¡Qué 
    extraña sensación! Han transcurrido veinticinco años... 
    
    
    
     
    
    En estos momentos, Navidad del año 2002, hace justamente veinticinco 
    que me enfrenté al enigma de los enigmas: la Sábana Santa de Turín. 
    Diciembre de 1977. Ésa fue la fecha de publicación de mi primer 
    trabajo sobre la Síndone. Al volver a leer aquel apresurado pero 
    intenso reportaje no puedo evitar una profunda emoción. «Es preciso 
    adelantar que el periodista 
    
    -escribía 
    en el desaparecido periódico 
    
    La Gaceta del Norte-,
    
    
    ante una noticia como ésta, se siente abrumado. No todos los 
    días llega hasta nuestras manos la confirmación CIENTÍFICA de que 
    aquel Hombre llamado 
    Jesús RESUCITÓ de verdad... Y
    
    
    para aquellos que perdieron la fe. O para los que jamás la tuvieron. 
    O, sencillamente, para los hombres de buena voluntad, he aquí lo 
    que podríamos calificar como una segunda "buena nueva"...»
    
    
    Fui 
    el último en imaginar lo que iba a representar aquel encuentro con 
    José Luis Carreño 
    
    y 
    con 
    la imagen de la Sábana Santa. ¿Un encuentro casual? En absoluto. 
    De ahí nacería uno de mis grandes objetivos: investigar 
    
    
    y 
    
    difundir la vida 
    
    y 
    el 
    pensamiento de Jesús de Nazaret. Y fue aquel sabio navarro -el 
    salesiano José Luis Carreño- quien me proporcionó el bautismo de 
    fuego. Que Dios lo bendiga. 
    
    Siete 
    años después 
    -como un milagro-
    
    vio 
    la luz 
    Caballo 
    de Troya, 
    mi 
    gran sueño: la vida del Maestro, relatada paso a paso, como la 
    hubiera contado un periodista o un científico. 
    
    
    En 
    efecto: es mucho lo que le debo a la Sábana Santa. Y entiendo 
    que debe ocupar un lugar preferente en el gran proyecto Ilamado 
    «Planeta encantado». Como he mencionado, el enigma de los 
    enigmas... 
    Imagen (en 
    positivo) de la Sábana Santa o Síndone, actualmente guardada en 
    Turín.
    José Luis 
    Carreño.
    
    
    Empecemos por el principio... 
    
     
    
    
    Una imagen incomprensible 
    
    Recuerdo que, al mirarla con detenimiento, me estremecí. Aquel 
    Hombre muerto tenía algo especial. Era hermoso. Quizá la palabra 
    exacta sería majestuoso. ¿Un cadáver majestuoso? 
    
    
    
    Aquella imagen, encerraba «algo» extraño. La había visto en 
    otras oportunidades, pero nunca como en esta ocasión. El padre 
    Carreño, entusiasmado, fue señalando algunas de las principales 
    características del rostro, del pecho, de las manos, de las 
    heridas... 
    
    y 
    
    empecé a comprender: estaba ante una figura incomprensible para
    
    la
    
    
    razón 
    
    y 
    
    para la ciencia. 
    
    Fue 
    lo peor que podía sucederme. Acepté el reto. ¿Incomprensible? 
    Eso no era posible. Tenía que haber una explicación. 
    
    
    y 
    me 
    propuse llegar hasta el fondo. Fue el principio, como digo, de 
    una larga carrera. Una dilatada investigación que, por 
    supuesto, 
    todavía sigue ahí. 
    
    
    La Sábana: algunas claves 
    
    • 
    La Síndone o Sábana Santa de Turín es un paño de lino de 4,373 
    metros de largo por
    
    1,11 
    metros de ancho. Peso total: algo más de un kilo (1123 gramos).
    
    
    • 
    Es un tejido suave al tacto que, según los expertos, fue hilado 
    en Oriente Próximo (quizá en el oasis de Palmira) en el siglo 
    
    I. 
    La textura se denomina «espina de pescado» (sarga a cuatro). 
    Contiene pequeñas porciones de algodón y ningún rastro de fibras 
    animales. Esto nos lleva a deducir que se trataba de un telar judío 
    (la ley mosaica prohibía mezclar fibras vegetales y animales).
    
    
    • Sentido 
    de la torsión en «Z». Cuarenta hilos por centímetro en la urdimbre 
    y treinta en 
    la trama (veintisiete inserciones por centímetro). 
    Tejido espeso y opaco, muy irregular. 
    No fue confeccionado para 
    dormir. 
    
    • 
    Expertos como Timossi, Raes y Marchis consideran que se fabricó 
    en un telar manual, muy sencillo, probablemente movido a pedal.
    Oasis de Palmira, 
    posible origen del tejido sobre el que aparece la imagen.
    
    • 
    El diseño en espiga aparece interrumpido y falseado por 
    irregularidades en la anchura de las bandas, en la interrupción 
    de la nervadura, en los ángulos de término y por omisión de 
    algunas pasadas de trama. 
    
    • 
    El lienzo está integrado por dos bandas de muy diferentes dimensiones. 
    La de la izquierda es la más pequeña (ocho centímetros de 
    ancho). Está cosida longitudinalmente al paño principal. Ambos 
    tejidos son similares, aunque se ignora si la pieza más estrecha 
    fue cosida después de formarse la imagen. En la citada franja de 
    ocho centímetros faltan dos porciones de tela: una de catorce 
    centímetros en la región frontal y otra de casi treinta y siete 
    centímetros en la dorsal. Ambas fueron sustituidas por sendas 
    telas de diferente naturaleza. 
    
    • 
    El tejido en sarga empezó a hilarse en Europa bien entrado el
    siglo 
    XIV, según Walsh. Otros especialistas consideran que el algodón 
    no se cultivó en Europa hasta finales del 
    XV.
    
    
    La 
    imagen: algunas claves 
    
    • 
    La ciencia no sabe cómo, pero la imagen del Hombre muerto responde 
    a una degradación física de la celulosa que forma las fibras de 
    lino.
    
