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miércoles, 6 de mayo de 2015

La caza de las brujas








Imágenes:


©


Iván Benítez
Un
as en la manga de Dios
 
 
A
la memoria de José Luis Carreño,

que me llevó de la mano

(pacientemente) en aquellos años setenta.

Tú, ahora, sabes la verdad
 

Nada es casual
Una imagen
incomprensible para la ciencia
<  Empecé a
comprender. Estaba ante un ser majestuoso.

 ¡Qué
extraña sensación! Han transcurrido veinticinco años...



 

En estos momentos, Navidad del año 2002, hace justamente veinticinco
que me enfrenté al enigma de los enigmas: la Sábana Santa de Turín.
Diciembre de 1977. Ésa fue la fecha de publicación de mi primer
trabajo sobre la Síndone. Al volver a leer aquel apresurado pero
intenso reportaje no puedo evitar una profunda emoción. «Es preciso
adelantar que el periodista


-
escribía
en el desaparecido periódico


La Gaceta del No
rte-,


ante una noticia como ésta, se siente abrumado. No todos los
días llega hasta nuestras manos la confirmación CIENTÍFICA de que
aquel Hombre llama
do
Jesús RESUCITÓ de verdad... Y



para aquellos que perdieron la fe. O para los que jamás la tuvieron.
O, sencillamente, para los hombres de buena voluntad, he aquí lo
que podríamos calificar como una segunda "buena nueva"...
»

Fui
el último en imaginar lo que iba a representar aquel encuentro con
José Luis Carreño


y

con
la imagen de la Sábana Santa. ¿Un encuentro casual? En absoluto.
De ahí nacería uno de mis grandes objetivos: investigar



y


difundir la vida


y

el
pensamiento de Jesús de Nazaret. Y fue aquel sabio navarro -el
salesiano José Luis Carreño- quien me proporcionó el bautismo de
fuego. Que Dios lo bendiga.

Siete
años después

-como un milagro-

vio
la luz

Caballo
de Troya,

mi
gran sueño: la vida del Maestro, relatada paso a paso, como la
hubiera contado un periodista o un científico.


En
efecto: es mucho lo que le debo a la Sábana Santa. Y entiendo
que debe ocupar un lugar preferente en el gran proyecto Ilamado
«Planeta encantado». Como he mencionado, el enigma de los
enigmas...
Imagen (en
positivo) de la Sábana Santa o Síndone, actualmente guardada en
Turín.

José Luis
Carreño.


Empecemos por el principio...

 


Una imagen incomprensible


Recuerdo que, al mirarla con detenimiento, me estremecí. Aquel
Hombre muerto tenía algo especial. Era hermoso. Quizá la palabra
exacta sería majestuoso. ¿Un cadáver majestuoso?




Aquella imagen, encerraba «algo» extraño. La había visto en
otras oportunidades, pero nunca como en esta ocasión. El padre
Carreño, entusiasmado, fue señalando algunas de las principales
características del rostro, del pecho, de las manos, de las
heridas...


y


empecé a comprender: estaba ante una figura incomprensible para

la


razón


y


para la ciencia.


Fue
lo peor que podía sucederme. Acepté el reto. ¿Incomprensible?
Eso no era posible. Tenía que haber una explicación.



y

me
propuse llegar hasta el fondo. Fue el principio, como digo, de
una larga carrera. Una dilatada investigación que, por

supuesto,
todavía sigue ahí.



La Sábana: algunas claves


La Síndone o Sábana Santa de Turín es un paño de lino de 4,373
metros de largo por


1,11
metros de ancho. Peso total: algo más de un kilo (1123 gramos).


Es un tejido suave al tacto que, según los expertos, fue hilado
en Oriente Próximo (quizá en el oasis de Palmira) en el siglo

I.
La textura se denomina «espina de pescado» (sarga a cuatro).
Contiene pequeñas porciones de algodón y ningún rastro de fibras
animales. Esto nos lleva a deducir que se trataba de un telar judío
(la ley mosaica prohibía mezclar fibras vegetales y animales).

• Sentido
de la torsión en «Z». Cuarenta hilos por centímetro en la urdimbre
y treinta en

la trama (veintisiete inserciones por centímetro).
Tejido espeso y opaco, muy irregular.

No fue confeccionado para
dormir.


Expertos como Timossi, Raes y Marchis consideran que se fabricó
en un telar manual, muy sencillo, probablemente movido a pedal.

Oasis de Palmira,
posible origen del tejido sobre el que aparece la imagen.



El diseño en espiga aparece interrumpido y falseado por
irregularidades en la anchura de las bandas, en la interrupción
de la nervadura, en los ángulos de término y por omisión de
algunas pasadas de trama.



El lienzo está integrado por dos bandas de muy diferentes dimen
siones.
La de la izquierda es la más pequeña (ocho centímetros de
ancho). Está cosida longitudinalmente al paño principal. Ambos
tejidos son similares, aunque se ignora si la pieza más estrecha
fue cosida después de formarse la imagen. En la citada franja de
ocho centímetros faltan dos porciones de tela: una de catorce
centímetros en la región frontal y otra de casi treinta y siete
centímetros en la dorsal. Ambas fueron sustituidas por sendas
telas de diferente naturaleza.



El tejido en sarga empezó a hilarse en Europa bien entrado el
siglo
XIV, según Walsh. Otros especialistas consideran que el algodón
no se cultivó en Europa hasta finales del

XV
.


