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lunes, 25 de agosto de 2014

(102) PSICOLOGÍA DEL MARTIRIO El testimonio de fe del s. I - IV d. J.C. en el Imperio Romano.

(102) PSICOLOGÍA DEL MARTIRIO El testimonio de fe del s. I - IV d. J.C. en el Imperio Romano.

PSICOLOGÍA DEL MARTIRIO El testimonio de fe del s. I - IV d. J.C. en el Imperio Romano.

PSICOLOGÍA DEL MARTIRIO

El testimonio de fe del s. I - IV d. J.C. en el Imperio Romano.

Un
estudio basado en la XXIX Videoconferencia Teológica Internacional, que
tiene por tema: "El martirio y los nuevos mártires". Prefectura de la
Congregación para el Clero - S. Em. Revma. Cardenal Darío Castrillón
Hoyos (Ciudad del Vaticano, 28 mayo 2004): Roma: Jean Galot, Bruno
Forte, Antonio Miralles y Paolo Scarafoni; Manila: José Vidamor Yu;
Taiwán: Louis Aldrich; Johannesburgo: Graham Rose; Bogotá: Prof. Silvio
Cajiao; Sydney: Julian Porteous; Moscú: Ivan Kowalewsky,...

La
dirección de este trabajo de docencia e investigación a cargo del
sacerdote y escritor español Padre Jesuita Jorge Loring, S.I. con la
colaboración especial del Presidente de la sección de Suicidología de la
Asociación Cubana de Psiquiatría, el Prof. y Dr. Sergio Andrés Pérez
Barrero, fundador de la sección de Suicidología de la Asociación Mundial
de Psiquiatría (AMP).

Autores: José María Amenós Vidal. Psicólogo
Clínico y Social por la Universidad Central de Barcelona (España).
Miembro Fundador y Administrador de la FPC. Marcelo Alejandro Correa.
Agente Pastoral de Salud, impulsor y promotor de grupos de prevención
del suicidio en Argentina, y de duelo por suicidio en la Asociación
Civil Estaciones del Alma (ACEDA) de Bahía Blanca. Javier Mandingorra
Giménez. Máster de Orientación familiar por la Universidad de Navarra, y
de Sexualidad por el Instituto Pontificio Juan Pablo II de estudios
para el matrimonio y la familia (Valencia). España.

Fundación
Psicología y Cristianismo (FPC). Comunidad de Psicólogos Cristianos. c/
Museo, 26 - 1º 1ª. D.P. 08912. Badalona (Barcelona). España. e-mail:
psicologiaycristianismo@catholic.org URL: http://classroom.catholic.org/YCVFPC

Indice.



Resumen.
Dedicatoria. Presentación. El enfoque teológico de Josef Weismayer. La
visión cristiana del dolor y el sufrimiento. Cap. I. La Biblia: Antiguo y
Nuevo Testamento. Cap. II. La Iglesia Primitiva (s. I - IV d. J.C.): 1)
Jesús de Nazareth. 2) Los Apóstoles y protomártires: a) Los Evangelios:
Juan, Marcos, Mateo y Lucas. b) Los Hechos de los Apóstoles. c) Las
Epístolas. 3) Los Padres Apostólicos y Apologistas Cristianos.
Conclusión. El contexto histórico de Jules Charles Henri Petiot. El acto
de inmolación u oblación. Documentación. Las Actas Martiriales:
Archivos oficiales y no oficiales. Anexo. a) Carta de la Iglesia de
Esmirna, que relata el martirio de su Obispo Policarpo y sus compañeros
mártires. b) Carta de las Iglesias de Viena y Lyon sobre el martirio de
Potino, obispo y otros muchos fieles. Palabras Clave. Notas y Textos.

Resumen.

Con
el empeño por defender la dignidad de los mártires de la Iglesia, se ha
llevado a cabo una investigación que pretende desarrollar en su total
amplitud un ensayo sobre apología del martirio cristiano, a tenor de las
objeciones planteadas en el campo de la Psiquiatría, que consideran el
martirio un suicidio crónico.

El objetivo del trabajo es entrar en
confrontación con el pensamiento de Karl Menninger y su ensayo ¨El
hombre contra si mismo¨, reforzando nuestro razonamiento con
planteamientos católicos. Por esta razón, proponemos un estudio basado
en la visión cristiana del dolor y el sufrimiento, en base al estudioso
teólogo austríaco, Josef Weismayer.

Un ensayo sobre apología del
martirio con certeza nuestra tesis, constata la deuda de gratitud hacia
la Iglesia primitiva de los primeros siglos del cristianismo (del I al
IV d. J.C) en base al enfoque en origen del significado etimológico del
término martirio: ¨testimonio¨ y mártir: ¨testigo¨.

Psicología del
Martirio: una apología de los mártires cristianos; debe considerar el
valor trascendente del testimonio de fe a la luz del Evangelio como
semilla de cristianos, y las actas martiriales en su verdadera dimensión
por transcripción literal de los hechos históricos acaecidos que fueron
extraídos de los archivos documentales de diversas fuentes
bibliográficas por el historiador Daniel Rops (su nombre original Jules
Charles Henri Petiot).

Dedicatoria.

A María, Reina de los Mártires.

En
la noche del 26 de marzo de 1996, siete monjes de la abadía trapense de
Tibhirine en Argelia fueron raptados. Durante dos meses nada se supo de
ellos. El 21 de mayo, un comunicado sobrecogedor de los
fundamentalistas islámicos anunciaba: "Les hemos cortado las gargantas a
los monjes". El día 30 del mismo mes, fueron hallados los cadáveres. Se
trataba de una muerte anunciada, que estos monjes habían podido preveer
en la fe. Lo atestigua el testamento espiritual de su prior, Padre
Christian M. de Chergé, Prior del monasterio de Nôtre-Dame del Atlas en
Tibhirine, Argelia: Argel, 1° de diciembre de 1993 - Tibhirine, 1° de
enero de 1994.

Presentación.

El término "mártir" tiene su
raíz en el término griego martus que significa "testigo". La palabra
‘mártir’ ha sufrido un cambio en su significado en las últimas décadas.
Muy a menudo en los medios de comunicación se asocia el término con el
uso del cuerpo humano como arma como por ejemplo con explosivos pegados
al cuerpo o mediante algún vehículo dirigido hacia un punto concreto
para que explote. Esto lo lleva a cabo la persona en un acto de libertad
y a veces también en el nombre de Dios; pero esta libertad no está en
conexión con la Verdad, porque la dignidad humana a imágen y semejanza
de Dios está amenazada atrozmente.

Los testigos como nos dice el
Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen gentium (núm. 42) dentro
del capítulo quinto correspondiente a la vocación universal a la
santidad dentro de la Iglesia tienen como fundamento la caridad del
mismo Señor Jesús. El Vaticano II en su Constitución Gaudium et spes
(núm. 21) dentro del marco del capítulo primero sobre la dignidad de la
persona humana nos dice: "Numerosos mártires dieron y dan preclaro
testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo
toda la vida incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la
justicia y el amor, sobre todo respecto al necesitado." Gaudium et Spes
ha sentado las bases de la única antropología auténtica en Jesucristo:
"En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio
del Verbo encarnado" (núm. 22). El martirio es epifanía de una
existencia libre, en comunión con Dios y con los hombres (núm. 24), es
decir, "entregarse totalmente al servicio de Dios y al ministerio
pastoral y a identificarse con Cristo crucificado" (Optatam totius, 9).

En
la década de los años sesenta, con ocasión de la canonización de los
mártires de Uganda, el Papa Pablo VI recordaba la "lista de valerosos
hombres y mujeres que dieron sus vidas por la fe", testimonio de
mártires que se centra en los consejos evangélicos de castidad, pobreza y
obediencia que dan testimonio de la unidad de los cristianos para
superar las divisiones raciales y tribales que aterrorizan al
continente. Hace casi treinta años el Papa Pablo VI indicó que una de
las características de nuestra época era que "el hombre contemporáneo
escucha más a los que dan testimonio".

