, no gran riqueza, por cier-
to, pero la riqueza no es un don de Dios, es una prueba, difícil de superar
sin sentir avidez por ella, o tener soberbia, sin egoísmo, porque la riqueza
es para compartirla con quien no la posee, no para vanagloriarse. Es la
prueba más difícil para el alma. Y esto a muchos podrá parecer extraño.
También los ministros de Mi Hijo deberían ser dignos, pero nunca ri-
cos: muchos de ellos que tienen lo suficiente deberán dar a quienes no
tienen.. Así como quien de vosotros que tiene y ahora escucha, debería dar
mucho más que lo superfluo.
El mundo debería estar lleno de manos extendidas... Está lleno de
amenazas... Precisamente cuando Jesús tenía ocho años me dijo estas pala-
bras:
"Immi, pido a mi Padre el amor entre los hombres, pero son los hom-
bres los que no quieren amarse, ¡el Padre envía amor, los hombres no lo
quieren emplear! ¡Moriré sobre la Cruz, moriré en el dolor por todos aque-
llos que no quieren hacer uso del amor!"
25 de Enero de 1982
80. [29]- Las Plegarias sinceras, son mis rosas de ahora.
Jesús tenía dieciocho años, José apenas se acababa de ir, cierto en apa-
riencia, pero estaba allá a esperar a Jesús con los Santos y los Profetas, y
todos los justos. Jesús fue entonces un gran consuelo para Mí; queríamos
mucho a José, y éramos, Yo una criatura, y Jesús Dios, pero también hom-
bre, que podía por eso llorar y sufrir como hombre.
"Immi, la vida continúa en la tierra para nosotros, ¡y para papá José,
allá desde donde nos mira y nos espera! Ven conmigo al jardín, vamos a
ver tus rosas".
Mi rosaleda. ¡El Rosario! Las oraciones de corazón, no solamente reci-
tadas, son mis rosas de ahora, ¡y son actos de amor, oraciones, fe!
El tiempo pasaba, uno, dos, tres años, Jesús tenía veinte años y Yo co-
menzaba a pensar en cuándo se tendría que ir, pero para entonces todavía
104
quedaba tiempo y tenía también días serenos. Parecía monótona nuestra
vida a los ojos de otros, no de todos, pues para muchos era la vida simple
de aquellos tiempos: trabajo, algún descanso...
Las palabras entre Jesús y Yo hacían nuestra vida intensa. Jesús que
vivía como hombre, tenía los pensamientos que todos tienen: el trabajo y
las demás cosas prácticas. Como Dios, hablaba al Padre y escuchaba al
Padre. Ha elegido en el Padre, vivir entre los hombres.
"Immi, voy al molino de aceite, ya puse las canastas de carga en el bo-
rriquito y no se cansará: son ligeras"
Jesús amaba a los animales, esto se puede comprender fácilmente.
"Vendrá en el tiempo un hombre que amará a los pájaros y a los lo-
bos..." ¡Y, en el tiempo vino Francisco de Asís! Los Santos son aquellos
que han amado verdaderamente a Dios. Los Santos son hombres y mujeres
que se parecen a los demás, y todos vosotros podéis haceros santos, de-
pende de vosotros y es difícil.
Buscad siempre ser mejores, no penséis en vuestra santidad, sino sim-
plemente en vuestra bondad. Si os creéis santos, no sois humildes, si busc-
áis ser buenos, podríais ser santos: ¡sin pensar en serlo!
Cuando nació Jesús vinieron los pastores a mirarlo, muchos lo recorda-
ron por mucho tiempo, otros se olvidaron de aquel niño: eran aquellos que
no habían comprendido quién era.. Muchos olvidan la fe que tuvieron en la
infancia: son aquellos que no comprenden su importancia. Vuestra fe debe
ser fuerte: pasar muchas pruebas, ¡tener más méritos!... Yo te hablo de una
y otra cosa, como entre amigos... Los recuerdos de aquel tiempo se alter-
nan: ¡cuando Jesús recién ha nacido, cuando tiene seis años, cuando tiene
dieciocho años! Y te hablo de cosas terrenales: de la huerta, las rosas, el
mercado, nuestras cenas...
Yo te hablo de las cosas del espíritu: la última Cena, las palabras de
Jesús para el espíritu, ¡los consejos para el bien del espíritu! Y te hablo con
alegría a ti, y también a. ti que me has amado siempre, Yo, la Virgen de la
Estrella30, Yo vuestra madre, Yo la madre de los Santos, de los Justos y de
los otros.
Tengo tantos nombres ahora, y soy siempre Yo: ¡la pequeña Myriam
de Nazaret!
26 de Enero de 1982
30
El santuario de la "Virgen de la Estrella" de Montefalco (La Madona della Stella).
105
81. [30]- Cuando le dais al más miserable, lo dais a Jesús.
Cuando vuestro hijo me vio, me dijo que soy mucho más bella de
cuanto se imaginaba, cuando en las "Tres fuentes", en Roma, venía a tra-
erme los cirios. Yo, entonces ya sabía que me habría de decir estas pala-
bras:
"Immi, eres muy hermosa, pero no sé si eres más bella por dentro o por
fuera... ¡ no sé si reflejas luz, o si se transparenta en ti tu propia luz!"
Así me decía Jesús de niño, los hijos ven siempre hermosas a sus ma-
dres, aman su perfume, su voz... Es el amor del alma, que pasa a través de
la materia.
Jesús hacía unos cestos con ciertas hierbas del campo y los llenaba de
flores y me las ofrecía:
"Immi, tendrás muchos hijos y te traerán muchas flores..."
No comprendí entonces el significado de aquellas palabras, ahora sé
que vosotros, hijos míos, me ofrecéis muchas flores, cuando amáis a Jesús,
cuando rezáis: cuando le dais al más miserable, lo dais a Jesús.
Era caluroso aquel día, Jesús pequeño, sudaba y tenía sed: "Immi, esta
agua que calma mi sed, me hace pensar en otro agua que calmará la sed".
Pensaba en la fe de las almas. Habíamos recorrido bajo el sol el sende-
ro que llevaba de Nazaret a nuestra casa:
"Es bello ahora entrar en casa y gozar de la sombra y el fresco... Des-
pués de la fatiga el reposo, ¡después del dolor la felicidad!... Mi Reino no
es de este mundo, y para alcanzarlo hay que pasar por la fatiga y el do-
lor..."
¡La puerta estrecha!
Aquellas palabras que mi Hijo dio al mundo, deberían conocerlas to-
dos, para después ponerlas en práctica, pero muchos no las han escuchado
jamás.
Las estaciones se alternaban, Jesús crecía, Yo gozaba y sufría, los pen-
samientos y los sentimientos se alternaban en Mí. Tenía siempre trabajo:
cocinar, tejer, cultivar las rosas, mantener la pequeña casa en orden, cuidar
nuestros pocos vestidos... Todo esto me gustaba: lo hacía por Jesús y por
José: ¡Lo hacía por Jesús, o sea, por Dios!
"¿Cómo es posible que Yo haya sido elegida, quién soy Yo? Soy como
las demás mujeres, como las otras mamás..."
"¡Eres mi Immi y Yo soy Tu Jesús!..."
27 de Enero de 1982
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82. [31]- Os hablo de cosas terrenas, para haceros vivir un poco nuestra vida
de entonces.
A muchos podrá parecer extraño que Yo te hable de cosas terrenas, del
huerto, de la comida, de nuestra casa... Y sin embargo, Yo tengo deseos de
hablar así, para hacerte vivir un poco nuestra vida y la vida de aquel tiem-
po: aquellas costumbres, aquel vivir nuestro como todas las criaturas. Y
también a Nosotros nos daban alegría las pequeñas cosas, y también Jesús
de niño cuidaba Sus pequeñas cosas, aunque siempre estaba dispuesto a
darlas.
Desde que me manifiesto a los hombres, y no han sido muchas veces
en el transcurso del tiempo, siempre he hablado de fe y de oración. Ahora
te hablo también de aquella nuestra vida... pues también la vida de cada
día, si se vive en el bien y se ofrece, es orar. Y si te hablo de aquellos re-
cuerdos, es para hacértelos vivir: ¡a ti que vives con nostalgia tus recuer-
dos! Y me gusta hablarte también a ti, Yo Myriam, la Virgen de la Estre-
lla31. Tú que me has amado siempre. ¡Y en las batallas he ayudado a
Bárbara en tu defensa!32, Ciertamente muchos querrían oír hablar solamen-
te da oraciones, de rosarios. También el amor al prójimo es oración, y tra-
bajar y dar es rosario cuando con amor se piensa en Jesús y en Mí, su Ma-
dre, ¡tu Madre! Estas palabras son para vosotros y no os asombréis, si Yo
hablo como vosotros, si Yo os cuento del mantel bordado o de las cebollas
sal. En aquel tiempo, había cebollas frescas, Jesús decía que tenían muchas
hojas: un invierno frío, y me dijo:
"Immi Yo como todo lo que me das, pero las cebollas: ¡si no me las
quieres dar, Yo estaré más contento!" "Mamá no me des pollo, porque es
un animal!"33
Palabras de niños, voces que vuelven junto a nosotros, dulces recuer-
dos: ¡sonrisas del pasado! Ahora id: ¡rosario y oración es ayudar a los
hermanos!
30 de Enero de 1982
31
La Madona della Stella (Virgen de la Estrella ), es un Santuario cerca de Montefalco.
Santa Bárbara es la patrona de los artilleros y tiene la tarea de Protegerlos en la guerra.
La Virgen se dirige aquí al marido de la vidente, Luigi Crescio que es militar (General
retirado).
33
Es también una frase de Armando cuando era pequeño, el hijo de la vidente Giuliana
Crescio.
107
32
83. [32]- Sed pobres de espíritu.
Cuando Jesús era niño llevaba sandalias de cuero. En el verano, me
gustaba mirar la belleza de sus piececitos desnudos, las uñas rosadas y el
color ámbar de la piel:
"Immi, se ha despegado una correa de mi sandalia: ¡si me das un marti-
llo y un clavo la arreglo solo!"
¡Tenía solamente cinco años! José salió del taller llevando un clavito y
el martillo: "Jesús, yo te arreglo tu sandalia..."
José se ocupa también de vosotros, como hace un padre de familia, de
toda vuestra familia ¡pero está en vosotros pedírselo!
"Immi, ¡papá José ha dejado como nueva mi sandalia! ¿Puedo ir a
hacer una carrera y así pruebo si aguanta?". Y salió corriendo ligero: ¡pa-
recía que no tocaba el suelo! Otro día vino a mí preocupado:
"Immi, corriendo en el jardín rompí el borde de mi vestido y ha queda-
do un pedacito de tela en el rosal, sobre las espinas..."
"Takini, ven, lo puedo arreglar enseguida: ¡acorto un poco tu vestidito
y todo quedará como antes!"
¡Era Dios en la tierra y se preocupaba también por las pequeñas cosas!
¡Por nosotros, para no darnos molestias o preocupación!
"Caminaré suave, así no gastaré tanto las suelas..."
Y habiendo crecido, antes de dejarme aquella noche, me dijo: "Immi,
iré por el mundo, caminaré ligero, sin el peso del dinero, del poseer, sin el
peso de un bolso. ¡Iré ligero a llevar el amor!"
Y se fue: un solo par de sandalias, las puestas, una sola túnica...
También vosotros deberíais andar ligeros por el mundo: ¡o sea, pobres
de espíritu! Sin apego a las cosas, las cosas atan. ¡Si miráis demasiado a
las cosas perderéis de vista a Dios! ¡Sed pobres de espíritu y seréis verda-
deramente ricos en el espíritu!
¡Cuantos recuerdos de la primera infancia de Jesús, que son sólo míos!
Pequeñas cosas, palabras cotidianas, sonrisas y episodios... ¡que están en la
vida de todos los niños y de todas las mamás!
"Si mañana, que es fiesta, me das una hogaza con miel, ¡Yo estaré más
de fiesta!"
Yo sonreí ante aquellas palabras: "¡estaré más de fiesta!"
!Y corrí en seguida a preparar esa hogaza, y en la masa puse también
un poco de uvas pasas. Pequeñas cosas, sonrisas, palabras cotidianas... la
vida de cada día... Jesús oraba al Padre Celestial, a veces en voz alta, y Yo
escuchaba:
108
"Padre Nuestro, Padre que estás en los Cielos, ayuda a los hombres a
ser buenos, ¡haz que todos los niños tengan en las fiestas su hogaza con
miel!"
¡La plegaria de aquel día me conmovió!
"¡Myriam, escúchalo!, ¡Jesús le habla al Padre y le pide para todos los
niños una hogaza con miel!"
"¡Padre Nuestro, que estás en los Cielos, da a los hombres el pan para
la materia y el pan para el espíritu!"
En los días de fiesta ponía siempre sobre la mesa una vasija llena de
flores, si era verano o primavera. Cuando no tenía flores, ponía ramas y
hojas, a menudo las hojas de los olivos de nuestra huerta:
"¡Qué paz! Immi, estas hojas me hacen pensar en la paz de este día, es-
ta mesa, tú Immi, tú papá José, y la hogaza y las hojas de los olivos y la
lámpara encendida!"
"Estad todos en paz con el mundo, estaréis en paz con vosotros mis-
mos. Estad en paz con Dios: ¡tendréis Su paz!"
3 de Febrero de 1982
84. [33]- En el nombre de Dios se vence siempre.
Hacia frío, eran días para vosotros lejanos, de aquel tiempo mío... Jesús
cumplía dieciséis años, José le regaló un par de sandalias.
"¡Immi, te traigo leña para encender el fuego!"
Y los hombres, a causa de Jesús, se combaten aún en llamas...
"No he venido a traer la paz, la paz entre los hombres... porque los
hombres, por causa Mía, estarán en guerra.. He traído en cambio el fue-
go..."
Y los hombres, a causa de Jesús, se combaten aún en vuestros tiempos,
como cuando combatieron y mataron a los santos mártires, que llevaban al
mundo el testimonio del cristianismo.
"He traído el fuego sobre la Tierra... Llamas de amor de parte de mis
discípulos: aquellos que me escuchan y me siguen... Llamas de odio de
parte de aquellos que me odian..."
109
El amor vencerá, aunque ahora todo esto en un mundo de lucha y de
avidez, de engaños y de egoísmo, os puede parecer imposible. Siempre
está. Dios que observa el mundo, estoy Yo, vuestra Madre, está el ala po-
derosa de San Miguel Arcángel y de los otros gloriosos Ángeles y los San-
tos, vuestros seres queridos ya en el Reino: ¡todos para ayudar al mundo!
No desesperéis jamás, a través de las dificultades y de las luchas en el
nombre de Dios se vence siempre. Yo amo llevaros palabras de esperanza,
Yo amo aliviaros en vuestros pensamientos. Jesús tomó sobre sí los peca-
dos del mundo, Yo, Su Madre y vuestra Madre, deseo tomar sobre Mí
vuestros pensamientos. vuestros temores... Ciertamente son necesarias las
oraciones, y la penitencia también es necesaria, pero sobre todo importa
una vida vivida en el Evangelio, si no: ¿de qué valdrían vuestras plegarlas
que hablan de amor a Dios, si este amor no fuera vivido? Penitencia, por
supuesto... se trata de algún renunciamiento y de saber aceptar las pruebas.
Yo, Myriam de Nazaret, vengo a miraros de pie sobre el sol y os mando
sus rayos: ¡la esperanza!
"Immi, hoy hace frío, te he traído leña..."
Y encendí el fuego, su rostro, iluminado por las llamas, era tan hermo-
so, que me sentí conmovida al mirarlo:
"¡Él es Mi Hijo y es Dios! ¡Luz de luz! iluminará al mundo y traerá el
fuego entre los hombres; ¡pero vencerán los justos y triunfará el amor!"
11 de Febrero de 1982
85. [34]- Yo también soy una criatura y por esto, al recordar mi vida, recuerdo
las cosas de cada día.
Estábamos en el sendero que conducía a nuestra casa, tenía a Jesús de
la mano: Jesús tenía cinco años y su manita tomada a la mía me daba esa
ternura que tú bien conoces: "Es pequeño, es mío, lo puedo defender siem-
pre". Cuando los hijos son pequeños, pensamos que dependen solamente
de nosotros y que los podremos defender siempre. Jesús me dijo:
"¡Immi, caminar juntos es como si en vez de dos, fuésemos una sola
persona!"
110
Siendo Dios, Jesús le dice al mundo: "¡Haced en Mí, amad y dad en
Mí, Yo obraré en vosotros!"
Y tenía aquella manita en la mía: una mano que habría de bendecir a
tantas criaturas: ¡una mano que habría de ser perforada!... Aquel día, hacía
frío, volviendo a casa encendí el fuego y Jesús puso su banquito frente a la
llama y después se sentó a observarla:
"¡Qué bellos colores tiene el fuego, Immi!..."
Veía la belleza por doquier, Él, como Dios, se percibía a sí mismo, y
en el Padre podía reconocerse... Una vez más el misterio de la Trinidad...
Una criatura es una, pero Dios, es creador y no puede entonces ser como
las otras criaturas: ¡las criaturas vienen de Dios y son sus rayos! Yo tam-
bién soy una criatura y por esto, cuando hablo de mi vida, recuerdo tam-
bién las cosas de cada día: son parte de toda vida terrenal, las cosas y los
días. Miraba el rostro de Jesús iluminado por la luz de la llama...
"He venido a traer la luz al mundo: ¡la esperanza! He venido a traer la
luz al mundo: ¡el amor!"
¡Cuánta luz hay en el Reino! ¡El Reino está lleno de amor!
Vosotros pensáis a veces en la muerte, y tenéis temor de ella; otras
criaturas no quieren pensar: tienen también temor de ella. La muerte no
existe para los justos: ¡cambian de vida para mejor! Jesús desde la monta-
ña también ha dicho esto.
Jesús entonces era pequeño, apenas aprendía a escribir: "Immi, un día
escribiré páginas y páginas, y usaré una mano que no es mía34, también Tú,
Immi, escribirás así..."
No comprendí entonces, ¡ahora lo sé! Jesús busca páginas en blanco y
luego las llena con sus pensamientos:
"Anulaos, haceos pequeños, trabajaré Yo por vosotros. ¡Obraré Yo por
vosotros y en vosotros!"
Aquel día estaba oscureciendo cuando vinieron Santiago y Judas, miré
a aquellos niños: ¡Dios de Dios y dos apóstoles! El tiempo es para madurar
a las criaturas. Tenía entonces horas tranquilas, con esas pequeñas alegrías
de los pobres cuando tienen algo de más, y en verdad que nunca nos faltó
nada, y Yo nada deseaba. Era simplemente feliz cuando tenía un mantel
nuevo, o un florero de metal nuevo que llenaba de flores o de hojas, según
la estación.
34
Alusión a los dictados de Jesús recibidos por una carismática que se contienen en la
colección "La Palabra continúa en el signo de los tiempos" de la que se acaba de publicar
en Editorial M. Blanco el primero, y llega en italiano al 8o volumen
111
"Las plantas y las flores dan alegría al mirarlas, ¡y dan vida a las co-
sas!"
"Immi, ¡esta es la casa de la Vida!"
A muchos les parecerá extraño que Yo, Myriam, te narre estos peque-
ños episodios. Ya te he dicho, para responderles que soy una criatura, y en
el Reino permanecemos como éramos: ¡somos nosotros, el alma somos
nosotros!
Lo que me sucedió fue muy grande, otras cosas grandes suceden y no
siempre son comprendidas. Todo está en el designio, Jesús no hace nunca
cosas inútiles y no escribiría palabras inútiles sobre páginas en blanco.
¡Vosotros sois las páginas en blanco! Raras criaturas que Jesús usa como
instrumentos y siempre solamente para bien del espíritu: ¡y siempre sola-
mente a través de los estigmas del alma o de la materia!
¡Páginas en blanco! ¡Palabras escritas con letras de oro! La verdad bri-
lla y brillará sobre el mundo.
Los niños jugaban entre ellos, Jesús había sacado de la cesta los caba-
llitos de madera:
"Jesús, pide a tu padre que te haga también unos camellos" le dijo Ju-
das de Alfeo, al cual los camellos le gustaban mucho:
"No los ha hecho nunca, tal vez no sabe hacer la curva de las jorobas...
Es muy difícil tal vez. Papá José me hace unos caballos lindísimos y tam-
bién otras cosas: ¡mirad!"
"Cierto, es verdad, los caballitos son hermosos..."
"Judas, Santiago, tomad uno cada uno, soy feliz de que tengáis un ca-
ballito que ha hecho papá José, jugaréis y pensaréis en nosotros..."
"Pensad en Mí, amad y amadme: ¡tendréis la verdadera vida y la vivir-
éis eternamente!"
16 de Febrero de 1982
86. [35]- Soñad en la vida del mundo que vendrá.
¡Era el tiempo en que se cosechaban las aceitunas! Para nosotros era
una fiesta. José en esos días trabajaba menos en el taller, nosotros lo
ayudábamos con alegría y llenábamos los cestos, no muchos: la cosecha,
112
sin embargo, alcanzaba para una estación. Yo trataba de no usar demasiado
aceite, solamente lo indispensable.
"Immi, son bellas las aceitunas, parecen pequeños huevos verdes.
¿Puedo guardarme algunas para jugar?" Todo es bello en la naturaleza, la
naturaleza refleja el pensamiento de Dios. ¡La naturaleza muestra a Dios!
De noche, en la cena, siempre estábamos un poco cansados del trabajo
del día, pero felices de estar juntos: ¡la Familia! "¡Honra a tu padre y a tu
madre!" La familia debe ser la primera Iglesia, debe, ser un pequeño tem-
plo, en el cual el amor es recíproco y deberían ser familia todos aquellos
que encontrareis: hermanos en Jesús.
Recuerdo: aquel año del cual os hablo, Jesús tenía siete años, después
de haber ayudado en la cosecha de las olivas, estaba sentado a la mesa en
medio de nosotros, tenía ante Él un montoncito de aceitunas: los pequeños
huevos verdes. La lámpara iluminaba su rostro y sus cabellos de oro rojo.
Lo miraba con amor y admiración.
"¡Es Dios! ¡Es mi hijo!" Y el corazón me latía fuertemente...
A José le ponía la comida en el plato: queso y verduras, y le servía le-
che en un cuenco...
"¡Esta noche quisiera tener un lindo sueño! Immi, padre José, ¡me gus-
ta tanto soñar!"
Y vosotros soñad en la vida del mundo que vendrá, con vuestra fe:
¡con los ojos abiertos! Para vosotros bienaventurados, los que lloráis, no
tendréis más que felicidad, recobraréis a vuestros seres queridos, tendréis
vuestro sol, tendréis mucha luz y estaréis con Jesús y también estaré Yo:
¡Myriam! Soñad con los ojos abiertos: ¡la fe es también soñar, ya que es
esperar! Y así estaréis serenos, la vida no termina en la tierra, no terminan
en la nada las criaturas amadas, el Infinito existe: ¡Yo lo llamo el Reino, y
es maravilloso!
"Mi Reino no es de este mundo..."
Jesús a los siete años era ya muy juicioso, y nos expresaba sus pensa-
mientos que eran hermosos y profundos... "Mis pensamientos no son los
vuestros..."
Él sabe y conoce: es Dios y se preocupa de vosotros, y por cierto mejor
que vosotros, seguid confiados y llenos de esperanza: ¡os auguro muchos
sueños maravillosos con los ojos abiertos!
17 de Febrero de 1982
113
87. [36]- Es necesario despertar la fe.
Cuando conocí a José, sentí por él un afecto fraternal. Yo no sabía que
no habría nunca de amar a José como esposo, no tenía capacidad de amar
en el sentido terrenal: debía ser el cáliz puro de Jesús. José, fue realmente
santo, y es el ejemplo para los sacerdotes que deben sentir a todos como
hijos, sin ser padres, es el ejemplo de la castidad que tanto agrada a Dios.
Es el ejemplo del renunciamiento y de la humildad. Amó a Jesús como
un verdadero padre, y como era verdadero Dios, lo adoró:
"Myriam, nosotros, estamos viviendo una cosa tan grande, que ni si-
quiera logramos comprenderla..."
"José, ¿por qué justamente nosotros?"
Cuántas veces nos lo hemos preguntado... Vuelvo a ver a nuestra coci-
na, el fogón, los bancos alrededor de la mesa, la lámpara, el banquito de
Jesús, mis escudillas con flores, la ventanita que daba al huerto y la puerta
hacia el jardín. Era muy hermosa aquella, cocina, y aunque era pobre tenía
todo lo necesario, y aunque no era grande ha acogido en el tiempo a mu-
chos y muchos huéspedes. Jesús era la vida de nuestra casa. ¡Jesús es la
vida del mundo!
Cuando Yo me aparecí en varios lugares del mundo, no he hablado por
cierto de aquella mi vida; tal vez por eso muchos me creen distinta, He
sido una madre como tanta otras. Como Madre de Dios, a diferencia de
todas, he tenido el grandísimo privilegio de llevar entre los brazos a Dios.
Lo he visto crecer y hacerse hombre y lo he amado como hijo, y como
Dios. También esto puede parecer un misterio, ¿cómo se puede compren-
der lo que no se prueba?
"Immi, enciendo Yo el fogón, así Tú puedes mientras tanto preparar la
cena, y después la cocinas..."
Perfumes, sensaciones, sentimientos... Preparaba la cena, Jesús en-
cendía el fogón mientras José estaba en el taller. Después, reunidos en la
mesa, gozábamos de la serenidad que viene de estar juntos, queriéndonos
mucho.
"Aunque no habléis, Yo percibo vuestros pensamientos... Conozco a
cada uno de vosotros, ¡estoy en medio de vosotros y en vosotros!"
Los días en apariencia eran todos iguales durante aquellos años, a
nuestra vida podría considerársela como monótona. A Mí me gustaba vi-
virla, aún con el temor y bajo la sombra de aquella Cruz. No obstante go-
zaba de momentos de paz, ya que vivía día a día.
"¿Por qué Dios me ha elegido a Mí y por qué ha elegido este tiempo?"
114
Estas preguntas me las repetía a mí misma y no he encontrado nunca
una respuesta. Ahora sé, y también vosotros en el Reino sabréis, el porqué
de los designios y el porqué de las elecciones. En el Reino todo es maravi-
lloso, y sin el tiempo todo es distinto, y no se puede explicar a quien está
en el tiempo. Venían a visitarnos los amiguitos de Jesús, venían a menudo
Santiago y Judas y también Yo tuve algunas amigas y entre nosotras se
hablaba de los hijos y de la casa. ¡Y también y sobre todo de Dios!
Hablar de Dios es como entrar en los umbrales del Reino, ¡parece co-
mo si saliéramos del tiempo! La gente habla poco de Dios. Hay que des-
pertar la fe: ¡ved estas palabras iguales a las que decía Jesús! A veces daba
con Jesús algún paseo largo, a Jesús le gustaba recoger florcillas o planti-
tas, ¡y es Dios! La vida humana está hecha de grandes y pequeñas cosas,
así también era mi vida, con grandes contrastes. Llevé a Dios en el corazón
y entre los brazos, y a la vez era como todas las demás mujeres y me gus-
taba la pequeña vida cotidiana, la casa y las otras cosas de aquel tiempo.
¡Materia y espíritu!
El hombre está hecho así, ¡debe cuidar la materia y debe elevar el espí-
ritu!
22 de Febrero de 1982
88. [37]- La Redención continúa también a través de esta mano que escribe
por Mí.
Recuerdo ahora, un día de fiesta; Jesús tenía seis años y estrenaba un
vestidito nuevo. Lo miraba y me sentía feliz, no pensaba en el mañana.
Nadie debería pensar en el mañana, sino en el día presente y sacarle siem-
pre un poco de felicidad, porque en la tierra hay dolores, males, pruebas,
pero también hay horas serenas. Vino Judas Tadeo y dijo que en su casa,
aquel día tenían cordero para cenar... Jesús dijo:
"No puedo pensar en un pequeño cordero, que pace la hierba feliz, ¡y
que después es sacrificado!..." "¡He aquí el Cordero de Dios!"
Fuimos al templo junto con José. Es lindo ir juntos al templo a rezar
unidos, y es también lindísimo rezar a solas y a escondidas: ¡con fe es
siempre hermoso rezar, ya que es pensar en Dios y en sus maravillas!
115
Me parece revivir todas aquellas horas: el anuncio, el nacimiento de
Jesús, aquel tiempo en Egipto, el regreso a nuestra casa... Y estoy allí,
todavía en nuestra casa y Jesús está conmigo y os mira desde el Reino y
desde cada altar, y también desde nuestra casa que ha volado. Me parece
revivir la Pasión: ahora no puedo sufrir, ahora sé que fue un dolor vital:
vida para la gran vida de las criaturas redimidas. Y la Redención continúa
también a través de esta mano: os enviamos palabras que redimen, y
vendrá el día en el cual Yo, Miriam, ¡apareceré una vez más para confir-
mar la Corredención!
Se necesitan hombres de buena voluntad, para proclamarla y Jesús lo
desea.
¿Hay aún buena voluntad? En Fátima he hablado al mundo de los ma-
les que afligen a la Iglesia. He pedido al mundo oraciones y penitencia.
Plegarias, no sólo palabras, no bastan las oraciones, es necesario vivir pri-
mero el Evangelio y así amar y perdonar. Penitencia: ¡también amor y
perdón! Después podéis hablar a Jesús, y también a Mí; pero primero amad
y perdonad, para venir a nosotros purificados y sin egoísmo ni rencor en
vosotros mismos.
En aquel tiempo, Jesús ya sabía escribir y sabía dibujar como todos los
niños. Él no quiso sobresalir en ninguna ciencia humana. ¡Él es Dios de
Dios y es Amor! Jesús sabía qué es lo que tiene verdadero valor, ¡su tiem-
po fue todo dedicado al amor! Pasaron los años; tenía más de veinte años:
"Myriam, ¿por qué tu hijo fuerte y hermoso como es, no se busca una
esposa digna de Él?"
"Mi Hijo tiene otros pensamientos, lo veréis después..."
No decía nada más, no podía hacerlo, y si hubiera dicho la verdad, no
me hubieran creído. Jesús Dios de Dios y primer sacerdote, no podía tener
pensamientos de mujeres, de matrimonio, de familia.
Su familia es todo el mundo, todos los mundos. Jesús, como primer sa-
cerdote, es el ejemplo vivo y verdadero. El sacerdote debe ser casto, la
familia suya: sus fieles.
Recuerdo un día, cuando Jesús tenía tal vez cuatro años, me dijo:
"¡Immi, soy pequeño, pero siento tanto espacio en mi corazón como para
querer a todos!"
¡El Sagrado Corazón de Jesús, el Corazón sangrante por amor a la
humanidad!
3 de Marzo de 1982
116
89. [38]- Mi vida fue intensa y, al mismo tiempo, simple.
Mi cuerpo no podía corromperse y tampoco podía morir, ya que la
muerte viene por el pecado y yo no pequé jamás. Por gracia de Dios y por
mi voluntad.
Tuve un dulce sueño, y cuando mi cuerpo subía al cielo, se transfor-
maba de cuerpo material en cuerpo glorioso. Yo no conocí la vejez, y los
apóstoles no se asombraron, ya que sabían que era la Madre de Dios. El
mundo de aquellos que no sabían y me veían, a menudo ni siquiera sabían
quién era y qué edad tenía; otros, intuyendo la verdad, la podían aceptar,
porque habían oído hablar de Jesús o lo habían conocido y sabían de la
Resurrección. No podía morir, morí de dolor en el alma, porque el sufri-
miento y el dolor son muerte del alma, en el sentido de que después nada
más pude atraer o interesar. En el dolor por mi Hijo, fui Corredentora de la
humanidad. Todo esto por gracia y por mi voluntad.
En aquel tiempo, cuando vivía con Johanan, él se ocupaba de Mí y
Yo de él, Jesús me lo había encomendado y a mí me había encomendado a
él. ¡La humanidad, vosotros todos, sois para Mí como lo fue el pequeño
Johanan de entonces! Trabajaba para él y lo cuidaba, y él era verdadera-
mente como un hijo para Mí, y también los otros Apóstoles me amaban y
me escuchaban. Cuando se habla del Reino, del maravilloso Reino en el
que ahora vivo junto a Jesús en la luz del Padre y con las criaturas santas,
se habla de un lugar o un estado de ser. Los lugares son de la materia, en el
Reino, que es del mundo del espíritu, uno se desplaza con el alma o sea
con el pensamiento, y con el pensamiento se nos crea a imagen de Dios en
el alma, el lugar no lugar, donde se desea estar en nuestro estado de ser
bellísimo. O al contrario, el infierno es el lugar, no lugar35, o sea, estado de
ser del alma en tormento, que sufre en arrepentimiento no bueno, arrepen-
timiento egoísta y por tanto odio por lo que se ha perdido.
¿Y pueden llamarse lugares los estados de ánimo que crean belleza o
dolor? Es otra vida, otra atmósfera, el espíritu no puede tener nada compa-
rable a la materia. La materia se corrompe, el espíritu es incorruptible. La
maravilla del Reino prometido no podéis imaginarla. ¡Vosotros tenéis la
esperanza y la fe!
Dios, me dio la gracia de no saber amar como mujer, amé a Jesús como
madre, a José como hermana y Él fue para Mí, el hermano queridísimo,
35
Coincide con una reciente expresión del Santo Padre Juan Pablo II acerca del infierno
(no un lugar sino un estado) y que fue mal interpretada en los medios.
117
nunca lo vi como hombre, lo vi primero como futuro esposo, pero después
de haber visto al Ángel y haberlo escuchado, para mí el ser pura fue nor-
mal: ¡debía ser el cáliz de la Hostia! Dios nos ayuda con la gracia cuando
la pedimos. Mi vida fue intensa y, al mismo tiempo, simple. Tantas cosas
puedo ahora contaros, sobre todo, para haceros conocer pequeñas y gran-
des cosas de Jesús que no conocéis.
¡Cuanto más se Le conoce, más se Le ama!
"Immi, en el tiempo muchos me conocerán y me amarán, y te amarán a
Ti, Immi..."
Vuelvo a escuchar su voz de niño.
Aquí, en el Reino, podemos recordar y volver a ver lo que en la tierra
fue serenidad y paz.
13 de Marzo de 1982
90. [39]- El Rosario es la historia de nuestra vida: ¡que esté siempre en
vuestros corazones!
En Roma he dejado las señales de mi presencia: la tierra obra milagros,
mi perfume atestigua Mi presencia. Y volveré y me mostraré, muchos me
verán, otros no creerán... ¡El Rosario es la historia de nuestra vida! Que el
Rosario esté en vuestros corazones, en vuestros pensamientos: ¡es la vida
de Jesús, mi pequeña y grande vida! Y con esta historia en el corazón y en
el pensamiento podréis obrar en el bien y ser fieles y fuertes: el Rosario,
¡amar, amarnos, tener fe viva y ser caritativos, justos y leales! El Rosario
es rezar, ¡pero es también saber perdonar! Rezar: son las oraciones y los
sentimientos, el amor y la meditación y, sobre todo, el pensamiento cons-
tante en Dios, en el cielo, en las obras santas.
Cuando Jesús era pequeño y yo, Myriam, tenía su tierna mano en la
mía, entonces Yo deseaba que hubiese permanecido siempre así pequeño;
¡siempre tan mío! Los hijos no nos pertenecen en la tierra, ¡en el cielo son
nuestros! Jesús un día me dijo:
"Immi, por Ti querría detener el tiempo y permanecer pequeño, pero
Tú sabes, Immi, que hay un tiempo sobre el tiempo, en el cual seremos
como queremos, ¡y siempre muy felices!"
118
Jesús tenía entonces siete años, hablaba como niño iluminado: era Dios
de Dios. Jesús el Dios que se encarnó e hizo de Mí Su cáliz.
En aquel tiempo, después de ir al templo hacíamos una larga caminata
para regresar a casa: Jesús, José, Yo, la familia. La familia no es pasión
sino que es ternura y comprensión. ¡La familia verdadera es verdadero
amor! Durante aquellos paseos conversábamos entre nosotros con dulzura,
y éramos felices si el sol estaba tibio y si había flores, lo mismo que si
había viento un poco frío o incluso un poco de lluvia: estábamos juntos:
esta pequeña felicidad en la tierra que hay que saborear siempre. Y cuando
uno de la familia os ha dejado en apariencia, aún está junto a vosotros con
el alma: ¡entonces estad serenos también a dos, aunque antes erais tres!
¡He llevado a la humanidad en el corazón, llevando a Jesús en el corazón!
"Immi, todos son mis hermanos..."
Soy feliz si hacéis los panes a la miel y, después, saboreándolos pens-
áis en Mí, ¡será como si Jesús los gustara otra vez! Vuelvo a ver a Jesús
delante del horno, vuelvo a sentir el aroma del pan...
La cocina caliente, el sol que entra a través de la cortina a rayas. ¡La
casa de Nazaret! ¡La casa de Loreto! Tenía una pequeña gruta en el huerto,
allá iba a rezar, allá se me apareció Gabriel: "¡Ave Myriam!"
16 de Marzo de 1982
91. [40]- ¡La sombra de una Cruz pesará sobre tu vida!
En aquellos días era feliz: Jesús tenía dos años, crecía bien, sabía quién
era y nos amábamos con un amor especial... Pensaba que tenía muchos
años por delante: la infancia, la primera juventud, antes del dolor que el
ángel Gabriel me había anunciado..." ¡La sombra de una Cruz pesará sobre
tu vida!"
No sabía cuándo habría de venir el dolor, sabía del dolor, pero tenía
igualmente horas de alegría. Todos vosotros debéis tener horas de alegría:
las pequeñas o grandes cosas de la vida terrenal para gozar: una amistad
pura, el amor por el arte o mirar la naturaleza, que es el arte de Dios y,
sobre todo, la paz de la familia, todas las pequeñas grandes cosas para
gozar. Y no penséis en el futuro, sino en vivir en el bien hora tras hora:
119
¡ésa es la paz! Debéis entonces ser pobres de espíritu, pues si sois materia-
listas no tendréis nunca paz, ya que querréis siempre más cosas, que des-
pués no dan paz, no sosiegan y, entonces, se buscan de nuevo otras cosas.
El mundo está lleno de materialismo y vosotros lo veis: ¡cuántos afanes
inútiles y cuántos engaños dañinos existen!
Nuestro mundo de entonces en aquella tierra, era un pequeño mundo:
había ricos, que vestían de seda y tenían cosas preciosas, no eran muchos;
había otros como nosotros, pobres con dignidad, con una pobreza serena
que nos hacía gustar del sabor del pan y la alegría de un par de sandalias
nuevas. Recuerdo que a esa edad Jesús tenía sus pequeñas sandalias de
cuero y era feliz:
"Immi, ¡con estas sandalias me parece volar cuando corro!"
"¡Seguid mis huellas y tendréis vida eterna!"
¡Cuánto camino recorrió Jesús a través de aquellos pueblos de nuestro
mundo! ¡El gran mundo del Aconteciomiento! ¡No se puede jamás distin-
guir lo que es grande de lo que es pequeño, la medida no existe: ¡a veces es
grandísimo lo que nos parece pequeño!
Jesús tenía dos años, una edad dulcísima y jugaba en el jardín, Yo lo
miraba desde la ventana de la cocina:
"Takiní, no te alejes, juega aquí delante, para que Yo te pueda ver".
"Immi, yo estaré siempre delante de cada uno, para que cada uno me
pueda mirar..."
No comprendí aquellas palabras pronunciadas por un niño tan peque-
ño, pero Jesús, como Dios, veía y sabía.
"¡Estaré delante de cada hombre para que cada uno me pueda mirar!..."
Él ha venido para esto: ¡quien Le mira, Le ama, y se salva! ¡Es tan im-
portante la salvación de un alma para Jesús!
¡Sus dolores fueron precisamente por las almas que no han querido o
no querrán salvarse.
Vuelvo con el pensamiento todavía un poco más atrás en el tiempo: re-
greso al momento del nacimiento de Jesús. Yo, Myriam Inmaculada, no
teniendo la herencia del pecado, no podía tener la primer consecuencia del
pecado: "...parirás con dolor..."
Todas las mujeres sufren dando a luz a un hijo, pero mi Hijo, más luz
que la luz, más amor que el amor, no podía nacer como los demás hom-
bres, que son solamente hombres. Mi Hijo es Dios, su cuerpo humano fue
concebido sin pecado, y sin dolor para Mí que era sin pecado. Pasó a
través mío como un rayo de luz, más fuerte, más clara que la luz normal,
como el sol límpido pasa a través del cristal terso. Y raramente sucede, y
120
es siempre por un designio, el que una madre no sufra al dar a luz a un
hijo; ¡raramente sucede cuando éste será luz! ¡Rarísimamente! ¡Luz!36
Yo me encontré a Jesús entre los brazos, me lo habían puesto los
Arcángeles. José se despertó del sueño, y lo envolvió con su capa... ¿Por
qué ahora, con el pasar del tiempo, esta realidad parece una fábula?
¿Por qué os habéis alejado tanto de la verdad, que ya no sabéis ver?
Jesús era bellísimo, y aunque no lo hubiese sido, para Mí lo habría sido
igualmente: ¡mi Hijo!
"¡Madre, el amor cambia todas las cosas, hace maravilloso lo que sin
amor parece insignificante!..."
Vuelvo a escuchar tantas palabras, que Jesús me dijo en el tiempo, y
vuelvo ahora con el pensamiento a aquel día, a aquellas bodas en el pueblo
de Caná: "¡Ya no tienen fe!"
"Mi Reina, les daré el don de la fe: ¡Tú me lo has pedido y Yo Te es-
cucho!"
¡Jesús es la luz del mundo! Y os da Su luz y os usa a vosotros para dar-
la a otros: usa cada cosa, cada medio para salvar a la humanidad. Ahora, en
este Reino, donde las horas no existen, a menudo repito a Jesús, mientras
miro al mundo:
"¡Hijo ya, no tienen fe!"
"¡No temas, Madre, los ayudaré hasta la última hora del mundo! ¡Tú
me lo pides!"
24 de Marzo de 1982
92. [41]- El tiempo del dolor estaba todavía lejano.
En aquel tiempo, Jesús era muy pequeño, estaba en la cuna y Yo lo mi-
raba con amor, admiración y estupor... El tiempo del dolor estaba todavía
lejano...
"Myriam, ¡tu niño se Te parece mucho!"
Mi niño: ¡Dios! ¡Es Dios y se me parece!
36
Armando el hijo fallecido de la vidente, fue dado a luz sin dolores de parto.
121
Pasaron los años, vino el día en que Jesús me dejó. Los vecinos y los
del pueblo dijeron que era extraño que aquel hombre no tomara esposa, y
dejara a Su Madre sola para marcharse por ahí... Simón, el que fue curado
milagrosamente por Jesús, dijo que Jesús no era ciertamente un hombre
como los demás: él había comprendido algo más que aquellos otros habi-
tantes de Nazaret:
"¡Jesús me ha curado!, ¡Jesús tiene manos santas!"
Y también los hijos de Alfeo: Santiago y Judas, ¡sentían que Jesús era
Jesús!, ¡Dios de Dios! Nadie es profeta en su tierra. Jesús predicaba y ex-
plicaba el amor a la gente de aquel tiempo y a todos aquellos que en el
tiempo habrían de venir y vendrán. Yo sabía muchas cosas, porque Él me
había hablado mucho tiempo. ¡Jesús os ama mucho y Yo también os amo
mucho!
En el jardín, en las noches tibias, en las noches iluminadas por la luna,
en casa, iluminados por la lámpara, Jesús me hablaba y decía cómo habría
de hablar al mundo:
"¡Immi, Yo les hablaré a ellos, les explicaré sobre todo el amor!"
"Takiní, ¿te comprenderán todos?"
"Immi, muchos me comprenderán. Yo deseo la comprensión de todos,
son libres... Habrá quien querrá comprender y amar, y quien no lo querrá:
esto es ya ahora, para mí, gran dolor".
Cuando permanecí sola, vivía con el pensamiento de aquella Cruz. Es-
peraba, no obstante, que ese tiempo estuviera todavía lejano. Jesús hablaba
al pequeño mundo de entonces, y al gran mundo de siempre. A veces volv-
ía a casa para permanecer por poco tiempo. "Immi, he vuelto por esta no-
che y traigo conmigo a mis amigos..."
¡Los apóstoles! sus amigos. Pedro era tímido delante de Mí, Johanan
siempre sonriente, Andrés y Felipe y todos los demás, gentiles, serviciales;
de Judas hubiera deseado que fuera distinto, entonces no tenía motivo para
dudar de él, pero me turbaba su presencia.
"Immi, son mis amigos, vendrán conmigo y el mundo los conocerá.
Tienen largos caminos que recorrer..."
Y vosotros los conocéis un poco, conocéis su historia.
"Nosotros lo hemos seguido, porque cuando nos miró, hemos sentido
dentro de nosotros que no podíamos hacer otra cosa más que seguirlo".
¡Así me decía Johanan, cuando quedó conmigo! Hablábamos de Jesús,
y nos embargaba la nostalgia y la ternura, lágrimas escondidas y también
esperanza. Johanan me contaba del tiempo en que vivía junto a Jesús.
122
"Era tan atrayente que cuando lo miraban quedaban fascinados. Atraía
por su espíritu divino, atraía por su fuerza, ¡atraía porque es Dios!"
"Cuéntame más cosas de Jesús, Johanan..."
"Cuando Jesús habló a la multitud desde la montaña, ni siquiera un
respiro se podía escuchar, parecía que hasta el aire estuviera detenido:
escuchaban todas aquellas palabras: "Bienaventurados, Bienaventurados
vosotros los puros, vosotros los mansos: vosotros los que lloráis..."
Mucha humanidad llora, y debería estar cierta de que las lágrimas se
cambiarán en felicidad.
¡Bienaventurados vosotros los que lloráis!
2 de Abril de 1982
93. [42]- Vuelvo atrás en el tiempo y vuelvo a ver a Saulo, que me mira con
curiosidad.
Manifestarme al mundo a través de mis lágrimas, significa decir al
mundo que nosotros deseamos más amor, más bondad, más sacrificios y,
naturalmente, ¡más fe! ¡Verdadera, purísima fe! Aquella fe que hace obrar
en el amor, aquella fe que os hace desprender de las cosas vanas, aquella fe
que os hace ser indulgentes, comprensivos, tolerantes con aquellos que no
saben amar, con aquellos que sabéis que no os aman y que os han hecho el
mal. ¡Yo, Myriam, pido al mundo fe y bondad, caridad y amor a través de
mis lágrimas! Y cuando os pido oración y penitencia, quiero entonces pe-
diros todo esto, ya que orar es ante todo amar.
Han pasado siglos desde mi tiempo, y sin embargo, a veces lo revivo.
Y... entonces me encuentro allá en Nazaret, en la pequeña casa vuelvo a
ver a Jesús niño, a Jesús jovencito... Me parece sentir todavía aquellos
perfumes: rosas, hierba, madera fresca, pan recién sacado del horno.
Un día (Jesús tenía entonces veinte años) fuimos al mercado, hacía ca-
lor y Yo me senté sobre un banco de piedra en un pequeño jardín, vi cerca
de mí a un hombre que me miraba, diría casi que me estudiaba; Yo estaba
toda cubierta, no podía verme el rostro. Era un hombre fuerte, con una
mirada decidida y una nariz grande, un hombre imponente... Jesús vino a
Mi encuentro, me trajo una jarra con leche:
123
"Immi, tendrás sed..." "Gracias, ¡mi Takiní!..."
Aquel hombre miraba a Jesús, fascinado, ¡y no sabía quién era! Jesús
Dios sabía quién era aquel hombre: ¡era Saulo de Tarso! Ya entonces Sau-
lo estaba fascinado por Jesús y no sabía quién era aún. Después lo supo y
lo persiguió: después Jesús se le apareció y Él lo amó, pero sin saberlo, ya
lo amaba, aunque lo perseguía, porque creía estar en lo justo.
"Saulo ¿por qué me persigues?"
Y Pablo lleva aún la palabra de Jesús al mundo y los siglos han pasa-
do...37 ¡No pasa la Palabra de Jesús! Y si es menos escuchada, entonces
Jesús, en el Padre, ilumina con Su Espíritu a criaturas escondidas y humil-
des con el signo del dolor (los estigmas), para traer nuevamente al mundo
estas palabras de vida y de esperanza. Y cuando en la tierra hay poco
amor, Yo Myriam, me manifiesto con lágrimas de sangre o lágrimas de
perlas, para decir a la humanidad que es necesario tener una fe correcta,
verdadera, viva y profunda.
Y ahora retrocedo en el tiempo, vuelvo a ver a Saulo, que me mira con
curiosidad, vuelvo a ver a Jesús que me trae aquella jarra de leche:
"Immi, ¡tendrás sed!"
¡Cuánta sed de amor entre vosotros tuvo mi Hijo Jesús! ¡Sed de amor,
sed de bondad, sed de pureza! ¡Sed de amor entre los hombres! Y aquel día
mientras me ofrecía aquella jarro de leche, ¡tal vez pensaba en Su sed!
14 de Abril de 1982
94. [43] - Y miraba al Dios niño, que dormía.
"Immi, ¡vienen a visitarnos! Preparemos las flores en las vasijas y el
pan con miel..."38
Esperábamos visitas, Jesús, que entonces era muy pequeño, era feliz.
¡Él amaba a todos y le gustaba exteriorizar su amor!
37
Hay también mensajes de San Pablo Apóstol escritos y recibidos por la misma mano que
recibió estos dictados.
38
Dice quien escribe: Esta mañana hemos ido a visitar la Santa Casa de Loreto.
124
"¡Immi, vienen a nuestra casa! ¿Piensas que mirarán tus flores y pro-
barán tu pan?"
Yo preparé entonces (era primavera) las rosas en las dos vasijas, luego
amasé los panecillos ¡para ofrecerlos a los huéspedes!
Hoy vosotros habéis venido a la casa de Nazaret, ¡la comida para el
alma estaba lista para vosotros!39 ¡Jesús estaba feliz y os esperaba! Esta-
bais en la casa de la Vida: ¡estabais donde Jesús vivió y creció! ¡El tiempo
ha pasado y mi imagen está vestida de seda y cubierta de piedras precio-
sas! Vosotros pensad en mí como cuando vivía en aquella casa: un simple
vestido, un velo (ya que entonces no se salía con la cabeza descubierta...
era signo de humildad y de sumisión cubrirse la cabeza...), unas sanda-
lias...
"Immi, ¡estarás vestida de seda y cubierta de piedras preciosas!"
Esto es para vosotros, para el culto, a Mí no me importa, ¡a Mí me im-
porta que seáis justos, que sepáis amar!
Yo dormía junto a la cuna de Jesús, en el rincón de la habitación. De
noche, ponía la lámpara de aceite en un nicho en la pared que aún está allí:
en la pálida luz miraba el rostro de Dios, que dormía...
"Immi, a esta casa vendrá mucha gente..." No comprendía entonces...
"Immi, vendrán muchos..." continuaba diciendo Jesús, y era aún pe-
queño: tenía siete años.
"Algunos vendrán por curiosidad o porque les quedará de paso"
Me era aún más difícil comprender: "¡muchos vendrán porque nos
amarán! Cada uno con su modo de ser... En silencio, en oración, cantando,
pidiendo... Siempre entonces en oración: ¡pensarán en Ti, pensarán en
Mí!"
"Así hoy os hemos ofrecido los panes con miel. ¡Os hemos recibido
con alegría y os agradecemos vuestra visita!"
"¡Immi, debes decirle a ellos que vuelvan otra vez, que vuelvan pron-
to!..."
Donde hemos vivido, donde hemos sufrido y también gozado, allá si
viniereis, ¡obtendréis siempre gracias! Habéis mirado la ventanita que da a
la rosaleda. Desde aquella pequeña ventana, de noche, entraba un blanco
rayo de luna... Me despertaba y miraba lo más precioso que había en la
tierra: ¡Dios niño que dormía, iluminado por ese rayo! Y por la mañana
miraba su rostro al despertar. Sus ojos se abrían...
39
El mensaje hace alusión a la visita de la carismática y su marido a la Santa Casa de Lore-
to, que aconteció en el mismo día.
125
"¡Señora, en verdad puedo decirte, que apenas puso sus ojos en mi, yo
era todo un temblor...!"
¡Así me dijo Johanan, cuando Jesús había ya pasado a través de la Pa-
sión y ya había Resucitado!
"Señora, cuando el Rabí me miró, aún antes de escuchar Su voz, en mí
todo había cambiado"
"¡Me parecía estar soñando, y las cosas que para mí antes eran impor-
tantes, me parecieron vanas!..."
Así me decía Simón, refiriéndome su primer encuentro, allá frente al
mar...
"¡Señora, yo fui enseguida conquistado!..."
Me repetía Andrés... ¡Y todos los apóstoles, ciertamente menos Judas,
que entonces ya no estaba en el mundo, me hablaban siempre de Jesús para
hacerlo vivir en medio de ellos!
"¡Os dejaré mi Espíritu, y estaré siempre en medio de vosotros, vivien-
do con vosotros!"
Villa Verrucchio, 23 de Abril de 1982
95. [44]- En nuestra casita siempre había aroma de pan.
"Señora, me gusta hablar contigo de nuestro Rabí, ¡es como si estuvie-
ra todavía con nosotros!"
Johanan me contaba todas las cosas del tiempo vivido con Jesús y
Jesús estaba con nosotros: ¡querida, amadísima, invisible Luz!
Con vosotros están aquellos que amáis y viven en el Reino feliz con
Jesús, conmigo, con los Ángeles. Pero como suave viento, estando ellos en
una dimensión distinta, pueden estar cerca: ¡nosotros estamos en nuestro
espacio!
Después de la Pasión y después de la Resurrección de Jesús, vivía en la
esperanza y en la espera, los Apóstoles me pedían consejos, rezaban con-
migo y la Iglesia de Cristo estaba en los albores.
La Iglesia de Cristo ha estado siempre en el corazón de Jesús, en el co-
razón de Dios; en la tierra Él la fundó en el tiempo y designio justos. Jo-
hanan, después, vio la historia del mundo. Una historia que está ya avan-
126
zada: el mundo es ya viejo... Vosotros sed jóvenes en el alma: ¡sed puros,
sed niños!
"Immi, me gusta estar en medio de los puros de corazón, ¡son siempre
jóvenes, están siempre serenos!..."
Estábamos en el jardín aquella noche y se hablaba de la humanidad...
Era primavera y Jesús tenía veinte años, el tiempo del dolor aún lejano. No
obstante, ya habíamos llorado, porque José nos había dejado: a veces,
hablando de ello, sentíamos su dulce y confortante invisible presencia.
"Papá José me ha enseñado muy bien su trabajo. Immi, ¿recuerdas
cuánta paciencia tuvo para hacerme aprender cada cosa?...".
Jesús era Dios y era un niño, a menudo tenía ganas de hacer una carre-
ra, de jugar con los amigos... José con amor le enseñaba a ser un buen car-
pintero. En el jardín, en primavera, el aire estaba perfumado:
"Immi, en el Reino habrá más y más maravillosos perfumes de flo-
res..."'
En nuestra casita, aquella que vosotros conocéis (aunque distinta de
cuando vivíamos allí en ella) había siempre aroma de pan o perfume de
rosas.
"¡Immi, vienen a visitarnos!"
Yo ahora estoy sobre aquel altar y tengo en brazos a Jesús... Cuando
vivía en aquella casa nunca podría haberme imaginado ser puesta como
estatua sobre un altar, y en aquella imagen no me habría ciertamente reco-
nocido. Cuando venís a visitarnos, os recibimos felices y estamos allí por
vosotros, ¡para escucharos! La fe es distinta en cada criatura, ya que sois
distintos vosotros, uno del otro. Lo que importa es que sea verdadera, pro-
funda, y entonces, cada modo de manifestarla vale. Y vale también mucho
tenerla en el corazón, como si fuera un secreto, que solamente Dios y la
criatura conocen. La fe se ve por los actos, por el amor que lleva al mundo.
Hay criaturas, que aman y son justas, ¡y no tienen fe! Y no siempre por
su culpa, y Jesús se muestra en el tiempo en sus corazones, si sabe que son
justos. Hay otros: los soberbios, que habrían podido conocer a Jesús y no
lo han querido, pero nunca son justos. Yo conozco el trabajo, y ahora te
dejo en tu trabajo, una vez más, y por este milagro, don de Dios, te he
hablado y os he hablado. Os debo hablar aún de las pequeñas y grandes
cosas: os debo hablar de Jesús. Estaré Yo también, Myriam, en medio de
vosotros, sonriente, amorosa, invisible... . .
"¡Señora, cuán bello es saber que nuestro Rabí está siempre con noso-
tros! Señora, ahora te cuento de aquel día en que hizo aquel milagro..."
127
Y Johanan hablaba, yo lo escuchaba... Jesús invisible sonreía: ¡estaba
radiante y feliz, nosotros no lo podíamos ver, pero estábamos seguros de
que era así!
28 de Abril de 1982
96. [45]- Vuelvo a sentir aquella voz de niño.
En aquel tiempo, nosotras las mujeres llevábamos el velo en señal de
sumisión, pero no porque fuéramos tratadas como seres inferiores al hom-
bre. Éramos amadas y respetadas, reconocidas por lo que hacíamos en
nuestra misión de madres. Así eran las costumbres, a mí me gustaban, eran
mis tiempos y vivía bien con las pequeñas cosas que entonces estaban en
uso. Cuando Jesús era pequeño, cuando lo mecía, cuando recogía las flo-
res, cuando tejía, nunca pensaba en el progreso a través del tiempo. Para
vosotros es simple, es normal, tener lo que tenéis ahora en uso. ¡Para Mí
fue simple encender el fuego e ir a la fuente!
Ahora, mirando mis estatuas sobre los altares del mundo, no encuentro
que se me parezcan y pienso que vosotros imagináis que entonces era co-
mo una reina... Los Ángeles me llaman su Reina, pero no es como ser re-
ina en la Tierra. Yo no deseo contarte mi gran dolor, tú conoces el gran
dolor y sabes que todavía es gran dolor recordarlo40. Prefiero hablarte de
otras cosas, de otras horas, de otros momentos... Una mañana de primavera
Jesús me llamó al jardín:
"¡Immi, ha florecido una rosa amarilla! ¡Ven a ver, Immi!..." Vuelvo a
sentir aquella voz de niño y vuelvo a ver aquella rosa...
"Immi, Tú tendrás muchas flores, muchas rosas, muchas azucenas, to-
dos aquellos que te querrán te traerán flores".
Estaba muy asombrada de estas palabras, pero no preguntaba nada a
Jesús: sabía que era Dios...
"Immi, te traerán muchas flores..."
40
Es uno de los pocos momentos de su relato en que la Santísima Virgen hace alusión, con
gran delicadeza, a la pérdida imprevista, inexplicable y dolorosa para la vidente, del hijo
Armando.
128
Aquel día vinieron los primitos Santiago y Judas y me trajeron flores
del campo. Deseo contaros estas pequeñas y grandes cosas de mi pequeña
gran vida. Los recuerdos de los días serenos, ¡los recuerdos!... Ahora son
nuestros para siempre los momentos serenos, y tenemos mucho más, te-
nemos todo: ¡la felicidad eterna de este Reino lleno de flores!
Jesús jugaba con mucha vivacidad, al correr superaba a todos y algunas
veces, me decía:
"Finjo no saber correr, y dejo ganar a mis amigos cuando hacemos los
concursos..."
Ahora no veo correr a los niños, ahora tienen otros juegos, demasiados,
y ya no tienen fantasía, tal vez sienten el peso de lo que sucede en el mun-
do, hay muy poco amor, Jesús os lo pide a vosotros siempre: "¡Amaos!".
¡Vosotros debéis amar, aprended a amar! Amar quiere decir tolerar, perdo-
nar, soportar... Amar, no es siempre fácil, pero los caminos escarpados son
aquellos que llevan a lo alto. Así, para crecer en el espíritu, es necesario
amar mucho.
Mi cocina era simple, cocinaba todo a la brasa o en el horno de leña y
me gustaba dar algunas recetas a las amigas: "Y entonces, para hacer el
pan con miel, hay que dejar fermentar la pasta por un día..."
Y vosotros me imagináis vestida de reina con la corona y con muchas
piedras preciosas... Dios ha elegido la pobreza y la simplicidad, Dios ha
elegido la vida simple y la verdadera dignidad. Si Jesús hubiese nacido en
un palacio, no habría sido amado como es amado. Muchos Lo ignoran,
muchos Lo aman, muchísimos Lo llevan en el corazón. Nuestra pobreza no
fue miseria, teníamos lo justo: la comida, el techo, los vestidos. A todos
debería bastar lo justo: ¡el mundo sería entonces más justo!
Después de la Resurrección Jesús se me apareció en secreto:
"Madre, ¡ahora serás Tú la que te ocupes de los míos, y lo mismo de la
Iglesia!"
Y esta Santa Iglesia, que terminará solamente cuando todo haya termi-
nado y continuará triunfante en el Reino, empezó así, con pocos hombres,
fue combatida, fue atacada internamente, es traicionada internamente: ¡y,
sin embargo, triunfará para siempre! La Redención no fue ciertamente en
vano. La Redención continuará y continúa con vosotros, que debéis defen-
der nuestra Iglesia.
"Immi, muchos nos amarán y nos llevarán en el corazón. ¡Sus corazo-
nes serán entonces para nosotros una pequeña Iglesia!"
30 de Abril de 1982
129
97. [46]- Ahora quieren hacer una fábula de la realidad.
En aquel tiempo, Jesús tenía seis años, era el tiempo en que aprendió a
escribir y a leer. La edad en que todos los niños ahora aprenden a escribir y
a leer.
Jesús vivía entonces como un niño cualquiera y Yo, Myriam, con José
lo mirábamos adorándolo y al mismo tiempo lo tratábamos como a un
niño, como a los demás:
"Es Dios y debemos dejarlo vivir como un hombre, ya que ha venido a
vivir como hombre..."
Ahora, muchos dicen que Yo no sabía quién era Jesús. Son los negado-
res de mi virginidad, ya que niegan el modo diverso de nacer de Jesús, la
concepción por medio del Espíritu y por eso también mi pureza, pues si no
hubiese sido limpia de pecado, Jesús habría tenido que nacer a través de mi
dolor físico, que en cambio, Yo nunca tuve. Ahora quieren volver fábula la
realidad y entonces Dios sopla su aliento sobre aquellos que Lo defenderán
y defenderán con esto a la Iglesia, que ahora está tan atormentada. Jesús
aprendía a escribir y a leer, aprendía todo muy deprisa y sin ningún esfuer-
zo:
"Immi, escribiré el amor en los corazones humanos, nada escribiré en
los libros durante un cierto tiempo: un día haré escribir libros de palabras
verdaderas para el tiempo más difícil de la humanidad".
Ahora ha llegado el tiempo más difícil de la humanidad, aunque hay
mucha riqueza, hay toda clase de comodidades, hay comida para muchos
en abundancia. Son precisamente éstos, los más ricos en dinero los que son
más ávidos, son los más cómodos, son los más egoístas, aquellos que todo
lo tienen en abundancia y que no nutren el espíritu, sino solamente la ma-
teria, y son justamente éstos los que viven como ciegos, ya que no ven,
viven como sordos, ya que no escuchan...
Y entre éstos, muchos siervos infieles, muchos Judas: ellos traicionan a
Jesús y hablan, ¡fingiéndose justos! ¡Son infieles! Y por esto la Iglesia está
en tribulación, y también el mundo, y así el sentido de la moral está desvir-
tuado y la fe en muchos no existe. Y Jesús, entonces, para salvar al mundo
hace también escribir palabras para estos tiempos, que son las mismas de
siempre, ya que la Verdad es eterna.
"Immi, este escrito me salió todo torcido, ¿debo dar vuelta la hoja y
hacer otro?"
Y no era una hoja como las vuestras, Yo lo vuelvo a ver ahora y veo la
escritura de Jesús niño... Como hombre Jesús no se interesó en la cultura,
130
como Dios tenía la ciencia y la sabiduría de cada cosa, Dios de Dios y
Verbo encarnado Él vino para salvar a la humanidad, no para instruirla
sobre las cosas del mundo. Es difícil, imposible comprender las dos natura-
lezas de Jesús, ¡no, importa comprender, basta creer y aceptar!
Luego de haber escrito diez palabras: era el deber de aquel día, Jesús se
levantó y feliz, fue a hacer una carrera... la vida de aquellos días...
Toda madre sabe cuán bello es vivir junto al propio hijo, ¡que crece en
inteligencia y belleza, bondad y experiencia!... Toda madre debe también
saber que aunque suceda cualquier cosa, si Dios le ha mandado aquel hijo,
en el Reino le será devuelto para siempre. ¡En el Reino aquellos que ama-
mos son nuestros! Si tu hijo ha vivido veinte años, ahora es más tuyo, des-
de el Reino te mira y está presente en el silencio y con la sonrisa de siem-
pre. Vuestro hijo ha abierto para muchos el camino del Reino.
Si hubiera vivido más años, hubiera sido uno del mundo, ahora es una
luz en el Reino, una gran luz, y por tanto en vosotros la certeza de la fe: ¡es
la esperanza, es saber que nunca estáis solos! Es alguien de luz que os
indica la luz, que os indica el camino. Ahora te dejo con tu jornada de la-
bor. Las verduras para cocinar, cosas para poner en orden, comida para
preparar: la vida en los días... Es la vida en el espíritu, más bella, más in-
tensa, es la vida del alma, que capta las cosas maravillosas del mundo del
espíritu, que nos hace entrar un poco, por un instante, en el Reino, y ya
vivís entonces con Nosotros, ya lo miráis, ya sentís una gota de felicidad, o
como dice el Ángel: ¡una gota de armonía!41
"¡Señora, cuando pienso en Jesús, Le siento junto a mí y el alma respi-
ra de su aliento!..."