    • 
    No 
    hay pintura. Jamás se encontró vestigio alguno de los pigmentos.
    
    
    • 
    El color es similar al de las quemaduras producidas en el siglo 
    XVI en la misma tela de lino. Los científicos hablan de 
    estabilidad térmica. 
    
    • 
    Conforme el espectador se acerca a la imagen, ésta desaparece, y 
    se convierte en una mancha informe. Sólo a cuatro o cinco metros 
    se aprecia en toda su belleza. Este fenómeno óptico se registra 
    como consecuencia de la falta de definición en los perfiles.
    
    
    • 
    No 
    existen huellas laterales del cuerpo.
    
    • 
    La imagen es superficial: sólo afecta a las dos o tres primeras 
    fibras (un hilo está integrado por casi doscientas fibras).
    
    • 
    El oscurecimiento de la imagen es igual en la parte frontal y en 
    la dorsal. ¿Cómo puede ser si esta última experimentó un mayor 
    peso? 
    
    • 
    La ciencia no sabe cómo, pero la imagen dispone de estabilidad 
    hídrica y química (el agua utilizada para sofocar el citado 
    incendio de Chambéry, y que hirvió en el interior de la urna de 
    plata, no afectó a la pureza de la figura. Ninguno de los 
    reactivos químicos conocidos la disuelven o la decoloran).
    
    
    • 
    ¿A qué obedecen las claras deformaciones anatómicas en algunas 
    regiones de la imagen? Por ejemplo: caderas y longitud del 
    antebrazo. 
    
    • 
    No hay direccionalidad. Si se tratase de una pintura, aparecería 
    la inevitable dirección de la mano del artista. 
    
    
    • 
    La imagen presenta manchas de sangre, independientes de la formación 
    de dicha figura. ¿Por qué los coágulos y reguerillos no están lógicamente 
    desflecados? 
    
    • 
    La ciencia no sabe cómo, pero la Sábana Santa es un «negativo» 
    fotográfico. 
    
    • 
    La ciencia no sabe cómo, pero la intensidad de la imagen varía 
    en función de la distancia del lienzo al cuerpo. Cuanto más cerca, 
    menos intensidad. 
    
    • 
    La imagen -según los especialistas- se transfiere al lino en 
    sentido vertical. 
    A la izquierda, 
    imagen frontal (en negativo). A la derecha, imagen dorsal.
    La imagen, tal y 
    como aparece en el lienzo (negativo). A la derecha, positivo del 
    original.
    Una larga 
    historia
    Lo que no dicen los 
    detractores
    1
    < Tadeo, uno de 
    los setenta, pudo ser quien trasladó la Sábana fuera de Israel.
    
    Cuando analicé 
    esta compleja lista de 
    
    características comprendí que la Síndone era mucho más de lo que 
    pretendían sus detractores. Si no es pintura, si 
    
    no existe 
    vestigio alguno de pigmentación, ¿por qué hablan de fraude 
    medieval? Y proseguí indagando. ¿Cuál es la historia conocida de 
    la Sábana Santa? ¿Existen documentos que arrojen luz sobre su 
    antigüedad? ¿Qué dicen esos documentos? Mi sorpresa fue igualmente 
    considerable. La Síndone, tal 
    
    y 
    como 
    suponía, tiene una larga historia que no mencionan sus enemigos...
    
    
    He 
    aquí algunos datos que me hicieron reflexionar: 
    
    
    • 
    Las primeras alusiones escritas a la Sábana Santa se registran 
    en documentos apócrifos: Evangelio de los Doce, Actas de Pilatos 
    (hoy desaparecidas) y el Evangelio según los Hebreos (siglo
    
    
    Il, 
    Biblioteca 
    Vaticana de Roma). «El señor, después de haber entregado el SUDARIO 
    al siervo del sacerdote, 
    fue 
    
    y 
    
    apareció delante de Jacobo [Santiago]» .Esta cita, del referido 
    Evangelio de los Hebreos, aparece en
    
    la 
    obra 
    
    De 
    viris 
    illustribus,
    
    de 
    san Jerónimo. 
    
    • 
    Eusebio de Cesarea, por su parte, insinúa que la Síndone pudo 
    ser sacada de Jerusalén antes del asedio por las legiones romanas 
    de Tito (año 70 de nuestra era). Quizá por los discípulos del 
    Maestro, que la ocultaron en Pella, al norte de la actual 
    
    
    Jordania. 
    Quizá Tadeo, «uno de los setenta», 
    la trasladó hasta la ciudad de Edesa (actual Urfa, en Turquía), 
    y la puso en manos del rey sirio Abgar. En este sentido, los apócrifos 
    cuentan que el tal Abgar, enfermo de lepra, solicitó ayuda de Jesús.
    
    La tradición 
    afirma que el lienzo fue sacado de Jerusalén antes del asedio de 
    Tito.
                                                                   
    > El rey Abgar.
    
    Y
    
    el 
    Maestro -en una más que supuesta carta-
    
    le 
    responde, anunciándole que, una vez cumplida su misión, le enviará 
    a uno de sus discípulos para sanarle. Abgar se envuelve en la Sábana 
    y, según la tradición, queda libre de la enfermedad, y se 
    convierte al cristianismo. Así lo asegura Eusebio de Cesarea en 
    su 
    Historia 
    de la Iglesia, 
    libro 
    primero, capítulo 13. Años después
    
    
    -hacia el 57- Ma'nu, segundo hijo del rey Abgar, le sucede en el 
    trono y persigue a los cristianos. La Sábana Santa desaparece. 
    Otra leyenda asegura que fue escondida en la muralla, sobre la 
    puerta occidental. 
    
    • 
    Al margen de estas tradiciones -más o menos verídicas-, lo que 
    parece cierto es que el lienzo termina saliendo de Israel por simples 
    razones de seguridad. Como es sabido, la ley judía prohíbe el contacto 
    con cadáveres o con restos funerarios. Éste era el caso de la 
    Síndone. 
    