Este don de fe nos dice
S.S. Juan Pablo II conlleva dificultades, procesos, retos y toda clase
de problemas hallados en los sacrificios cumplidos por los mártires. La
sangre de los mártires enseñó a los pueblos el valor de "la santidad de
la vida y la prontitud de ofrecer su propia vida por el Evangelio".
(Ecclesia in Asia, 9). El llamamiento para convertirse en "mártir" o
"testigo" no es solamente un don de Dios, sino un don a la Iglesia". "La
fe en Jesús es un don que tiene que ser compartido; es el don más
grande que la Iglesia pueda ofrecer". (EA, 10). La Iglesia está del lado
de los pobres, o sea: emigrantes, pueblos y tribus indigenas, mujeres y
niños y todos los quienes están siendo explotados. (EA, 34). Juan Pablo
II espera que "una muchedumbre de mártires nunca cese de enseñar a la
Iglesia el sentido de ser testigo..." (EA, 49).

S.S. Juan Pablo II
en su exhortación apostólica Ecclesia in America (núm. 15) nos está
haciendo la recomendación de recordar que ante todo el anuncio de
Jesucristo es martirial.

Como dice el prefacio de los santos
mártires: "Han atestiguado con su sangre tus prodigios", en su muerte
testimonial, el mártir se identifica con Cristo.

"La Iglesia del
primer milenio nació de la sangre de los mártires - afirma el Papa en la
Carta apóstolica "Tertio millennio adveniente". Al finalizar el segundo
milenio, la Iglesia se convirtió nuevamente en la Iglesia de los
mártires", heraldos valerosos del Evangelio, servidores silenciosos del
Reino, "a menudo desconocidos - como escribe el Santo Padre - casi
militi ignoti de la gran causa de Dios" (núm. 37). Juan Pablo II nos
recuerda que la sangre de los mártires no es un fenómeno exclusivo de la
Iglesia primitiva.

En Veritatis Splendor el Papa subraya que "a
través de la vida moral la fe llega a ser confesión, no sólo ante Dios,
sino también ante los hombres: se convierte en testimonio" y que "en
virtud de la adoración a Dios les hace ser libres", esta relación de la
verdad con la adoración de Dios se manifiesta en Jesucristo como la raíz
más profunda de la libertad (núm. 86). "El testimonio de Cristo es la
fuente, modelo y medio para el testimonio de sus discípulos, que están
llamados a caminar por el mismo camino" (núm. 89). En el cap. 92 de
Veritatis Splendor se describen los tres servicios fundamentales que los
mártires hacen a su tiempo.

Primero, "En el martirio, confirma la
inviolabilidad del orden moral, y dignidad personal del hombre querida
por la ley de Dios". Segundo, "El martirio de la víctima demuestra como
falso todo significado humano que pretendiese justificar el acto en sí
mismo moralmente malo del victimario". Tercero, "el martirio es un signo
preclaro de la santidad de la Iglesia".

S.S. Juan Pablo II en el
año del Gran Jubileo, el tercer domingo de Pascua, 7 de mayo de 2000, y
los líderes cristianos y representantes de otras comunidades cristianas
oraron juntos en el sitio donde dieron testimonio los primeros mártires,
el Coliseo de Roma para conmemorar el testimonio de fe en el siglo XX, y
decía en su discurso: "Permanezca viva, en el siglo y el milenio que
acaban de comenzar, la memoria de estos nuestros hermanos y hermanas. Es
más, ¡que crezca! ¡Que se transmita de generación en generación, para
que de ella brote una profunda renovación cristiana!" (Insegnamenti,
23/1, 776). El ecumenismo de los mártires y de los testigos de la fe es
el más convincente; él nos indica el camino de la unidad de los
cristianos del siglo XXI" (Homilía del 7.5.2000, núm. 5).

La
Iglesia da testimonio de vida según la exhortación del Rito de
Ordenación sacerdotal: "Da cuenta de lo que harás, imita lo que
celebras, confirma con tu vida el misterio de la Cruz de Cristo, el
Señor". El presbítero tiene prioridad en el sentido de que "debe ser el
primero en dar su vida por las ovejas, el primero en el sacrificio y la
dedicación" (Juan Pablo II, ¡Alzatevi, Andiamo!, núm. 41- 2004).

El enfoque teológico de Josef Weismayer.

De
este modo, se establece la línea de trabajo: el testimonio de fe de los
mártires cristianos en la Iglesia primitiva, modelo y ejemplo para el
mundo entero, testigos que fueron sacrificados en aras del orden público
establecido pero a mayor gloria de Dios.

Sobre la cuestión
derivada de esta propuesta inicial, es necesario el enfoque histórico y
filosófico, así como antropológico y teológico. Es decir, el contexto en
situación de la persona y los valores que encarna y por los cuales es
capaz de entregar su vida por el Reino de Dios.

La visión cristiana del dolor y el sufrimiento.

El
tema de la visión dolorista de la religión en la Iglesia Católica, está
magistralmente ilustrado por el teólogo, Josef Weismayer, de quien
encontrarán un esbozo clarificador sobre el sufrimiento en la Biblia, y
el dolor en la Sagrada Escritura en ¨Vida Cristiana en plenitud¨, en la
Col. Pastoral Aplicada de Promoción Popular Cristiana (Madrid, 1990).

La
cuestión principal es puntualizar el sacrificio de la cruz como valor
supremo del cristianismo y que es motivo de escarnio para la sociedad.

Cap. I. La Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento.

El
judío Filón, rabino y doctor de la Ley de la Torah, que fundó en
Alejandría un ¨didascalio¨ o escuela de sabiduría, y que marcó el
comienzo de lo que se ha dado en llamar la ¨Doctrina del Logos¨
enraizando en un método de explicación escrituraria el pensamiento
helénico y la tradición judaica, fue una tentativa de reconciliar la
tradición de Israel y los temas filosóficos griegos.

Los filósofos
habían esbozado en múltiples aproximaciones esta grandiosa concepción
del Logos, del pensamiento de Dios. Platón había reconocido en ella el
origen de las ideas. Pero San Juan Evangelista consolidó en una
certidumbre todos esos sentidos del vocablo, el Verbo de Dios. Y así,
todos los principios justos descubiertos y expresados por los filósofos
los alcanzaron éstos merced a una participación en el Verbo, y este
Logos que había encendido progresivamente la inteligencia humana, era
Cristo, por quien hallaron su verdadera significación la razón y la fe.

Una
concepción cristiana de la historia que se concretará en San Juan y el
Logos del IV Evangelio en quien reconocerá la Doctrina del ¨Verbo de
Dios¨, que junto a San Pablo y la elección de los 27 textos canónicos
que constituyen el Canon del Nuevo Testamento en la Sagrada Escritura
inspirados por el Espíritu Santo completará la tradición de Israel
recogida en los 46 libros del Antiguo Testamento, y que conformarán los
73 libros sagrados de la Biblia de Jerusalén.

Los primeros
capítulos del Génesis demuestran la sublime dignidad de las personas
humanas. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de
venir, es decir, Cristo nuestro Señor, el nuevo Adán, en la misma
revelación del misterio del Padre y de su amor por el Hijo, se
manifiesta plenamente al hombre mismo y le descubre la sublimidad de su
vocación.

En el pasaje de Abel, la víctima mártir asesinada, el
hombre justo, que recoge el fruto de su trabajo y lo ofrece en acción de
gracias a Dios, se muestra a un Caín, el victimario homicida, el hombre
indigno, que ofrece su vil sacrificio con un corazón ruin.

En el
Éxodo, la sangre colocada en los dinteles y las jambas de las puertas de
los israelitas lo que los protegió aquella horrible noche en Egipto del
exterminio del ángel de la muerte (Ex. 12,7.12), sólo era una
anticipación de otra sangre, la de Cristo, portadora de la santidad y
salvación definitiva.

En la historia de Jonás: "No se dará ningún
signo que no sea el signo de Jonás", Cristo crucificado. El ¨Cántico de
Ezequías¨, las meditaciones sobre Job, y el libro de Jeremías, nos
muestran al profeta sufriente del Antiguo Testamento entregado a la
voluntad de Dios hasta su martirio y asesinato.