5 de Mayo de 1982
41
Alusión al título de la colección de mensajes “Los dictados del Ángel” que forman parte
en italiano de la colección “Teológica” en la editorial Sallustiana, como el presente.
131
98. [47]- Sin embargo, muchos no creen que aquella es la casa que ha
volado.
Cuando vosotros estáis tristes, con la preocupación de cuántos dolores
habéis vivido, hacéis comparación con otros que no han tenido vuestros
dolores, y así os sentís golpeados injustamente. Es comprensible: sois
humanos y huís del dolor, pero deberíais siempre también pensar en las
palabras de Jesús, y deberíais estar seguros de la maravilla que os espera,
para consolaros de aquello que os ha hecho sufrir. A veces no comprendéis
los grandes privilegios que os han venido de las pruebas más duras: es el
crecimiento del espíritu y la fe conquistada.
En aquel tiempo, con Jesús se hablaba de dolor humano (entonces
Jesús no había todavía ofrecido Su dolor al mundo), pero Él sabía que lo
habría de ofrecer por todos vosotros: para esto vino a la tierra:
"Immi, no saben qué gran don se les ofrece".
"¡Hijo, el dolor es dolor!"
"Immi, el dolor es el amor de Dios, que hace crecer en el espíritu a la
criatura, que vivirá en el espíritu feliz para siempre, ya que, ¡a través de las
pruebas conquistará la vida eterna!"
Jesús sabía, como Dios veía lo que nadie ve: ¡Él veía más allá del
mundo! Hay también en el mundo horas felices, pequeñas alegrías para
gozar: por eso existen las flores y existe la naturaleza, y vuestros senti-
mientos de amor y amistad. Jesús os ha dicho que tengáis familiaridad con
Él, abandono y confianza.
"El nido para el gorrión y el vestido para el lirio".
"Immi, ¡ha caído un pajarito del nido! ¡Subo al árbol!"
Vuelvo a ver a Jesús con su túnica blanca y en la mano el pajarito: ten-
ía entonces siete años. ¡Estábamos en el tiempo! Y entonces estábamos
tranquilos. Nuestra casita aquel día estaba llena de perfumes: rosas, pan,
hierba fresca, cuyos aromas entraban del huerto. Sin embargo, ¡muchos no
creen que esa sea la casa que ha volado! Yo insisto en afirmarlo, para que
se sepa:
Es demasiado importante, está en el designio, y volará de nuevo en el
porvenir.
"Immi he llevado el pajarito, al nido". "El nido para el gorrión y el ves-
tido para el lirio".
¿Y para vosotros? Lo que os sirve, lo que os es útil: ¡dones y gracias!
A unos les ha dado la voz persuasiva, para hablar con sus palabras; a ti
la mano para escribirlas y los oídos para escucharlo... A todos ha dado la
132
gracia, para hacerla crecer, ¡a todos la voluntad de amar! Y el pan de cada
día, del cuerpo y del alma. ¡A todos la vida para la grande Vida eterna!
"Immi, el pajarito está en su nido y está con su immi. ¡Escucha: ahora
cantan juntos!"
"Señora, el Rabí amaba todo y a todos, y a nosotros nos ha enseñado el
amor"
"Johanan, ¡Jesús es el Amor hecho de amor!"
"Señora, no nos ha dejado, lo siento junto a mí y ¡siento su mirada so-
bre mí!"
11 de Mayo de 1982
99. [48]- Y no creen que yo pueda mostrarme a criaturas simples.
En Fátima he hablado también para estos tiempos, la verdad no agrada
y la esconden. Vosotros veréis suceder lo que he dicho, vosotros rogad con
oraciones, obras, acciones y todos vuestros sentimientos. Yo he dicho: "Si
el mundo no mejora..." ¡Está en vosotros mejorar! He aparecido en Fátima,
en Lourdes, en La Salette, en Montichiari, en Garabandal y, también en
Roma y en otros lugares.
No es Dogma, Yo, Myriam, no impongo nada de eso, ¡pero he apareci-
do! ¿Por qué no puedo mostrarme, si he podido llevar a Jesús en el corazón
y ofrecéroslo?
En aquel tiempo, cuando esperaba su nacimiento, preparaba los lienzos
para Su cuna y sus pequeños vestiditos. La cuna de madera, hecha por
José, tenía hermosísimos grabados, estábamos llenos de temor, de emoción
y también de estupor.
¿Y no creen que Yo pueda mostrarme a criaturas simples? Asombra, es
cierto, pero a Mí todo esto me parece normal: vengo a miraros, os hablo y
ahora relato tantos episodios simples de mi vida...
Y entonces preparaba los lienzos para Jesús y pensaba: "¿cómo será es-
te niño? ¿Y a quién podrá parecerse?..."
Hoy Fátima está llena de gente, muchos piensan en Mí, oran, existen
todavía criaturas simples, de fe pura, aunque a veces parece superstición.
¡Yo escucho las plegarias y las ofrezco a Dios!
133
"Ya no tienen vino...". "Ya no tienen fe..." "¡Viven en un tiempo difícil
y no te conocen Hijo mío...!".
Cuando Jesús era pequeño lo miraba dormir en aquella cuna, que a Mí
me gustaba tanto, pero me gustaba más hacer cuna de mis brazos y sentir
aquella tibieza y aquel perfume de niño... Cuando crecía y comenzaba a
hablar, ¡Lo escuchaba con alegría!... Todas nosotras somos así... Y la ma-
ternidad en el dolor es el sufrimiento más grande, solamente quién lo ha
probado, puede saber. ¡Es el dolor profundo que se esconde en el alma!
En el Reino se nos libera del dolor, ¡en el Reino nos reencontramos!
Sin embargo, el dolor es dolor, aunque tenga la más alta recompensa. La
cuna se mecía, Jesús estaba todavía despierto y tenía pocos meses, me
miró y me dijo: "¡Immi!". Fui muy feliz, lo decía por primera vez: "José,
¡Jesús ha dicho Immi!"
Recuerdo que Johanan me decía mucho después:
"¡Señora, cuando Jesús hablaba, todos nosotros Le escuchábamos y
estábamos encantados de Su voz, y de lo que decía!"
13 de Mayo de 1982
100. [49]- El que sea más probado, entrará antes en el Reino.
"¡Immi, el jardín está todo florecido! Immi, hoy se ve bien la primave-
ra. Madre miraré en lo profundo del corazón humano y encontraré siempre
un pequeño tesoro escondido..."
¡La Misericordia de Dios! Encontrar lo bueno también en las almas de
los peores... Cuando Jesús os ha dicho que os améis los unos a los otros,
también quería decir esto: ¡buscad el bien también entre el mal y buscad
comprenderos uno a otro! Toda la humanidad tiene necesidad de amor y
todos deberían dar este amor... Deberían.... "¡Immi, el jardín está todo flo-
recido!"
"Madre, existen los pecadores, ¡pero también existen los Santos!"
Siempre los hubo, en cada tiempo, han tenido una vida difícil y han sido
un ejemplo. Los Santos son los héroes de la fe, un heroísmo distinto del de
los mártires, un heroísmo hecho de tantas pequeñas y grandes cosas. Mu-
chos son santos sin saberlo, esta es una maravillosa forma de santidad. "¡El
134
jardín está todo florecido!". También en el Reino, Yo Myriam vivo en
medio de las flores del Paraíso: ¡las obras de los buenos, de los Santos! En
la tierra no puede haber justicia, por culpa de los hombres, y por las prue-
bas que Dios manda a quienes Él, Uno y Trino, sabe que están en el desig-
nio. A veces vemos a los menos dignos, a los más egoístas, vivir felices, o
al menos sin los grandes dolores de los justos, de los mejores. ¡Después
veréis la verdadera justicia en el Reino! Este mundo que ahora Yo cuido y
miro –pequeño mundo con respecto al Reino Infinito– es la prueba, y el
que sea más probado, entrará antes en el Reino. Dejemos entonces a los
menos justos, a los egoístas, que tengan aquí un poco más, algo mejor...
después, tendrán mucho trabajo para entrar, ¡y alguno no podrá nunca en-
trar! Por aquellos que están entre los peores, por los pecadores que no co-
nocéis, pero sabéis que existen, ¡orad siempre! Orar quiere decir tantas
cosas: ¡ofrecer un sacrificio por un alma, es siempre orar si se piensa en
Dios! Orar quiere decir elevar el alma en cualquier momento del día, o en
un breve despertar en la noche. "¡Immi, el jardín está todo florecido!"
"Madre, la verdadera y sentida plegaria de la humanidad tú la reco-
gerás como flores..."
Jesús, después de haber resucitado. y después de haber dejado su Espí-
ritu para consolar, fue al Padre, subiendo hacia la gloria, y regresó al Reino
de donde vino, ¡ya que en el Corazón del Padre, había siempre estado,
antes de hacerse hombre por la humanidad!
Yo permanecí esos años viviendo con Johanan, los otros apóstoles ven-
ían a menudo a vernos...
"Señora, ¡cuando estamos frente a Ti, sentimos aún más la presencia de
nuestro Rabí! ¡Lo sentimos tan vivo en medio de nosotros, que esta certeza
nos hace sentir alegres!"
"Simón, esta certeza hará felices a muchos, hará a muchos fuertes y se-
renos".
"Señora, el Rabí nos ha dicho que permanecerá con nosotros para con-
solarnos con Su Espíritu..."
"Johanan, el Espíritu es más fuerte que la materia, y en el tiempo, mu-
chos que llorarán criaturas amadas, como Yo ahora lloro a mi Jesús, sa-
biendo que ellos están con nosotros con el espíritu, en la separación apa-
rente, ¡estarán serenos! Ellos sabrán que el espíritu es más fuerte que la
materia y que el amor vence toda barrera. ¡Jesús nos ha amado tanto y su
amor está con nosotros y en nosotros!"
19 de Mayo de 1982
135
101. [50]- He visto y oído al Ángel y he escuchado claramente sus palabras.
¡Por más que los hombres piensen o estudien, no pueden entender las
cosas más grandes que ellos! ¡Así es con las cosas extraordinarias, que las
aceptan o no, según su sensibilidad y su fe! Yo he sido como vosotros,
pero con una gracia grandísima, enorme, maravillosa: ser la Madre de Dios
y con el dolor humano como vuestros dolores, con la felicidad de ahora
como vosotros, una mujer elegida en el designio divino.
Yo he aceptado todas las cosas por fe, por amor, y he aceptado mi mi-
sión porque estaba segura: he visto y oído al Angel y he escuchado clara-
mente sus palabras. Jesús hombre y Dios con dos naturalezas, la humana y
la divina, era como todos los hombres, pero como Dios, no pecó y era Dios
omnisciente; pero existiendo en Él dos naturalezas, se alternaban según lo
que Él debía hacer, ya que ciertamente era Dios, pero también instrumento
de sí mismo, puesto que es Dios de Dios, engendrado y con el Espíritu que
de Él al Padre procede, y del Padre a Él vuelve.
Y en el jardín de Nazaret, las rosas ya se han abierto:
"¡Immi, ven a ver qué bellas son tus rosas! ¿Cuáles prefieres Tú, las ro-
jas, las amarillas o aquella pequeña de color rosa? ¡Y miraré crecer a los
pequeños como ahora miro las flores! Como quisiera que nunca cayeran
aquellos pétalos tan dulces, así desearía que estos pequeños permanecieran
puros de espíritu, ¡querría que no fueran rozados por el pecado y por el mal
ejemplo!"
Era primavera y se sentía en el aire. De noche el jardín estaba perfu-
mado por la hierba. Y el amanecer era bellísimo en aquella estación, sin
embargo, ya desde entonces que no sabía cuándo habría de partir Jesús,
siempre los amaneceres producían en mi corazón un sentimiento de me-
lancolía. Nos levantábamos temprano, había trabajo en el huerto, en la
rosaleda, en casa, y para Jesús y para José el trabajo del taller.
Hacían de todo: arados, bancos, cunas, puertas... El trabajo del hombre
es siempre fatiga, ya sea trabajo mental o con los brazos, pero también es
satisfacción, y el hombre debe dar siempre más importancia al espíritu que
a la materia, entonces lo que es material se hará más liviano. Jesús trabaja-
ba con gusto, a los dieciséis años tenía ya las espaldas fuertes, y era esbelto
y fornido. Un día me sorprendí pensando:
"No he visto jamás una criatura más bella..." Criatura y Creador, ¡las
dos naturalezas de Jesús! En el Padre ha creado... y como hijo del hombre
ha sido criatura.
136
No debiendo pecar, no queriendo y no pudiendo, siendo Él Dios: ¡he
aquí Su perfección! ¡Las manos que repartían el pan de Vida eran manos
hermosísimas y parecían emanar luz! ¡La Luz del mundo que nadie podrá
ofuscar! ¡La Hostia y la Cruz triunfarán! ¡ No sido en vano ningún sacrifi-
cio, ninguna penitencia, ninguna ofrenda!
Son estos los verdaderos valores, ¡no las vanas cosas de la tierra!
"Las rosas se han abierto: ¡Qué hermoso está ahora nuestro jardín!"
"Me gusta mirar el corazón de los Santos y de los puros: ¡cuán bellos
son sus sentimientos!"
26 de Mayo de 1982
102. [51]- Nadie es profeta en su tierra.
Era una noche de este mes, en el jardín era intenso el perfume de rosas,
las estábamos regando y también de la tierra se desprendía un lindo perfu-
me... Jesús tenía veinte años y mientras Yo regaba las rosas, Él, pensativo,
vino del taller, donde había estado hasta aquel momento, para terminar un
trabajo y me dijo:
"Immi, Tú sabes por qué Yo he venido. Y sabes entonces que un día
deberé dejarte para ir lejos..."
"Si habrás de dar el amor a todos, Hijo mío, ¿no podrás entonces co-
menzar por tu tierra, en este pueblo?"
"Immi, nadie es profeta en su tierra. Aquí me conocen como a un car-
pintero y saben que no he estudiado ni libros de ciencia, ni de otras co-
sas..."
Es verdad: ¡nadie es profeta en su tierra! Jesús no tuvo necesidad de
estudiar: como Dios, sabía todas las cosas pero además debía demostrar
que era Dios y no podía ser creído por los más cercanos, excepto por po-
quísimos de fe pura, y de espíritu puro.
"¡Después, todos me podrán reconocer si lo quisieren!..." "¡Si lo qui-
sieren!..." ¡Es la libertad dada a la humanidad! ¡Gran don y gran responsa-
bilidad! Y vosotros, que habláis de Jesús y lleváis delante Su Palabra nue-
va, pero antigua y eterna: también vosotros lo habéis comprendido: "¡Na-
137
die es profeta en su tierra!"42 El mundo que os rodea, no siempre, o más
aún, muy a menudo, no comprende la grandeza de lo que os sucede a voso-
tros y de lo que les pasa a ellos, aunque tengan conocimiento de ello. No
comprenden, aunque lo podrían comprender, porque son demasiado mate-
rialistas y las cosas de la tierra son todavía lo más importante a sus ojos,
velados por el materialismo y también por el egoísmo!
Las cosas de la tierra, que pasan, ¡son más tenidas en cuenta que aque-
llo otro que para el alma es alimento y crecimiento! Y vosotros entonces,
¡id a aquellos a los cuales Jesús os manda!
"¡Immi, Yo seré quien los envíe! A ellos les allanaré el sendero, les
pondré árboles que den sombra. A ellos les daré fuerza y paz, no riquezas
del mundo que los hacen materialistas, les daré un poco más de lo justo y
después, por lo que por Mí hayan hecho, ¡les daré las maravillas de mi
Reino!"
"Así me decía Jesús, entonces, cuando me hablaba de todos aquellos
que como vosotros dan testimonio de la Verdad, con amor, con sacrificios,
con arrojo y humildad".
"¡Lo sé, Immi, que tú querrás consolarlos!..."
Vosotros tendréis necesidad de ser consolados, de vosotros se espera
mucho, y a veces se os ignora: "¡Nadie es profeta en su patria!" Encontrar-
éis, como ya lo habéis encontrado muchas veces, corazones sinceros,
abiertos al bien, y estos corazones son la patria.
La patria es aquel que os está cercano, que os ama y comprende.
Todo el mundo debería ser patria, y el mundo está en guerra, y todavía
estará en guerra si la humanidad sigue cada vez más sofocada por el mate-
rialismo.
Si hubiera amor, la patria estaría dondequiera. Yo cocinaba con gusto,
ponía mi fantasía en los alimentos:
"¡Immi, has puesto una almendra en mi panecillo! Me gusta, es un re-
galo para Mí. ¡Gracias, Immi!"
27 de Mayo de 1982
42
Nueva alusión a la serie “LA PALABRA continúa en el signo de los tiempos” que ha
llegado al 7o volumen en el original italiano, en preparación del 8o, de los que ya está publi-
cado en España el volumen 1o en esta editorial.
138
103. [52]- Dicto este diario, al cual confío mis pensamientos y mis recuerdos.
"Immi, Yo veo el tiempo de los hombres... veo a todos los que en cada
tiempo vendrán..."
Así me dijo Jesús, tantas veces, y quedaba pensativo... ¡Ver el tiempo,
a los hombres y sus pecados! Y ver también su bondad. No todos son
egoístas, no todos son completamente malos. Y os veía a vosotros, que Le
habríais de amar:
"Immi, mi esperanza son aquellos que me amarán y que te amarán".
¡Con esta esperanza Jesús afrontó su Calvario! Pensando en el amor y
en la Redención. Yo, enviada por el Padre Celestial y por mi Jesús, vine a
mostrarme en la tierra en muchos sitios. Y continuaré viniendo. No son
imaginarias mis apariciones, son reales. Si existe, y existe el mundo sobre-
natural, pueden entonces por voluntad divina mostrarse aquellos que lo
habitan. Así penetra lo sobrenatural en la materia: un milagro, ya que no es
cosa normal.
Así es como ahora Yo, Myriam, dicto este diario. Mi pequeño diario,
hecho de recuerdos y de pensamientos y lleno de afecto por vosotros, a
quienes confío mis pensamientos y mis recuerdos. Mi vida en aquel tiem-
po, Yo, una muchacha, Yo una mujer como todas... "¿Por qué precisamen-
te a Mí se me apareció el ángel Gabriel? ¿Por qué he tenido el honor más
grande: el de ser Su Madre?"
Pensaba esto mientras estaba en el jardín, era mayo, mis rosas me en-
cantaban y entonces me olvidaba de mí misma y elevaba el pensamiento al
Creador: "Solamente un ser, que siente un inmenso amor por nosotros,
puede tener tales pensamientos... y regalarnos las flores, los colores, el
perfume, la alegría de verlas brotar y florecer... y la leve melancolía cuan-
do los pétalos caen..."
"Immi, los pétalos caen , vienen después otras flores y también los días
pasan y vienen otros días... Nada termina, todo vive y revive. Y la huma-
nidad pasa, viene otra humanidad y aquella pasada va a vivir más allá del
tiempo... Immi, nuestro Padre es eterno y regala a Sus criaturas Su eterni-
dad!".
No tengáis entonces melancolía por los pétalos de las flores o por el
pasar de los días; no tengáis desesperación por aquellos que os han dejado
en apariencia; ¡los volveréis a ver! Todo retorna, todo revive: el amor es
un sentimiento que no puede terminar, viene de Dios: ¡El Eterno!
139
Me había casi olvidado de la comida que debía preparar, y entonces
dejé mis pensamientos, corrí a la cocina, seguida por Jesús, que en aquel
tiempo, tenía diez años.
"Immi, ¿a dónde vas corriendo?" "Es tarde, debo preparar la comida
para papá José y para Nosotros".
Jesús me ayudó, extendió sobre la mesa un mantel blanco (como siem-
pre) y puso la vasija con las rosas para adornarlo, después los tres platos de
loza y casi se le cayó uno:
"Immi, ¡casi rompo el plato! Discúlpame, Immi, pero creo que todos
los niños de la tierra no han crecido jamás sin romper nada"... "¡Madre,
nadie está sin pecado y Yo tomaré sobre Mí sus pecados, Yo veo el tiem-
po, los hombres, sus pecados!".
4 de Junio de 1982
104. [53]- Yo era de sangre hebrea, la raza de la que vino el Hombre Dios.
Yo di a luz sin dolor, no habiendo tenido la mancha del pecado, y si los
primeros no hubieran cometido pecado todos hubieran venido a luz de
distinta manera. Ahora para poquísimas criaturas, por un designio, no hay
dolor en el parto. Madres que no tienen sufrimiento alguno al dar al mundo
el hijo. ¿Cómo será este hijo, y qué misión tendrá entonces esta madre? Es
entonces significativo no tener dolores en el parto, pero no siempre puede
significar, y solamente para un único hijo, dado a luz sin dolor y con un
designio, se obtendrán de este árbol–madre copiosos frutos, provenientes
de un dolor que, como el mío, traspasa el alma. Me parece hablar a Mar-
ía43, tu hermana, que tuvo, no obstante por un designio, ¡un distinto modo
de sufrir! No sois muchas en el mundo, sois pocas, auténticas y sinceras,
¡en medio de una selva de sectarios y de ilusos! Y os es necesario ser
siempre defendidas, y tener junto a vosotras a quien lo hace con amor y
siempre por un designio:
"Immi, han venido a visitarnos, ¡y lo que nos han pedido lo tendrán!".
43
Es María Valtorta. Poema del Hombre-Dios - 1 Volumen, página 36. renglón 22.
140
Aquel día vinisteis a nuestra casa, en Loreto, ¡y nosotros no olvidamos
lo que nos habéis pedido y que lleváis tanto en el corazón! Era de sangre
hebrea, la raza de la cual vino al mundo el Hombre–Dios. ¡Y sin embargo
fueron los Hebreos los que lo crucificaron!
"Madre, nadie es profeta en su patria..."
Y sin embargo, también los apóstoles eran hebreos. Para ellos Jesús
fue como es en realidad: ¡Dios y su Rabí!
"Señora, lo que el Rabí me decía entraba en mi corazón y me hacía me-
jor..."
Así me decía el pequeño Johanan, cuando vivía conmigo, ¡después del
tiempo del dolor! Hablar de Jesús era como tenerlo todavía con nosotros,
pero tú comprendes: ¡el no verlo era igualmente dolor!
"Señora, Él está con nosotros, nos ha dicho que su espíritu nunca nos
dejaría..."
Y vivíamos en aquel recuerdo con dulzura y añoranza... Cuando me
adormecí, y después fui asunta, mientras mi cuerpo se transformaba en
cuerpo glorioso, Jesús vino a mi encuentro: ¡habría de estar para siempre
junto a Él, la felicidad que sentí y que siento, es indescriptible, pero será
también la vuestra, cuando os reunáis! ¡El tiempo anula el dolor y se olvi-
da, y el alma queda liberada!
"¡Immi, ven! ¡Está abierto para ti el Reino Celestial! Desde este Reino
mirarás al mundo y lo iluminarás con tu sonrisa". "Takiní, ¿recuerdas en
Caná, cuando te dije que ya no tenían vino? Hijo mío, ahora muchos no
tienen ya fe: ¡no tienen ya fe y tienen sed!..."
14 de Junio de 1982
105. [54]- Nuestros recuerdos y nuestros sentimientos vienen con nosotros.
También nosotros nos hemos mudado de Nazaret a Egipto y hemos vi-
vido en El Cairo44. La casa no era linda, nos sentíamos extranjeros y hab-
íamos hecho una verdadera fuga para llegar, ¡y un viaje fatigoso! Fue me-
44
Hay unas apariciones recientes de la Virgen en Egipto, en el "Rogel", distrito suburbano
de El Cairo, que se dice es el lugar donde vivió la Sagrada Familia en su exilio en Egipto.
141
jor el regreso, reencontrando nuestras pequeñas cosas y los vecinos. Y
vosotros tenéis también vuestras pequeñas cosas y tendréis los hermanos
cercanos, tendréis más espacio para los papeles, para los libros, que de-
berán ser muchos. Nosotros hemos pensado en vosotros. Yo, Myriam, he
recibido una justa petición, cuando habéis venido a visitarnos a casa: "Im-
mi, vienen a vernos!" Os esperamos también ahora y cada vez que vengáis,
Yo prepararé los panecillos calientes para vosotros: ¡amor, milagros! ¡Pa-
necillos a la miel!
Cuando llegamos a Egipto, José encontró trabajo enseguida, tuvo un
encargo para hacer seis arados. Fue la Providencia que nos ayudó, ya que
nosotros estábamos seguros de esta ayuda.
"Immi, ¿dónde está la rosaleda?"
Jesús era muy pequeño, pero se expresaba bien. Planté otras rosas y
crecieron, cuando las miraba pensaba en las de Nazaret... Nuestros recuer-
dos y nuestros sentimientos vienen con nosotros.
A veces, está bien cambiar, si se cambia para mejor. Vosotros estáis en
el designio del Padre Celestial, en el corazón de Jesús, y todo lo que suce-
de es por un designio.
"¡Daré siempre lo justo a aquellos que sean conducto de la tierra al cie-
lo! Después de haberlos probado con el dolor, espiritualizados con el do-
lor, he aquí: entonces los usaré como instrumentos y los haré aptos para ser
mi voz, mis manos, mi Pensamiento..."
Así me dijo una vez Jesús. Yo entonces no comprendí, ¡ahora sí!
Estábamos en el huerto: Jesús estaba inclinado para recoger la lechuga
y tenía en una mano un pequeño cesto. ¡La vida de cada día y la grande
vida del Hombre–Dios!
La tierra estaba perfumada, el aire suave, las rosas se habían abierto. A
veces, vosotros perdéis el ánimo, vosotros hombres, todos... Y entonces
sois como aquel que teme ahogarse y hace gestos... ¡Nadad serenos sobre
el agua, que es la vida! ¡Con la fe verdadera podríais incluso caminar sobre
el agua! La fe verdadera es para vivir en el Reino, cierto, ¡pero también es
para vivir en la tierra serenos! ¡También con el dolor en el alma, que se
puede entonces soportar, sabiendo que es un don para los elegidos!
"Immi, cuando hable al mundo, llamaré ‘Bienaventurados’ a los elegi-
dos por el dolor, porque sé el don que es. Mis pensamientos no son los
pensamientos de la humanidad, sino que, ¡son pensamientos del Dios de
Dios!"
17 de Junio de 1982
142
106. [146]- Para las Oblatas de Nazaret.
Sean vuestras almas siempre tan blancas como los vestidos que ahora
lleváis.
¡Hijas mías, mis golondrinas! ¡Todo lo que Yo Myriam, os pido por
Mi Hijo, es amor! Por eso os pido bondad y pureza: ¡es vuestra fuerza, que
os mantiene en gracia para dar, para renunciar y para trabajar! La vida
terrena es como un puente, hay que sacrificarse y esforzarse para atrave-
sarlo.
En aquel tiempo estaba con mi Jesús en la casa de Nazaret y hablába-
mos de todo esto: ¡y también de vosotros!
"Immi, en el tiempo vendrán criaturas que sabrán dedicarse a los her-
manos con amor y paciencia!"
"Hijo Mío, ¡es necesario estar siempre listos para darse a los herma-
nos! Hijo Mío, es necesario entonces estar siempre listos para dar sin espe-
rar recibir nada, es necesario no esperar gratitud, sino obrar por amor,
¡verdaderamente por amor!"45
"Immi, te darán a Ti y a Mí este amor: ¡y en Nosotros amarán a los
hermanos!"
El tiempo ha pasado, han pasado siglos y vosotras, pequeñas golondri-
nas, ¡habéis venido a amar al mundo en Nosotros! El mundo tiene necesi-
dad de amor, de dulzura, de caridad.
Por este amor, por esta dulzura y por esta caridad muchas almas se sal-
varán: ¡son las almas enfermas que serán curadas a través del amor. ¡Mi
Hijo ha curado tantas almas con su amor verdadero y profundo! Vosotras,
pequeñas golondrinas, tenéis este deber y es un deber grandísimo. Cuando
un alma se salva, cuando se cura y se sana: he ahí el Paraíso, el Reino ma-
ravilloso prometido, ¡y grande es la alegría, que agrega aún más alegría!
Jesús cuida a las almas: ¡para Jesús cada alma es un mundo precioso! Una
sola criatura, la más olvidada, la más miserable a los ojos del mundo, es
preciosa: ¡es preciosa para Mi Hijo y para Mí!
Hablábamos también de vosotros en aquel tiempo, en nuestro pequeño
jardín: las rosas estaban perfumadas, era primavera... ¡los recuerdos! ¡Los
recuerdos de aquel tiempo! No obstante me parece cercano algunas veces y
revivo con el pensamiento aquellos días, aquellas horas, ¡ahora que hace
tiempo que salí del tiempo y he entrado en el sueño realidad! Realidad para
nosotros, sueños para aquellos que esperan. Y ahora os digo una vez más:
45
Se está refiriendo a las hermanas y al tiempo al Sacerdote.
143
¡que sean siempre blancas vuestras almas, como vuestro atuendo que ahora
lleváis puesto! ¡Es el auspicio más maternal y amoroso para ti, para voso-
tras, con mi corazón de Madre!
Ponte Galaria, 1 de Julio de 1982
107. [55]- Los hombres no comprenden nunca los designios, trazados para
ellos por manos divinas.
Cuando regresamos de Egipto a Nazaret, ¡para mí fue una alegría!
Los hombres no comprenden nunca los designios trazados para ellos
por manos divinas:
"Immi, esas criaturas vendrán en el tiempo hacia el fin de mil nove-
cientos, casi en el dos mil, y será un tiempo en que los corazones estarán
vacíos y la fe no será profunda. Ellos son los que colmarán los corazones
de muchos y Yo los ayudaré, aunque primero les habré dado la prueba más
dura... Immi, los veo ya, están en medio de muchos otros, ¡parecen como
los otros!... ¡Su alma tiene más luz, ya que es Mi luz, que la darán al mun-
do!"
¡Y en la pequeña casa Jesús me hablaba de vosotros! De ti que habrías
de sufrir mi dolor, aunque en modo distinto, y que no habrías de tener el
dolor del parto: ¡una señal!
Y tú, que habrías de pasar por guerras y peligros y después habrías de-
fendido a Mi Jesús: ved: los peligros y la salvación, ¡tú que has salvado
muchas vidas!46 En aquel tiempo, cuando Jesús me hablaba de aquellos
que habrían de venir, también de vosotros, Yo, Myriam, ya sentía afecto
por vosotros trataba de daros un rostro que en el tiempo habría de recono-
cer.
Un día Jesús me hizo un regalo: un jarrón de madera para las flores. La
madera es porosa y deja filtrar el agua, pero aquella madera no; ¡el jarrón
había sido hecho por Jesús con tanto amor! Así Jesús, si vosotros tenéis fe
46
En esta parte, la Virgen María se dirige a Luigi, marido de Giuliana que, en la Segunda
Guerra mundial ocupaba una alta graduación en el ejército italiano.
144
verdadera en Él, hace milagros para vosotros, también en vuestros tiempos.
"¡Talitá!"47
Y también esto os ha dicho: ¡levantaos y preparaos para una nueva ca-
sa, y los nuevos días para las almas de los hermanos! ¡Y Yo, ya desde en-
tonces sabía de vosotros y de otros que habrían de continuar la Redención!
Continuar la Redención es ser las manos, los pies, la voz de Jesús. ¡Siem-
pre con dolor en el corazón, pero serenos en el alma! ¡Siempre con la espe-
ranza de la felicidad futura! En nuestra casa me gustaba tener todo en or-
den, no para Mí solamente, sino sobre todo para Jesús y para José.
"Jesús debe crecer como hombre... Jesús es Dios de Dios..."
Sentimientos contrapuestos en Mí. Lo hubiera querido adorar en silen-
cio y en cambio le enseñaba a escribir...
"¡Immi!" "¡Es Dios y me llama Madre!"
Las cosas grandes parecen imposibles, ¡son demasiado grandes para
nosotros! ¡Increíbles entonces!
Tú lo comprendes, tú y tú que vivís cosas grandes y que a menudo os
parecen normales... ¡Vosotros estáis envueltos en luz, y a menudo lo olvid-
áis¡ Y Jesús os ha hecho encontrar y os ha hecho amar entre vosotros, ¡por
un designio suyo!48
2 de Julio de 1982
108. [56]- La riqueza de los buenos y de los santos es la espiritualidad.
Cuando Jesús vino a Nazaret a predicar, muchos no lo escucharon
y otros quedaron asombrados.
"Immi, nadie es profeta en su patria... Yo para muchos soy desconoci-
do como Dios, e ignorado como. hombre..."
Jesús, como Dios, conocía a la humanidad, por esto Su Misericordia, y
como Dios, sabía que cada criatura es distinta de otra. .. Él ha estado siem-
pre en el Padre, y en el Padre Creador, Él es Creador...
47
Cf. Mc 5,41
El dictado es sorprendente por la referencia explícita a la vida y a la circunstancia dolo-
rosa que en la segunda mitad del siglo XX ha llevado el don del Carisma para Giuliana y a
la proliferación de las Voces Celestes para la divulgación del Verbo divino
145
48
Sin embargo, era mi muchacho, mi niño, mi joven–hombre: mi hijo e
hijo de Dios, conocido en el pueblo como Jesús el carpintero, hijo de José,
que le había enseñado el oficio. ¡Y así tenía que ser! Dios, para encarnarse
y hacerse Palabra, me ha elegido a Mí como Madre, ha elegido aquel tiem-
po y a aquel pequeño y pobre mundo. La riqueza interior no tiene necesi-
dad de la riqueza exterior. La riqueza de los buenos y de los santos es la
espiritualidad, es la riqueza, que da al alma los buenos sentimientos, los
ojos del espíritu, ¡y entonces encuentran por doquier belleza y amor!
Cuando regresamos a Nazaret, fuimos felices, pero los primeros días
me fatigué un poco en poner a punto la casa, limpiarla, reordenarla. Me di
cuenta entonces de que las cosas, aunque sean pocas, a veces acarrean
fatiga:
"No debes mirarlas sino como cosas... Immi, todo lo que es materia,
ata..."
Jesús me dijo estas palabras y era muy pequeño.
"Sí ¡Todo lo que es materia aprisiona!"
Cierto, vosotros vivís en la materia, ¡pero si miráis hacia el cielo, os
sentiréis libres! En la tierra están las pruebas y las fatigas, y a veces alguna
alegría y la serenidad. En vosotros está, en vuestra libertad, el considerar
las cosas de la vida.
Del taller venía el olor de la madera, José le enseñaba a Jesús a traba-
jar... ¡Oía sus voces ¡La voz grave de José, la voz juvenil de Jesús! La voz
de Jesús: ésa que tú escuchas y que a veces no te han creído, y otras veces
no comprenden la grandeza del don que has recibido.
"¡Immi, nadie es profeta en su patria!"
¡El mundo a veces busca la profecía, busca respuestas a las cosas de la
materia... ¡El mundo no piensa más que raramente en el espíritu! ¡Existen
aquellos que comprenden, aman y piensan!
¡Para ellos estas palabras, como para vosotros que comprendéis!
6 de Julio de 1982
146
109. [147]- Donde Yo he aparecido, allí reina la fe.
¡Os agradezco, queridos, por haber venido con amor a Mí!
Cuando el alma nos habla a nosotros con amor, Nosotros os escucha-
mos, porque el amor que nos dais, siempre os será devuelto. Vosotros dais
amor humano, ¡Jesús os devuelve amor divino!
Yo me aparecí a Bernardita, también por todos vosotros. Cada apari-
ción es para aumentar la fe, y en el silencio de vuestra alma, vosotros en-
tonces sentís crecer a esta fe, y os sentís más seguros, más serenos. ¡Es
nuestro amor, nuestra voz! En Lourdes fueron muchos los milagros para el
espíritu: los milagros más importantes. El espíritu es aquello que es más
vuestro, es lo más precioso. Vosotros viviréis en el espíritu y crearéis así
en vosotros vuestra vida, ¡el premio merecido!
En aquel tiempo cuando aparecí a Bernardita49, veía a todos aquellos
que habrían de pensar en Mí y me habrían de amar. ¡Amar con ternura, con
amor filial! Os he ofrecido los panes a la miel, que acostumbraba ofrecer a
los huéspedes que venían a la Casa de Nazaret. Ahora mi casa es el mun-
do, y los corazones de aquellos que me aman y aman a Jesús.50
"Immi, en el tiempo te conocerán y te amarán..."
Jesús era pequeño cuando me dijo estas palabras, que Yo entonces no
comprendí bien. Estábamos en el huerto y recogíamos la verdura. ¡Las
cosas de cada día, de toda vida! La vida en aquel tiempo, la vida humana
de Jesús en la casa de la vida.
En el tiempo volveré a aparecerme, y como ahora, para vosotros será
una visión interior: ahora vosotros miráis mi rostro, me sentís y sentís mi
amor. ¡Donde Yo he aparecido, allí reina la fe! Como una luz, como un
rayo de sol que calienta, como una viva fuente de agua límpida, vuestra fe,
mi amor. Vuestro amor que me atrae y me llama junto a vosotros, que pas-
áis por la tierra: "Immi, donde aparezcas, muchos vendrán a invocarte".
Aún no comprendía, pero sabía que lo que Jesús decía era Verdad.
"Hijo, a todos aquellos que me amarán, Yo los amaré con amor verda-
dero y profundo".
7 de Julio de 1982
49
Alusión a las apariciones de Lourdes.
El mensaje fue recibido durante una visita de Giuliana y sus acompañantes a Loreto
donde está una parte, llevada por los Ángeles, de la casa de Nazaret de la Virgen María,.
147
50
110. [57]- Los milagros, aunque puedan parecer para la materia, son siempre
para el espíritu.
"¡Immi, Tu me ruegas y Yo los ayudo!..."
En Caná, miré a Mi Hijo y Le supliqué... En esos momentos pensaba
también en vosotros y en toda la humanidad de todos los tiempos..
"Hijo, ya no tienen vino..."
¡Los milagros de Jesús son milagros para el espíritu, también aquellos
que podían parecer para la materia! ¡Cuántos milagros en el tiempo!
¡Cuántas almas curadas!
Cuando Jesús era un niño, tenía entonces ocho años, un día me dijo:.
"Immi, ¡quisiera que todos fueran felices". Él quería decir: felices en la
eternidad. Yo entonces no comprendí. La eterna felicidad que vosotros, los
buenos, conoceréis, es algo maravilloso, ¡sacia al alma y deja escuchar en
sí misma melodías bellísimas! Y aquellos que creen, viven tranquilos en la
tierra y emanan paz y serenidad: ¡vibraciones del alma!
Hacía calor, entonces era verano, estábamos sentados en el pequeño
jardín, iluminados por la luna... "¡Cuántos veranos del mundo! ¡Cuántos
hombres pasarán por la tierra, Immi, y te amarán!..."
Así me dijo Jesús y no comprendí bien entonces... Y en el tiempo mu-
chos me han amado, y muchos me aman con afecto filial, ¡y a veces con
gran amor! No hay solamente egoísmo en la tierra, escondida está también
la bondad, escondido está el amor. Y vosotros amad cada vez más y recor-
dad: ¡quién es amado, ama!
En aquel tiempo, la vida era tal vez más tranquila. Gozábamos con las
pequeñas cosas. Yo, Myriam, me alegraba de una flor y gozaba de una
sonrisa de Jesús: pero esto era algo inmenso, ¡la sonrisa de Dios!
Y cuando vosotros dais amor, ayudáis a los hermanos, os sacrificáis o
renunciáis por el bien del otro, ¡entonces también a vosotros Dios os sonr-
íe! ¡Os sonríe a través del rostro de Jesús!
"Immi, ¡sonreiré siempre al amor que será ofrecido!"
Es así, hijos queridos, ¡Jesús os sonreirá siempre!
Una sonrisa para cada gesto de amor, un consuelo para cada lágrima,
¡un pensamiento para cada uno de vuestros pensamientos en Él!
¡Jesús está siempre con vosotros! Conmigo en el jardín de Nazaret, con
vosotros, en los jardines de vuestras almas. Las almas buenas son siempre
jardines floridos.
Nuestro jardín, una noche de verano, estaba iluminado por la luna:
148
"Immi, muchos nos amarán. En el mundo habrá también mucha bon-
dad escondida..."
19 de Julio de 1982
111. [148]- Vosotros estáis en un designio de amor.
¡En la naturaleza se piensa y se medita mejor! Yo Myriam, pensaba y
meditaba en mi pequeño jardín.
Era un día de este mes y miraba mis rosales ya sin flores. ¡Cuando flo-
recían era para mi una fiesta! Pensaba en todas las rosas del mundo, en los
pensamientos, en las alegrías y en los dolores del mundo...
Jesús tenía en aquel tiempo seis años y sus dos naturalezas se alterna-
ban en Él, y así me decía cosas grandes, y cosas simples de niño.
"¿Cómo es posible? ¡Es Dios y soy Su madre..."
Siempre estaba asombrada de este enorme don, siempre agradecía al
Cielo y pronunciaba nuevamente mi "Fiat". Sabía que habría de encontrar
el dolor, sabía, y no todo, pero en Mí había siempre grande felicidad, alter-
nada con grandes temores, y al mismo tiempo el asombro era grande: "¡Es
Dios y es mi Hijo!" ¿Quién era Yo para haber sido elegida? ¿Y por qué
Dios elige?
Dios elige por amor a los que elige, y a aquellos que están en Su
propósito y el de ellos. A vosotros, que estáis todos en un propósito (un
designio de amor), vosotros, que sois límpidos, ahora Yo me dirijo a voso-
tros y os nombro en mi corazón y en mis labios, por un don y una sonrisa
de Jesús: Erminia, Clementina y tus hijos, tu puro Eduardo, y su Cristófo-
ro, acompañado siempre por una luminosa sombra: ¡Alberto!
¡Vosotros estáis en un designio de amor, ya que sabéis extender el
amor!
¡Las luces del mundo! ¡Por esto me manda Jesús bendeciros en Su
nombre! Bendecir vuestra alma y dar esperanza a vuestro camino!
Y aquí entre la naturaleza y los árboles, mirando estos rosales sin flo-
res, recuerdo mis rosas de Nazaret...
Jesús, entonces, tenía seis años y me dijo:
149
"Immi. Yo conozco el tiempo y el futuro, los hombres que vendrán y el
amor que darán a los hermanos... Un día te mandaré, por una gracia, a
bendecir criaturas con pureza de alma, en un bosque, en una casa, en don-
de vive el amor recíproco y para los hermanos. No existen ahora, vendrán
en un tiempo lejano..
¡Jesús es Dios y como Dios, también niño, sabía y conocía el futuro y
también a vosotros desde siempre!
Piani d'Arcinazzo, 27 de Julio de 1982
112. [58]- Observar la naturaleza es mirar a Dios.
En aquel tiempo, nuestro tiempo, me gustaba ir con Jesús por los pe-
queños senderos, por los prados y juntos observábamos cada cosa: una flor
pequeñísima, una plantita...
En nuestra tierra nunca vi frambuesas... ¡Observar la naturaleza es mi-
rar a Dios!
Jesús era pequeño entonces, un niño hermosísimo (y Yo, Myriam, su
madre, lo habría visto hermosísimo aunque no lo hubiera sido: es el amor
el que hace ver la belleza en todas partes). Jesús un niño bellísimo, pero
que podía parecer como los otros... ¡El Hombre–Dios!
"Immi, no pienses en Mí, como si fuera distinto de los demás niños!
¡Immi, soy tu niño y tu Jesús y tengo necesidad de Ti"
¡Dios tenía necesidad de mí! Algo grandioso, increíble... No, ¡Dios tie-
ne necesidad de los hombres, para ayudar a los hombres! o mejor, se sirve
de los hombres para los otros hombres:
"Immi, les pediré a ellos que me ayuden a redimir al mundo... Ellos
vendrán en el tiempo, serán probados por un designio, y con estas pruebas,
ayudarán por Mí a los hermanos..."
Estábamos en un pequeño sendero, un poco herboso (nuestra tierra era
árida): a los costados había unas plantitas y Jesús recogió una con la raíz y
la transplantó a nuestro jardín:
"¡Immi, también los hombres, si son trasplantados en la forma correcta,
crecen, prosperan y dan frutos..."
"No comprendo, Takiní..."
150
"Si alimentas bien las raíces, crece la planta, aunque esté trasplantada.
lo mismo es para la humanidad: ¡amor y buenos ejemplos!"
Y estas palabras son también para vosotros: recoged las plantas que
dan frutos, transplantadlas en vuestro jardín y cuidadlas con amor, ¡darán
hojas y frutos! ¡Salvad almas! Ahora os dejo, pero antes de regresar al
Reino, aunque al mismo tiempo estoy siempre en el Reino, miro estos
montes, esta naturaleza...
Aparezco ahora, para vosotros, a los ojos de vuestro espíritu: vosotros
que me amáis, ¡me habéis visto donde Yo no estaba51 El amor muestra la
belleza donde no la hay. Alegría y paz vienen entonces de esta belleza. El
amor es también, y sobre todo, trasplantar una plantita: ¡o sea, salvar un
alma!
Campo Felice, 9 de Agosto de 1982
113. [59]- He venido a Roma, a aparecerme entre los eucaliptos.
En aquel tiempo, un día, Jesús me dijo que en una calle de Roma habr-
ía de dejar las huellas de sus pies. Yo no comprendí, como aquella otra
vez, que me dijo que nuestra casa habría de volar. No comprendía y podía
también pensar que éstos fueran sólo sueños de niño; ¡en aquel tiempo
Jesús tenía ocho años!
"¡...y no pensarán los hombres que mis huellas van a significar que me
tienen que seguir!"
Ciertamente, los hombres no siguen siempre a Jesús, porque seguirlo
es ir por el camino del sacrificio, es amar siempre, y siempre compadecer,
soportar, perdonar... No obstante es el camino correcto, el que lleva a la
felicidad. Era verano en este recuerdo mío, habíamos trabajado en el huer-
to, Jesús, José y Yo, estábamos sudando y teníamos mucha sed. Bebimos
entonces un poco de leche, un jarro:
"¡La leche es agua blanca, Immi"
51
Volviendo de El Aguila sobre el camino que conduce a Casamaina, se ve sobre un mato-
rral a un tronco de árbol, que parece una estatuilla de la Virgen con Jesús en brazos.
151
Jesús tenía de niño mucha fantasía, así que a veces, cuando decía gran-
des verdades, yo pensaba aun en su fantasía!
"¡Roma está muy lejos Takiní!"
"Immi, Roma tendrá en su corazón grandes cosas. También Tú, Immi,
irás a Roma..."
Y Yo, Myriam, vengo a Roma ahora, a ti, a hablarte de aquel tiempo, a
traerte confianza y esperanza, para hacerme conocer mejor, ¡y he venido a
Roma a aparecerme entre los eucaliptos! Jesús dejó sus huellas sobre una
piedra de una vía romana. Los pies de Jesús, lanzados: ¡los pies de un
hombre alto! ¡El Hombre–Dios!52
Frente a esas huellas muchos piensan en algo esculpido, y en una le-
yenda. La Verdad parece siempre leyenda, así también Dios, que nace de
una mujer y vive y crece en una pequeña casa.
"Soy feliz, Immi, hoy es día de mercado. Preparo la canasta, has dicho
que se necesitan cebollas y hace falta harina..."
Pequeñas cosas de cada día: ¡vida de aquel día! ¡He gustado y sufrido
cada hora junto a mi Hijo! ¡El Hijo de Dios!
"Immi, tendrás muchas casas en el mundo. Serás venerada por doquier
y amada, ¡y allá habrá una casa tuya! ¡Tendrás una casa en Roma, cercana
a donde dejé mis huellas!"
"¿Quo vadis, Domine?"
"Voy al encuentro de aquellos que me aman... ¡Ellos siguen mis hue-
llas!
Yo les abro mi corazón, mis brazos, ¡doy aún palabras de vida eterna al
mundo, a través de manos y voces!
Voy hacia Roma, ¡para dejar una vez más mis huellas!"
31 de Agosto de 1982
52
Las huellas de Jesús se ven todavía sobre una piedra que adoquinaba la Antigua Vía
Apia, cerca de la Iglesia del "Quo Vadis", punto de encuentro de Jesús Resucitado con San
Pedro, huyendo de Roma ("¿Adónde vas, Señor?").
152
114. [60] – Para comprender el dolor hay que vivirlo.
Cuando íbamos hacia Egipto, encontramos tres ladrones, pero no nos
robaron nada, aunque teníamos algunas pocas cosas, que a ellos les podían
servir, porque uno de ellos convenció a los otros: "Son pobres, tal vez de-
ben ir lejos, y entonces, ¿por qué quitarles las pocas cosas?"
Ese hombre era en verdad un ladrón, por una de esas tantas, circuns-
tancias de la vida, pero también tenía en si mismo bondad. Después conti-
nuó siendo un ladrón, siempre llevado por esas circunstancias de su vida, y
fue crucificado junto a Jesús. Tal vez recordó aquel episodio, tal vez nos
reconoció. Ciertamente estaba arrepentido.
Bajó la Cruz, Yo, Myriam, he sufrido lo insufrible, bajo la Cruz he
comprendido el dolor de todos aquellos que pierden una criatura amada.
Para comprender el dolor hay que vivirlo. Yo tenía la certeza de volver
a ver a mi Jesús y vosotros tened la certeza de volver a ver a vuestros seres
queridos. Y tendréis entonces la paz y la esperanza aun en la nostalgia. La
nostalgia es un sentimiento de tristeza y de ternura que hace revivir tantas
horas bellas, que no vuelven. Las horas no regresan jamás, pero, en la eter-
nidad que nos llegará, todo se puede revivir, así como las horas felices.
En aquel tiempo, un día Jesús, tenía entonces siete años, hablando de
vosotros, como Dios, me dijo:
"¡Immi, veo el tiempo y a aquellos que vendrán! A ellos les envío ya
desde ahora mi amor, y, en el tiempo, gozarán de este amor, les mandaré
mi luz y vivirán entonces serenos, en un mundo oscuro, ¡porque tendrán
fe!"
"Hijo mío, ¿y aquellos que no tendrán fe?"
"Immi, ¡serán aquellos que me producirán dolor y martirio!"
No comprendí, pero mi corazón tembló, recordé entonces las palabras
de Gabriel: "¡La sombra de una Cruz pesará sobre tu vida!"
¡La sombra de la Cruz! Cada vida una Cruz, pesada o liviana... Jesús
os ha prometido su Reino y vosotros, que tenéis fe, permaneced entonces
serenos, ya que esperáis la vida del mundo que vendrá: el Reino de Jesús.
Vivir en ese Reino es maravilloso y Yo pienso entonces en vosotros con
alegría, porque gozaréis de esta maravilla. Jesús, después de aquellas pala-
bras, se puso a jugar como un niño cualquiera. Nosotros lo criábamos co-
mo un niño más:
"Debes comer todo, no dejes nada en tu taza...". "¡Lo sé, Immi, todo
alimento es un don de gracia!"
153
El jardín estaba desnudo, porque era invierno, teníamos el fuego en-
cendido... Me vuelvo a encontrar en aquella pequeña casa y vuelvo a sentir
el perfume de la madera y el calor de la llama.
"Cada cosa es don y es gracia".
Sin embargo, los hombres no piensan en esto, todo se les debe a ellos.
Por gracia existís vosotros, que habéis comprendido la Verdad. ¡La Ver-
dad! ¡Es luz y es Vida! Así vosotros estad conformes con lo que tenéis:
pobres de espíritu y serenos, ya que confiáis y esperáis la vida del mundo
que vendrá.
Jesús, de muchacho y después de hombre, tenía unos pies perfectos: ¡la
huella de aquellos pies!
"¿Quo vadis, Domine?"
Y Simón, cuando lo encontró en aquel camino, cercano a vuestra casa,
quedó atónito... ¿Y si vosotros lo pudierais encontrar? Siempre lo podéis
encontrar:
"¿Señor, adónde vas?"
"¡Vengo a tu encuentro, con los brazos abiertos!"
15 de Septiembre de 1986
115. [61]- Bienaventurados que lloran, aunque no comprendan el don del
dolor.
Cada santuario tiene una historia mía. He descendido tantas veces para
aparecerme a las criaturas. Yo también. Myriam de Nazaret, soy una cria-
tura, y por esto comprendo vuestros dolores, vuestros pensamientos, vues-
tras pasiones. He vivido las pequeñas y las grandes cosas. He cocinado, he
tejido linos, he limpiado la pequeña casa, ¡y he criado a Jesús! En aquel
tiempo, era como sois vosotros, aunque elegida para dar al mundo al Re-
dentor, aun cuando desde la Anunciación ya sabía mi deber, no obstante,
era siempre una criatura con temores, alegrías, dolores. ¡El gran dolor de la
Cruz!
Sabía que Jesús habría de resucitar, pero sufrí al verlo sufrir. Así voso-
tros, en vuestros dolores, sabed que después pasarán, que en el Reino serán
olvidados. Pero el dolor, dolor es, porque es un don de Dios para el alma,
154
para que crezca en lo alto y alcance las metas más altas de la espirituali-
dad. Bajo la Cruz sufría por cada herida de Jesús, cada espina de Su corona
penetraba en mi cabeza... Así también vosotros sufrís más por quienes
amáis que por vosotros mismos. Esto es amor, como también amar es per-
donar.
Jesús tenía dieciocho años cuando José nos dejó. Jesús lloró conmigo,
aun conociendo todo, como hombre debía sufrir los dolores de los hom-
bres.
También vosotros lloráis a las criaturas que amáis, continuad amándo-
las, ellas desde el Reino os aman. No cortéis el hilo del amor, mantenedlo
de un mundo al otro. El amor no tiene límites, y no tiene tiempo y no tiene
espacio dónde poder amarrarlo. El amor es un sentimiento, tal vez miste-
rioso, viene de Dios, es Dios mismo quien lo crea, y Dios es misterioso
para vosotros. Si fuese comprensible, no sería Dios Yo escucho cada una
de vuestras súplicas y las llevo a Mi Hijo. El Padre y el Hijo son una sola
cosa, me escuchan y os escuchan. En la tierra, para combatir la nostalgia,
es necesario entonces mirar la nostalgia y el dolor ajeno.
Cuando Jesús me dejó para dejarse crucificar, y después para resucitar
e ir al Reino, me ocupé de Johanan, y sobretodo de la Iglesia de Jesús, y
así entonces también de vosotros. Así es como vosotros debéis hacer: ocu-
paros de aquellos que están cerca vosotros y de los otros: aquellos que os
necesitan. Así amando al mundo daréis amor a Jesús, que lo dará a vues-
tros seres queridos en el Reino, para aumentar aún más su felicidad eterna.
Cada santuario tiene una historia mía. Y también vuestro corazón pue-
de ser Mi santuario: tenedme en el corazón, aparezco en vuestro corazón:
soy vuestra mamá, la pequeña Myriam de Nazaret y soy la Virgen de Lore-
to, de Lourdes, de Montichiari... Soy Yo y ofrezco a Jesús vuestros pensa-
mientos y vuestras súplicas.
Un día, en aquel tiempo, Jesús me dijo:
"Immi, veo toda la humanidad y cada dolor de la humanidad... Bien-
aventurados los que lloran... ¡aunque no comprendan el don del dolor!"
19 de Septiembre de 1982
155
116. [62]- ¿Por qué hablar de dolor? Pensad en vuestra futura felicidad
En aquel tiempo Jesús, como Dios, os veía a todos vosotros de cada
tiempo: "Immi puedo ver la humanidad y sus almas..."
Me dijo entonces que los hombres eran todos similares a través del
tiempo, siempre están los buenos, y los otros; y según los tiempos, para los
otros los vicios y las maldades de esos tiempos. En todos los tiempos hubo
y habrá santos. Si la santidad se hubiese acabado, se habría acabado ya la
tierra.
¡La última tierra! Y otras tierras y otros mundos, no se detiene el amor
de Dios.
Bajo la Cruz he sufrido el dolor de cada madre, que llora el tormento
más grande. El dolor digno y mudo, soportado pacientemente, todo inte-
rior: ¡es el verdadero dolor!
"¡Madre, eres digna de tanto dolor, porque eres digna de tanto amor!"
Cuando Jesús me dijo estas palabras, Yo comprendí. Muchas cosas no
podía comprender entonces: aceptaba. Sabía del dolor, ¡me lo anunció
Gabriel!
Vosotros escucháis ahora también voces falsas, que os dicen cosas fal-
sas. Volved entonces a la Escritura y si os dicen otras cosas no creáis, y
poned en guardia a los hermanos. ¡Muchos sacerdotes arrastran almas al
abismo! Quisiera que fuese conocido por el mundo mi mensaje dado en
Fátima a la pequeña Lucía. Tal vez, muchos mejorarían, al menos por te-
mor. La humanidad tendrá siempre vicios y virtudes, bondad y odio,
egoísmo y caridad...
"Hijo Mío, tú puedes hacer mucho por la humanidad..."
"Puedo redimirla, cierto, pero es necesaria también la voluntad de cada
criatura, creada libre. Yo hablaré al mundo y haré milagros, daré así testi-
monio de mi divinidad, estaré siempre en medio de los hombres; pero
siempre habrá hombres que se dejarán fascinar por las cosas vanas, hom-
bres ávidos de fama y de dinero, egoístas y también malos, aún sabiendo
que lo son, ya que cada criatura tiene su conciencia..."
Así me decía Mi Hijo y así es, ¡hay hombres que traicionan y hay
hombres santos!
"Immi, dejaré mis huellas para que las sigan, dejaré palabras de vida
para que las vivan, dejaré mucho amor y a pesar de esto, en el mundo
habrá siempre hombres egoístas, malos, ávidos... Immi, veo a los otros y
soy feliz: miro a los pobres de espíritu, a los puros, a los más santos. Immi,
¡el mal no vencerá jamás! Veo las almas de los justos, sus corazones, veo
156
lágrimas que me son ofrecidas a Mí, para rescatar los pecados conmigo.
Veo dolores ofrecidos a Mí: plegarias elevadísimas. Veo a los pequeños,
veo a aquellos que saben que la tierra es un camino y vienen hacia lo alto,
veo también a aquellos que piensan que van a permanecer siempre en la
tierra gozando de sus vanos tesoros..."
Y la luna iluminaba el jardín y el maravilloso rostro de Jesús que, cier-
tamente, como Dios, veía Su Pasión; pero como Hijo, callaba, para no
darme ya el dolor que luego habría de padecer. ¿Para qué hablar de dolor?
Pensad en vuestra futura felicidad, buscad subir y subir con vuestra alma, y
cuando lleguéis a vivir en el Reino, unidos por el amor y para siempre
comprenderéis que por amor a vosotros, Dios os ha regalado las lágrimas.
24 de Septiembre de 1982
117. [63]- Sólo Dios consuela los dolores más grandes
Bajo la Cruz, con Jesús, estabais todos vosotros, que habéis participado
con vuestro dolor en Su dolor, en la carne y en el espíritu. Estabais allá, sin
saberlo, ¡pero Jesús os miraba a todos! El tiempo de Jesús, mi tiempo: la
casa de Nazaret y aquella historia nuestra que muchos creen que es una
fábula, porque en eso ha sido convertida, y que en cambio ¡es verdad!
Aquella Verdad que mi Hijo trajo al mundo, aquel ángel de nombre Ga-
briel, que me anunció mi deber difícil, maravilloso, capaz de exaltar y
doloroso: ¡realidad, realidad! Así como también mi virginidad, porque Yo,
Myriam, sin pecado no podía tener que soportar la miseria de la carne,
siendo mi carne intacta.
Vuelvo a ver en el recuerdo horas serenas: en toda vida hay alguna
hora serena, y si tenéis fe, tendréis muchas horas serenas.
Estamos en el huerto, a primera hora de la noche, Jesús está inclinado
recogiendo la verdura para la cena...
"Lo que puedo hacer por Ti, Mamá, en lo grande o en lo pequeño, ¡es
siempre una alegría para Mí!"
La humanidad que conoce a mi Hijo, sabe que estos pensamientos Él
los tiene por todos vosotros. Vosotros no comprendéis el dolor, es com-
157
prensible: ¡el dolor del espíritu como el de la carne, es dolor! Nunca es
inútil, siempre es orar y con más valor, aceptándolo.
Mi Hijo, vuestro hermano, Dios de Dios, recogía la verdura para nues-
tra cena... Vida de cada día... las noches transcurridas, hablando entre no-
sotros, callando y escuchándonos con el alma, las recuerdo siempre ¿Cómo
podríamos olvidar los recuerdos de las sensaciones vividas con el alma?
José, para entonces estaba ya allá, donde esperaba a Jesús y nosotros
aquel día habíamos estado muy tristes por la nostalgia del recuerdo de
aquel hombre justo y santo: ¡el dolor es dolor!
"Immi, todos aquellos que pierden en el tiempo, a una criatura amada,
lloran el dolor más auténtico: es un peso en el alma o una herida en el al-
ma. ¡Solamente la certeza de volver a ver a estas criaturas y de poderlas
abrazar nuevamente, da la fuerza en la espera! Veo en el tiempo las lágri-
mas de todos aquellos que por este dolor derramarán muchos; Immi, a
través de palabras del Cielo muchos serán consolados. ¡Solamente el Cie-
lo, solamente Dios consuela los dolores más grandes!
Yo, Dios de Dios, consolaré a una madre, a un padre, a una esposa... y
a otros que tienen dolores verdaderos y grandes..."
Hablaba de vosotros entonces Jesús, de vosotros, que ha consolado, ¡y
de otros como vosotros, que por medio vuestro Él consuela!
1 de Octubre de 1982
118. [150]- Para una niña.
Cuando Jesús tenía tu edad, mi pequeña hija, se parecía un poco a ti.
También Él rezaba, también Él era dulce y tierno. Tenía sus juguetes
que le había hecho papá José, tenía su camita y sus vasos, que le gustaban
y los usaba para beber la leche.
Tenía sus flores y las amaba. Jesús es Dios y también desde niño sabía
todo y conocía a todos. A veces, me hablaba de vosotros los niños, niños
que después se han hecho grandes y han hecho grandes cosas para el espí-
ritu. Niños que, después, han sido santos. De pequeño, Francisco de Asís
jugaba con sus gatos, jugaba con las bolitas y le gustaba correr por las
158
callejuelas de su pueblo. Clara jugaba con su muñeca... Santos y niños:
pureza y amor. Jesús me hablaba también de ti:
"Immi, vendrá con el tiempo una niña muy juiciosa, tendrá el nombre
de Giorgia, y te querrá mucho a Ti, y Tú un día de su tiempo, le hablarás y
le sonreirás..."
No comprendí entonces todo esto: ahora sé, tú eres Giorgia y Yo, My-
riam, la Mamá de todos y de Jesús: ¡te bendigo y te sonrío!
Riano Flaminio, 22 de Noviembre de 1982
119. [64]- Immi, las flores son gotas que caen del Paraíso.
Cuando Jesús tenía un año, recuerdo un día en que teniéndole entre los
brazos, pensaba en la grandeza y en la responsabilidad de mi deber:
"¿Cómo es posible? Tengo en brazos a Dios y lo estoy mirando como
si fuera solamente mí niño..." Estar investida de grandes misiones, asom-
bra y crea muchos temores. "¿Seré digna de ser su Madre?"
Recuerdo: estaba sentada junto al fuego, la casa era pequeña, la habita-
ción iluminada por la lámpara de aceite. José había ido al pueblo a buscar
madera para hacer unos trabajos. Era muy hábil haciendo arados y por
cierto muy honesto... tanto que en el pueblo y desde los pueblos vecinos
venían todos a él. Había otro carpintero en Nazaret, que para trabajar tuvo
entonces que hacerse más honesto. ¡El ejemplo! Vosotros veis cuán impor-
tante es, aun cuando a veces la criatura ejemplar es imitada no por una
razón desinteresada, sino por pura conveniencia.
Todavía vuelvo a ver nuestra cocina. Vuelvo a ver el banquito de
Jesús, su camita, mis vasijas, la pequeña ventana desde la cual se veía el
jardín y en primavera entraba el perfume de las rosas. Muchos no piensan
que también Yo fui una criatura, de vida similar a la de tantas otras en el
modo de trabajar, de pensar. Tuve aquella misión: la más grande:
"¿Cómo es posible? ¿Por qué Yo?"
En aquel tiempo la Vida era distinta de la vuestra, pero aún existe
aquel modo de vivir en algunas tierras lejanas para vosotros. Más ignoran-
cia, por cierto, y más pobreza, pero a veces en aquellos sitios hay más pu-
reza y más sabiduría en las almas de las criaturas que allí viven.
159
La sabiduría no es parte de la cultura, ni siquiera de la inteligencia. Es
simplemente estar iluminados por Dios.
"¿Cómo es posible? Estoy acunando al niño Dios..."
Mi corazón temblaba y pensaba en todas las palabras que Gabriel me
había dicho, ¡que habían quedado grabadas en Mí!
"¡Fiat voluntas tua!" ¡La voluntad de Dios! Es siempre la más justa y,
muy a menudo, la más incomprendida. En primavera florecían mis rosas,
de lo que Jesús estaba feliz:
"Immi, las flores son gotas que caen del Paraíso..."