La
imagen: algunas claves


La ciencia no sabe cómo, pero la imagen del Hombre muerto responde
a una degradación física de la celulosa que forma las fibras de
lino.


N
o
hay pintura. Jamás se encontró vestigio alguno de los pigmentos.



El color es similar al de las quemaduras producidas en el siglo
XVI en la misma tela de lino. Los científicos hablan de
estabilidad térmica.



Conforme el espectador se acerca a la imagen, ésta desaparece, y
se convierte en una mancha informe. Sólo a cuatro o cinco metros
se aprecia en toda su belleza. Este fenómeno óptico se registra
como consecuencia de la falta de definición en los perfiles.



N
o
existen huellas laterales del cuerpo.



La imagen es superficial: sólo afecta a las dos o tres primeras
fibras (un hilo está integrado por casi doscientas fibras).



El oscurecimiento de la imagen es igual en la parte frontal y en
la dorsal. ¿Cómo puede ser si esta última experimentó un mayor
peso?



La ciencia no sabe cómo, pero la imagen dispone de estabilidad
hídrica y química (el agua utilizada para sofocar el citado
incendio de Chambéry, y que hirvió en el interior de la urna de
plata
, no afectó a la pureza de la figura. Ninguno de los
reactivos químicos conocidos la disuelven o la decoloran).



¿A qué obedecen las claras deformaciones anatómicas en algunas
regiones de la imagen? Por ejemplo: caderas y longitud del
antebrazo.


No hay direccionalidad. Si se tratase de una pintura, aparecería
la inevitable dirección de la mano del artista.



La imagen presenta manchas de sangre, independientes de la formación
de dicha figura. ¿Por qué los coágulos y reguerillos no están lógicamente
desflecados?


La ciencia no sabe cómo, pero la Sábana Santa es un «negativo»
fotográfico.


La ciencia no sabe cómo, pero la intensidad de la imagen varía
en función de la distancia del lienzo al cuerpo. Cuanto más cerca,
menos intensidad.


La imagen -según los especialistas- se transfiere al lino en
sentido vertical.
   
A la izquierda,
imagen frontal (en negativo). A la derecha, imagen dorsal.

  
La imagen, tal y
como aparece en el lienzo (negativo). A la derecha, positivo del
original.

Una larga
historia
Lo que no dicen los
detractores
1
< Tadeo, uno de
los setenta, pudo ser quien trasladó la Sábana fuera de Israel.

Cuando analicé
esta compleja lista de


características comprendí que la Síndone era mucho más de lo que
pretendían sus detractores. Si no es pintura, si


no existe
vestigio alguno de pigmentación, ¿por qué hablan de fraude
medieval? Y proseguí indagando. ¿Cuál es la historia conocida de
la Sábana Santa? ¿Existen documentos que arrojen luz sobre su
antigüedad? ¿Qué dicen esos documentos? Mi sorpresa fue igualmente
considerable. La Síndone, tal


y

como
suponía, tiene una larga historia que no mencionan sus enemigos...


He
aquí algunos datos que me hicieron reflexionar:




Las primeras alusiones escritas a la Sá
bana Santa se registran
en documentos apócrifos: Evangelio de los Doce, Actas de Pilatos
(hoy desaparecidas) y el Evangelio según los Hebreos (siglo


Il,

Biblioteca
Vaticana de Roma). «El señor, después de haber entregado el SUDARIO
al siervo del sacerd
ote,
fue


y


apareció delante de Jacobo [Santiago]» .Esta cita, del referido
Evangelio de los Hebreos, aparece en


la
obra


De

viris
i
llustribus,

de
san Jerónimo.



Eusebio de Cesarea, por su parte, insinúa que la Síndone pudo
ser sacada de Jerusalén antes del asedio por las legiones romanas
de Tito (año 70 de nuestra era). Quizá por los discípulos del
Maestro, que la ocultaron en Pella, al norte de la actual



J
ordania.
Quizá Tadeo, «uno de los setenta»
,
la trasladó hasta la ciudad de Edesa (actual Urfa, en Turquía),
y la puso en manos del rey sirio Abgar. En este sentido, los apócrifos
cuentan que el tal Abgar, enfermo de lepra, solicitó ayuda de Jesús.


La tradición
afirma que el lienzo fue sacado de Jerusalén antes del asedio de
Tito.


   

                                                              
> El rey Abgar.

Y

el
Maestro -en una más que supuesta carta-


le
responde, anunciándole que, una vez cumplida su misión, le enviará
a uno de sus discípulos para sanarle. Abgar se envuelve en la Sábana
y, según la tradición, queda libre de la enfermedad, y se
convierte al cristianismo. Así lo asegura Eusebio de Cesarea en
su

Historia
de la Iglesia,

libro
primero, capítulo 13. Años después



-hacia el 57- Ma'nu, segundo hijo del rey Abgar, le sucede en el
trono y persigue a los cristianos. La Sábana Santa desaparece.
Otra leyenda asegura que fue escondida en la muralla, sobre la
puerta occidental.


Al margen de estas tradiciones -más o menos verídicas-, lo que
parece cierto es que el lienzo termina saliendo de Israel por simples
razones de seguridad. Como es sabido, la ley judía prohíbe el contacto
con cadáveres o con restos funerarios. Éste era el caso de la
Síndone.