Del martirio del
mayor de los profetas de la Biblia, San Juan Bautista, de quien anuncia
en el Nuevo Testamento la llegada del Mesías y la necesidad que tiene el
cristiano de vivir la coherencia incluso ante los sufrimientos, destaca
que si relativamente pocos están llamados al heroico sacrificio
supremo, existe sin embargo, "un testimonio coherente que todos los
cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa del
sufrimiento y grandes sacrificios".

"Se requiere en efecto un
compromiso muchas veces heroico para no ceder, incluso en la vida
cotidiana, a las dificultades que presionan al comprometido y para vivir
el Evangelio ‘sine glossa’ (sin atenuantes)", existen aún hoy mártires
que entregan su vida por la fe en el mundo, y "nos hace pensar en los
mártires de la fe que a lo largo de los siglos han seguido valerosamente
sus huellas", los creyentes siguen sometidos a duras pruebas por su
adhesión a Cristo y a la Iglesia".

Cap. II. La Iglesia Primitiva (s. I - IV d. J.C.).

Desde
los primeros tiempos de la Iglesia Primitiva, se ha reconocido que la
sanguis martyrum est semen Christianorum (la sangre de los mártires es
la semilla de los cristianos). "En la Iglesia antigua, el martirio era
considerado una verdadera celebración eucarística: realización extrema
de la contemporaneidad con Cristo, del ser una cosa sola con Él"
(Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina
de la Fe, Introduzione allo spirito della liturgia, 55).

A partir
de finales del siglo segundo, la fecha de la muerte del mártir se
celebraba en su tumba como una natividad en los cielos, lo que llevó a
la construcción de iglesias encima de estos lugares. De la misma forma,
en la liturgia romana, los mártires están ubicados en las primeras
filas, antes de todos los demás santos, vestidos con el color rojo de la
liturgia que pone de manifiesto la naturaleza sangrienta de su
sacrificio.

1) Jesús de Nazareth.

" ... Bienaventurados los
pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de
la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros ...
".

La Pascua Judía y Cristiana.

Por aquel entonces en
Jerusalén se preparaba la fiesta de la Pascua que celebraba la libertad
de los judíos que escaparon del yugo de la esclavitud en Egipto en
tiempos de Moisés y conmemoraba la noche en que los esclavos hebreos
marcaron sus casas con la sangre de un cordero para que la venganza del
ángel de Dios no alcanzara a los primogénitos de Israel.

¡ Dios de
Abraham, Isaac y Jacob ! , ¡ Dios Justo ! , ¡ Dios Santo !, ¡ Dios
Inmortal ! , ¡Dios Universal !, ¡ Dios Padre Omnipotente !, ¡ Dios Padre
Piadoso!, ¡ Dios Padre Eterno !, cuanto hemos esperado que llegara el
día de nuestra liberación, como Moisés que escapando de la espada del
Faraón se convirtió en el libertador de los hebreos que huyeron del
cautiverio de Egipto.

Ya habían transcurrido generaciones desde el
primer enfrentamiento de Sansón y los israelitas contra los filisteos
hasta su derrota definitiva con la unción del gran Rey David, origen del
linaje y ascendiente directo del libertador de la casa de Israel que
tanto esperaban los judíos, como en la época del exilio en tierras de
Babilonia que tan amargamente profetizó Jeremías, y que ahora bajo la
dominación del Imperio Romano el pueblo israelita sentía en su propia
tierra.

¡ Alegraos !, ¡ regocijaos !, porque nuestro cautiverio ha
terminado, Cristo ¨El Ungido¨ está entre nosotros, es de la estirpe de
David y de sus descendientes nos ha venido la salvación, de Belén de
Judea es el hijo de Dios.

El ¨Rabí¨ o maestro como le llamaban,
era hijo natal de Belén, de un ¨nagar¨ o carpintero del pueblo de
Nazareth en Galilea que se llamaba José y que había hecho voto de
nazareno o de consagrarse a Dios, y de una muchacha llamada María que
era la madre virginal de Jesús. Había llegado a Judea a la casa de su
amigo Lázaro, que convivía con sus hermanas Marta y María de Betania, un
pueblo muy cercano a Jerusalén, venía de predicar por Galilea y del
lugar a orillas del río Jordán en Perea donde su primo Juan, el mayor de
los profetas de la Biblia, había estado al principio bautizando y
anunciando la llegada del Mesías. Con sus discípulos, Simón Pedro o
Cefas y su hermano Andrés, Juan y su hermano Santiago el Mayor o
Zebedeo, Judas Tadeo, Santiago el Menor o Alfeo, así como Simón el
Zelote o Cananeo, Mateo el publicano, Tomás al que llamaban el gemelo,
Bartolomé o Natanael, y Felipe, ... hacían su entrada triunfal en
Jerusalén.

¡ Oh Jerusalén !, proclama la gloria del Señor porque hoy es el día de tu liberación.

El
Rey Herodes Antipas, tetrarca de Perea y Galilea, había hecho
encarcelar y decapitar en su fortaleza de Maqueronte a Juan el Bautista,
porque consideraba a Jesús de Nazareth como a un usurpador. La clase
dirigente judía de los ¨haberim¨ o pertenecientes al ¨Sanedrín¨, o
Supremo Consejo, también veían con recelo a Jesucristo porque el pueblo
lo aclamaba y proclamaba como el Rey de los Judíos que les traería la
libertad. La secta de los fariseos y saduceos que tenían la autoridad
nacional y religiosa, los ¨soferim¨o maestros de la Ley y estudiosos de
las Escrituras, lo consideraban como a un perturbador que ponía en
entredicho sus enseñanzas.

¡ Oh Señor !. ¡ Rey de Reyes !, que
amas a tu pueblo y que escapaste de la espada de la casa de Herodes has
venido para liberar a los oprimidos.

Que humilde condición la de
aquellas gentes que como era habitual cada año se reunían procedentes de
todas partes para dar gloria al Señor, eran ¨amhaares¨ de toda índole
despreciados por los escribas y fariseos, ¨goims¨ o paganos, con
¨cuttonas¨, túnicas por vestido, y ¨simlahs¨, mantas de abrigo,
desgastadas por el tiempo, en contraposición con aquellos que se
distinguían por las ¨zizith¨, borlas o franjas que los israelitas
llevaban en los vestidos para recordar los mandamientos de la Ley de
Dios, con las ¨cufiehs¨, prendas para la cabeza, o ¨taliss¨, que caían
sobre sus hombros, y que solían llevar cuando oraban en la sinagoga.

¡
Santo !, ¡ Santo !, ¡ Santo !, es el Señor, Dios del Universo, llenos
están el Cielo y la Tierra de tu Gloria, ¡Hosanna! en el Cielo, bendito
el que viene en nombre del Señor, ¡Hosanna! en el Cielo.

El poder
del César, el Emperador de Roma, era omnisciente, y divinizado por el
paganismo del Imperio, el politeismo era la religión oficial. Y Judea
era una provincia romana que por el pasado histórico monoteísta de la
tradición judaica, depositaria de las tablas de la Ley que Moisés en el
monte Sinaí recibió del mismo Dios, la convertía en caldo de cultivo de
insurrecciones y sublevaciones por su reticencia a adoptar las
costumbres y usos de sus conquistadores. Especialmente en estas fechas
las guarniciones romanas de la Torre Antonia de la ciudad estaban en
estado de alerta permanente, pues los judíos alentados por su exaltado
sentido del nacionalismo y exacerbados por la convicción de ser el
pueblo elegido de Dios, hacía ya largo tiempo que consideraban al
ejército de ocupación como al opresor. El Gobernador romano, el
procurador Poncio Pilato, alertado por los disturbios y motines
ocasionados por miembros de fanáticas y agresivas sectas judías como la
de los zelotes o los sicarios, con un tal Barrabás al frente que había
sido encarcelado, también juzgaba la fama que precedía al galileo como
un signo de inestabilidad para lograr imponer en su provincia la
voluntad del César Tiberio retirado en Capri y cuyo regente era
Calígula, y porque ponía en peligro su soberanía y era un estorbo para
sus fines en aras del orden público establecido.