La naturaleza revive en primavera y Yo entonces pensaba en la vida,
que para Mí y para todos, después, había de venir: imaginaba entonces un
frío invierno: la vida pasajera, y una explosión de vida y de colores y de
perfumes: la primavera: ¡la vida Celestial! Y ahora que vivo la vida Celes-
tial, os puedo decir que es así, pero mucho, mucho más. Elevando el espíri-
tu se advierten las cosas del espíritu. Es necesario entonces, ver todo aque-
llo que es material como un medio, es necesario saber distinguir, querer
distinguir. En las noches calurosas me sentaba en el jardín con Jesús:
"Señora, tú serás verdaderamente la estrella del firmamento, ¡que más
que cualquier otra, brillará!"
"Takiní, ¿no comprendo lo que dices y por qué me llamas ‘señora’?"
Jesús tenía entonces veinte años, y aquella noche me habló como Dios.
Después de Caná, fue la segunda vez que me llamó ‘Señora’, En aquel
momento no era para Él solamente la Madre, era el camino, a través del
cual aquellos que piden, obtendrán. ¡Un pequeño camino, una pequeña
Madre!
"Takiní, cuando los hombres no tendrán ya fe, ¿tú les ayudarás?"
"Señora, Tú has visto el milagro de Caná, no fue el vino para Mí lo
importante, ya que pensaba en otra cosa importante, determinante: la fe.
Señora, pídeme lo que otros a Ti, por Mí, piden, ¡y te escucharé siempre!"
Si os sentís a veces que no sois escuchados, es porque pedís cosas no
justas para el bien de vuestras almas. Para lo justo y para aumentar en vo-
sotros el amor, seréis siempre escuchados.
Poggio Mirteto, 3 de Diciembre de 1982
160
120. [65]- He elegido a Bernardita, para confirmar el dogma de la pureza.53
"¡Yo soy la Inmaculada Concepción!" Así dije a Bernardita y, mirando
aquel rostro de niña, experimenté mucha ternura. Un rostro de niña pobre,
de mirada triste, un pequeño rostro pálido. Bernardita fue atormentada, no
fue creída, hasta que, no repitiendo aquellas palabras, resultó claro enton-
ces que, no comprendiéndolas, no podía haberlas inventado.
"Monpère, la bella Señora ha dicho justamente así..."
Cuántos aún no creen en la historia de Bernardita. Bernardita ahora
está en el Reino celestial y ha tenido gran recompensa por aquella difícil
vida.
¡La Inmaculada Concepción! Yo, Inmaculada, ¡para ser cáliz! La In-
maculada, ¡para llevar a Dios en el corazón! Y por ello casta y purísima,
así como tendrían que ser todos aquellos que consagran: manos puras y
almas santas.
Cuando estaba en Nazaret, nunca hubiera podido imaginar poder apa-
recerme a criaturas simples y puras. Yo, entonces, hacía aquella vida que
tú conoces un poco: cada día tenía mil trabajos, cada día aquellos deberes.
"Immi, ¿puedo ayudarte a recoger las aceitunas?"
Era esta estación, Jesús tenía seis años:
"Vamos pues a recoger aceitunas, Takiní, y después te daré los paneci-
llos a la miel..."
Bernardita no había nunca probado aquellos panecillos, Bernardita era
más pobre que nosotros:
"Monpère, la bella Señora me ha dicho tantas cosas..."
¡He dicho tantas cosas a Bernardita, y le he dicho que en el Reino sería
muy feliz!
En Nazaret, Jesús crecía bellísimo y sano, crecía en inteligencia como
hombre, y como Dios sabía todas las cosas. Llegó aquel amanecer, cuando
me dejó y se fue por los pueblos y por el mundo a llevar la Redención, la
Verdad y los ejemplos de vida. Sin embargo, fue criticado porque iba ca-
minando por el mundo y no trabajaba... Llegó aquel amanecer; para Mí fue
el comienzo del dolor. Le vi alejarse, mientras en el Cielo brillaba la últi-
ma estrella. Jesús entonces conoció el hambre y la sed.
La pequeña Bernardita me miraba fascinada, no respiraba casi... Vuel-
vo a ver aquel pequeño rostro, vuelvo a sentir ese amor hacia aquella dulce
53
En este mensaje la Santa Virgen recuerda sus encuentros con Bernardita en Lourdes,
comienzo de innumerables milagros que aún continúan.
161
pequeña, pobrísima y pura. Dios elige a los puros, a los pequeños, Dios
elige a aquellos que no tienen malicia y Yo, Myriam, en Dios, he elegido a
Bernardita, para confirmar el dogma de mi pureza.
"Immi, Yo ya estoy listo, he tomado la canasta más grande..."
Vinieron con nosotros también los primitos de Jesús, Santiago y Judas.
Me parece aún oír aquellas voces, aquellas risas... "¡Sin embargo, es
Dios...!"
Era feliz entonces y hubiera querido que el tiempo se detuviese, Yo
también soy una criatura, Yo también era feliz de... ser feliz. El dolor ma-
dura, nos hace más sensibles, el dolor es un maestro del alma, pero un
maestro muy severo... Y nosotros, que lo hemos vivido, ¡sabemos lo que es
el dolor!
Y Dios comprende y ayuda en el dolor. Y a mayor dolor, ¡más ayuda!
Para ti un gran dolor, ¡y una ayuda en proporción! Y aunque no lo de-
muestras, lo mismo que como hice Yo, tu dolor debería ser siempre respe-
tado por aquellos que gozan de los frutos.
"Immi, mi canasta está llena y también los otros cestos. Y ahora, ¿nos
das también los panecillos y un poco de leche caliente?"
Entramos en casa, los niños alrededor de la mesa:
"Comed y bebed que habéis trabajado mucho!" Dijo Jesús a Santiago y
a Judas...
"Alimentaos de Mí, ¡os daré ayuda y fuerza en vuestra fatiga cotidia-
na!"
8 de Diciembre de 1982
Fiesta de la Inmaculada
121. [66]- Era una mujer simple y tenía pobres vestidos.
Era entonces Abril y todo estaba ya verde, después de la lluvia. El sen-
dero estaba fangoso y Jesús, que tenía siete años, se divertía dejando las
huellas de sus piececitos en el fango.
"Takiní, ¿por qué juegas así?"
162
"Immi, pienso en otras huellas: aquellas que dejaré sobre la piedra..."54
Como siempre, Yo no lo comprendí... ¡Las huellas sobre la piedra!
Eran las huellas sobre los corazones humanos, ¡los corazones puros, los
corazones generosos!
La primavera cantaba en aquel día: el tiempo del dolor aún estaba leja-
no, los pequeños pensamientos de cada día, la vida simple y pobre, la vida
que a Mí me gustaba, porque tenía a Jesús y tenía a José que se ocupaba de
Él y de Mí. Tenía mi jardín. Después, cuando vino para Mí el dolor, olvidé
aquel canto de primavera que había tenido en el corazón, así como lo has
olvidado tú. Después del dolor se es distinto y en el corazón canta sola-
mente la nostalgia, un canto dulce y melancólico.
Es necesario entonces, creer y se acepta el dolor.
"Immi, siempre está el sol, y después de la lluvia, el cielo es más azul,
y a veces también sale el arco iris".
Esta vida, aquella de Jesús y también la mía, a menudo las hacen apa-
recer como una fábula y las hacen distantes de aquella realidad, que deber-
ía ser conocida. Por esto Jesús te habla. Está lejano en el tiempo y ahora
quiere hacerse conocer verdaderamente, y con esto hacerse amar. Quiere
decir aún a los hombres la eterna Verdad y, como en aquel tiempo, para
muchos fue solamente un hombre. Ahora para muchos, sus palabras no son
creídas, pero basta con que uno sólo se salve por estas palabras (y no sólo
uno, han sido muchos) para que no sea en vano su hablar. Él no ha hecho
nunca nada en vano, porque como Dios, sabe todas las cosas.
Se aproxima la Navidad y muchos piensan en los regalos y en las fies-
tas, y en nosotros no piensan. El encanto de aquellos recuerdos está en mi
corazón y aún canta en mi corazón la primavera: Soy la Madre de Dios, ¡la
Madre del mundo! Aquí en el Reino todo canta en el corazón, en la felici-
dad, ¡aquí es la verdadera felicidad! Por esto os digo que esperéis, que
creáis, que estéis seguros de lo que os decimos, de aquello que se os ha
prometido.
"Monpère, la hermosa Señora me ha mirado con ojos llenos de amor".
"Son todas fantasías, lo habrás imaginado. ¿Qué te ha dicho, pues?"
"Yo soy la Inmaculada Concepción..."
Como he mirado a Bernardita, ahora te miro a ti. Con ojos llenos de
amor. ¡Y te miro a ti y a vosotros!
54
Nueva alusión al encuentro de Jesús con S. Pedro, en la Via Appia, a las puertas de Ro-
ma.
163
Y miro al mundo. Mi gran amor por la humanidad hace que Yo, My-
riam, en Dios, me pueda manifestar, y es una gran alegría para Mí.
En Roma miré con amor el rostro inteligente y malicioso de un hom-
bre, que no me conocía y ahora me ama, y él me miró asombrado y tam-
bién muy atemorizado.
"¡La bella Señora!"55
Era una mujer simple, tenía pobres vestidos, nunca había podido pen-
sar que un día, alguno me llamaría así. Cuidaba la casa, cuidaba la huerta,
cuidaba mis rosas, iba a la fuente...
"Immi, voy Yo a la fuente..."
Y Jesús, Dios de Dios, iba a la fuente por Mí, Él, la fuente de eterna fe-
licidad: ¡el Redentor!
15 de Diciembre de 1982
122. [149]- La forma más bella de caridad es la de no darla a conocer.
Yo también conocí la fatiga, el calor del fuego en los días de verano, y
las horas que habría podido dedicar al sueño y que en cambio prefería se-
guir trabajando, porque aunque nosotros éramos pobres, teníamos que
ayudar a otros más pobres que nosotros. Y entonces, en las noches silen-
ciosas esperaba que Jesús, que entonces era muy pequeño, se durmiese,
esperaba también que José se durmiese, silenciosamente me sentaba en mi
telar y tejía alguna tela para darle a los más pobres.
Esto era alegría para Mí, y mientras pensaba en mis hermanos que
habrían de recibir estos regalos, los ponía en una cesta y la colocaba delan-
te de su puerta, así no debían después agradecerme.
Jesús os ha dicho que la forma más bella de caridad es la de no darla a
conocer. Dando así, se da verdaderamente. Yo también he conocido la
fatiga, y también la alegría del reposo.
55
La Virgen se refiere a su aparición en Roma en el sector “Tre Fontane” al comunista
Bruno Cornacchiola, incrédulo, convertido en ferviente católico después de aquel encuen-
tro. En aquel sitio se levanta ahora una gran iglesia dedicada a Ella, meta de peregrinacio-
nes y de intenso culto.
164
En las noches estivales me sentaba en el jardín con Jesús, con José, y
mirábamos el cielo estrellado...
"Immi, las estrellitas parecen los ojos de los Ángeles..."
Bajo un cielo estrellado a menudo se piensa en la maravillosa inmensi-
dad de Dios, ¡y no se puede comprender cómo puede haber criaturas sin
fe!
Basta mirar al cielo lleno de estrellas y se encuentra la belleza del pen-
samiento de nuestro Creador.
A Mí me gustaba mirar hacia lo alto y también a Jesús...
"Es Dios, es Mi Hijo y mira ese cielo de donde ha bajado..."
¡Cuántos recuerdos de mi tiempo! Y los dedico a vosotros, para
hacerme conocer mejor.
Os cuento así de mis días, que a veces pueden ser parecidos a los vues-
tros: mi tiempo era aquél de entonces, vosotros vivís ahora y los sentimien-
tos son siempre iguales. ¡Y el trabajo es también siempre una plegaria, y el
amor es siempre amor! Un día Jesús me dijo:
"Immi, dentro de muchos, muchos años, hablarás al mundo de aquel
tiempo y Te harás conocer y amar".
¡Ahora comprendo, ahora os hablo y vosotros me amáis!
16 de Diciembre de 1982 10.55 horas.
123. [67]- El amanecer hablaba a mi alma con sus últimas estrellitas.
Cuando llegamos a Belén, hacía mucho frío, la noche estaba iluminada
de estrellas y nosotros estábamos muy cansados. Finalmente, encontramos
aquella gruta y vosotros conocéis lo que sucedió. Un acontecimiento ma-
ravilloso, que después de siglos, a muchos les parece una fábula.
El tiempo pasaba, Jesús crecía, Yo pensaba en las palabras de Ga-
briel...
"¡Hágase Tu voluntad!", dije al Padre Celestial, y acepté una gran
alegría y un grandísimo dolor. El ángel me dijo muchas cosas, y me habló
también del premio que tiene después en el Reino, el dolor. Solamente en
el Reino se comprende.
165
La vida en Nazaret era sencilla e importante, como tantas vidas son
sencillas e importantes: la vida de aquellos que viven con el pensamiento
en Dios, humildes y pequeñas criaturas a los ojos del mundo, vidas escon-
didas, silenciosas: ¡grandes vidas!
"Immi, es hermosísimo mirar dentro de las almas de los buenos..." Es
cierto, es bellísimo, ya que allí se encuentran los verdaderos tesoros.
Aquella noche cantaban los ángeles:
"Gloria en lo alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de bue-
na voluntad".
¿Qué es entonces, la buena voluntad? Es querer hacer la voluntad de
Dios.
Y las cosas más difíciles se vuelven sencillas. Para tener buena volun-
tad hay que tener fe. Es la fe la que obra, ayuda y mueve las montañas.
Aquella noche en Belén hacía mucho frío. Recuerdo a Jesús envuelto en la
capa de José.
"Es Dios, ¡es mi Hijo y llora!"
Las lágrimas de sangre en el huerto de Getsemaní. Mi Hijo ha llorado
por los pecados de la humanidad. Estos fueron el cáliz amargo y también
el dolor, que Jesús sabía que debía afrontar; lo hizo temblar en su naturale-
za humana... Como Dios, lo aceptó y lo ofreció por todos. Como Dios,
sabía cuánto habrían de tener que sufrir, su carne y su Espíritu: ¡los peca-
dos de los hombres! Prefiero hablar de las cosas sencillas de aquella vida
Mía, de los días serenos y de los amaneceres rosados que veía desde la
ventanita. Me levantaba siempre muy temprano.
El amanecer hablaba a mi alma con sus últimas estrellas. Y miraba la
naturaleza agradeciendo al Creador. Y mi Hijo–Dios dormía en su cuna de
madera. He vivido la más grande realidad: ¡la única! Y también vosotros,
reflexionando, podéis vivirla meditando nuestra vida, nuestra historia.
Jesús escucha nuestros pensamientos y en Él, Dios, os escuchan vues-
tros seres queridos, para vosotros ahora invisibles, pero siempre presentes:
las luminosas sombras de luz que os siguen, enviándoos amor, y aún más
amor.
En nuestra cocina siempre estaba el perfume del pan recién sacado del
horno, de la leña o de rosas, según la estación. Tejía, cocinaba, limpiaba...
los deberes. Pensaba y admiraba: los placeres. Y mi alma cantaba antes del
dolor.
Así como vuestras almas cantarán amor y para siempre en el Reino.
¡Estad seguros! ¿Podría acaso mentir?
166
Jesús os trae la esperanza y también Yo deseo consolaros. Yo conozco
el dolor, pero también la fuerza de la fe, ¡también la esperanza!
¡Y conozco el premio!
23 de Diciembre de 1982
124. [68]- Aunque a muchos parezca leyenda, el vuelo de la casa de Nazaret,
es pura verdad.
El pavimento de la pequeña casa de Nazaret era de tierra y permaneció
allá, mientras que cuando la casa voló, el piso fue de nubes. Aunque a
muchos pueda parecer leyenda, el vuelo de la casa de Nazaret es pura ver-
dad.
"Immi, ¡esta casa volará!"
Jesús, de niño, siendo Dios, muchas veces decía grandes verdades so-
bre aquello que, en el tiempo, habría de suceder.
A los hombres no les es dado conocer el futuro, ahora nosotros no
hacemos profecías, ahora nosotros os enseñamos a amar.
El suelo de nuestra casa era de tierra apisonada, conseguía tenerlo lim-
pio con fatiga y amor: "¡Es la casa de Dios!" Así pensaba y ponía entonces
las flores en las vasijas para honrar a mi hijo, el niño Dios.
"Immi, Tú tendrás muchas flores..."
Las flores, que vosotros me regaláis, a través de vuestras oraciones y
de vuestro amor. Era invierno, encendía el fuego, para calentar la cebada
para Jesús, para hervir la verdura para nuestra cena.
"Pienso en los años que vendrán, en tantos inviernos, ¡en el frío y en él
hambre de muchos!"
"Immi, vendrán también muchos que estarán llenos de caridad y de
amor y me regalarán a Mí, y con ello al mundo, pan y calor".
Vosotros sois ahora aquellos de los que habló Jesús. ¡Vosotros, que
dais pan y calor y no os arrepentís, ni os excusáis! ¡Vosotros sois los que
me ofrecen las flores más bellas! Limpiaba el suelo, lo fregaba e, inclina-
da, pensaba:
"Dios ha elegido esta casa. Y si así lo ha hecho, ¡es porque así es jus-
to!"
167
Y es así toda elección de Dios. Si os ha elegido a vosotros, es justo,
porque Él sabe. Y vosotros agradecedle y amadle: Él os ha demostrado Su
amor. Él lo demuestra al mundo a través de la luz del sol, de las estrellas...
A vosotros en forma más evidente: a través de la Palabra.
"Immi, dejaré mis huellas en Roma, y ellos vendrán a habitar allí don-
de estarán mis huellas..."
"¿Señor, adónde vas?". "A decir, a repetir una y otra vez, y otra vez
más: ¡Amaos!"
5 de Enero de 1983
125. [69]- Aún sin saberlo, tú me invocabas en los momentos de peligro.
Jesús caminaba delante mío, tenía entonces nueve años, Yo lo miraba
como se mira a una visión y, al mismo tiempo, con todo mi amor mater-
nal...
Expresar aquellos sentimientos míos es difícil, y hacerlos comprender,
es aún más difícil. No poder expresar el amor maternal. Es el amor de to-
das las madres, más o menos sentido, pero en cada madre está el amor por
los hijos.
"Immi, tú sientes por Mí el amor más puro..."
¡El amor más puro! ¿Cómo se podría no amar a un hijo, y como Jesús?
Ibamos hacia el pueblo, uno de los días de mercado: había siempre ne-
cesidad de algo, aun cuando no teníamos gustos difíciles. Yo cocinaba con
las usanzas de entonces y con el gusto de nuestras regiones.
"Tendremos que acordarnos de la harina... ¿quedan todavía cebo-
llas?..."
Pensamientos como los vuestros. Ha pasado tanto tiempo, para muchos
son un recuerdo de la infancia, cuando me rezaban: ¡sólo un sueño, una
fábula, una cosa de otros tiempos! Para vosotros, ahora sé que formo parte
de vuestras vidas; para muchos siempre he formado parte de su vida aun-
que no lo supieran. También tú me invocabas en los momentos de peligro.
Sabías que me invocabas y no sabías cuánto te estaba escuchando. La casa
de Nazaret es la primera iglesia. Allí ha crecido, allá ha vivido Jesús. De
168
aquella casa partió para traeros la esperanza, y no es una fábula el vuelo de
nuestra casa.
En las noches límpidas de luna llena, miraba sus rayos desde aquella
ventanita, miraba brillar la última estrella del amanecer: "Dios es maravi-
lloso también por lo que nos ha dado en la tierra, para observar, para po-
derlo conocer, ¡y amar más!"
Mirando el cielo estrellado, Jesús pronunció aquellas palabras para en-
señarnos a rezar con palabras y sentimiento: "¡Padre Nuestro!" "Padre
Nuestro estás en todas partes y en nuestros corazones. ¡Ilumina con Tu
espíritu las mentes, y con mi Espíritu! Tú que me has enviado a traer el
Amor, ¡ayuda a la humanidad a amar! Tú, que me has enviado a prolongar
la Palabra ¡haz que todos la escuchen! Tú que harás de Mí sacrificio,
¡acepta cada sacrificio humano! Padre, Me has enviado al mundo, por esto
el mundo Te estará agradecido y me estará agradecido..."
Escuchaba las palabras de Jesús, palabras que solamente Yo conozco,
¡y ahora os revelo! Jesús era Dios en la tierra y rezaba, porque en la tierra
era también un hombre. Y hablaba al Padre, que era Él mismo, ya que era
en el Padre, para enseñar a toda la humanidad la última y sentida relación
de amor entre la criatura y Dios.
Aquel día Jesús caminaba delante de mí sobre el sendero, mirándolo no
podía más que admirarlo. ¡Para cuántos de vosotros Él caminaba! ¡Camina
delante de vosotros y vosotros lo miráis y lo seguís!
Aquel día era un día de sol y era caluroso, Jesús tenía los pies desnu-
dos en sus sandalias y tenía una túnica blanca. Llevaba mi cesto para llenar
en el mercado:
"También de regreso, llevaré el cesto, Immi, Yo soy fuerte y Tú no de-
bes cansarte. Tú trabajas para mí, Immi, ¡y, Yo entonces para Ti!"
Y vosotros, que trabajáis para Jesús, Él os ayuda y... trabaja para voso-
tros.
23 de Enero de 1983
169
126. [70]- La vida de vuestra alma es la Eucaristía.
Soy feliz por el nombre que habéis dado a vuestra Orden.56
Brilla la palabra "Nazaret", es una palabra querida a mi corazón y a mi
recuerdo.
Vuelvo a ver a mi tiempo, el tiempo de Jesús, vuelvo a sentir el perfu-
me de las rosas en primavera, el perfume de la leña en la hoguera, y mi
vida y sus sentimientos de entonces los revivo así, para narrarlos a voso-
tros, que sé que me amáis verdaderamente.
Jesús crecía y en Mí era grande la felicidad por ser su Madre y, al
mismo tiempo, temía y temblaba ante el pensamiento del dolor que sabía
habría de venir para Él, ¡y así también para Mí! Jesús me hablaba mucho,
Yo lo escuchaba encantada:
"Immi, en el tiempo, vendrán criaturas, que dedicarán su vida a Ti y a
Mí".
Y me decía que no habrían de ser vidas fáciles, sino serenas. La sere-
nidad que tienen las criaturas en gracia es preciosa y vale mucho. La paz
del alma. Jesús os conocía ya desde aquel tiempo y desde siempre: Dios
sabe y conoce cada cosa, como luz, todo penetra, todo ilumina.
En aquellos días tenía dos años (los días que ahora recuerdo), era muy
juicioso y hablaba claramente:
Immi, ¿me darlas por favor un pedacito de masa, y así hago un paneci-
llo, para cocinarlo junto a los que haces tú?....
Vuelvo a ver las pequeñas manos, que trabajaban la masa: ¡el pan! El
pan de Jesús: la vida de nuestra alma: ¡La Eucaristía! Jesús tenía un pe-
queño banquito, hecho por José, y le gustaba jugar o sentarse sobre su
banquito. Hizo el panecillo, usándolo como mesa... Aún lo veo y también
vosotros miradlo: sonríe mientras amasa con sus pequeñas manos aquel
pedacito de masa... Jesús sonríe y piensa en el pan, que preparará para
todos vosotros. ¡La casa de Nazaret! Que también vuestra casa sea la casa
de Nazaret: ¡amor, caridad, sacrificio y todo buen sentimiento!...
Cada criatura que sabe amar tiene en el corazón un pedacito de nuestra
casita.
Que cada corazón sea entonces nuestra casa: amad cada vez más. Con-
fiad a Jesús y también a Mí, por Él, vuestras preocupaciones y vuestras
súplicas. Con fe, con abandono... Y nosotros haremos por vosotros mila-
gros para el espíritu, milagros de la Providencia. En vuestros corazones
56
Son las Hermanas de Caridad de Nazaret
170
esté nuestra casa, y en vuestro pensamiento llevadnos siempre: así seréis
siempre nuestra casa.
Jesús crecía. Yo era feliz y al mismo tiempo temblaba... Cuántas pala-
bras dichas entre nosotros y no pronunciadas, pero igualmente escuchadas.
En el silencio hablábamos entre nosotros con el alma:
"Immi, Yo no hablo, ¡pero Tú sabes que te estoy diciendo que te quie-
ro!"
También a vosotros Él os dice las mismas palabras: "Te quiero y lo di-
go a todos vosotros, ¡en el silencio de vuestra alma!"
2 de Febrero de 1983
127. [71]- La pérdida de un hijo es el dolor más grande, que os acerca a Mí a
vosotras las madres.
"¡Immi, han brotado dos rosas! ¡Immi hoy es primavera!..." Jesús esta-
ba feliz y también Yo lo habría estado, pero en aquel momento sentí la voz
del ángel Gabriel.
"La Sombra de la Cruz planeará en tu camino..."
"¡Immi el sol está caliente! ¡Ven al jardín!"
La Cruz, la Cruz que pesa sobre toda la humanidad en forma más leve
o más cruenta. Cruz, que santifica a quien la acepta y ofrece el dolor; ¡la
Cruz, que eleva a lo alto y de madera se transforma en luz! Y vuelvo a
encontrarme bajo la Cruz, el dolor más grande (humanamente). Este dolor
(la pérdida de un hijo) es el más cruel y solamente quien lo ha probado
puede comprenderlo y es el dolor que acerca a Mí a vosotras las madres,
que lo conocéis, lo vivís y os desgarra.
Bajo la Cruz me sentía aniquilada, hubiera querido estar Yo en el lugar
de Jesús, y en aquellos momentos mi dolor fue más fuerte que mi esperan-
za; estaba en Mí, no me quejé, era como de piedra: ¡era el dolor que no
grita, el dolor, totalmente interno, que hace sufrir aún más!
Y mi Hijo padecía como hombre y padecía como Dios. Había elegido
la Pasión para ofrecerse por el mundo:
"¡Immi, me ofreceré a ellos y muchos se ofrecerán a Mí!"
171
Yo sabía acerca de la Vida eterna, mi fe era segura, por eso sufrí con
esperanza durante el tiempo de la vida sin Jesús.
Sufrir con esperanza, no es sufrir sin creer. Y vosotros, que estáis su-
friendo, ¿por qué no esperáis? Si Dios se ha entregado al mundo, por tanto
también a vosotros y entonces amadlo y creed en Jesús, Dios de Dios. El
Verbo hecho carne, el Amor que extendió el amor.
"Immi, el sol está caliente, hoy comienza la primavera..."
Otra primavera: ¡aquella del tiempo de la Pasión!... Y vosotros partici-
pad de la Pasión con obras de amor, renuncias y oraciones y obras de cari-
dad y amor. Jesús, y Yo con Él, deseamos que seáis cada vez mejores, y
entonces, vivid la caridad que es oración: ¡vivid el amor, que es también
oración! Jesús ha elegido por vosotros su Pasión, ¿y vosotros qué dais a Mi
Hijo en cambio? Dadle el amor por el mundo: ¡regaladle palabras buenas,
panes y vestidos calientes, comprensión y compasión!
"¡Lo que den al mundo me lo darán a Mí! ¡Immi, darán a los más po-
bres y Yo aceptaré ese regalo!"
Jesús, a los veinte años, era joven y fuerte y trabajaba mucho. No obs-
tante, en Él la Juventud era también gracia y sonrisa. Tu hijo se le parec-
ía.57
"¡Immi, ha florecido otra rosa! ¡Ven a ver la primavera!"
Y también vosotros miradla, se está iniciando, y estos días de inicio de
primavera son días de meditación y de penitencia. El mundo tiene necesi-
dad de oración: vuestras renuncias y vuestras penitencias.
Bajo la Cruz, conmigo, estaba Johanan:
"¡He ahí a tu hijo!"
¡Aun en el dolor debemos continuar en ocuparnos de alguno, en ser
útiles!
"No nos debemos abandonar, siempre alguien tiene necesidad de noso-
tros y entonces nuestro dolor se vuelve útil para los otros, ¡porque tenemos
conocimiento del sufrimiento de los otros, viviendo el nuestro!"
Así me decía Jesús cuando descorazonado del mundo, venía a refugiar-
se en casa durante algunas horas. Jesús no ha sufrido solamente durante la
Pasión: ha sufrido el frío, la sed, la desilusión y el dolor por cada criatura
que se habría de perder. Un dolor como el vuestro, cuando perdéis a una
criatura. Y más aún porque Él, Dios, sabía que quien se aleja de Él, quien
57
Alusión a Armando, hijo único de Giuliana, subido al cielo inesperada e inexplicable-
mente en edad juvenil por la sola voluntad divina.
172
lo rechaza, quien lo traiciona, se pierde, porque así lo quiere. Vosotros
sabéis que los vais reencontrar a vuestros seres queridos.
"Immi, ¡hoy es primaveral"
5 de Marzo de 1983
128. [72]- Jesús os manda este regalo de palabras a causa de vuestra
debilidad.
"Immi, un día en un tiempo para nosotros lejano, darás señales de tu
amor a aquellos que, en aquel día, vayan a un santuario tuyo..."
Yo no comprendí entonces, Jesús muchas veces me decía cosas que no
podía comprender. Era una criatura, y aunque en Mí, por el amor que Dios
me daba y por tanto Jesús, Dios de Dios, sabía muchas cosas, pero cierta-
mente no todo, y pensaba:
"Vendrá el día en que podré comprender..." ¡Hoy sé! Y hoy os he mos-
trado los colores de mi manto, de mi vestido y de mi cinturón. Tal como
me aparecí a aquel hombre, que me combatía y ahora vive en Mí. Y os he
mostrado el palpitar de mi corazón de Madre. Y todo esto es, una vez más,
para demostraros que el cielo manda señales tanto para aumentar la fe co-
mo por benevolencia. No todos han visto lo que vosotros y otros han visto:
es necesaria la fe, es necesaria la gracia, es necesario el amor. Y a veces,
estas señales son para aquellos que les falta la fe: ¡la ayuda del Cielo, la
Misericordia de Dios! Mi Hijo ha dicho: "Bienaventurados" a aquellos que
creen sin querer ver y tocar. Mi hijo ama a todos y comprende, puesto que
es Dios, a todas las criaturas, y no todos han tenido la oportunidad de tener
fe, y no por su culpa: la educación, las circunstancias. Jesús ayuda a las
criaturas y se manifiesta por medio del milagro, así hoy os ha hecho el
regalo de enviarme a vuestro cielo y así habéis visto mi manto, mi cin-
turón, mi vestido blanco y el oro puro del cáliz: ¡Yo, el Primer cáliz!58
58
En el mismo día del mensaje recibido, por la tarde, en la "Gruta de las Tres Fuentes" de
Roma, en el aniversario de la aparición, durante la Santa Misa (a las 17 horas) el disco solar
estaba verde y giraba velozmente alrededor de su propio eje, en sentido contrario al reloj,
vibraba y parecía que palpitase, las nubes alrededor del sol eran rojo carmín y a ratos el
cielo se volvía de oro. Mirando los rostros de la multitud, vueltos hacia el sol, se notaba que
173
Por más grande que sea la fe en las criaturas, siempre es consolador ver
lo sobrenatural: gracias, regalos de Jesús, nuestros regalos. No digáis que
os basta lo que sentís, seríais soberbios. Todos sois frágiles, sed entonces
humildes, como para reconocer vuestra fragilidad. Cierto que cuanta más
fe se tiene, más mérito se obtiene, pero vuestra debilidad hace que Jesús
sea tan cariñoso con vosotros como para mandaros estos regalos: estas
palabras y del mismo modo otras señales.
"Immi, vendrá un tiempo en que los hombres tendrán necesidad de
ayudas sobrenaturales, y por amor y por ternura les mandaré a ellos seña-
les, les mandaré otras palabras de vida, les mandaré gracias".
Jesús entonces era un muchacho, Yo sabía que aquéllas eran palabras
divinas: aquellas que menos comprendía...
Estoy feliz de que hayáis venido, y estabais unidos y estabais conmigo.
Y a Jesús pido un milagro, que también vosotros tomáis muy a pechos.
12 de Abril de 1983
129. [73]- Soy vuestra Madre y os amo.
Después de la Resurrección, Jesús se me apareció:
"Immi, Puedes abrazarme, porque Tú eres la única sin pecado!"
Lo abracé y lo sentí de carne y tan vivo, ¡más vivo! Después desapare-
ció, ¡pero en el corazón quedó un gran consuelo! Y, cuando por un don
divino y por gracia, vuestros seres queridos se hacen escuchar de vosotros,
en vosotros queda la certeza de una futura felicidad.
Pensad entonces en todo aquel dolor bajo la Cruz. ¡El dolor más gran-
de!, Jesús ha sufrido por todos, a todos se ha ofrecido y éste su dolor, en el
cual he participado, ha salvado a muchos. La Redención es esperanza, es la
certeza de un resucitar para todos. La vida terrena es solamente un co-
mienzo, y después comparándola con la eternidad es un suspiro. Jesús me
ha enviado por vosotros al cielo romano. Aquel dulce cielo de rojos
crepúsculos, aquel cielo que amamos: bajo aquel cielo está la historia del
eran rojizos y a veces de amarillo oro. El disco solar se podía mirar por largo rato sin difi-
cultad. El fenómeno o milagro duró 20 minutos.
174
martirio, y es la historia, en parte, de la cristiandad. Cuando vivía en Naza-
ret, nunca habría podido imaginar que me manifestaría a través de los colo-
res del Sol y por el girar del sol en el cielo de una ciudad, entonces lejana y
desconocida Para Mí.59 Mi vida materialmente era limitada, en cambio con
el espíritu volaba.
"Immi, ¡un día muchos te conocerán, y esperarán una señal tuya!"
En Roma me apareceré aún, y aún daré señales en aquel cielo. El tiem-
po ha pasado, Yo he permanecido con vosotros, porque soy vuestra Madre
y os amo. Bajo la Cruz estaba con Jesús, ¡vuestros pecados me han hecho
sufrir también a mí! Y en el cielo de Roma sonreía a aquellos, y entre
aquellos a vosotros, que aman a Jesús y creen en Él, y así han aliviado un
poco sus dolores.
"Hijos de mi corazón, os envío mi amor como luz, como colores, como
rayos de sol que calientan vuestro cuerpo, ¡pero sobre todo, que vivifican
vuestra alma!"
22 de Abril de 1983.
130. [74]- Vuestro pasar es como un viaje: largo y difícil. Lo que importa es
llegar a la meta.
"Immi, en una noche romana, hablarás a criaturas que Te amarán..."
Yo no comprendí entonces, ahora sé que vuestro amor me atrae y atrae
a las criaturas que ya están en Dios con nosotros, felices para siempre. Y
vosotros las escucháis sin saberlo, ¡y en esos momentos la paz está en vo-
sotros!
En aquel tiempo Jesús era un muchacho, y me hablaba también como
Dios cuando hablaba de aquello que habría de suceder. Él os conoce desde
siempre y sabe todo de vosotros. A veces, vosotros os preguntáis lo que no
comprendéis. Los pensamientos de Dios no son los vuestros, pero son
siempre lo mejor para vosotros. Vosotros pasáis por el. mundo, vuestro
59
Nuestra Señora confirma el milagro del sol acaecido el 12 de abril de 1983, aniversario
de la aparición.
175
pasaje es como un viaje: largo o breve, cómodo o difícil. ¡Lo que importa
es llegar a la meta: la meta es el Reino, que Jesús os ha Prometido.
Recuerdo una noche de aquel tiempo, estábamos en la pequeña rosale-
da, había luna y el rostro de Jesús estaba iluminado por Su Espíritu, que es
aquél del Padre. Este misterio de la Trinidad es misterio para vosotros
durante el tiempo. Más allá del tiempo, en el Reino, comprenderéis los
dogmas y los misterios. Allá no será ya la fe vuestra, sino la vida verdade-
ra de la verdadera certeza.
Vuelvo a ver el rostro de Jesús en aquella noche. Escuchaba esas pala-
bras:
"¡Immi, les hablarás también Tú a ellos, a esos que ahora veo unidos
por la amistad en una noche romana! ¡Un regalo para ellos, una gracia,
para hacerlos más hermanos entre ellos y mejores, y más fuertes en la fe!"
Yo conocía Roma, por haber oído hablar de ella... una ciudad lejana, y
un tiempo lejano... No podía comprender:
"Takiní, si tú lo dices, todo esto sucederá. Tú eres Dios y, ¡para Ti na-
da entonces es imposible!"
Y vosotros cuando tenéis preocupaciones y dificultades, melancolía o
dolores, decidle a Mi Hijo: "¡Jesús te confío mis preocupaciones, mis difi-
cultades, mi melancolía, mis dolores! ¡Ayúdame, sé y siento que Tú todo
lo puedes!"
Y seréis escuchados y seréis oídos si pidiereis cosas justas, en el pen-
samiento de Jesús. ¡Debéis tener mucha fe y así tener total confianza en
Él!
Después de la Resurrección, y por eso después de aquel dolor de la
Cruz, Yo vivía con Johanan, y hablábamos mucho de Jesús. Johanan me
contaba de muchas frases que Jesús le había dicho a él durante la predica-
ción.
"Johanan, tú debes tener en ti esta certeza: Yo soy Dios de Dios, y tú
ten seguridad entonces de que lo que me pidas con fe y confianza, Yo al
Padre por ti le pediré. Mi Padre es un verdadero Padre, que ayuda y regala
a Sus hijos".
"Johanan, diré a muchos lo que tú me dices. Palabras, de Jesús, ¡pala-
bras de Dios!"
Y ahora a vosotros Yo os digo: "Confiad en Dios, pedidle con amor a
Jesús. ¡y tendréis siempre su ayuda! A veces, no sois escuchados ensegui-
da, otras veces la ayuda es inmediata. Los pensamientos de Jesús no son
los vuestros, y si no escucha favorablemente una petición vuestra, es por-
176
que aunque a vosotros os parece un bien, no es en realidad un bien para
vosotros. Jesús piensa siempre en vosotros, en vuestro mayor bien.
"¡Mi Reino no es de este mundo!"
Y será vuestro Reino, es mi Reino, ¡y vuestra vida terrenal es un arco,
que siempre debéis tender hacia el Reino celestial!
30 de Abril de 1983.
131. [75]- En cada imagen mía, está mi corazón que palpita.
Ibamos hacia el templo, por el sendero. Jesús, que entonces era muy
pequeño, en ese momento iluminado por Su naturaleza divina, me dijo:
"Immi, Tú estarás en muchos templos, se llamarán iglesias, estarán en
todo el mundo, tú tendrás muchas flores y tus imágenes serán honradas e
invocadas..."
Tampoco entonces comprendí y pensé: comprenderé después, y conti-
nué caminando teniendo a Jesús de la mano. ¡Mis imágenes!, de mármol,
de madera, de yeso. Tal vez ninguna se me parece, pero en cada imagen
mía está Mi corazón que palpita. He escuchado tantas palabras en lenguas
distintas... ¡Y continúo escuchando palabras, plegarias, súplicas! ¡Las igle-
sias del mundo! Allá, con Jesús, en las basílicas más ricas, y en ciertas
capillitas de campo: en una imagen mía de yeso, un poco arruinada, un
poco despintada. Jesús sobre la Cruz, unos pocos cirios, y a veces mucho
polvo, alguna flor. Mi corazón palpita igualmente por aquellos que vienen
a nosotros, como también el Sagrado Corazón de Mi Hijo.
"Immi, Tú, que amas las flores tendrás muchas..."
Pienso en mi pequeña rosaleda y también en esas flores, que a menudo
recogía en el sendero, que llevaba desde la casa al pueblo. Vuelvo a ver
aquellas pequeñas flores y miro estas otras maravillosas, que están aquí en
los jardines del infinito. ¿Flores? Sentimientos amorosos que vosotros me
mandáis. Vosotros que me recordáis también por las pequeñas cosas de
aquella mi vida terrenal. ¡Vosotros que os acordáis de Mí en tantos pensa-
mientos vuestros! He escuchado y escucho palabras amorosas y súplicas
de reyes y de pobres. De pontífices y de humildes frailes. Francisco, que es
177
el símbolo de la humildad,60 me habló largamente durante su tiempo: así
también otros santos y así tantas madres:
"Cura a mi hijo, ¡Tú sabes lo que es el dolor!"
"Conozco también la alegría grandísima del Reino, donde ahora vivo.
Tu hijo no puede permanecer en la tierra, ¡está ya listo para la alegría infi-
nita! Tú llorarás con mi llanto y luego vivirás en mi gloría".
Yo os hablo, Yo os respondo, no podéis escucharme. Hago en Dios, lo
que para vosotros es mejor, ¡para vuestra eterna futura felicidad y para la
de todos!
4 de Mayo de 1983
132. [76]- En Fátima profeticé lo que sucedería, si no se ora.
En Fátima he hablado al mundo de lo que sucederá si las oraciones de
la humanidad, y los sacrificios y su aceptación, no son vividos y sentidos.
A ti, en cambio, me gusta hablarte siempre de mi vida, de mi tiempo: del
tiempo de Jesús.
Bajo la Cruz viví el dolor que tú conoces, el dolor más grande, que so-
lamente la fe alivia un poco. En la tierra he vivido después, en la espera del
encuentro con Jesús, y el mundo no tenía para mí ya luz ni color, esto tú lo
sabes, porque es así también para ti. Demostrar al mundo nuestras penas
no sirve: hay que pedir ayuda a Jesús, y confiar en Su ayuda es importante.
Jesús se muestra al alma, y a veces se hace escuchar milagrosamente. Yo,
Myriam, viví entonces con Johanan y todos los apóstoles me ayudaban con
su afecto, y Yo les enseñaba a ellos lo que Jesús me sugería.
"¡Immi, estoy contigo! ¡Escúchame!"
Su voz es esa que tú conoces: una voz dulce y solemne, musical y fuer-
te: ¡la voz de Dios! Aquella voz que se puede escuchar a través de Su vien-
to, cuando sopla sobre aquellos que elige. Nadie puede detener Su viento,
y la voz de mi Jesús:
"Señora, cuando íbamos con Jesús a través de los pueblos y de los bos-
ques, hablábamos de muchas cosas, siempre importantes para el espíritu, y
60
Alusión a San Francisco de Asís.
178
en las horas dulces de la noche Jesús nos hablaba a menudo también de
Ti..."
Jesús me ha amado como hijo y como Dios, ama a todos. Soy Su Ma-
dre ¡y aún ahora en el Reino, este hecho me asombra todavía! En el Reino
se ve la realidad, los misterios ya no lo son, la sabiduría es de todos, pero
nosotros seguimos siendo nosotros... En Fátima he profetizado y quisiera
que el mundo lo supiera y lo creyera. Ahora el tiempo es breve, para salvar
al mundo, pero vosotros, apóstoles, ¡salvad en Dios y con Su ayuda lo
salvable! No pido solamente el Rosario, pido sobre todo lo que Jesús pide
desde hace siglos: ¡amor!
Amáos y amad a Jesús y actuad con generosidad y caridad: esto es ora-
ción, ¡esto es el rosario! Dar con sacrificio y con amor: ¡eso es orar! El
mundo tiene necesidad de plegarias y también de oraciones, ciertamente,
pero siempre y solamente con sentimiento y con el alma, ¡no con los labios
y el corazón en otra parte!
¡No para pedir, sino para honrar!
"Señora, Jesús te ha amado mucho..."
"En el Reino Jesús me espera y me ama..." Y también, a tu hijo: ¡el
amor vence, el amor es eterno en la Eternidad!
13 de Mayo de 1983
133. [77]- Llevaré a Jesús vuestros pensamientos.
Cuando estábamos en Nazaret en la pequeña casa, Jesús, que en aquel
tiempo tenía ocho años, un día me dijo:
"Immi, un día hablarás en medio de hermanos míos e hijos tuyos, via-
jando en un largo carro sin caballos y sin camellos..."
Entonces no comprendí. Jesús, en su naturaleza divina, veía el futuro
del mundo y os ha visto a vosotros en este día de vuestro tiempo. Y así, Yo
ahora en medio de vosotros, llamada por vuestras palabras, pero sobre todo
179
por vuestros sentimientos, estoy en este carro largo, que anda solo sin ca-
ballos ni camellos...61
"Takiní, ahora no comprendo lo que dices..." le dije entonces a Jesús.
"¡Vendrá el tiempo en que comprenderás, Immi!"
Y ahora os hablo, para deciros de mi amor por todos vosotros, para de-
ciros, recordándoos de Caná, que, si me pedís por vuestro espíritu y para
vuestro bien, Yo llevaré a Jesús vuestros pensamientos. ¡Me he manifesta-
do tantas veces!
Ahora me manifiesto a vosotros por un don, que es una gracia y un
privilegio. Vosotros me amáis con pureza y entusiasmo. Algunos de voso-
tros son nuevos en la fe, Jesús está feliz de vuestro amor, porque es más
intenso ahora que conocéis lo que os satisface. ¡A Jesús le gusta la intensi-
dad del amor! Yo os pido que lo améis cada vez más, con ardor, con inten-
sidad. Y amadme también a mí, ¡soy la Madre de Jesús y vuestra Mamá
Celestial!
(Mientras el autobús nos está llevando a Roma.)
29 de Mayo de 1983
134. [78]- Apareceré aún a pequeñas y humildes criaturas.
Soy tu Mamá Celestial, tú me invocas y Yo voy a ti.62
Tú hablas de Mí a los hermanos, los llevas por mis senderos, gracias
entonces por esto, conozco tu amor, que como una rosa perfumada llega a
Mí y Yo la tomo. Me muestro a los pequeños, hablo a los más humildes.
Así como Dios hizo en Mí lo más grande, fui el primer cáliz, así hace Él en
los más pequeños y en los humildes. Jesús se sirve de vosotros, pequeñas
luces del mundo, para dar luz al mundo, para extender el amor y para dar
esperanza.
"¿Qué te ha dicho la bella Señora?"
61
- Este mensaje llegó a Giuliana para todos los que aquel día habían estado de peregrina-
ción en San Giovanni Rotondo.
62
Es para Lilli C.
180
La pequeña Bernardita, interrogada, estaba llena de temor: "Sin em-
bargo, yo la he visto, y me ha hablado..." ¡La pequeña y humilde Bernardi-
ta! En su camino terrenal encontró muchas espinas, ahora vive en la gloria.
"Yo soy la Inmaculada Concepción..."
A ella se lo dije, para confirmar aquel dogma y para que creyeran en
ella. Apareceré aún a humildes y pequeñas criaturas, y los grandes y los
soberbios quedarán entonces confusos.
Y contigo, sobre tu camino vendré a tomarte de la mano, cuando trai-
gas a los hermanos a Mí.
13 de Junio de 1983.
135. [79]- Ha llegado el tiempo de muchos testimonios.
Cuando Jesús era un niño de siete años, un día, en razón de su natura-
leza divina, me dijo:
"¡Immi, tú no morirás nunca! Tú vendrás allá de donde Yo he venido y
feliz vivirás para siempre sin que tu cuerpo se transforme, si no es para
hacerse luminoso, y vivirás por siempre. ¡Immi, Tú no morirás!"
Quedé asombrada entonces, pero sabiendo quién era Jesús pensé que
decía verdaderamente una verdad, para mí entonces incomprensible...
Después de Su Pasión, después de la Cruz y de Su Resurrección, Yo
viví con Johanan en una pequeña casa en Éfeso. Veía a veces a los otros
Apóstoles, hablábamos de Jesús y de lo que les había dicho a ellos. Los
Apóstoles se fueron por el mundo, pero a veces regresaban y venían a
nuestra casa.
Un día, estaba muy cansada, me adormecí. Johanan lloró y pensó que
Yo estaba muerta para la tierra. Vinieron los otros Apóstoles para el último
saludo y encontraron solamente flores... ¡Yo habla volado! Llevada por los
Ángeles, fui al encuentro de Jesús:
"¡Señora, has llegado a casa! ¡Madre mía, Reina de los Ángeles!"
181
La alegría que sentí, y que jamás ha terminado, es indescriptible. ¡La
alegría de renacer y de reencontrarse! Yo no resucité, ¡Yo me desperté!63
También vosotros os despertaréis, ¡si amáis a Jesús y al mundo! Si am-
áis al Padre de los Cielos y le agradecéis por cada cosa recibida: la vida, el
bien, los dolores y las fatigas, bajo el sol y sus rayos, por la naturaleza toda
y por vuestra libertad de elegir el bien para la vida, que para todos vosotros
vendrá.
"¡Immi!" ¡Cuando Jesús me llamaba, siempre era para Mí una viva
emoción!
"¡Es mi hijo y es Dios!"
Mi vida, pobre a los ojos de aquellos que la conocían en apariencia, fue
riquísima e intensa. Sentimientos, alegrías, temores. Una gran responsabi-
lidad, ¡ser la Madre de Dios hecho hombre! Gran asombro en Mí siem-
pre... El que es más santo, y por esto os pide Jesús que tendáis a la santi-
dad, alcanza la felicidad antes que otros menos santos. Esto resulta obvio
decirlo, pero es para que no olvidéis nunca la importancia de desear alcan-
zar la perfección, en humildad ciertamente. Es la humildad la que hace que
Jesús se sirva de vosotros, ¡para hacer en vosotros grandes cosas!
¡Quisiera poderos hacer comprender la belleza del Reino! Encontraréis
lo que más habéis deseado, y sobre todo a quiénes por un tiempo habéis
perdido. Encontraréis a Jesús, y también para vosotros tanto como para Mí,
mirarlo y escucharlo será una gran felicidad, inmensa, desconocida en la
tierra... Y me encontraréis a Mí, a Myriam, vuestra "Immi". Aquella que
lleva a Jesús vuestros pensamientos, ¡los que me mandáis a Mí! Me he
aparecido siempre a criaturas humildes y simples, a inocentes, y también a
pecadores... ¡Amo a todos!
Aún me mostraré al mundo, ¡nuevamente en el sol veréis los colores de
mi manto! Todavía me mostraré a un alma, y narraré otra vez, para voso-
tros muchas cosas de aquella vida mía pobre, y al mismo tiempo riquísima
e intensa. Durante todos los siglos me he manifestado, y para todos, y en el
secreto de almas privilegiadas. Todavía me manifiesto y soy una criatura
como vosotros, os amo como Madre Y soy la Madre de Dios, y por tanto,
la Única, ¡y os amo como Madre!
"¡Immi, ven a ver! ¡Ha florecido una rosa blanca!"
63
La Asunción al cielo de la Virgen María es uno de los momentos más asombrosos y
sublimes de las Sagradas Escrituras, comparable al de la Resurrección de Cristo, y fuente
de inspiración de innumerables artistas de todos los tiempos.
182
La primavera: El rosario: ¡los actos de amor! Dádmelos a Mí, Yo los
llevo a Mi Hijo. Las primaveras: vuestras esperanzas. Los actos de amor:
lo que hacéis en caridad en Su Nombre. El rosario: ¡vuestras plegarias!
¡Sentimientos, palabras, obras, amor! Todo esto os prepara el camino hacia
el Reino, cuando renazcáis, vosotros que habéis escuchado estas palabras,
os diréis a vosotros mismos: "¡Es demasiado hermoso! ¡Sin embargo, la
Madre de Dios me lo había anunciado!". Yo me manifiesto porque ha lle-
gado el tiempo de muchos testimonios. Ha llegado el tiempo en el que
veréis muchas cosas, para vuestra fe y para darla a los hermanos.
Campo Felice, 15 de Agosto de 1983
136. [80]- Dios programa en nosotros Su Obra.
Cuando nací en aquel tiempo lejano, mis padres fueron muy felices. El
día no es precisamente éste, hay una diferencia de pocos días. Nosotros en
la tierra, al crecer, no podemos recordar nuestra primerísima infancia, pero
más allá de la tierra podemos volver a ver a toda nuestra vida terrena y
revivirla con el pensamiento.
Era muy pequeña, y mientras nacía hubo un temporal, luego rápida-
mente se calmó y salió el arco iris. Fui una criatura con un designio gran-
de: Dios programa en nosotros sus obras.
Y pasó el tiempo, fui al Templo, aprendí a leer, a escribir, a tejer... La
vida de una muchacha de aquel tiempo... ¡Cuántos años han pasado desde
ese tiempo, desde mi nacimiento! Para vosotros recuerdo ahora esos días:
en los que mi vida era todavía normal, hasta que llegó aquel día:
"Ave, Myriam..."
¡la Madre de Dios y vuestra Madre! ¡Myriam, la Madre del carpintero
Jesús!
La casa de Nazaret, que ahora en parte está en Loreto, era para noso-
tros, una casa llena de recuerdos y de sentimientos. Jesús crecía en belleza
y en gracia... José nos custodiaba... crecían las rosas en primavera... Re-
cogíamos las olivas avanzado el otoño. ¡Y era la casa de Dios! ¡La primer
Iglesia del mundo!
"Immi, ven al jardín a mirar las estrellas..."
183
Y las estrellas están todavía allá y podéis mirarlas también vosotros,
las mismas de entonces, ¡las nuestras, vuestras estrellitas!
En el cielo os he mostrado mis sentimientos, me manifestaré aún más,
por amor, ¡para salvar en parte al mundo! Jesús conoce a los hombres y me
manda como Madre suya y de los hombres para su última salvación.
Las palabras pronunciadas en Fátima muy pronto serán comprendidas,
y solamente con la bondad y con la plegaria las pruebas podrán ser más
leves. ¡El mundo tiene sed de caridad para los espíritus! ¡Entonces de fe!
Con la fe se podría salvar al mundo. ¡Cuánto ha sufrido mi Hijo en el
Huerto de Getsemaní! Sudar sangre, temblar...
"¡Padre aleja de Mí este cáliz!"
El cáliz amargo del sufrimiento, en aquel momento Jesús era más
hombre que Dios, pero enseguida, en Él prevaleció la divinidad:
"Hágase Tu voluntad". Él comprendió como hombre la grandeza del
sufrimiento, como Dios sabía su valor.
La cocina de Nazaret estaba siempre perfumada, según la hora, de olor
a pan, a rosas, o a leña para arder. Las rosas formaban el recuadro de la
pequeña ventana, me parece verlas todavía, aún cuando aquí ahora tengo
caminos floridos, campos y jardines llenos de flores: ¡son las plegarias y
las obras de los justos y de los santos! Y en medio de tantas, de tantas ro-
sas de vosotros, Yo que estoy más allá del tiempo hoy tomo para mí vues-
tras rosas: vuestros sentimientos, vuestras oraciones, vuestros dolores, que
son plegarias, y las presento a Jesús.
"Tú lo sabías ya desde aquel tiempo, en el pequeño jardín, ya que tú
eres Dios y sabías desde aquel tiempo que te habrían de regalar flores
hechas de pensamientos, de sentimientos, del dolor de éstos tus hermanos,
¡de mis hijos!"
Lido del Pini, 12 de Septiembre de 1983
137. [81]- Vuestras oraciones son mis rosas.
Cuando sufría bajo la Cruz, pensaba también en vuestros dolores:
grandes dolores de todas las madres, que han vivido aquel dolor mío, aun-
que ciertamente en forma distinta; hijos perdidos en la guerra, hijos su-
184
frientes... ¡La Cruz es de todos y es la luz! Luz para las almas: la Cruz es el
signo de la Redención. Mi llanto es vuestro llanto. Ahora lloran mis imá-
genes. Para demostrar a todos vosotros que el dolor del mundo es todavía
mi dolor, y si de mis estatuas brotan lágrimas, es para que sirva como
último aviso: ¡el mundo debe rezar, mejorar, amar más y creer más! Sola-
mente así se obtendrá la salvación. Mis lágrimas bajo la Cruz, cuando sufr-
ía todo el dolor del mundo por vosotros, por mí, viendo a Mi Hijo, ¡Dios
de Dios, que se ofrecía a la humanidad para salvarla! Dios se ha hecho
hombre, Palabra y dolor por vosotros, para que fuerais todos partícipes de
su sufrir para salvaros. ¡He aquí entonces el dolor del mundo! ¡Gracia in-
comprensible!
Quien lo vive se lamenta porque no puede comprender su grandeza. El
regalo más grande hecho al ser humano es el dolor, que lo purifica o lo
santifica. Aún el peor hombre, en el dolor, mejora. Bajo la Cruz estabais
todos Conmigo.
Johanan representaba a toda la humanidad.
"Ven mi pequeño, ahora serás mi hijo".
"Venid, os abro los brazos. ¡Soy vuestra Madre!"
Quien ha llorado conoce el llanto ajeno, sabe consolar. Después de la
Resurrección, fue grande en Mí la alegría, porque aunque no vivía ya con
mi Hijo cerca, lo sabía en la Gloria. Mi corazón gozaba, aunque estaba
colmado de nostalgia. Volvía a sentir Su voz de niño, cuando me llamaba
en el jardín:
"Immi, ven a ver, han florecido dos rosas amarillas".
"La nostalgia de una presencia viva, material, en la medida en que so-
mos también materia... Con la fe tenemos certeza de la misma presencia,
¡viva y espiritual! Es la alegría de saber en la gloria a quien amamos, aun-
que en nuestros días los recordamos con nostalgia. ¡El llanto, el dolor, la
Cruz! La Cruz era de madera y era muy pesada. ¡En el Cielo veréis una
Cruz luminosa, maravillosa! ¡La Cruz hecha de luz! Todos aquellos que
con mi Hijo han redimido a la humanidad, verán o han visto ya esta Cruz:
¡los santos, los Justos, los mártires, los puros! Y Yo, Myriam, que he co-
nocido el dolor, conozco también cada reacción del dolor. No lo volváis
nunca estéril, haced también vosotros una Cruz luminosa, ¡que se pueda
fundir con la gran Cruz de la Redención!
¡Leño y después luz! ¡Muerte y luego Vida! En el jardín de Nazaret
habían florecido dos rosas amarillas:
185
" Immi, ven a ver las rosas. Las puedo recoger, así te las llevo, ¿o quie-
res recogerlas Tú?" ¿Rosas u oraciones? ¡Vuestras oraciones son mis ro-
sas!
15 de Septiembre de 1983
138. [82]- El reino de Dios entra en las almas de los puros.
"Immi, Tú tendrás muchos rostros, en el tiempo, para los hombres...
No obstante uno entre miles y miles y aun miles, será tan parecido al tuyo,
que muchos hombres y también muchos niños se sentirán atraídos por él..."
Aún no existe esa efigie mía, pero será ayudado para realizarla aquel
desconocido pintor. No ha sido ni Rafael, ni Botticelli ni tampoco otros
famosos pintores los que han conseguido hacer verdadero a mi rostro. Es
un rostro de mujer, del cual trasparenta el amor. Aquellos, a quienes me
aparecí, saben de mi rostro y no saben describirlo...
"La bella Señora me habla, Mon Père..."64
Y a Bernardita no se la creía.65 Es difícil para el mundo racional de
ahora y más aún en el tiempo de Bernardita, creer en el milagro. ¡Todos
los días suceden milagros! Quien cree, está abierto al Reino de Dios. ¡El
Reino de Dios entra en las almas de los puros!
"Immi, usarás una mano, que también Yo usaré, y también otros ánge-
les y puros la usarán. La usarán para contarle al mundo de otro tiempo,
ahora para nosotros lejano, que el amor es eterno y vence al tiempo y a la
muerte. Usarán aquella mano para decirle al mundo que ame, y para ex-
tender la Palabra, que un día al mundo llevaré..."
El rostro de Jesús se parece a mi rostro: es mi Hijo y su humanidad y
sus rasgos tomaron en parte de los míos. Mi Hijo Jesús, aquel niño que
lloraba, que jugaba, que me decía cosas misteriosas para Mí, cuando en Él
era evidente la divinidad, aquel muchacho, que trabajaba con el hacha y
que venía conmigo al mercado, para traerme la carga pesada...
64
Ver nota 56 del No 120[65]: Expresión de respeto al dirigirse al Sacerdote Párroco (lite-
ralmente: Padre mío)
65
Nueva referencia de los encuentros de la Virgen María en Lourdes con Bernardita
186
"Llevaré el peso de todos los pecados del mundo". Mi hijo Jesús, en la
Cruz y después resucitado. ¡Cuánto ha temblado mi corazón! ¡De temor,
de estupor, de inmenso dolor!
"Immi, ¡llevaré el peso de todos los pecados del mundo y seré la salva-
ción del mundo!"
13 de Octubre de 1983.
139. [83]- Cada criatura tiene un rostro, que llevará en el infinito.
"Immi, tendrás un rostro que se te parecerá. Y será pintado por un pin-
tor, que no obtiene dinero de su arte, porque ama el arte..."
Así Jesús me dijo un día en nuestro tiempo. Estábamos frente al fuego,
estaba ya oscuro afuera, en la pequeña cocina parecía que todo brillase:
Jesús, la luz del mundo, estaba allí. ¡Estaba conmigo y era mi Hijo! Esa
cocina tenía un olor particular, el olor de nuestra casa, ¡leña, pan sacado
del horno... calor!
¡El calor del amor recíproco! Y ahora aguardo ese retrato mío...
Sé que esta decisión te puede preocupar, porque temes no poder hacer
bastante bien este rostro mío. Jesús te ha elegido y entonces, todo será
perfecto. Esto parece una cosa sin importancia, es en cambio algo que es
parte de una gran historia.
"Un pintor que no obtiene dinero de sus obras..."
Jesús ama a los pobres de espíritu. Y, a ellos, si se confían a Él, Él les
dará siempre, aún lo que ellos no piden.
Estábamos frente a la hoguera... José estaba en cambio trabajando en
un arado. Yo descansaba un poco y Jesús, junto a Mí, me miraba...
"Cada criatura tiene un rostro y en el Infinito llevará su rostro, porque
con el alma nos amamos, pero el amor comienza mirándose".
Así me dijo Jesús (con su naturaleza divina), tenía entonces seis años.
He aquí esa luz: ¡Dios de Dios, la luz del mundo!
187
Yo, Myriam, tengo aún mi rostro, es sonriente, y mis ojos, que un poe-
ta ha llamado "resplandecientes", ¡os miran!66
2 de Noviembre de 1983.
140. [84]- La casa de Nazaret ha sido la primera Iglesia.
La casa tiene la puerta abierta. Está abierta porque se os espera... Yo
estaré allá con Jesús en brazos: una mujer, un niño. No tendré ni collares ni
brillantes, no tendré la corona, ni tampoco Jesús. Tengo un viejo manto
que usaba cuando hacía frío: lana tejida a mano, de color crudo, entre el
blanco y el gris, con una pizca de amarillo... Tengo una túnica marrón y,
como veis, soy una Virgen a la que nunca se la muestra así soy una mujer
de aquel tiempo, y mi Hijo aún siendo Dios, está envuelto en la misma
lana de mi manto, un sobrante que quedó, sirvió para hacer una manta
abrigada.
"Takiní, ¡así estás abrigado!" "Y estoy vestido como mi Immi..."
Pensamientos, palabras, sentimientos e imágenes. Entre quienes se
aman basta una mirada para hacer comprender tantas palabras no dichas...
¡Cuánto trabajo me daba tener limpio aquel piso! La casa es muy bella,
aunque pobre, se respira vida, se obtienen gracias, se advierte el milagro.
Entrad: os encontraréis en la primera Iglesia... Ahora está transformada,
pero es siempre la misma: la Anunciación, los primeros pasos de Jesús. En
aquella casa el Evangelio se hizo viviente, y aquellos panes con miel, ¡fue-
ron el símbolo de la dulzura, que os puede dar, si estáis en gracia, la Euca-
ristía!
"¿Ya están listos los panecillos? Immi, ¿cuántos me das?"
"Todo mi corazón Te doy, mi pequeño y grandísimo amor; pero eres
un niño y debo cuidarte: toma tres, demasiados te harían mal..."
66
El pintor al que se refiere el mensaje es Luigi Crescio, desaparecido hace algunos años,
artista aficionado de gran talento, que por dos veces ha pintado a la Virgen María; el poeta
es Trilussa, gran cantor romano, en cuyo dialecto "resplandecientes" (brillareli) quiere decir
"luminosos como brillantes", justo la perfecta traducción pictórica de la pintura. (Ver la
ilustración en página 9)
188
Jesús fue un niño perfecto en lo físico, y fue un hombre perfecto: no
pecó nunca: ¡era Dios! No obstante, Yo, como Madre, tenía los temores de
todas las madres:
"Hace viento, cúbrete hijo"
Los temores. No obstante, sabía. Se alternaban en Mí alegría y dolor, y
hasta el sufrimiento de aquel día. En nuestra casa no hay señales de la Pa-
sión, no se ve el dolor, pero se advierte la esperanza. Ahora hay un altar y
Yo tengo un vestido de perlas... Jesús entre mis brazos, niño con la carita
de madera oscura... La historia cambia los rostros, pero el espíritu queda.
¡Y nosotros estamos allá, esperándoos! Por vosotros pido a Jesús y a Nues-
tro Padre, que son la misma persona, y en tres Personas con el Espíritu,
que es también una Persona, mucho sol.
Ahora empiezo a limpiar el piso: "No te fatigues demasiado Myriam..."
"José, tengo huéspedes importantes... criaturas que aman a Jesús, lo
querrán tener en brazos, lo querrán besar sobre los rizos, debe estar todo en
orden, ¡todo hermoso!"
Todo hermoso para vosotros, que durante siglos, habríais de venir a
hacernos visitas.
4 de Noviembre de 1983
141. [85]- El dolor no es resignarse, es llevar el peso con dignidad.