Y


los
discípulos de Jesús, al hacerse con el lienzo mortuorio, se
vieron en la necesidad de trasladarlo lejos de Tierra Santa y
ocultarlo en alguna de las nacientes comunidades cristianas de
Asia Menor. Edesa -quién sabe si por la protección del mítico rey
Abgar- fue el lugar elegido.

 


En el año 525 una inundación arrasa la ciudad de Edesa. Mueren
treinta mil personas. En los trabajos de reconstrucción aparece
un extraño lienzo en un nicho practicado en la muralla, sobre la
puerta occidental. Se trata, en efecto, de la Síndone. Otra leyenda
afirma que el lugar donde se escondía la Sábana fue revelado al
obispo Eulalio durante un sueño. A partir de esas fechas, el lienzo
es venerado públicamente. Y se le da el nombre de

«Mandylion
acheiropoiéton»

(«pequeña
tela no pintada por mano humana»). Sólo se muestra la cabeza.
Esta imagen inspiró, sin duda, a infinidad de artistas bizantinos
y medievales.


El escritor Avagrio, en su

Historia
eclesiástica

(año
544), se refiere a la Síndone como el objeto que permitió la
victoria de los edesinos sobre el rey persa Cosroes

I: "Al sacar
el Mandylion en procesión por las almenas de las murallas, el
fuego prendió en las armas enemigas y los persas huyeron."


Los musulmanes toman Edesa (año 639). Se tolera el cristianismo
y el Mandylion, que se conserva en la basílica de Santa Sofía,
es respetado. Una moneda de oro del segundo reinado de Justiniano
(692-695) reproduce la cabeza que aparece en el citado Mandylion.


Atanasio, en el año 700, afirma haber hecho una copia del Mandylion.
Pudo haber

g
uardado
el original en la iglesia jacobita de la Madre de Dios.
Aceptando que la historia narrada por Atanasio bar Gumayer fuera
cierta, la Síndone se salvó así de la inminente fiebre
iconoclasta que asolaría a los cristianos hasta bien entrado el
siglo IX. En ese largo período, que finalizó en el 843, con el Sínodo
de Constantinopla, las imágenes que reproducían el rostro de
Dios o de Jesús fueron destruidas. La Sábana Santa, sin embargo,
se salvó.


Primavera del año 943 de nuestra era. Edesa es cercada por los
ejércitos bízantinos. El general Curcuas promete a los musulmanes
que no destruirá la ciudad y que pagará doce mil piezas de plata
si, a cambio, entregan el Mandylion. Un año después, tras laboriosas
gestiones, los musulmanes ceden el Mandylion al obispo de Samosata.
Se trata, al parecer, de una copia. Nuevas negociaciones.
Finalmente, los habitantes de Edesa entregan el lienzo original.
El Mandylion permanece un corto período de tiempo en Samosata.
Después continúa hacia Constantinopla.


La Síndone salió
de Israel por razones de seguridad.


La mayor parte de
los artistas bizantinos se inspiró en el llamado «Mandylion».



Un día histórico: 15 de agosto del año 944. El Mandylion entra
en Constantinopla. En la sacristía de Santa María de Blanquernas
es venerado por Esteban y Co
nstantino
Lecapeno, hijos del emperador, así como por el futuro emperador,
Constantino Porfirogeneta. El comentario d
e
los Lecapeno es elocuente: «Está borroso.» Un escrito de aquella
época,

De
im
agine
edessena,


dice textualmente:


«...es

una


secreción húmeda, sin colorido ni mancha
s
artificiales».

Al
día siguiente, el Mandylio
n
es paseado en una urna por las calles de la ciudad. El archidiácono
Gregorio pronuncia una homilía y habla de la totalidad de la imagen,
incluida la herida de costado. A partir de esos momentos es expuesta
a los fieles cada viernes y en

su

totalidad.


Año 945. Al ser coronado emperador. Constantino Porfirogeneta acuña
monedas de oro con las que celebra la llegada de la Síndone a Constantinopla
(aparece e
l
rostro de Cristo). Declara el 16 de agost
o
como el día de la Imagen de Edesa.


Hacia el año 1011 (?), el papa Sergio recibe en Roma una copia
del Mandyli
on,
se la conoce como la «Verónica». Se trata de una falsa leyenda.
La Verónica nunca existió. Verónica significa «verdadera imagen
»


(Vera


Ic
ona) .


Por primera vez, el arte se preocupa de dibujar a

Jesús
completamente tendido, tal y como muestra la Sábana Santa (año
1025
, aproximadamente). Son los

threnos

o
escenas de las lamentaciones. ¿Pudo alguien desprender la tela
de su marco y contemplar así la totalidad de la figura?



Año 1058. Abu Nasr Yahya, escritor árabe-cristiano, asegura



haber



visto el Mandylion en Santa Sofía.



En el año 1092, Alejo I Comneno de Constantinopla escribe al
conde de Flandes, advirtiéndole que la ciudad no debe caer en
poder de los paganos, ya que en dicha población existen
preciosísimas reliquias del Señor. Entre otras numera «los lienzos
encontrados en el sepulcro después de la resurrección».




En ese mismo siglo XI, un griego confeccionó el catálogo de las
reliquias veneradas en Constantinopla. Una traducción latina se
conserva en la biblioteca del Vaticano (cod. Ottob. Lat. 169).
En dicha relación aparecen «el lienzo y el sudario de la sepultura».