    Y
    
    los 
    discípulos de Jesús, al hacerse con el lienzo mortuorio, se 
    vieron en la necesidad de trasladarlo lejos de Tierra Santa y 
    ocultarlo en alguna de las nacientes comunidades cristianas de 
    Asia Menor. Edesa -quién sabe si por la protección del mítico rey 
    Abgar- fue el lugar elegido.
    
     
    
    • 
    En el año 525 una inundación arrasa la ciudad de Edesa. Mueren 
    treinta mil personas. En los trabajos de reconstrucción aparece 
    un extraño lienzo en un nicho practicado en la muralla, sobre la 
    puerta occidental. Se trata, en efecto, de la Síndone. Otra leyenda 
    afirma que el lugar donde se escondía la Sábana fue revelado al 
    obispo Eulalio durante un sueño. A partir de esas fechas, el lienzo 
    es venerado públicamente. Y se le da el nombre de 
    «Mandylion 
    acheiropoiéton» 
    («pequeña 
    tela no pintada por mano humana»). Sólo se muestra la cabeza. 
    Esta imagen inspiró, sin duda, a infinidad de artistas bizantinos 
    y medievales. 
    
    • 
    El escritor Avagrio, en su 
    Historia 
    eclesiástica 
    (año 
    544), se refiere a la Síndone como el objeto que permitió la 
    victoria de los edesinos sobre el rey persa Cosroes
    
    I: "Al sacar 
    el Mandylion en procesión por las almenas de las murallas, el 
    fuego prendió en las armas enemigas y los persas huyeron."
    
    
    • 
    Los musulmanes toman Edesa (año 639). Se tolera el cristianismo 
    y el Mandylion, que se conserva en la basílica de Santa Sofía, 
    es respetado. Una moneda de oro del segundo reinado de Justiniano 
    (692-695) reproduce la cabeza que aparece en el citado Mandylion.
    
    
    • 
    Atanasio, en el año 700, afirma haber hecho una copia del Mandylion. 
    Pudo haber 
    guardado 
    el original en la iglesia jacobita de la Madre de Dios. 
    Aceptando que la historia narrada por Atanasio bar Gumayer fuera 
    cierta, la Síndone se salvó así de la inminente fiebre 
    iconoclasta que asolaría a los cristianos hasta bien entrado el 
    siglo IX. En ese largo período, que finalizó en el 843, con el Sínodo 
    de Constantinopla, las imágenes que reproducían el rostro de 
    Dios o de Jesús fueron destruidas. La Sábana Santa, sin embargo, 
    se salvó. 
    
    • 
    Primavera del año 943 de nuestra era. Edesa es cercada por los 
    ejércitos bízantinos. El general Curcuas promete a los musulmanes 
    que no destruirá la ciudad y que pagará doce mil piezas de plata 
    si, a cambio, entregan el Mandylion. Un año después, tras laboriosas 
    gestiones, los musulmanes ceden el Mandylion al obispo de Samosata. 
    Se trata, al parecer, de una copia. Nuevas negociaciones. 
    Finalmente, los habitantes de Edesa entregan el lienzo original. 
    El Mandylion permanece un corto período de tiempo en Samosata. 
    Después continúa hacia Constantinopla. 
    La Síndone salió 
    de Israel por razones de seguridad.
    La mayor parte de 
    los artistas bizantinos se inspiró en el llamado «Mandylion».
    
    • 
    Un día histórico: 15 de agosto del año 944. El Mandylion entra 
    en Constantinopla. En la sacristía de Santa María de Blanquernas 
    es venerado por Esteban y Constantino 
    Lecapeno, hijos del emperador, así como por el futuro emperador, 
    Constantino Porfirogeneta. El comentario de 
    los Lecapeno es elocuente: «Está borroso.» Un escrito de aquella 
    época, 
    De 
    imagine 
    edessena, 
    
    dice textualmente: 
    
    «...es 
    una
    
    
    secreción húmeda, sin colorido ni manchas 
    artificiales». 
    Al 
    día siguiente, el Mandylion 
    es paseado en una urna por las calles de la ciudad. El archidiácono 
    Gregorio pronuncia una homilía y habla de la totalidad de la imagen, 
    incluida la herida de costado. A partir de esos momentos es expuesta 
    a los fieles cada viernes y en 
    su 
    totalidad. 
    
    • 
    Año 945. Al ser coronado emperador. Constantino Porfirogeneta acuña 
    monedas de oro con las que celebra la llegada de la Síndone a Constantinopla 
    (aparece el 
    rostro de Cristo). Declara el 16 de agosto 
    como el día de la Imagen de Edesa. 
    
    • 
    Hacia el año 1011 (?), el papa Sergio recibe en Roma una copia 
    del Mandylion, 
    se la conoce como la «Verónica». Se trata de una falsa leyenda. 
    La Verónica nunca existió. Verónica significa «verdadera imagen»
    
    
    (Vera 
    
    Icona) . 
    
    • 
    Por primera vez, el arte se preocupa de dibujar a 
    Jesús 
    completamente tendido, tal y como muestra la Sábana Santa (año 
    1025, aproximadamente). Son los 
    
    threnos 
    o 
    escenas de las lamentaciones. ¿Pudo alguien desprender la tela 
    de su marco y contemplar así la totalidad de la figura? 
    
    
    • 
    Año 1058. Abu Nasr Yahya, escritor árabe-cristiano, asegura
    
    
    haber
    
    
    visto el Mandylion en Santa Sofía.
    
    • 
    En el año 1092, Alejo I Comneno de Constantinopla escribe al 
    conde de Flandes, advirtiéndole que la ciudad no debe caer en 
    poder de los paganos, ya que en dicha población existen 
    preciosísimas reliquias del Señor. Entre otras numera «los lienzos 
    encontrados en el sepulcro después de la resurrección». 
    
    
    • 
    En ese mismo siglo XI, un griego confeccionó el catálogo de las 
    reliquias veneradas en Constantinopla. Una traducción latina se 
    conserva en la biblioteca del Vaticano (cod. Ottob. Lat. 169). 
    En dicha relación aparecen «el lienzo y el sudario de la sepultura».
    