¡Escucha Oh
Israel !. No endurezcas tu corazón como hicieron nuestros antepasados
junto a la montaña sagrada del Sinaí, porque tuvieron que vagar por el
desierto durante una generación hasta encontrar la tierra prometida de
Canaan.

Se acercaba el día de los panes ácimos cuando había que
sacrificar el cordero pascual, y Jesús se dirigió al Templo de Jerusalén
para orar al Señor, y encontrando en sus atrios a cambistas y
mercaderes que negociaban con el precio de las ofrendas que se habían de
entregar a la casta de los sacerdotes para llenar sus arcas del tesoro,
arremetió contra sus puestos derribándolos y desparramando las monedas
por el suelo, y a latigazos les expulsó del Templo.

¡ Pídeme ! y
te daré las naciones en herencia y extenderé tus dominios hasta los
límites de la tierra. Los regirás con vara de hierro y como vaso de
alfarero los romperás.

Y buscando la manera de quitarlo de en
medio sin que la gente se enterara, dos días antes del día de los panes
sin levadura se había tramado una traición contra Él, entre un tal Judas
Iscariote, habitual entre sus allegados que administraba los ases de
cobre que recibían de las gentes para atender sus necesidades y había
decidido entregarle a cambio de dinero, y el Sumo Sacerdote, Caifás, que
para apresarle había acordado una recompensa de 30 siclos de plata,
única moneda nacional judía en circulación.

Llegó el día en que se
celebraba la noche de la pascua judía, y hacia el atardecer cuando
empezó a cesar el bullicio de las gentes por las calles, Jesús después
de predicar en el Templo se retiró con sus discípulos a un cenáculo de
la ciudad .

El Señor es mi vara y mi cayado, ¡ nada temeré !. El Señor es mi pastor, ¡ nada me falta !...

El
lugar de encuentro con la Guardia del Templo donde habían acordado
prenderlo sería durante la noche después de la cena pascual en el huerto
de los olivos, llamado Getsemaní, con el fin de llevarle acto seguido a
juicio y condenarlo a pena de muerte. Los cargos de que se le acusaría
serían de sedición y blasfemia, y antes de despuntar el alba sería
llevado ante Poncio Pilato para su crucifixión porque el poder romano se
reservaba el ¨jus gladii¨, es decir, tenía la última palabra para
decidir entre la vida o el suplicio en cruz de un reo.

¡ Ay de ti
Jerusalén ! que matas a tus profetas, destruye este Templo y Sagrario
del Espíritu Santo y en tres días lo reconstruiré, porque la piedra del
fundamento que desechasteis será la piedra angular.

Creemos que el
mejor modo de enfocar la cuestión de la asunción del sacrificio de la
cruz por Nuestro Señor Jesucristo es ser conscientes de la limitada
capacidad de entendimiento del ser humano sobre el sentido mesiánico de
su misión salvífica.

Queremos decir que es necesario un ejercicio
de humildad que nos permita comprender que aunque nada se esconde al
saber divino, si es al hombre a quien no le alcanza el discernimiento
para entender en su total y verdadera dimensión el significado de la
entrega del hijo de Dios por la salvación del hombre.

En el pasaje
del Evangelio después de la última cena en el que Jesús de Nazareth en
el huerto de los olivos de Getsemaní, en orante diálogo con Dios Padre,
le implora no ser crucificado, y acto seguido por su amor filial,
afirma: ¨hágase tu voluntad y no la mía¨, está reafirmando en su
condición de salvador y mesías, un acto de oblación pura, de total
entrega a su inmolación, conteniendo el verdadero sentido del martirio,
en contra de su voluntad y a causa de la iniquidad de los hombres,
asumiendo el sacrificio por el valor supremo de su misión salvadora,
donde encuentran verdadero significado las palabras: ¨... no hay mayor
amor que el que entrega su vida por los demás...¨, ¨... es necesario que
el hijo del hombre muera para que sea ensalzado...¨, ... porque la
voluntad de Dios es salvar al género humano aunque deberá sufrir por
ello su propio hijo el martirio por la maldad del hombre.

El sufrimiento vicario de Cristo.

"
Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: mi alma está triste hasta
el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.

Voluntad
ciertamente misteriosa, pero que nos pone violentamente, cara a cara,
con el gran amor que Dios tiene al hombre, haciendo que un Dios
encarnado, en carne humana sufra por él.

El cristiano, imitador de
Cristo, seguidor de los pasos de su Maestro, ¿se extrañará si en su
camino aparece el sufrimiento?. El convencimiento de que Dios es mi
Padre y quiere lo mejor para mi, aunque no lo entienda, le hará clamar
también : " no se haga mi voluntad, sino la Tuya".

.....Pavor.
Angustia. Tristeza hasta el punto de morir. Sudor como gotas espesas de
sangre...... Y los discípulos, tu y yo, dormidos por la tristeza.

¿Cómo
debía de ser ese dolor de Cristo transformado en sufrimiento, que le
lleva a sudar gotas de sangre?. ¡Qué bien se refleja aquí la ruptura que
el dolor produce en el alma. ¡Cómo éste, el sufrimiento, ha pasado de
los sentidos al alma, al yo, al espíritu, a la persona!.

Abrazar
como Cristo, la cruz, el sufrimiento, aceptando, queriendo, amando la
Voluntad divina, no es de extrañar que un cristiano, aún en el martirio,
sea feliz, alegre por ser corredentor, ya que colabora a restaurar con
Cristo la naturaleza humana, la creación, a su origen primitivo antes de
que entrase, por el pecado original, el mal en el mundo.

Esta es
la respuesta, la esperanza del cristiano a la pregunta sobre el sentido
del sufrimiento. Al morir Jesús, el mismo Dios, bajo figura finita,
destruye los efectos del pecado original y todos los personales,
produciendo una nueva creación.

...porque eres inocente y vas a
morir por nosotros, que somos los únicos culpables.....para
qué.......viviésemos al fin " in libertatem gloriae filiorum Dei ", en
la libertad y gloria de los hijos de Dios.

De este modo, adquiere
pleno sentido una de las obras cumbres del historiador Daniel Rops:
Muerte, ¿ dónde está tu victoria ? ; la vida del cristiano es la
historia de la asunción del sacrificio de la cruz y de su propio
martirio para salvación de su alma humana y resurección a la vida
eterna. Esta aspiración de la humanidad por los valores espirituales
recibió su confirmación con la pelicula La Pasión de Cristo de Mel
Gibson (2004).

Jesús de Nazareth fue martirizado... y lo dicen
profesionales en psicología y teología, opinar lo contrario, es decir,
que se suicidó, es de un reduccionismo y una autosuficiencia que se
parece a los opinólogos ... como la dramática posición de Pilatos cuando
se pregunta "¿ Qué es la verdad ?" y actúa como si no existiese estando
ante Cristo; el victimario sumerge a la víctima en una cultura de la
muerte, del relativismo y la negación de la verdad.

Realmente,
estamos asombrados de que puedan existir profesionales, que puedan
afirmar sin lugar a dudas, y sin conciencia del grave sacrilegio que
estan cometiendo, que Jesucristo fue sujeto de una autoinmolación, debe
existir alguna explicación plausible a una interpretación de este tipo, a
nuestro entender, sea resultado de una mala traducción, o bien, porque
en origen se pretendió que así fuera, nos encontramos con el mismo
problema, un error doctrinal en las bases de la psiquiatría y la
psicología.

Los Apóstoles y protomártires:

Un ejemplo que
podemos traer a colación y que existió ya en sus lejanos orígenes, con
nuestro protomártir San Esteban, es como hubo de brillar luego en toda
su evidencia en aquellas dramáticas horas en que, frente a los verdugos
de Roma, millares de cristianos prefirieron la muerte a apostatar de la
fe, entregando su vida en un acto sublime de oblación a Dios.

Otros
dedicaron sus últimas palabras precisamente a la misericordia y al
perdón, en imitación del ejemplo dado por Cristo en la cruz y seguido ya
por el primer mártir, San Esteban que fue lapidado.