Uno de los
objetivos de los Templarios fue rescatar el Arca de la Alianza,
el Santo Grial y la Síndone.



Año 1130. Orderico Vitalis, monje británico, escribe en su


Histori
a
eclesiástica

la
ya referida tradición del rey Abgar y su correspondencia con Jesús
de
Nazaret.



En el año 1147 aparece el testimonio de Luis VII, rey de
Francia, que contempla la Síndone en su visita a la iglesia de
Santa María de Blanquernas.



Año 1151. El abad benedictino Nicolás Saemundarson, del monasterio
Thingeyrar



(Islandia), afirma haber visto la Sábana Santa en el Gran
Palacio de Constantinopla. Dice

que
estaba confeccionada con lino basto y menciona las manchas de sangre.



En 1171, Guillermo, arzobispo de Tiro, en su

Historia
rerum in partibus transmatinis gestarum,

describe
la visita de Amalrico

I,
quinto rey latino de Jerusalén, a Manuel I Comneno de
Constantinopla.
Al relatar las excelencias y tesoros del palacio hace alusión a
la Sábana, que fue contemplada por el rey.



En 1201, el guardián de las reliquias de la capilla de Faros en
Constantinopla hace «inventario» y menciona la Síndone.



«...
es
de lino -dice-, de material barato


y


fácil de obtener... Ha desafiado la descomposición por haber
envuelto el misterioso cuerpo de la Pasión».


El ídolo «Bafumet»,
venerado, según el Vaticano, por la orden del Temple.


La ley judía
prohíbe las imágenes y el contacto con cadáveres y restos
funerarios.



Año 1203 (agosto). El soldado y cronista de la mal llamada IV Cruzada,
Robert de Clari, contempla la Síndone y escribe:


«...
Había
en Constantinopla, entre otros, un monasterio que se llamaba
Nuestra Señora Santa María de Blanquernas, donde se conservaban
las Síndones en que Nuestro Señor fue envuelto, que cada viernes
se mostraba [al pueblo] vertical, de modo que se podía ver bien
la figura de Nuestro


Señor.»

El
soldado habla de «Sínd
ones»,
en plural, refi
riéndose,
probablemente, a las dos partes del lienzo (frontal y dorsal).



o 1204.
En la noche del 9 al 10 de abril, los cruzados atacan
Constantinopla. Previamente (8 de febrero), un aventurero
llamado Murzuphie ordena el estrangulamiento del joven emperador
Alejo IV, respuesto en el trono por los cruzados. El pillaje
-según Jean Longnon- fue total: más de cuatrocientos mil marcos
de plata. Robert de Clari escribe: «Nadie supo jamás, ni griego
ni francés, qué fue de la Síndone, cuando la ciudad fue tomada.»



o 1205.
El 1 de agosto, Teodoro Ángel Comneno, nieto del emperador de
Bizancio, escribe al entonces papa Inocencio III, con motivo del
saqueo de Constantinopla por los cruzados. En dicha carta, que
forma parte del Chartularium Culisanense, se informa de
que los tesoros robados se conservan en Venecia, Francia y en
otras partes. Pero «la más sagrada entre ellas, es decir, la
Santa Sábana con que fue envuelto, después de muerto y antes de
la resurrección, nuestro señor Jescucristo... se conserva en
Atenas», de donde era duque Othon de la Roche, uno de los jefes
cruzados.



En 1238 sube al trono Balduino II de Courtenay. Es el nuevo
señor de Constantinopla. Su situación financiera es tan penosa
que se ve obligado a empeñar muchas de sus propiedades y
reliquias. San Luis, rey de Francia y tío de Balduino, le ayuda
a recuperar muchas de esas reliquias. En 1247, como
agradecimiento, Balduino II le envía un trozo de la Sindone
(parte de los pies y sin imagen). Esto hace sospechar a los
historiadores que la Sábana Santa estaba todavía en poder del
citado Balduino II.



En 1261,
Balduino II empeña cuanto tiene y huye definitivamente a Europa.
La Sábana Santa pudo ser vendida en ese año, o poco antes y, muy
probablemente, a los poderosos caballeros de la Orden del
Temple. No es ningún secreto que los templarios surgieron, entre
otras razones, para tratar de reconquistar Tierra Santa y, sobre
todo, para poner a salvo a determinados simbolos y objetos
religiosos. Entre los más importantes: el cáliz de la última
cena (Santo Grial), el Arca de la Alianza y la Sábana Santa.



En 1349, el señor
de Lirey solicita autorización para exponer la Sábana Santa.
Miles de peregrinos pasan por la colegiata, provocando la
envidia de las iglesias próximas.



En 1291 se
produce la caída de San Juan de Acre, en el norte de Israel. Los
templarios abandonan la fortaleza y viajan a Chipre, Marsella,
Besançon y Villeneuve du Temple, en París. Es posible que el
gran tesoro llegara a Francia hacia 1306 y bajo la custodia de
Jacques de Molay, Gran

Maestre Templario. Uno de los indicios que apunta a los templarios
como los secretos propietarios de la Síndone durante un siglo
(quizá más) fue la acusación, por parte de la Santa Sede, de
venerar a un extraño

rostro
de barba rojiza al que llamaban «Bafumet» (otros hablan de «Bafomet»
o «Mohamet»)
: un ídolo sospechosamente parecido a la cabeza del
Hombre muerto de la Sábana Santa. Ésta, entre otras, sería la
causa de la persecución de la orden.