Estábamos sentados en el huerto, del lado de la rosaleda. El aire era
suave, Jesús jugaba con sus caballitos. A veces Jesús jugaba quedándose
casi quieto, otras veces corría y saltaba: ¡muy vivaz! A veces miraba más
allá, con su mirada azul. Sentía nostalgia por ese mundo de maravilla, en el
cual vivía antes de encarnarse, y como tantos otros muchachos que miran
más allá y tienen la mirada azul, escuchaba palabras y voces de un mundo
para la mayoría desconocido. Palabras y voces que penetran en el alma.
Llamadas de amor.
"¡La vida está más allá, Immi!"
"Takiní, lo sé, y lo creo porque Tú lo dices, pero ahora juega y no
pienses en cosas demasiado grandes. Tú eres pequeño..."
189
Le decía así, porque casi me asustaban aquellas palabras dichas por un
niño. Luego, enseguida pensaba que Jesús era Dios y entonces quedaba
aún más asombrada, y al mismo tiempo me parecía todo normal... Cosas
demasiado grandes para una pequeña mujer.
Me levanté para ir a la cocina. José había ido a buscar material para su
taller y quería prepararle una comida acorde con esa jornada en que había
tenido que caminar mucho y regresar cargado. Las cosas de cada día... Los
deberes que, si hechos con amor, se transforman en verdaderos placeres.
Yo tenía ese vestido marrón y en la cabeza un pañuelo blanco para sos-
tener los cabellos, porque era costumbre llevar la cabeza cubierta. "Immi,
tendrás vestidos de seda y coronas de estrellas..."
Jesús me siguió hasta la casa y puso sus caballitos en su lugar. Eran de
madera: ¡como lo fue aquella Cruz! Durante la Pasión, Yo, en el dolor he
revivido los recuerdos. Jesús niño, Jesús frente al fuego: ¡fuerte, hermosí-
simo, generoso! Decían de Él en Nazaret que era un hijo amoroso, después
se asombraron cuando partió, y fue criticado. No sabían quién era, aunque
lo veían distinto de los demás. Te hablaré de la Cruz y de la Pasión, te
hablaré de tantas otras cosas de aquella vida mía simple y dolorosa, y al
mismo tiempo maravillosa, del mismo modo como tu vida es dolorosa y
maravillosa. El dolor tiene siempre una finalidad, además de crear méritos
si es aceptado. Aceptar el dolor no es resignarse, es llevar el peso con dig-
nidad, conociendo el valor que tiene el dolor aceptado. Ahora te dejo con
tus deberes–placeres. Vivir y trabajar para aquellos a los que se ama es
siempre un consuelo en la vida terrenal. ¡Y si en la tierra penetra el Reino
de Dios, el vivir es estar serenos!
8 de Noviembre de 1983
190
142. [152]- A un sacerdote.67
¡Cómo agradecerte aquellas "Ave Marías" que tú me dedicas pensando
en Mí!
¡Soy tu Mamá del Cielo, la madre de Jesús y de todas las criaturas del
mundo! Y al mundo me manifiesto para testimoniar la Verdad. Para traer
la fe, ¡para mandaros mi amor! Mi amor a las estrellas de Jesús: ¡en aquel
firmamento brillan y dan luz a las almas!
Cada testimonio de fe puede hacer mucho, extiende el amor, conduce a
la Vida. Tú conoces tu misión: ¡consagrar, testimoniar, bendecir! Estas
manos tuyas son santas por aquel don grandísimo recibido del Padre: ¡el
Sacerdocio! El Sacerdote, estrella del firmamento de mi Jesús, es puesto en
un escalón más alto por los poderes recibidos y si permanece siempre en
gracia, siempre son grandes sus poderes. En aquel tiempo Jesús, en Su
divina naturaleza, o sea, como Dios, veía a las criaturas y al tiempo...
"Immi veo un firmamento con muchas estrellas..."
¡Erais vosotros, que habéis sido elegidos y sois dignos, de la elección!
Aquel día, cuando Jesús miró a los primeros: ¡a todos os ha mirado! En el
tiempo habéis venido a ser estrella: ¡a ser luz! Como Jesús, que es la luz
del mundo, vosotros, otros Jesús: ¡sois también luz!
Tu tarea es maravillosa y tú la sientes, la alegría cubre en ti cada morti-
ficación, ¡cada sacrificio! La alegría de servir a Mi Hijo y a la Iglesia es
grande, a quien en la vida vive en santidad y pureza el sacerdocio. Tu ca-
mino, que lo has elegido escarpado, te llevará a un maravilloso sitio del
espíritu y llevarás muchas almas al Reino feliz: ¡al Reino de Jesús!
"Mi Reino no es de este mundo... "
Palabras de Jesús, ¡palabras que tú deberás siempre explicar, extender,
y hacerlas vivir! Haz conocer a Mi Hijo, hazlo amar: esto es todo lo que Él
pide: ¡amarlo y hacerlo amar! Y el mundo será mejor. Enseña el valor y el
objetivo del dolor. Haz saber que Dios ama a todos, y con todos es justo y
misericordioso, ¡y cada vez que estés en el altar vive en ti la Pasión!
"Esta es mi Sangre, éste es mi Cuerpo..."
Jesús está sobre el altar contigo, habla a tu alma, con tu voz. ¡Tus ma-
nos son las Suyas! ¡Tú eres otro Hijo Mío! Yo, Myriam de Nazaret, te
dirijo mi mirada y mi sonrisa!
26 de Noviembre de 1983.
67
Es para Don Luis María M.
191
143. [87]- Yo continuaré apareciéndome para la última salvación.
Miro con vosotros esta llama, y entonces siento que el tiempo se ha de-
tenido, ¡y Yo Myriam estoy en Nazaret en la pequeña casa y miro la llama
junto a vosotros, que habéis venido a vernos y que habéis acariciado a mi
pequeño Jesús! Quien ama a Jesús, recibe mucha gratitud de mi parte y sé
que quien lo ama, me ama.68
Tú, que eres otro Jesús y hablas con su voz, y bendices con sus manos,
lo amas tanto como para hacer sacrificios por Él con alegría. Jesús fue el
primer misionero. Antes de partir de nuestra casa se preparaba, unido por
el Espíritu al Padre, y aunque era al mismo tiempo Dios, se preparaba co-
mo hombre, porque, como Dios, todo lo sabía, y así también sabía de voso-
tros, de cada uno de vosotros ha sabido siempre.
Miraba la llama como ahora la miro. ¿Estamos en mi tiempo o en el
vuestro? Cuando el amor une, el tiempo ya no importa... Estamos juntos.
Jesús era entonces un niño, en aquel día de este recuerdo miraba la llama
sentado junto a Mí, en su pequeño banquito:
"Immi, vendrán otros, en el tiempo, que te amarán y será para ellos
como si vivieran Contigo, tanto será el amor que sentirán por Ti y por
Mí..."
En aquel momento Jesús era Dios, con su visión. Siempre ha sido
Dios, pero siendo también hombre, a veces podía parecer un niño como los
demás:
"Immi, ¿puedo ir a hacer una carrera?"
Y frente a esa llama estábamos ya con vosotros y vosotros no estabais
más que en el pensamiento de Dios, y entonces de Jesús.
Yo me apareceré todavía en el mundo, esto será para la última salva-
ción, ya que todos tienen necesidad de fe. Para Mí es como si aquel tiem-
po, que nos separa, no hubiera pasado nunca, Yo vivo mirando a toda la
humanidad y llevándole a Mi Hijo cada súplica dirigida a Mí.
"¡Hijos, ya no tienen fe!" Regreso con el pensamiento a Caná: "No tie-
nen ya vino..." Jesús conoce todo de vosotros, y ama vuestro amor por Mí
y de esto os está agradecido, como Yo estoy agradecida por el amor que Le
tenéis.
Jesús partió un amanecer, que jamás he olvidado, en mi tiempo y el
más allá. Lo vi alejarse, mientras la última estrella se apagaba. "¡Es mi
68
Giuliana y su marido estaban sentados frente a la llama de una chimenea en el momento
de recibir el mensaje, y con ellos un misionero salesiano, regresado después de 40 años de
las selvas del Amazonas.
192
Hijo, es Dios y lleva la luz al mundo!" El primer misionero. Y todos los
misioneros llevan o han llevado la luz al mundo. Es sacrificio, es fatiga, es
probar el espíritu, la misión, pero sobre todo es la cosa más importante que
se hace por la fe! ¡La fe sublima cada sacrificio, cada fatiga, cada prueba!
La fe es aquella luz que ha traído mi Hijo al mundo y a ti te ha dado la luz,
¡como si fuese una antorcha que pasase de sus manos a las tuyas!
27 de Noviembre de 1983
144. [88]- Vuestras flores son pensamientos hermosísimos que me ofrecéis.
Soy vuestra Madre, Myriam de Nazaret, porque Jesús os ha confiado a
Mí, confiándome Johanan. Vosotros me amáis y me conocéis, pero mi vida
terrenal en aquel tiempo fue una vida poco conocida. Trabajé en silencio y
en silencio oré. Conocí el dolor y la alegría, como toda criatura. Yo tam-
bién soy una criatura, Yo también trabajé como vosotros trabajáis. En Mí
fue intensa la vida del espíritu. Es el mejor modo de vivir: una intensa vida
que pertenece al alma, no a la materia, es nuestra esencia, ¡en verdad, no-
sotros somos almas!
Mis golondrinas, vosotras sois madres en el alma, porque aliviáis el
dolor, ya que con el alma voláis, porque vivís intensamente con el alma
mientras trabajáis con la materia. ¡La vida de cada día: escalones que lle-
van a lo alto, si cada día es ofrecido a mi Hijo! Escalón hacia la vida, que
es la santidad. Esta santidad está en los corazones humildes, en las almas
puras: ¡luces en el mundo! Yo os agradezco ya que vosotros habéis ofreci-
do vuestra vida a Jesús. Él os ama y os está agradecido, tiene necesidad de
vosotros, por el mundo, pues necesita vuestra obra. Él es Dios y se sirve de
la humanidad.
Cuando vivía en la tierra en aquel tiempo, en la pequeña casa de Naza-
ret, y miraba a Jesús niño, frecuentemente hablaba con Él, más que hablar
escuchaba lo que Él me decía, y cuando la naturaleza divina prevalecía en
Él, decía cosas bellísimas, que a veces no llegaba a comprender:
"Immi vestirás de seda y perlas y estarás sobre los altares..."
¿Cómo podía comprender? Ahora sobre los altares tengo vestidos de
seda, tengo perlas, os miro a través de mis estatuas. Estoy con vosotros y
193
vuestras flores son pensamientos bellísimos, que me ofrecéis, ¡pequeñas
golondrinas mías!
Jesús un día me dijo (hablaba como Dios): "Immi, en el tiempo
vendrán muchos que nos querrán" Y entre esos muchos, también vosotros,
¡gracias por este amor!
4 de Diciembre de 1983
145. [89]- Os cuento muchas cosas para hacerme pequeña junto a vosotros.
En aquel tiempo, cuando aparecí a Bernardita, ella me miró asombra-
da, Yo la miré con mucho amor. Frío, nieve, hambre, pobreza. La vida de
todos los días para aquella pequeña, la más pobre, la más humilde:
"Mon Père, ¡es verdad! La bella Señora me sonríe y me habla..."69
En este tiempo me aparezco a otros jóvenes, menos pobres, pero siem-
pre puros. ¡Ojos puros que ven! ¡Ojos que cuando Me miran, quedan en-
cantados!
"¡Es realmente verdad! ¡La bella Señora nos sonríe y nos mira!"
Yo soy la "Inmaculada Concepción"...70 Soy la Inmaculada Concep-
ción y he llevado a Jesús sobre Mi corazón, ¡por vosotros! Por vosotros Él
vino, ¡por vuestros pecados! Cuando el Ángel me dijo que habría de ser la
Madre de Dios, me asombré sobremanera y por varios días quedé asom-
brada: "No hay duda de que era un Ángel bellísimo... ¿o habrá sido un
sueño?"
En aquel tiempo era casi como estoy dibujada en el pequeño retrato
que te he sugerido: un pequeño rostro de muchacha hebrea, ¡con aquellos
ojos llenos de asombro! Tú me has retratado como era en aquellos días que
siguieron a la Anunciación.71
"¡Yo soy la Inmaculada Concepción!"...
69
Referencia a las milagrosas apariciones de la Virgen en Lourdes.
Referencia a las milagrosas apariciones de Fátima.
71
Referencia a la obra pictórica de Luigi Crescio, reproducida en la página 9 ("La Virgen
del pan")
194
70
Bernardita sufrió siempre en su vida terrenal, ahora en el Cielo tiene
mucha felicidad, y cuando se dirige a Mí me llama aún: "Bella Señora". He
aparecido y seguiré apareciéndome, y me manifiesto con muchas palabras.
Así fue mi vida en Nazaret, y mi dolor bajo la Cruz, mi cocina y mi huer-
to... Os cuento muchas cosas, para hacerme pequeña junto a vosotros, ves-
tida pobremente con un pañuelo blanco, que cubre mis cabellos y con
aquel vestido marrón, que parece una casaca. Para vosotros seré "la Virgen
del pan". El pan vivo: Jesús, y aquel pan con miel que saboreaba en Naza-
ret, en la pequeña casa:
"Immi llevo un panecillo al huerto y les doy algunas miguitas a los go-
rriones..."
Las miguitas y el nido para los gorriones... El vestido de seda al lirio y
para vosotros mis criaturas: ¡todo lo que os servirá para servirme! Son
palabras de Jesús, palabras de vida.
Cuando Jesús era pequeño como Cristina, era igual de inquieto: "¡De-
jad que los pequeños vengan a Mí!" Y Él abraza a todos sus queridos pe-
queños y los protege. ¡Al gorrión, al lirio, a los hombres, a los niños! Y los
Ángeles. Son todas criaturas de Dios y son hermanos y criaturas de Jesús,
Dios de Dios. Os ama a todos y también por este amor, ¡esta noche me ha
enviado a vosotros, y en Él bendigo vuestra casa!
Roseto degli Abruzzi 9 de Diciembre de 1983
146. [90]- En el tiempo de la tierra habría de tener tantos nombres.
Cuando vivía en la tierra, en el tiempo que vosotros sabéis, vivía en
aquella casa, que conocéis porque es un poco también vuestra, y nunca
hubiera imaginado que en el tiempo de la tierra habría de tener tantos
nombres... Me siento aún como entonces, Myriam de Nazaret, elegida por
Dios para dar al mundo, para redimirlo, a Él mismo, a Dios de Dios.
Estaba sola aquel día, cuando el Ángel se me apareció. En estos tiem-
pos la Iglesia vive momentos oscuros, y todo lo que es del espíritu, y por lo
tanto inexplicable, frecuentemente es escondido, como sucede con el rostro
de los Ángeles. ¿Por qué ha penetrado el materialismo en la Iglesia? A
través de los hombres, cierto, la Iglesia de Jesús es siempre la misma en
195
los siglos, como lo es su Palabra. Pasarán los hombres, sucederán los even-
tos, correrán las nubes barridas por el viento, habrá siempre hojas caídas y
edificios arruinados transformados en escombros... habrá guerras y rumo-
res de guerras... pero la Palabra de Jesús será siempre la misma: ¡el tiempo
es para los hombres, pero es creado por Dios! Y Dios, está sobre eltiempo
y no pasa, ¡como no pasa Su Palabra! El Dios de Dios, mi Hijo, se encarnó
para sufrir, para redimir, y lo que ha dicho permanecerá: y por eso también
su Iglesia, y el Evangelio, y toda criatura que ama y que Lo ama, y tam-
bién toda criatura que no Lo ha podido conocer, pero que Lo ha intuido y
Lo ha sabido amar. ¡La Iglesia!
En Nazaret, en nuestra casa, nuestra vida aparecía como normal,
monótona tal vez para quien no sabía quiénes éramos. Yo Myriam, habría
de tener muchos nombres: Nuestra Señora de Fátima, la Virgen de las
Lágrimas, la Virgen de la Guardia, la Virgen del Pilar, Notre Dame... Mu-
chos nombres, muchas lenguas... Muchos nombres me han dado los hom-
bres de todo el mundo, y Yo Myriam, me he elegido un nombre para voso-
tros. ¡La Virgen del Pan! El pan vivo que vive como sangre de mi Hijo, el
pan que alimenta el alma: el símbolo del sacrificio. El pan que se trans-
forma en sangre, una parte del Corazón de Jesús: ¡Sangre viva que entra en
vuestros corazones! Yo pensaba en lo que el ángel Gabriel me había dicho
en los momentos en que mi corazón se atemorizaba. Temía el tiempo del
dolor, porque sabía; pero no sabía cuándo habría de suceder.72
Cuando Jesús se fue de casa, supe que aquel tiempo se iniciaba.
"Immi, cuando me llames con el pensamiento Yo te escucharé y Tú
sabrás que entonces estaré junto a Ti con mi Espíritu..." El espíritu escu-
cha, capta, envía y recibe. Es necesario que vosotros sepáis usar el espíritu.
Tú cuando piensas, llamas, escuchas y eres escuchada. Es un regalo grande
para ti y para muchos. Sabes usar el espíritu. No es fruto de la voluntad
propia usar el espíritu, sino de la propia pureza.
Para crecer hacia lo alto, es necesario ser puros. Sin embargo, no todos
pueden tener dones particulares, porque sólo Dios sabe y elige a quién está
en el designio. El designio de una joven vida destrozada y de un grandísi-
mo dolor. Sin dolor no hay don particular. Los falsos profetas no han vivi-
do el dolor. Y no un simple dolor soportable, sino que para todos la vida es
una prueba, pero los dones particulares implican un dolor que solamente
72
Nueva alusión al episodio evangélico del Anuncio a María por parte del Arcángel Ga-
briel.
196
con la ayuda de Dios se soporta. Bajo la Cruz he sufrido el dolor de mu-
chas madres, por esto os comprendo.
En Nazaret, en casa llevaba aquel pañuelo blanco, tenía dos iguales, y
aquel vestido tejido por Mí, me servía para hacer los quehaceres de casa.
Ahora me habéis regalado vestidos de seda adornados con oro, y los agra-
dezco: es amor, pero el regalo de este retrato mío, con aquel vestido y
aquel pañuelo blanco es muy apreciado por Mi Corazón.
"Pequeña Virgen del Pan, lleva mi amor a tu Hijo, ayúdame a pedirle
ayuda para mi alma y para mis días. Dadnos la paz del espíritu: el pan vivo
y la tranquilidad en la vida terrena y el pan con miel de cada día, con el
cual podamos, fuertes en espíritu y tranquilos, trabajar todos los días para
Vosotros. ¡Así sea!"73
Yo escucharé, Jesús escuchará, y no importa si las palabras son fórmu-
las o es sentimiento. Nosotros escuchamos el amor.
La pequeña cocina estaba caliente aquella noche, una noche de invier-
no, mirábamos la llama...
"Immi, tú sabes quien soy Yo, aunque ahora soy Tu niño. ¡Immi, Tú
estabas en un designio! y también otros estarán en un designio. ¡En los
designios hay siempre dolor, pureza, serenidad, espiritualidad! ¡Quien vive
en un designio, teje hilos dorados para los hermanos y es luz en el mun-
do!"
La cocina estaba caliente, afuera hacía frío y había viento, Nosotros
nos escuchábamos con el alma.
13 de Diciembre de 1983.
147. [91]- Los designios de Dios y las obras humanas están atados con un
fuerte hilo.
La Virgen del Pan está sentada sobre una nube y mira a Su niño, que
juega sobre otra nube... ¿Puede un sueño hacerse realidad? ¿Puedo mos-
trarme como era en aquel tiempo y sonreíros? Pues bien, estoy con voso-
73
Oración dictada por la Virgen María para ser mejor escuchados en el Cielo.
197
tros en vuestra casa y os sonrío, y bajo Mis pies hay una nube... En aquel
tiempo, en la tierra, también Yo soñaba. Todos sueñan según su forma de
sentir, así es el sueño...
Era invierno, también en vuestra tierra el invierno es frío, encendía el
fuego y soñaba con una primavera toda florida: es la que ahora vivo, pase-
ando entre las rosas del paraíso.
Al mundo le pido oración, y vosotros sabéis lo que son oraciones: son
plegarias, actos, sacrificios. Todo con el pensamiento en Dios. El rostro
humano de Dios es dulcísimo y amoroso, porque expresa la belleza de su
divinidad.
Al mundo le pido oración desde hace mucho tiempo, para el mundo.
Mis apariciones han sido para ayudar a las criaturas y para exaltar la fe,
lo mismo que estas palabras mías, que pueden parecer menos importantes
que las apariciones, pero no lo son, porque éstas permanecerán. Los desig-
nios de Dios y las obras humanas están ligados por un fuerte hilo: la volun-
tad de Dios, el amor de Dios, la libertad de los hombres, que no obstante,
si están en gracia, están unidos por ese hilo y actúan en el bien, y entonces
oran. Al mundo le pido entonces lo que ha pedido Mi Hijo: el amor recí-
proco y así tener siempre en el pensamiento a Jesús, que desde la Cruz nos
ha mirado a todos.
"Immi, cuando en Mí está lo divino, no veo con los ojos de la carne,
sino que se abren sobre la humanidad, pasada, presente y futura, los divi-
nos ojos de mi Espíritu, que siempre ha estado en el Padre, porque Yo soy
el Padre: Yo soy Él, y nuestro Espíritu nos une y del uno al otro procede 74.
Es entonces nuestro Espíritu el que ve a cada alma, el que escucha los pen-
samientos de cada mente, y los sentimientos de cada corazón".
Palabras de Jesús, dichas entonces en una noche fría, labios de hombre
joven que decían cosas divinas. ¿Hombre y Dios o Dios–Hombre? ¡Un
completarse, un fundirse espíritu y materia, divinidad y humanidad! Pala-
bras secretas, palabras que solamente ahora revelo para haceros conocer y
amar aún más a Jesús:
"Immi, los veo y los amo a todos... Es alegría grande para Mí verlos ya
en el no–tiempo, cuando ellos verán el Paraíso".
14 de Diciembre de 1983
74
Expresa la misteriosa identidad de sustancia con el Padre en una sola naturaleza, de la
Trinidad, de Un solo Dios único.
198
148. [92]- Jesús, bellísimo y solemne, ha quedado en el lienzo de la Santa
Sábana.
En esos días Jesús cumplía siete años. Siete años desde que la estrella
brilló y los ángeles cantaron. Una atmósfera de fábula, pero vosotros sab-
éis que toda cosa bella parece una fábula.
"Immi, ahora soy grande. Puedo trabajar con papá José y cavar el huer-
to".
En mi espíritu hablaba otra voz: la voz de Gabriel:
"Myriam el mundo no sabe que Dios se ha hecho hombre y vive entre
los hombres..."
Estaba vestida como los días de fiesta y la casa tenía ese aire festivo,
que hay en toda casa, cuando se festeja un suceso alegre y reina el amor:
"¿Cuánto durará la alegría?"
Los años pasaron, Jesús adquiría distintos aspectos: jovencito, hom-
bre... Siempre bellísimo a Mis ojos maternos, y también a los ojos de quien
lo veía por primera vez. Y pasó el tiempo, hasta que llegó el tiempo de la
Pasión: Jesús, bellísimo y solemne, amortajado en la muerte física ha que-
dado en el lienzo de la Santa Sábana. La luz del Padre y el Espíritu del
Padre, que procede al Hijo, y el Espíritu del Hijo, que es la misma tercera
persona Trinitaria, se unían, aún estando siempre unidos y dando luz, aquel
Espíritu de Amor inundó de luz al lienzo. Se imprimió el rostro de Jesús
solemne en el dolor, maravilloso y majestuoso, y Sus heridas, y así el tes-
timonio de su padecimiento por todos aquellos que vendrán y por los de
ahora. ¡Luz para dar luz!
Jesús a los siete años era hermosísimo, para Mí y para todos. Y tam-
bién para ti que lo ves con el alma y te das cuenta de que se parece un poco
a tu hijo, que fue bellísimo y es bellísimo para ti y para todos. Ningún
ángel puede no ser hermosísimo.75
16 de Diciembre de 1983
75
El lienzo de la Sábana Santa se ha conservado intacto por milenios y, después de largo
peregrinar, está actualmente expuesto al culto de los fieles en la catedral de Turín, superan-
do con la fuerza sobrenatural de la tradición todos los estudios realizados para tratar de
obtener una explicación científica y no divina de la ya famosa imagen de Cristo.
199
149. [93]- Cuántos rostros me han dado los hombres, sin embargo, éste se
me parece.
¡Es el momento apropiado para recordar aquella noche! Hacía frío y
estábamos cansados. La historia parece una fábula pero es realidad.
Cuando Jesús vino al mundo, Yo me había adormecido. Él, Dios de
Dios, atravesó mi cuerpo como si hubiese sido un rayo de luz y se trans-
formó en el Verbo, que ya antes se había encarnado en Mí, y para nacer
fue luz: ¡porque Él, Dios de Dios, es la luz del mundo!
Agradezco a todos aquellos que nos aman, y desde el mundo que para
vosotros será, vengo a vosotros que me amáis por un milagro extraordina-
rio: ¡no aparición, sino voz y palabras, que permanecerán en el tiempo! Se
iniciaba la era del amor, para Mí comenzaba la grande vida: ¡la Madre de
Dios! "¿Por qué precisamente a Mí? ¿Por qué, por qué?" Temor y felicidad
se alternaban en Mí: "¿seré digna?"
También tú te preguntas la misma cosa: no te lo preguntes más, Dios
sabe quién es digno, las criaturas deben obedecerle, seguirle y escucharle.
¿Escucharle? Cierto: escuchar lo que ha dicho, lo que ha pedido, y por
un designio algunas raras criaturas en el mundo pueden escucharle todavía.
¡Él habla todavía de caridad, de amor, de perdón! Él dice cosas eternas
pero siempre nuevas. Él ha dado para ti pluma a los Santos y a los Ánge-
les, y usa la pluma tuya como Yo, Myriam, la uso.76
El nacimiento de Jesús no es una fábula, sin embargo, el mundo tiene
necesidad de fábulas para salir de la oscuridad. ¡He aquí la luz: Jesús! ¡He
aquí los Ángeles y las estrellas!
Cuando el tiempo pasó, cuando estábamos en Nazaret ya vueltos de
Egipto (aquel tiempo fue para Mí nostalgia, pero tenía a Jesús que era mi
vida, Lo miraba y todo lo de Mí estaba en Él) recordábamos, José y Yo
con Jesús aquella noche fría:
"Papá José, tú me has cubierto con la capa..."
Y el Verbo se hizo hombre, para hablar a los hombres. La Verdad no
tiene hipótesis, y entonces es en vano decir que si Dios no se hubiese
hecho hombre, todo habría sido distinto. Y Dios ha tenido una infancia y
una juventud, una casa pobre pero íntima, ¡la primer Iglesia!
76
Referencia a las publicaciones : "La Palabra", "Voces Celestes", "Los dictados del
Ángel", "Relatos del Paraíso", que reúnen los otros mensajes de Jesús, Santos y Ángeles,
recibidos por Giuliana.
200
La Verdad es demasiado bella, a veces, para ser creída: en el mundo,
que para vosotros vendrá, seréis muy felices, ¡estad seguros! y veréis a
Jesús y Yo continuaré contándoos lo que queráis saber, aunque en ese
mundo donde nosotros vivimos, todos reciben la sabiduría. Yo os agradez-
co, porque me amáis, y te agradezco a ti el trabajo que haces por nosotros:
¡es plegaria sublime trabajar para el Cielo! Recuerdo el frío de aquella
noche, estaba asustada por no encontrar un sitio dónde pasar la noche, José
no lo decía, pero él también estaba muy preocupado... Cuando vio a Jesús
lo adoró:
"¡Es Dios y es tan pequeño!...
¡Cuántos rostros me han dado los hombres! Y sin embargo, éste se me
parece, y también vosotros estáis asombrados de que éste sea mi rostro.77
¡Las cosas grandes asombran, pero es necesario también aceptarlas con
alegría, pensando que tenemos que ser dignos de ellas!
20 de Diciembre de 1983
150. [94]- "Venid Conmigo". Estas palabras las ha repetido en todo tiempo, y
también a vosotros.
Soy la Mamá del mundo, vuestra Madre, y era una pequeña mujer con
las preocupaciones que tenéis también vosotros todos los días. "Hoy debo
ir al mercado... Tengo que hacer ese trabajo en el huerto..."
Jesús niño me ayudaba con mucha buena voluntad:
"Immi, ¿puedo hacer Yo tu trabajo? Sé plantar las semillas, sé cortar la
hierba..."
Y los días pasaban, Jesús crecía, Yo temía el tiempo del dolor...
Después de la Resurrección, Jesús venía a verme, como viene también
a vosotros. Lo veía, me hablaba... Yo escuchaba con el alma Sus Palabras.
Aconsejaba a los Apóstoles con Sus consejos. Y nacía la Iglesia que se
iniciaba con el Anuncio de la venida de Jesús: "¡Ave Myriam!"
77
El esposo de la vidente, Gral. Luiggi Crescio, pintó un cuadro con las indicaciones que
su esposa le daba sobre el aspecto y el vestido de la Virgen, que está reproducido al co-
mienzo de este libro.
201
¡Y comenzaba cuando Jesús partía de casa, sin equipaje, sin dinero y
ligero y lleno de amor! Y comenzaba frente al mar, cuando Jesús posó Su
mirada sobre los primeros apóstoles: "¡Venid Conmigo!"
¡Y estas palabras las ha repetido en el tiempo, en todos los tiempos, a
los santos, a los mártires, a los puros de corazón, a los pobres de espíritu!
¡Y a vosotros os las repite, os ha elegido, os ha llamado! Os ha atraído en
Su amor, y os regala el amor, a fin de que vosotros lo podáis dar al mundo.
En aquel tiempo, en esos días después de la venida de Dios a la tierra,
Yo lo acunaba, lo miraba, lo adoraba: Aquí está conmigo, Lo tengo en
brazos y ahora os Lo doy: ¡acunadlo, besadlo! Mirad cómo os sonríe: es
Dios y es pequeñísimo!...
27 de Diciembre de 1983
151. [95]- Los milagros no se comprenden: suceden.
Como un hálito de dulce viento, mi amor sopla sobre vosotros, es un
amor materno, amor que da. Vosotros me conocéis, sabéis de Mí, cierto,
no todo, pues tanto ha pasado desde aquel tiempo elegido por Dios, para
hacerse hombre. Comenzaba la era del Amor, ¡y este amor avanza, crece,
obra! Por este amor, que viene de los corazones de los puros y de los San-
tos, la tierra es aún como es. Os pido oraciones y penitencia para que ven-
za siempre el amor.
¡Esta noche estáis unidos de un modo particular por la presencia viva
de Jesús en medio de vosotros! Mi Hijo está siempre con vosotros, sin
embargo, cuanto más amor tenéis por Él, más se acerca a vuestra alma. En
esa noche del tiempo, tiempo lejano de la historia de la vida, el Aconteci-
miento, Yo os cubro a todos vosotros con mi manto. ¡No ya un simple
manto, sino un manto hecho de cielo y estrellitas!
"Immi, tú amarás a todos y muchos te amarán. Y tendrás un manto de
cielo y de estrellas para protegerlos..."
No comprendí entonces... A menudo no comprendía cosas demasiado
grandes y demasiado bellas... En Caná pedí un milagro: ¡cosas grandes y
bellas los milagros! No se comprenden: ¡son milagros! Suceden.
"¡Hijo, dales a ellos el amor! Hijo ya no tienen vino, ya no tienen fe".
202
¡Pido siempre milagros a Jesús, también para vosotros! He aquí un mi-
lagro para vosotros:
"En un abrazo para todos vosotros pongo mi felicidad y mi vida bellí-
sima, con muchos besos, Humberto".78
19 de Enero de 1984
152. [153] - La Gran Madre a una hija suya.79
Este es un tiempo para revelar palabras, ya dichas en aquel tiempo, pe-
ro propagadas ahora, como para hacerlas vivir, explicadas, como para
hacerlas entender. Y Jesús habla a través de un alma, para lograr hacerse
amar verdaderamente. ¿Quién conoce en verdad a mi Hijo?
Es como un círculo: amarlo para querer conocerlo mejor, querer cono-
cerlo para amarlo. ¡Yo estoy junto a quien me invoca! En Dios y enviada
por Dios, miro al mundo y a las almas. Os miro y, a veces, lloran mis imá-
genes por el mal del mundo. Y a veces sonrío, porque en el mundo hay
también amor de unos a los otros. La amistad, la lealtad, la caridad, existen
siempre en los corazones humanos.
¡Os miro pequeñas luces! ¡Quien quiera trabajar para Mí, y sobre todo
para Jesús, no tema nada! Estaremos para ayudaros y protegeros, si voso-
tros tenéis confianza total en Nosotros. No os hablo de cosas celestiales.
Os hablo del amor universal. Os pido el amor en nombre de Jesús.
Del resto pensamos nosotros por vosotros; cuando es grande en voso-
tros la fe, entonces ya en la tierra es premiada. En aquel tiempo, Jesús,
como Verbo, se hizo hombre: ¡y Palabra de Vida! Y ahora repite estas
Palabras de Vida para vosotros: ¡pequeñas luces del mundo!
Las luces del mundo: ¡almas generosas, leales, caritativas! En aquel
tiempo era como vosotros, era una criatura y la Madre de Dios, y por voso-
tros he sufrido lo que Dios ha sufrido. Mi amor de Madre para vosotros,
también, aunque vosotros me veáis como una pequeña mujer que trabajaba
78
Humberto, es el hijo de los Aiello, esposos presentes en la reunión, que ya se encuentra
en el Paraíso, y que la Virgen María ha querido junto a sí para un breve saludo a sus padres.
79
Este mensaje es para Lilli C.
203
en Nazaret, lo mismo que trabajáis vosotras... Criatura como vosotros y
Madre de Dios y vuestra Madre. ¡Pequeñas luces del mundo, llevad a los
hermanos vuestra luz!
13 de Enero de 1984
153. [154] - En Nazaret mi alma vibraba, temblaba, gozaba, lloraba.
¡Desciendo, os miro, os bendigo! Y siempre os miro. Vuestro pensa-
miento es plegaria, es una llamada que Yo siento y me atrae. Vuestro amor
a Mi Hijo es felicidad para Mí, que se agrega a la inmensa felicidad del
Paraíso.
En Nazaret vivía mi vida simple en apariencia, mi alma vibraba, tem-
blaba, gozaba, lloraba: "¡Él es Dios y es Mi Hijo!" La cosa era demasiado
grande para Mí, ¡demasiado grande, demasiado bella, y además demasiado
dolorosa! ¡El dolor es vida del espíritu!
En la tierra no se puede comprender, si no se ha crecido hacia lo alto,
pero amando a Mi Hijo y creciendo en Él, es necesario entonces ofrecerle
a Él todo dolor, que en el Cielo es riqueza para el hombre. ¡La verdadera
riqueza!
En Nazaret, cosía, tejía, amasaba el pan... La pequeña casa, donde
Jesús vivió Su infancia y Su juventud hasta la primera madurez, y hasta
aquel amanecer en que me dejó, y Yo lo vi alejarse, mientras se apagaba la
última estrella.
¡Cuántas palabras entre nosotros en aquel tiempo! Jesús me hablaba
como hombre y me hablaba como Dios. Como hombre ha sufrido el dolor
humano, como Dios veía cada cosa y cada alma.
"Immi, en el tiempo muchos dedicarán a Nosotros su vida".
¡Vosotros nos dedicáis vuestras vidas! Jesús os ha llamado, ¡le habéis
respondido! Ha llamado a los primeros, mirándolos y pronunciando pocas
palabras: "¡Venid Conmigo, os haré pescadores de hombres!" ¡Pescadores
de almas! ¡También vosotros con vuestra humildad, con vuestro silencio,
con vuestra dedicación sois pescadores de almas!
204
Rezad por las almas que tomáis a pechos, y Yo Myriam, recibiré vues-
tras plegarias, haré de ellas coronas de rosas que llevaré a Jesús, y en Él al
Padre Celestial.
Dios ha amado tanto al mundo, como para mandar a Su Hijo, Dios de
Dios, a morir por la Redención de la humanidad. La humanidad es tan
preciosa para Dios, tanto que Él, Uno y Trino, acoge toda súplica para el
bien de los espíritus. Vuestras plegarias serán acogidas y escuchadas. Pes-
cadores de hombres...
Con rostro de pequeñas hermanas, pequeñas religiosas de almas puras,
¡en vuestra fe sois grandes! Con la fuerza de la Iglesia, de los consagrados
buenos y humildes: ¡pescadores de almas! ¡Vosotros tenéis el gran deber
de hacer conocer a Mi Hijo!80
En las almas de los pequeños sembrad la fe. Y mi Hijo recogerá las
flores y los frutos de vuestras semillas.
En aquel tiempo, cuando vivía en Nazaret, en una noche de primavera,
en nuestra pequeña huerta mirábamos las estrellas...
Immi, muchos vendrán a mirar estas estrellas... Y nos seguirán y nos
amarán...
Sestri Lavente, 18 de Febrero de 1984
154. [86]- José os ama, amadlo y dirigios a Él.
Cuando íbamos hacia Egipto, trataba de reprimir el llanto, tenía a Jesús
sobre mi corazón y me sentía protegida por José a pesar de mis temores:
"¿Dónde iremos?" Cuántas veces en vuestras vidas os habéis hecho esta
pregunta: "¿Dónde iremos? ¿Qué haremos? ¿Nos van a ayudar?" ¡Cuántos
temores, cuántas pruebas en la vida!
La fe os hace entonces estar seguros de recibir una ayuda milagrosa en
el momento preciso, si es una ayuda justa. José fue para Mí, un amoroso
hermano–esposo. Muchos no entienden cómo un hombre y una mujer pue-
dan vivir en castidad. Para nosotros fue fácil, porque en nosotros estaba
80
Esta fuente u origen del mensaje está reservada a la orden de religiosas de “Las Maestras
Pías”.
205
Dios, que nos daba toda ayuda, y nuestra voluntad en querer servirlo en
pureza.
Ningún deseo humano podía aflorar en nosotros, porque el espíritu se
elevaba en nosotros durante la oración continua, que era plegaria y unión
con Dios.
Cuando estábamos en Nazaret, durante aquella vida terrena, en aque-
llos días de serenidad, de ansias, de sufrimientos, fuimos también felices,
de felicidad terrena con José.
Las mañanas de sol, la cosecha de las olivas, las cenas con Jesús, que
nos hablaba como niño y como Dios.
José os ama, amadlo y dirigios a Él para pedirle por las justas cosas
materiales. Él es un intercesor muy importante entre vosotros y Dios: ha
cuidado de Nosotros, cuida de vosotros.
"Papá José: ¿me haces otro caballito? ¿Puedes hacerle la cola muy lar-
ga?"
"¡Takiní, aquí está el caballito! Haz con él un largo viaje..."
Jesús jugaba como todo niño, y como Dios Su Espíritu volaba en el
sol.
19 de Marzo de 1984
155. [155]- ¡Vosotros sois mis hijos! Rostros claros, rostros oscuros: ¡almas!
Estaba tejiendo y mis pensamientos iban lejos: pensamientos de una
muchacha próxima a la vida del matrimonio. Nunca habría podido imagi-
nar lo que sucedió en aquel momento... ¡Una luz me deslumbró! Quedé
atónita, de aquella luz emergió una figura de muchacho bellísimo y alto. El
rostro serio me miraba. Cuántos pensamientos se juntaron en mi mente, y
al mismo tiempo no lograba pensar, ¡me latía el corazón y temblaba!
"¡Ave Myriam!" Yo permanecí en silencio y caí de rodillas ante el
Ángel. Los ángeles son Espíritus Puros, pero para anunciar, para salvar,
para hablar, toman cuerpo humano y bellísimo.
Me dijo también su nombre: Gabriel. Cada ángel tiene un nombre, un
modo de ser y una personalidad. Cada ángel es una criatura de Dios y Dios
no se repite al crear.
206
¿Habría podido, tal vez, no aceptar? Ciertamente: somos todos libres,
pero Dios sabía que habría de decir: "¡Hágase Tu voluntad!" y lo dije con
todo el corazón, ¡con toda el alma!
Después de aquella aparición, y no visión, la habitación volvió a su luz
normal, la tela que estaba tejiendo se había caído. Yo estaba asombrada,
tan asombrada, que aún no podía pensar. Quedé quieta por algún momen-
to, como adormecida.
Mi alma iba al encuentro de Dios. Mi Hijo, entraba en Mí por obra del
Espíritu Santo.
Un día, era el crepúsculo, un rojo crepúsculo de aquella tierra, en Na-
zaret, en el pequeño jardín, Jesús estaba jugando. Yo pensaba: "es muy
hermoso tener hijos y tengo este Hijo, ¡que es Dios! ¿Cómo es posible? ¡Él
es como la Vida para mí, Él es luz para Mí y sé que será dolor!"
El Ángel me lo había anunciado. "¡Hágase Tu voluntad!" Jesús me
miró en aquel momento y me dijo:
"Immi, Yo Soy el Unigénito Hijo de Dios, soy Tu Hijo y tengo muchos
hermanos. ¡Immi, tienes muchos hijos!"
Después continuó jugando, ¡sin embargo, era Dios! ¡Mis hijos! ¡Ros-
tros claros, rostros oscuros, todos mis hijos! y vosotros que conocéis esos
rostros claros y oscuros y amáis a todos aquellos rostros, y sobre todo am-
áis sus almas, sois aún más Mis Hijos, ¡y Yo para vosotros soy María
Auxiliadora!81
Ayudo a todos mis hijos y a aquellos que me confían sus casas y sus
vidas, Yo los escucho y velo por ellos. ¡Tengo tantos hijos, tantas casas y
tanto amor!
Este amor que me dais es un don muy precioso, ¡porque nada vale más
que el amor! Mis hijos: muchos se han santificado con sus obras y Me han
hecho amar por quien no me conocía. Mis hijos, vosotros que os habéis
entregado a Jesús, vosotros que me amáis, ¡vosotros que lleváis al mundo
la Verdad! Rostros claros, rostros oscuros, ojos límpidos: ¡almas! ¡La
humanidad tiene necesidad de dar y de recibir amor!
Volviendo a aquel día de mi recuerdo... el día en que el Ángel me trajo
la primera luz de la Redención, revivo aquellas horas. El corazón me tem-
blaba, mi alma se regocijaba y después temía: "¿seré digna?" Y cambió
todo en Mí, se inició para Mí una vida intensa en sentimientos.
81
Se dirige a dos Sacerdotes Salesianos misioneros presentes.
207
Y recuerdo los días, los meses de la espera, rezaba y pensaba en cómo
había de ser mi niño–Dios. Cuando lo vi, lo miré fascinada, aquella mirada
que penetraba el alma, la tuvo ya desde el nacimiento.
Todo lo que pertenece a la Revelación es Verdad clarísima. ¡Y lo que
puede parecer leyenda, es realidad! También aquel día, en que estaba te-
jiendo, Yo lo he vivido segundo a segundo: "¡Todos son tus hijos, Señora,
y el mundo te amará, y Tú serás también la salvación de muchos hijos
Tuyos, Madre de Dios y de los hombres, Reina de los Ángeles!"
Cuando Jesús me dijo estas palabras, Yo no podía comprenderlas. He
comprendido después. Ahora sé, y vosotros siempre sois mis hijos. Rostros
claros, rostros oscuros: ¡almas!
25 de Marzo de 1984
208
Segunda Parte:
el tiempo del dolor y de la nostalgia
Mensajes fechados del 1984 a 1987
156. - No temas, soy Yo, María, quien dicta a tu espíritu y hace escribir a tu
mano.
Jesús hizo muchos milagros, incluso antes de su vida pública, pero no
fueron milagros que se pudiesen notar, fueron esos ocultos y los más im-
portantes: los del espíritu. No sabían quién era Él, pero sus palabras cam-
biaban o convencían a los que le escuchaban tanto como en el templo.
Cuando refiero cosas de mi vida, son precisas, y recuerdo todo exactamen-
te.
No temas, soy Yo, Myriam quien dicta a tu espíritu y hace escribir a
tu mano. En Caná, Jesús hizo aquel milagro por Mí, aunque no había lle-
gado todavía la hora de los milagros visibles ¿Vino o fe? El vino significa
la fe, los milagros son siempre para el espíritu. También estas palabras son
para el espíritu y son milagros y por tanto o se creen o se dejan de creer.
Quien sabe ver a Dios ve Su mano, quien no cree, nada ve. Habíamos ido
allá para la boda de un pariente, recuerdo el semblante de la novia, que era
muy tímida, lo recuerdo todo.82
82
El mensaje, que puede considerarse prólogo de esta segunda parte, hace referencia a uno
de los más conocidos milagros de Jesús: la conversión del agua en vino a petición de la
Santísima Virgen, en el trascurso de la fiesta de bodas en Caná. Un milagro al que ya Nues-
209
Muchos estudian e interpretan todas las cosas de la fe, y es mejor creer
y aceptar con fe pura y no añadir nada de lo humano en lo que es sobrena-
tural.
Nuestro libro hará vivir en nuestra casa de Nazaret a muchos que lo
van a leer, saborearán los panes a la miel y podrán tener a Jesús en sus
brazos. Muchos dirán que repito muchas palabras: es para hacer entender
mejor: todos están distraídos... Otros serán indiferentes, pero habrá otros
que sacarán un bien grande: este es el motivo de estos dictados. A vosotros
no os hablo de penitencia, a vosotros prefiero hablaros del amor de Jesús y
de mi amor. A vosotros os pido dar a conocer Mi Hijo al mundo y decir al
mundo, por Nosotros, que lo que cuenta es el amor. "¡Immi, el amor es un
viento que sopla, una rosa que no se marchita, palabras que permanecen y
un sentimiento que no tiene fin!" Muchos no saben qué es el amor. Quien
lo vive sabe que es ser altruistas, no ser orgullosos y estar siempre dispues-
tos a comprender.
"Immi, el amor es un viento que sopla..."
27 de junio de 1984
157. - Me desperté llevada por los ángeles hacia lo alto.
Mi cuerpo fue el primer cáliz. Yo no podía morir.
Mi sonrisa para la humanidad: ¡hijos míos! En el recuerdo de mi subir
al Cielo en un triunfo de vuelos de ángeles, en el encuentro con Mi Hijo,
ahora que el tiempo ha pasado y vosotros no me olvidáis, sino al contrario,
vivís conmigo en el corazón y a través de mis palabras, los relatos de mi
vida, me amáis y me conocéis. Una criatura como vosotros en tantas mani-
festaciones de cada día, los días tranquilos de la infancia de Jesús, las
noches de verano en el jardín perfumado, bajo las estrellas, las noches de
invierno sentados frente al fuego José y Yo mientras Jesús dormía...
¡aquella pequeña e intensa vida de felicidad, asombro y dolor! Y después
del dolor y la Resurrección vivía con Johanan y hablábamos de Jesús:
tra Señora se ha referido, por los múltiples significados teológicos que presenta, en los
dictados descritos en la primera parte.
210
"Señora, el Rabí me ha dicho cosas maravillosas que permanecen en mí
como tesoros... " Y un día me adormecí y al despertar me encontré llevada
por los ángeles hacia lo alto. Mi cuerpo no podía corromperse: fue el pri-
mer cáliz. ¡Yo no podía morir: fui sin pecado! Mi cuerpo se transformaba
de material en glorioso y llegué asunta al Cielo entre los brazos de Jesús:
"Immi, has llegado a casa..." ¡La casa deseada, soñada!
Sin embargo se parece a aquella de Nazaret, porque aquella casa es
querida en nuestro recuerdo. Y puedo volver a escuchar la voz de Jesús
niño, puedo recordar la primera vez que me llamó: "¡Immi!". Puedo recor-
dar el color y el perfume de aquellas rosas... El recuerdo de la Pasión aho-
ra ya no es dolor, ahora es gloria, porque sé que la Pasión de mi Hijo ha
librado en el amor a muchas criaturas.
Y vivo con mi Hijo, vuestro hermano, la maravillosa vida más allá del
tiempo y del espacio. La misteriosa eternidad. Mi cuerpo no podía co-
rromperse. Fui el primer cáliz. ¡No podía morir, no pequé! Y la gloria de
Dios cantaba en Mí unida al canto de los ángeles, espíritus puros, sin em-
bargo Yo les vi con rostros bellísimos y voces armoniosas, así como en el
Anuncio de Gabriel. ¡La Asunción!
Fui asunta en cuerpo de gloria y comenzó para Mí la vida. Y aquella
pequeña e intensa vida en Nazaret, aquella noche en Belén, aquella vida
en Egipto...
Aquel asombro en Mí: "Es Dios y es mi Hijo... ¿Y quién soy Yo?"
"Immi, eres la Madre de la humanidad y has sido una criatura..." Dios hizo
en Mí la cosa más grande, pasó por Mí para nacer y se hizo hombre para
morir y para hacer vivir, después, a aquellos que lo hubieren seguido.
15 de agosto de 1984
Festividad de la Asunción
158. - Conmigo nacía una luz, la primera luz de la Redención, porque Dios
así lo había dispuesto.
Aquel día, cuando nací, no puedo recordarlo humanamente, pero noso-
tros del Cielo podemos volver a ver en Dios la vida terrena desde el naci-
miento hasta el renacer.
211
Hubo una tempestad y después un arco iris. ¡Mi madre, Ana, dijo que
era la niña más bonita! Ciertamente es así para cada madre el propio hijo.
Quizás conmigo nacía una luz, la primera luz de la Redención porque
Dios así lo había dispuesto.
Los años pasaron, hasta aquel día que vi al ángel Gabriel y después
aún: cada día, cada alegría y el dolor. Una vida intensa de sentimientos,
temores, asombro. Y Jesús vino a la tierra a traer el amor. ¿Quién soy Yo
entonces, sino el medio de Dios para hacerse hombre? Vosotros pensáis en
Mí, Yo os miro y en Dios conozco vuestros pensamientos y acojo vuestras
súplicas. Esté en vosotros la Esperanza: mi Hijo escucha lo que le digo,
responde a mis peticiones: "¡No tienen ya vino... No tienen ya fe. Han
perdido la Esperanza... tienen necesidad de tu ayuda!" "¡Immi, desde
aquel día en Caná, y no había llegado todavía la hora, siempre es para mí
la hora de la escucha! Tendrán fe, recobrarán la esperanza. ¡Les ayudaré!"
Si Yo no fuera su Madre, nadie me recordaría, no habría cuadros, esta-
tuas con mi figura imaginada por el amor de los artistas grandes o inge-
nuos.
Yo soy su Madre y todos vosotros sus hermanos, mis hijos. Si Jesús
no se hubiera hecho hombre todo habría sido distinto. Su humanidad para
la salvación, Su dolor para la infinita felicidad de los hombres. Y vivió
como pobre y fue un niño feliz con Sus pobres juguetes y nuestro amor.
La casa era acogedora y el jardín perfumado. Vuelvo a oír el dulce rumor
de la cuna que mece...
Vuelvo a ver a Jesús en aquella cuna, lo miraba admirada y conmovi-
da: "No es posible... Quizás he soñado...".
Sin embargo Su venida fue la más grande realidad, Su divinidad, y el
ángel era verdadero ¡y me había hablado con verdadera voz! ¡Habría lle-
gado el momento en el que deberían volver a la fe muchos que han trai-
cionado esta fe y arrastrado a otros al abismo! No deseo hablar de pruebas
para el mundo o de tiempos difíciles. Deseo exhortaros a conocer la Ver-
dad revelada en todos sus misteriosos encantos. En aquel tiempo, cuando
vine en el tiempo a nacer para ser su Madre, aquel día, después de una
tempestad hubo un arco iris. Este arco iris es también para vosotros: ma-
ravillosos colores de vuestra esperanza. Confiad siempre en Nosotros. Yo
diré siempre de vosotros a mi Hijo: "¡No tienen ya vino!". Y vuelvo con el
pensamiento a Caná, aquel día lejano en el tiempo, cercano en el recuerdo.
Jesús vio mi pensamiento. Él mira mis pensamientos por vosotros. Yo se
los confío a Él.
212
"Immi, para Mí siempre es hora de amarlos, de ayudarles. Y también
cuando mis pensamientos no son los de ellos, son siempre pensamientos
amorosos: ¡lo mejor para ellos! ¡Yo les ayudaré porque les amo y porque
Tú me lo has pedido!".
8 de Septiembre de 1984
Natividad de María Santísima
159. - Me dieron este nombre que significa “paz”, Myr, que es pronunciado
ahora en tantos idiomas.
Me dieron este nombre que significa "¡Paz!" Myr.
Myr en la lengua aramea, que a Mí me sonaba dulcísima porque era la
única que conocía y era de mi tierra. Muchos se preguntan por qué Dios
ha escogido aquella tierra para vivir como hombre. Cualquier tierra podía
escoger y siempre os habría surgido esa pregunta sin respuesta.
De niña fui llevada al templo, mis padres hubieran preferido tenerme
en casa. Estos son hechos que vosotros conocéis; como siempre, prefiero
hablaros de Jesús y de aquella vida de Hombre–Dios que Él ha vivido por
amor hacia toda la humanidad. Por este misterio fascinante de salvación,
aceptar los misterio es fe. Muchos os son revelados y Dios se manifiesta a
los hombres para darles aún más fe. En nuestro jardín ya habían florecido
todas las rosas: "Immi, será más bello cuando vuelvan a florecer!". Co-
menzaba el invierno y las largas noches: una alegría para nosotros estar
juntos y escuchar en el silencio nuestro amor y nuestros pensamientos.
Enseñaba a escribir a Jesús, era un alumno muy dócil: "Immi, soy un
alumno solamente contigo! ¡El Padre de los Cielos me ha mandado para
ser Maestro!" El único maestro, maestro de vida y de amor. Él ha enseña-
do también la esperanza al mundo. "Mi pequeño Rabí...".
A veces lo llamaba así en la intimidad de mi pensamiento. Jesús, como
Dios, leía cada pensamiento. Lee cada pensamiento y conoce los pensa-
mientos futuros.
Me dieron este nombre, Myriam, que es pronunciado ahora en tantos
idiomas.
¡Nunca habría podido imaginar en aquel tiempo ser tan amada!
213
En el mundo más allá del egoísmo, la indiferencia y el odio hay tam-
bién amor, mucho amor. Existen los sentimientos puros y de este pensa-
miento me alegro entrando en el templo, precisamente hoy que es mi fies-
ta. Un regalo para Jesús, y entonces también para Mí, es el amor que se
dan los unos a los otros.
Y a vosotros hoy os hago un regalo: pedidme lo que deseéis, llevaré a
Jesús vuestra petición, vuestro deseo y vuestro amor.
12 de Septiembre de 1984
160. - Habiendo conocido el dolor de la manera más desgarradora
comprendo todo dolor desgarrante.
Todos tienen días de prueba y esto es tomar parte en la Pasión de
Jesús. Recuerdo aquellos días del dolor y habiéndolo conocido de la ma-
nera más desgarradora, comprendo todo dolor desgarrante, toda congoja y
el pesar.
Aquel día del dolor más desgarrador Dios moría sobre la Cruz. Y aho-
ra la Cruz es de luz, es vuestra esperanza. Vosotros sabéis muchas cosas,
que son para vosotros que estáis en el designio. Sabiduría para dar a quien
no sabe. Yo soy la Madre de Jesús, estoy feliz de volver a verte y todavía
podré contarte muchas cosas.
Un dulce coloquio entre amigas, también Yo soy una mujer, también
Yo soy una mamá.
Ciertamente voy a aparecer todavía en sitios diversos y apareceré a
muchas criaturas escondidas en el silencio de sus almas. Voy donde hay
humildad y llevo Conmigo la sonrisa de mi Hijo y el amor de todo el Cie-
lo. Cuando vi a Jesús que se alejaba de casa, en mi corazón hubo mucha
tristeza y a la vez esperanza para el mundo. Sabía que iba a llevar el amor
y esperaba que este amor fuera acogido. "Immi, me amarán y te amarán..."
No todos son malos, no os quejéis de estar entre los engaños y el
egoísmo. Intentad ver en los corazones, encontraréis también el amor.
Después que Jesús se marchó se apagó la última estrella: la estrella de la
mañana. Yo volví a casa (había ido a acompañarlo al umbral) me sentí
desolada en la soledad, pero serena porque sabía lo que mi Hijo habría de
214
hacer de bien por el mundo.. Escuché entonces Su pensamiento: "¡Immi,
no llores! ¡Dondequiera que esté, estaré también contigo!". Y este pensa-
miento consuele a muchos de vosotros: quien os deja para vivir en el Cielo
está también con vosotros. "Dondequiera que estés, Yo estaré contigo,
Immi!" Después de la Resurrección conocí bien a los apóstoles, mientras
que antes los veía de tiempo en tiempo, cuando pasaba Jesús por Nazaret
con ellos, o con alguno de ellos. No se paraba mucho en casa mi Jesús,
siempre breves paradas en las que Yo contaba las horas. Conocí de niños a
Santiago y a Judas, ellos han jugado con Jesús muchas veces en el peque-
ño jardín: "¡Mirad qué bonitas son las rosas de mi Immi!" ¡Días tranqui-
los, pensamientos ligeros! ¡Los contrastes de la vida: tranquilidad, dolor,
pesar, paz! Apareceré aún en una gruta.
Cuándo y dónde no os digo, ¡pero también en un alma pura puede
haber una pequeña gruta, preparada para acogerme! Cefas era fogoso y
generoso, a veces miedoso y a veces impetuoso. Johanan era dulce y tími-
do, y como todos, también él con algún pequeño defecto, con alguna gran
valía. Un día vino donde Mí un médico que amaba también la pintura, un
hombre alto, de cabellos grises y mirada muy profunda. "Me llamo Lucas
y quisiera conocer todo lo de aquel Hombre que ha dejado tanto de sí a
quien lo ha visto... Querría comprender esta divinidad Suya.. Te lo pido a
Ti, Señora, que eres Su Madre ¿y quién mejor que una madre conoce al
propio hijo? De Ti, de sus seguidores querría saber lo que ha dicho, lo que
ha hecho, mejor que cuanto sé...!"
Mi Hijo ha dicho la Verdad y ha revelado muchas cosas, ha hecho
grandes milagros en el nombre del Padre de los Cielos, ha sufrido, ha sido
humillado y traicionado, ha muerto en la Cruz y ha resucitado.
Ha dejado estas palabras a la humanidad y son la síntesis de todo lo
que ha dicho: "¡Amadme y amaos los unos a los otros como Yo os amo!"
Vi caer dos lágrimas de los ojos profundos de Lucas83.
15 de Noviembre de 1984
83
San Lucas es ciertamente el más vivo y apasionado de los cuatro evangelistas en la re-
dacción de los relatos de la vida del Cristo ya algunos años lejano de él, escritos bajo la
influencia de los recuerdos, en primer lugar, de la Santísima Virgen María y luego de los
otros Apóstoles que tuvieron la dicha de estar junto al Maestro, de seguirlo al ir por Galilea
hasta la Crucifixión y testimoniar la Resurrección, los Milagros, el Verbo.
215
161. - Ahora te expongo solamente a ti mis sentimientos: pena, emoción,
añoranza.
Desde aquel día, Lucas volvió a menudo a hablar con Johanan y con-
migo. Nos preguntaba muchas cosas sobre Jesús y a menudo tenía yo los
ojos llenos de lágrimas. Dicen que yo dicto la historia de mi vida a las
criaturas.
La he dictado en parte en el pasado, ahora a ti solamente te narro mis
sentimientos: pena, emoción, añoranza. Sentimientos que tú vives. Sin
embargo si no hubiera sido por que Lucas deseaba saber, con amor y por
amor, no habría revelado sentimientos de los que me sentía celosa: ¡dema-
siado preciosos para hacerlos salir de mi alma! Y Jesús revivía en mi re-
cuerdo su infancia, la juventud... Relaté a Lucas de cuando el ángel se me
apareció: "Señora, yo creo esto; los ángeles existen, y Dios se sirve de
ellos. Sin embargo, para muchos, en el tiempo, tu historia podrá parecer
fantasía..."
"No importa, es verdad de Dios y quien crea en esta verdad será puro
de corazón y humilde".
Mi Hijo amó mucho a los humildes y a los puros...
"El Rabí dijo también que la Verdad es salvación". Así dijo Johanan y
también él puso en hojas sus recuerdos. No eran ciertamente las hojas de
ahora, eran pergaminos.
Preciosos pergaminos: El libro de la Verdad, el libro de la vida. Nacía
entonces el Evangelio, nacía aquel día en el que Lucas vino a Mí: "Señora,
soy un médico, un estudioso y me gusta el arte. También amo la verdad y
querría saber toda la más posible para transmitirla, acerca de la vida, las
palabras, el dolor de tu Hijo Jesús".
A nadie he contado estas cosas, a ti, a vosotros ahora las expongo.
¡Vosotros me amáis aún más ahora que sabéis que he vivido vuestros sen-
timientos: ternura, pena, añoranza y la esperanza!
Un día Lucas quiso hacerme un retrato. "Señora, realmente Jesús se te
parece..." Conté a Lucas lo de aquel día en el que estaba tejiendo y se me
apareció Gabriel. También a ti y a ti te lo he contado y la escena aparece a
vuestros ojos como realidad. La realidad del Anuncio. Y treinta y tres años
de vida fatigosa, heroica. Mi Hijo Dios, que jugaba, que recogía las aceitu-
nas, que desde la Cruz miraba por última vez con ojos humanos la huma-
nidad y que con espíritu divino a toda la veía, y a todos perdonaba...
"Señora, hay momentos de aquella vida, vida de tu Hijo Dios que me
fascinan, otros que me conmueven. Lástima que no todo lo podré escribir,
216
pena que el mundo futuro no podrá saber todo de una vida tan intensa,
única: la vida de Dios, haciéndose hombre...". Lucas, la esencia de aquella
vida es el amor y son aquellas palabras: ¡Amaos!. "Ciertamente, Señora! Y
aquel sacrificio, aquel cruento dolor, aquel saber amar divinamente, aquel
saber perdonar generosamente".
Era una mañana de verano; Jesús se había ido a llevar el amor y Yo,
que había quedado sola, me levanté sin entusiasmo al pensar en una jorna-
da todavía sin Él (¡Él era mi Hijo!). Estaba en la pequeña estancia recor-
dando momentos de su infancia: "Aquí llevaba su banquito y dejaba su
cuenco... ¡Ahora quién sabe cuándo lo veré!". Escuché Su voz como si Él
hubiera estado en la habitación: "En tu corazón, Immi, me podrás encon-
trar siempre, ¡con los oídos del alma siempre me puedes escuchar! Immi,
estoy yendo por Galilea, estoy sudoroso, estoy un poco cansado... ¡Sin
embargo, estoy contigo y descanso en tu corazón!".
Escúchalo y escuchadlo también vosotros, Él puede hablar. Lucas es-
taba muy atento a lo que Yo decía y describía, momentos y episodios cla-
ramente, así él podía vivirlo como si hubiera estado presente. "Señora, el
amor te hace hablar de un modo tan claro, tan conmovedor y tan dulce...
¡Me hace vivir con Jesús, me hace amarle!".
¡Así hago también con vosotros! Nadie, si lo conoce bien puede no
amarle. Por esto tanto Yo como Él, mi Jesús, nos damos a conocer a voso-
tros, os hablamos, entramos en vuestros pensamientos: ¡queremos ser
amados!
"Señora, ¿cómo se puede no amar a aquel que es el amor?"
Mi Hijo es el amor.
19 de noviembre de 1984
162. - Aquel día era ventoso, Cefas llegó jadeante.
Aquel día era ventoso, Cefas llegó jadeante y me dijo: "Domina (lo
pronunció en arameo, pero Yo soy Iglesia y entonces a veces uso la lengua
de la Iglesia) he amado al Rabi, aunque a veces no he hecho todo lo que a
Él le hubiera gustado: mis debilidades, Señora... Y ahora me pongo a tu
disposición; ¡eres Su Madre!". Con ellos recibí el Espíritu: la sabiduría, la
217
sabiduría para empezar sin Jesús y para llevar adelante la fe que Jesús nos
había enseñado. ¡Sin Jesús en apariencia, Su Espíritu estaba con nosotros,
como está con vosotros! "¡No os dejaré nunca!" "¡Immi, estaré siempre
contigo, el amor es más fuerte que la muerte, porque el amor es vida!".
"¡Señora, me pongo a tu disposición!". También los otros pronunciaron
estas palabras con los labios y con el corazón. No habría imaginado nunca
encontrar el apoyo de aquellos hombres afectuosos y a menudo ingenuos,
aunque iluminados cuando debían iluminar, eran criaturas normales como
las otras.
Cuando hablaban en Dios hacían milagros y operaban conversiones.
¡La Iglesia! Nacida milagrosamente y en la normalidad. Milagro de
Dios que se encarnó en Mí, obra continuada por hombres normales. Y la
Iglesia eres tú que escribes estas palabras, como Iglesia es la humanidad
toda. Y lo sobrenatural es como una fantasía en la que no creen los de
poca fe, aquellos que quisieran tocar, aquellos que estudian demasiado y
aceptan después lo que pueden comprender. Es imposible comprender, es
posible creer con la ayuda de Dios. Johanan hacía de hijo mío, cuidaba de
mí y yo de él.
"A Jesús le gustaba este pan. Pruébalo, también te gustará a ti!". "Se-
ñora, pensar en Jesús me conmueve y siento la nostalgia de aquella dulcí-
sima mirada sobre mí, siento el deseo de aquella voz..."