La religión
cristiana se difundió muy rápida desde Jerusalén hasta Antioquia, antes
de llegar al Occidente, en Roma. El Cristianismo llegó a las costas de
India, donde San Tómas Apóstol predicó y fue martirizado, mientras San
Judas Tadeo y San Bartolomeo predicaron el Evangelio en Armenia. Gracias
a sus martirios, Armenia se convirtió en el primer país cristiano.

Por
voluntad de Cristo, Juan sería el único de los 12 apóstoles que no
moriría de muerte violenta, y a excepción de Judas Iscariote que se
suicidó, el resto sufriría el calvario del martirio.

a) Los Evangelios.

Juan.

¨En
el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo
era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por Él y
sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho¨ (Jn 1, 1-3).

"El buen
pastor da su vida por las ovejas" (Jn 10,11), y el testimonio de los
cristianos se asemeja siempre con el misterio del grano de trigo: "Si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si cae en
tierra buena y muere da mucho fruto" (Jn 12,24). Cristo, en la víspera
de su pasión, anuncia su glorificación a través de la muerte. Los
mártires, recorren "El Camino" (así se llamaban a si mismos los
cristianos) de Jesús al decir de sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida" (Jn 14, 6). El martirio toma parte directamente en la obra de
Cristo, permaneciendo unidos a Él que salva y santifica (Jn 15,5). "Dado
que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su vida por
nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por Él y sus
hermanos" (Jn 15,13).

Jesús al dirigirse a Pedro: "En verdad te
digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero
cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te
llevará adonde tú no quieras". Y el evangelista agrega: "Con esto
indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios" (Jn
21,18-19).

Marcos.

Refiriéndose Jesús a Pedro: "Tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Mc 8,32).
Luego, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su
vida?…quien pierda su vida por mi y por el Evangelio, la salvará" (Mc
8,36). La prueba era necesaria para el cumplimiento de la misión, el
martirio.

Mateo.

"Y adelantándose un poco, cayó rostro en
tierra y suplicaba así: Padre mío, si es posible, que pase de mi esta
copa, pero que no sea como yo quiero, sino como quieras Tu" (Mt 26,
37-39). "Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre mío, si
esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad" (Mt
26,42).

La orden del Señor "vayan y hagan discípulos de todos los
pueblos" (Mt 28,19) es anuncio como el martirio de la semilla de nuevos
cristianos.

Lucas.

También enseñó a sus padres a obedecer al
orden en la obediencia: " ¿ No sabíais que es necesario que yo esté en
las cosas de mi Padre ?" (Lc 2, 49). Cristo obedeció a Dios Padre, su
Padre, nuestro Padre, hasta la muerte y muerte de cruz. Obediente a sus
padres " bajó con ellos y vino a Nazareth, y vivía sujeto a ellos." (Lc.
2, 51).

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9, 23). "Os digo que si uno
se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre
se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios" (Lc 12,8).

"
¿Es que no temes a Dios, tu que sufres la misma condena?. Y nosotros,
con razón, porque nos la hemos merecido con nuestros hechos; en cambio,
éste nada malo ha hecho. Y decía San Dimas: Jesús, acuérdate de mi
cuando vengas con tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás
conmigo en el Paraíso." (Lc 23, 40-43).

b) Los Hechos de los Apóstoles.

En
el sacrificio vemos la inspiración del Espíritu Santo que Jesús
prometió a los Apóstoles como la facultad mediante la cual serían sus
testigos, sus mártires, hasta el fin de los días (Hch 1:8). La antigua
tradición de la Iglesia presenta el relato de los Hechos de los
Apóstoles en referencia a su identificación con el testimonio del Señor,
sufrir la "humillación por el bien de su nombre" (Hch 5:40), en cuanto
está estrechamente relacionada con el sufrimiento y la muerte por la fe
(Hech 1:8 y 22).

c) Las Epístolas.

La vida de San Pablo y su
misión está en relación con el sufrimiento y el dolor, con su comunión
con la pasión de Cristo (1 Cor 2,1 ss.; Gal 4,12-14), fue decapitado.

La
nube de testigos (Hb 12,1), ha completado "lo que falta a la Pasión de
Cristo". "Me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y
completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en
favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24).

La cruz es un
escándalo y una locura (1 Cor, 22-25) para el mundo, el valor del
cristiano se expresa en las palabras del apóstol Santiago: "Vosotros que
no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana ... ¡Sois vapor de
agua que aparece un momento y después desaparece" (St. 4,14), y en las
vibrantes afirmaciones de San Ignacio de Antioquía: "De nada me serviría
todo el mundo y todos los reinos de aquí abajo; para mi es mejor morir
por Cristo Jesús que ser rey sino en los confines de la tierra. Yo busco
a Aquel que murió por nosotros; yo quiero a Aquel que por nosotros
resucitó", ante su inminente martirio (Epistola ad Romanos, 4,1): "Dejad
que me devoren las bestias, que es mi manera de llegar a Dios. Soy el
trigo de Dios, y debo ser molido por los dientes de las bestias
salvajes, para que pueda llegar a ser el pan puro de Cristo".

3) Los Padres Apostólicos y Apologistas Cristianos.

Así
como la exégesis, o ciencia de la Escritura, de los primeros autores de
letras cristianas, los Padres Apostólicos, de aquellos que aún eran
testigos directos de las enseñanzas de los apóstoles, de entre los más
conocidos encontramos a los obispos: San Ignacio de Antioquía y San
Policarpo de Esmirna; a los que siguió una nueva literatura cristiana,
que se denominará de los Apologistas Cristianos, el más célebre, San
Justino.

Las etapas que se habían esbozado desde los discípulos
inmediatos al mensaje de Cristo, la de los Padres Apostólicos y
Apologistas Cristianos, derivaría en una filosofía cristiana que
llegaría a la elaboración de un sistema de pensamiento religioso que
tendría en el Obispo de Lyon, su máximo exponente, San Ireneo, que
reafirmaría el primado de la Iglesia de Roma, la síntesis de la
tradición de los profetas veterotestamentarios, los evangelios
sinópticos y textos canónicos, y de la historia del pueblo de Dios en la
Biblia.

Los dos focos del pensamiento cristiano contemporáneos al
de Roma, fueron los de la escuela Alejandrina, un ¨didascalio¨
cristiano, de servidores del Verbo, didáscalos (o doctores), y el de
Cartago.

En todos los períodos de la historia de la Iglesia se ha
vuelto a verificar la palabra de Tertuliano, que escribía en el año 197:
"La sangre [de los mártires] es semilla de los cristianos"
(Apologetico, 50). Encontramos la misma idea ya a mitad del siglo II, en
el discurso de autor desconocido dirigido al pagano Diogneto: "¿No ves
que [los cristianos], arrojados a las fieras con el fin de que renieguen
del Señor, no se dejan vencer?. ¿No ves que, cuanto más se los castiga,
en mayor cantidad aparecen otros?" (7, 7-8). Hipólito Romano escribía,
durante la persecución de Septimio Severo de la que hablaremos más
adelante, que un gran número de hombres, atraídos a la fe por medio de
los mártires, se convertían a su vez en mártires (Comentario sobre
Daniel, II, 38).

La motivación teológica: "la gloria de Dios es el
hombre vivo" (gloria Dei vivens homo), de carácter antropológico: la
"visión de Dios es la vida del hombre" (vita hominis visio Dei), es el
tremendo grito de San Ireneo en respuesta a los gnósticos: Caro capax
dei; ¡carne con capacidad para Dios!.

Como decía San Ambrosio,
refiriéndose a su tiempo, cuando ya los cristianos salían de las
catacumbas y las persecuciones exteriores habían acabado: "¡Cuántos hoy
son mártires en secreto y dan testimonio al Señor Jesús!" (Comentario al
Salmo, 118).

Conclusión.

El contexto histórico de Jules Charles Henri Petiot.