En 1307 (13 de octubre) el rey Felipe IV el Hermoso ordena el
encarcelamiento de los templarios. Una semana antes (en la noche
del 6), un carro abandona la forta
leza
del Temple, en las afueras de París. Llueve torrencialmente y el
hombre que lo conduce se protege con una «sábana». Los soldados
registran la carga de paja, pero no encuentran nada. La Síndone
no aparece. Todo apunta a que fue sacada del castillo por el
hombre que se cubría con la referida «sábana».



1314. En marzo son quemados vivos Jacques de Molay, Gran Maestre
de la Orden del Temple, y Godofredo de Cha
rny, visitador de
Normandía.
La Síndone continúa oculta.
La Síndone fue
propiedad de la casa de Saboya hasta 1983.


1349. Cuarenta y dos años después de la caída del Temple por
orden del papa Cle
mente
V



y

del suceso del carro, otro Godofredo de Charny, señor de Lirey,
cercano a la ciudad


de
Troyes, pide permiso al citado papa para construir una colegiata
en la que exponer unos lienzos que «son la auténtica mortaja de
Jesús». Parece claro que ambos Godofredos de Charny eran parientes.
¿Pudo quedar la Síndone en poder del segundo señor de Lirey? Es
lógico, ya que la Sábana se encuentra bajo su protección. En
1354 recibe la autorización.


Godofredo de Charny muere el


19
de setiembre de 1356 en la batalla de Poitiers. La Síndone ya
había empezado a ser expuesta a los fieles. Esto provocó un gran
malestar entre las parroquias próximas. La colegiata de Lirey
recibía miles de peregrinos y, en consecuencia, sus ingresos se
multiplicaron. La imagen es considerada como una «pintura» por
los enemigos de Lirey.


1415. Margarita de Charny, nieta de Godofredo y casada en
segundas nupcias con Humberto de Villersexel, conde de la Roche
y señor de Saint Hippolyte sur le Doubs, retira la Sábana de la
colegiata de Lirey. Tiene miedo de los pillajes que ha generado
la guerra de los Cien Años. Y


el
lienzo es trasladado al castillo de Saint Hippolyte. Al
enviudar, la pésima situación



económica de Margarita le obliga a exponer la sábana, y obtiene
así algún dinero. La explanada del castillo es conocida como el
«campo de Dios», en recuerdo de dichas ostensiones.
Iglesia de
Chambéry.

En 1509, la
Síndone es doblada en 48 plieges y guardada en una urna de
plata.


1453 (22 de marzo). Otro histórico día. Margarita de Charny cede
el lienzo a la casa de Saboya. El acuerdo se firma en Ginebra.
El duque de Saboya, Luis


I
,


entrega a Margarita el castillo de Varambon y las rentas del
señorío de Miríbel, cerca de Lyon, «por los numerosos e importantes
servicios que la condesa de la Roche había prestado al duque de
Saboya». Los canónigos de Lirey protestan y



piden una indemnización. Once años después, el duque de Sa
boya
asigna cincuenta francos de oro a los canónigos de Lirey en
compensación por la pérdida de la Síndone. A partir de esos momentos,
y hasta 1983, la Sábana Santa fue propiedad de la citada casa de
Saboya. El 18 de marzo de ese año (1983), los herederos del ex
rey de Italia, Humberto II de Saboya, entregaron el lienzo al
Vaticano.



La Sábana Santa, como si de una maldición se tratase, prosiguió
peregrinando de castillo en castillo. En 1502 reposaría
temporalmente en Chambéry.

• Año
1509. El lienzo es depositado en un nuevo relicario: una urna de
plata donada por Margarita de Austria. La Síndone es doblada en
48 pliegues. Se suceden las exposiciones. La imagen es copiada y
regalada a numerosas personalidades .
La Sábana Santa
llegó a Chambéry en 1502.


Año 1532 (noche del 3 al


4
de diciembre). Se declara un pavoroso incendio en la capilla donde
se encuentra la Síndone (Chambéry), provocado, al parecer, por
los calvinistas. La urna es retirada en el último momento, gracias
al valor del canónigo Philibert Lam
bert, al que ayudan dos
franciscanos y un herrero. El fuego alcanza dicha urna y varias
gotas de plata fundida queman y traspasan los pliegues de la
Sábana Santa. También el agua utilizada para apagar el incendio
impregna parte del lino, formando rombos que se repiten simétricamente
a lo largo de la imagen. Dos años después, las monjas clarisas
-de
rodillas
-

remiendan los desperfectos. Devuelven el lienzo e
l

2 de mayo de
1534.

1578. Concluye el peregrinaje de la Sábana Santa. El entonces
cardenal de Milán, Carlos Borromeo (después santo), hace una
solemne promesa: si desaparece la peste que asola la ciudad
caminará hasta Chambéry y se arrodillará ante la Síndone. La
epidemia remite y el cardenal se dirige a Francia. La casa de
Saboya, sin embargo, se apiada de Borromeo y, para evitar que
cruce los Alpes, traslada la Sábana a mitad de camino entre
Milán

y Chambéry. Para algunos historiadores, esta decisión sólo fue
una argucia política del duque Emmanuel Filiberto para trasladar
su capital a Turín. Es el


14
de se
ptiembre de 1578 cuando la Síndone es trasladada a Turín. El
10

de octubre, Carlos Borromeo se arrodilla ante el lienzo.