Los días no fueron vacíos, hemos trabajado mucho por todos vosotros.
¡El Cristianismo! La religión que ha sido fundada por Dios, que to-
mando forma y también naturaleza humana, ha vivido en medio de los
hombres, los ha amado, Le han amado, Le han traicionado, los ha perdo-
nado, ¡los ha salvado! La grandeza de Dios que hace todo esto, que se
sacrifica, Dios que me ha elegido, ¡Dios que os ha elegido! "Immi, ¿puedo
jugar todavía o me tengo que ir a dormir?" "Ve a dormir ahora que estás
cansado..."
Era Dios, y estaba yendo hacia su camita de madera, con la colcha
azul. "¡Un cielo pequeño, Immi! ¡Un cielo pequeño sobre mi camita!".
Las palabras dulces y ligeras de un niño. ¡Sin embargo, aquel niño era
Dios! Andrés era distinto a Cefas, casi no parecían hermanos de sangre.
Más tranquilo, más callado, siempre amable. Tuvo después un martirio
dolorosísimo. A veces discutían entre ellos, incluso con vehemencia. Ce-
fas, Andrés, Santiago, Mateo.
"Tened calma, decid uno a uno vuestra opinión y escuchad la opinión
de los hermanos con benevolencia...". "Nos dejamos llevar de nuestras
pasiones. ¡Perdónanos, Señora!". ¡Vuelvo a escuchar aquellas voces, revi-
218
vo aquellos momentos! ¡Por vosotros, para contároslo! A veces los após-
toles estaban meses sin encontrarse.
Iban por caminos diversos con la misma gran tarea. Cuando volvían
me contaban aquello que habían hecho y dicho, y me contaban también
los milagros hechos en el nombre de Jesús. También hoy, si en los minis-
tros de Mi Hijo la fe es total, Él puede hacer milagros a través de ellos. La
fe debe ser total y la santidad vivida, vivida la pureza de espíritu y de
cuerpo.
¡Johanan era muy dulce, demasiado tímido y distraído! "Yo tropecé en
aquella raíz, estaba mirando una nube blanquísima y pensaba solamente
en la nube... Mira, Señora: he roto la orla de la túnica!". "Dame la túnica,
te arreglaré la orla, pero no mires solamente a las nubes: también están las
raíces de los árboles...". He continuado haciendo los panes de miel, y
cuando volvía Cefas me decía: "Señora, ¿habría quizás un panecillo dulce
para mí?". Cefas se volvía niño entonces y Yo veía otro niño: sus manos
tenían el panecillo: "Immi, Yo seré el verdadero pan! ¡El alimento de las
almas!"
22 de noviembre de 1984
163. - Lo importante es amarle, cada uno con su propio modo de amar.
Zelote era prudente y dulce; era el único que raramente discutía, es
más ponía paz entre ellos. Mateo tenía el aspecto del clásico hebreo, ojos
oscuros y agudos, bellos rasgos y cabello encrespado. "Señora, ¡si aque-
llos que van tras el dinero supieran qué bella es esta libertad! Yo que con-
taba mis monedas me preocupaba de lo que habría debido hacer para ser
más rico.
Cuando he seguido al Rabí he conocido la verdadera esencia de la vida
y sin tener aquella idea de poseer me he sentido ligero..." Los miraba a los
apóstoles con amor materno aunque no era ciertamente más vieja que al-
guno de ellos y mirando sus rostros pensaba que los había mirado Jesús.
"Cuando sus ojos se posaron en mí, comencé a temblar...". Así me decía
Santiago: "Señora, cuado le vi llegar no sabía quién era, pero quedé fasci-
nado...". Así me repetía Johanan. Ciertamente las criaturas sensibles y
219
abiertas al bien sentían en Él la divinidad, aunque nada sabían y ante ellos
había un hombre... María Magdalena venía a encontrarme hasta cuando se
retiró a la oración para expiar... "Señora, cuando vi al Rabí sentí que no
era un hombre común, ya que al punto he amado solamente Su alma, aun-
que su figura y su mirada bellísimas causaban admiración, era como admi-
rar una cosa demasiado en alto, demasiado inalcanzable"84.
Me conmovía siempre que me hablaban de Él, sentía un nudo en la
garganta y sentía gratitud por el amor que le tenían, ¡así como estoy agra-
decida a todos aquellos que le aman! Amar a Jesús no es como amar a una
criatura con la que se vive; amar a Jesús es amar a Dios, si se le conoce de
modo particular se le ama verdaderamente como a un hermano queridísi-
mo, a veces se le ama como a algo abstracto. Lo importante es que se le
ame, cada uno con su propio modo de amar e importa amar al prójimo en
Él. "Immi, Yo tendré de ellos lo que ellos den a los hermanos, a los pe-
queños, a los pobres y a los leprosos".
Con los apóstoles y Lucas se hablaba de la Iglesia: ¡y entonces tam-
bién de todos vosotros!
"Es necesario que todos conozcan lo esencial de lo que ha revelado
Jesús...".
Lucas me dijo un día: "Para mí es como si hubiera conocido a tu Hijo
Jesús. Lo siento hermano y tengo certeza de su divinidad demostrada con
los milagros, con Su resurrección y a través de Sus palabras. Un hombre
no habría dicho bienaventurados los que sufren, y los pobres, y los que
lloran, porque un hombre no sabe que más allá de la vida terrena hay un
mundo de bienaventuranza y si lo sabe es porque es hombre de fe, pero
estando en la materia mira a la felicidad en la tierra".
Se hablaba siempre de Jesús y entonces orábamos unidos a Él sin sa-
berlo, que cuando se habla de Jesús se está en oración. Y cuando debía-
mos hacer para todos vosotros: la Iglesia, en nosotros estaba la luz del
Espíritu. Sin esta luz se es una criatura común, con la luz se es instrumen-
to de Dios.
Había conservado el pequeño banquito de Jesús y su cuenco; mirándo-
los volvía al recuerdo y con el duelo a su infancia: Sus pequeñas manos,
Su voz, sus rizos: "¡Es Dios, y sin embargo es mi hijo!". Y la alegría se
confundía con el asombro y después venía el temor por lo que sabía que
habría de venir. ¡Ahora, en el Reino, estoy junto a Jesús y cuando le miro,
84
María Magdalena: uno de los personajes más intensos y épicos de al historia de la Cris-
tiandad, fuente de inspiración para los más grandes artistas de todos los tiempos.
220
cuando le escucho, todavía estoy asombrada! "¡Es Dios, es mi hijo y es-
tamos unidos en la felicidad!".
Aquella felicidad que gozaréis también vosotros que lo amáis según
vuestro modo de ser, ¡pero con toda el alma!
24 de noviembre de 1984
164. - En este tiempo de confusión, de apostasía, de incredulidad, el viento
de Dios sopla más fuerte.
En aquel tiempo, después de que Jesús nos había dejado, nos consola-
ba saber que estaba en la gloria, pero Yo, Su Madre, sentía en Mí, siem-
pre, aquella punzante nostalgia que hace desear la viva presencia de una
criatura nuestra, la más querida.
Los apóstoles me hablaban de Jesús casi por hacerlo revivir, por revi-
vir los recuerdos. "Señora, un día, el amigo de Jesús, aquel que fue resuci-
tado por Él, Lázaro, mandó hacer para el Rabí y para todos nosotros unos
calzados tan suaves que podíamos usarlos durante horas y horas sin que se
hirieran nuestros pies...". Y Cefas me describía aquellos calzados y la
felicidad de mi Hijo al recibir aquel regalo para Él y sobre todo para los
suyos. Las pequeñas alegrías de la vida terrena pueden ser también estas:
es necesario apreciar todo y dar gracias por todo. Vuelvo más atrás en el
tiempo, el tiempo de Jesús, aquellas noches serenas, el hogar, las palabras
dichas y no dichas entre nosotros, pero igualmente comprendidas. Cuando
Jesús era muy pequeño, José, para que se divirtiera, llevaba cualquier
utensilio del taller y un trozo de madera, y delante de la chimenea (para
tener más luz de la llama) tallaba o un muñeco, o un caballito o cualquier
cosa similar. Las pequeñas alegrías de la vida terrena. Los apóstoles fue-
ron después por el mundo, conmigo quedó por aquel tiempo Johanan, los
otros volvían y venían a verme y se hablaba de la Iglesia que nacía, que se
volvería grande, que no acabaría nunca: "Señora, el Rabí ha traído un
viento nuevo al mundo..." "Ha traído la Verdad, un viento que hace que
todo se vuelva límpido, ¡el viento de la Verdad!". Ese viento que todavía
en este tiempo en el que vivís vosotros en la tierra alienta, sopla y trae lo
sereno: La Verdad de Dios. En este tiempo de confusión, de apostasía, de
221
incredulidad, el viento de Dios sopla más fuerte para salvar las almas pre-
paradas para la salvación. Yo era y soy una criatura aunque escogida para
aquella tarea, mi fe no podía ser sino certeza, pero el dolor la nostalgia y
las lágrimas, todo lo he vivido como toda criatura.
Y ante el fogón con Johanan pensaba en mi Hijo, que cuando niño me
decía: "Immi, qué bonita es la llama". "¿Por qué estás tan triste, Señora?
¿Piensas quizás en el Rabí?". "Johanan, sé que es feliz, sé que está sentado
a la derecha del Padre Celestial, sé que lo volveré a ver, pero ahora pienso
en Su voz, y quisiera escucharla..." Oía a veces el pensamiento y a veces
la voz de Jesús en el alma, pero era una criatura, debía ser la Madre de la
humanidad, siendo Madre de Dios, y debía vivir mi dolor para compren-
der el dolor de la humanidad. No podía ser una mujer separada de todo,
casi una reina; debía conocer también Yo las lágrimas y los tormentos.
¿Cómo podría comprenderos si hubiera sido distinta?
Muchos me ven en sus pensamientos vestida de tejidos preciosos, con
la corona, con tantas alhajas... Tenía aquellos pocos vestidos, tenía mi
velo... Vosotros que me amáis me dais la corona, los vestidos, las alhajas...
Y Yo a vosotros os doy mi amor y mi comprensión: he llorado con voso-
tros, con vosotros he sonreído. La historia de nuestra vida se relata en una
mínima parte, lo esencial. No conocéis todos los milagros, no conocéis
otros episodios de aquella vida de mi Hijo. Lo sé, a vosotros para estar en
lo correcto os basta conocer lo que Él ha dejado a través de los evangelis-
tas. Ahora, en el designio, ha llegado un tiempo en el que una parte de
vosotros podrá conocer todavía episodios y milagros. Tantos milagros
obró Jesús y todavía suceden: ¡El mío y Su hablar a vosotros! ¡Curaciones
de las almas y de los cuerpos! Los apóstoles con el don del Espíritu hicie-
ron milagros en Su nombre, así tantos sacerdotes de todo tiempo: los ver-
daderos santos tienen la herencia de los apóstoles, los primeros sacerdotes.
¡La santidad obra milagros! Sin embargo, los verdaderos santos son cria-
turas en apariencia como las otras. Un día Lucas me dijo: "Señora, ¿el
Rabí tenía alguna cosa diversa de los demás seres?". "¡Quien creía en él le
sentía distinto, le intuía divino! ¡Quien no creía en Él no podía ver lo que
en Él había de diverso, de divino!".
Así es también ahora, en Sus palabras: Quien cree en Él reconoce su
pensamiento, quien no cree en Él ¿cómo puede reconocerle?
"¡Señora, yo le amo a través de tus relatos y entonces es como si le
hubiera conocido. Hablaré de Él al mundo, y también de ti, Señora!"
222
Y Lucas inició su Evangelio.
"En aquel tiempo..."
5 de diciembre de 1984
165. - ¡Dios lo puede todo! Puede permitir que Yo te hable desde del infinito.
"Yo soy la Inmaculada Concepción..."85
Dije así a Bernardita y ella fue creída precisamente cuando repitió es-
tas palabras al párroco. Yo soy inmaculada porque debía llevar en Mí a
Jesús y permanezco inmaculada. Dios lo ha querido así para mí, Yo re-
cuerdo cuado me asombré al ver al ángel. Era bellísimo, así es siempre
Gabriel y fue mi custodio, esto os lo revelo a vosotros que amáis a vues-
tros ángeles custodios y conocéis el nombre de ellos. Mis apariciones son
para confirmar una verdad y son dones que Dios os hace a vosotros.
Siempre han sido combatidas y después siempre han probado mi presen-
cia, mi amor a vosotros. Y mis palabras a Bernardita, a Lucía, a Melania
son mis palabras. Mis palabras a otras criaturas, hasta ahora: estas amoro-
sas palabras maternas. Bernardita sufrió mucho al no ser creída y los mo-
mentos más bellos de su breve vida los pasó en la gruta de Massabielle
Conmigo. Entonces olvidaba el frío, la miseria y el juicio de los que no
creían sus palabras: "Sin embargo yo la veo, la bella Señora, y me
habla...". No habría imaginado nunca, cuando estaba en la tierra, el poder
aparecer en el tiempo. En la tierra era una criatura como vosotros, aunque
distinta, porque debía ser inmaculada y escogida en cuanto a Madre de
Dios: "¿Cómo es posible? ¿Y por qué Yo? ¿Y por qué en este tiempo, en
esta tierra, en esta casa?"
En aquellos años en los que Jesús fue por el mundo de aquellos pue-
blos y al mismo tiempo todo el mundo, porque de allí partió Su amor por
todos y Su deseo de salvar a todos. Él es Dios y lo puede todo, pero no
salvó a todos porque los hombres son libres.
85
Referencia a las pariciones de Lourdes y a las palabras con las que la Santísima Virgen se
presentó a Bernardita.
223
Sin embargo Jesús ha dicho palabras de salvación para todo el mundo,
para toda la humanidad. He aquí que os digo que aquellos años fueron
para Mí muy tristes: mi Hijo estaba casi siempre lejos, sus breves visitas
eran un alegría para Mí, pero muy breve, y no era esta lejanía la causa de
mi tristeza, sino por el continuo temor de lo que habría de ocurrir. Lucas
me dijo aquel día en que vino a Mí por primera vez: "Señora me desagra-
da hacerte revivir tus días de llanto..."
Yo reviví aquellos días muchas veces. Reviví también los días serenos
cuando hablaba de Jesús con Johanan, como ahora los revivo contigo. Y
ahora aunque estoy en la gloria revivo los días de llanto, ahora vivo la
gloria y sé cuánto vale el llanto. ¡El llanto de una madre! Vuelvo a ver a
Bernardote radiante: me miraba atónita, yo estaba un poco lejos de ella,
pero no mucho. Hablé en su dialecto para hacerme comprender. Recuerdo
que Bernardita tenía las manos rojas y agrietadas del frío: "¡Ma pauvre
petite!86... En el cielo tendrás mucha gloria por lo que en la tierra su-
frirás...".
Un día me dijo Lucas: "Señora, ¡qué grandes son los misterios de
Dios! Él se ha hecho hombre en Tu Hijo, Él ha elegido la tierra y el mo-
mento para estar en medio de los hombres, ¡Él te ha elegido a Ti, Seño-
ra!". "Lucas, siempre estaré asombrada de esto, y al mismo tiempo te pue-
do decir que cuando mecía a Jesús me parecía normal todo lo que me
ocurría...". Me parecía normal... Las grandes cosas, el Acontecimiento, el
Ángel... ¡Dios lo puede todo! Puede permitir que te hable a ti desde el
infinito, puede transmitir cosas extraordinarias y quien las vive las ve a
veces increíbles y a veces normales. Nuestra vida se conoce en parte, to-
dos aquellos días de la preparación de Jesús, cuando Él, verdadero hombre
trabajaba con el hacha, cuando ayudaba a José, ¡cuando, como verdadero
Dios unido al Espíritu del Padre, le escuchaba! Cuando jugaba con los
otros niños y ellos nos sabían quién era. ¡Todavía hoy muchos no saben
quién es! Muchos confunden la importancia de la religión verdadera con
las otras religiones. Muchos ponen al mismo nivel a Jesús y a Mahoma...
¡¡Y han sido bautizados...!!
¡Cuánto camino debe hacer todavía la humanidad! Mis apariciones pa-
ra ayudar a hacer caminar a la humanidad. Mis apariciones son para con-
firmar un dogma.
Y me gusta hablar con simplicidad. ¡También yo tuve alegría y dolor,
también yo he reído y he llorado! ¿Qué méritos habría hecho si hubiera
86
Mi pobre pequeña
224
estado por encima de la alegría y del dolor? "¡Señora, te admiro por tu
dignidad!". "Lucas, es solamente dolor que prefiero tener en Mí: mis re-
cuerdos me son preciosos, como en el recuerdo escuchar la voz de Jesús:
‘Immi, han florecido las rosas’". Y mis rosas continúan floreciendo; ¡en el
Reino tengo muchas rosas y hoy vuestros pensamientos son para Mí rosas
de un candor inmaculado!
8 de diciembre de 1984
166. - Mi cuerpo inmaculado no podía corromperse. La descomposición es
fruto del pecado y fui asunta en la gloria de los cielos.
Mi cuerpo, inmaculado como mi alma, no podía corromperse. La des-
composición es fruto del pecado. No tuve pecado y fui asunta en la gloria
de los Cielos.
Vino a mi encuentro Jesús: "¡Immi, has llegado a casa!". Vinieron a
mi encuentro los ángeles. Y la muerte para mí no existió, como no existirá
para aquellos que van puros al Padre Celestial. Muere el cuerpo por el
pecado original y los otros pecados del mundo, pero el alma libre canta y
es eterna. ¡Aquella es la verdadera casa, donde todos viven con Nosotros!
Lucas escuchó todos mis recuerdos, le conté de cuando se me apareció
Gabriel, del nacimiento de Jesús, y aún, todavía... la vida de Jesús.
Él escribió un gran libro del cual conocéis los fragmentos. Lo que sir-
ve para la salvación y lo que sirve para el discernimiento y para conocer
un poco a Jesús a través de sus palabras relatadas. Si vosotros sois sensi-
bles, pensando en sus palabras podéis, inspirados, ampliarlas, vivirlas
hasta conocer mejor a Jesús, ¡hasta vislumbrarlo! La aparición de Gabriel
me dejó atónita; recuerdo, vuelvo a oír su bellísima voz (los ángeles pue-
den tomar cuerpo y voz por voluntad de Dios), su sonrisa: "¡Ave, My-
riam!". Se me cayó de las manos la labor que estaba haciendo: tejía un
chal y en ese momento lo había sacado del telar para mirar su longitud...
¡La estancia se llenó de luz! "Señora, cuando nació Jesús ¿sufriste dolor?".
"Lucas, no nació como nacen los hombres, Mi Hijo Dios nació como si
hubiera sido un rayo de luz..."
225
Lucas escribía todo lo que Yo decía y a veces, asombrado, me hacía
preguntas... Vosotros sabéis desde siglos esta Verdad probada y confirma-
da, Lucas era nuevo a todo esto y era normal su asombro. "¡He conocido a
un cierto Lázaro, un hombre rico y culto que me ha dicho que recibió de tu
hijo el gran milagro de la vida!". "¡No solamente a Lázaro ha vuelto a dar
la vida mi Hijo! La ha dado a todos aquellos que le han escuchado y a
aquellos que le escucharán!".
Mi cuerpo no podía descomponerse, mi alma fue pura. Jesús y los
ángeles vinieron a mi encuentro cuando mi cuerpo, de cuerpo terreno se
transformaba en cuerpo celestial: "¡Immi, comienza para ti la felicidad!"
9 de diciembre de 1984
167. - El Evangelio de Johanan está empapado de amor.
¡Y Lucas inició el Evangelio! Y Johanan dijo: "¡Señora, debo recordar
también yo la vida del Rabí, para una Verdad tan bella y maravillosa, es
mejor dar más testimonios para que el mundo pueda saber más...!". El
Evangelio de Johanan está colmado de amor, él ha amado a Jesús profun-
damente, y lo demuestran sus palabras de recuerdo: "En el principio era el
Verbo, el Verbo se hizo hombre y vino a habitar junto a nosotros..." Y
estas palabras que vosotros no conocéis:
"¡Aquel hombre que era Dios, y Dios, haciéndose hombre, me pareció
como una cosa maravillosa! Su mirada se posó en mí, yo me volví otro,
adoré al punto en Él, sin saberlo, su divinidad, intuí que no era un hombre
común porque no se puede estar tan impresionado por un ser común como
yo lo estuve viendo al Rabí. ¡Él quiso vivir pobre, Él quiso nacer de una
mujer, pero como Dios, viniendo a traer la luz, como luz Él vino a la tie-
rra! Yo, Johanan, lo he seguido como muchos le seguirán...".
Palabras proféticas: muchos le seguirán... Johanan recordaba cada epi-
sodio, cada hecho, cada palabra de Jesús. Y cuando Pedro celebró por
primera vez la Eucaristía estaba también Yo, mi corazón latía de emoción
y tenía los ojos llenos de lágrimas. "He aquí que Él viene a revivir Su Pa-
sión, ahí está: entra en el tiempo para encontrarnos; ¡esto es: que nosotros
226
vivamos aquel dolor! ¡Él nos ha dejado Su Sangre, Su Cuerpo para que
nos alimentemos de Él!"
Todos llorábamos y revivíamos en el recuerdo. Y ahora, en el tiempo
y en los tiempos, ¡cuánta indiferencia! Muchos han olvidado, otros no
quieren saber, otros no creen y quien cree, a menudo no cree con aquella
intensidad de amor, ya que no cree completamente. ¡Buscad revivir verda-
deramente el dolor de mi Hijo en la Eucaristía! Para vosotros aquel tiempo
es antiguo, antiguos aquellos personajes que formaron parte de nuestra
historia. Para nosotros más allá del tiempo todo es actual y nosotros, como
vosotros de ahora que para los siguientes seréis antiguos... Todo es relati-
vo, real es solamente la Verdad. Si vuelvo con el pensamiento al tiempo
en el que Jesús era muy pequeño recuerdo una frase suya que dijo, en el
Padre y entonces como Dios, pues un niño no podía hablar de aquel modo:
"¡Immi, todo lo que no es real es relativo, pero todo lo que es real está en
la Verdad, que es una sola y lo será por siempre!".
17 de diciembre de 1984
168. - Cada hombre es niño en una parte de su alma.
Un día, Mateo, mirándome con sus ojos penetrantes me dijo: "Señora,
quiero dejar escritos los recuerdos y las palabras del Rabí..."
"Leví, tú le has amado y podrás describir lo que tú has vivido con él
con amor y sinceridad".
"Señora, la primera vez que vi al Rabí, nunca habría pensado cosas
grandes de Él, pero en mi corazón intuí que Él no era solamente un hom-
bre... Temblaba y no sabía por qué... Señora, su manera de mirarme me
hizo sentir mísero, avaro y pecador...". Miraba los rizos oscuros de Mateo:
"Cada hombre es niño en una parte de su alma...".
Me sentía maternal hacia los apóstoles y su humanidad me producía
cariño.
A veces sin embargo debía exhortarles y otras veces reprocharles...
"Así hacía también Jesús... Y nosotros le escuchábamos siempre como
te escuchamos a ti, Señora..." Y crecía la Iglesia. Pedro era simple, pero,
iluminado, fue un sabio. Así es: las criaturas iluminadas parece que casi
227
tengan dos naturalezas: mira, ahora tú escribes y no tienes tú que pensar lo
que escribes... Es la luz del Espíritu que ilumina tu mente, es la voz que
escuchas la que dicta estas palabras; ¡ahora es mi voz, ahora no hay tiem-
po, tú has salido del tiempo para escucharme! ¡Johanan se ocupaba de Mí,
Yo de él! También él iluminado habló, hizo en Dios milagros para el espí-
ritu, que son los más importantes, y a los apóstoles de ahora les pido, en el
nombre de Jesús, dar testimonio de la verdad y podrán cambiar muchos
espíritus y así hacer aquellos milagros en el nombre de mi Hijo–Dios.
Crecía la Iglesia, y mi Hijo, que había dejado aquella gran luz conti-
nuaba iluminando la tierra aunque era del Cielo, así como ahora ilumina e
os ilumina. Yo pensaba en aquel amanecer en que dejó la casa de Nazaret.
Sin embargo, aquel amanecer rosa era un amanecer similar pero dife-
rente de los otros: ¡Dios iba para hablar al mundo! Yo volví a casa, pero
con el pensamiento seguí siempre a mi Hijo. Nuestros hijos son nuestro
desvelo y tu pensamiento va a los más altos Cielos, donde tu hijo vive.
Una parte de tu alma ya no está contigo, está con él, por esto has recibido
este gran don. Mi vida con los apóstoles fue intensa: les escuchaba cuando
venían a Mí, ellos se confiaban sin reservas: "Señora, tú nos compren-
des..." Y crecía la Iglesia: aquellos hombres normales, pero a menudo
iluminados, llevaban la fe a muchos.
Los primeros cristianos estaban llenos de entusiasmo, a veces debía
calmarlos... Los apóstoles discutían, pero se amaban y sobre todo en el
recuerdo de mi Hijo.
Una noche Johanan dijo estas palabras:
"Señora, en el recuerdo del Rabí amo aun a quien no amaría. ¡En el re-
cuerdo del Rabí continúo escuchando sus palabras! En tu sonrisa recuerdo
su sonrisa. ¡Señora, a menudo siento su presencia junto a nosotros!".
La presencia de mi Hijo está también junto a vosotros, como junto a
nosotros que pensábamos en Él.
22 de Diciembre de 1984
228
169. - Y vendrá todavía y sacudirá la tierra y todas las criaturas de la tierra.
¡Con la enhorabuena y el amor de siempre y aumentado para vosotros
de vuestros seres queridos celestiales, Yo, Miriam os ofrezco la felicita-
ción más maternal! ¡Y que vuestra fe sea tan segura como para volveros
serenos en la tierra y felices para siempre! ¡La felicitación del Cielo, la
felicitación de Dios! ¡En aquel tiempo nacía Jesús e iluminó al mundo de
cada tiempo, e iluminó a quien quería la luz! ¡Conocéis esta historia que
parece casi una fábula porque es historia de belleza, verdad y vida! Jesús
se hizo niño para jugar con los pequeños, se hizo hombre para darse un
rostro para los hombres, se hizo palabra de vida eterna y dolor. Vino a
nacer en Mí y de Mí. Pura luz, y verdadero cuerpo vivo. Aquel cuerpo
humano, aquel espíritu divino que ha dejado al mundo de quien quiere la
luz con el sacrificio siempre renovado. Creció en la pequeña casa de Na-
zaret, y con Él crecía el amor. Parecía que las flores en primavera escu-
charan este amor, crecían lozanas. El amor de Dios. Y se escucha en el
viento, se ve en las flores y se percibe en el alma. Jesús es Dios y todavía
no ha sido reconocido por todos. Su venida ha sido vana para muchos,
como su muerte en la Cruz. Y vendrá todavía y sacudirá la tierra y todas
las criaturas de la tierra. Anunciará su venida con muchos signos. ¡Los
signos que no todos ven o verán! Para reconocer a Dios es necesario an-
helar la luz. Y como brilló aquella estrella, otras estrellas brillarán, en el
cielo estarán los signos. Yo pido oraciones al mundo para Él. Oraciones en
sentido amplio: obras, amor, redención. Penitencia en sentido amplio:
obras, aceptación, redimir. Testimoniar la Verdad en un mundo todavía en
tinieblas, aunque se están encendiendo luces de amor allá donde sopla el
viento divino. Aquel viento que va a donde quiere, donde nadie sabe, don-
de el amor renace y vive y la Redención continua. Cuando Pedro celebró
por primera vez la Eucaristía, antes dijo a los apóstoles y a los discípulos:
"Como nos decía el Rabí, ahora a vosotros y a mí mismo repito: ¡Amaos!
¡Amémonos entonces, hermanos, en su nombre y en su recuerdo!". Yo
vuelvo a oír la voz de mi Hijo: "¡Amaos el uno al otro como Yo os amo!"
Me había ocultado en la sombra para poder mejor llorar de emoción, de
nostalgia y de un poco de alegría. Pedro tenía una voz fuerte y armoniosa,
y la Iglesia crecía... Los viajes de los apóstoles eran largos y fatigosos,
ciertamente, pero eran ayudados por Jesús: "Señora, caminaba ligero, me
parecía o quizás era verdadero que el Rabí caminase conmigo...". Así me
dijo un día Andrés y así decían los otros. Pura verdad. Mi Hijo camina
229
delante o al lado de todos aquellos que le aman. Era una noche fría cuando
Jesús vino a la tierra.
Lo miraba admirada y todavía asombrada: "Cuanta belleza en su pe-
queño rostro". Humanidad, divinidad y misterio. "¿Por qué ha venido en
este tiempo y a esta tierra y en esta noche?" Me dijo José: "¡Myriam, Él es
Dios y sabe porqué ha venido en este tiempo, a esta tierra y de ti y como
padre terreno me ha elegido a mí!. Yo también estoy muy asombrado...
¡Mira qué bello es!..."
Un pastor vino y puso leche delante de Mí, también él estaba asom-
brado... Vinieron otros y hubo tantos dones. Y vosotros obsequiadnos
vuestro amor al prójimo: leche, pan, flores.
25 de Diciembre de 1984
170. - Todos aquellos que sufren toman parte en la Redención, que continúa
en todo tiempo.
María Magdalena vino un día a saludarme, y desde entonces nunca
más la vi en la tierra. Estaba vestida casi pobremente y muy cambiada,
estaba bellísima, como lo fue una vez, pero cambiada en el alma y así
siempre bella, pero de otra belleza, humilde y casi temerosa: "Señora, me
voy lejos a rezar, a meditar, a expiar...". "Mi Hijo estará contigo en el
silencio y en la meditación, en la expiación".
María Magdalena es luminosa en el Reino. Ha rezado, ha meditado y
ha expiado en la tierra. Vosotros no podéis imaginar la dimensión en la
cual vivimos. Anulándose el tiempo, hace que nosotros nos sintamos li-
bres y junto a vosotros, como si vosotros fuerais presentes y nuestro pasa-
do (porque el alma recuerda) nos parece a veces presente. Así en este día
revivo con gozo aquella mi juventud. Revivo el nacimiento de Jesús y
siento entre mis brazos la dulce tibieza de su pequeño cuerpo: "Esto es mi
Cuerpo. Esta es mi sangre...". Cuando escuché por primera vez las pala-
bras desgarradoras y maravillosas: "Esto es mi Cuerpo, Esta es mi sangre
derramada por vosotros..." repetidas por Pedro llorando, pensaba en toda
la humanidad que habría tomado parte en el dolor de Jesús con el dolor,
que es plegaria y engrandecimiento. Todos aquellos que sufren toman
230
parte en la Redención, que continúa en todo tiempo, hasta el fin. La Iglesia
iba en el tiempo, la Iglesia va en el tiempo con dificultades, traiciones,
pero también con la ayuda de muchas criaturas: todos aquellos que creen,
y en consecuencia, aman. "¡Haced esto en memoria Mía!" Temblaba escu-
chando a Pedro que repetía las palabras de Jesús usando el mismo cáliz
que Nos fue regalado, a Jesús, por uno de los Magos: Gaspar. "Immi, este
es el único regalo que debemos conservar...". "¡Haced esto en memoria
Mía!". Nadie olvida a Jesús, también aquellos que no creen en Él piensan
en Él, a veces rozados por una duda: "...¿y si fuera Dios?". A menudo por
negarlo y aún por traicionarlo, pero nadie lo ignora. Y quien lo ama y hace
de Jesús el primer pensamiento de la jornada y el último, es ayudado y
sostenido en la vida de cada día. La fe es la mayor ayuda que posee el
alma. Y la fe es el mayor tesoro. Cuando mi Hijo vino al mundo, luz del
mundo, también mi espíritu se iluminó con esta luz y a veces mirándolo ya
no me sentía sobre la tierra, en casa, en Nazaret, sino en una dimensión
diversa y misteriosa.
"Immi, te llevo Conmigo a volar..." Cuando, asunta en el Cielo, lo he
alcanzado, he comprendido verdaderamente el sentido de esta palabra:
¡volar!
La vida de cada día también para vosotros es grande y pequeña: las
mismas cosas, las mismas palabras, las mismas labores repetidas... Y
vuestro espíritu que puede, al mismo tiempo, vivir cosas grandísimas... El
cielo de este día es bellísimo, nunca como el cielo de este Cielo. En Naza-
ret, cuando miraba el azul del cielo pensaba que para Mí el azul era el
color más bonito.
Ahora tengo un manto de cielo, en la tierra nunca tuve un manto azul.
En la tierra mis vestidos eran modestos... Vosotros me veis con manto
azul, con el manto del cielo. Y Yo me envuelvo de Cielo para vosotros y
os dejo un pedacito de este cielo, un pedacito de Paraíso: el color de mi
manto.
Vuelvo allí a vivir la bienaventuranza. Vosotros tenéis una orla de azul
para una jornada serena. ¡Mi regalo para esta Navidad!
26 de Diciembre de 1984
231
171. - En la tierra no se comprende el deseo del Paraíso.
Cuando estaba en la tierra y vivía con Johanan, pasaba horas de nos-
talgia que vivís también vosotros, aunque mi certeza era viva esperanza.
He sido una criatura humana con todos los sentimientos humanos. Jo-
hanan daba testimonio de la Verdad y escribía los recuerdos para aquel
testimonio que está todavía vivo y lo estará mientras en la tierra haya
hombres. "¡Señora, deberé explicar a la humanidad los pensamientos y la
vida del Rabí!" Mi Hijo ha estado siempre en el Padre y naciendo en la
tierra trajo consigo la divinidad y adquirió la humanidad.
"En el principio era el Verbo...". El Verbo vino en medio de nosotros,
tomó de Mí Su humanidad. Recuerdo el frío de aquella noche y después
mi admiración cuando vi a Jesús. Cuando Simeón me habló de mis dolo-
res, Yo sabía ya de aquellos dolores, el Ángel me había avisado. Y he
vivido igualmente días felices... "El tiempo está todavía lejano, hoy Jesús
es pequeño y lo puedo acunar...".
Un día, Jesús, jugando con los compañeros fue coronado como si fue-
se un rey: ¡le hicieron una corona de espinos! Yo no sabía de aquella co-
rona, pero, instintivamente, mi corazón tembló: "¡Immi, es solamente un
juego, Yo soy su rey!". ¡El rey de reyes! Nuestra vida de entonces era
similar a la de tantas otras de entonces. Amé mucho Nazaret, amé mucho
mi tierra. ¡Por la noche, si me desvelaba, iba a mirar el cielo! "Immi, ¿por
qué no duermes?" "Y tú, Takiní, ¿por qué estás despierto?". "Yo velaré el
mundo y las almas. Estaré en medio de aquellos que hablarán de Mí y
escucharé todos los pensamientos...". Después de la Resurrección a menu-
do pensaba en aquellas palabras. Jesús, cuando estaba unido al Padre era
inspirado y sabio, prevaleció siempre en Él la naturaleza divina. Yo soy
feliz de poderos contar tantas cosas. Cosas que nadie conoce, y ahora so-
lamente vosotros. Lucas me preguntaba muchas cosas. Lo que le dije a él
lo digo a vosotros, porque se han perdido muchos escritos de Lucas. "Se-
ñora, cuéntame entonces de cuando apareció el ángel".
"Quedé asombrada, admirada, anonadada, el ángel era bellísimo.
Acepté ser la Madre de Dios porque Dios así lo quería, no me habría man-
dado el ángel si yo no hubiese aceptado. Aunque yo era libre, Dios sabía
que lo habría de acoger en el corazón". Lucas quería saber muchos deta-
lles de la vida de Jesús, el modo de hacer, de explicar, sus pensamientos...
Episodios a todos desconocidos, milagros que ahora nadie sabe cuándo o
cómo se produjeron. Un día, mi Hijo, en el primer año de la predicación
232
curó un leproso y solamente Yo lo supe. "Immi, importa que lo sepa él
para bien de su alma".
A menudo, sin embargo, los milagros sucedían para testimoniar la di-
vinidad de Jesús y sobretodo para testimoniar la existencia de Dios. Otro
milagro fue cuando Jesús resucitó a una muchacha y le preguntó a ella si
quería permanecer en la tierra o no: "Rabí, he visto un río bellísimo, esta-
ba en la orilla y la hierba a mis pies era verdísima, todo era bellísimo.
Puedo volver allí, Rabí". Mi Hijo la escuchó. En la tierra no se comprende
el deseo del Paraíso, solamente quien lo ha visto lo desea87.
30 de Diciembre de 1984
172. - La casa de Loreto es parte de la casa de Nazaret, no es leyenda, no es
una falsa historia.
Johanan me decía a menudo: "Señora, ayúdame también tú a escribir
los recuerdos del Rabí... Tus recuerdos, y yo los copiaré a fin de que el
mundo del futuro sepa del Dios–Hombre... Sus palabras son enseñanzas
de vida y de Verdad y son música. Sus gestos de amor expresan el verda-
dero amor... Señora, tú que sabes escribir, es quizás para esta tarea para la
que hayas aprendido a escribir...!".
"Yo, con mis palabras, que son estas, he escrito mis recuerdos para de-
jarlos al mundo, para hacer amar a Jesús, para hacerlo conocer. Y aquellos
escritos se perdieron y ahora y aún antes he dictado a almas privilegiadas
mis recuerdos.
Se perdieron porque todavía no se necesitaban: Dios da al mundo, en
los tiempos, revelaciones para aquellos tiempos. Y ahora es el tiempo en
que, lejanos de nuestro tiempo, se debe saber más, por un designio, que
después todavía en el tiempo, se conocerá. Estos mis recuerdos ahora son
para vosotros y lo serán para muchos. Yo ponía en las hojas los recuerdos
como ahora con tu mano. Revivía así jornadas maravillosas de encanto y
de dolores. Cuando miraba a Jesús me quedaba admirada y cuando lo
87
Es un deseo común a todos los vivientes en la tierra que, aun cuando pocos, han tenido el
privilegio de ser "testigos de la vida más allá de la vida".
233
escuchaba estaba encantada... No era un niño común y, a diferencia de lo
que ahora se dice, jamás tuvo un capricho... Mi Jesús era dulcísimo y
siempre obediente.
Cuando tenía veinte años (y trabajaba mucho) hizo muchos panecillos
a la miel..."
"¡Señora, el Rabí en ciertas cosas era niño y luego, de repente era
Dios! ¡Esta pureza suya unida a su divinidad era un encanto...!" Johanan le
amó muchísimo en su breve vida con Él. ¡Pocos años, pero sin embargo
dejaron el signo en el mundo! El signo de la Cruz, los años de la vida
pública de Jesús. ¡Cuántas palabras de vida, cuántos milagros...! "Yo em-
piezo en estas palabras, ¿van bien, Señora?"
"En el principio era el Verbo...". Palabras solemnes, palabras bellísi-
mas: ¡he ahí el Evangelio de Johanan que tomaba vida! ¡El Verbo se hizo
hombre, se convirtió en hombre para los hombres y tomó el rostro más
dulce y a veces el más severo para mirar, a través de aquellos ojos profun-
dos, profundamente en las almas! ¡En las horas oscuras del tiempo a ellos
asignado, los hombres buscan por instinto la luz! He aquí entonces que
Jesús, luz del mundo, se hace encontrar por ellos y los consuela. ¡Cuando
tiembla el corazón, Él entra, penetra y consuela! ¡"Bienaventurados los
que sufren!"
¡Bienaventurados porque en ellos entra Dios! Y si el dolor enaltece, he
aquí por qué es un don para la vida eterna: una escala para llegar al Reino.
En Loreto me has pedido una gracia, y esta gracia te ha sido concedida
y lo será por siempre. Quería deciros esto. Para siempre en la tierra. En el
Cielo hay otro "siempre" maravilloso. La casa de Loreto es parte de la
casa de Nazaret, no es leyenda, no es una falsa historia como ahora se dice
a menudo. ¡La casa donde cocía los panecillos de miel! "¡Immi, sentía ya
el aroma de los panecillos desde la calle!". Jesús llegó jadeante y sonrien-
te, lo veo todavía, la túnica blanca y las mejillas rosadas... los recuerdos
hacen revivir y el tiempo de la nostalgia hace llorar. "Bienaventurados los
que lloran...".
¡Aunque el llanto es tan amargo! No se vive solamente en el tiempo,
se vive más allá del tiempo y entonces la amargura de aquellas lágrimas se
vuelve dulzura. "Immi, he sentido el aroma de los panecillos...". ¡También
vosotros sentiréis aquel aroma, también para vosotros aquel pan! ¡En los
recuerdos se escuchan todavía aquellas voces, se miran todavía aquellos
rostros! El rostro de José, el rostro de mi madre, el rostro de Jesús... ¡Vivía
de recuerdos y también de esperanza! "¡Señora, nosotros te escuchamos
como le escuchábamos a Él!" "¡Eres su Madre y nuestra Madre!" Los
234
apóstoles me escuchaban y me amaban. En las discusiones los aplacaba y
ellos me temían un poco...
5 de Enero de 1985
173. - La indiferencia de muchos de ahora, he aquí entonces por qué lloran
mis imágenes.
Los Magos reconocieron a Dios en Jesús. Jesús sonreía casi tímido...
Éramos pobres y aquellos regalos eran demasiado preciosos... Sola-
mente conservamos el cáliz puesto que (lo comprendí después) debía ser-
vir a Jesús para instituir la Eucaristía. "Immi, guarda con cuidado, oculto
este cáliz...". Después recordando aquellas palabras comprendí: el cuerpo
y sangre de Cristo deben ser respetados al máximo... El cáliz lleva lo que
es más precioso, y debe ser precioso88, Mateo me dijo un día: "Señora, he
escrito para hacerlo recordar sobre aquel día en el cual vinieron a encon-
trar a Jesús aquellos reyes y le trajeron aquellos regalos...". "Mateo,
¿cuántos creerán y cuántos dirán que ésta es una fábula?". Sentía que mu-
chos no habrían creído en Jesús, y mi corazón padecía doliente. Sentía...
¡y ahora sé cuántos hay que no creen en Él!
Y sobre todo mi dolor era por la indiferencia de muchos. La indiferen-
cia de muchos de ahora, he aquí entonces por qué lloran mis imágenes.
Con Johanan vivía por aquel tiempo en Jerusalén y después en Éfeso.
Volvía algunas veces a Nazaret, abría la pequeña casa, entraba casi para
escuchar el eco de una pequeña voz, de una carcajada de niño... Quien
conoce la nostalgia comprende mi sentimiento de entonces y Yo, Myriam,
os comprendo a vosotros y vuestra nostalgia.
No debéis pensar: "no volverán...". Ellos vuelven siempre a vosotros y
os abrazan, os protegen, os sonríen. Ellos han vuelto en tantos momentos
de vuestra nostalgia y de vuestro dolor. Lucas me preguntaba muchas
cosas: "Señora, no quisiera preguntar demasiado, pero querría saber todo
88
El cáliz está constantemente en el centro de la vasta y larga historia del cristianismo con
el nombre de "Santo Grial" y de muchas órdenes de caballeros entre las cuales, la más
famosa es la de los "Templarios".
235
de aquel Jesús que siento que amo tanto...". "Lucas, mi Hijo me decía a
menudo que quien lo hubiere amado le habría podido mirar... El rostro de
Dios se mira con el alma llena de amor por Él. El rostro humano de Dios
es el rostro de Jesús".
Y el otro rostro de Dios, aquel sobrehumano es precisamente sobre-
humano y en el Reino podréis gozarlo con Su presencia. Una mañana de
suave viento iba al mercado por las provisiones, pensaba en mi Hijo, en
cuando me acompañaba y mi Hijo había resucitado ya, por esto vi, como
milagro, su rostro sonriente: "¡Immi, te llevaré el cesto más pesado!".
6 de Enero de 1985
174. - En quien escogía miraba la voluntad de amarlo.
Me dijo Johanan un día: "Señora, ha llegado Pedro, ahora empieza a
hablar de Jesús, ¡hay tanta gente en torno a él! ¿Quieres venir también tú a
escucharlo?"
Me puse mi manto y fui. Pedro después hubiera venido enseguida a
verme, es más habría venido antes, pero como él había encontrado unos
discípulos con otros que habían oído hablar de Jesús, se detuvo a hablarles
a ellos. Cuando Yo llegué con Johanan apenas había iniciado aquel discur-
so que tanto me conmovió: "¡Cuando le vi por primera vez sentí que era
divino! Me miró con aquellos ojos suyos profundos, mi corazón casi se
paró por un instante. Olvidé todo, y todo lo que antes me atraía me parecía
vano... Me dijo: Te haré pescador de almas... Creía haber hecho una elec-
ción siguiéndole, pero me dijo: ¡Yo te he elegido! ¿Por qué, precisamente,
me has elegido? Me dijo que no miraba la inteligencia, la riqueza, la cien-
cia en quien escogía, miraba el deseo y la voluntad de amarlo también y a
pesar de nuestra humanidad y nuestras debilidades. Y vosotros que lo
habéis visto habéis comprendido quién es Él. Él es Dios y está todavía en
medio de nosotros, aunque invisible. Él nos ha dejado Su Espíritu y mien-
tras en la tierra haya hombres y vida Él estará presente. Nos ha dejado Su
cuerpo con Su sangre para alimentarnos el alma, y yo, Pedro, podré ali-
mentaros de Él si vosotros estáis en gracia y dignos. Dejad entonces los
236
rencores (si es que tenéis) hacia los hermanos, dejad las cosas vanas y
enalteced el espíritu. ¡No vivís solamente de la carne!
¡Vivís también y sobre todo de espíritu! Recordad: Él nos mira. Ha
llevado con la Cruz del peso de nuestros pecados y la Cruz fue así aún
más pesada como si no hubiera sido solamente de madera, y mientras
padecía el dolor más grande de la carne y del espíritu veía a todos aquellos
que nunca lo habrían buscado, amado, seguido. Hermanos, vosotros amad-
le y si todavía no le conocéis bien, escuchadme. Os hablaré todavía de Él,
os diré quién era y cómo era...".
Pedro continuó hablando y Yo, escondida por mi manto, con el cual
había cubierto también la cara, lloraba. También Johanan lloraba... ¡Amor,
emoción y fe, y sobre todo esperanza!
"Y cuando ha resucitado ha demostrado que para todos existe la vida
de la cual Él nos ha enseñado el camino correcto para alcanzarla...".
La voz de Pedro era fuerte y a la vez persuasiva, Jesús da a quien debe
hablar de Él una voz fuerte y persuasiva: Sus palabras y sus recuerdos se
escuchan de quien los sabe exponer. Y entonces, he aquí el don de una
bella voz para hablar de mi Hijo, para repetir Sus palabras.
Era casi de noche, nos preparábamos para la cena: queso y leche de
cabra, cosas que le gustaban a Johanan; oímos llamar a la puerta: "¡Soy
uno que vosotros no conocéis, pero os pido que me dejéis entrar!". La voz
era fuerte, decidida.
Abrí Yo la puerta y vi un hombre imponente, si bien no muy alto, ten-
ía facciones fuertes y los cabellos rojos, la nariz pronunciada...
"¡Soy Pablo de Tarso! Señora, tu Hijo se me ha aparecido en el cami-
no de Damasco, era luminoso y bellísimo, tanto que fui deslumbrado por
Su luz y quedé ciego durante muchos días..."89.
Se quedó con nosotros hasta tarde, compartió nuestra cena, pero ni si-
quiera nos dimos cuenta de la comida y del transcurrir de las horas.
Hablamos de Jesús, y vosotros sabéis que cuando se habla de Él se reza, y
el tiempo vuela. Después Pablo de Tarso conoció a Pedro, se hicieron
amigos fraternos y discutieron siempre. A veces alzaban la voz y Yo los
calmaba...
"Pablo, tú dices que la mujer debe estar sometida al hombre, quizá es-
toy de acuerdo contigo, pero no completamente porque tú, en tal caso
consideras la mujer inferior al hombre...".
89
La figura del Apóstol Pablo, martirizado en Roma, domina con Pedro la historia de la
Cristiandad.
237
"¡Pedro, yo no considero la mujer inferior al hombre, sino diversa del
hombre! Está sometida al marido para ser protegida y no humillada...".
"¡Tienes ideas demasiado severas, Pablo, a veces te sobrepasas!".
Y se inició una larga discusión...
7 de Enero de 1985
175. - Es necesario distinguirse en el amor de Cristo, mirándolo crucificado,
mirándolo coronado de espinas.
También Pablo tenía la voz fuerte y armoniosa: ¡voz de predicador!
Yo escuché una homilía suya, una sola y la recuerdo palabra por pala-
bra: "¡Hermanos! ¡Cristo nos ha pedido que nos amemos el uno al otro!
¿Y cómo podemos hacerlo si somos a veces mezquinos y a menudo egoís-
tas? Venciendo y sofocando nuestro yo, que nos oprime y nos sujeta. Y
distinguiéndonos en el amor a Cristo y en el pensamiento constante en
Cristo, solamente así podremos vivir aquella virtud que abraza a todas las
demás: ¡la caridad! No es fácil, es sacrificio: he aquí que entonces la cari-
dad actúa: comprende al prójimo y entonces se llega a sobrellevarle, si es
necesario; ¡otra virtud es el perdón! Ninguna virtud es fácil; es necesario
distinguirse en el amor a Cristo, mirándolo crucificado, mirándolo coro-
nado de espinas. ¡También en el dolor Él ha sido un Rey! Y ahora en los
Cielos Él brilla como luz, aquella misma que me deslumbró. Hermanos,
yo ahora creo firmemente en Él y en Su divinidad. Y por esto os hablo. Yo
le he visto deslumbrante de luz y glorioso. ¡Intento ahora en Su nombre
haceros partícipes de aquel milagro para que vuestra fe sea certeza y os
lleve como consecuencia a vivir en la caridad!". Pablo en aquellos día
estaba en Éfeso y estaba para emprender un largo viaje. ¡Los milagrosos
viajes de los hombres consagrados a Dios!
Muchas palabras de Pablo han permanecido para los tiempos, entonces
futuros, éstas no, pero ahora Yo os las digo. Las recuerdo bien y recuerdo
la emoción que experimentaba siempre al oír hablar de Jesús. Vuelvo a
ver su juventud, retrocediendo: la infancia y yendo después al tiempo del
dolor: la Cruz y hasta la gloria de Su resurrección. "Ahora está en el Re-
ino, vivo, feliz y viene a Mí y me mira...me escucha!". Así me consolaba
238
Yo, así debéis consolaros pensando en vuestros seres queridos felices y
vivos. Hablé con Pablo después de aquella homilía suya, él vino a bus-
carme para saludarme: "Señora, cuando hablo de Cristo siento que no soy
yo el que habla, sino Él en mí!". Vieja Historia para vosotros90, para mu-
chos otros, fábulas... El mundo que cree solamente en lo que ve, en lo que
toca... Pablo dijo que estas palabras aquella noche que compartió con no-
sotros la cena. Cuando Yo lo vi por primera vez como amigo (la primera
vez lo vi con Jesús en el mercado de Nazaret, pero no oí su voz): "Cuando
se ama a Dios, y así a Cristo, se vive en el espíritu y se respira amor,
cuando no se ama se vive en la carne y se respira polvo...". Ciertamente, y
tiene otra visión bien distinta aquel que vive en el espíritu. Mi vida con
Johanan era vida de familia, todavía me ocupaba de la comida, de la lim-
pieza y a veces tejía. Por lo que hace al espíritu, puesto que en el espíritu
estaba aquella vida mía, rezaba y hablaba de Jesús. Aconsejaba, inspirada
por Jesús, a los apóstoles. Fue un vivir intenso con muchos sentimientos:
fe, amor, alegría pensando en la gloria de Jesús, y mucha nostalgia: soy Su
Madre, una mujer, una criatura...
9 de Enero de 1985
176. - Todos los apóstoles hicieron cosas grandes en el espíritu y Jesús
hizo cosas grandes en ellos.
Simón Zelote era tímido cuando estaba ante mucha gente, prefería
hablar a pocos y también él entonces, lleno de Espíritu Santo, decía cosas
bellísimas, palabras que convertían. Su tarea era la de ir casa por casa,
donde era acogido. Todos los apóstoles hicieron grandes cosas en el Espí-
ritu. Y Jesús hizo cosas grandes en ellos. Mi vida de entonces fue una vida
de espera, aguardando volver a ver a mi Jesús, aunque de los apóstoles
recibía afecto y veneración.
90
Pero también historia que ha continuado en el tiempo hasta nosotros, ya que parte de los
mensajes de S. Pablo, dictados a nuestra recién desaparecida Giuliana (Roma ⊥ 31.08.03),
están ahora comprendidos en el primer volumen de "Voces celestes" publicados en italiano.
239
Venían a verme a su vuelta. Para ellos, venir a Mí era un poco como
volver a casa y retornar a los viejos tiempos: "Si pienso cómo era antes de
conocer a Jesús...". Palabras que escuché de todos, las mismas... ¡y pala-
bras que todavía hoy escucho de muchos de vosotros! Ser diferentes des-
pués de haber conocido a Jesús significa haber comprendido la fe y vivir-
la. Ser diferentes o bien, mejores. Jesús pide la oración, pero sobre todo
las obras. La fe sin obras no es fe, es una apariencia de fe o sentimenta-
lismo o un jactarse. Jesús desea de los hombres el amor hacia los herma-
nos, desea que ellos no hagan juicios y sepan, cuando hace falta, perdonar,
Desea bondad y humildad de todos vosotros. Bondad, humildad, amor. ¡Si
no sabéis amar y perdonar no digáis que amáis a mi Hijo! Lucas venía a
menudo a mí cuando escribía de Jesús: "¡Cómo habría querido estar con
Él! Cómo le habría escuchado". Lucas conocía a Pablo, Yo no les vi nunca
juntos, pero Pablo me habló de su encuentro con Lucas, y Lucas me habló
de Pablo. No habría pensado nunca en la importancia de la historia de la
vida de aquellos hombres aunque, cuando era iluminada, sabía de su tarea
y que no era solamente para entonces. Mientras vivía mi vida y mi historia
no me daba cuenta de tantas cosas que sucedían y eran extraordinarias...
La Iglesia crecía poco a poco, la Palabra iba por el mundo de entonces y
por el mundo de ahora. Eran solamente doce hombres para hablar de
Jesús, y con ellos estaba Pablo y estaba también Lucas que daba testimo-
nio de la Verdad a quien encontraba, estaba Lázaro, estaban los discípulos.
Su corazón estaba lleno de amor por mi Hijo. La Iglesia crecía, y no por
medio de hombres importantes a los ojos del mundo, sino importantes
para mi Hijo: "¡Venid Conmigo, os haré pescadores de hombres!". Y eran
hombres como vosotros, también vosotros sois importantes para mi Hijo.
He aquí por qué os ha elegido y también a vosotros ha dicho las mismas
palabras: "¡Venid Conmigo, os haré pescadores de hombres!".
10 de Enero de 1985
240
177. - Cristo desea el amor activo: ¡la caridad!.
Santiago, el hermano de Johanan era bueno y dulce, tímido pero fuer-
te. Anduvo lejos para llevar la palabra de mi Hijo y en aquella tierra hubo
mucha fe y de esta tierra surgieron grandes santos. Los apóstoles hablaban
en arameo, pero por el don de lenguas que habían recibido con el Espíritu
eran comprendidos por todos. Cada uno los escuchaba en su propia len-
gua. Cuando Santiago hablaba de Jesús olvidaba su timidez y habitaba en
él su dulzura al describirlo: "Ante nuestra vista un hombre que parecía no
tocar el suelo... Su caminar majestuoso era de rey y sus vestidos eran po-
bres. Se detuvo ante de nosotros, dirigió aquella mirada bellísima sobre
nosotros. Sentí estremecimiento, dulzura, amor emoción... cambié dentro
de mí, en aquel momento me convertí en otro... Tantas preocupaciones...
un solo pensamiento: no es uno como los demás, como nosotros. Es un rey
vestido de pobre, o bien es un gran profeta... ¡No era un profeta, Jesús era,
y es, el Rey de reyes! Dios de Dios y ha vivido con nosotros. Con noso-
tros, en las noches estrelladas y frías, mirando el cielo y nuestras almas,
compartiendo con nosotros el pan, ha hablado con nosotros de las cosas
más grandes y misteriosas: fe y amor...".
"Señora, hablaré así a todos, iré lejos para que todos sepan de Jesús,
para que lo que ha dicho y ha hecho se sepa en todo el mundo...". "Yo
escribiré de Él a fin algo quede en el tiempo. Él no puede haber venido
sólo para un tiempo sino para todo hombre de todo tiempo" "Desde luego,
Johanan, tú escribes todo de Él, lo que has escuchado y visto. No ha veni-
do Jesús solamente para nosotros...". Yo le escuchaba y revivía... Es dulce
y triste revivir, se recuerda la alegría cuando se está en el llanto. Los años,
los siglos han pasado. Sin embargo, ¡qué parecidos son los hombres de
entonces a los hombres de ahora! El bien, el mal, el odio, el amor... Los
mismos sentimientos... "Immi, siempre habrá amor en el mundo, aunque
también odio. Habrá manos tendidas, brazos abiertos y también indiferen-
cia y egoísmo... Yo pediré solamente el amor, que es vida y da vida y
quien me escuchare y lo viviere estará vivo para siempre...". Era una no-
che fría, Jesús estaba sentado en su banquito ante el fuego y tenía la mira-
da perdida, como si mirase a lo lejos... José estaba todavía trabajando,
debía entregar un arado... Y Jesús miraba verdaderamente lejos, no en el
espacio, sino en el tiempo... Odio, indiferencia, egoísmo... ¡Bondad, gene-
rosidad, caridad! Hacédselas encontrar es vuestros corazones a mi Hijo
cuando busca en vosotros estas virtudes. Y extendiéndolas se combaten
241
odio, indiferencia y egoísmo. Recuerdo ahora ciertas palabras que Pablo
dijo aquella noche a Johanan y a Mí:
"Y he comprendido que Cristo desea de todos el amor vuelto activo:
¡caridad! Caridad a los hermanos, a los amigos, a los enemigos, que ya no
serán tales si recibieran amor. He comprendido que el amor de Cristo es la
más alta forma de caridad. ¡Caridad y amor se confunden, amor y caridad
van unidos, la una es consecuencia del otro, así como la fe no es fe si no
actúa, así también el amor no es amor si del amor no brota la caridad!"
12 de Enero de 1985
178. - Las lágrimas de nostalgia son las más dulces y más amargas.
Felipe eran sencillo, puro y lleno de entusiasmo: "¡Todos deben saber
quién era el Rabí! Deben conocerle todos para amarle..." ¡Conocerle para
amarle!
Después de siglos hay todavía muchos que no se interesan por mi
Hijo, y no le conocen por su voluntad. Mientras otros que querrían cono-
cerle no saben dónde buscarle, y entonces Él se adelanta, va a su encuen-
tro y habla en sus corazones. Andrés el hermano de Pedro, no se le parecía
mucho, era más tranquilo, más silencioso, pero cuando él hablaba de Jesús
también hablaba en el Espíritu y decía palabras bellísimas: "Él vino en
medio de nosotros. Nos ha escogido en un designio de amor al mundo
para que fuésemos los primeros en dar testimonio de su divinidad". La
Iglesia avanzaba y fuese un sueño o una visión, vi muchos templos llenos
de luz. ¡Cuántas iglesias en la tierra! Casas de Dios, casas para el culto y
para la oración aunque en todas partes se puede y se debe rezar. ¡Cuántas
historias y cuántos santos! ¡No ha sido vano, ciertamente, el sacrificio de
mi Hijo, ni tampoco mi dolor y tampoco todo dolor! El dolor es oración, y
la oración nunca es vana. Recuerdo un día en el que hablaba de la oración
y de lo que me dijo Jesús aquella noche en que dijo por primera vez la
oración al Padre. Había luna, había silencio y había aroma de tierra y de
hierba: "Rezar es estar con Dios, hablar con Dios y escucharlo en el pro-
pio yo. ¡Immi, cuanto más se Le ama, más se Le escucha! ¡Yo, Dios de
Dios, hablo al Padre mi Dios y Le escucho! ¡Y los hombres hablarán al
242
Padre, a Mí, que soy Él y Nuestro Espíritu les iluminará, tanto como para
hacerles comprender a ellos que nunca están solos!...". "Señora", dijo Jo-
hanan, "El Rabí me ha dicho que es necesario rezar por la propia alma y
por la de los otros, de todo el resto se preocupa la Providencia por noso-
tros. Nosotros debemos rezar por el amor y pedir solamente amar mejor!".
"Johanan ¿recuerdas cómo era de solemne Su voz cuando Él rezaba?".
"Nos enseñaba a nosotros y al mundo la oración: sentimiento puro expre-
sado con palabras, vivido con las obras, exaltado con el sacrificio, enno-
blecido con las lágrimas..." Esto decía entonces Felipe, que estaba presen-
te y estaba sentado junto a nosotros. Estábamos en casa; la casa de Éfeso
no era como aquella de Nazaret en el sentido de que no tenía historia. En
Nazaret cada cosa había sido vista o tocada por Jesús. Cuando, alguna vez
volvía allí el corazón casi se me paró, los recuerdos, la nostalgia... Quien
ha vivido la nostalgia conoce toda su dulzura mezclada de melancolía. Las
lágrimas de nostalgia son las más dulces y más amargas. "¡Immi, estoy
contigo, no me ves, me escuchas! ¡Immi, el amor vence a la muerte y con-
tinúa la vida! ¡Estoy vivo y te hablo, Immi!"
¡Cuántas veces le he escuchado! ¡Cuántas veces escuchas a tu hijo! Y
la nostalgia permanece ya que se es criatura en la materia y se querría ver
su rostro. El dolor es dolor, pero la fe lo sublima y da esperanza y paz.
Volvió Pablo una noche y se quedó con nosotros hasta bien entrada la
noche. Nos habló de sus viajes... "No miro lo que hay mi alrededor, me
interesan sólo las almas. Cuando debo hablar invoco a Cristo y Él habla en
mí con palabras bellísimas. No me canso aunque hable horas y horas. Es-
cucho preguntas a las cuales Jesús siempre responde. Mi vida es intensa,
llena. Tiene un objeto. Señora, cuando iba hacia Damasco, antes de encon-
trar a Cristo, era otro..." La Iglesia crecía... Todas las noches los apóstoles
se unían en oración aunque estuvieran alejados unos de otros, y también
Yo pronunciaba con todo mi sentimiento estas palabras: "Jesús que nos
has enseñado el amor, ayúdanos a amar y a enseñar el amor. Envíanos
donde tú sabes, libera de todo vínculo, tus instrumentos, tu voz, tu Pala-
bra. Llévanos donde tú sabes, somos hojas de tu viento, gotas de tu río,
eco de tu Palabra. ¡Ayúdanos, defiéndenos del mal! Ayúdanos a difundir
la Verdad, ayúdanos a crecer en el Espíritu".
Y las hojas en el viento de Jesús, las gotas de su río iban a llevar la
verdad y la vida en el nombre de mi Hijo. Hombres simples, hombres
verdaderos, no mejores que otros, "¿Por qué nos habrá escogido?". Un
porqué sin respuesta en la tierra. Y marchaban lejos, no temían el sacrifi-
cio y estaban serenos. Hojas en su viento, gotas de su río... La oración
243
había sido escrita por Johanan. Johanan tenía sentimientos e inspiración de
poeta. Era inteligente y amable, sereno. El Espíritu Consolador que ilu-
minó a Johanan le volvió maravilloso en su Evangelio. Todos los bautiza-
dos deberían conocer el Evangelio, no solamente escucharlo, sino consul-
tarlo cada día. El Evangelio es una mina de belleza. Johanan escribió li-
bros y libros pero no habrían bastado para describir todo. El Evangelio
para vosotros es aquello que sirve para vuestra vida y para vuestra salva-
ción. ¡La Iglesia crecía! Y siguió avanzando en los siglos. ¡Es de mi Hijo,
seguirá adelante! Está en el corazón del más humilde y pequeño, está en el
corazón del más fiel, está en el alma del más santo... Aquella noche en la
que vino Pablo y nos quedamos a hablar hasta muy tarde, les ofrecí los
panes a la miel...
14 de Enero de 1985
179. - La Iglesia un día estará en todo el mundo y el mundo será la Iglesia.
Mateo fue hombre de mundo: tenía una casa acogedora y le gustaba te-
ner invitados: su trabajo le rentaba bien y también sabía hacer rentar su
ganancia. Su vida fue muy distinta antes de su encuentro con Jesús. Seño-
ra: nunca había imaginado no dar importancia al dinero. Era un deseo ob-
sesivo acumular dinero y también cosas bonitas. Pero su corazón era bue-
no. "Si mi Hijo lo ha elegido es porque en Él vio algo de limpio"
Mi Hijo también eligió a Judas y muchos creen que lo eligió porque
tenía que traicionarlo... no es así. Él vino a la tierra para morir y resucitar
después de haber dejado la ley del amor y hubiera sido en cualquier caso
mártir de los pecados humanos. Judas era libre como los otros en su com-
portamiento y como en el tiempo muchos elegidos han traicionado a Jesús,
Judas fue el primero.
Hay quien ama y quien traiciona. Entre los doce tenia que haber uno...
el triste ejemplo de tantas traiciones a la Iglesia que demuestra ser de Dios
y aunque muy atacada está siempre viva y siempre vivirá, ya que cuando
termine en la tierra seguirá triunfante en el espíritu y en el Reino. En cada
criatura siempre hay algo de bueno y hay que buscar y entender lo bueno
244
en cada ser. El mundo al contrario solo ve el mal y a menudo solo se si-
guen los malos ejemplos.