Daniel
Rops, su nombre literario, es a nuestro modo de ver, uno de los
historiadores del cristianismo más prolíficos que ha tenido la Iglesia,
fue fundador de la revista Ecclesia , ocupó el sillón 7 en 1955 de la
Academia de la Lengua, y como miembro Comendador de la Legión de Honor,
una de las personalidades más respetadas en el campo de la Literatura y
la sociedad en Francia, un dato anecdótico, es que fue el profesor de
universidad más joven del país, que se convirtió en uno de los
conferenciantes más prestigiosos y valorados por los círculos
académicos. Que podemos decir más a su favor, que el agradecimiento por
su labor historiográfica, fue reconocida por el mismo Santo Padre, Pío
XII, por mediación de su Secretario de Estado, el futuro Cardenal
Montini, y Papa Pablo VI.

Las actas martiriales que se describen
en su libro "La Iglesia de los Apóstoles y los Mártires", estan
corroboradas ampliamente por documentos históricos de gran rigor
científico, y no cabe lugar a dudas, de que su intención fue siempre
honorable. En este punto, apoyamos la disyuntiva de mostrar toda la
verdadera dimensión de los hechos ocurridos entre los ss. I a IV d. J.C.
en que las persecuciones de los cristianos, fueron las más atroces,
sanguinarias, crueles y salvajes que hayan podido nunca existir en la
historia de las civilizaciones humanas.

El acto de inmolación u oblación.

Con
el debido respeto y consideración a su labor profesional, planteando un
nuevo problema que se suma al ya discutido conflicto con K. Menninger
sobre la confusión observada y la discutida así como necesaria
diferenciación entre el concepto de suicidio y martirio.

Un acto
de oblación, o en términos antropológicos de inmolación, y según los
arquetipos de la cultura, de sacrificio, que se pueden identificar en
los actos de un suicida, no son los que identificamos en un mártir.

Contrariamente
a la afirmación sobre el acto de suicidio de un mártir por un ideal que
acostumbramos a ver en la prensa escrita, tenemos que diferenciar, que
un suicida es sujeto de suicidio y un mártir de martirio, dos conceptos
distintos que no deben confundirse.

Cuando de la existencia de un
homicidio inflingido por el propio sujeto en si mismo o por mandato a su
voluntad mediante terceras personas se deriva la muerte, tenemos que
hablar de suicidio.

Cuando del acto de privar de vida a una
persona por causa de muerte se deriva un asesinato contra la voluntad
del sujeto a causa de su honor por negarse a aceptar el mandato de
renuncia a un ideal, y que ha asumido su sacrificio a cambio de su vida
en un acto sacramental de inmolación u oblación pura, debemos hablar de
martirio.

Volvemos a encontrar en la base del conocimiento
doctrinal psicológico y psiquiátrico, y en este caso, psicoanálítico,
una grave confusión de conceptos para el desarrollo de nuestra
disciplina, puesto que no hace distinciones entre ambos términos y si
las tiene: el martirio no es un acto suicida por un ideal como pretende
K. Menninger, puesto que el mártir no es un suicida, podemos decir que
en el martirio, el mártir es la víctima que rehusa aceptar el mandato de
su renuncia, y por contra en el suicidio, el suicida es el victimario
homicida por mandato a su voluntad.

Este argumento se desarrolla
en extenso en la siguiente parte de la Conferencia: Psicología del
Martirio (II); perteneciente al área de Psiquiatría Social del VI CVP -
Interpsiquis 2005.

Documentación.

Los siguientes datos
históricos y el cuadro cronológico sobre el Imperio Romano y el Martirio
Cristiano, son un extracto refundido del libro: ¨La Iglesia de los
Apóstoles y los Mártires¨ de Jules Charles Henri Petiot (o Daniel Rops).

Las Actas Martiriales. Archivos oficiales y no oficiales.

Según
el cronista Origenes, se pretendía: ¨exterminar por doquier el nombre
mismo de Cristo¨. Podemos enumerar esas víctimas de las grandes
persecuciones en todos los países, en todas las clases sociales, en
todas las edades y en todas las condiciones. No hay ninguna de las
viejas diócesis de Europa, del Asia Menor o del África que no haya
contado con ellas. Pero, debemos abstenernos de enumerar en sus detalles
las horribles formas con que era aplicado de diversos modos su
martirio, y conviene que imitemos la moderación de los narradores y
evitar de hacer comentarios porque no existe medio alguno imaginable de
torturar seres humanos que no fuese aplicado en los cristianos. Digamos
solamente que la decapitación aparecía como medida de clemencia: ¡Seré
humano - decía el magistrado de Roma - y te condenaré a que te
degüellen!, refiriéndose a la espantosa costumbre de ser entregado a las
fieras como espectáculo en el circo para embriagar con el sádico placer
de la tortura a las muchedumbres sedientas de sangre cristiana, el
motín del pueblo impulsado al crimen y la caza de cristianos.

14-37.
Tiberio (dinastía Julio-Claudia). 37-41. Calígula. Persecución de
Herodes Agripa: 41. 41-64. Nerón. Incendio de Roma: 64. 81-96.
Domiciano. Edicto de persecución: 92-96.

Crucifixión de Cristo:
30. Protomartirio de San Esteban: 36. Evangelio arameo de Mateo: 50-55.
Evangelio griego de Marcos: 55-62. Evangelio griego de Lucas: 63. Los
Hechos de los Apóstoles: 63-64. Epístolas de San Pablo: 52 -66. Martirio
de San Pedro y San Pablo: 66-67. San Juan escribe el Apocalipsis:
82-96.

96-98. Nerva (dinastía de los Antoninos). 98-117. Trajano. 138-161. Antonino. 161-180. Marco-Aurelio.

San
Juan escribe su Evangelio. Martirio de San Ignacio de Antioquía: 107.
Martirio de San Policarpo de Esmirna: 155. Martirio de San Justino: 163.
Mártires de Lyon: 177.

193-249. Septimio Severo (dinastía de los
Severos). Comienzo de la persecución sistemática: 202; y de la anarquía
militar: 235. Felipe el Árabe: 244-249.

Martirio de Santa Perpetua y Santa Felicitas: 203, ...

La
persecución de Septimio Severo fue la más dura, vasta e inexorable de
cuantas la precedieron, si hasta ese momento hombres y mujeres
cristianos eran llevados ante los jueces, condenados y ejecutados,
porque habían sido denunciados, el rescripto de 202, ordenaba la
persecución sistemática y metódica de los cristianos: redadas y tandas
de víctimas en los anfiteatros de Roma y sus provincias, atestados de
mártires de todo el mundo romano, presos de las fieras y las hogueras,
habían sido acusados de pertenecer a una secta proscrita, según narra la
leyenda acusados de antropofagia en sus liturgias rituales, de incesto
entre sus hermanos fieles, de infanticidio y otras peores atrocidades,
etc...

En las Galias, la muerte de San Ireneo, San Andeol, patrono
de la Iglesia de Viviers, fue ejecutado ante el mismo Emperador; San
Alejandro, Epipodio, Marcelo, Valentín y Sinforiano, cuya memoria se
venera en Chalons, Tournus y Autun, ... pero debemos recuperar de entre
las muchas historias que forman parte de la herencia de la Iglesia y el
martirologio de los santos, la narración de los siguientes hechos:

Santa
Perpetua, fue encadenada con Felicitas y Revocato, esclavos, y
arrojados al calabozo de Cartago, entre los diáconos y catecúmenos, se
hallaba Saturnino y Secundulo, y su santo catequista Saturio; en la
mazmorra de los fosos entraron en éxtasis místico envueltos en visiones
celestiales y entregados a las fieras; pasado el invierno llegó el
interrogatorio de Perpetua que reza del siguiente modo: ¡Apiádate de las
canas de tu padre y de la niñez de tu hijo !, ¡ Sacrifica ! - No
sacrifico. - ¿ Eres cristiana ? - ¡ Soy cristiana !. Santa Felicitas
había llegado al octavo mes de embarazo y llegó al parto, el guardián se
mofó: ¨Si ahora te quejas, ¿ qué vas a hacer delante de las fieras?; y
respondió: ¨Mi sufrimiento actual, soy yo quien lo padezco, mientras que
allí habrá otro en mí, y yo sufriré por él¨. Su martirio el 7 de marzo
de 203 en las arenas del anfiteatro fue una carnicería salvaje que se
repetía hacía 150 años y en las que hombres, mujeres y niños fueron
presas de los leones ... en cuanto a las dos santas aun vivas de ser
devoradas por un oso, un leopardo, un jabalí, etc ... se recurrió a la
espada, y encargóse a un gladiador que las degollara. Las actas de los
mártires, fueron redactadas en su mayor parte por Santa Perpetua: ¨Todos
los que fuisteis testigos de estos hechos os acordaréis de la gloria
del Señor - escribe el cronista -, y quienes los conozcáis por este
relato, os sentiréis en comunión con los santos mártires y, por ellos,
con Jesucristo, nuestro Señor, para quien son la gloria y el honor¨.