    Uno de los 
    objetivos de los Templarios fue rescatar el Arca de la Alianza, 
    el Santo Grial y la Síndone.
    
    • 
    Año 1130. Orderico Vitalis, monje británico, escribe en su
    
    
    Historia 
    eclesiástica 
    la 
    ya referida tradición del rey Abgar y su correspondencia con Jesús 
    de Nazaret.
    
    
    • 
    En el año 1147 aparece el testimonio de Luis VII, rey de 
    Francia, que contempla la Síndone en su visita a la iglesia de 
    Santa María de Blanquernas. 
    
    • 
    Año 1151. El abad benedictino Nicolás Saemundarson, del monasterio 
    Thingeyrar
    
    
    (Islandia), afirma haber visto la Sábana Santa en el Gran 
    Palacio de Constantinopla. Dice 
    que 
    estaba confeccionada con lino basto y menciona las manchas de sangre.
    
    
    • 
    En 1171, Guillermo, arzobispo de Tiro, en su 
    Historia 
    rerum in partibus transmatinis gestarum, 
    describe 
    la visita de Amalrico 
    I, 
    quinto rey latino de Jerusalén, a Manuel I Comneno de 
    Constantinopla. 
    Al relatar las excelencias y tesoros del palacio hace alusión a 
    la Sábana, que fue contemplada por el rey. 
    
    • 
    En 1201, el guardián de las reliquias de la capilla de Faros en 
    Constantinopla hace «inventario» y menciona la Síndone. 
    
    
    «...es 
    de lino -dice-, de material barato 
    
    y 
    
    fácil de obtener... Ha desafiado la descomposición por haber 
    envuelto el misterioso cuerpo de la Pasión». 
    El ídolo «Bafumet», 
    venerado, según el Vaticano, por la orden del Temple.
    La ley judía 
    prohíbe las imágenes y el contacto con cadáveres y restos 
    funerarios.
    
    • 
    Año 1203 (agosto). El soldado y cronista de la mal llamada IV Cruzada, 
    Robert de Clari, contempla la Síndone y escribe: 
    
    «...Había 
    en Constantinopla, entre otros, un monasterio que se llamaba 
    Nuestra Señora Santa María de Blanquernas, donde se conservaban 
    las Síndones en que Nuestro Señor fue envuelto, que cada viernes 
    se mostraba [al pueblo] vertical, de modo que se podía ver bien 
    la figura de Nuestro 
    
    Señor.» 
    El 
    soldado habla de «Síndones», 
    en plural, refiriéndose, 
    probablemente, a las dos partes del lienzo (frontal y dorsal).
    
    • 
    Año 1204. 
    En la noche del 9 al 10 de abril, los cruzados atacan 
    Constantinopla. Previamente (8 de febrero), un aventurero 
    llamado Murzuphie ordena el estrangulamiento del joven emperador 
    Alejo IV, respuesto en el trono por los cruzados. El pillaje 
    -según Jean Longnon- fue total: más de cuatrocientos mil marcos 
    de plata. Robert de Clari escribe: «Nadie supo jamás, ni griego 
    ni francés, qué fue de la Síndone, cuando la ciudad fue tomada.»
    
    • 
    Año 1205. 
    El 1 de agosto, Teodoro Ángel Comneno, nieto del emperador de 
    Bizancio, escribe al entonces papa Inocencio III, con motivo del 
    saqueo de Constantinopla por los cruzados. En dicha carta, que 
    forma parte del Chartularium Culisanense, se informa de 
    que los tesoros robados se conservan en Venecia, Francia y en 
    otras partes. Pero «la más sagrada entre ellas, es decir, la 
    Santa Sábana con que fue envuelto, después de muerto y antes de 
    la resurrección, nuestro señor Jescucristo... se conserva en 
    Atenas», de donde era duque Othon de la Roche, uno de los jefes 
    cruzados.
    
    • 
    En 1238 sube al trono Balduino II de Courtenay. Es el nuevo 
    señor de Constantinopla. Su situación financiera es tan penosa 
    que se ve obligado a empeñar muchas de sus propiedades y 
    reliquias. San Luis, rey de Francia y tío de Balduino, le ayuda 
    a recuperar muchas de esas reliquias. En 1247, como 
    agradecimiento, Balduino II le envía un trozo de la Sindone 
    (parte de los pies y sin imagen). Esto hace sospechar a los 
    historiadores que la Sábana Santa estaba todavía en poder del 
    citado Balduino II.
    
    •
    En 1261, 
    Balduino II empeña cuanto tiene y huye definitivamente a Europa. 
    La Sábana Santa pudo ser vendida en ese año, o poco antes y, muy 
    probablemente, a los poderosos caballeros de la Orden del 
    Temple. No es ningún secreto que los templarios surgieron, entre 
    otras razones, para tratar de reconquistar Tierra Santa y, sobre 
    todo, para poner a salvo a determinados simbolos y objetos 
    religiosos. Entre los más importantes: el cáliz de la última 
    cena (Santo Grial), el Arca de la Alianza y la Sábana Santa.
    En 1349, el señor 
    de Lirey solicita autorización para exponer la Sábana Santa. 
    Miles de peregrinos pasan por la colegiata, provocando la 
    envidia de las iglesias próximas.
    
    •
    En 1291 se 
    produce la caída de San Juan de Acre, en el norte de Israel. Los 
    templarios abandonan la fortaleza y viajan a Chipre, Marsella, 
    Besançon y Villeneuve du Temple, en París. Es posible que el 
    gran tesoro llegara a Francia hacia 1306 y bajo la custodia de 
    Jacques de Molay, Gran 
    Maestre Templario. Uno de los indicios que apunta a los templarios 
    como los secretos propietarios de la Síndone durante un siglo 
    (quizá más) fue la acusación, por parte de la Santa Sede, de 
    venerar a un extraño 
    rostro 
    de barba rojiza al que llamaban «Bafumet» (otros hablan de «Bafomet» 
    o «Mohamet»): un ídolo sospechosamente parecido a la cabeza del 
    Hombre muerto de la Sábana Santa. Ésta, entre otras, sería la 
    causa de la persecución de la orden. 
    