Matero escribió sus recuerdos, menos páginas que Johanan pero dejó
muchas escritas.
"También yo cuando le vi quedé impresionado, nadie podía sostener
Su mirada si no era puro de corazón..." Los Apóstoles se reunieron para
ponerse de acuerdo sobre las cosas que se debían hacer: La Iglesia crecía,
he aquí el primer Concilio de Jerusalén. "Está bien que tú vengas Señora,
¿Quién mejor que tú puede aconsejarnos?" Hablaron horas y horas... Yo
también dije mi opinión cuando me fue requerida. "Tenemos entre noso-
tros que ser siempre como hermanos unidos en el mismo espíritu mirando
el rostro de Jesús en el recuerdo y con el pensamiento tenemos que cami-
nar sin temor. Él estará siempre son nosotros para decir al mundo lo que
nosotros sabemos. Este es nuestro deber y tenemos que hacerlo como aho-
ra con alegría porque hemos encontrado el camino para resucitar y hacer
resucitar a los hermanos. Tenemos que saber utilizar los dones del Espíritu
siempre a gloria del Espíritu y para servir a la Iglesia, nunca por nuestra
vanidad, nunca por nosotros mismos. Ahórrala Iglesia es pequeña, ahora
no somos muchos, pero si Dios ha venido a la tierra es porque sabía con
certeza que la Iglesia un día estará en todo el mundo y el mundo será Igle-
sia".
Así decía Pedro entonces y todos escuchaban en silencio y con aten-
ción.
Sentí mucha ternura por aquellos hombres: rostros rudos, manos callo-
sas, todavía en las manos de algunos de ellos las huellas de su trabajo,
manos endurecidas y corazones tiernos... ¡Cuánta ternura! Lo dejaron todo
para Él y también para vosotros! Amad aquellos primeros Apóstoles, sen-
tidlos protectores y hermanos. Duró mucho aquel Concilio y también hubo
discusiones antes de llegar a un acuerdo. Como los Apóstoles que fueron
humildes y por lo regular ignorantes, solo alguno un poco más culto, así en
el tiempo Jesús en el Padre, escoge en cada estado pobres e ignorantes y
también doctos para servir a la Iglesia. Jesús mira el alma que llama y deja
la libertad de obrar por los méritos. Aun el consagrado menos digno ha
dado a la Iglesia lo mejor de sí mismo. No tenéis que juzgarlos, sólo tenéis
que escuchar lo que dicen en el bien y por el bien. Son los trámites y a
veces no son ellos sino Jesús en ellos. Y si vosotros rezáis por ellos, Dios
os escuchará como siempre os escucha aun cuando creáis que no sois es-
cuchados.
15 de enero de 1985
245
180. - Llevad la ley del amor al mundo, la única ley que todo contiene.
En el concilio de Jerusalén se dijeron muchas cosas importantes. Se
habló de la ley de Moisés y se llegó, después de muchas discusiones, a un
acuerdo sobre la ley del amor: la que había dejado Jesús. Aquel concilio
aconteció veinte años después de la Resurrección. No estaban sólo los
Apóstoles sino muchos más: discípulos, seguidores y convertidos y esta-
ban Pablo y Bernabé los cuales hablaron mucho y fueron muy escuchados:
"Hermanos es preciso estar unidos por la verdad. Nuestro deber que es
también sobre todo alegría, es llevar la Palabra de Cristo al mundo. Repetir
lo que Él ha dicho, lo que Él ha dejado escrito en los corazones, lo que Él
ha hecho. Hermanos: mucho o poco Él nos pide: sacrificio y renuncia y
entonces mucho, si no tenemos dentro de nosotros la fe viva, y entonces
viene a ser también imposible obrar. ¡Poco nos pide Él, nos pide nada en
comparación con lo que ha hecho por nosotros! Hermanos, vosotros sabéis
que es fácil amar con Cristo en nosotros, imposible sin Él, limitados como
somos por la carne y nuestra poquedad. Ya hace años que yo hablo en Él a
las gentes y si he obrado curaciones y conversiones, es porque ahora le
amo, ahora le conozco y es Él quien realiza en mí los milagros y yo, cuan-
do os digo que hablo en Él, quiero decir: hablo invocándolo". Escuchaban
todos aquellas palabras que ahora os pueden parecer tal vez trilladas, pero
que no son solamente para escucharlas, sino ante todo para vivirlas y en-
tonces son nuevas para cada hombre que quiere renovarse. En la historia
de mi vida hay cosas escondidas, días, sentimientos, hechos que nadie
conoce. Yo los recuerdo para ti y para vosotros...
Regresaba cuando podía a Nazaret para revivir la infancia y la juven-
tud de mi Hijo. Aquellas momentos, aquellas horas suyas y mías. Mi dolor
y mi esperanza. ¡Y cuántas jornadas transcurridas en el trabajo y en la ora-
ción! Oración bajo distintas formas, cada uno reza como sabe, como sien-
te. No hay una manera mejor o una peor para orar. ¡Es necesario el mejor
sentimiento! Los viajes por supuesto no eran cómodos, siempre era algo
aventurado si se andaba lejos. Sin embargo los apóstoles llegaron lejos...
"Señora, cuando era pescador nunca hubiera pensado lo que me pasaría..."
Pedro se confiaba mucho Conmigo, tal vez más que todos. Su carácter era
ardiente y abierto. Nunca fue demasiado reflexivo. Hubo un momento
durante el Concilio cuando sólo se escuchaban voces confusas: hablaban,
mejor dicho gritaban todos a la vez, divididos por dos formas distintas de
ver las Leyes antiguas. "¡Hermanos, llevad la ley del amor al mundo! La
única ley que sintetiza todo". Pablo gritaba más fuerte que todos...
246
Y en todos los tiempos siempre hay un Pablo que grita...
Si grita, si hace ruido para defender a Jesús, sus gritos también pueden
ser armoniosos... ¡Vale el sentimiento! Después del concilio, regresé a
Efeso con Johanan, por poco tiempo, luego Johanan me acompañó a Naza-
ret donde me quedé unos días con mis recuerdos para revivirlos. Había
dejado un telar en la casita y cuando me quedaba unos días allá, hacía
algún trabajo. Hice una túnica para Johanan de paño blanco.
16 de Enero de 1985
181. - La Providencia es para quien cree en la Providencia.
En Nazaret anduve siempre a escondidas: empezaban las persecuciones
y Johanan temía por Mí. Nuestra vida estaba dedicada al recuerdo de Jesús
y a la Iglesia naciente. Sin embargo la parte material de la vida nos obliga-
ba a preocuparnos de cosas, de trabajo. Así tiene que ser: la carga de cada
jornada... y las pequeñas alegrías de cada día... Johanan hablaba de Jesús,
escribía de Jesús, nuestros discípulos vivían a menudo con nosotros para
escuchar nuestros recuerdos. Johanan trabajaba cuando hacía falta para él y
para Mí en lo necesario para vivir y Yo he hecho tejidos en el telar por
encargo. Necesitábamos poco para vivir, nos bastaba lo mínimo. Éramos
sobrios y no nos preocupaba que nos pudiera faltar lo poco que era sufi-
ciente. La Providencia es para quien cree en la Providencia. Y además
nuestros pensamientos eran de otro tipo...
Estaba la Iglesia que nutría nuestra vida. Estaban las palabras de Jesús
para expandirlas, hacerlas conocer, hacerlas vivir. Pablo estaba lejos, en
los días de estos recuerdos también Pedro; Santiago en aquella tierra donde
por la fe se esparció amor y sangre en tiempos no lejanos a vosotros...91 En
el Concilio se establecieron los puntos firmes sobre la Misa: "Jesús dijo:
haced esto en conmemoración mía... ¡ya que Él en la Eucaristía regresa
con su sacrificio y nosotros debemos vivirlo con Él! ¿Recordáis cuando
partió el pan, cuando nos ofreció el vino, cómo miró a cada uno de noso-
tros? Así mirará en ese momento a cada criatura y para siempre. Para con-
91
Se refiere a España donde se combatieron las más cruentas cruzadas en defensa de la fe.
247
gregar en un solo espíritu y en el amor a sus fieles, he aquí la Eucaristía! El
`pan y el vino ya no son pan y vino y Cristo está con los hombres que le
aman!" Está en sus corazones y en su espíritu. Y Yo Myriam, Su Madre,
os repito estas palabras: no podéis presentaros delante de Él si no estáis
listos para amar, para perdonar, si es necesario, para dar de vosotros y de
lo que habéis recibido... Recuerdo que hice un chal blanco para una espo-
sa, era muy lindo, todo trabajado como si adentro hubiera tenido flo-
res...¿Lo ves mi pluma, Nuestra pluma?
Los recuerdos se alternan, los pensamientos van hacia las grandes y las
pequeñas cosas: sentimientos, estremecimiento, nostalgia, dolor y mi telar
y el horno y los panecillos a la miel. Recuerdo muchos momentos de aqué-
lla vida de Nazaret, en Jerusalén y en Éfeso. La vida de entonces... Era
simple y era difícil de vez en cuando. ¡La vida siempre es bella! En el do-
lor en la serenidad, en los recuerdos.
La vida es un don de Dios, camino para alcanzarle. ¡Dios: el Padre Ce-
lestial, Dios mi Hijo, Dios el Espíritu de Ellos! Para Mí que le he criado,
Jesús era un niño y al mismo tiempo sabiendo que era Dios, le adoraba. Es
imposible comprender aquellos sentimientos míos, sólo Yo los he vivido...
Sólo quien vive un sentimiento, una situación, un dolor, puede com-
prender otros similares. Ninguna criatura sintió lo que Yo sentí...
17 de Enero de 1985
182. - Esta tarea te ha sido asignada para este tiempo.
Tomás me quería y Yo sentía su cariño de hijo, si bien tenía pocos
años menos que Yo. Era bueno, sincero, pero cada cosa tenía que vivirla y
constatarla antes de que la aprobara o la aceptara, lo mismo que las ideas.
Muchos se preguntan por qué Jesús eligió a Judas entre los apóstoles. No
ciertamente para ser traicionado, sino para demostrar al mundo la libertad
humana aun delante de Dios. En Nazaret, en nuestro jardín, en la primave-
ra, se encontraba todo el encanto de aquella dulce estación: el pequeño
jardín estaba repleto de perfumes y de flores. Cuando José trabajaba mu-
cho, hasta avanzada la tarde, le preparaba una infusión de hierbas... menta
y salvia. Yo dejo los pensamientos posar sobre estas páginas. Después de
248
siglos mis pensamientos frescos, y también nuevos para vosotros. Y los
recuerdos.
En Jerusalén teníamos una casita cerca de Getsemaní. Para Mí era do-
loroso aquel recuerdo. Yo no vi a Jesús sufriendo, pero Johanan y Pedro
me habían hablado de ello. "Señora, no es para que tú agregues llanto al
llanto, pero Jesús deseaba que supieras también esto. Nos confió a noso-
tros su sufrimiento para que el mundo lo pudiera conocer..." Ahora, en el
Reino está vivo y bellísimo. Ahora para Él aquel sufrimiento está lejos,
pero se queda en su memoria cuando ve el egoísmo, la envidia, cuando
descubre el odio, y además, además: los pecados de los hombres. ¡Mis
pensamientos sobre estas páginas! Frescos y también nuevos después de
siglos.
Esta tarea te ha sido asignada para este tiempo. En este tiempo y para
el tiempo que vendrá hay necesidad de confirmaciones y aun de pruebas;
¡y sobre todo hay necesidad del aliento de la fe! "Señora, muchas veces vi
milagros que hizo Jesús, y antes de creer que fuesen tales, le preguntaba a
Jesús cómo había hecho para sanar y resucitar... Luego creía, ya que sabía
quién era Jesús...". Tomás, que quería darse cuenta de todo... y no siempre
puede uno darse cuenta de cada cosa. Es preciso aceptar el milagro, querer
aceptarlo para conseguirlo.
Vuelvo con el pensamiento a la primera Eucaristía, cuando Pedro me
ofreció aquel pan y me dio aquel sorbo de vino, no me sentí ya en la tierra,
me sentí levantada y por un momento tal vez, o más tiempo, en una nueva
dimensión y mi Hijo así junto a mí, y todavía en la Cruz, y al mismo tiem-
po la Cruz fue de luz y la alegría en Mí fue grande, si bien mis ojos estu-
viesen llenos de lágrimas. ¡He aquí también para vosotros dolor y alegría,
estremecimiento y amor! Así debería ser para todos, aquel cúmulo de sen-
timientos que hacen vivir intensamente el alma... ¡La Eucaristía es el co-
razón de Jesús, es el corazón de la fe!
22 de Enero de 1985
249
183. - En Jerusalén a menudo iba a mirar aquel huerto donde Jesús lloró
lágrimas de sangre.
Esta realidad de mi presencia viva y que piensa en vosotros y para vo-
sotros, debe haceros conscientes de esta gracia: un regalo grandísimo de
mi Jesús.
A vosotros me ha enviado para daros todavía certezas. Nosotros com-
prendemos la humanidad y su debilidad. Mi maternidad fue causa de gran-
des alegrías y grandes dolores. Cuántas maternidades felices y dolorosas.
Al fin de la vida, al principio de la Vida se tendrán todavía y solamente
maternidades felices. Vivo con mi Hijo y os miramos y a menudo vosotros
sentís una paz indescriptible: es nuestra sonrisa para vosotros, almas, hijos
y hermanos queridos. En Jerusalén a menudo iba a mirar aquel huerto don-
de Jesús lloró lágrimas de sangre y retornan aquellas lágrimas en las efi-
gies para demostrar al mundo una verdad. Jesús desde la gloria recuerda
Su dolor. Dolor humano y divino. Pablo de Tarso, al regresar cada vez
desde lejos, venía donde nosotros, estaba verdaderamente encariñado y
nosotros mucho con él: "Señora, regresar a ti es como regresar a casa...”
“Pablo, piensa cuán dulce será regresar a la verdadera casa..." ¡La verdade-
ra casa! Puede ser como uno la soñó. Aquí en el Reino cada sueño se hace
realidad. A menudo por lo tanto revivo horas felices, horas que no son sino
mis estados de ánimo, en la pequeña casa.
Veo de nuevo la rosaleda, la cuna de Jesús, escucho arrullar mis palo-
mitas...
Y me veo de nuevo en la primera Misa. Temblaba mi corazón de alegr-
ía y al mismo tiempo de llanto: "¡Señora, Él ha regresado vivo en medio de
nosotros!" "¡Simón, regresará cada día por los siglos..." Él regresa a voso-
tros, jamás os ha dejado y cuando uno de vosotros regresa a Él, cantan los
ángeles en el cielo y es grande nuestra felicidad por aquel que ha regresa-
do. ¡Regresado a la Eucaristía, regresado a Jesús!
En el jardín todo era amor revelado en la mañana de este recuerdo mío:
las palomitas arrullaban, las rosas tenían pétalos de seda, la tierra estaba
perfumada de hierba y de menta, la brisa era suave y el sol tibio: "Immi, el
Paraíso puede ser también un jardincito florido..." Jesús tenía los pies des-
nudos en las sandalias, fijé la mirada en sus piececitos dorados por el sol:
"Quién sabe las huellas que dejarán aquellos pies..." Así pensé, casi por
250
intuición, vi un empedrado gris...92 Las huellas de sus pies, el camino justo
que recorrer, el camino arduo, el camino del amor, el camino del dolor, el
camino del sacrificio. Al Paraíso no se llega sin lágrimas, pero se trans-
forman en tanta felicidad.
1 de Febrero de 1985
184. - Confiadme vuestras penas, confiadme vuestros pensamientos.
En Nazaret teníamos una casa. Era una casa pequeña, pobre, pero llena
de amor, el amor mutuo que teníamos el uno hacia el otro. ¡Y en aquella
casa crecía Dios!. Dios que se había hecho hombre por amor a los hom-
bres. Después de la Pasión, después de la Resurrección, en Nazaret no
podía quedarme ya que empezaba la persecución a los cristianos. Con
Johanan me fui a Efeso y luego a Jerusalén. Fue justo entonces que estuvo
la mano de Dios y para vosotros siempre estará. Como el lirio tiene el
vestido de seda, como el gorrión tiene el nido, así las criaturas de Dios a
Él entregadas tendrán siempre lo justo: Dios puede todo y si bien prueba,
si bien permite para vosotros horas oscuras, siempre después os envía Su
luz. En Jerusalén, como sabéis, he asistido y también he aconsejado a los
apóstoles y a los discípulos en el primer Concilio. Les dije mi pensamien-
to y ellos lo tomaron como tesoro. Fue intensa aquella mi vida en la tierra,
y todavía revivo los recuerdos de la alegría y del dolor y las horas del
llanto, las horas de la nostalgia y de la esperanza. Y os comprendo a voso-
tros que ahora vivís vuestras horas, pero escuchadme: entregad todo a mi
Hijo y Él unido al Padre que es Él, se ocupará de hacer por vosotros lo que
vosotros no sabéis hacer solos. Tened confianza y esperanza: para Dios
sois más preciosos que los lirios y los gorriones. Para estar en paz y sere-
nos es necesario estar en paz consigo mismos, del resto nos ocupamos
nosotros por vosotros.
92
Nuevamente se hace referencia a las huellas dejadas por Jesús sobre el empedrado gris de
la vía Appia Antica de Roma, en el encuentro con Pedro, allí donde surgió la iglesia del
“Quo vadis”.
251
Tened cuidado de vuestra alma, que es la única cosa vuestra y que
debéis llevar a Dios blanquísima. Jesús, cuando era muy chico y al sonreír
tenía un hoyuelo en la mejilla, un día como Dios, cierto que no sólo como
niño, me dijo: "¡Immi, el Padre de los Cielos ayudará siempre a los hom-
bres que preocuparen de mantener blanca su alma!". Quien vive horas
oscuras a veces pierde la esperanza, es comprensible y perdonable. Sin
embargo buscad el primer rayo de luz, ahí está, miradlo: ¡ha entrado para
vosotros un rayo de sol!. Aferradlo, este rayo, es una sonrisa–promesa de
Jesús: "¡Confiadme vuestras penas!". Confiadme vuestras preocupaciones.
¡Mirad, Yo vengo a vosotros para solucionarlas! Fijaos: creed totalmente
sin dudas, sin incertidumbres. La fe es siempre premiada.
1° de Febrero de 1985
185. - Los dones del espíritu tienen siempre un precio, que nadie querría
pagar con grandes cruces.
Mi Hijo fue una fuente de luz cuando habló en la tierra a la gente de
todos tiempos. Y esa luz continúa iluminando a los hombres de todos los
tiempos... Mi Hijo es luz y amor. Y yo permaneceré en la tierra con la
seguridad del encuentro por siempre, pero con la nostalgia en el alma de
aquellos días. El trabajo ocupaba mi mente, el trabajo humilde de cada día,
y ese más importante, determinante y entusiasmante: el trabajo por la Igle-
sia. Los apóstoles cuando venían a buscarme se quedaban opinando y
aconsejando: "Señora ¿quién mejor que su Madre puede comprender la
voluntad de Jesús?" La voluntad de Jesús: todo aquello que se hace por
amor. En aquel tiempo los apóstoles, iluminados por el Espíritu Santo,
hicieron grandes cosas. Jesús o obraba en ellos. Sin embargo eran hombres
como los demás.
¿Y entonces? Es necesario hacerse pequeños, en la certeza de ser como
los demás o menos capaces que muchos. Es necesario aceptar y sufrir, pero
verdaderamente y con toda el alma, y entonces Jesús puede hacer grandes
cosas, pero sólo si está en sus designios. No se pueden adquirir los dones
del Espíritu Santo. Es Dios quien elige y sabe y raros son los grandes do-
nes que, si fuesen corrientes, ya no parecerían tales. Y los dones del Espíri-
252
tu tienen siempre un precio que nadie querría pagar. No con las pequeñas,
sino con las grandes Cruces.
Los apóstoles fueron todos mártires, excepto el pequeño Johanan que
sin embargo no tuvo una vida fácil. Cuando asistían a la Eucaristía, escu-
chando las palabras de Simón, no escuchaba ya su voz, sino la de Jesús: ¡el
milagro de la Eucaristía! Debéis vivirlo, debe penetrar vuestra alma con su
Sangre y con a su amor. Y esta sensación de realidad sólo vuestra fe puede
darla a vuestra alma. Una tarde, estaban Simón y Pablo que naturalmente
discutían... "¡Para mí y para muchos la Eucaristía es el corazón de la fe!".
"Simón, es el primer concepto verdadero y justo que escuchamos de ti esta
tarde..." ¡Sentíamos la presencia de Jesús, nos sentíamos escuchados por
Él! Esto sin embargo debe sucederos también a vosotros. Nadie está solo,
todos son escuchados por Dios! Jesús que yo volvía a encontrar sobre la
Cruz y mis ojos se llenaban de lágrimas y mi alma de aflicción. Jesús, que
yo volvía a ver de niño jugar en el huerto con sus caballitos de madera;
¡Jesús, que veía con los ojos del espíritu glorioso en el Cielo! Lucas me
dijo un día, uno de aquellos días en que hacía tantas preguntas sobre mi
Hijo, no por curiosidad, sino por amor: "Nadie dejará el mundo lo que Él
dejará. Creo que después de siglos y siglos Cristo permanecerá siempre
vivo y presente en la vida de tantos hombres!" ¡Es verdad! Mi Hijo vivo y
presente en vuestra vida, Yo lo sé que pensáis en Él en cada despertar
vuestro, y durante el día, y la noche... Este es el amor que desea de voso-
tros! Este es el amor que Yo deseo para Él.
"¿Quién era este hombre que tanto hace hablar de sí?" Escuché un día,
sin ser vista, estas palabras. Antes que Yo respondió Johanan:
"¡Este hombre era Dios sobre la Tierra y siempre en el mundo se
hablará de Él!"
7 de febrero de 1985
253
186. - Yo siempre he sido virgen, es necesario recalcar esta verdad.
En la gruta de Massabielle93 la luz que provenía del cielo me envolvía
con sus rayos. Vuelvo a ver la cara de Bernardita: estupor y admiración...
Sin embargo no fue inmediatamente creída: es comprensible. Lo que
los otros no ven, no creen que pueda ocurrir. Y la gruta está llena de flores
y Bernardita está con nosotros en el Reino. Muchas veces Me he apareci-
do: "Immi, a través del tiempo muchos te verán..." ¿Muchos? Cierto: en
Fátima, en Lourdes y muchos desconocidos Me han visto con los ojos del
alma... En secreto. Muchos dicen que me han visto y no es verdad... En el
tiempo todavía me apareceré y entonces muchos me verán o verán signos
en el sol o en el cielo. "Será para curar muchas almas...". Cierto, la fe es
una gran medicina y en una época de escepticismo las pruebas evidentes
son y serán para dar la fe. Cuando estaba en la tierra nunca hubiera podido
imaginarme poder aparecer... Y cuando Jesús me decía esto me quedaba
sorprendida, no ciertamente incrédula, que hablaba con Dios, pero no lle-
gaba a comprender el cómo de todo esto y cuándo habría de llegar. El
mundo de ahora tiene sed de pruebas, ya que ahora se quieren pruebas y
explicaciones: falta la aceptación y además para la mentalidad práctica que
es de este tiempo.
Ninguna de las criaturas sin fe puede vivir un encanto, pero los que
creen verdaderamente son los que beben de la fuente limpia de la palabra
de Jesús. En Lourdes han ocurrido muchos milagros, sobre todos para los
espíritus.
Y milagros por doquier: amo a mis hijos, deseo su salvación. "¡Immi,
tendrás tantos hijos...!" ¿Cómo era posible? Comprendí entonces que habr-
ían sido hijos sólo en el espíritu y no en la carne. Yo siempre he sido vir-
gen. Y ahora a menudo dudan de esto. Es necesario recalcar esta verdad.
Es necesario testimoniar. Bernardita sufrió mucho en la tierra y ahora
es muy feliz.
Comprender el sufrimiento es cosa ardua, sólo la fe profunda puede dar
una explicación. La vida no es sólo la de la tierra; si se consigue mirar más
allá del misterio se puede comprender o al menos aceptar lo que no se ex-
plica. En Nazaret mi vida simple me daba también momentos de alegría: el
fuego, las palabras dichas y pensadas entre Jesús y Yo y José, los serenos
93
El 11 de Febrero es el aniversario de la aparición de la Santísima Virgen a Bernardita en
la gruta de Massabielle en Lourdes.
254
amaneceres y los bellos atardeceres. Y el recuerdo de aquel amanecer: el
inicio de mi dolor, Jesús se iba lejos: "Estaré contigo en el alma, Immi!”
Estuvo siempre conmigo su alma divina, pero mi humanidad sufría por
aquella ausencia de su persona, de su sonrisa, su voz y el temor de lo que
hubiera ocurrido... La sombra de la Cruz, la sombra del dolor. Aquella
Cruz se reflejaba sobre la vida dolorosa de la pequeña Bernardita, Cruz
que ahora es de luz y Bernardita os sonríe también a vosotros! “¡Mi pobre
pequeña!"
Así le dije un día: "Serás feliz después, ahora toma tu Cruz, y también
tu gloria..." Bernardita no comprendió, entonces, después, durante su vida
fue muchas veces inspirada y otras visitada por Mí en lo secreto de su al-
ma. ¡Cuantas almas visito en secreto! Amo a mis hijos y visito además y
mayormente a los pecadores... Y vosotros rogad por las conversiones!
¡Las verdaderas e importantes curaciones! ¡Cuántas curaciones en
Lourdes! ¡Cuántas no reconocidas! Cuerpos y almas, por las almas. Y
cuantos dolores aplacados.
En Nazaret, un día, al inicio de una primavera con Jesús en el pequeño
Jardín mirábamos los nuevos brotes:
"Immi, también las almas que comienzan el camino de la fe son pe-
queños brotes. Y serán flores, y frutos..."
11 de Febrero de 1985
187. - Comprendo la nostalgia, la misma que me acompañó hasta que no me
reuní con Jesús.
El invierno era triste y bello al mismo tiempo. Miraba el fuego y seguía
con el pensamiento la llama.. "Ahora es pequeño, está conmigo ¿y des-
pués?" Para Mí a menudo era la hora del temor aunque en Mí la fe era
grande. Mi humanidad me ha hecho sufrir como a toda criatura humana.
Por este sufrir comprendo el sufrir de los otros... Comprendo la nostalgia,
la misma que me acompañó hasta que no me reuní con Jesús. Era invierno
en Jerusalén: el fuego encendido en la pequeña cocina, Johanan con la cara
iluminada por las llamas:
255
"Señora, recuerdo una tarde fría como esta. Después de haber camina-
do todo el día, pasamos la noche en una cabaña abandonada y alrededor de
la llama todos mirábamos al Rabí que nos explicaba una vez más el
amor..."
Mi Hijo ha explicado el amor y sigue pidiéndolo a la humanidad.
Misterioso e inefable sentimiento, ¡el más fuerte, el más bello!
"Johanan, Jesús era muy pequeño y en tardes como esta, delante de la
llama, hablaba de amor: ‘Immi, la llama tiene un color cálido y luminoso,
el color del amor’. También el amor arde y da calor y en el mundo de esto
habrá siempre poco..." ¡Siempre poco amor! ¡Y mucho egoísmo! Hablá-
bamos de la Iglesia, de la Eucaristía: la Iglesia que crecía, la Iglesia que a
pesar de las luchas y las traiciones está todavía creciendo, la Iglesia de
Cristo: todos vosotros, Su Iglesia. Tiene perfume de incienso, tiene olor de
mar, tiene tantas historias de santos y de martirios... Nuestra tierra era en
ciertas zonas muy árida: "Aquí ninguna semilla crecerá, es inútil sem-
brar...” Como en los corazones áridos... En el huerto la tierra era oscura,
bien labrada y todo crecía bien. “Immi, los corazones generosos son tierra
buena, tierra que acoge toda semilla y la hace crecer..."
¡Cuántas palabras, cuánta verdad! ¡La vida simple, la vida dolorosa:
vida!
Y considerando contigo estas cosas es cómo revivirlas solamente para
ti y para vosotros. Cierto, estás siempre asombrada de lo que te ocurre,
siempre temerosa...
¡Yo, Myriam que hablo contigo! Nunca he hablado tan extenso a través
de una criatura, pero está en el designio. Entonces todo es extraordinario y
simple.
Debemos hacer libros para el futuro de los hombres, para la salvación
de un buen número de ellos. Hablábamos de la Eucaristía: ¡el milagro de
cada día, de cada hora: Dios que vuelve vivo y vivifica las almas! En la
cena, en la que Jesús partió el pan y vertió el vino, yo no estaba presente,
estaba cerca y lloraba.
Las manos de Jesús son bellísimas y es maravilloso aquel gesto que
siempre repite: parte el pan para vosotros, aquel gesto bellísimo: ¡vierte
por vosotros el vino! Y os mira el alma: "¡Alimentaos de Mí!". Estaba
cerca de Jesús pero no Le vi partir el pan y verter el vino. ¡Sólo los apósto-
les en torno a él! ¡Aquel pan, aquel vino! ¡Aquella sangre! ¡Recuerdo en la
gloria!
En la gloria si reviven los recuerdos pero no nos toca ya el dolor.
256
¡La gloria es gloria! Palabra luminosa, luminosa realidad. "¡Señora, to-
do lo que ha dicho el Rabí, todo lo que ha dejado de ejemplo y todo Su
sufrimiento no serán en vano!" "Johanan, ¡todo ha sido para la salvación
de las criaturas. Todo ha sido por amor. ¡Jesús ha explicado el amor!"
20 de febrero de 1985
188. - El tiempo de la nostalgia, dulce y melancólico sentimiento que
acompaña los días de quien ha perdido un ser querido.
En el jardín de Nazaret: un cuadrado de tierra cultivada con amor, han
quedado como suspensos en el aire los pensamientos de aquel tiempo,
aunque ahora ya no está aquel jardín... En la tierra todo pasa, pero habrá
para vosotros otros cielos y otras tierras bellísimas, donde la fantasía y los
sueños de cada uno serán satisfechos. Os pido tanta fe para obtener, tanto
amor para dar y tantas esperanzas en vosotros para dar al mundo que os
rodea. Después de la vida intensa de sentimientos y los años que pasé en
Jerusalén: el tiempo de la nostalgia.
Sin embargo sentía a Jesús junto a Mí y sabía que Le habría de tener
por siempre.
La Humanidad nos hace sufrir y es justo que aquellos sentimientos
fuesen también para Mí, como para tantas madres que lloran de nostalgia.
Y mucho más dolorosa es la nostalgia sin fe. Un día Lucas me preguntó:
"¿Señora, cómo aceptaste la idea de que tu hijo fuese Dios?". Exactamente
con estas palabras, que yo traduzco igual, Yo respondí: "Es difícil describir
un sentimiento, puedo sin embargo decir que para Mí era a veces normal y
a veces increíble..." Todo lo que no entra en lo normal, sino extraordinario,
suscita sentimientos alternos, de normal aceptación y de incredulidad, Yo
te comprendo. También en Jerusalén había un pequeño huerto, no cultivé
ya las rosas. No estaba en calma entonces nuestra vida. El pensamiento de
los primeros mártires, de los perseguidos y las horas intensas gastadas en
hablar de la Iglesia. Las discusiones de Pedro cuando se encontraba con
Pablo, las agitaciones entre los apóstoles que, cuando no estaban inspira-
dos para iluminar, eran sin embargo siempre hombres. El Espíritu ilumina,
pero no siempre, pues de otro modo, si siempre se está iluminado, no se es
257
ya libre en la prueba para adquirir méritos. A menudo intervenía en sus
discusiones y debo decir que esto para Mí era agradable. Era vivir. "¿Pue-
des quizá pensar que la pasión del Rabí pueda olvidarse?" Así decía Pedro.
"El tiempo lava y borra y ciertamente habrá alguno o muchos indiferentes.
Lo que es tarea de un apóstol es el recordar la Pasión, sobre todo porque es
ahí donde mejor se ve la divinidad, ya que esta pasión finaliza con la gloria
de la resurrección del único resucitado: ¡Dios!" Pablo era tan entusiasta
que alzaba la voz y quien pasaba incluso de lejos podía escucharlo cuando
nos hablaba a nosotros. "¡No alzar la voz, aquí se habla no se predica!"
Decía Pedro...
No ha cambiado tanto el mundo fuera de ese progreso de la ciencia; los
hombres son similares a los de entonces y cada hombre es distinto de los
otros: es él, es un mundo único para Dios. Cuando iba por el jardín y no
había rosas, escuchaba igualmente aquella voz: "Immi, ¡han florecido dos
rosas amarillas" El tiempo de la nostalgia. Y un aroma, un canto la pueden
evocar. Dulce y melancólico sentimiento que acompaña los días de quien
ha perdido un ser querido, pero queda también la esperanza cuando la fe
está viva. "Sin la Resurrección habrían sido vanos incluso los milagros.
¡La Resurrección es el sello de la divinidad del Rabí!"
"¡Pablo tienes razón, comparto lo que dices!"
22 de Febrero de 1985
189. - Y cuando comenzó a crecer la Iglesia estaba llena de entusiasmo por
lo que sentía que habría de ser la Iglesia con el tiempo.
Yo estuve ayudada por la fe, segura de volver a ver a Jesús y Jesús es-
taba cerca de Mí con su Espíritu. Y lo mismo también para vosotros. Y
para aquellos que no tienen fe otras ayudas y finalmente recuperarla o en-
contrarla. Dios ama todos y es justo y cariñoso. Me ayudaba la fe y cuando
comenzó a crecer la Iglesia, estaba llena de entusiasmo en Mí misma por
lo que sentía que habría de ser la Iglesia con el tiempo. ¡Traicionada, com-
batida, ignorada, pero viva siempre en tantas almas, siempre luminosa en
sus apóstoles y en sus santos! El milagro continuo de la religión, el mila-
258
gro continuo de Dios que obra en las criaturas aún de diversa religión, ya
que quién vive la propia religión de verdad, siempre vivirá en el bien. He
aquí entonces que Dios está en todas partes y quiere salvar a todos.
La cocina de Jerusalén era una poco más amplia que aquélla mi amada
en Nazaret. Esos recuerdos de la infancia de Jesús, aquí el pesar también
desde la fe, que aunque da fuerza y esperanza, no quita la nostalgia. Y las
horas de la nostalgia fueron muchas: "Querría verle, querría besarle, querr-
ía escucharle... "Explicártelo a ti es como decírmelo a Mí misma, tú sabes
de las horas de nostalgia..." Johanan era muy activo y entusiasta. La cocina
se convirtió en una pequeña sala de reunión. Algunas veces vino también
Lucas y, cuando se sentaba, elegía siempre el mismo rincón. Yo sentía que
la Iglesia avanzaría en el tiempo y hasta el final, pero ciertamente no podía
saber todo.
Jamás hubiera pensado que fuera a ser colocada en los altares con ropa
bellísima y collares... ¿Quién era Yo? ¿Quién soy? He sido elegida para ser
Su Madre, sin embargo era una criatura humana como las otras. No quise
pecar, pero ¿cómo habría podido hacerlo si amaba a mi Hijo
y mi hijo es Dios? Quién ama a Dios no puede pecar ya que tiene siempre
presente a Dios en el pensamiento. ¿Cómo habría podido saber que me
habría aparecido o me habría manifestado en el tiempo? A ti me manifies-
to, pero aunque la cosa parece menos importante que las apariciones, no es
así. Yo a ti te dejo un documento: mi historia, mis sensaciones y mis pen-
samientos. En silencio sin clamor, que no amamos el clamor ni tú ni Yo.
Pronto vendrán los días que recuerdan la Pasión. Ahora mi hijo está en el
desierto... Pide la conversión muchos y pide vivir el Evangelio.
Es difícil vivirlo totalmente, pero cierto no imposible. Hacen falta el
amor y la paciencia, la generosidad, el sacrificio y la pobreza de espíritu.
Es necesario ver la Verdad, conocer a Jesús. En aquella cocina todos
reunidos, hablábamos de él, Yo escuchaba y si me pedían un parecer lo
expresaba: "Señora, ¿cómo se puede comenzar una predicación para inter-
esar a quien escucha?". "Andrés, hablando sobre Jesús con todo el senti-
miento, no ciertamente con frialdad, pero con todo lo que tú experimentas
hacia Él. Quién escucha experimentará los mismos sentimientos. Tú siem-
pre podrás comenzar con aquellas palabras maravillosas, dulces y miste-
riosas que pronunció primero Johanan: ‘En el principio era el Verbo’...
Tendrán siempre un eco en todos los corazones humanos sensibles: Verdad
y misterio. Cuando Jesús vino a la tierra comenzaba la era del amor..."
En silencio, sin clamor, en la pobreza, bajo un cielo limpio y lleno de
estrellas, venía Jesús a llevar el amor al mundo. La Iglesia, nacida en una
259
choza, la Iglesia nacida frente al mar, la Iglesia nacida en toda alma que
conoce a Mi Hijo. La cocina tenía un hermoso fogón: cuando venían los
apóstoles preparaba los panes a la miel y la cebada. Ellos eran felices:
"Sólo aquí me gustan los panes a la miel. Otros me los han ofrecido pero
estaban demasiado duros...". "Felipe, cada cocinera tiene un pequeño se-
creto..."
28 de febrero de 1985
190. - El milagro continuo de Dios que obra en las criaturas aún las de
diversa religión. Dios está en todas partes y quiere salvar a todos.
La nostalgia es un sentimiento doloroso pero tierno, hace sufrir y hace
compañía. No tenía ya plantadas rosas en el jardín de Jerusalén, sin em-
bargo a veces deseaba su perfume. El perfume de primavera en el jardín de
Nazaret. Simón el Zelote era un hombre muy juicioso, afable y sosegado.
Un día vino donde Mí y Johanan, y se habló mucho de Jesús y de ciertos
coloquios suyos secretos con Él. "¡Señora, cómo he sentido en Jesús la
divinidad! Ante él todo se desvanecía... ¡Permanecía Él! Y entonces le abrí
el alma y no había necesidad de decirle lo que se pensaba: ¡Él leía en noso-
tros!...". Él lee en vosotros, pero desea que vosotros Le abráis el alma. Y
aprended a mirarle: todo el resto desaparecerá, todo se renovará... Vosotros
sabéis que si os confiáis a Jesús, él obra por vosotros en todas las cosas y
vosotros por Él.
¡Una dulce y misteriosa unión entre Dios y el hombre! Y esto es ora-
ción. Jesús lee en vosotros pero desea que le abráis el alma para entregarle
vuestros pecados: Él desea que le habléis en el Sacramento de la confesión.
Vuestros pecados: ¡sus lágrimas de sangre! Estaba Yo en el jardín a Jeru-
salén, pero con el alma Me encontraba en el de Nazaret, vuelvo a ver de
nuevo aquellas rosas... ¡Las horas de la nostalgia! Que tú conoces, horas
que vosotros vivís: ternuras, pesar... Sentí en un momento la voz de Jesús,
su voz fuerte y solemne, la voz que decía al mundo: "Bienaventurados los
que lloran...".
"Mamá, cada hora de nostalgia será mil y mil horas de felicidad..."
260
No oí nada más pero en el jardín había un intenso perfume de rosas. ¡La
fuerza del amor vence siempre! Desearía más fe de mis hijos y tendrían
menos miedos. ¡También mi hijo os pide a todos vosotros más fe! El prado
era verde, pequeño y limitado por un seto, no había ninguna flor pero mi
nostalgia y mi reclamo habían atraído a Jesús: ¡Su voz, el perfume de
aquellas rosas! ¡También vosotros con vuestro amor podréis atraer a vues-
tros seres queridos! No los veréis, quizás les oiréis en vosotros y percibir-
éis el perfume... Estad ciertos, ellos os escuchan. Son la esperanza en la
nostalgia.
Prueba también tú a hacer los panecillos, te doy el secreto: mantén al
calor por una noche la pasta y después agrega la miel. Vendré probar uno
contigo, sentirás la fragancia de mis rosas.
5 de marzo de 1985
191. - He tenido horas de nostalgia, horas de llanto y comprendo todo dolor.
Cuando estoy con vosotros, puesto que vosotros me llamáis aun rozán-
dome a mí solamente con el pensamiento, yo os miro con amor, el amor
siempre. Conozco en Dios vuestras preocupaciones y vuestras pruebas.
Debéis esperar, que ésta que vivís no es todavía vida, sino un prepararos
para la vida. Esperar siempre, puesto que la esperanza es la consecuencia
de vuestra fe: la paz del espíritu.
Y pensad también en mí en los momentos más tristes, en las horas de la
nostalgia, en las horas de oscuridad. Yo he tenido horas de nostalgia, horas
de llanto y comprendo cada dolor. ¡Vuestros sentimientos! En el Reino
vuestros seres queridos sonríen, ellos viven y os miran. Ellos saben vues-
tras pruebas y os ayudan a soportarlas. ¡El regalo de las pruebas! He pasa-
do horas serenas en Nazaret, incluso aunque en mí estuviera la inquietud
del dolor que habría de venir. He vivido horas alegres acunando a Jesús y
el crecer de él. Y Él crecía en belleza y Su mirada era luminosa. ¡"Immi,
qué feliz soy contigo!". "Takini, Yo contigo y en ti encuentro toda belle-
za...".
Han pasado siglos, vosotros encontráis en Jesús toda belleza. Y Él aho-
ra os está agradecido de vuestro afecto, tanto de no mirar a vuestras debili-
261
dades: "Immi, son criaturas... ¡lo importante es que ellos sepan amarnos!".
Y cada vez que pensáis en Jesús, he aquí entonces que también Yo escu-
cho vuestro afán. Estamos cerca en el Reino, cercanos en miraros.
Y Yo era una pequeña criatura, una muchacha. En Nazaret viví feliz de
aquella sencillez y asombrada, porque Dios era mi hijo y triste por los te-
mores. Sentimientos alternos en Mí. Como en vosotros a veces.
Jesús os desea serenos, Yo deseo encontrar la esperanza en vosotros.
Y si vosotros estuviereis seguros de esto, si tuviereis verdadera y pro-
funda fe, vosotros seréis ayudados tanto para el alma, que es la cosa esen-
cial, como para las cosas del tiempo. Esperanza y fe y mucha paciencia.
Esto es vivir la fe.
15 de marzo de 1985
192. - No fui rozada por el pecado; Dormía en mí, o en las flores que Johanan
había depositado sobre mi cuerpo, mi cuerpo no podía experimentar lo
que soportan los cuerpos mortales.
No fui rozada por el pecado y mi cuerpo no podía experimentar lo que
soportan los cuerpos mortales. Sin embargo también los cuerpos mortales
vendrán a vivir donde vivo, al lado de Jesús y unidos en la felicidad serán
cuerpos gloriosos: "¡Y os tomaréis de nuevo entre los brazos, os tenderéis
las manos, os miraréis a los ojos!"¡La resurrección de Jesús es esperanza
para la humanidad, mi Asunción al cielo es esperanza para vosotros!
Dormía en medio de las flores que Johanan había depositado sobre mi
cuerpo. ¡Y mi cuerpo se hizo ligero y volaba! Volaba llevado por los ánge-
les y asumía una sustancia inmortal y de repente Jesús vino a mi encuentro
y con él y los ángeles alcancé a lo más alto de los cielos. Mi felicidad en
encontrar otra vez a mi Hijo será la vuestra en encontrar otra vez a los que
amáis, a los que lloráis: aquellos en los que pensáis con tan ardiente nos-
talgia. Es verdad y esto os pueda consolar, es certeza y ésta os haga todav-
ía soñar con el encuentro tan deseado y tan anhelado. La vida intensa del
paraíso es bellísima, el describírosla a vosotros en los límites de lo com-
262
prensible es tarea grata de los ángeles94. Yo os traigo la certeza, Yo que os
comprendo a vosotros en el dolor, yo que también he vivido la nostal-
gia.¡El sufrimiento es un puente que todos debe cruzar para llegar a la ori-
lla bienaventurada! ¡"Immi, has llegado a casa!".
Amé la casa de Nazaret y en el cielo encontré una similar a ella. He en-
contrado otra vez el jardín florecido de las rosas bellísimas, he vuelto a
encontrar mi antiguo hogar. ¡Y ante él las memorias! Las cosas se aman
por los recuerdos y entonces ya no son cosas: forman parte de los senti-
mientos. ¡Mi asunción era maravillosa, maravillosa sensación que vosotros
experimentaréis
al subir al hacerse cada vez más ligeros, cada vez más felices, ¡más y más
felices!
Jesús sin las heridas, Jesús sin el dolor de la cruz, Jesús resucitado. Y
los ángeles en su resurrección han cantado su Gloria, también vuestros
ángeles estaban allí para cantar. Las dimensiones de la tierra no son las del
espacio: son limitadas, así por lo tanto los sentidos. En el cielo los sentidos
son infinitos: ¡todo se gusta, todo se ve, todo se vive en sí mismos! El infi-
nito es infinito.¡Es difícil explicarlo, a vosotros os importe la fe, la certeza
y vivid la esperanza! En el tiempo me he aparecido, sin embargo en Naza-
ret cuando Jesús me decía: "Immi, muchos en el tiempo te llevarán flores,
te darán collares de perlas y piedras preciosas...". Yo no lo comprendía
bien... Y ahora ha llegado el tiempo en el cual el Dios Trino me envía a
narraros mi historia. Un testimonio de mi vida y de mis sentimientos. Una
criatura con los sentimientos de las otras criaturas y por lo tanto esa nos-
talgia que vosotros experimentáis Yo la recuerdo puesto que la he vivido.
No podría ser tan feliz si en la tierra no hubiese también yo atravesado
ese puente.
20 de marzo de 1985
94
Los Mensajes de Ángeles recibidos por Giuliana, están recogidos en “Relatos del Paraí-
so, “Los Mensajes de San Miguel” y “Dictados del Ángel” publicados en italiano por Sa-
llustiana Editrice.
263
193. - En el tiempo conocerán mis pensamientos y mis recuerdos trasmitidos
milagrosamente a una criatura.
Para decir todavía al mundo y no solamente a los de ahora, sino a los
muchos que serán, que en el tiempo, conocerán mis pensamientos y mis
recuerdos transmitidos milagrosamente a una criatura, que los ángeles
existen y viven al lado de los hombres, yo vuelvo enviada por mi Hijo,
Dios en el Padre del Creador del universo, de los hombres y de los ángeles.
Y ese día, mientras que tejía en silencio y con mis pensamientos, vi una
luz, oí una voz: un rostro bellísimo y una figura legendaria, pero verdade-
ra: ¡Gabriel me anunciaba el acontecimiento! ¡"Y Tú serás Su Madre!".
"¡Que se haga la voluntad de Dios!". Y en el tiempo los ángeles se han
manifestado de nuevo y ahora los quieren ocultar como otras formas de lo
sobrenatural, los milagros y las apariciones y las señales del cielo. José
soñó un ángel que le anunció el Acontecimiento y por aquel sueño José
comprendió mi cometido y me sirvió de ayuda y de protección.
¡"Salve Myriam!". ¡La voz de Gabriel! Era una voz que parecía humana
aun siendo angélica. Los ángeles no tienen rostro ni voz, sino que se hacen
ver y oír cuando Dios lo quiere. Ahora, en una época racionalista, lo que es
sobrenatural parece fábula. Yo he vivido, he visto a Gabriel, Dios se ha
encarnado en Mí y he permanecido siempre virgen. ¡He aquí por qué mi
cuerpo no podía corromperse! Cuando vivía las horas de la nostalgia, no
obstante la fe me sostenía y la nostalgia se cambiaba en esperanza.
Lucas pintaba no en verdad para crear arte sino porque le gustaba plas-
mar en el lienzo sus pensamientos. Soy feliz cuando vosotros pintáis sobre
el lienzo vuestros pensamientos pensando en Jesús y... ¡también en mí!
¡Tantos anhelos, tantas evocaciones, tanto amor! ¡En aquella pequeña casa
quedaron los recuerdos, anhelos y amor, tanto amor! Lo sentiréis en voso-
tros, Yo estaré allí para atenderos. "Ofrezcamos a los queridos huéspedes
los panes de dulce, la cebada y sobretodo nuestra bienvenida95".
Quién, sensible, entra en nuestra casa experimenta emoción: allí ha cre-
cido Aquel que ha llevado al mundo la luz. ¡Y una parte de esa luz es para
vosotros! Una gracia: ¡pedidla, os será dada! Os daremos gracias y amor,
mucho amor. ¡La justicia y la misericordia de Dios alcanzan donde quiera
a aquél que las desee, pero cuando vosotros nos hacéis una visita, nosotros
estamos felices y agradecidos!
95
Mensaje recibido en la proximidad de una excursión en grupo a Loreto, realizada el
mismo día.
264
¡En ese aposento estaba la vida de un tiempo! La voz de Jesús entre
esas paredes tenía para mí un sonido maravilloso, los aromas, la bondad de
José y su sonrisa... Cuando miraba a Jesús se le iluminaba el rostro: "My-
riam, estamos viviendo la historia más bella...".
¡Nuestro Hijo Dios! yo , su Madre y José, no su padre, pero para la tie-
rra y por los cuidados que tuvo con Jesús, su padre de la tierra. "Myriam,
tengo entre mis brazos y sostengo entre los brazos a Dios de Dios! Y su
sonrisa es luz que ilumina... ¡Y necesita sandalias nuevas para sus piececi-
tos tiernos!". Grandes cosas, pequeñas cosas...
Debo decir todavía al mundo aquella verdad que para muchos se está
desvaneciendo y se convierte sólo en una fábula. Los ángeles existen y
cuidan de vosotros: rayos de Dios enviados a los hombres, seres puros de
espíritu pero bellísimos. La belleza está en la espiritualidad y lo que es de
espíritu está vivo y es bellísimo. La belleza de un gesto de amor puro nun-
ca desaparecerá. En las horas de nostalgia oraba y la nostalgia se cambiaba
en esperanza: "¡No ha sido inútil su dolor, no ha sido inútil el mío! Él está
allí, cerca del Padre, Él me aguarda y lo veré otra vez y todavía será Dios
mi Hijo para Mí. ¡Otra vez y para siempre!". El pequeño Niño Dios que
tenía una cuna de madera. El gran Hombre, ya que es Dios, que caminaba
por los senderos más fatigosos y tenía los pies llagados e inflamados a
veces. Y entonces descansaba, a menudo bajo las estrellas y miraba ese
cielo de donde había venido y miraba en las almas que, como Dios, él co-
nocía y veía.
Y muchos todavía le creen solamente un profeta... ¡Él vuelve a voso-
tros, él vive con vosotros, parte el pan y bebe el vino con vosotros! ¡En la
Eucaristía se hace vivo para vosotros, puesto que para vosotros ha muerto
y resucitado!
"¡Immi, vienen a vernos! ¿Pones rosas en la jícara? Voy a coger las más
bonitas si tú quieres".
25 de marzo de 1985
265
194. - La Iglesia crecía, Yo Myriam Madre de Cristo, Madre de la Iglesia.
Cuando Jesús apareció en Emaús, no lo reconocieron porque Su Rostro
estaba oculto. Yo en aquel tiempo estaba inmersa en el dolor por haberle
visto tan desgarrado, tan dolorosamente magullado doloroso y en la Cruz,
hasta el último suspiro. Solamente la certeza de la fe me daba respiro y
comenzaba a comprender que mi cometido no había terminado. La Iglesia
estaba creciendo, Yo Myriam, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia. ¡Los
apóstoles comenzaban su vida sin su maestro, no obstante captaban en el
alma Su Espíritu, que en Pentecostés los había iluminado! ¡La sabiduría!
El Espíritu también ilumina ahora a los que desean iluminar tanto por su
voluntad como por un designio trazado para ellos más allá del tiempo.
Dios ve las almas, sabe sus deseos, sabe que lo que harán, pero diseña para
ellos un camino en el cual, ellos, libres para detenerse o de continuar, de
dar o de tomar, de amar o no, ellos van.
Los apóstoles iban a hablar sobre Jesús y, cuando se encontraban otra
vez, hablaban todavía de Jesús y de la fe. Ese Concilio fue algo bellísimo:
ellos iluminados, pero no siempre, cuando era necesario, dijeron cosas
grandes. La sabiduría se otorga cuando sirve, el hombre es libre porque si
él fuera siempre sabio tendría poco donde ejercitar su voluntad. La sabi-
duría es como un rayo de luz que ilumina y después se desplaza... Así
Simón, en Roma, fue preso del terror del martirio, la humanidad cierta-
mente y también un momento sin ese rayo de luz. La luz que brillaba en
los mártires, que de otra manera sin la sabiduría o sin conocimiento y fe,
no habrían podido hacer frente a lo que hicieron frente. Ciertamente no
eran exaltados, sino iluminados.
En la casa de Jerusalén traté de rehacer la atmósfera de Nazaret para
hacer revivir otra vez los recuerdos felices. No fue posible, no era posible
revivir otra vez los recuerdos felices puesto que se vive en el pesar. "Seño-
ra, ven junto al fuego... Hablemos de Jesús..." "Él está con nosotros y nos
escucha, Johanan!". Y de esta certeza me venía la fuerza: "Es necesario
decir al mundo quién es y qué ha dicho...". "Las palabras más bellas del
mundo, Él, el Rabí las ha dicho y parecen simples y son profundas...".
"Nunca hizo o dijo nada vano...".
Fuera hacía viento, en el viento me pareció oír Su voz: "¡Immi, nunca
haré cosas vanas! ¡Vendré en el tiempo y todavía diré palabras de vida
eterna!". Aquel tiempo es ahora, ahora Él te dice palabras de vida eterna.
¡Pueden parecer conocidas porque es Verdad siempre igual, que la Ver-
dad no cambia, pero en ellas está el secreto de la vida y tocan las almas en
266
su interior y entonces no son palabras nuevas, no iguales, no antiguas, sino
eternas! Y tocan las almas sensibles, encuentran respuestas a sus dilemas
secretos. Dios, mi Hijo no hizo nunca cosas vanas. Recuerdo, en Nazaret,
una noche de viento, Jesús niño estaba sentado en su taburete con su tazón
en mano lleno de leche caliente, los ojos luminosos, un halo de luz alrede-
dor de sus rizos... "Immi, escucha el viento, parece que canta, parece que
tiene una voz, parece que agradece su existencia...".
¡Dad gracias todos de existir! ¡Creados para vivir la felicidad eterna,
dad gracias por lo que tenéis, por lo que tendréis, por lo que sois y seréis!
"Immi, mi Reino no es de este mundo... pero este mundo tiene el sol, el
viento, las flores...".
3 de Abril de 1985
195. - Virgen de la Revelación. Me aparecí en Roma al inicio de una época
del gran sufrimiento para la Iglesia.
Soy la Virgen de la Revelación y soy siempre Yo, la pequeña Myriam
que en Nazaret acunaba a Jesús, hacía el pan y lavaba la ropa en la fuente.
Me he aparecido en Roma y he dado y daré a signos evidentes de mi
presencia. Y ahora para ti son revelaciones; de hecho te cuento cosas que
nadie sabe y sobre todo mis sentimientos. Las horas de la nostalgia que tú
vives, que Yo he vivido, a menudo no son comprendidas por los que no
tienen motivos de nostalgia. Me consideran distinta de toda criatura. Cier-
tamente la diferencia está clara: no tuve pecado, para ser madre de Dios,
pero tuve, como cada madre, latidos del corazón y temores. Y ese dolor
bajo la Cruz y la nostalgia en el tiempo que Jesús ya se había marchado.
A veces iba al huerto de Getsemaní, me quedaba allí para meditar en mi
Hijo y en Su sufrimiento. También Yo deseaba ofreceros a todos vosotros
mi dolor, puesto que os amaba ya desde entonces: "Immi, los hombres, mis
hermanos, tus hijos, tienen sed, tienen hambre de amor...". Volvía a escu-
char Su voz, revivía muchas horas de serenidad y otras de dolor en aquel
pequeño huerto, allí en medio de los olivos me sentía más cerca de Jesús.
Los apóstoles, que a menudo me pedían consejo, los cumplían siempre:
267
"Señora, cuando fácilmente me exalto, ¿cómo puedo calmarme?". "Piensa
en Jesús, Simón..."
Pensar es orar. La llamada de un pensamiento vuestro siempre nos al-
canza y llega a vuestros seres queridos que están con Nosotros, a los san-
tos. El pensamiento toma forma para nosotros que estamos más allá de la
materia, en el espíritu. Cuando los apóstoles estaban iluminados decían
maravillas, porque el Espíritu obraba en ellos. ¡Pocos hombres débiles,
normales, ha podido extender la Verdad de Cristo!
Yo todavía revelo. Revelo aquella mi vida, aquellos sentimientos míos,
revelo las palabras de Jesús que nadie sabe... y digo entonces que este re-
velar es importante incluso si las palabras parecen llanas y a menudo ob-
vias. Y puedo revelar, en Dios, el futuro de los últimos tiempos, ya comen-
zados. El higo está casi maduro, los signos en el Cielo, ya los ha habido y
otros habrá.
Me habéis revestido de pequeñas perlas, habéis dorado mi corona. Un
gracias y una gracia a ti, que siempre en el curso del tiempo me has vene-
rado como Madre. Las pequeñas perlas brillan como rayos. En Nazaret no
tenía perlas, llevaba aquel vestido un poco áspero y de lo mismo tenía
otros dos parecidos.96
"¡Immi, serás una reina!". Y tú que escuchas mis relatos y vives las
mismas horas de la nostalgia, debes estar menos temerosa, más segura,
más serena. Jesús te ha elegido. Os ha elegido para escucharnos, para tra-
bajar por nosotros, unidos y a menudo iluminados. Soy la Virgen de la
Revelación. Aparecí en Roma al principio de una época del gran sufri-
miento para la Iglesia97.
Esta Iglesia que crecía y comenzaba a vivir en los corazones de los
primeros, en mi dolor, en pobreza de espíritu y riqueza espiritual, no puede
experimentar detenciones, pero tiene siempre imprevistas ofensas. Y voso-
tros defendedla, vosotros recoged esas túnicas arrojadas en tierra, esos
Crucifijos destrozados... Sed vosotros ahora la sal, sed vosotros la levadu-
ra, apóstoles de los tiempos de la Revelación: un libro abierto en mis ma-
nos que también vosotros leeréis. ¡Los signos son evidentes, recoged voso-
tros las túnicas y los Crucifijos destrozados y sed vosotros la sal y la leva-
dura!
96
La Santísima Virgen ha descrito ya ampliamente la modestia de su vestir terreno en los
mensajes contenidos de la Primera Parte a los cuales se ha referido Luigi Crescio en su
obra: "La Virgen del pan".
97
Referencia a la aparición en la gruta de "Tre Fontane" (Las tres Fuentes) en Roma, tam-
bién ha sido narrada ya en los mensajes de la Primera Parte.
268
La Iglesia empezaba entonces, desde la choza de Belén, desde el lago
de Genesaret, desde aquel día en que Jesús miró a Simón, a Santiago, a
Andrés y a Johanan... "¡Venid Conmigo!". También os dijo así a vosotros.
Tuvo también para vosotros la misma mirada e la misma sonrisa.
Yo me habría quedado en Nazaret, no tenía temores por mí. Johanan
me dijo que no podía quedarme, Jesús me había confiado a él y él me hab-
ía sido confiado a Mí, y la Iglesia debía afirmarse a través de nosotros y de
todos los apóstoles. "Tomo las cosas más queridas". Con el corazón parti-
do puse en un bolso el pequeño taburete... Las cosas más queridas en cuán-
to estaban ligadas a los más bellos recuerdos. Como te he dicho, también
Yo soy una mujer con sentimientos de madre. Y continué viviendo aquel
día... Ese día que me adormecí dulcemente y los ángeles me llevaron in-
mediatamente después al encuentro de Jesús. Mi materia se transformaba
en gloria y el cáliz brillaba... "Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre...".
En Mí he llevado ese cuerpo, le he dado aquella sangre.
Mi cuerpo no se podía corromper.
10 de abril de 1985
196. - Roma es el centro de la historia cristiana y el martirio de muchos ha
hecho de Roma un encanto.
Cuando venís a Mí, Yo estoy aún más feliz y desciendo de mi mundo
de gloria repitiendo el milagro de los colores de mi manto y de mi vestidu-
ra y del cáliz.
Ese sol, esos colores, mi sonrisa a todos vosotros. El granizo quiere
significar que deseo, en Dios, para vosotros, por el bien de vuestras almas,
el sacrificio o la penitencia.
Los tiempos lo exigen y Yo, Myriam, os pido a vosotros oraciones por
el bien de la Iglesia, que es traicionada en su corazón y atormentada. Y os
pido el amor mutuo, la paciencia, la caridad. ¡Y por este recíproco amor
que sentís os doy gracias!
La lluvia, el viento y después el sol luminoso y coloreado, mi sonrisa a
vosotros y la gracia para vosotros, que una vez pedisteis, la ofrezco a
Jesús.
269
Roma es el centro de la historia cristiana y el martirio de muchos ha
hecho de Roma un encanto para nosotros. Nosotros que vemos los senti-
mientos que han quedado en el aire. Con Zenón, con Cecilia, con Sebas-
tián, la gran historia y con la mi aparecer entonces y con mi manifestarme
también hoy, he aquí una prueba del Cielo para vosotros que os sigue, os
ama, se manifiesta98.
Cuando vivía en Nazaret la pequeña gran vida terrena no sabía que en
el tiempo habría mandado al mundo signos a través del sol.
Signos para vosotros, para bendeciros porque mi sonrisa es para voso-
tros y así mismo mi amor.
12 de abril de 1985
(al atardecer)
197. - Quién busca a mi Hijo, busca el camino justo. Él se deja encontrar, ha
muerto para hacerse encontrar por los hombres.
Quién tiene el alma pura y tiene en el alma a mi Hijo, está en el camino
adecuado hacia ese Reino en el cual Nosotros aguardamos a la humanidad
para que viva su plenitud de felicidad eterna. Y quien busca a mi Hijo bus-
ca el camino justo. Él se deja encontrar, Él ha muerto también para hacerse
encontrar por los hombres. He dado signos de mi amor, he pedido peniten-
cia, testimonio y he dado la esperanza a quién me ha pedido una gracia. Si
la certeza esté por parte de quien pide y sea completa, he aquí entonces que
la fe es premiada.
Mi manto era verde, mi vestidura era blanca con una franja rosa. ¡Y en
la mano un libro abierto! Ya se ha abierto el tiempo en el cual el Cielo da
más signos y nosotros nos manifestamos. Ya se ha abierto el tiempo pre-
visto por los siglos: la historia de la humanidad es cíclica, pero las visiones
del pequeño Johanan son verdad. Cuando estaba con él en Jerusalén, con-
tinuaba viviendo para la Iglesia y por lo tanto para todos vosotros. Vuelvo
98
El día de la recepción de este mensaje es el aniversario de la aparición de la Virgen Mar-
ía en Tre Fontane (las Tres Fuentes), en Roma, que a la tarde ha querido repetir el milagro
del sol.
270
a oír en el recuerdo las voces de Simón, Pablo: una discusión entre ellos en
nuestra casa, ante el fuego, estábamos presentes ellos, Johanan y Yo, My-
riam: "¡Si tú dices que nada habría sido importante, ni quiera los milagros,
si Jesús no hubiera resucitado, anulas todos sus gestos divinos!". "Simón,
no digo esto, cada gesto de Jesús es importante, cada palabra es ley de
amor, pero la Resurrección es la firma de Su divinidad, ya que no se discu-
te, mientras que tú sabes bien que cada gesto, aunque milagroso y divino,
es siempre discutido por los incrédulos".
"Muchos están ciegos, muchos sordos porque quieren serlo. Lo decía el
Rabí..." "He aquí entonces que tú puedes comprender lo que yo afirmo. Tú
estabas cerca, mientras que yo le perseguía...". "¡También tú has sido lla-
mado por Él!". "Él llama a todos y hay quien no quiere escucharle! ¡Y
quien lo escucha pero no quiere hacer lo que dice!, ‘Amaos’". ¿Dónde está
el amor? Está oculto por el egoísmo, pero existe. ¡Es poco, pero existe! El
sol que manda rayos coloreados es nuestra sonrisa, ¡es la vida! La cocina
era un poco más grande que la de Nazaret.
En Nazaret venían a vernos los primos de Jesús y algunos parientes.
¡Vuelvo a ver los rostros infantiles de Santiago y Judas, morenos y risue-
ños, mientras Jesús les ofrecía las aceitunas recién recogidas! "¡Qué boni-
tas son...!". Los recuerdos que me hacían revivir los días tranquilos. Voso-
tros conocéis la dulzura y la melancolía de los recuerdos. ¡Las horas de la
nostalgia de cuantos las han vivido! Después serán horas–no horas de feli-
cidad.
Pablo de Tarso era un hombre decidido, Simón era más tímido, pero ol-
vidaba su timidez cuando perdía la paciencia. Hombres... hombres en los
que Jesús, en Dios y Dios, hizo grandes cosas. ¡Los instrumentos de Jesús!
Pocos, raros, pero existen. ¡Existid! Él trabaja en vosotros. Vosotros estad
simplemente a su disposición.