En
Alejandría, la escuela de Clemente fue perseguida, llevaron al suplicio
a varios catecúmenos, y Potamiana, muchacha cristiana, a la que
arrojaron junto a su madre a una caldera de betún ardiente. Durante los
últimos meses del reinado de Felipe, la muchedumbre reaccionó
brutalmente, y los cristianos fueron agredidos en las calles o en sus
casas, apaleados y lapidados. Apolonia, una joven cristiana, fue
golpeada hasta romperle la mandíbula y luego la quemaron viva. Serapio,
precipitado desde lo alto de su casa, ... continuando el motín con
pillaje de las casas cristianas.

250-260. Edictos de persecución de Decio: 250 - 253; y Valeriano: 257 y 258 – 260.

Martirio de San Cipriano: 258, ... y los mártires de Europa, Asia Menor y África.

Fue
en la época de Decio que la incertidumbre de los regímenes en plena
decadencia, sin el sentimiento de culpabilidad y de debilidad que el
heroismo de los mártires inscribiría en sus perseguidores, lo que hizo
se promulgara el edicto de persecución de 250 seguido por los de
Valeriano en el mes de agosto de 257 dictando un edicto imperial contra
la Iglesia, que prohibía el culto y la visita a los cementerios
cristianos obligando a sacrificar a los ídolos, reforzando estas medidas
de persecución con el nuevo edicto de 258.

El primero fue el Papa
Sixto II, en Roma, sorprendido con su clero en una cámara del
cementerio del Pretextato, fue decapitado allí mismo, en la catedral
episcopal donde estaba sentado; su diácono Lorenzo, fue torturado hasta
la agonía y muerte, colocado en una parrilla lo asaron vivo a fuego
lento... En esta época se trasladaron los cuerpos de San Pedro y San
Pablo, del cementerio Vaticano y la cripta de Lucina, en la Vía
Ostiense, y fueron depositados ad catacumbas en la Vía Appia para su
seguridad.

Los cristianos, sacerdotes y laicos fueron deportados a
las minas, las celebraciones litúrgicas severamente castigadas, como la
historia del acólito en la catacumba de Calixto que fue ejecutado
inmediatamente, también las jóvenes Rufina y Secunda, de la alta
aristocracia, o la del grupo de fieles de la cripta de la Vía Salaria
que fueron sepultados vivos, etc...

En Pérgamo, el Obispo Carpo y
sus compañeros fueron quemados en el anfiteatro, y durante el martirio,
una mujer del público, Agatónica, se levantó de repente, gritó su fe
cristiana e, inmediatamente, fue arrojada a la misma hoguera.

San
Dionisio, obispo de París, fue decapitado, con sus compañeros Rústico y
Eleuterio; San Saturnino, en Toulouse, fue atado a un toro furioso al
que se precipitó desde lo alto del Capitolio; ... En las Galias, San
Victoriano,en Puy de Dôme; San Privato, en Javols; San Patroclo, en
Troyes; San Poncio, en Cimiez; el sacerdote Hipólito, en Porto ... En
España, del Obispo de Tarragona, San Fructuoso, se conoce el siguiente
diálogo ante el gobernador de la provincia: ¿ Eres Obispo ? - Lo soy; -
Lo fuiste; y sin más fue llevado a la hoguera.

En Asia, los tres
cristianos de Cesarea de Palestina: Malco, Alejandro y Prisco, que se
entregaron a los magistrados. En Lycia, Paregorio y el asceta León. En
Capadocia, el niño San Cirilo, ... En Cartago, los cristianos eran
llevados a las piras de fuego de aceite ardiendo, sino eran muertos por
linchamiento; San Lucio y San Montano fueron decapitados por ser
clérigos. En Utica, la massa candida, el Obispo Cuadrato y sus fieles,
que fueron arrojados a un horno de cal viva, incluyó a toda la comunidad
cristiana, con el clero al frente.

Esmirna, el gran puerto de
Asia, había de ser duramente castigado. El sacerdote Pionio fue detenido
con sus fieles, y después de increparles, zanjó: ¡Sí, ya sé que la vida
es dulce, pero nosotros esperamos otra vida!. ¡Sí, la luz es bella,
pero nosotros soñamos con tener la verdadera luz!... Tu consigna es
covencer o castigar. No me puedes convencer, ¡castígame entonces!. El
encarcelamiento en el más infecto de los calabozos precedió a su
suplicio, tendido sobre un caballete lo desgarraron con garfios de
hierro, y en la arena del estadio clavado en un poste fue quemado entre
gritos: ¡Tengo prisa de morir para despertarme cuanto antes en la
resurección!.

Egipto y Palestina fueron especialmente castigadas
por las persecuciones, fue entonces cuando se produjo el episodio de
Marino, oficial de las tropas palestinianas aspirante a centurión, que
obligado a sacrificar a los emperadores, se negó y fue decapitado.

San
Cipriano, el gran Obispo de Cartago, en África, dejó una narración de
penosos hechos, fue desterrado a Curube, y al año siguiente el Estado
Mayor del procónsul lo devolvió a Cartago. ¨Tu sabes - dijo el
magistrado - que los santísimos emperadores han ordenado que
sacrifiques. - Sí - respondió el obispo-, pero no lo haré.- ¡Ten
cuidado!, ¡reflexiona!. Haz, pues, lo que se te ha ordenado, pues es un
asunto tan sencillo, verdaderamente que no hay necesidad de
deliberación. El acta martirial describe que el magistrado inscribió en
sus tabletas: Ordenamos que Tascio Cipriano sea degollado, y la
respuesta: ¡ Gracias a Dios !. La ejecución ordenada en 258 llevóse a
cabo en el campo de Sextio, y la multitud increpaba: ¡ Queremos morir
con él !, ¡Somos de Tascio Cipriano!, lo enterraron después de
decapitado en el cementerio de Mappala, en Piscinas.

En los
archivos no oficiales tenemos la impresión de que los verdugos actuaron
días y días liquidando a los mártires por hornadas; así debió suceder
según se observa en las cartas de San Montano de África y sus compañeros
mártires, que según relata el cronista después de la pasión, las madres
cristianas exclamaban: ¡Gloria!, ¡Gloria!, ¡Nadie tuvo un martirio tan
hermoso!; o las de Santiago y Mariano de Lambesa, cuyo relator se
mostraba en estos términos: ¿Qué pensáis de todo eso, paganos?. ¿Todavía
creéis que los sufrimientos de la prisión hagan sufrir de veras a los
cristianos y que basten las tinieblas de un calabozo para espantar a
quienes les aguarda la dicha de las luces eternas?. ¡Un alma sostenida
por la esperanza de la próxima gracia y que vive ya en el Cielo por el
espíritu, ni siquiera se percata de los suplicios con los que vosotros
la aniquiláis!. Nuestros hermanos consagrados a Dios, tienen, día y
noche, un apoyo: Cristo. Les siguieron tantos otros, el tendero de
Éfeso, que fue Máximo, el jardinero Conon, ... Las actas martiriales
muestran a multitudes turbadas por el espectáculo de las torturas de los
cristianos en Cirta y otras muchas ciudades.

284-311.
Diocleciano. Terrible y suprema persecución: 293-305. Galerio, moribundo
(311) renueva las medidas de persecución. Constantino gobierna el
Occidente. Persecución de Maximino Daia en Oriente.