    • 
    En 1307 (13 de octubre) el rey Felipe IV el Hermoso ordena el 
    encarcelamiento de los templarios. Una semana antes (en la noche 
    del 6), un carro abandona la fortaleza 
    del Temple, en las afueras de París. Llueve torrencialmente y el 
    hombre que lo conduce se protege con una «sábana». Los soldados 
    registran la carga de paja, pero no encuentran nada. La Síndone 
    no aparece. Todo apunta a que fue sacada del castillo por el 
    hombre que se cubría con la referida «sábana». 
    
    
    • 
    1314. En marzo son quemados vivos Jacques de Molay, Gran Maestre 
    de la Orden del Temple, y Godofredo de Charny, visitador de
    Normandía. 
    La Síndone continúa oculta. 
    La Síndone fue 
    propiedad de la casa de Saboya hasta 1983.
    
    • 
    1349. Cuarenta y dos años después de la caída del Temple por 
    orden del papa Clemente 
    V
    
    
    y 
    del suceso del carro, otro Godofredo de Charny, señor de Lirey, 
    cercano a la ciudad
    
    de 
    Troyes, pide permiso al citado papa para construir una colegiata 
    en la que exponer unos lienzos que «son la auténtica mortaja de 
    Jesús». Parece claro que ambos Godofredos de Charny eran parientes. 
    ¿Pudo quedar la Síndone en poder del segundo señor de Lirey? Es 
    lógico, ya que la Sábana se encuentra bajo su protección. En 
    1354 recibe la autorización. 
    
    • 
    Godofredo de Charny muere el
    
    19 
    de setiembre de 1356 en la batalla de Poitiers. La Síndone ya 
    había empezado a ser expuesta a los fieles. Esto provocó un gran 
    malestar entre las parroquias próximas. La colegiata de Lirey 
    recibía miles de peregrinos y, en consecuencia, sus ingresos se 
    multiplicaron. La imagen es considerada como una «pintura» por 
    los enemigos de Lirey. 
    
    • 
    1415. Margarita de Charny, nieta de Godofredo y casada en 
    segundas nupcias con Humberto de Villersexel, conde de la Roche 
    y señor de Saint Hippolyte sur le Doubs, retira la Sábana de la 
    colegiata de Lirey. Tiene miedo de los pillajes que ha generado 
    la guerra de los Cien Años. Y
    
    el 
    lienzo es trasladado al castillo de Saint Hippolyte. Al 
    enviudar, la pésima situación
    
    
    económica de Margarita le obliga a exponer la sábana, y obtiene 
    así algún dinero. La explanada del castillo es conocida como el 
    «campo de Dios», en recuerdo de dichas ostensiones.
    Iglesia de 
    Chambéry.
    En 1509, la 
    Síndone es doblada en 48 plieges y guardada en una urna de 
    plata.
    
    • 
    1453 (22 de marzo). Otro histórico día. Margarita de Charny cede 
    el lienzo a la casa de Saboya. El acuerdo se firma en Ginebra. 
    El duque de Saboya, Luis 
    
    I,
    
    
    entrega a Margarita el castillo de Varambon y las rentas del 
    señorío de Miríbel, cerca de Lyon, «por los numerosos e importantes 
    servicios que la condesa de la Roche había prestado al duque de 
    Saboya». Los canónigos de Lirey protestan y
    
    
    piden una indemnización. Once años después, el duque de Saboya 
    asigna cincuenta francos de oro a los canónigos de Lirey en 
    compensación por la pérdida de la Síndone. A partir de esos momentos, 
    y hasta 1983, la Sábana Santa fue propiedad de la citada casa de 
    Saboya. El 18 de marzo de ese año (1983), los herederos del ex 
    rey de Italia, Humberto II de Saboya, entregaron el lienzo al 
    Vaticano. 
    
    • 
    La Sábana Santa, como si de una maldición se tratase, prosiguió 
    peregrinando de castillo en castillo. En 1502 reposaría 
    temporalmente en Chambéry. 
    
    • Año 
    1509. El lienzo es depositado en un nuevo relicario: una urna de 
    plata donada por Margarita de Austria. La Síndone es doblada en 
    48 pliegues. Se suceden las exposiciones. La imagen es copiada y 
    regalada a numerosas personalidades . 
    La Sábana Santa 
    llegó a Chambéry en 1502.
    
    • 
    Año 1532 (noche del 3 al
    
    4 
    de diciembre). Se declara un pavoroso incendio en la capilla donde 
    se encuentra la Síndone (Chambéry), provocado, al parecer, por 
    los calvinistas. La urna es retirada en el último momento, gracias 
    al valor del canónigo Philibert Lambert, al que ayudan dos 
    franciscanos y un herrero. El fuego alcanza dicha urna y varias 
    gotas de plata fundida queman y traspasan los pliegues de la 
    Sábana Santa. También el agua utilizada para apagar el incendio 
    impregna parte del lino, formando rombos que se repiten simétricamente 
    a lo largo de la imagen. Dos años después, las monjas clarisas
    -de 
    rodillas- 
    
    remiendan los desperfectos. Devuelven el lienzo el 
    
    2 de mayo de 
    1534. 
    • 
    1578. Concluye el peregrinaje de la Sábana Santa. El entonces 
    cardenal de Milán, Carlos Borromeo (después santo), hace una 
    solemne promesa: si desaparece la peste que asola la ciudad 
    caminará hasta Chambéry y se arrodillará ante la Síndone. La 
    epidemia remite y el cardenal se dirige a Francia. La casa de 
    Saboya, sin embargo, se apiada de Borromeo y, para evitar que 
    cruce los Alpes, traslada la Sábana a mitad de camino entre 
    Milán 
    y Chambéry. Para algunos historiadores, esta decisión sólo fue 
    una argucia política del duque Emmanuel Filiberto para trasladar 
    su capital a Turín. Es el
    
    14 
    de septiembre de 1578 cuando la Síndone es trasladada a Turín. El 
    10 
    de octubre, Carlos Borromeo se arrodilla ante el lienzo. 
    