Aquella vida mía en Jerusalén fue también fatigosa y esto me servía de
estímulo; la fatiga en las largas horas de hablar, de aconsejar... Y la Iglesia
crecía... Esperábamos la noche, la calma, y hasta entrada la noche, pero el
tiempo parecía detenerse. La Iglesia es eterna y nosotros entrábamos ya un
poco en la eternidad ya que, hablando de Dios, Él escuchaba. Él, Dios de
Dios, mi Hijo en medio de nosotros, nos transportaba a los maravillosos
sitios–no sitios de donde venía. Y Su Espíritu nos iluminaba. La Iglesia:
¡vosotros! ¡Todos vosotros, partes vivas de esta sociedad eterna! Vosotros,
que venís hacia los maravillosos sitios–no sitios de donde vino Jesús y se
encarnó a través de Mí para vosotros.
271
¡Y la Iglesia que en el Reino (maravilloso sitios–no sitios) triunfa en la
luz del Padre y en la gloria de sus santos! ¡Cuántos misterios en la tierra!
Pero también muchas revelaciones.
Una noche, mientras hablábamos (estaba Simón, estaba Santiago y na-
turalmente Johanan y el Tadeo), el pan sacado del horno enviaba su aro-
ma... Vi lágrimas en los ojos de todos: en recuerdo de aquella noche "Esto
es mi cuerpo...". No dijeron nada, sabían que había comprendido sus sen-
timientos.
17 de abril de 1985
198. - La pequeña casa que ahora se encuentra en Loreto, es la mayor
reliquia.
Aquí estáis, llegados a casa99, y Yo, Myriam, vuelvo a mis recuerdos
para vosotros: estoy con Jesús en la pequeña y querida habitación, quizás
pobre para quien la pudiese ver hoy, para Mí bellísima: ¡allí estaban los
sentimientos del amor que sentíamos el uno por el otro! Jesús, Josua100, Yo
ante la mesa y sobre la mesa un cuenco lleno de aceitunas, un pan y algo
de queso...
Cuando habéis entrado, uno a uno, cada uno con sus pensamientos, os
hemos acogido con los brazos abiertos, Jesús, Josua y Yo: "¡vosotros no
nos veis pero estamos junto a vosotros! Entrad y dejad ante Nosotros toda
preocupación vuestra. ¡Nosotros nos ocuparemos de vosotros y por vuestro
bien!". Cada uno tiene sus aflicciones, cada cual sus pruebas: los peldaños
hacia ese Reino. El infinito que un ángel os promete, el premio bellísimo
del que os habla Jesús: Él ha dicho: "Mi reino no es de este mundo...". Y
os ha creado, en el Padre, un Reino maravilloso en vuestro mundo de un
mañana eterno. ¡La felicidad para siempre, para siempre! A cada uno su
prueba, los pensamientos, el pesar... Para agradeceros vuestra visita y
vuestros sentimientos de amor os damos la paz, os damos la serenidad,
aumentamos en vosotros la fe: ¡panes a la miel y cebada! ¡Venid a nuestra
99
Mensaje recibido con ocasión de la visita a Loreto.
José
272
100
mesa! ¡Jesús parte el pan y os lo ofrece y os ofrece Su sangre! Él se os da
todavía una vez más a sí mismo101.
Era una criatura y como otras criaturas, tenía sentimientos humanos que
me hacían sufrir o gozar. Cuando Jesús estaba en Cielo y estaba sentado al
lado del Padre en la gloria, Yo, que esperaba volver a encontrarlo sufría la
nostalgia de Su presencia viva (aunque Él estaba presente en Espíritu) y en
Éfeso, y después en Jerusalén, pensaba en Nazaret y en la pequeña casa.
La pequeña casa es la mayor reliquia. Yo pensaba en aquel tiempo, re-
pasaba mis recuerdos más dulces: horas de nostalgia... Sin embargo sabía
que el tiempo está para un viaje hacia la Eternidad y que, después, habría
de reencontrar lo que amaba. Y en la gloria de mi asunción he encontrado
otra vez a mi hijo: "¡Immi!" y se inició mi gloria! A vosotros os digo que
esperéis, que tengáis siempre fe, es para vosotros este don: ¡pan a la miel,
cebada, aceitunas, rosas de nuestro jardín! ¡Más serenidad, más paz, más
fe! Nuestro regalo para vosotros: la esperanza.
No habría podido nunca imaginarme lo que, en el tiempo, Me habría
sucedido: el amor que también vosotros me traéis: "¡Immi, vendrán mu-
chos a rogar, a llorar, a pedir! Vendrán a esta casa y Nosotros les escucha-
remos, les ayudaremos, los consolaremos..." Entonces no había compren-
dido y ahora vivo esa gran verdad.
La llama iluminaba el rostro de Jesús niño y Yo, con José, lo contem-
plaba: "Él es Dios y vive en esta pequeña casa...". "¡Immi, esta casa vo-
lará!".
La mayor reliquia para vosotros. ¡Y os estamos agradecidos por vuestra
visita!
Loreto, 31 de Abril de 1985
199. - Mis recuerdos, mis días, a través de ti, que eres un instrumento más
acrisolado, puedo decir algo más.
La Iglesia crecía y es un milagro su aumento, y la belleza de todo esto
es la prueba de que es cosa de Dios. En las horas de la nostalgia Jesús
101
El momento de la Eucaristía de la Santa Misa en la Basílica de Loreto.
273
hablaba a mi alma, a menudo solamente ésta percibía esa enseñanza conti-
nua y escuchaba a veces claras sugerencias. Debía instruir en Su nombre a
los primeros apóstoles que me escuchaban: "Señora, es como si hablara el
Rabí...".
Después que descendió el Espíritu fueron iluminados, pero no siempre:
solamente cuando debían obrar en Él. Si una criatura estuviera iluminada
siempre no podría crearse méritos. ¡Las criaturas! Humanidad, virtud, de-
fectos, arranques del corazón, egoísmo, interés... Es una lucha en sí mis-
mos si quieren distinguirse en las virtudes: los méritos. Y así ellos, los
primeros apóstoles. Tuvieron en el obrar grandes poderes y cuando no
operaban eran humanos. En esto se demuestra Dios, entonces como ahora;
Él, Uno y Trino, da poderes a criaturas humanas raras y comunes. En el
huerto de Jerusalén no planté ya rosas, su aroma me habría llevado a los
recuerdos de horas que deploraba. Se llega a ser frágil cuando se vive la
nostalgia y especialmente cuando se ha vivido profundamente en nosotros.
Me comprendes más que otros ciertamente, más que todos, porque tu nos-
talgia es tan profunda como la mía. Plantaba lechugas y hierbas, y había
algún olivo... Casi nunca entré en ese jardín si no era para trabajar la tierra
y recoger algo.
¡Mis recuerdos, mis jornadas! Se dictan para ti y después para otros. A
través de ti, que eres un instrumento más acrisolado que otros (aunque
todos sean buenos y dignos), puedo decir algo más, podría pedir más rosa-
rios y penitencias: prefiero pedir la oración continua del alma y las obras
auténticas que llevan sacrificios mayores que un simple ayuno. Todo es
bueno si se hace en el bien, pero cuanto más se crece de lo alto más exige
el espíritu crecido y mucho más importantes que las palabras son los sen-
timientos y las obras. ¡Y en las obras y en los sacrificios pido el silencio!
Que solamente Jesús sepa, solamente Dios, lo que hacéis en el bien. ¡Otra
cosa son los ejemplos que podéis dar, pero los verdaderos sacrificios y las
verdaderas oraciones permanezcan entre vosotros y Él!
¡Vuelvo con el pensamiento a la primera vez que Simón me dio aquel
pan y un sorbo de vino! ¡El corazón me latía fuerte! "¡El cuerpo, la sangre
de Jesús, crecido, alimentado por Mí, ahora volvía a Mí! ¡Y Él vuelve a mí
como cuando estaba en Mí!" todo vuelve, todo revive... Y Él volvía a con-
solarme y a alimentarme como cuando lo alimentaba a Él antes de que
viniese a la luz. ¡Luz del mundo!
Cuando aguardaba a Jesús no me daba cuenta de ser una lámpara en-
cendida, estaba solamente asombrada... Me perdía con el pensamiento en
el infinito, más que con el pensamiento con el alma: no sabía decir lo que
274
experimentaba... Mi alma estaba llena de su luz... había sentimientos con-
fusos en Mí y mucho temor. Las cosas demasiado grandes, demasiado
hermosas, demasiado dolorosas asombran. ¡Y hacen crecer en el alma!
¿Por qué al fin eligió Jesús a doce apóstoles? ¿Y por qué uno lo trai-
cionó? Él sabía todo pero deja libres a los hombres... ¡Y el número de los
apóstoles fue aquel que sirvió y bastó para comenzar la Iglesia, para hacer-
la crecer! También esto prueba el milagro.
No es cosa humana, no es sociedad humana: la Iglesia es de Dios y en
los siglos obstaculizada pero vencedora. En todo tiempo sus santos. En
todo tiempo los traidores.
20 de mayo de 1985
200. - La Iglesia crecía a través del martirio.
Las horas de la nostalgia pasaban lentamente, deprisa siguiendo la co-
rriente de lo que hacía y daba. Daba de Mí a la Iglesia en el nombre y en el
amor de Jesús. La Iglesia crecía a través del martirio. Lucas me hablaba de
lo que escribía de Jesús, me pedía a Mí algún parecer, preguntaba mis sen-
saciones en el vivir aquella gran y única historia. La primera vez que comí
el pan y bebí el vino transformado por Simón a través de sus manos sacer-
dotales, mi emoción fue grandísima: dolor, alegría, contrastes.... La sangre
de mi Hijo. ¡El corazón de mi Hijo nutría mi alma! "¡Como tú me alimen-
taste Immi...". El dolor y la alegría, el llanto y también el latido del co-
razón todo era en Mí intensidad de amor. ¡El corazón de mi Hijo, la sangre
de mi Hijo! La vida espiritual fue ciertamente más intensa que la vida ma-
terial.
Seguía tejiendo, haciendo el pan.... ¡Y mi alma voló! "Immi, muchos
en el tiempo te querrán...". Pensé en aquellas palabras de Jesús niño. Ahora
sé y vosotros estáis entre los que me quieren. Gracias por este amor. Por
esto hoy he vuelto, para daros gracias, para deciros que cada pensamiento
hacia Mí es un regalo que me hacéis y os devuelvo en gracias.
Los apóstoles iban lejos y hacían grandes cosas ya que Jesús obraba en
ellos. La Iglesia crecía, ellos iban, exorcizaban, predicaban. Cuando volv-
ían a Mí me contaban lo que habían hecho y visto: "Señora, he curado a un
275
leproso, invocando al Rabí para poder hacerlo... ¡He sentido su fuerza en
mis manos y las he posado sobre aquel hombre!". "Felipe, lo que me dices
es bellísimo y consolador y no pudo ser de otra manera. ¡Habéis recibido
Su Espíritu!".
13 de junio de 1985
201. - Y Lucas escuchó mi historia... Y la reviví, contando, recordando,
sonriendo y llorando mi historia.
Los apóstoles hicieron muchos milagros en el nombre de Jesús y los
milagros son siempre para las conversiones. En Lourdes el río calla y en la
gruta Yo os espero por medio de una sonrisa a vosotros, especial, toda
vuestra... Quién viene a Mí de lejos, aunque Yo siempre estoy cerca de
ellos, da alegría a mi corazón de madre. En Lourdes muchos milagros y
también muchos que esperaban un milagro y han vuelto igualmente enfer-
mos, han tenido en el alma un milagro de aceptación, de resignación. Y la
certeza de que aquellas incomprensibles palabras de Jesús, "¡Bienaventu-
rados los que sufren!", también eran para ellos.
Un muchacho llamado Esteban fue martirizado. Yo, Myriam, rezaba
por él ya que sentía una gran ternura maternal por su juventud y su ardor,
Jesús se le apareció y se lo llevó consigo al Cielo de los mártires. Para
Pablo de Tarso, que aprobaba la muerte de Esteban, después, convertido,
ella fue uno de sus sufrimientos: el remordimiento. Los apóstoles me con-
taban cada cosa. Yo siempre he preferido quedar en la sombra. ¡La sombra
de mi nostalgia! Yo soy la Madre de Jesús, ésta mi tarea y ninguna otra,
entonces, podía haber más grande en mi vida. He aquí entonces por qué en
las Escrituras no se habla de Mí sino por esto. Nada más grande podía
haber: la Madre de Dios, la Immi de Jesús... ¿Qué otra cosa más grande
pudo haber? La Madre de Dios, la Immi de Jesús... Qué otra cosa se podía
decir de Mí?
Y permanecí en aquella dulce sombra por todos mis años, pero los
apóstoles venían a contarme y a pedirme consejos: "Señora, ¿piensas que
el Rabí pueda darnos su aprobación?". "Lo que se hace con amor siempre
tiene Su aprobación, Pedro, y también lo que tú ahora haces y dices..."
276
Aquel hombre que pescaba en el lago de Genesaret, el primer pontífice.
Era solemne Pedro cuando hablaba desde el altar, era inspirado. Cuando
celebraba la Eucaristía sus ojos se llenaban de lágrimas y su voz temblaba.
También los apóstoles han vivido horas de nostalgia... "Señora, cuando
estábamos en la barca y el Rabí parecía dormir, dejándonos a temer en la
borrasca, alzó la mirada sobre todo nosotros, sonrió y detuvo el viento y
calmó las olas...".
Los recuerdos vivían con ellos, ellos que han vivido la historia más be-
lla del mundo. Pedro predicaba con vigor y aún más Pablo de Tarso; Jo-
hanan hablaba con dulzura, todos lograban conversiones.
¡Y ahora, cómo querría Jesús, cómo también Yo querría que los sacer-
dotes, predicando, pusieran en las palabras sus sentimientos, que tuvieran
tales sentimientos, como para lograr conversiones! Y veo, en cambio, túni-
cas tiradas al suelo y altares sin flores... Miraos en los apóstoles que han
dejado realmente todo para seguir a mi Hijo, lo han amado hasta el marti-
rio, también Johanan, que fue mártir de modo diferente, un lento martirio
en el que se maceró de amor y de nostalgia102.
En la casa de Jerusalén, cuando Johanan vivía conmigo, se había crea-
do en pequeña parte la antigua atmósfera que había en la amada casa de
Nazaret. ¡Conservaba alguna pequeña cosa de aquella casa y revivía los
recuerdos! Los recuerdos hacen llorar y hacen revivir... Horas felices, vo-
ces, sonrisas, palabras mal olvidadas: "Immi, ¿puedo ir a jardín?". "Hay
demasiado viento... quédate en casa, te daré un pan dulce...".
Llamaron a la puerta. Vi aquel hombre del rostro ascético, el pelo gris
y los ojos profundos. "Señora, ¿puedo entrar?".
Y Lucas escuchó mi historia... Y Yo reviví así mi historia, contando,
recordando, sonriendo y llorando. ¡Mi historia! Soy Su Madre, he aquí mi
historia. He aquí porqué permanezco en la sombra, pero es sombra de luz.
Dios me ha puesto en su luz.
Y a ti, a vosotros, relato en confianza de aquella vida, de aquellos sen-
timientos, de aquel llanto. Ahora es el tiempo para esto.
102
El evangelista Juan, "el discípulo amado de Jesús", fue también él, según Tertuliano, un
mártir, habiendo padecido el suplicio en Roma, junto a la Puerta Latina, con la inmersión
en una olla de aceite hirviente saliendo de ello sin embargo totalmente ileso. Desterrado en
la isla de Patmos, fue seguidamente liberado y pudo arribar a la ciudad de Efeso, donde
murió de avanzada edad, después de haber escrito su Evangelio, sus muchas cartas, el
Apocalipsis, y obrado numerosos milagros en el nombre de Jesús, aumentando así el creci-
miento de la religión cristiana.
277
En la gruta de Lourdes, Bernardita me miraba con los ojos desmesura-
damente abiertos, no se movía, no respiraba casi. Por ella sentía pura ter-
nura y tanto amor. La humanidad pobre, la humanidad doliente, la huma-
nidad pura de corazón. En Bernardita vi todo esto.
4 de julio de 1985
202. - En la gruta de Massabielle hay una rosa para vosotros, os la entregaré
con la sonrisa que siempre tengo para vosotros. Vosotros que vivís las
horas de la nostalgia.
En Lourdes hizo mucho frío, Bernardita siempre tuvo las manos llenas
de sabañones... su mirada atónita, firme sobre mi figura y sobre mi rostro.
"¡Sin embargo no me creen! ¡Yo la veo! Me mira, me sonríe... " ¡Las apa-
riciones! Verdaderas, no visiones como algunas y otras que, si en el tiempo
son olvidadas, significa que no fueron verdaderas. La verdad queda, a ve-
ces ahogada, a veces animada, pero siempre triunfa. No pueden los hom-
bres parar lo que es mucho más grande que ellos.
En la gruta de Massabielle hay una rosa para vosotros, os la entregaré
Yo, Myriam, con la sonrisa que siempre tengo para vosotros. Para voso-
tros, que vivís las horas de la nostalgia, para vosotros que habéis sufrido,
para vosotros que me ofrecéis y le ofrecéis a Jesús las lágrimas. Vosotros,
tú, tú y también tú. Cada uno se reconoce en mi decir. Siempre están con
vosotros. Jesús os ha dejado a Mí.
Yo he nacido en aquella tierra lejana, he vivido allí y no conocí otro:
ahora me parece haber vivido en todas partes, ya que en dondequiera tengo
a mis hijos.
El suplicio de la Cruz, aquel dolor que inició cuando Jesús marchó fue-
ra de casa y culminó con el dolor por aquel sufrir suyo. ¡Cuando se fue
fuera de casa mi padecer no fue por la separación, sino porque sabía que lo
habría perdido como hijo, como ser humano venido de Mí, nunca lo habría
perdido como Dios! Dios no abandona a ninguno. Me dijo: "Madre, mi
hora ha llegado..." Sabía que habría llegado aquella hora. Sabía que Jesús
no era solamente un hombre. Era mi Hijo... Y pensaba en Él mientras can-
sado recorría aquellas calles...
278
¿Por qué Yo he aparecido más a menudo? ¿Por qué no Jesús? Yo soy
la senda entre Él y vosotros. Su Madre, Madre de Dios y criatura humana
como vosotros.
"¿Cómo será aquella vida de la que me prometes tanta belleza?"
"Bernardita, será la vida que Mi Hijo ha prometido y para darla a mu-
chos ha sufrido mucho".
¡En la gruta hacia frío, pero Bernardita en aquellos momentos sentía ya
la vida que después habría vivido, qué hora vive! Y todavía me dice: ¡Mi
bonita señora!
11 de julio de 1985
203. - Madre, has sido elegida también para vivir Conmigo el dolor más
profundo.
Hela aquí: la rosa era para vosotros: ¡un pensamiento mío y una sonrisa
mía! A todos los que vienen a encontrarme en la gruta de Massabielle.
Porque a menudo vienen de lejos y creen hacerme cosa agradable. Y a
quien piensa en Mí y no puede venir, he aquí, también para ellos mi sonri-
sa: ¡soy la Madre de todos! El amor reclama otro amor. Jesús, que tanto
llevó de ello al mundo, lo ha extendido, ha pedido a todos el amor recípro-
co. He aquí la rosa para ti: estas palabras y mi historia. Cercana a vosotros,
a todos y lejana en el tiempo. ¡La Comunión entre Cielo y tierra! ¡Y vol-
viendo a la tierra, me vuelven a Mí los recuerdos de aquel tiempo!
Cuando le he asistido a la primera Eucaristía, me latía fuerte el corazón
y vi los ojos de Pedro llenos de lágrimas... Cuando dije a Jesús aquellas
palabras: "Ya no tienen vino...". Y todavía episodios que nadie sabe.
¡Horas de vida vivida y sufrida y aquel dolor!
En las apariciones que se ven con el alma de quién las acoge, pero pa-
recen también verlas con los ojos materiales, Yo, Myriam, estoy presente
con mi ser hecho de alma y cuerpo glorioso. En Pentecostés Pedro se hizo
comprender por todos: todos de cada lengua vivieron en aquel entonces
más allá de la tierra donde se habla la universal lengua del amor que todos
comprenden. ¡Universal! Es sencillo comprenderlo y tú especialmente
puedes comprenderlo ya que vives este regalo.
279
Cuándo Agustín, cuando Teresa, cuando almas felices que hablan otras
lenguas, te hablan a ti y tu comprendes y traduces a tu lengua. Así Yo,
Myriam, te hablo ahora en arameo antiguo: mi dulce lengua. Y en el re-
cuerdo vuelvo en aquel tiempo, vuelvo a ver aquellas aldeas, casi siento el
aroma de mi jardín de Nazaret... El horno, el taller y José que mientras
trabaja canta con su voz fuerte y entonada... "Immi, padre José canta
bien...". "Y tú, Takini, ve a escucharlo más de cerca...". Y se unió la pe-
queña voz de mi niño a la otra. El olor de la madera fresca, las dos voces,
Yo que en aquel momento me sentía feliz... ¿Y después?
Cuándo Jesús partió para predicar, sentía que salía de mi vida terrenal,
sabía que jamás ya habría vuelto a vivir conmigo.
¡Iniciaba el alba, Jesús partió después de una noche pasada en conver-
sar, en confortarme, en abrazarme... "Madre, has sido elegida también para
vivir conmigo el dolor más profundo!".
Ahora en Lourdes todos me traen flores y cirios, ahora cantan para Mí,
ahora me piden milagros y gracias. Lo que me pedís con confianza Yo lo
acojo y lo ofrezco a Jesús, y todavía recordando aquel día, en la aldea de
Cana, le dirijo la misma mirada: "¡Madre, lo que tú me pides será atendi-
do!" ¡Ya no tienen vino, ya no tienen fe, tienen dolores y temores... "Hijo
mío, necesitan tu ayuda!".
Y miro aquellas criaturas doloridas que me vienen a Mí con la espe-
ranza de una mejoría, de una curación. Miro a los padres de tantos niños
llevados en silla de ruedas, niños enfermos, paralíticos. He aquí que enton-
ces para alguien ocurre un milagro que todos pueden ver. Para todos un
milagro que solamente ellos vivirán: la paz y la resignación. ¡Nadie vuelve
a casa sin una flor mía! Y en el alma llevan todos el consuelo que Yo les
doy a ellos ya que lo he pedido a Jesús para ellos. Y nadie vuelve a casa
como cuando ha partido. Lleva en sí mismo más fe o más esperanza o más
paz.
¡Una flor para todos, para todos mi sonrisa! ¡En aquella gruta estaba
tan bien, miré Bernardita y me zambullía en su pureza! Me gustaba entrar
en aquel alma. Entrar para mirarla, entrar para mostrarme a ella: "La Bella
Señora!". Y sabía que no habría sido creída al momento y que habría sido
combatida: "¡Ma pauvre petite!103".
Sabía el valor de aquellas palabras de Jesús: "¡Bienaventurados los que
sufren!".
103
Mi pobre pequeña
280
¡Bernardita es Bienaventurada!
Lourdes 16 de julio de 1985
204. – Estoy en la gruta de Massabielle, para escuchar allí súplicas y ruegos
como en todo sitio donde soy amada y piensan en Mí.
Estoy en la gruta de Massabielle, para escuchar allí súplicas y ruegos
como en todo sitio donde soy amada y piensan en Mí. Además vosotros
habéis sentido allí mi presencia y mi dulzura para vosotros, mi dulzura
para vosotros siempre, dondequiera que vosotros estéis. En la gruta de "Tre
Fontane"104 estoy para escucharos todavía, allí Me he aparecido para con-
firmar mi asunción al Cielo en cuerpo y alma. ¡Mi cuerpo no podía co-
rromperse! ¡Mi cuerpo ha llevado a Dios en sí y Dios trae vida, no trae
muerte!
Mi cuerpo, unido a mi alma al final de mi tiempo, tuvo aquel dulce
dormir: fue como un adormecerme y el despertar fue cuando me sentí
transportada por los ángeles hacia el Paraíso. ¡No pequé, no podía morir ni
siquiera en el cuerpo (y el alma nunca muere, va a gozar el premio o a
padecer el castigo o a purificarse). Con mi cuerpo que subiendo se trans-
formaba en cuerpo de gloria o bien se cambiaba en sí misma la sustancia,
¡era siempre Yo, Myriam, e iba a encontrar a mi Hijo! ¡El encuentro para
siempre! Y así también vosotros encontraréis para siempre a aquellos que
os esperan en el Paraíso. Alma y cuerpo siempre unidos, no tuve muerte ya
que llevé la vida dando al mundo a mi Hijo, luz del mundo.
Alma y cuerpo unidos, no fue necesaria una separación ya que así tuvo
que ser: tuve que ir intacta allá donde Jesús me esperó resucitado. ¡No tuve
la muerte, tuve todo el dolor por la Pasión, en ver a Jesús herido y tortura-
do, para verlo clavado en la Cruz, todo el dolor del mundo en Mí, en Él,
por los pecados del mundo! Para salvar la humanidad que Jesús desea sal-
va y feliz ya que, en el Padre, también Él la ha creado para un mundo me-
jor y maravilloso, no para la tierra, la tierra es un tránsito en la prueba.
104
Las Tres Fuentes
281
Me sentía llevar, era ligera, estaba viva, era feliz, muy feliz: para Mí
acababan las horas del dolor y la nostalgia... y cuando Jesús me vino al
encuentro... "¡Immi, estás en casa!". A veces en el recuerdo mi casa celeste
parece aquella pequeña casa de Nazaret... Aquí se reviven los recuerdos
más bellos. El cielo era cada vez más azul, el aire ligero... Entraba en la
dimensión de la eternidad, entraba en el Reino del amor universal.
"Mi Reino no es de este mundo..." Él estuvo allí a esperarme en Su Re-
ino. ¡Él os espera allá en Su Reino! ¿Cómo podía, ni aun por breve tiempo,
morir aquel cuerpo que fue el cáliz de Aquel que trajo la vida? Yo no pod-
ía morir, sino sólo dulcemente dormir. ¡Cerré los ojos que veían cosas
terrenales, los reabrí y vi cosas celestes! ¿La maravilla de lo que vi? Es el
rostro de mi Hijo: "Immi, aquí no hay dolor, no hay nostalgia, no hay llan-
to!". Y así será para vosotros, cuando vengáis a casa.
¡Aquí no hay horas, no hay tiempo, Aquí todo es para ser siempre y
todo es siempre porque es! Una vida hecha de mil y mil dimensiones, to-
das de gozar, todas de vivir: ¡la vida!
Tiempo y espacio vencidos, Yo puedo ir a dondequiera que me lleva el
pensamiento y me llama vuestro pensamiento.
En Lourdes Yo estaba allí y Bernardita me vio con el alma y con sus
dulces ojos de carne. Y en Roma Yo estaba allí cuando dije a Bruno:
"¡Mi cuerpo no podía corromperse!"105
21 de Julio de 1985, 18.00 horas
205. - Los designios de Dios son misteriosos y también asombrosos...
Sorprendentes...
Cuando escuchaba aquella profecía: "Nacerá de una Virgen..." no la
comprendía bien y jamás hubiera imaginado, hasta el día en que el ángel
me habló, que Dios haciéndose hombre nacería de mí. Yo no podía saberlo
antes de ese día, puesto que así estaba en el designio de Dios. Y los desig-
105
Alusión a dos apariciones memorables: la en Lourdes para Bernardita y la otra en "Tre
Fontane" de Roma para Bruno Cornacchiola, el ardiente comunista convertido luego del
encuentro con la Santísima Virgen María.
282
nios son misteriosos y también sorprendentes... En el Concilio de Jerusalén
(este es el recuerdo para hoy), Pedro fue muy claro: "Hermanos, sabéis que
Dios desde tiempo nos ha elegido. Nosotros por esta elección ponemos
confianza en Él, sabiendo que su Espíritu nos guiará, nos inspirará, nos
hablará, ya que ésta es nuestra tarea: en Él salvar, en Él pescar y eso prue-
ba su divinidad, puesto que podéis ya ver las grandes cosas que Él ha
hecho en nosotros, pobres seres...". Las manos de Pedro seguían teniendo
aún los callos causados por las redes pesadas que él traía a la orilla o a la
barca con aquellas burdas sogas: pero la sabiduría de Dios en él lo convert-
ía en pescador de hombres, no ya de peces. Estaban todos reunidos y se
sentía invisible la presencia de Jesús. Yo estaba en silencio escuchándolo y
la Iglesia crecía.
"Nuestro deber es procurar que todos los hombres busquen al Señor y
después de nosotros instruir a otros a fin deque que sientan este deber para
continuarlo a través de los tiempos y la humanidad hasta el fin de los
días... Hermanos, cuando el Rabí nos ha elegido, nos halló entre los más
ignorantes, ha mirado nuestros corazones y casi parece que no vio nuestras
debilidades. Si Él hubiera elegido a los más doctos, esta Iglesia suya en el
tiempo sería menos creíble, pero el verdadero motivo es éste: nos escogió a
nosotros ignorantes, débiles, comunes, para mostrarse al mundo a través de
nosotros, para atestiguar que Dios hace grandes cosas en quien Él escoge y
que no somos nosotros los que curamos y exorcizamos, sino que es Él en
nosotros! Hace falta vivir en la humildad para que Él entre y realice su
obra. Recordad Sus palabras". Y Pedro tenía los ojos llenos de lágrimas y
le temblaba la voz: "Seréis otros Yo y seréis levadura y sal!" "No eran
palabras para nosotros tan sólo, son palabras para todos sus apóstoles..." Y
Pedro revivía la escucha de las palabras de Jesús y Yo con él, desde las
primeras palabras, desde los primeros vagidos, oía aquella voz: "Immi..."
Esa noche vinieron todos donde nosotros y se habló del Concilio. ¡El pri-
mer Concilio! Todo Concilio es una reunión para decidir, ratificar, confir-
mar... Hace falta santidad e inspiración. Hace falta orar, orar, orar, antes de
un Concilio. Se debe amar a la Iglesia para participar en ella. Amar a la
Iglesia. ¡Amar a Dios!
Esa noche hasta tarde hablaban todavía de esta Iglesia que crecía entre
conflictos y que seguía adelante, ha crecido, y sigue combatida: ¡sin em-
bargo es siempre milagrosa! Y aquellas palabras que se repiten y que son
siempre nuevas: ¡el Evangelio! El Evangelio, vivirlo quiere decir amar a
mi Hijo y en Él amar al prójimo.
283
Esas horas de nostalgia, aquellas que tú vives, son confortadas por una
viva presencia e invisible: "¡Immi, estoy contigo!". "Señora, ¿cómo has
podido soportar ese dolor?" Así me preguntó Lucas. "¡Dios me ha dado la
fuerza, pero el dolor es dolor!". Una realidad en nuestra alma que llevamos
dentro de nosotros, aunque sea confortada, hasta el final de los días... Los
días tienen un fin, el dolor se desvanece, en nuestras almas al reunirnos de
nuevo penetra la pura felicidad: "¡Immi, has llegado a casa!". El Reino de
Jesús es nuestra casa. Yo estaba en silencio y escuchaba sus palabras, ellos
se interesaban de mi escucha. "¡Señora, eres Su Madre y para nosotros es
como si fueras nuestra Madre!".
La Iglesia crecía, sucedían curaciones y conversiones...
Ahora también suceden y a menudo no son creídas las curaciones ni
siquiera las conversiones que son aún más importantes. Y sin embargo,
cada día curo almas.
1 de agosto de 1985
206. – Tengo intención de reconfirmar mi adormecimiento, para un mundo
ahora de dudosos, para un mundo de materialistas.
¡Subía hacia el Cielo llevada por los ángeles! El encuentro con Jesús
fue una enorme, maravillosa felicidad que continúa, y que vosotros expe-
rimentaréis en los encuentros deseados y soñados. Mi cuerpo no podía
morir porque ha llevado en sí mismo la Vida, luz del mundo, la Resurrec-
ción y la esperanza. Mi Hijo que os ama tanto, os mira con ojos amorosos,
los mismos ojos, la misma mirada que tenía para Mí, cuando vivía en la
tierra, durante Su tiempo. Era una noche de luna y en el jardín de Nazaret
Jesús pronunció aquellas palabras: "¡Padre Nuestro!". Aquella plegaria
repetida por tantos humanos siempre es escuchada por el Padre Celestial.
Y Él mandó a la tierra a Su Hijo, una parte de sí mismo, y Su Hijo dejó a la
humanidad Su Corazón. La Eucaristía.
Mientras subía, llevada por los ángeles, se transformaba la materia en
Mí y se volvía cuerpo de gloria. Así será para todos aquellos que aman a
Jesús y al mundo, el mundo en los hermanos, ¡mis hijos!
284
Esa noche el aroma de las rosas era delicado, la luna hacía pálido el
rostro de Jesús, Yo sentía su divinidad y mi corazón temblaba porque sabía
cuánto habría de sufrir como hombre y como Dios. Temblaba mi corazón y
al mismo tiempo exultaba mi alma ya que había sido elegida para ser su
madre. El rostro de Jesús iluminado por la luz lunar: ¡Él, la luz del mundo!
"Padre Nuestro...". Su voz fuerte, armoniosa y solemne penetraba en mi
alma: "¡Es Dios y es mi Hijo!". Y seguía asombrándome: "¿Por qué Yo?"
Y me asombré cuando cerré los ojos en ese dulce adormecimiento.
Como en un sueño me encontré transportada por los ángeles y la tierra
se achicaba y Jesús venía a mi encuentro. Tengo intención de reconfirmar
mi adormecimiento, para un mundo lleno ahora de gente que duda, para un
mundo de materialistas, tengo interés en reconfirmar mi Asunción. He
llevado a Dios en el corazón, mi corazón no ha cesado de latir. Y en esta
noche estrellada, Yo Myriam, oro con vosotros y por vosotros dirigiendo al
Padre Celestial aquellas palabras: "Padre Nuestro...". Y Él me escucha.
15 de agosto de 1985
207. - La Iglesia que nacía, la Iglesia que nunca morirá.
Me adormecí dulcemente. Ese día estaba cansada. Y luego me hallé,
como en un sueño, sostenida por los ángeles al encuentro de mi Hijo. Los
apóstoles lloraban: "¡También Su Madre nos ha dejado!". Y estaban real-
mente afligidos, tanto de no poder pensar en mi felicidad. Dios ha hecho
en Mí grandes cosas, así como en todos aquellos que le sirven con dedica-
ción, ¡Él obra, convierte, habla! ¡Él hace grandes cosas en los más peque-
ños, en los más humildes!
Los últimos días de mi tiempo los pasé junto a Johanan, siempre con la
nostalgia y la esperanza en el alma. Dos sentimientos que acompañan a
quien ama y cree. Y entonces el llanto se hace dulzura, porque se vive de
esperanza. Por eso, sabéis que la fe es la única ayuda en el dolor y que el
dolor sin fe es la desesperación, pero el dolor es siempre igualmente dolor.
Vivido y ofrecido enaltece. El Cielo está siempre en fiesta y a la llegada un
alma es un encanto. ¿Cómo explicároslo? Es el sueño más hermoso hecho
realidad. Los apóstoles me amaban y Yo los amaba. Cuando ahora los
285
encuentro en los caminos celestiales, recordamos juntos su historia: "Seño-
ra, yo era ignorante, era incapaz... Jesús hizo en mí grandes cosas, al punto
de hacerme el primer Pontífice..." ¡Esta maravillosa historia! La Iglesia
que nacía, la Iglesia que no morirá jamás! Aquellos hombres débiles, a
veces llenos de temor: "¿Quo vadis Domine?"106. "A hacerme crucificar en
tu lugar...". Y luego, la fuerza de aceptar el martirio. Jesús dio la fuerza a
todo mártir de inmolarse en Su nombre. La fuerza al pensamiento que la
vida es la que continúa al infinito y que por aquella vida bien valen lágri-
mas, sacrificios, dolores, para conquistarla. Ese día me adormecí dulce-
mente. Había terminado mi tiempo en la tierra, iniciaba para Mí la vida. Y
dejando la tierra nunca hubiera dejado, con el sentimiento de materno
amor, a la humanidad. Estoy con vosotros, os escucho y a Mi Hijo que es
con el Padre una sola cosa, entrego las preocupaciones vuestras. Estoy con
vosotros y en el tiempo me he manifestado y me manifiesto, así como aho-
ra con estas palabras, para demostraros mi amor, para narraros de Mí y
hacerme amar de vosotros. Han pasado siglos desde aquel tiempo, y ese
día en que se me apareció el ángel está vivo en mi recuerdo puesto que es
demasiado importante: "Por qué justamente a Mí?"
Cuantas veces me lo preguntaba mirando a Jesús niño. Nunca hallé la
respuesta a este interrogante y aceptaba ya que era demasiado importante:
"¿Por qué justamente a Mí?".
Nunca hallé respuesta a esta pregunta, aceptaba porque así Dios lo hab-
ía querido: ¡Él sabe! Y cuando vosotros os hacéis ciertas preguntas sin
respuestas, recordad: ¡Dios sabe, Dios ama! Estas son las auténticas res-
puestas. Y cuando a lo largo de los caminos más escarpados los apóstoles,
siguiendo a Jesús, le hacían aquellas preguntas: "Rabí, por qué nos has
elegido justamente a nosotros?" Él, como a vosotros les respondía: "¡Estáis
en un designio!".
15 de agosto de 1985
106
¿ A dónde vas, Señor?
286
208. - Y aquellas lágrimas, todas en Mí, que no brotan de los ojos sino que
llenan el corazón.
¡Desde el huerto de Getsemaní, las lágrimas! ¡Nunca inútiles! ¿Lágri-
mas o perlas? Y después, en el tiempo, mi Hijo me ha dado a Mí este privi-
legio: el llanto en mis efigies para demostrar al mundo el dolor por los
pecados, por la indiferencia, el egoísmo, el odio y también, también...
En Porziano lloré y aquel llanto mío no debe ser ahogado, no debe ser
ocultado: ¡mis lágrimas: vuestras perlas! En Porziano así como en otros
lugares: lágrimas. Lágrimas para demostrar que estamos siempre con la
humanidad, para ayudarla, ¡para salvarla! Jesús con el sacrificio cruento,
Yo su Madre, ¡con Él en el sacrificio, en el dolor!
Y la Iglesia nacía y crecía. Con Simón se inició aquella maravillosa
herencia de amor de Jesús: "Comed y bebed conmigo. Esto es mi cuerpo,
esta es mi sangre...". Y Simón Pedro comenzó el primero a celebrar la
Eucaristía. Estaban todos allí presentes y Yo un poco escondida para no
mostrar mis lágrimas (lágrimas de entonces, lágrimas vivas, como esas que
brotan de los ojos de mis efigies) y por vez primera, me alimenté del cuer-
po y de la sangre de Jesús. Mis lágrimas en los días de temor, de melancol-
ía: "Las espadas que traspasarán mi alma...". Y el llanto por la partida de
Jesús en aquel dulce amanecer... "¡Mi alma exulta por lo que harás, Hijo!
Y mi corazón llora porque Yo soy tu Madre y tú te vas lejos..."
Y aquellas lágrimas todas en Mí, todas dentro de mi alma cuando esta-
ba debajo de la Cruz y el dolor era tanto que las lágrimas no podían bro-
tar... Y lágrimas escondidas en tantas horas de nostalgia... Lágrimas que no
brotan de los ojos sino que llenan el corazón y lo hinchan. ¡Y lágrimas que
el mundo debe ver! Brotan de los ojos de mis efigies, para que el mundo
sepa que Yo, Myriam, tomo parte en la vida, en los dolores, en el amor de
la humanidad!
¡En Porziano he llorado! ¡Y estas lágrimas han sido vistas! ¡Así he ele-
gido hablar de ello justamente a ti, que ya hablaste de otras lágrimas
mías!107 El diseño tiene un bellísimo bordado y Jesús lloró en Getsemaní
¡y Yo he continuado en el tiempo, a través de mis efigies, derramando
lágrimas por la humanidad!
23 de agosto de 1985
107
El mensaje está dirigido a la periodista Emma Bon, autora del libro “Las lágrimas de la
Virgen”.
287
209. - La pérdida (aparente) de una persona amada tiene formas, matices
diferentes, pero es siempre dolor.
La esperanza y la desesperación... diversos sentimientos de quien vive
la misma prueba o una similar. Sin embargo con la fe la esperanza, sin fe
el vacío... El dolor para ciertas pruebas; la más dura: la pérdida (aparente)
de una persona amada, tiene formas y matices distintos, ¡pero siempre es
dolor! Bajo la Cruz Yo, Myriam, he sufrido el dolor más grande, sin em-
bargo sabía que Jesús no me habría dejado con su Espíritu. ¡Sufría por su
sufrimiento, lloraba en Mí todas las lágrimas que Él había derramado por
los pecados del mundo! Lágrimas de sangre las de mi Hijo, lágrimas amar-
gas las mías... No obstante, en Mí no desfalleció la esperanza; y sin em-
bargo, comprendo la desesperación de ciertos momentos negros en la vida
de muchos.
He aquí entonces que mi Hijo aclara aquellas vidas, aquella oscuridad:
Él es la luz del mundo que concede la esperanza a los desesperados. Des-
esperados porque están sin fe y a veces tienen instantes de desesperación,
oscuridad en el alma. Yo sufrí el dolor por mi Hijo humanamente. Él sufrió
humanamente, pero no en su divinidad porque sabía que con su humano
dolor salvaría a tantas criaturas que, desde Dios, conocía y veía desde
siempre. Incluso aquellos que aún no han venido a vivir en la tierra.
Yo ahora estoy junto a vosotros, pero no en la tierra, porque soy vi-
viente en la dimensión paradisíaca que no es de la materia y entonces no
puedo estar en la materia, pero viva y presente junto a vosotros desde la
dimensión del espíritu. La esperanza de volveros a encontrar para siempre,
la esperanza de una eterna felicidad, la esperanza que ilumina el dolor que
pasa y es compensado por la felicidad que dura... En el jardín de Nazaret,
en las noches de verano, José y Yo, la luna... Jesús era muy pequeño y
dormía en su cuna de madera. "Myriam, cuáles misterios superan a los
mortales... Mortales en la tierra, eternos más allá, ya que de esta inmortali-
dad del alma hay siempre una confirmación: la esperanza!". "¡Y nosotros
vivimos un misterio y un milagro!".
Cuántos ahora viven un misterio y un milagro pensando en nuestra vi-
da, en nuestra historia, en Jesús que se hizo hombre y que es Dios. ¡Qué
milagro vivís vosotros cuando os alimentáis del corazón de Dios que late
al unísono con vosotros! Cuando Pedro partió el pan y echó el vino por vez
primera ni siquiera se oía respirar... Todos estaban conmovidos y Yo emo-
cionada y llena de esperanza y también de... nostalgia. La nostalgia hace
288
revivir, y deplorar, cierto, pero la esperanza hace entender que lo que se
deplora se revive, se revivirá!
El jardín de Nazaret está siempre en mi recuerdo y aquí revivo aquellas
noches y percibo aún ese perfume: mis flores!
Y vosotros reviviréis y ya no habrá pesares: ¡vosotros tenéis la espe-
ranza! ¡Nosotros os hemos enseñado muchas cosas y sobre todo a creer!
¿Un misterio? ¡Un milagro!
8 de noviembre de 1985
210. - Un don y una gracia que Jesús os hace a vosotros: mis palabras...
Este amor que me lleva a vosotros es inefable y misterioso, pero es una
realidad. Yo vivo ahora y desde hace tanto tiempo para vosotros, en este
maravilloso Reino que Jesús prometió a todos los puros de corazón, a to-
dos los generosos, a todos los justos. ¡Esta es la esperanza! Y la esperanza
da fuerza y hace vivir serenos en la tierra. He sido una criatura como voso-
tros... Como vosotros he amado las pequeñas cosas, he pasado horas de
nostalgia cuando Jesús ya no estaba en la tierra y horas de felicidad cuando
pensaba en su vida junto al Padre, en la gloria. En Mí se fundían aquellos
sentimientos, pero humanamente fue grande en Mí la nostalgia de su viva
presencia, de su voz, de sus palabras: "Immi!". Tan solo Jesús me llamaba
así y sin embargo todos vosotros sois mis hijos, ¡llamadme como me lla-
maba Jesús! Y sigue llamándome así: "Immi!" y esa nostalgia puede ser
también vuestra cuando os alejáis de Él con el pensamiento, nostalgia de
su viva presencia a su lado. La oscuridad del alma para haceros compren-
der la realidad del verdadero Dios, Uno y Trino, presente en vosotros que
os da paz, y que ¡si no Le sentís os sentís solos y perdidos! En aquel tiem-
po, en el jardín de la casa en la que vivía con Johanan cerca de Getsemaní,
me sentaba a descansar un poco, ya no había cultivado las rosas como en
Nazaret, y a menudo, cuando estaba sola, volvía aún a aquellas horas de
dolor profundo: el Calvario, la Cruz... "¡Señora, piensa que después, el
Rabí ha resucitado!". "Sin embargo sufrió todo el dolor del mundo... Ha
resucitado, está vivo, pero ese dolor lo ha vivido entero!". En aquel jardín
sin rosas pensaba y pensaba... ¡A veces me parecía escuchar su voz! "¡Im-
289
mi, ahora estoy vivo!". Y en Mí entraba la esperanza... Pensaba también en
vosotros que vendríais en los siglos... ¡Nunca hubiera podido imaginar
poderos hablar después de siglos! ¡He aquí un don, una gracia que Jesús os
hace a vosotros: mis palabras, mi amor y su amor, ya que vosotros vivís y
dais en Su nombre! ¡Y todo adquiere valor para vuestra alma: vuestras
riquezas están en el Cielo!
Yo era sencilla, soy sencilla, y así con palabras simples, os puedo decir
mis sentimientos por vosotros:
Amor, afecto profundo, comprensión... Es como si vosotros hubierais
entrado a mi casa y en el jardín en Nazaret, el jardín con las rosas! Y yo os
mando estas rosas con mis puros sentimientos. ¡Y vosotros mandadme
vuestras rosas, oraciones, o bien actos de amor! Estas son las más bellas
oraciones que miro como si fueran rosas, que entrego a Jesús y Él os mira
y os escucha. El mundo del espíritu, el Reino, está muy cerca de vuestro
pequeño mundo, Nosotros estamos cerca de vosotros: ¡vosotros siempre
con Nosotros! ¿Y estas palabras? Sentimientos purísimos por vosotros. El
amor que atrae, que llama, que ciñe estrechamente.
Amaos siempre y amadnos a Nosotros. Siempre estaremos unidos.
1 de diciembre de 1985
211. - En estas manifestaciones mías, hay mucho amor.
Mi voz habla a vuestra alma, mi corazón le habla al vuestro. ¡Y estoy
con vosotros, como siempre, cuando vosotros pensáis en mí! La plegaria es
también estar unidos: cercanos. Y ser escuchados, es escucharos Nosotros
a vosotros. En estas manifestaciones mías hay mucho amor, penetro en el
tiempo aún quedándome en mi Cielo: aquel Reino prometido por Jesús.
¡Vivo con Jesús, vivo con los santos, vivo con los felices, con los ángeles!
En la tierra, en Nazaret, con frecuencia estaba cansada por la noche, como
a esta hora, después de un día de trabajo: el huerto, la cocina y cada fatiga,
que no obstante realizaba con dicha: para Jesús, para José...
Mi vida de entonces era como la vida de vosotros, el trabajo, la ora-
ción... Sentimientos que se alternaban en Mí de felicidad mirando a Jesús,
de dolor pensando en lo que sufriría... ¡La espada en el corazón! ¡Mi co-
290
razón traspasado! Y vuelven a mí los recuerdos, vuelvo allá a Nazaret,
enciendo el hogar: "Takini, ven a calentarte..." Y Jesús pequeño, con el
rostro iluminado por la llama... Y recuerdo el tiempo de la nostalgia cuan-
do ya Jesús no estaba conmigo y Yo vivía con Johanan. "Señora, pienso
siempre en el Rabí y sus palabras..." "Johanan, ¡cuántos vendrán en el
tiempo y vivirán de aquellas palabras!". El día en que vino a Mí Lucas y
me preguntó por Jesús, le conté todo. "Tan solo tú, Señora, podías decirme
estas palabras sobre Él".
Lucas habló de Jesús, escribió acerca de Jesús después de haberme es-
cuchado. Era un hombre alto de pelo gris y ojos claros. "Solo tú puedes
decirme lo que sentiste cuando el ángel te anunció su venida!". Vosotros
sabéis todo esto, pero no podéis saber tantos pensamientos míos, tantos
sentimientos. Me veis en los altares, vestida de seda, cubierta de perlas,
pensad en Mí como era en Nazaret: un vestido tejido de burda trama, una
pañoleta blanca, las sandalias de cuero que se usaban entonces.108 "Immi,
tendrás muchas perlas, tendrás muchas flores!". Entonces no entendía
aquellas palabras de Jesús que, como Dios, todo lo sabía y cuando niño me
hablaba... Él veía en el tiempo por su naturaleza divina. Él por su humana
naturaleza hacía sus carreras en el jardín... Las perlas... las flores... Son
vuestras obras de amor, que Yo como perlas y flores las acojo, las entrego
a Jesús por vosotros. Y vosotros tenéis su sonrisa... ¡La Sonrisa de mi Hijo,
la sonrisa de Dios! ¡Luz: Él es luz. Amor: Él es amor! Deseo que vosotros
lo améis cada vez más, deseo esto para vosotros.
Y volviendo a mis recuerdos, recuerdo una mañana de sol. Era prima-
vera, el aire era ligero, Jesús jugaba en el huerto y José cantaba en el taller.
"¿Cómo detener el tiempo? ¿Cómo alejar el dolor?" Yo era una criatu-
ra, temía el dolor, no quería perder a Jesús, pero al mismo tiempo sabía
que no era mío... Había aceptado la voluntad de Dios, mi humanidad esta-
ba entonces sofocada por el amor a Dios.
"¡Myriam...!"
Entré por vosotros en el tiempo para deciros una vez más del amor de
mi Hijo por vosotros!
1 de diciembre 1985
108
"Un traje tejido de burda trama, una pañoleta blanca..." los encontramos en la obra
pictórica "La Virgen del pan" de Luiggi Crescio, en este volumen "Mi vida en Nazaret"
página 9.
291
212. - Yo invito al mundo al amor.
"¡Ave Myriam!".
La voz del ángel Gabriel era muy armoniosa. Yo estaba sorprendida,
emocionada, feliz, asustada... Había tantos sentimientos en Mí y sobre todo
tanto asombro. Cuando Jesús nacía en Belén brillaba aquel cometa que
pronto volverá. No anuncia eventos, está en el viaje continuo de las estre-
llas, pero Jesús nació cuando el cielo era todo un fermento de estrellas y
planetas. ¡El acontecimiento! Dios nacía, ¿ cuántos lo reconocerían como
Dios? Incluso después de siglos muchos dicen que era un profeta y ahora
se pretende colocar a la Iglesia de Dios a la par con muchas iglesias huma-
nas. Yo invito al mundo al amor, desde hace siglos mi Hijo ha pedido el
amor. Estábamos en el jardín sin rosas, en Jerusalén y pensaba en nuestro
jardín, en Jesús pequeño, en aquellas horas felices... "Vendrá el dolor, pero
ahora estoy feliz mirando a mi Hijo..." Y cantaba... Y en ese jardín sin
rosas sentía siempre y tan solo aquella melancolía que se siente pensando
en lo que no puede volver. En mi corazón Jesús habló: "Immi, volveremos
juntos a nuestro jardín...". ¡Hela aquí, hela aquí la esperanza! Lucas escrib-
ía sobre Jesús, de Mí y los milagros. Mucho de lo que ha escrito se perdió.
Por querer divino, lo que vosotros conocéis es lo que debéis conocer y si,
por un don, por una gracia mi Hijo dice que os hable de nosotros, Yo con
mucha alegría lo hago y os hablo como amiga, como madre, como mujer.
Y conozco vuestra nostalgia que vivís en el jardín sin rosas. También vo-
sotros hallaréis las rosas. Lucas escribió mucho de nosotros. Describió a
Jesús como Yo a él se lo había descrito: "Era alto, tenía una figura de esta-
tua, largas piernas musculosas y potentes hombros (uno más desarrollado
que el otro por el trabajo que hiciera por años). Su rostro era regular, la
barba de un rubio oscuro, así como su pelo color de cobre, los ojos de un
azul intenso que penetraban en las almas y miraban dentro de los corazo-
nes. A través de aquel rostro suyo humano penetraba también su naturaleza
divina. ¡El suyo era un paso de rey y llevaba las pobres túnicas como si
hubieran sido mantos de armiño! Su belleza era, sí, material también, pero
sobre todo espiritual". Y Lucas escribía... Y pensaba sacar de aquella des-
cripción un retrato de Jesús... "Señora, su rostro humano se parecía a tu
rostro, su divino espíritu era el del Padre divino. ¿Cómo podré fijar en la
madera aquel rostro? Tan solo la parte humana, la divinidad, ninguna ma-
no de hombre puede fijarla en una efigie...!".
292
Y de hecho, entre tantas y tantas efigies de Jesús ninguna demuestra su
divinidad pero algunas se le parecen: ¡las hechas por los hombres ayuda-
dos por los ángeles!
3 de diciembre de 1985
213. - El mundo de ahora con frecuencia ya no conoce la verdad, pero aún
hay muchos que creen en Mí y en mi pureza.
Bernardita cruzó el río, ya que delante de la gruta estaban los gendar-
mes. Yo aparecí en el prado. Oigo ahora en el recuerdo el ruido del agua
que corre dulcemente, el olor de la hierba y veo el rostro de Bernardita...
"Mi bella Señora!". "Mi pequeña...". El mundo de ahora a menudo ya no
conoce la verdad, pero muchos siguen creyendo en Mí y en mi pureza.
"¡Que soy era Immaculada Counceptiou!"109 Hablaba en su lengua y
Bernardita me respondía dulcemente. ¡Yo soy la Inmaculada Concepción!
Por esto Mi cuerpo no podía morir, no he conocido la muerte, nunca pe-
qué.
¡Conocí la Vida! Y para vosotros la preparo entregando a Jesús vues-
tras preocupaciones, vuestras obras y vuestras oraciones. Cuando vivía con
Johanan, intentaba crear todavía aquel ambiente en que vivía con Jesús,
preparaba los panes a la miel... Y las lágrimas a menudo caían sobre aque-
llos panes.
Y ahora que vivo con Jesús las maravillas del Paraíso, pienso que vo-
sotros también las viviréis y que lo que en la tierra parece difícil o doloro-
so pasará para vosotros como ha pasado para Mí. El Cielo espera a los
puros de corazón y a veces hay pedacitos de Cielo para vosotros en la tie-
rra, treguas de paz, de amistad, de serenidad.
Así era para Mí también cuando llegaban los apóstoles a visitarme y
hablaban de lo que habían hecho en nombre de mi Hijo, hablaban de mila-
gros y de conversiones. Y cuando yo asistía a las misas que Simón cele-
109
"Yo soy la Inmaculada Concepción", palabras de la Sma.Virgen a Bernardita el 25 de
marzo de 1858, en el dialecto local Patois, que hablaba la vidente de Lourdes, región Midi-
Pyrénées (Mediodía-Pirineos), al SurOeste de Francia.
293
braba, había en Mí un pedacito de cielo, me parecía escuchar en Mí aquella
voz: "¡Immi, estoy contigo!".
¡Mi cuerpo no podía morir ya que soy La Inmaculada!
Y en este tiempo Me gusta repetíroslo a vosotros, es una certeza, es
una verdad.
Y el Gave se desliza con el dulce ruido de agua límpida, el prado es
verde y Bernardita está conmigo en el Paraíso. "No te prometo felicidad en
la tierra...".
"Ahora tengo felicidad en el Cielo". Para vosotros, ¿cómo es este Cie-
lo? Podéis tener mucha fantasía, mucha imaginación, pero desde la tierra
jamás podréis comprender toda su belleza. Para vosotros la esperanza, que
es una luz en las horas del tiempo. "Señora, dime: ¿tu Hijo hablaba mucho
contigo?". "Lucas, mi Hijo hablaba conmigo incluso en el silencio...". Así
es también con vosotros. Él os habla en el silencio. Lucas me preguntaba
muchas cosas de Jesús. Yo, contestando, recordaba, y en Mí se alternaban
pensamientos dichosos y tristes: ¡los recuerdos! Sin embargo, ahora sé que
todo vuelve, ¡en la eternidad es todo un vivir y revivir en la infinita belle-
za, que es amor de Dios! "¡Que soy era Immaculada Counceptiou!".
8 de diciembre 1985
214. - Mi historia, mis apariciones a las almas: cuando son verdaderas duran
en el tiempo.
Las manifestaciones verdaderas duran en el tiempo, las otras son olvi-
dadas. Yo me manifiesto cuando mi Hijo lo desea para el mundo y otras
veces dicen que Yo me manifiesto, pero todo esto es fruto de interés o
fantasía. ¡La verdad, en Lourdes, en Fátima, en Garabandal, en Roma! Y
verdades ocultas: manifestaciones a las almas y verdad para María de
Agreda, para Catalina, para la otra María y para ti, ahora con estas mis
palabras.110
110
El mensaje se refiere a Ana Catalina Emmerich, María Valtorta y nuestra carismática
Giuliana.
294
Y esos santuarios esparcidos en el mundo donde se habla de aparicio-
nes mías, son huellas de verdad, pero siempre existe un testimonio de lo
que ha sucedido como en Montichiari y en otros sitios donde permanece al
menos una señal de mi pasada presencia. En estas hojas sigue habiendo
todavía mi presencia. Aquí expreso mis sentimientos de entonces y de
ahora. Entonces... en aquel tiempo, en mi tierra, en la pequeña casa con
Jesús, con José, con mi trabajo, con mi plegaria...
Y luego, en las horas de la nostalgia, cuando hablaba de Jesús con Lu-
cas y Lucas me escuchaba con mucho interés:
"Fue un hombre divino, sus dos naturalezas estaban unidas o se alter-
naban. Yo lo he amado como hijo, lo he adorado como Dios".
Para Mí también era difícil comprenderme a mí misma en esos senti-
mientos. Y vosotros, que para llegar a casa, en el Reino, debéis amar a
Dios en el prójimo y al prójimo en Dios, acaso logréis comprender un poco
cómo Yo he amado a mi Hijo... ¡Y en Él os amo a vosotros, hijos míos!
Mi historia, mis apariciones a las almas: singularmente, en el silencio,
hablo a muchos que no saben que están escuchándome. Así lo hace mi
Hijo, habla y las almas escuchan, mejoran, crecen y no saben que escuchan
aquella voz. Almas puras, almas en gracia. La gracia es una puerta del
alma por la cual Dios puede pasar. Cuando me manifiesto, suceden cura-
ciones tanto de los cuerpos como de los espíritus. Son más importantes las
espirituales y ahora, en el tiempo de los falsos profetas, pueden suceder
falsos milagros que al comienzo pueden parecer auténticos y luego llevan a
la confusión. El maligno está jugando con muchas, pobres almas.
¡Es este tiempo de confusión! Se puede vencer esta confusión, con la
fe pura y el mapa del Reino: el Evangelio. Esas palabras de Jesús, que ha
dejado al mundo como regla de vida y de salvación. ¡No hace falta estudiar
o meditar, basta amar, basta amarle! Algunos aman estudiar, otros meditar,
y eso es bueno, pero quien no tiene una mente demasiado capacitada para
todo eso que ame, que obre, que dé!
Sigue siendo siempre plegaria y en ocasiones la mente escucha al alma
a la cual Dios habla y en eso consiste la sabiduría de los sencillos. Todo es
hermoso, maravilloso, lo que Dios creó, y también los misterios... Los
misterios que más tarde, en el Reino, ya no serán tales. Cuando he hablado
a Lucía, a Bernardita, a María, he dicho siempre palabras de verdad y no
vanas. Tampoco podía decir cosas vanas a Bruno111 "¡Que soy era Imma-
culada Counceptiou!, mi cuerpo no podía corromperse..."
111
Bruno Cornacchiola
295
Y ahora digo que mi Hijo desea otro dogma: con Él he redimido a la
humanidad. Yo lo hice tan solo por amor. Mirando a Jesús en la pequeña
cuna pensaba en los niños de todo el mundo: "Nosotros las madres los
tenemos para darlos al mundo y llevarlos al Padre..." Yo no debía llevar a
Jesús al Padre: era y es Dios y con el Padre es una sola cosa, pero entonces
no comprendía bien, aunque sabía que era el Hijo de Dios... Pero era tam-
bién mi criatura. Las madres tienen a los hijos para llevarlos a Dios. Ellas a
su vez, fueron hijas que debían ser llevadas a Dios por sus madres. Toda
una cadena, una dulce cadena de amor.
La familia. En aquel tiempo esperaba el nacimiento de mi Dios niño.
Preparaba para Él unas telas suaves y pensaba en su llegada a Nazaret y la
cuna ya estaba lista. Pensábamos ir a Belén y luego volver a Nazaret para
su llegada, pero Dios quiso nacer allí. Me gusta hablar de mis recuerdos.
Estoy sentada yo también ante el fuego, conozco esta casa, esta cocina,
estos vuestros pensamientos. Es un poco mi casa, como lo son vuestros
corazones. Para Jesús, para Mí, las pequeñas casas de los corazones huma-
nos que nos aman, que nos sienten dentro... ¡son pequeñas casas nuestras!
Cuando Jesús caminaba por los caminos y no sabía si en la noche encon-
traría un refugio (en aquellos momentos eran un verdadero hombre puesto
que quería probar y vivir todas las dificultades de los hombres), como Dios
pensaba en las pequeñas casas... "Descansaré en esas...".
Somos lejanos en el tiempo, pero cercanos en el espíritu. Yo siento que
soy una de vosotros, en medio de vosotros, y veo lo que vosotros veis. La
casa, mi efigie, el fuego. Y lo que importa: Yo veo, vosotros no veis, el
amor que me dais, el amor que dais a Jesús.
Los apóstoles muchas veces venían donde Mí a discutir entre ellos:
"Señora, ¿es justo su pensamiento o el mío". Simón era el más apasionado
en las discusiones y quería tener siempre la razón. Llegaba Pablo de Tarso,
se sentaba junto al fuego y... predicaba. Iniciaba siempre así su discurso:
"Hermanos...!". Luego me decía: "Señora, tú no necesitas de mis dia-
tribas, pero me sabes escuchar con tanta dulzura...".
"Hablas de Jesús con amor, Pablo, este amor tuyo entra a mi alma y me
hace feliz y triste al mismo tiempo. Es la nostalgia!".
15 de diciembre 1985
296
215. - ¿Han pasado tantos años, o Jesús ha nacido esta noche?
¿Han pasado tantos años o Jesús nació esta noche? Esta noche ha naci-
do para vosotros, para que podáis vivir su historia con el pensamiento y
con vuestros sentimientos.
Jesús es Dios y no había palacio o castillo digno de acogerlo. ¡Él traía
la Redención y el amor y eligió aquella choza, tierra apisonada y paja y el
canto de los ángeles!
"Gloria a Dios en lo alto de los Cielos, paz en la tierra a los hombres
que lo conozcan y lo amen y hagan de su Palabra regla de vida".
Mis pensamientos eran confusos; demasiada la emoción, demasiada la
alegría, entonces no pensaba en el después sino en aquellas horas. Así lo
hacéis vosotros: ¡vivís pensando en las horas en que vivís! Dios piensa en
el futuro y siempre por un futuro vuestro mejor! He aquí que todo entonces
se hace más sencillo, más fácil.
Hacía frío, pero vosotros ya sabéis esta historia, parece una fábula ya
que vosotros la habéis vuelto tal. Para Mí no fue un cuento, sino una vida
en la cual muchos sentimientos se alternaban, una vida pobre y serena,
durante la infancia de Jesús, cuando no pensaba en el después. Dios ayuda,
Dios hace sus revelaciones en el momento justo, que a veces nos hace ol-
vidar más tarde, para hacérnoslas recordar cuando Él quiere y sabe.
La vida de Jesús, una infancia serena, sus dos naturalezas que en Él se
alternaban o estaban fundidas según lo que tenía que hacer...
"Immi, Yo aprendo a escribir, intento hacerlo bien, pero Yo escribiré
en los corazones humanos..."
En los corazones humanos ha escrito la síntesis de toda su Palabra:
"Amor!". Cuando vosotros veis el nacimiento, la figurita que me represen-
ta está cubierta, mientras que Jesús está casi desnudo...
¡En la cruz estaba casi desnudo! Ha dado al mundo todo de sí mismo,
pero en la cuna de paja estaba abrigado y amparado por el manto de José.
¿Han pasado años o ha sucedido esta noche?
Navidad 1985
297
216. - En el templo Él había empezado a demostrar su divinidad sin decir
quien era.
Todos los años íbamos al templo de Jerusalén para las fiestas de Pas-
cua. Preparábamos en los días anteriores la partida, las provisiones: pan,
aceitunas, queso, normalmente, y un poco de fruta; con la leche de burra
nos quitábamos la sed, o con agua de las fuentes. Éramos siempre muy
felices en ese viaje, aunque era una peregrinación. Contábamos los días y
luego recordábamos todos los detalles de aquellos días... Íbamos con el
pequeño carro, con las tiendas y las mantas. Jesús, ese año en que habló
con los sabios, era aún más feliz que las otras veces. Nosotros no podíamos
saber el motivo de eso...