Martirios de Santa Inés, San Sebastián, San Cosme y San Damián, Santa Catalina, San Ginés, San Mauricio y la legión tebana, ...

Preparóse
el Edicto de Nicomedia que ordenaba el cese de las asambleas
cristianas, la demolición de las Iglesias, la destrucción de los libros
sagrados y la abjuración. Fue la última de las grandes persecuciones,
pero también la peor. En Arabia, mataban a hachazos. En Capadocia,
cortaban las piernas. En Mesopotamia, colgaban de los pies, cabeza
abajo, y los quemaban con hogueras, les cortaban la nariz, las orejas y
la lengua. En el Ponto, hundían bajo las uñas cañas afiladas o les
vertían plomo fundido. En Frigia y Palestina, hasta los posos del
suplicio a las cristianas por ser vírgenes se las martirizaba, y pueblos
cristianos fueron exterminados íntegros....

En Italia, Santa
Inés, virgen y mártir adolescente, condenada a ser encerrada en un
lupanar y decapitada; San Sebastián, tribuno de una cohorte pretoriana
acribillado por flechas; En Roma, el Papa Marcelino; y en Sicilia, en
Siracusa, Santa Lucía, cuya sangre derramada aún se venera hoy en
Nápoles ...

El Obispo de Sirmium, sobre el río Danubio, cuando fue
detenido y mientras le torturaban en el potro, el gobernador le
repitió: ¡ Sacrifica de una vez !, y en medio de sus espantosos
sufrimientos , respondió: ¿...Sacrificar...?. Estoy sacrificando a mi
Dios, a quien siempre lo sacrificaré todo; mientras la multitud le
gritaba : ¡ Apiádate de tu juventud !.

Con la persecución de
Diocleciano que prendió a su chambelán cristiano, Doroteo, al Obispo
Antino y a muchos sacerdotes y fieles que perecieron entre horrorosas
torturas, se enlazan tres nombres de mártires que figuran en el canon de
la Misa, los de San Cosme y Damián, médicos de origen árabe,
martirizados en Palestina, y el de Crisógono, que pereció en Aquilea. Y
también San Jorge, cristiano que la tradición afirma rasgó el edicto de
Nicomedia, proclamado patrón de los soldados; San Blas, Obispo de
Armenia; San Erasmo, ermitaño del Líbano, martirizado en Campania; San
Pantaleón, patrono de los médicos. Santa Margarita de Antioquía,
venerada por los Cruzados; y Santa Catalina, joven estudiante de
Alejandría, que la hicieron despedazar por unas ruedas armadas de
espadas, cuyo cuerpo fue transportado al Sinaí donde se yergue el
convento que lleva su nombre.

Otros episodios de esta terrible y
suprema persecución han arraigado, tal sucede con la historia del
martirio de la cristiana de Egea de Cilicia cuando gritaba al
gobernador: ¡... Deshonras a tu madre y a tu esposa, tratándome así
...!; o con la tortura y muerte de San Ginés.

En Palestina, de
Cesarea, Afianos y Eclesios, dos estudiantes de la Universidad de
Beirut, cuando el gobernador iba a proceder al sacrificio, Afianos le
impidió derramar las libaciones rituales, fueron detenidos, empapados en
aceite ardiendo y arrojados al mar.

El Obispo africano Félix,
intimidado a entregar los Libros Sagrados, respondió al Juez: ¨Prefiero
abrasarme, a dejar que quemen las Sagradas Escrituras¨, y el diácono
Hermes de Heraclea dijo: ¨Si el éxito coronase tus despiadadas
búsquedas, juez, si incluso llegases a hacerte entregar todos nuestros
Santos Libros y ya no quedase la menor huella escrita de nuestra Santa
Tradición en todo el Universo, sabe que nuestros hijos, fieles a la
memoria de sus padres y animados del celo de su propia salvación,
reharían pronto en mayor número sus volúmenes y enseñarían con redoblado
entusiasmo el respeto y el temor del Señor¨. En Salónica, la joven
Santa Irene, cuyas dos hermanas habían sido ya martirizadas, declaró:
¨Preferimos ser quemadas vivas, o sufrir todo lo que queráis, a entregar
los Libros¨.

Aún se conserva el archivo oficial de interrogatorio
de las tres hermanas Agapé, Chionia e Irene y de las otras cristianas
de Salónica que les acompañaron en el trance: ¿ Qué contestas tu, Agapé ?
- Que creo en Dios vivo y que no abandonaré el camino verdadero. - Y
tú, Irene, ¿ por qué desobedeces a los Emperadores ? - Por temor de
Dios. - ¿ Y tú, Chionia, qué dices tú ? - Que creo en el Dios vivo y que
no he cometido ninguna impiedad. - ¿ Y tú, Casia ? - Que quiero salvar
mi alma. - ¿ No quieres, pues, sacrificar ? - No. - ¿ Y tú, Felipa ? -
Lo mismo. - ¿ Qué quieres decir con ¨lo mismo¨? - Que prefiero morir a
comer víctimas ofrecidas a los ídolos. El interrogatorio continúa así
durante tres páginas.

En cuanto al célebre episodio de San
Mauricio, de sus compañeros y de sus soldados de la Legión Tebana,
reclutada en su mayoría en Egipto, y acampada en el Valais, en el alto
Ródano, recibió la orden de ir a ejecutar a unos cristianos de las
Galias. Y como ella misma estaba compuesta, en su mayoría, de
cristianos, exhortada por sus jefes, Mauricio, Exuperio y Cándido,
negóse a obedecer. Fue diezmada por dos veces, pero perseveró en su
rebeldía y fue enteramente aniquilada. Y también como los ¨cuarenta
soldados mártires¨ que murieron en Armenia tras haberlos expuesto en
pleno invierno sobre un lago helado, y cuya suprema carta colectiva
poseemos.

Galerio ordenó la depuración de los mandos cristianos.
En Tevesta, allá en Numidia, el recluta Maximiliano, se había proclamado
objetor de conciencia; en Tánger, el Centurión Marcelo, en medio del
banquete de aniversario del Emperador, arrojó su cinturón e insultó a
los ídolos; ambos fueron ejecutados.

Con Maximino Daia, en
Palestina, la pasión de San Pánfilo, sacerdote y doctor; en Egipto, la
muerte del Obispo Fileas, de muchos jóvenes y doncellas que también eran
marcados con hierro candente y llevados a las canteras tebanas o
entregadas a la prostitución, y de Filoromo, oficial convicto de las
tropas romanas que fue decapitado por orden del Prefecto; Metodio,
Obispo de Patarea; el Obispo Silvano, de Emesis; y el exégeta Luciano,
de Antioquía; etc ...

306-337. Fundación de Constantinopla. Edicto
de Milan (313). Teodosio: 378-395. Decreto de 380 que convierte al
Cristianismo en la religión oficial.

¿Cuántas historias seguirán
en el anonimato hasta que - como leemos en el Apocalipsis - el Cordero
rompa el quinto sello? (Ap 6:9).

Anexo.

Debemos observarles
de las cartas de la Iglesia de Esmirna, de Viena y Lyon que se trata de
archivos no-oficiales realizados por, testigos presenciales, o al menos
contemporáneos que anotaban el testimonio de aquellos, tales como el
"Martyrium S. Polycarpi" ... A éstos debe agregarse la "Epistola
Ecclesiarum Viennensis et Lugdunensis", contando la historia de los
mártires de Lyon.

La lectura pública de los Acta en las iglesias
ofrecería naturalmente, una garantía de su autenticidad; ... costumbre
adquirida ciertamente en Africa, por el Tercer Concilio de Cartago
(canon XLVII)... Había también un intercambio de los Acta entre las
diferentes Iglesias, como observamos, por el "Martyrium S. Polycarpi" y
la "Epistola Ecclesiæ Viennensis et Lugdunensis".

Extracto de las
"Actas selectas de los mártires" Págs. 31-41, Ed. Apostolado Mariano, C/
Recaredo 44, 41003 Sevilla. Sevilla 1991

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