          
     
     • 1694. La Sábana Santa es colocada en la Capilla Real de la 
     catedral de Turín, en una urna diseñada por Guarini. El beato 
     Sebastián Valfré añadió un forro de seda negro a la «holandesa» 
     que habían cosido las monjas clarisas de Chambéry-
     
     
     «donde no hay imagen, sólo algunas manchas de sangre que han 
     atravesado la tela»-,
     aunque posteriormente fue cambiado por 
     otra protección de tafetán rojo que cubre la totalidad de la 
     parte trasera, así como los bordes de la Síndone. Desde esa 
     fecha, la Sábana Santa ha permanecido en la ciudad italiana 
     de Turín. 
     Turín, sede 
     de la Sábana Santa desde 1578. El lienzo fue depositado en 
     una urna diseñada por Guarini.
 
    
    
     El fraude del 
    carbono 14
    Fallos e irregularidades
    
    2
    <  
    Vidriera de Saint Hippolyte sur le Doubs.
      
    No hay lugar para la duda: documentos, testimonios y restos 
    arqueológicos demuestran que la Sábana Santa es antigua. Muy 
    antigua. Muy anterior a la Edad Media, como pretenden los mal 
    informados o mal nacidos, que de todo hay...
     
      
    Pero, en el otoño de 1988, el mundo quedó perplejo: dos 
    laboratorios europeos y otro norteamericano dieron a conocer los 
    resultados de sus análisis sobre una muestra de la Sábana Santa. 
    El C14 (carbono 14) arrojó una datación sorprendente: el tejido 
    analizado -según dijeron- era medieval. Y los científicos 
    situaron la época de su elaboración entre los años 1260 y 1390.
    
    ¿Medieval? 
    De ser cierto sólo podía 
    significar 
    una cosa: la imagen 
    del Hombre muerto 
    era una 
    falsificación.
    
    
    Creo 
    que fui uno de los primeros 
    periodistas 
    en reaccionar. 
    Y así lo publiqué:
    
    
    «El C14 no es una prueba 
    definitiva: hay otras investigaciones 
    anteriores -alrededor 
    de trescientas- que demuestran que el lienzo es del siglo
    I.»
    
    
    Las voces 
    que 
    clamaron, recordando 
    que existía un dilatado historial 
    científico 
    al respecto, 
    sólo fueron 
    eso: voces en el desierto. 
    Y 
    los medios de comunicación 
    -con una lamentable 
    falta 
    de rigor- 
    se hicieron 
    eco de la noticia, 
    abriendo, incluso, 
    los informativos. 
    Pocas veces he sentido
    tanta 
    vergüenza ajena. 
    Mis 
    colegas 
    demostraron 
    una especialísima 
    falta 
    de profesionalidad.
    
    
    Poco a poco 
    fueron 
    saliendo 
    a la luz una treintena 
    de fallos e irregularidades en los referidos procesos de 
    datación 
    por 
    parte 
    de los tres laboratorios.
    Naturalmente, 
    la prensa, la radio
    
    
    y 
    
    la televisión 
    se hicieron 
    los sordos. Eso no interesaba.
    No 
    vendía. 
    
    
    Y
    las 
    protestas del mundo científico, 
    que puso en tela de juicio 
    la bondad del C14, no trascendieron 
    a nivel popular. Y se habló, 
    incluso, 
    de complot. 
    Una conspiración 
    para acabar con la Síndone. 
    ¿Una trama 
    secreta? 
    ¿Urdida por quién?
    Lago
    Tiberíades. 
    El polen, en la Síndone, demuestra que el lienzo se encontraba 
    en Israel en el siglo I.
    
    Historia de unos 
    análisis 
    
    • La idea 
    de datar 
    la Sábana 
    Santa no fue de la Iglesia
    Católica,
    propietaria 
    de la Síndone, 
    sino de los laboratorios.
    
    
    • Otoño 
    de 1986. Reunión 
    en Turín. Siete laboratorios 
    de radiocarbono (cinco AMS o espectrometría 
    por aceleración 
    de masa 
    y dos contadores 
    de gas) recomiendan 
    un protocolo para 
    la datación del lienzo. 
    
    • Octubre 
    de 1987. Se seleccionan 
    las ofertas de tres 
    laboratorios
    AMS: 
    Arizona, Oxford
    
    
    y 
    
    Zurich. 
    La selección 
    fue hecha por el arzobispo 
    de Turín
    
    
    y 
    
    custodio 
    pontificio 
    de la Santa Sede, cardenal 
    Ballestrero, bajo 
    las indicaciones 
    específicas 
    de Roma. Los laboratorios 
    no cobrarían. 
    Sería 
    suficiente 
    con la publicidad
    que 
    provocaría 
    el asunto.
    
    
    • El 
    Museo 
    Británico fue invitado 
    como 
    coordinador de los anáIisís. 
    En enero de 1988, bajo la presidencia 
    del profesor Tite, director 
    del laboratorio 
    de investigación 
    científica 
    del citado Museo 
    Británico, 
    se reúnen 
    los representantes 
    de los tres laboratorios. 
    Acuerdan 
    cómo 
    proceder en la toma 
    de muestras
    
    
    y 
    
    cómo 
    tratar 
    los resultados. Las recomendaciones 
    fueron aprobadas por el arzobispo 
    de Turín.
    
    
    • El corte 
    de la muestra 
    de la Sábana
    Santa 
    tuvo lugar 
    en la mañana 
    del 21 de abril 
    de 1988 en la sacristía 
    de la catedral 
    de la mencionada 
    ciudad del norte de Italia.
    
    
    • Testigos principales del corte, 
    pesado y sellado del muestreo. Anastasio Ballestrero, profesor 
    Gonella (Departamento de Física del Politécnico de Turín y 
    asesor científico del arzobispo), dos expertos en textiles 
    (profesores Testore 
    
    y 
    
    Vial, del Departamento 
    de Ciencias de Materiales de Turín
    
    y 
    del Museo de Tejidos de Lyon, respectivamente), el profesor Tite 
    (Museo Británico), los profesores Damon, Donahue, Hall, Hedges y 
    Woelfli (representantes de los laboratorios) y G. Riggi, que procedió 
    a la extracción de la muestra . 
    