Y luego estuvimos llenos de ansias, hasta encontrarlo nuevamente. A
Mí me latía el corazón y les confieso que también lloré: "Sin embargo es
Dios y Él sabe lo que debe hacer y hará seguramente cosas buenas y no
puede estar en peligro... ¿Y si en cambio, se hubiera perdido? También es
un muchacho...". José no lo reprochó, sabía quién era Jesús, pero si hubiera
sido un padre común y corriente y Jesús tan solo un muchacho, segura-
mente lo hubiera hecho, incluso por reaccionar después de esa larga pre-
ocupación.
Al comienzo, estábamos seguros que estaba en la caravana, mientras
que Él, Jesús, se había quedado en el templo porque así debía ser: Él había
empezado a dar muestras de su divinidad, sin decir quien era. Los sabios
quedaron asombrados con sus respuestas; a nosotros Jesús no nos dijo lo
que le habían preguntado y lo que Él había contestado, nos reveló tan solo
una oración:
"Vosotros que sois hombres de estudio, recodad que nada se puede es-
tudiar sin el pensamiento dirigido a Dios, que ilumina..." Jesús se asombró
cuando regresamos a buscarlo: "¿Por qué me buscabais? ¡Tenía que ocu-
parme de mi Padre!". Los hijos no son nuestros en la tierra. Ni yo ni José
comprendimos entonces esas palabras. Jesús crecía en sabiduría: Él reve-
laba su sabiduría con el tiempo. Crecía en edad, crecía en gracia.
Como Dios, había en Él toda gracia, como hombre se portaba para es-
tar en gracia. Crecía delante de Dios, Él, Dios y el Padre unido a Él por el
mismo Espíritu, lo iluminaba y lo hacía poderoso cuando en Él estaba la
divinidad. Los hombres lo veían como uno de ellos hasta cuando se reveló
y entonces muchos lo reconocieron y muchos aún no lo conocen.
298
Está todo claro, pero Yo recuerdo aquellos momentos de ansiedad que
aún debía probar: era y soy su Madre y aquellas lágrimas, las primeras
derramadas por Él, por vosotros, en la Redención.
Después de haberle encontrado, durante el viaje de vuelta, ya no se
habló de eso y Jesús fue muy afectuoso con nosotros.
29 de diciembre de 1985
217. - Lo que hacen en el amor y con la sonrisa de Jesús, es sonrisa de Dios.
En la gruta, Jesús durmió después de haber mamado mi leche. Yo esta-
ba asombrada, feliz, luego triste... El ángel me había dicho que tendría
felicidad y mucho dolor. José fue un padre maravilloso. Y nuestra pequeña
familia parecía una familia normal. Y la familia no es tan solo un padre,
una madre, unos hijos. La familia es el mundo. Los hermanos, y cuando
vosotros, que tenéis fe, os sentís hermanos también de aquellos que acaban
de conocer.
"Immi, hablarán una sola lengua: la del amor...". Así me dijo Jesús un
día, tenía nueve años, y como Dios, estaba mirando en el tiempo. Y duran-
te años la Iglesia usó como lengua del amor la lengua latina, así en todo el
mundo los creyentes se dirigían a Jesús con las mismas palabras en una
sola lengua. "Pater noster..." ¡Vosotros que habláis la lengua del amor
vividlo siempre este amor y no temáis nada si obráis por Jesús, por el Pa-
dre Celestial, que es una sola cosa con Él! "Immi, en una noche del tiempo,
un tiempo lejano, estarás con ellos, alrededor de una mesa redonda, en una
noche en que el mundo hace ruido, ellos hablarán de nosotros, y nosotros
los escucharemos...". Jesús en el tiempo les había mirado a vosotros esta
noche y ya desde entonces me dijo estas palabras: "Immi, tú les darás tu
benevolencia, tu maternidad, tu sonrisa...". Y Yo, aquí os sonrío a voso-
tros, con vosotros en el tiempo y le doy a cada uno una de mis estrellas...
¡Jesús os mira, os usa como instrumentos y vosotros permaneced serenos,
confiados en Él y vivid el amor! ¡Y hablad la lengua del amor!
Los pastores llegaron a la gruta y nos trajeron leche, pan y se arrodilla-
ron. Los ángeles realmente cantaron. Y vosotros nunca estáis solos, nos
amáis y nosotros os mandamos los ángeles. Y los ángeles cantan. Entra en
299
vuestras almas la paz, entra en vuestro corazón el amor de vuestros ánge-
les. "Immi, hablarán la lengua del amor". Y recordad: lo que hacéis en el
amor es sonrisa de Jesús, sonrisa de Dios.
31 de diciembre 1985
218. - De un pequeño grupo de hombres generosos, coléricos, miedosos,
fuertes... venía el crecimiento de la Iglesia.
Jesús no os dice frases complicadas o palabras difíciles, os habla senci-
llamente con aquella armonía que para vosotros es música y os pide el
amor. Cuando era niño, en el jardín de Nazaret, corría y jugaba, era alegre
y activo y observaba todas las cosas de la naturaleza: "Es Dios y juega...".
Yo me perdía en estos pensamientos y después todo me parecía normal...
Intensidad y contraste de sentimientos. Sin embargo, en Mí siempre había
ese gran amor por Él, mi Dios, mi niño. Cuando, después de su Pasión y su
Resurrección, yo vivía con Johanan, seguí viviendo una vida llena de sen-
timientos: los recuerdos, la Pasión, el dolor y su Resurrección: "Ahora está
feliz para siempre, pero cuánto ha sufrido!".
Venían los apóstoles volviendo de sus viajes y me lo contaban todo...
Venía Lucas a preguntarme de Jesús, venía Pablo de Tarso: "Señora, la
Iglesia de Cristo está creciendo, Tú eres el sostén de la Iglesia ya que eres
la Madre de Cristo, Madre de Dios..." De un pequeño grupo de hombres
generosos, coléricos, temerosos, fuertes... venía el crecimiento de la Igle-
sia. La Iglesia será combatida, será traicionada, pero siempre brillará sobre
ella la luz de la Resurrección. ¡Cuánto tiempo, cuánto camino! ¡Cuánta
humanidad!
Toda la humanidad es Iglesia. Yo seguí cocinando, tejiendo, siempre
con la nostalgia en el corazón. La nostalgia, que es una segunda naturaleza
nuestra, nunca pasa aunque vivamos en la esperanza: "Immi, terminará la
nostalgia cuando comience la gloria!". Seguí haciendo los panes a la miel,
especialmente para Simón, de los que era goloso... Lucas me preguntaba
muchas cosas sobre aquello que Jesús decía y sobre lo que había hecho.
"Señora, ¿cómo era el ángel que anunció el Acontecimiento?". "Era un
muchacho bellísimo y luminoso... aunque los ángeles son puros espíritus
300
pueden, por amor y voluntad de Dios, mostrarse a nosotros con un rostro
humano para podernos hablar humanamente". "¿Estabas muy asombrada?"
"Demasiado asombrada, y así me parecía soñar y mi asombro se cal-
maba y se volvía admiración...".
Después me quedé quieta por horas, mientras en Mí comenzaba a vivir
Jesús.
15 de enero de 1986
219. - Cuando hay mucha oscuridad en la tierra, nosotros os mandamos
nuestra luz: los carismas.
Cuando vosotros actuáis para Jesús, Él sonríe y su sonrisa ilumina el
mundo, vuestra alma y vuestros corazones. ¡Y cantan vuestros ángeles a
coro, vosotros sentís la paz en el alma! Con nosotros en aquel tiempo, en
Nazaret, estabais todos vosotros. Cuando vosotros vengáis mostraré a
vuestro pensamiento nuestra casa y vosotros la reconoceréis. He aquí el
fogón, aquí la cortina a rayas, aquí el pequeño huerto, he aquí el aroma de
las rosas. Y a veces, este perfume se desprende de nuestros pensamientos
para vosotros, de nuestro amor por vosotros.
En aquel tiempo, después de la Resurrección de Jesús, cuando vivía
con Johanan y vivía aquellas horas de nostalgia, oraba mucho por la Igle-
sia. ¡Y ahora, esto os pido a vosotros! ¡Orad mucho por la Iglesia en sus
hombres! La Iglesia será entonces purificada de tantas insidias, ¡la Iglesia
debería ser límpida! Orad. Y vosotros sabéis que orar es muchas cosas.
Sobre todo hacer el bien en nombre de Jesús, eso es orar. Estar llenos de
caridad es también orar.
Y pensar en Jesús es orar. Pido esto a todos vosotros que tenéis de Mí,
a través de un alma, estas palabras. ¡Palabras, sentimiento, amor!
En Nazaret veréis aquel sendero que llevaba a nuestra casa; allí han
cambiado muchas cosas, pero nosotros estaremos allí para vosotros cuando
vengáis: "¡Entrad! ¡Por fin habéis llegado! ¿Tenéis sed? Aquí está un sorbo
de cebada... Sentaos y habladnos de vosotros aunque ya nosotros sepamos
todo de vosotros...". Y percibiréis el perfume de las rosas... Cuando en la
tierra hay mucha oscuridad, he aquí que nosotros os mandamos nuestra
301
luz. Eso son los carismas: ¡luces! Y vuestros ángeles, los ángeles de aque-
llos que se aman cantan juntos. La paz del alma con frecuencia proviene de
este canto. Sobre la gruta, los ángeles cantaban cuando Jesús nació: en los
corazones humanos canta el amor por Jesús. Ángeles, hombres, naturaleza,
todo está para glorificar a Dios. El amor existe, existe la bondad y la cari-
dad. Existen muchos corazones áridos... En el aire siempre hay la sensa-
ción para vosotros de alguien que os escucha. ¡Jesús en medio de vosotros
os escucha siempre! ¿Y vosotros no le decís nada? ¿Por qué? Él os escu-
charía.
Vosotros lo sabéis y le habláis, ¡Él os escucha! Cuando vengáis a nues-
tra tierra volveréis a vivir nuestros días. Días serenos, días de fatiga, días
de dolor. Y ahora vivid serenos, ya que vuestros ángeles cantan a coro.
22 de enero de 1986
220. - El dolor es el misterio más grande de la tierra.
¡Una espada me habría de traspasar! Yo sabía del dolor ya desde cuan-
do el Ángel me anunció el Acontecimiento. ¡Cosas tan grandes, tantos
dolores! Dios no venía a la tierra solamente para hablar a los hombres y
para hacer milagros. Dios llegaba a sacrificarse. Cuando Jesús era pequeño
tuve tantas horas serenas, el futuro lejano, la gracia de poderle acunar, de
poderle acariciar, de escucharle. Vosotros conocéis ahora tantas cosas de
aquella vida en Nazaret, aquella desgarradora nostalgia que conocimos y
vivimos y tú la sigues viviendo y Yo, Myriam, la viví en realidad hasta el
fondo en aquella vida, después de la Pasión y la Resurrección en Jerusalén,
en la casa cerca de Getsemaní. Allí miraba al Cielo y Lo buscaba... "Immi,
estoy cerca de ti...". Yo era una criatura con el dolor de las criaturas, el
dolor es el misterio más grande de la tierra, la escala más alta de enalteci-
miento. El dolor sufrido es totalmente oración, ofrecida y sentida. En un
día de sol, entre los olivos miraba el cielo, las hojas parecían un bordado.
En Mí había bordados de pensamientos. Pensaba en el dolor que habría
traspasado mi alma como una espada, mientras miraba aquellas hojas,
aquel cielo y cerca de Mí estaba Jesús niño. Sereno en su dulce sueño, en
la cuna que se mecía despacio. Momentos que no se olvidan: voces que se
302
vuelven a escuchar, un temblor del alma. ¡Por su dolor vendrá mi dolor! Y
en la nostalgia pensaba aquello que vosotros debéis pensar: "Él está en la
gloria, la nostalgia es para Mí, solo para Mí!". Un día vino Lucas, se quedó
muchas horas: "Cuéntame de aquel día en el templo...". Hablé largo, Lucas
escribía todo, toda palabra mía: "Al menos que todo eso sea conocido, es
demasiado importante y maravilloso..." ¡La espada que traspasa el alma!
¡El dolor! El mundo está lleno de espadas y el dolor en la tierra sigue sien-
do un misterio.
Jesús dijo palabras que dan gran esperanza: "Bienaventurados aquellos
que sufren..."
Jesús no dijo más que una gran verdad. Jesús dijo: "Mi Reino no es de
este mundo..." Y espera a todos en su Reino, el Reino Celeste, el Reino de
la felicidad. Allá no hay espadas que traspasen el alma. ¡El alma vive y
canta y ama! Y Yo ahora vuelvo allá, entré por instantes a tu alma, hablé a
tu corazón y he puesto en él más esperanza para ti y para vosotros, ¡para
todos vosotros! Ahora vuelvo allá donde viven vuestros seres queridos y
por vosotros les daré un beso.
3 de febrero de 1986
221. - La fe es aliento. La confianza, que sea esperanza.
¡Un rayo de sol, muchos rayos para vosotros, por vuestra fe y vuestra
esperanza! Lo que pedís para un bien infinito os será dado. Mi Hijo os ama
y sabe lo que necesitáis y Yo, Myriam, le entrego a Él vuestros deseos y
vuestros temores. Puedo deciros que esperéis y que estéis serenos. En Caná
le supliqué a Jesús con la mirada, y ahora, con la misma mirada, Yo le
suplico. El mundo necesita esperanza y Yo la llevo al mundo con los rayos
del sol. Jesús me ha dicho que lo haga por vosotros.
Soy su intermediaria y en el sol me manifesté para contaros todo el
amor que os tengo y que Jesús os tiene.
En el tiempo en que el mundo tiembla, en el tiempo en el que la Iglesia
sufre, he aquí los senderos de Dios. Amad al prójimo, dad, testimoniad y
seréis senderos. mi vida la conocéis un poco, mis cuidados dejados en Na-
zaret, mientras vivía aquella vida sencilla pero intensa.
303
Esa pequeña casa que en parte ha volado. Y vuelan vuestros pensa-
mientos hacia Mí. ¡Mi cuerpo no podía terminar!
Estoy viva con el cuerpo y con el alma y para vosotros me transporto
con el pensamiento. ¡Dios todo lo puede, Él os mira, os conoce, sabe lo
que necesitáis y os ayuda y Yo le pido ayuda para vosotros!
En Caná, el agua que se convirtió en vino. Almas áridas que la fe ha
cambiado totalmente.
La fe es aliento, la confianza que sea esperanza; Yo sigo pidiendo por
vosotros a mi Hijo: "Ayúdalos!". Él me ha sonreído.
12 de abril de 1986
(Aniversario de la aparición en la gruta de
Tre Fontane, en Roma)
222. - Habéis llegado a mi casa, yo os abrí la puerta y Jesús niño os ha
venido al encuentro.
Entonces era distinta la vida en aquel país. Todo más sencillo. Yo mi-
raba por la ventana de mi casa en Jerusalén, cuando vivía aquellas horas
que tú vives. Los árboles de olivo y mi corazón temblaban con el recuerdo
de Jesús en el huerto de los olivos... Todas las lágrimas por su Pasión las
he saboreado... Y en aquellos días venían a menudo los apóstoles, por su-
puesto, cuando no estaban muy lejos, para revivir conmigo los recuerdos.
Cuando se ha vivido el dolor, el alma se hace más sensible... Jesús sab-
ía que decía una gran verdad, una verdad que volvía de arriba abajo, cuan-
do dijo "Bienaventurados" a los que sufren. El sufrimiento enaltece el espí-
ritu. A veces, me parecía oír la voz de Jesús...
"Hijo, ¿eres tú quien habla a mi espíritu?" "Madre, Yo hablo a tu espí-
ritu: ¡escucha al amor!". Continuaba la vida, aquellos días, aquel escu-
char... ¡Y la Iglesia crecía! Los apóstoles obraban milagros en nombre de
Jesús. Y Lucas escuchaba Su historia. Habéis visto aquellas aldeas, ahora
ciudades, habéis contemplado aquella luz dorada que yo también vi...
Habéis llegado a mi casa, yo os abrí la puerta y Jesús niño os ha veni-
do al encuentro... "¡Immi, han pasado tantos, tantos años! Y ahora han
llegado". Habéis estado con Nosotros... ¿Volveréis? Dejemos el misterio,
304
pongamos en su lugar la esperanza. ¡La casa, el hogar, nuestros corazones
están siempre a la espera de vosotros! Ahora la tierra tiembla, hay poco
sol, hace falta la oración y hace falta, sobre todo, como siempre, el amor
que es plegaria.
Entonces, quien ama no tema nada. El sendero correcto tiene esas hue-
llas. En el Getsemaní Jesús sudó sangre y, pensando en eso, mi corazón
temblaba. Y cuando resucitó fue una explosión de gloria.
"¡Bienaventurados los que sufren!". Él conoció el dolor y también Yo
y muchos de vosotros también. "Bienaventurados".
¡Tendréis la gloria!
19 de abril de 1986
223. - En Jerusalén he vivido la nostalgia, viví horas intensas;
la Iglesia crecía.
Mi casa en Nazaret estaba sobre la colina. Ahora, dividida en dos par-
tes, está aún en mi corazón. ¡Allí ha crecido Dios! Cuando contaba a Lucas
Su historia, recorría con el pensamiento aquellas sendas, aquellas aldeas
por donde Él había pasado... Para muchos su historia es fantasía... fue una
vida intensa y entretejida de dolor. ¡Jesús es Dios, como Dios veía: ¡he
aquí el dolor! Como Dios miró también el amor: he aquí la Redención. En
Jerusalén he vivido la nostalgia, viví horas intensas... Crecía la Iglesia.
Esos hombres hacían grandes cosas: Jesús obraba en ellos. Desde la casa
de Nazaret miraba los atardeceres... Cuando Jesús estaba lejos, pensaba
dónde dormiría esa noche. "Donde el Padre me mande, yo iré... Pensará en
Mí y yo en Él: somos una sola cosa y el Espíritu nos une..." Recordaba
estas palabras y sin embargo mi humano amor maternal hacía temblar mi
corazón: "Acaso tendrá frío..." "Pensará en Él el Padre...". Me sentía con-
solada.
Y Jesús recorría aquella tierra, fatiga, sudor, frío... "Llevaré el amor y
la luz...". Y me sentía aún más consolada pensando en sus palabras. Y en la
cocina, miraba desde la ventanita al pequeño jardín... Volvía a ver y vuel-
vo a ver ahora su infancia, volvía a sentir voces y perfumes. Son intensos
los aromas de mi tierra... El viento me traía los recuerdos. Y Jesús iba
305
hacia su Pasión. ¡Esa Pasión! ¡Yo, bajo la Cruz, tomaba con Jesús sobre
Mí el dolor del mundo! ¡El pecado que tanto afligió a mi Hijo! Antes de
regresar a Nazaret nos quedamos en esa casa que ahora es una Iglesia.112
¡Gracias a aquellos que vienen a esta casa y piensan en nosotros con cari-
ño! Gracias al alma y por los días pasados con nosotros. ¿Cuándo volver-
éis? ¡Os esperamos siempre!
8 de mayo de 1986
224. - Regresará Jesús y todos lo verán y para vosotros regresa siempre.
Cuando vivía en Jerusalén aquella nostalgia y aquel pesar, que tú co-
noces y vives, tenía, sin embargo, en el corazón esa esperanza que a ti te la
hemos llevado con nuestras voces. Vivía con los recuerdos y al mismo
tiempo ya proyectada en ese futuro que entonces soñaba y que ahora vivo
y que no es futuro, sino que está hecho de todo tiempo, más allá del tiem-
po. Aquí es muy hermoso vivir. Yo vivo con el cuerpo y con el alma. Mi
imagen es la de siempre y mi alma se vislumbra a través de ella. ¡No podía
morir el primer templo! La más pequeña iglesia soy Yo, Myriam, en Mí el
cuerpo de Dios y mi alma, por eso, también por eso, le ha glorificado y así
se vislumbra en mi rostro. El hombre estará completo en sí mismo cuando
todo esté unido en él: alma, cuerpo y sentimientos puros. Mis manos han
acariciado a Jesús, le lavaron cuando era niño, le dieron el alimento. ¿Pod-
ían mis manos morir? Mis ojos le han mirado: ¿podían cerrarse para siem-
pre?
Los apóstoles me contaban lo que habían hecho y dicho cuando pasa-
ban por mi casa. A menudo venía a visitarme Myriam de Magdala, hasta
cuando partió para retirarse en la oración. Con ella hablábamos de Jesús y
eso ya es una oración. Mi vida, entonces, era intensa de sentimientos como
siempre lo ha sido.
Recordaba el tiempo de Jesús y su Pasión. ¡Su Pasión! ¡Esta santa Pa-
sión y aquella Resurrección! ¡Lo que sucede a todos: sufrimiento y des-
112
En Belén, cerca de la iglesia de la Natividad, hay una gruta, llamada la "gruta de la
leche", donde se supone que la Virgen permaneció algún tiempo.
306
pués vida! Dolor y felicidad. Cuanto más dolor, más felicidad. No obstan-
te, el dolor sigue siendo un misterio. "Señora, tu hijo es Dios y podría en-
tonces volver a la tierra..."
La esperanza de Myriam de Magdala: "Él vuelva invisible a ver la tie-
rra, Él está en todas partes, pero volverá tan solo cuando el Padre lo quiera,
al final, para juzgar, para mostrarse en su gloria..." Volverá Jesús y todos
le verán... Y para vosotros vuelve siempre, es casi como si tú ya le vieras
cuando le escuchas, y tú que haces folios y libros, le amas cada vez más,
Él está con vosotros y con vosotros está la paz. Con vosotros está la luz
que os trae. Esa que siempre ha traído.
Preparaba para Johanan las mismas cosas que le gustaban a Jesús, la
verdura, la leche agria, ¡el pan a la miel! Tenía una pequeña colmena, pero
era Johanan quien se ocupaba de recoger la miel. Jerusalén en realidad no
está tan lejos de Nazaret, pero Yo no fui nunca más a Nazaret. No era mía
la nostalgia por esa tierra, la nostalgia le concernía a Jesús y los míos y al
querido José, y ahora todos están conmigo y os sonríen a vosotros Conmi-
go.
Es un tiempo triste para la Iglesia, la lucha es grande, pero la Iglesia es
de Jesús y lo sois también vosotros que lo amáis. Defendedle, amándole
siempre, y orad lo mejor que sepáis, en la forma que os sea más connatu-
ral. Con sentimiento puro, nunca con sólo palabras. En este tiempo de fal-
sos profetas y falsos milagros, milagro es un verdadero profeta. Los profe-
tas ocultos y humildes, sin gentío alrededor de ellos: los verdaderos profe-
tas. Los profetas no deben ser perturbados sino defendidos. La Iglesia
triunfará siempre y así mismo el bien. En Nazaret, cuando Jesús era muy
pequeño (acabábamos de volver a aquella casa), Él deseaba ayudar a José
y José le hizo un taburete para hacerle alcanzar a la altura de su banco de
carpintero. Ese taburete lo llevé a Jerusalén y después de Mí lo tuvo Jo-
hanan. "Hace falta arreglarlo. Tiene mucho valor...". Así dijo Johanan
cuando una polilla consumió una pata. "Está hecho de madera tosca, ¿qué
valor puede tener?" "¡Fue de un Rey!". Y luego Johanan habló de Jesús a
aquel hombre que sabía de la Pasión, pero no estaba seguro de la Resu-
rrección, y ya estuvo seguro: "Ha sido un honor reparar este taburete. ¿De
un rey? ¡Del Rey de reyes! Este pobre y precioso taburete volvió a dar vida
a mi alma ya que tú me hablaste de Aquel que de niño lo usaba: ¡el Rey de
reyes! Ese Jesús del cual sabía en parte la vida, pero no conocía lo que tú
me has dicho...".
2 de agosto de 1986
307
225. - Aparecí en Roma para confirmar la Asunción y fue elegido un pecador
para esta confirmación.
Cuando llegué donde Isabel, mi alma exultó. Isabel me decía aquellas
palabras que Yo no sabía que escucharía en los siglos: "Ave Myriam, llena
de gracia...". "Immi –me dijo un día Jesús– escucharás de muchos esas
palabras...". Jesús, como Dios, sabía, Yo en cambio a menudo he com-
prendido después lo que Él afirmaba. Mi vida, mi historia, no es del todo
conocida, como sucede con toda historia y toda vida. Solamente quien vive
los sentimientos. ¡Viví intensamente los sentimientos que experimentaba
por ser su Madre! Y al mismo tiempo todo esto me parecía normal. Las
grandes cosas no asustan, o parecen normales o asombran.
Aparecí en Roma para confirmar la Asunción, y fue elegido un pecador
113
para esta confirmación: "Mi cuerpo no podía morir...". Y ningún cuerpo
morirá: todos viviréis resucitados. No tuve muerte: no pequé. La muerte es
el pecado. Y he permanecido con vosotros, amados hijos, todos mis hijos,
cuando vosotros venís a Mí con el pensamiento: "¡Ave Myriam!". Las
palabras del ángel quedaron grabadas para siempre en Mí. El ángel tenía
una bellísima figura humana. ¡Cuántos ángeles podréis encontrar sin reco-
nocerlos! Los ángeles viven cerca de la humanidad, son intermediarios
entre Dios y la humanidad. Hace falta volver a restablecer su culto y hace
falta recalcar la única Verdad.
Iba hacia la casa de Isabel y era muy feliz, estaba también asombrada
por lo que me había sucedido: "¿Justamente yo? ¿Por qué?". Y llevaba en
el corazón la Ostia que se hacía viva para dar la vida. Mi cuerpo no podía
morir: desde el sueño al maravilloso despertar. Y a Jesús les hablo de vo-
sotros cuando vosotros os dirigís a Mí, soy la Mediadora. Sin embargo, era
una pequeña mujer, mi vida en apariencia como las otras vidas. Y Jesús
crecía en sabiduría y belleza... Íbamos al templo, al mercado, yo hacía el
pan... "Immi, todos tienen hambre de pan...". Jesús hablaba del pan de la
vida... Yo había entendido solamente una alusión al pan que cocía en el
horno... "El pan para el cuerpo, el pan para el alma..." Y el hombre, hecho
de cuerpo y alma, asumirá su cuerpo cuando todo se haya cumplido para
ello. Para ejemplo, y para vuestra esperanza, Jesús y Yo vivimos con el
alma en el cuerpo de gloria. Y será esta gloria también para vosotros.
113
Como ya se ha precisado, el pecador elegido para la aparición de la Santísima Virgen en
la Gruta de Tre Fontane, en Roma, fue el comunista Bruno Cornacchiola, convertido des-
pués del memorable suceso.
308
¡Mi cuerpo no podía morir! ¡Nada muere!
No existe la muerte, sino en el pecado y triunfará siempre la vida, ya
que Dios es el Viviente!
¡Y todo lo de Él, Uno y Trino, tiene vida! ¡No podéis morir, vosotros
que amáis a mi Hijo!
El mundo se hacía pequeño, se ensanchaban los cielos para Mí y los
ángeles cantaban y Jesús venía a mi encuentro. Así será también para vo-
sotros: Jesús irá a vuestro encuentro.
En Nazaret cuidaba las flores y mi Nazaret ahora ha desaparecido, pero
en el aire advertís todavía mi pensamiento, los pensamientos míos... Y
mirando aquella senda que lleva a la casa de Isabel, se piensa en Mí y el
pensamiento me alcanza hasta esas iglesias:
"¡Ave Myriam!".
El Señor está Conmigo, el Señor está con vosotros.
15 de agosto de 1985
226. - El tiempo es breve, el mundo tiene necesidad de oraciones.
El Rosario es corona de flores que llega a Mí con los pensamientos
vuestros, vuestras agitaciones, los temores vuestros, y las esperanzas de
vosotros. En Nazaret tenía tantas rosas en el pequeño jardín y mirándolas
Jesús me dijo un día:
"Immi, siempre tendrás muchas flores: amor y pensamientos de la
humanidad que se dirigirá a ti...". No comprendí entonces, Jesús era muy
pequeño. Ahora sé, ahora os agradezco las flores. El tiempo que pasa, los
siglos han pasado desde nuestro tiempo, desde aquella mi vida intensa,
desde ese dolor mío: ¡la Cruz! La Cruz que en parte todos han llevado y
llevan... No os quejéis de la Cruz: ¡mi Hijo os hizo partícipes de aquel
sacrificio Suyo, así como os hará partícipes de Su Resurrección y de Su
gloria! Los días deben vivirse hora tras hora, con las felicidades y afanes
de aquel día. A cerca del futuro piensa Dios por vosotros, lo mejor para
vosotros, vosotros gozad de todo bien que es don Suyo, aceptad toda prue-
ba que es Su don y con la esperanza en el corazón y el alma. En aquel
tiempo, el tiempo de la nostalgia, cuando Lucas me preguntó: "Señora,
309
¿quién mejor que tú puede decirme cómo era Él?". Le dije a Lucas: "Jesús
era mi Hijo y Dios. Lo he amado como Madre y lo he adorado... Su mirada
penetraba el alma, sus gestos eran armoniosos. Delante de Él, todo parecía
en la niebla y solamente Él luminoso. Por encima de todo, en Jesús se per-
cibía la divinidad...".
Sin embargo, muchos no han creído que Él fuera Dios de Dios... Los
ciegos no le veían, los sordos no le oían ¡y así ahora después de siglos!
Por eso yo os pido hoy a vosotros que le hagáis conocer y también
amar. Los ciegos y los sordos de hoy pecan de soberbia o indiferencia. Y
os pido otras flores para que se salven almas. El tiempo es breve, el mundo
necesita oraciones: ¡mis flores, vuestras flores! Durante el tiempo de la
nostalgia, cuando vivía en Jerusalén con Johanan y guiaba en el nombre de
Jesús a los apóstoles, mientras nacía la Iglesia, fundada por Jesús, Él esta-
ba en medio de nosotros, dándonos fuerza e inspiración. ¡Él está en medio
de vosotros!
Lucas me preguntó: "Señora, ¿qué sentiste cuando el ángel te anunció
la venida de Jesús Dios en ti?". "Experimenté gran estupor, gran felicidad,
gran temor...".
Las cosas más grandes, la cosa más grande... ¡El Acontecimiento!
¡Jesús vino para vosotros, a través de Mí! Y por Mí os pide a vosotros
flores. ¡Y para vosotros pido a Jesús gracias! Las luces del mundo pueden
reflejarse hasta el infinito y las luces del infinito se reflejan en el mundo.
La Comunión de los Santos es una realidad: ¡vosotros tened siempre fe, ya
que la fe es esperanza y es flores!
2 de Septiembre de 1986
227. - La única religión fundada por Dios es la Suya.
La Verdad está en Cristo.
Se me apareció el ángel, era bellísimo y luminoso: una figura de mu-
chacho y su voz era solemne. No fue una sensación o una visión interior
como muchos piensan. El ángel estaba presente, Yo me quedé asombrada,
cierto, pero de aquel estupor encantado que se experimenta sólo ante las
cosas extraordinarias y que pocos han experimentado. Es estupor, y al
310
mismo tiempo es como si fuera una cosa normal que en ese momento su-
cede, pero que ya la hemos vivido: tú conoces estas sensaciones. Después
cuando me quedé sola, solo entonces comencé a pensar que la cosa era
grande, maravillosa... y empecé a temer.
"¿Por qué Yo?". Sabía que el Mesías era esperado. Siglos antes hubo
profecías para probar esta verdad, que aún hoy, sin embargo, para muchos
sigue siendo leyenda. Ven a Jesús solamente como un hombre y lo llaman
"grande" comparándolo con Buda, con Confucio. ¡Él es Dios de Dios y la
única religión fundada por un Dios es la suya! La Verdad está en Cristo,
mi Hijo e Hijo de Dios, Dios de Dios engendrado por Dios. Él ama a to-
dos, pero el privilegio es del cristiano. Aquel que conoce y sabe. Cristia-
nismo o catolicismo, la única religión que debe atraer a su verdad a toda
otra religión.
Han pasado tantos años, siglos desde aquel día. En mi mente está vivo
el recuerdo de aquel rostro bellísimo y de aquella voz: "Ave Myriam". Han
pasado siglos y en un tiempo tan árido y materialista parece extraño que
una criatura pueda haber sido pura.
¡Esta época y esta juventud que carece de pureza, estas matanzas! De-
berá ver mucho la juventud de ahora para ennoblecerse y el más alto enno-
blecimiento es el martirio. Pido al mundo caridad y amor, pureza de co-
razón y espíritu. Pido la oración en las formas más altas para la salvación,
la última salvación de muchos. En Nazaret inició, con aquel anuncio, la
primera luz.
Él traería luz. Luz en el mundo. ¡Y el ángel era luminoso! La primera
luz de la Redención. Viví aquellos años alternando en Mí alegría y dolor:
sabía que Jesús me dejaría un día, en aquel amanecer, y sabía de su sacrifi-
cio. Tú, que conoces el dolor profundo, en cambio has tenido este don: ¡el
escuchar!
Y tu mano corre ligera sobre el papel como corría ligera la mía en el
telar... Bernardita confirmó el dogma: "¡Que soy era Immaculada Coun-
ceptiou!" .En Roma fue confirmado otro dogma114: "¡Mi cuerpo no podía
corromperse!". Mi cuerpo puro... "Immi, te amarán muchos...". Lo sé que
me amáis y Yo os amo a vosotros, dulce y maternalmente.
La ayuda y la elección de Dios para mi pureza; Yo no fui más que su
pequeña esclava. Él hace en nosotros grandes y maravillosas cosas. En el
jardín de Nazaret miraba a Jesús mientras estaba jugando: "¡Es Dios y
traerá luz al mundo! Y como hombre sufrirá todo dolor de la humanidad y
114
El dogma de la Asunción confirmado por Su Santidad Pío XII.
311
como Dios tomará sobre sí los dolores de la humanidad. Incluso para Mí,
era difícil comprender sus dos naturalezas. Con frecuencia me perdía en
este pensamiento y Jesús me decía: “Immi, no pienses, después compren-
derás...".
Esto os digo a vosotros ahora: vivid, aceptad y no ¡penséis! Después
comprenderéis aun el incomprensible don del dolor. Nazaret, entonces, era
una aldea; nuestra casa puesta sobre una pequeña colina; yo veía salir el
sol desde la ventanita y había siempre aroma de hierba y flores y de aque-
lla tierra. "¡Ave Myriam!". "¡Verdadero Dios, verdadero hombre! Jesús
niño jugaba, cantaba, corría... ¡Es Dios! ¡Es mi Hijo!". Y me parecía nor-
mal, como sucede con lo que es extraordinario: se penetra en un mundo
diferente, desconocido y del cual proviene aquella luz que nos hace ver la
gran realidad y la podemos aceptar viviéndola. Y tú penetras en este mun-
do, diferente y desconocido para los demás, y esa luz te viene de la escu-
cha. ¡Voces, sentimientos! La humanidad es un solo cuerpo: el cuerpo
místico de Jesús. Y tú escuchas y fijas en las hojas voces y voces, palabras
celestiales y todo te parece normal... y a veces increíble. Para ti también
eso es demasiado grande. Y todo esto sucede en tal modo para nuestra
humildad. La virtud que Jesús ama mucho. No podía morir: por mi pureza.
Mi cuerpo ha sido su primer cáliz. No podía sino transformarse en gloria
en la gloria. Y los siglos han pasado, vosotros vivís en un tiempo árido y
materialista, todavía muchos no creen que Jesús sea Dios y que haya resu-
citado. Os pido oraciones para éstos. Oraciones en la forma más sublime:
¡ofrecimiento, sacrificio, vida!
¡Vivir la Palabra de Jesús es oración!
El ángel era bellísimo y luminoso: en ese momento se encendía aquella
luz, la luz del mundo: Jesús empezó a vivir en Mí.
La humanidad es un solo cuerpo: el cuerpo místico de Jesús.
Y tú escuchas voces de hermanos del pasado, santos, puros y felices.
Ellos forman parte de ti, tú de ellos: amor universal entre unos y otros: los
del Cielo, los de la tierra.
¡Para quien tiene fe no hay barreras, el amor ha ganado! Y tú escucha
todavía: ¡una parte de luz que llevar aún al mundo!
Recogíamos las aceitunas en esta estación y Jesús nos ayudaba a José y
a Mí.
"¡Ya he llenado un cesto!". "Es Dios, es mi Hijo...".
8 de diciembre de 1986
festividad de la Inmaculada
312
228. - Dormí ese sueño que también se puede llamar muerte, pero quien
verdaderamente muere abandona con el alma el cuerpo.
Mi cuerpo no debía morir, en el sentido de que el alma tuviera que se-
pararse de él. He dormido en apariencia el sueño de la muerte para desper-
tarme y transformarme. Solamente Yo, Myriam, sé lo que he vivido y ex-
perimentado. Con mi Hijo he sufrido Su dolor como si fuera el mío y aún
más. Para Mí fue dolor de espíritu. Yo podía sufrir sólo en el espíritu. El
espíritu, sufriendo, se enaltece.
No podía sufrir en la materia, ni decaer: no tenía pecado. Dios quiso
preservarme de esto y darme el dolor de los dolores: ese de todas las ma-
dres que lloran en el alma. He sido el cáliz de Jesús, le llevé a Él, Ostia en
el corazón, le he llevado a Él, Luz en el mundo. Mi purísima materia no
podía contaminarse: he sido Su templo y Su altar. Con Jesús he vivido la
redención. Para Mí la Pasión ha sido cruenta puesto que el sufrimiento
incluso material de mi Hijo, fue como si Yo lo hubiera vivido y mi instinto
materno y humano (ya que soy criatura) hacía que yo sintiera como Jesús
sentía.
¡Hubiera mejor compartido Su padecimiento si Yo también hubiera
podido padecer, incluso físicamente con Él! Dormí ese sueño que puede
llamarse incluso muerte, pero quien realmente muere abandona con el
alma el cuerpo. Mi alma se quedó, en cambio, en Mí a esperar en el cuerpo
esa Asunción que es dogma de fe y de esperanza. ¡Y encontrando a Jesús
pensé en el encuentro de tantas madres dolorosas con los hijos reencontra-
dos!
La vida continúa, para todos cambia... Para Mí cambió ya que vi a
Jesús y la felicidad estuvo en Mí, mientras dejaba para siempre la nostal-
gia. Pero, ¿por qué mi alma se habría de separar de mi cuerpo si debía, este
cuerpo mío, transformarse y no quedar en la tierra y acabar?
Dormí ese sueño material mientras el alma oraba y se preparaba para el
encuentro. Y hay muchos que esto no lo creen. ¿Debía morir porque mi
Hijo murió en la Cruz? Lo hubiera deseado ya que todo lo que Él padeció
lo hubiera tomado sobre Mí, pero era Él, Dios de Dios, llegado a sacrifi-
carse también humanamente. Yo he sido elegida para darlo al mundo. De-
masiado razonar sobre el misterio aleja la Verdad.
Podéis decir que he muerto, pero no he muerto, por cuanto la muerte es
herencia del pecado. Me faltaba esa herencia. Yo solo sé lo que he vivido y
conozco la gran felicidad del encuentro.
313
Se puede llamar muerte ese sueño mío, pero la muerte terrenal es dejar
el cuerpo y vivir en el alma. Yo no dejé mi cuerpo, me preparé a ser asunta
en la plenitud y la espera fue plegaria de gloria.
No escuchéis las teorías nuevas, llevarán a decir otras cosas no verda-
deras: era criatura, debía morir, era criatura: ¿cómo podía permanecer o ser
virgen? ¡Atención! ¡Este es el tiempo de la confusión! ¡No os dejéis enga-
ñar!
10 de marzo de 1987
229. - El vacío que dejó mi Hijo se notaba hasta en el aire...
¡Las largas horas de la nostalgia! Tú las conoces, sabes lo que es esa
melancolía profunda... Trataba de vivirlas con una sonrisa y solamente
dentro de Mí... El vacío que mi Hijo había dejado, se percibía aun en el
aire... Me parecía vivir en un mundo diferente... Después, pensando en su
gloria, se desvanecía en Mí la melancolía, pero como criatura humana y
sobre todo como madre, sufría lo que tú sufres... Me parecía a veces oír su
voz de niño, cuando en Nazaret jugaba en el jardín... Era un jardín para
nosotros con rosas en la primavera. En realidad, era un pequeño huerto.
Allá quedaron sentimientos y pensamientos que nosotros intercambiába-
mos en aquellas tardes... ¡Esa pequeña gran vida! ¡Toda vida humana,
pequeña y grande, es don del Creador para la felicidad eterna! Por esto,
hubo la Redención: ¡para que todos puedan ser felices! Lo que vivía a ve-
ces era para Mí increíble: "Viviré un sueño", me decía a Mí misma, pero
miraba a Jesús, sentía que Dios es una realidad. Pensamientos, sensacio-
nes, recuerdos... Aquí vuelven los recuerdos y se reviven momentos im-
portantes o no. Todo forma parte de nosotros:
"Immi, vendrán a encontrarnos en su tiempo... Ya no encontrarán el
jardín, pero tú les dirás a ellos como era..." Jesús hablaba de vosotros y Yo
no comprendía... "Vendrán y ya no encontrarán el jardín..."
Vosotros lo habéis encontrado en mis narraciones, en mi historia: mu-
chas rosas en primavera, más allá los olivos y un pedazo de tierra cultivada
como huerto, un pequeño huerto que olía a hierba... Una banca de piedra:
tres puestos, pero normalmente me sentaba Yo con Jesús y José estaba
314
delante de nosotros en un taburete que traía del taller. Y vosotros, cuando
venís al jardín con Nosotros, traed vuestros taburetes. No tenemos otros
para vosotros, ¡pero tenemos las rosas, las hierbas y el corazón para voso-
tros!
23 de marzo de 1987
230. - Toda vida puede ser simple e intensa si es vivida en el espíritu.
Soy la Madre de todos porque soy Madre de Dios. He aquí que enton-
ces doy signos de mi presencia a vosotros, al mundo. Los santuarios: mis
casas. Y muchas apariciones mías, lejanas en el tiempo y olvidadas. En
aquel tiempo en Nazaret nunca hubiera imaginado poderme mostrar a la
humanidad de todos los tiempos ni siquiera ser conocida...
¡Vivía aquella vida con alegría, temor, asombro! En las noches de ve-
rano me gustaba sentir los aromas de la hierba y de las flores. Aquel Dios
niño, mi Hijo, alimentado con mi sangre, enviado a Mí por Dios Padre, que
por medio del Espíritu me hizo madre... Le miraba crecer, le amaba infini-
tamente.
¡El amor es siempre dolor! Era sencilla: mi vida simple y, en el espíri-
tu, intensa de sentimientos, me llevaba a ser interiormente invadida por
tantas y tantas sensaciones. Toda vida puede ser simple e intensa si se vive
en el espíritu.
La casa era pequeña, me gustaba, era el mundo de mis pensamientos.
Y ahora que tengo en la tierra grandes y pequeñas casas, me refugio en
ellas para escucharos a vosotros, abriros los brazos y el corazón para deci-
ros: "¡Entrad y quedaos Conmigo!".
7 de julio de 1987
315
231. - ¡Soy la Virgen de la Revelación!
¡Mi espíritu puro, mi alma sin pecado, llevaron a lo alto mi parte mate-
rial! Y subía hacia el Paraíso, lugar sin lugar, vida y armonía sin tiempo,
sin espacio, infinita dimensión para todo lo que es espiritual y, por tanto,
hecho de extra materia: subía a encontrar a mi Hijo; los ángeles me lleva-
ban como si hubieran sido mis alas ¡y todo en Mí cantaba las glorias de
Dios!
Tengo interés en volver a confirmar que no conocí la muerte porque mi
alma no había conocido el pecado. Soy Myriam de Nazaret y tengo tantos
otros nombres... hasta llegué a ser la "Virgen de la Revelación" y así revelé
lo que en estos tiempos sufre la Iglesia.
Túnicas arrojadas al viento... Dogmas puestos en duda, verdades cam-
biadas. Soy la "Virgen del Pan", por una revelación privada, pero que en el
tiempo vendrá a ser conocida. Soy Myriam, la pequeña de Nazaret, Aque-
lla que tuvo para el pequeño mundo de entonces una vida normal hasta el
tiempo del dolor.
Mi vida fue sencilla, la vida de las mujeres de aquel tiempo: el telar, la
cocina, el huerto, la fuente... Mi espíritu vivía en las cumbres más altas...
Era y soy su Madre. Ese cáliz que le llevó y le dio a luz para que Él fuera
luz del mundo. Y el tiempo ha pasado y se hace corto. Volverá mi Hijo y
se mostrará al mundo, pero siempre ha estado con vosotros: "Nunca os
dejaré..." Su Espíritu está con vosotros, Su voz se hace escuchar. Corazo-
nes, almas le oyen y, a veces, se escucha Su voz por un privilegio raro.
¡Mi alma engrandece al Señor! Por lo que ha sido para Mí, por lo que
será para todos los que han creído y por tanto amado. Creer es amar, creer
es tener caridad, creer es vivir la Palabra. "¡Amaos los unos a los otros!"
¡Y los otros, son todos! Amad a todos con el corazón abierto, con vuestra
vida disponible. Cuanto más améis, menos conoceréis la muerte. Para Mí
ha sido vida; para los justos y los puros, para aquellos que creen, que
aman, que viven la Palabra de Jesús, ¡será vida!
¡Mi cuerpo no podía corromperse! Soy la Virgen de la Revelación, soy
María de Nazaret, soy la Virgen del pan.
La Asunción – 8 de agosto de1987
316
ÍNDICE
Advertencia a la edición española ...........................................
Introducción .............................................................................
Virgen del Pan .........................................................................
Presentación de la Santísima Virgen .......................................
1. [96]- A una mamá .........................................................
2. [97]- Mis rosas son las oraciones..................................
3. [98]- Tu rosario es tu dolor ...........................................
4. [99]- Os envuelvo con mi manto para daros protección
y afecto.......................................................................
5. [101]- A todos vosotros que escucháis estas palabras,
os llevo en M Corazón ..............................................
6. [100]- Todos mis hijos de la tierra están en Mi Corazón
7. [151]- Para dos sacerdotes ............................................
8. [102]- Al Padre Gabriel Roschini .................................
9. [104]- Os exhorto a hacer coronas de rosas para Mí,
en el amor a Mi Hijo .................................................
10. [103]- Al Padre Gabriel Roschini en su 50 aniversario
de Sacerdote ............................................................
11. [105]- Que el Cielo os reciba a todos, Yo por vosotros
intercedo..................................................................
12. [106]- Escuchad Mi voz...............................................
13. [107]- Recibo como rosas a vuestros pensamientos ....
14. [108]- A un grupo de fieles..........................................
15. [109]- Rezadme y a los Ángeles pedidles protección ..
16. [110]- Rezad siempre por nuestra santa Iglesia ...........
17. [112]- A las mamás que han perdido a su hijo ...........
18. [113]- Sois todos mis hijos, ¡hijos de mi corazón........
19. [111]- Pensar en Mí es rezar ........................................
20. [114]- Para Luisito .......................................................
21. [115]- Y vosotros que actuáis, sois las pequeñas luces
del mundo ...............................................................
22. [116]- Mis apariciones ahogadas .................................
23. [117] - Quien ama a Mi Hijo es una ventana abierta de
Nuestro Cielo, y abierta hacia el mundo .................
24. [118] - Jesús nació en la tierra así................................
25. [119] - Todo el dolor del mundo estuvo en Mí ............
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26. [120]- Para el Padre Gabriel ........................................
27. [121]- Al Padre Roschini .............................................
28. [122]- Oración y penitencia, para ayudar a aquellos
que no oran ni aman ...............................................
29. [123]- Para un consagrado ...........................................
30. [124]- Para las Oblatas de Nazaret ..............................
31. [125]- Vuestros seres queridos que están ya Conmigo
me llaman mamá ....................................................
32. [126]- Subí al Cielo en aquel día lejano ......................
33. [127]- Es el tiempo de Adviento. Meditad y vivid este
tiempo con la atención en el Acontecimiento .......
34. [128]- Vendré con vosotros cuando sigáis a Jesús .....
35. [129]- Para las Hermanas Salesianas de los Sagrados
Corazones ...............................................................
36. [130]- Para las Oblata .................................................
37. [131]- Para las Oblatas de Nazaret ..............................
38. [132]- El mundo tiene necesidad de luz, ¡la luz es la fe
39. [133]- Soy la In aculada Concepción ..........................
40. [134]- Para las Oblatas de Nazaret ..............................
41. [135]- Para un sacerdote Dominico .............................
42. [136]- Os pido oraciones para el mundo......................
43. [137]- Es más importante el alma que la carne............
44. [138]- Mamá, lo que tú me pides, Yo lo atiendo .........
45. [139]- Es para las Oblatas de Nazaret..........................
46. [140] - Subir al Cielo es la felicidad más grande.........
47. [141]- Vuestros pensamientos los ofrezco a Jesús.......
48. [142]- Sed luces del mundo .........................................
49. [143]- Cuanto más amor se da, más amor se recibe ....
50. [144]- Jesús recibe vuestros pensamientos como si fueran
flores .......................................................................
51. [145]- Al subir al Reino prometido, mi cuerpo de materia
se transformó en cuerpo glorioso ................................
52. [1]- Todas las gentes Me llamarán bienaventurada .....
53. [2]- ... e hizo de Mí el primer cáliz ...............................
54. [3]- Todos lo miraban, pero no sabían lo que luego
habría de hacer.....................................................
55. [4]- Immi, tú eres mi Reina..........................................
56. [5]- Quiero contaros tantas cosas, así Lo amaréis más
57. [6]- Jesús fue dado a luz por Dios ...............................
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58. [7]- He vivido aquellos meses de espera como en un sueño
59. [8]- Debéis tener siempre esperanza, ¡confiad en Dios
y seréis escuchados ..............................................
60. [9]- En la casa de Nazaret comenzó la historia del mundo
61. [10]- Después de la Resurrección vino la Luz, y también
para vosotros será así, hijos míos ............................
62. [11]- Immi, esta casa volará.........................................
63. [12]- El sufrimiento es comprendido tan solo por quien
lo vive .......................................................................
64. [13]- Haced entrar el Cielo en vosotros .......................
65. [14]- Partimos para Egipto con tres burritos................
66. [15]- Las flores sobre los altares son vuestros pensamientos
perfumados y coloreados ...........................................................
67. [16]- Y lo vuelvo a ver Niño. Lo tengo entre mis brazos,
siento el perfume de sus cabellos: un perfume de nido.............
68. [17]- La verdadera religión es amar al prójimo, es creer, es
aceptar los misterios, es perdonar, es amar a Dios....
69. [18]- Nuestra vida se ha novelado como si fuese una fábula,
pero mi vida no fue una vida de fábula.......................
70. [19]- Y los Ángeles estaban en la gruta cuando Jesús nació.
Y los Ángeles están con vosotros ................................
71. [20]- Este pan será vuestra salvación...........................
72. [21]- Hablo a vosotros a través de un alma .................
73. [22]- De rodillas debéis recibirlo en el alma................
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74. [23]- Jesús prolongó Su palabra a través de sus instrumentos, 94
para reanimar la fe .....................................................
75. [24]- Me parece volver a oír las voces de los mercaderes 96
76. [25]- Jesús viene al altar y también Yo vengo con Jesús 97
77. [26]- Os hablo con simplicidad y con mucho amor ..... 99
78. [27]- Todas las madres estamos bajo la Cruz, unidas por 100
el mismo dolor ............................................................
79. [28]- Serás la Madre de la humanidad ......................... 102
80. [29]- Las Plegarias sinceras, son mis rosas de ahora ... 104
81. [30]- Cuando le dais al más miserable, lo dais a Jesús 106
82. [31]- Os hablo de cosas terrenas, para haceros vivir un 107
poco nuestra vida de entonces ....................................
83. [32]- Sed pobres de espíritu ......................................... 108
84. [33]- En el nombre de Dios se vence siempre ............. 109
85. [34]- Yo también soy una criatura y por esto, al recordar 110
mi vida, recuerdo las cosas de cada día .....................
86. [35]- Soñad en la vida del mundo que vendrá ............. 112
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87. [36]- Es necesario despertar la fe ................................
114
88. [37]- La Redención continúa también a través de esta 115
mano que escribe por Mí ............................................
89. [38]- Mi vida fue intensa y, al mismo tiempo, simple . 117
90. [39]- El Rosario es la historia de nuestra vida: ¡que esté 118
siempre en vuestros corazones ...................................
91. [40]- ¡La sombra de una Cruz pesará sobre tu vida ..... 119
92. [41]- El tiempo del dolor estaba todavía lejano ........... 121
93. [42]- Vuelvo atrás en el tiempo y vuelvo a ver a Saulo, 123
que me mira con curiosidad ........................................
94. [43]-Y miraba al Dios niño, que dormía ...................... 124
95. [44]- En nuestra casita siempre había aroma de pan ... 126
96. [45]- Vuelvo a sentir aquella voz de niño .................... 128
97. [46]- Ahora quieren hacer una fábula de la realidad ... 130
98. [47]- Sin embargo, muchos no creen que aquella es la 132
casa que ha volado .....................................................
99. [48]- Y no creen que yo pueda mostrarme a criaturas 133
simples ...................................................................... 134
100. [49]- El que sea más probado, entrará antes en el Reino
101. [50]- He visto y oído al Ángel y he escuchado claramente 136
sus palabras ..............................................................
102. [51]- Nadie es profeta en su tierra ............................. 137
103. [52]- Dicto este diario, al cual confío mis pensamientos
y mis recuerdos ..........................................................
104. [53]- Yo era de sangre hebrea, la raza de la que vino
el Hombre Dios .........................................................
105. [54]- Nuestros recuerdos y nuestros sentimientos vienen
con nosotros..............................................................
106. [146]- Para las Oblatas de Nazaret ............................
107. [55]- Los hombres no comprenden nunca los designios,
trazados para ellos por manos divinas ........................
108. [56]- La riqueza de los buenos y de los santos es
la espiritualidad........................................................
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109. [147]- Donde Yo he aparecido, allí reina la fe .......... 147
110. [57]- Los milagros, aunque puedan parecer para la 148
materia, son siempre para el espíritu ......................
111. [148]- Vosotros estáis en un designio de amor .......... 149
112. [58]- Observar la naturaleza es mirar a Dios ............. 150
113. [59]- He venido a Roma, a aparecerme entre 151
los eucaliptos ............................................................
114. [60] – Para comprender el dolor hay que vivirlo ...... 153
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115. [61]- Bienaventurados que lloran, aunque no
comprendan el don del dolor ....................................
116. [62]- ¿Por qué hablar de dolor? Pensad en vuestra
futura felicidad ........................................................
117. [63]- Sólo Dios consuela los dolores más grandes ....
118. [150]- Para una niña ..................................................
119. [64]-Immi, las flores son gotas que caen del Paraíso
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120. [65]- He elegido a Bernardita, para confirmar 161
el dogma de la pureza ...............................................
121. [66]- Era una mujer simple y tenía pobres vestidos... 162
122. [149]- La forma más bella de caridad es la de no 164
darla a conocer .........................................................
123. [67]- El amanecer hablaba a mi alma con sus 165
últimas estrellitas ....................................................
124. [68]- Aunque a muchos parezca leyenda, el 168
vuelo de la casa de Nazaret, es pura verdad ............
125. [69]- Aún sin saberlo, tú me invocabas en los momentos
de peligro .................................................................
126. [70]- La vida de vuestra alma es la Eucaristía ........... 169
167
127. [71]- La pérdida de un hijo es el dolor más grande, que 172
os acerca a Mí a vosotras las madres.........................
128. [72]- Jesús os manda este regalo de palabras a causa de
vuestra debilidad ......................................................
129. [73]- Soy vuestra Madre y os amo ............................. 174
130. [74]- Vuestro pasar es como un viaje: largo y difícil. 175
Lo que importa es llegar a la meta ............................ 177
131. [75]- En cada imagen mía, está mi corazón que palpita .... 178
132. [76]- En Fátima profeticé lo que sucedería, si no se ora ....
133. [77]- Llevaré a Jesús vuestros pensamientos .....................
134. [78]- Apareceré aún a pequeñas y humildes criaturas .......
135. [79]- Ha llegado el tiempo de muchos testimonios............
136. [80]- Dios programa en nosotros Su Obra .........................
137. [81]- Vuestras oraciones son mis rosas..............................
138. [82]- El reino de Dios entra en las almas de los puros .......
139. [83]- Cada criatura tiene un rostro, que llevará en el
infinito ......................................................................
140. [84]- La casa de Nazaret ha sido la primera Iglesia ...........
141. [85]- El dolor no es resignarse, es llevar el peso con
dignidad .....................................................................
142. [152]- A un sacerdote ........................................................
143. [87]- Yo continuaré apareciéndome para la última
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salvación ...................................................................
144. [88]- Vuestras flores son pensamientos hermosísimos
que me ofrecéis .........................................................
145. [89]- Os cuento muchas cosas para hacerme pequeña
junto a vosotros .........................................................
146. [90]- En el tiempo de la tierra habría de tener tantos
nombres ....................................................................
147. [91]- Los designios de Dios y las obras humanas están
atados con un fuerte hilo ...........................................
148. [92]- Jesús, bellísimo y solemne, ha quedado en el
lienzo de la Santa Sábana..........................................
149. [93]- Cuántos rostros me han dado los hombres,
sin embargo, éste se me parece ................................
150. [94]- "Venid Conmigo". Estas palabras las ha repetido
en todo tiempo, y también a vosotros ...................
151. [95]- Los milagros no se comprenden: suceden ................
152. [153] - La Gran Madre a una hija suya ..............................
153. [154] - En Nazaret mi alma vibraba, temblaba, gozaba,
lloraba ....................................................................
154. [86]- José os ama, amadlo y dirigios a Él ..........................
155. [155]- ¡Vosotros sois mis hijos! Rostros claros,
rostros oscuros: ¡almas ..........................................
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Segunda Parte:
el tiempo del dolor y de la nostalgia
156. - No temas, soy Yo, María, quien dicta a tu espíritu y hace
escribir a tu mano ...........................................................
157. - Me desperté llevada por los ángeles hacia lo alto.
Mi cuerpo fue el primer cáliz. Yo no podía morir ...........
158. - Conmigo nacía una luz, la primera luz de la Redención,
porque Dios así lo había dispuesto .................................
159. - Me dieron este nombre que significa “paz”, Myr, que es
pronunciado ahora en tantos idiomas ..............................
160. - Habiendo conocido el dolor de la manera más
desgarradora comprendo todo dolor desgarrante ............
161. - Ahora te expongo solamente a ti mis sentimientos:
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pena, emoción, añoranza................................................
162. - Aquel día era ventoso, Cefas llegó jadeante ....................
163. - Lo importante es amarle, cada uno con su propio modo
de amar ............................................................................
164. - En este tiempo de confusión, de apostasía, de
incredulidad, el viento de Dios sopla más fuerte .............
165. - ¡Dios lo puede todo! Puede permitir que Yo te
hable desde del infinito ...............................................
166. - Mi cuerpo inmaculado no podía corromperse. La
descomposición es fruto del pecado y fui asunta en la
gloria de los cielos ...........................................................
167. - El Evangelio de Johanan está empapado de amor ...........
168. - Cada hombre es niño en una parte de su alma .................
169. - Y vendrá todavía y sacudirá la tierra y todas las criaturas
de la tierra .......................................................................
170. - Todos aquellos que sufren toman parte en la Redención,
que continúa en todo tiempo ...........................................
171. - En la tierra no se comprende el deseo del Paraíso ...........
172. - La casa de Loreto es parte de la casa de Nazaret, no
es leyenda, no es una falsa historia ................................
173. - La indiferencia de muchos de ahora, he aquí entonces
por qué llora mis imágenes ...........................................
174. - En quien escogía miraba la voluntad de amarlo ..............
175. - Es necesario distinguirse en el amor de Cristo,
mirándolo crucificado, mirándolo coronado de espinas ..
176. - Todos los apóstoles hicieron cosas grandes en el espíritu
y Jesús hizo cosas grandes en ellos ..................................
177. - Cristo desea el amor activo: ¡la caridad! .........................
178. - Las lágrimas de nostalgia son las más dulces y más
amargas ............................................................................
179. - La Iglesia un día estará en todo el mundo y el mundo
será la Iglesia ...................................................................
180. - Llevad la ley del amor al mundo, la única ley que
todo contiene...................................................................
181. - La Providencia es para quien cree en la Providencia ......
182. - Esta tarea te ha sido asignada para este tiempo ...............
183. - En Jerusalén a menudo iba a mirar aquel huerto donde
Jesús lloró lágrimas de sangre ........................................
184. - Confiadme vuestras penas, confiadme vuestros
pensamientos. ..................................................................
185. - Los dones del espíritu tienen siempre un precio, que
nadie querría pagar con grandes cruces ........................
186. - Yo siempre he sido virgen, es necesario recalcar
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esta verdad .......................................................................
187. - Comprendo la nostalgia, la misma que me acompañó
hasta que no me reuní con Jesús ......................................
188. - El tiempo de la nostalgia, dulce y melancólico
sentimiento que acompaña los días de quien ha
perdido un ser querido ......................................................
189. - Y cuando comenzó a crecer la Iglesia estaba llena de
entusiasmo por lo que sentía que habría de ser la
Iglesia con el tiempo .........................................................
190. - El milagro continuo de Dios que obra en las criaturas
aún las de diversa religión. Dios está en todas partes y
quiere salvar a todos ........................................................
191. - He tenido horas de nostalgia, horas de llanto y
comprendo todo dolor .....................................................
192. - No fui rozada por el pecado; Dormía en mí, o en las
flores que Johanan había depositado sobre mi cuerpo,
mi cuerpo no podía experimentar lo que soportan
los cuerpos mortales ........................................................
193. - En el tiempo conocerán mis pensamientos y mis
recuerdos trasmitidos milagrosamente a una criatura ....
194. - La Iglesia crecía, Yo Myriam Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia ..........................................................
195. - Virgen de la Revelación. Me aparecí en Roma al inicio
de una época del gran sufrimiento para la Iglesia ...........
196. - Roma es el centro de la historia cristiana y el martirio de
muchos ha hecho de Roma un encanto ..........................
197. - Quién busca a mi Hijo, busca el camino justo. Él se
deja encontrar, ha muerto para hacerse encontrar por
los hombres .....................................................................
198. - La pequeña casa que ahora se encuentra en Loreto, es
la mayor reliquia ..............................................................
199. - Mis recuerdos, mis días, a través de ti, que eres un
instrumento más acrisolado, puedo decir algo más..........
200. - La Iglesia crecía a través del martirio..............................
201. - Y Lucas escuchó mi historia... Y la reviví, contando,
recordando, sonriendo y llorando mi historia ..................
202. - En la gruta de Massabielle hay una rosa para vosotros,
os la entregaré con la sonrisa que siempre tengo para
vosotros. Vosotros que vivís las horas de la nostalgia .....
203. - Madre, has sido elegida también para vivir Conmigo el
dolor más profundo ..........................................................
204. – Estoy en la gruta de Massabielle, para escuchar allí
súplicas y ruegos como en todo sitio donde soy amada
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y piensan en Mi...............................................................
205. - Los designios de Dios son misteriosos y también
asombrosos... Sorprendentes.............................................
206. - Deseo reconfirmar mi adormecimiento, para un
mundo ahora de dudosos, para un mundo de materialistas
207. - La Iglesia que nacía, la Iglesia que nunca morirá ............
208. - Y aquellas lágrimas, todas en Mí, que no brotan de
los ojos sino que llenan el corazón .................................
209. - La pérdida (aparente) de una persona amada tiene formas,
matices diferentes, pero es siempre dolor ........................
210. -Un don y una gracia que Jesús os hace a vosotros:
mis palabras .....................................................................
211. - En estas manifestaciones mías, hay mucho amor. ...........
212. - Yo invito al mundo al amor .............................................
213. - El mundo de ahora con frecuencia ya no conoce
la verdad, pero aún hay muchos que creen en Mí y
en mi pureza. ...................................................................
214. Mi historia, mis apariciones a las almas: cuando son
verdaderas duran en el tiempo ...........................................
215. - ¿Han pasado tantos años, o Jesús ha nacido esta noche?. 297
216. - En el templo Él había empezado a demostrar su
divinidad sin decir quien era. ...........................................
217. -Lo que hacen en el amor y con la sonrisa de Jesús,
es sonrisa de Dios .............................................................
218. - De un pequeño grupo de hombres generosos,
coléricos, miedosos, fuertes... venía el crecimiento
de la Iglesia ......................................................................
219. - Cuando hay mucha oscuridad en la tierra, nosotros
os mandamos nuestra luz: los carismas ...........................
220. - El dolor es el misterio más grande de la tierra ................
221. - La fe es aliento. La confianza, que sea esperanza ...........
222. - Habéis llegado a mi casa, yo os abrí la puerta y
Jesús niño os ha venido al encuentro. ..............................
223. - En Jerusalén he vivido la nostalgia, viví horas
intensas; la Iglesia crecía .................................................
224. - Regresará Jesús y todos lo verán y para vosotros
regresa siempre. ...............................................................
225. - Aparecí en Roma para confirmar la Asunción y
fue elegido un pecador para esta confirmación. ..............
226. - El tiempo es breve, el mundo tiene necesidad de
oraciones .........................................................................
227. - La única religión fundada por Dios es la Suya.
La Verdad está en Cristo..................................................
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228. - Dormí ese sueño que también se puede llamar
muerte, pero quien verdaderamente muere abandona
con el alma el cuerpo .......................................................
229. - El vacío que dejó mi Hijo se notaba hasta en el aire .......
230. - Toda vida puede ser simple e intensa si es vivida
en el espíritu ....................................................................
231. - ¡Soy la Virgen de la Revelación!.....................................
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