• 1694. La Sábana Santa es colocada en la Capilla Real de la
catedral de Turín, en una urna diseñada por Guarini. El beato
Sebastián Valfré añadió un forro de seda negro a la «holandesa»
que habían cosido las monjas clarisas de Chambéry-



«donde no hay imagen, sólo algunas manchas de sangre que han
atravesado la tela»-
,
aunque posteriormente fue cambiado por
otra protección de tafetán rojo que cubre la totalidad de la
parte trasera, así como los bordes de la Síndone. Desde esa
fecha, la Sábana Santa ha permanecido en la ciudad italiana
de Turín.

Turín, sede
de la Sábana Santa desde 1578. El lienzo fue depositado en
una urna diseñada por Guarini.




 
El fraude del
carbono 14

Fallos e irregularidades

2

Vidriera de Saint Hippolyte sur le Doubs.
 
No hay lugar para la duda: documentos, testimonios y restos
arqueológicos demuestran que la Sábana Santa es antigua. Muy
antigua. Muy anterior a la Edad Media, como pretenden los mal
informados o mal nacidos, que de todo hay...
 
 
Pero, en el otoño de 1988, el mundo quedó perplejo: dos
laboratorios europeos y otro norteamericano dieron a conocer los
resultados de sus análisis sobre una muestra de la Sábana Santa.
El C14 (carbono 14) arrojó una datación sorprendente: el tejido
analizado -según dijeron- era medieval. Y los científicos
situaron la época de su elaboración entre los años 1260 y 1390.

¿Medieval?
De ser cierto sólo pod
ía
signi
ficar
una cosa: la
imagen
del Hombre mue
rto
era u
na
falsi
ficación.

Creo
que fui uno de los
primeros
p
eriodistas
en r
eaccionar.
Y así lo
publiqué:


«El C14 no es una prueba
definitiva: hay otras inv
estigaciones
anteriores -
alrededor
de trescientas- que demuestran que el lienzo es del si
glo
I.»

Las voces
que
clamaron, r
ecordando
que exis
tía un dilatado historial
cien
fico
al resp
ecto,
lo fueron
eso: voces en el desier
to.
Y

los medios de c
omunicación
-con una l
amentable
fa
lta
de
rigor-
se
hicieron
ec
o de la noticia,
abriendo, i
ncluso,
los infor
mativos.
Pocas veces he sent
ido
tanta
vergüenza aj
ena.
M
is
col
egas
d
emostraron
una esp
ecialísima
fal
ta
de profesio
nalidad.

Poco a poco
f
ueron
sa
liendo
a la luz una trei
ntena
de fallos e irregularidades en los referidos procesos de

datación
p
or
p
arte
de los tres l
aboratorios.
Naturalmente,
la prensa, la r
adio


y


la televisión
se hi
cieron
los sordos. Eso no int
eresaba.
No
vendía.



Y

las

protestas del mundo ci
entífico,
qu
e puso en tela de juicio
la bondad del C14, no tr
ascendieron
a nivel popular. Y se hab
,
i
ncluso,
de comp
lot.
Una cons
piración
para aca
bar con la Síndone.
¿Una t
rama
sec
reta?
¿Ur
dida por quién?
Lago
Tiberíades.
El polen, en la Síndone, demuestra que el lienzo se encontraba
en Israel en el siglo I.

Historia de unos
análisis

• La idea
de dat
ar
la Sába
na
Santa no fue de la Igl
esia
Calica,
propietaria
de la S
índone,
sino de los la
boratorios.

• Otoño
de 1986. Reun
n
en Turín. Siete la
boratorios
de radiocarbono (cinco AMS o esp
ectrometría
por
aceleración
de ma
sa
y dos c
ontadores
de gas)
recomiendan
un proto
colo para
la datación del lienzo.

• Octubre
de 1987. Se sel
eccionan
las ofertas de
tres
lab
oratorios
AMS:
Ar
izona, Oxford


y


Zurich.
La sel
ección
fue hecha por el
arzobispo
de
Turín


y


custodio
pont
ificio
de la Santa Sede, c
ardenal
Bal
lestrero, bajo
las
indicaciones
esp
ecíficas
de Roma. Los la
boratorios
no co
brarían.
S
ería
su
ficiente
con la
publicidad
que
p
rovocaría
el asu
nto.

• El
Museo
Británico fue i
nvitado
c
omo
coordinador de los
anáIisís.
En enero de 1988, bajo la pres
idencia
del profesor Tit
e, director
del la
boratorio
de
investigación
cient
ífica
del citado Mus
eo
B
ritánico,
se re
únen
los represe
ntantes
de los tr
es laboratorios.
Acu
erdan
c
ómo
pro
ceder en la toma
de
muestras


y


mo
t
ratar
los resultados. Las recome
ndaciones
fueron apr
obadas por el arzobispo
de
Turín.

• El corte
de la mu
estra
de la Sá
bana
Santa
tuvo l
ugar
en la
mañana
del 21 de a
bril
de 1988 en la sacr
istía
de la cate
dral
de la menci
onada
ciudad del norte de
Italia.

• Testigos principales del corte,
pesado y sellado del muestreo. Anastasio Ballestrero, profesor
Gonella (Departamento de Física del Politécnico de Turín y
asesor científico del arzobispo), dos expertos en textiles
(profesores Testore


y


Vial, del Departamen
to
de Ciencias de Materiales de Turín


y
del Museo de Tejidos de Lyon, respectivamente), el profesor Tite
(Museo Británico), los profesores Damon, Donahue, Hall, Hedges y
Woelfli (representantes de los laboratorios) y G. Riggi, que procedió
a la extracción de la muestra .