    • 
    El lino fue separado del forro por la parte izquierda inferior. 
    Se procedió al corte de una tira de 10 x 70 milímetros, 
    justamente por encima del lugar donde se obtuvo la muestra de 
    1973 (aquel intento de datación no prosperó como consecuencia 
    del tamaño de la muestra: se requerían del orden de quinientos 
    centímetros cuadrados) . 
    
    • El
    
    28 
    de setiembre de 1988 llega la comunicación oficial al cardenal 
    Ballestrero: 
    el tejido es medieval. La Iglesia Católica presenta un comunicado 
    el 13 de octubre. Gran revuelo en la prensa. 
    
    • 
    Los responsables de los tres laboratorios se deciden a hacer público 
    el estudio por C14. La prestigiosa revista 
    
    Nature 
    lo 
    recibe el
    
    5 
    de diciembre de 1988. El artículo se publica en el volumen 337 
    (16 de febrero de 1989). 
    Una carta del 
    profesor Tite que la prensa, radio y televisión ignoraron.
    En el comunicado 
    oficial se reconoce que el origen de la imagen sigue sin 
    explicación.
    
    
    Irregularidades en el proceso 
    
    • Uno de los graves errores se registró en el corte de la muestra. 
    Según los expertos en este tipo de datación, la pieza que hay que 
    analizar debe hallarse suficientemente protegida (prácticamente 
    blindada), evitando así la radiación de fondo existente en la 
    naturaleza (entre quinientas y seiscientas desintegraciones por 
    minuto) y la de los seres vivos que rodean o están en contacto 
    con dicha muestra (15,3 desintegraciones de C14 por minuto y 
    gramo). 
    
    Nada 
    de esto se cumplió. 
    
    • Para el profesor Líbby, premio Nobel (en 1960) por sus hallazgos 
    sobre el C14, la muestra extraída de la Síndone (un lugar 
    periférico) no fue representativa. Un análisis riguroso y objetivo 
    habría demandado otras muestras del resto del lienzo . 
    
    
    • La pieza sometida al C14 no debe aparecer contaminada. En el 
    caso de la Sábana Santa, el lino se ha visto alterado por 
    numerosos factores: incendios, agua utilizada para sofocar los 
    fuegos, humo de las velas, cera, polen, contacto con piel humana, 
    fibras antiguas y modernas, casi trescientos experimentos científicos 
    y, en especial, la «radiación» que, al parecer, provocó la formación 
    de la imagen del Hombre muerto. Estos elementos han podido contribuir 
    al incremento del carbono 14 que tenía el lino en el momento de 
    ser cortado y con el que se elaboró la tela. Ese aumento del 
    C14, justamente, es lo que «rejuvenece» el lienzo, arrojando una 
    datación medieval. En este sentido resulta altamente esclarecedor 
    el experimento desarrollado por Dimitri Kouznetsov, director de 
    los laboratorios Sedov de Moscú para la investigación sobre los 
    hiopolímeros y premio Lenin para la ciencia; alguien muy poco 
    sospechoso. 
    Pues bien, Kouznetsov, desconfiando del sistema utilizado por 
    los laboratorios de Oxford, Zurich y Arizona, mandó datar un trozo 
    de lino del tiempo de Jesús y procedente de En-Gedi, en Israel. 
    Los resultados del C14 fecharon la tela en el 200 antes de Cristo. 
    Acto seguido, el ruso sometió dicho tejido a las mismas condiciones 
    que rodearon a la Síndone en el incendio de 1532 en Chambéry 
    (Francia). Tal y como sospechaba Kouznetsov, las altas temperaturas 
    y la plata fundida terminaron alterando la edad real de la tela 
    de En-Gedi. Al someter de nuevo el lino al carbono 14, 
    ¡el 
    tejido había «rejuvenecido» 14 siglos! (La plata actúa como 
    catalizador
    
    
    para la carboxilación de la celulosa.) Este fenómeno ha sido igualmente 
    ratificado por 
    Jean 
    Baptiste Rinaud, especialista en medicina nuclear (Montpellier). 
    bajo los efectos de una fuente de energía, el hidrógeno pesado 
    (deuterio) libera un protón
    
    y
    
    un 
    neutrón. Ese protón, en definitiva, es capaz de crear una imagen 
    similar a la de la Síndone. Y
    
    el 
    neutrón, además, modifica los núcleos atómicos del C14, «rejuveneciendo» 
    así el tejido. 
    
    El 
    profesor Garza Valdés, del Instituto de Microbiología de la Universidad 
    de San Antonio, en Texas (EE.UU.), ha confirmado esta nueva irregularidad 
    a la hora de datar la Sábana Santa: el
    
    
    lienzo -asegura Leoncio Garza- se halla cubierto por una pátina 
    de hongos y bacterias (un compuesto biológico llamado «liquenotelia») 
    que falsea la datación del C14 . 
    El científico 
    ruso Kouznetsov sometió un trozo de lino a las mismas 
    condiciones del incendio de Chambéry y comprobó cómo el tejido 
    «rejuveneció».
    Para el profesor 
    Libby, premio Nobel por sus hallazgos sobre el carbono 14, la 
    purificación de la muestra fue un problema.
    La misteriosa 
    «radiación» (?) que provocó la imagen alteró los índices de C14 
    del lino. Por eso «rejuveneció» la tela.
    La tela utilizada 
    en los experimentos fue sacrificada inútilmente. El profesor 
    Tite, inexplicablemente, eligió las pruebas destructivas.
    Rinaud, 
    especialista en medicina nuclear, ratificó las experiencias del 
    ruso Kouznetsov.
    
    • A 
    la hora de cortar la muestra, Giovanni Riggi, responsable de la 
    extracción, se quedó con algunos hilos. Parte de esas muestras 
    fue examinada por el citado profesor de la Universidad de Texas, 
    Leoncio Garza Valdés. 
    