El lino fue separado del forro por la parte izquierda inferior.
Se procedió al corte de una tira de 10 x 70 milímetros,
justamente por encima del lugar donde se obtuvo la muestra de
1973 (aquel intento de datación no prosperó como consecuencia
del tamaño de la muestra: se requerían del orden de quinientos
centímetros cuadrados) .

• El

28
de setiembre de 1988 llega la comunicación oficial al cardenal
Ballestrero
:
el tejido es medieval. La Iglesia Católica presenta un comunicado
el 13 de octubre. Gran revuelo en la prensa.


Los responsables de los tres laboratorios se deciden a hacer público
el estudio por C14. La prestigiosa revista


Nature

lo
recibe el


5
de diciembre de 1988. El artículo se publica en el volumen 337
(16 de febrero de 1989).
Una carta del
profesor Tite que la prensa, radio y televisión ignoraron.

En el comunicado
oficial se reconoce que el origen de la imagen sigue sin
explicación.


Irregularidades en el proceso

• Uno de los graves errores se registró en el corte de la muestra.
Según los expertos en este tipo de datación, la pieza que hay que
analizar debe hallarse suficientemente protegida (prácticamente
blindada), evitando así la radiación de fondo existente en la
naturaleza (entre quinientas y seiscientas desintegraciones por
minuto) y la de los seres vivos que rodean o están en contacto
con dicha muestra (15,3 desintegraciones de C14 por minuto y
gramo).


N
ada
de esto se cumplió.

• Para el profesor Líbby, premio Nobel (en 1960) por sus hallazgos
sobre el C14, la muestra extraída de la Síndone (un lugar
periférico) no fue representativa. Un análisis riguroso y objetivo
habría demandado otras muestras del resto del lienzo .


• La pieza sometida al C14 no debe aparecer contaminada. En el
caso de la Sábana Santa, el lino se ha visto alterado por
numerosos factores: incendios, agua utilizada para sofocar los
fuegos, humo de las velas, cera, polen, contacto con piel humana,
fibras antiguas y modernas, casi trescientos experimentos científicos
y, en especial, la «radiación» que, al parecer, provocó la formación
de la imagen del Hombre muerto. Estos elementos han podido contribuir
al incremento del carbono 14 que tenía el lino en el momento de
ser cortado y con el que se elaboró la tela. Ese aumento del
C14, justamente, es lo que «rejuvenece» el lienzo, arrojando una
datación medieval. En este sentido resulta altamente esclarecedor
el experimento desarrollado por Dimitri Kouznetsov, director de
los laboratorios Sedov de Moscú para la investigación sobre los
hiopolímeros y premio Lenin para la ciencia; alguien muy poco
sos
pechoso.
Pues bien, Kouznetsov, desconfiando del sistema utilizado por
los laboratorios de Oxford, Zurich y Arizona, mandó datar un trozo
de lino del tiempo de Jesús y procedente de En-Gedi, en Israel.
Los resultados del C14 fecharon la tela en el 200 antes de Cristo.
Acto seguido, el ruso sometió dicho tejido a las mismas condiciones
que rodearon a la Síndone en el incendio de 1532 en Chambéry
(Francia). Tal y como sospechaba Kouznetsov, las altas temperaturas
y la plata fundida terminaron alterando la edad real de la tela
de En-Gedi. Al someter de nuevo el lino al carbono 14,

¡el
tejido había «rejuvenecido» 14 siglos! (La plata actúa como
catalizador



para la carboxilación de la celulosa.) Este fenómeno ha sido igualmente
ratificado por

Jean
Baptiste Rinaud, especialista en medicina nuclear (Montpellier).
bajo los efectos de una fuente de energía, el hidrógeno pesado
(deuterio) libera un protón


y

un
neutrón. Ese protón, en definitiva, es capaz de crear una imagen
similar a la de la Síndone. Y


el
neutrón, además, modifica los núcleos atómicos del C14, «rejuveneciendo»
así el tejido.

El
profesor Garza Valdés, del Instituto de Microbiología de la Universidad
de San Antonio, en Texas (EE.UU.), ha confirmado esta nueva irregularidad
a la hora de datar la Sábana Santa: el



lienzo -asegura Leoncio Garza- se halla cubierto por una pátina
de hongos y bacterias (un compuesto biológico llamado «liquenotelia»)
que falsea la datación del C14 .
El científico
ruso Kouznetsov sometió un trozo de lino a las mismas
condiciones del incendio de Chambéry y comprobó cómo el tejido
«rejuveneció».

Para el profesor
Libby, premio Nobel por sus hallazgos sobre el carbono 14, la
purificación de la muestra fue un problema.

La misteriosa
«radiación» (?) que provocó la imagen alteró los índices de C14
del lino. Por eso «rejuveneció» la tela.
La tela utilizada
en los experimentos fue sacrificada inútilmente. El profesor
Tite, inexplicablemente, eligió las pruebas destructivas.
Rinaud,
especialista en medicina nuclear, ratificó las experiencias del
ruso Kouznetsov.