    • 
    De los siete laboratorios que optaron al experimento, cuatro 
    ofrecían métodos no destructivos. La muestra, en definitiva, se 
    podría haber conservado, y haberse repetido la datación 
    indefinidamente. El profesor Tite 
    -inexplicablemente 
    - se decide por las pruebas destructivas. La tela, en suma, fue 
    sacrificada. 
    
    • A 
    las 9.45 horas del 21 de abril del año 1988, se entregan las muestras 
    a los tres laboratorios (una procedente de la Sábana Santa y 
    tres de control). Las citadas muestras no se deshilan o se 
    desmenuzan. En otras palabras: eran fácilmente reconocibles. en 
    el corte de la Síndone se encontraban presentes varios 
    científicos, 
    representantes de los tres laboratorios. Al tratarse de un 
    tejido en «espiga», el reconocimiento de la pieza resultaba 
    mucho más fácil. Todo esto debería haberse evitado. 
    
    
    • Según 
    las condiciones pactadas por la Iglesia y los tres laboratorios, 
    cada muestra sería identificada con una clave. Una numeración conocida 
    únicamente por el cardenal Ballestrero y un reducido grupo de 
    personas. Los laboratorios, por tanto, al recibir los tres 
    trozos de la Síndone y las piezas «falsas» o de control no debían 
    saber cuáles correspondían a la Sábana Santa y cuáles a los 
    tejidos de referencia. En septiembre, 
    sin embargo, el 
    
    Sunday Telegraph 
    y
    
    el
    
    
    Evening Standard 
    publicaron 
    las primeras filtraciones, declarando que la Síndone era medieval 
    y, por tanto, falsa. La pregunta es tan simple como demoledor:. 
    si los laboratorios no sabían qué piezas eran las de la Síndone, 
    ¿cómo adelantaron el resultado? Lo normal es que, una vez concluidos 
    los análisis, los sobres sellados y lacrados hubieran sido abiertos 
    por el cardenal de Turín 
    
    y, 
    
    públicamente, 
    ante notario, aclarada la identidad de cada muestra. 
    
    
    • 
    El certificado que acompañó a los trozos de la tela -redactado por 
    el profesor Gonella 
    
    y 
    firmado 
    por Tite 
    
    y 
    Ballestrero- 
    puso ya sobre la pista de la Sábana Santa a los tres laboratorios. 
    Decía así: «Los contenedores etiquetados Z-1, 
    Z-2 
    
    y 
    
    Z-3, para ser entregados a los representantes de los laboratorios, 
    contienen una muestra de tejido tomada, en presencia nuestra, de 
    la Síndone de Turín a las nueve horas cuarenta 
    
    y 
    
    cinco minutos de la mañana del veintiuno de abril de mil 
    novecientos ochenta 
    
    y 
    
    ocho, 
    
    y 
    dos 
    muestras de control procedentes 
    de uno o de dos de los siguientes tejidos facilitados por el 
    Museo Británico: tejido del siglo primero 
    
    y 
    del 
    siglo décimo primero. La identidad de las muestras puestas en 
    cada uno de los contenedores ha quedado registrada en un libro 
    especial que será guardado en secreto hasta haberse efectuado 
    las mediciones.» 
    
    • 
    Según el cardenal Ballestrero, la comunicación oficial de los 
    tres laboratorios llegó a Turín el 28 de setiembre de 1988. Y
    
    uno 
    se pregunta: ¿por qué el custodio de la Síndone necesitó quince 
    días para convocar la célebre rueda de prensa 
    
    y 
    hacer 
    públicos los resultados de Oxford, Zurich y Arizona? 
    
    El cardenal 
    Ballestrero (a la derecha) en la célebre rueda de prensa del 13 
    de octubre de 1988. Junto al cardenal de Turín, el profesor 
    Gonella.
    
    Una 
    carta reveladora 
    
    Naturalmente, como decía, los medios de comunicación ignoraron este 
    sospechoso cúmulo de fallos e irregularidades en el proceso de 
    datación por el carbono 14. Como ignoraron también la carta del 
    profesor Tite, coordinador de los análisis, al asesor científico 
    del cardenal de Turín, señor Gonella, en la que 
    
    reconocía que 
    
    el resultado no significaba que la imagen fuera una 
    falsificación. El texto de dicho escrito (del 14 de setiembre de 
    1989) es muy revelador. Dice así: 
      
    
    
    "Querido profesor Gonella: Tras el reciente congreso de París, 
    le escribo para recordarle que yo tampoco considero el resultado 
    de la datación del Sudario de Turín como una demostración de que 
    sea falso. Como usted subrayó correctamente, la calificación de
    
    
    «falso» 
    envuelve una deliberada intención de engañar, mientras que la fecha 
    del examen radiocarbónico no ofrece, claramente, ninguna evidencia 
    a favor de esta tesis. Yo mismo quise evitar el uso de la palabra
    
    
    «falso». 
    Pero me 
    
    temo que la referencia al Sudario con ese término haya tenido su 
    origen en los numerosos artículos periodísticos escritos a raíz 
    de las entrevistas que yo concedí. Tengo sólo que pedirle que me 
    excuse, una vez más, todos los problemas que esos artículos han 
    producido a usted y a los demás de Turín. Me alegrará volver a encontrarle 
    en 
    París.»
    
    
    Lo que no dice Michael Tite es que, al día siguiente de hacerse 
    público el citado resultado de los laboratorios, él mismo convocó 
    una rueda de prensa en el Museo Británico, y tachó a la Síndone 
    de falsa... 
    
    Lo peor, sin embargo, no eran las gravísimas irregularidades en 
    los análisis. Desde mi punto de vista, lo más absurdo y denigrante 
    fue el hecho de que el C14 borrara de un plumazo casi un siglo 
    de investigaciones. E historiadores y científicos se indignaron, 
    con razón. ¿Es que esos trescientos experimentos -iniciados por 
    Delage y Vignon en 1902- estaban equivocados? Por supuesto que 
    no... 
    Carta de Tite a 
    Gonella.
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