• A
la hora de cortar la muestra, Giovanni Riggi, responsable de la
extracción, se quedó con algunos hilos. Parte de esas muestras
fue examinada por el citado profesor de la Universidad de Texas,
Leoncio Garza Valdés.


De los siete laboratorios que optaron al experimento, cuatro
ofrecían métodos no destructivos. La muestra, en definitiva, se
podría haber conservado, y haberse repetido la datación
indefinidamente. El profesor Tite

-inexplicablemente
- se decide por las pruebas destructivas. La tela, en suma, fue
sacrificada.

• A
las 9.45 horas del 21 de abril del año 1988, se entregan las muestras
a los tres laboratorios (una procedente de la Sábana Santa y
tres de control). Las citadas muestras no se deshilan o se
desmenuzan. En otras palabras: eran fácilmente reconocibles. en
el corte de la Síndone se encontraban presentes varios
científicos
,
representantes de los tres laboratorios. Al tratarse de un
tejido en «espiga», el reconocimiento de la pieza resultaba
mucho más fácil. Todo esto debería haberse evitado.



• Según
las condiciones pactadas por la Iglesia y los tres laboratorios
,
cada muestra sería identificada con una clave. Una numeración conocida
únicamente por el cardenal Ballestrero y un reducido grupo de
personas. Los laboratorios, por tanto, al recibir los tres
trozos de la Síndone y las piezas «falsas» o de control no debían
saber cuáles correspondían a la Sábana Santa y cuáles a los
tejidos de referencia. En se
ptiembre,
sin embargo, el


Sunday Telegraph

y

el


Evening Standard

publicaron
las primeras filtraciones, declarando que la Síndone era medieval
y, por tanto, falsa. La pregunta es tan simple como demoledor
:.
si los laboratorios no sabían qué piezas eran las de la Síndone,
¿cómo adelantaron el resultado? Lo normal es que, una vez concluidos
los análisis, los sobres sellados y lacrados hubieran sido abiertos
por el cardenal de Turín


y,


públicamente
,
ante notario, aclarada la identidad de cada muestra.




El certificado que acompañó a los trozos de la tela -redactado por
el profesor Gonella


y

firmado
por Tite


y

Ballestrero-
puso ya sobre la pista de la Sábana Santa a los tres laboratorios.
Decía así: «Los contenedores etiquetados Z-
1,
Z-2


y


Z-3, para ser entregados a los representantes de los laboratorios,
contienen una muestra de tejido tomada, en presencia nuestra, de
la Síndone de Turín a las nueve horas cuarenta


y


cinco minutos de la mañana del veintiuno de abril de mil
novecientos ochenta


y


ocho,


y

dos
muestras de control procedentes

de uno o de dos de los siguientes tejidos facilitados por el
Museo Británico: tejido del siglo primero


y

del
siglo décimo primero. La identidad de las muestras puestas en
cada uno de los contenedores ha quedado registrada en un libro
especial que será guardado en secreto hasta haberse efectuado
las mediciones.»


Según el cardenal Ballestrero, la comunicación oficial de los
tres laboratorios llegó a Turín el 28 de setiembre de 1988. Y


uno
se pregunta: ¿por qué el custodio de la Síndone necesitó quince
días para convocar la célebre rueda de prensa


y

hacer
públicos los resultados de Oxford, Zurich y Arizona?

El cardenal
Ballestrero (a la derecha) en la célebre rueda de prensa del 13
de octubre de 1988. Junto al cardenal de Turín, el profesor
Gonella.

Una
carta reveladora


Naturalmente, como decía, los medios de comunicación ignoraron este
sospechoso cúmulo de fallos e irregularidades en el proceso de
datación por el carbono 14. Como ignoraron también la carta del
profesor Tite, coordinador de los análisis, al asesor científico
del cardenal de Turín, señor Gonella, en la que


reconocía que


el resultado no significaba que la imagen fuera una
falsificación. El texto de dicho escrito (del 14 de setiembre de
1989) es muy revelador. Dice así:
  


"Querido profesor Gonella: Tras el reciente congreso de París,
le escribo para recordarle que yo tampoco considero el resultado
de la datación del Sudario de Turín como una demostración de que
sea falso. Como usted subrayó correctamente, la calificación de


«
falso»
envuelve una deliberada intención de engañar, mientras que la fecha
del examen radiocarbónico no ofrece, claramente, ninguna evidencia
a favor de esta tesis. Yo mismo quise evitar el uso de la palabra


«
falso».
Pero me


temo que la referencia al Sudario con ese término haya tenido su
origen en los numerosos artículos periodísticos escritos a raíz
de las entrevistas que yo concedí. Tengo sólo que pedirle que me
excuse, una vez más, todos los problemas que esos artículos han
producido a usted y a los demás de Turín. Me alegrará volver a encontrarle
en

París.»

Lo que no dice Michael Tite es que, al día siguiente de hacerse
público el citado resultado de los laboratorios, él mismo convocó
una rueda de prensa en el Museo Británico, y tachó a la Síndone
de falsa...

Lo peor, sin embargo, no eran las gravísimas irregularidades en
los análisis. Desde mi punto de vista, lo más absurdo y denigrante
fue el hecho de que el C14 borrara de un plumazo casi un siglo
de investigaciones. E historiadores y científicos se indignaron,
con razón. ¿Es que esos trescientos experimentos -iniciados por
Delage y Vignon en 1902- estaban equivocados? Por supuesto que
no...
Carta de Tite a
Gonella.





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