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viernes, 9 de enero de 2015

La Misericordia en los Tiempos Finales: Oraciones de Santa Brígida

La Misericordia en los Tiempos Finales: Oraciones de Santa Brígida

















































Oraciones de Santa Brígida


¿Quién es Santa Brigida?

SANTA
BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal
provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del
gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó
varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años
aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas.
A los tres años, hablaba con perfecta claridad,
como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan
precoces como su lenguaje. Sin embargo, la
santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo
y la presunción.

 
La Pasión: centro de su vida

A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos.
A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la
impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y
oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os
ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que
me desprecian y se burlan de mi amor." Esa
visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la
Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual. 


Matrimonio

Antes de cumplir catorce años, la
joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson,
quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho
años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas,
una de las cuales es venerada con el nombre de
Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida
de la época, como una señora feudal,
en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia
de que cultivaba la amistad de los hombres
sabios y virtuosos.


En la Corte


Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno
II para ser la principal dama de
honor de la reina Blanca de Namur. Pronto
comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se
limitaban al estricto cumplimiento de su
oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar
al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante
del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la
reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero,
aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no
consiguió mejorar su conducta, pues no la
tomaban en serio. 









Las Visiones

La santa
empezó tener por entonces las visiones que
habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas
materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del
tratado de paz entre Francia e
Inglaterra. "Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no
tendrá éxito en ninguna de sus empresas y
acabará por salir del reino y dejar a sus hijos
en la tribulación y la angustia." Pero tales visiones no impresionaban
a los cortesanos suecos, quienes solían
preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?" 


Problemas familiares y
peregrinaciones

Por otra
parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija
mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida
llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor.
Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San
Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso,
fortalecida por las oraciones, intentó con más
ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo
lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una
peregrinación a

Compostela
con su esposo. A la vuelta del viaje,
Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos
ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba
fervorosamente por el restablecimiento de su
esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le
reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf,
ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en
la vida religiosa. 


Viuda, vida religiosa,
aumentan las visiones

Según
parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio
cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito.
Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años
apartada del mundo y
dedicada a la penitencia.
Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo
usaba
lino para el velo
y vestía
una burda túnica ceñida con una
cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se
hicieron
tan insistentes, que la santa se alarmó,
temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o
de su propia imaginación. Pero en una visión que se
repitió
tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la
dirección del maestre Matías,
un canónigo muy sabio y experimentado de
Linkoping
, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios.
Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus
visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por
escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el
Señor ordenó a la santa que fuese a la corte
para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida,
sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles.
Magno
se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio
que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.

En Vadstena había sesenta religiosas. En un
edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce
apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que
representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos.
En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida
redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el
Salvador en una visión.
Pero ni Bonifacio IX con
la bula de canonización, ni Martín V, que
ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la
canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan
de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a
ninguna revelación privada.
En la
fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault,
los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo
espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La
razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente
para las mujeres y los hombres sólo eran
admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los
conventos de hombres y mujeres estaban separados por
una
clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a
los oficios en la misma iglesia, pero las
religiosas se hallaban en una galería superior,
de suerte que ni siquiera podían verse unos a
otros.
El
monasterio de Vadstena fue el principal centro
literario de Suecia en el siglo XV.
A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy
enérgica a Clemente VI,
urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y
establecer la paz entre Eduardo III de
Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se
negó a partir de Aviñón pero,
en cambio envió a Hemming,
obispo de Abo, a la corte del rey
Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto,
el
rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos
de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir
en una cruzada contra los
paganos
letones y estonios.
Pero en realidad se trataba de una expedición
de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató
de disuadir al monarca. Con ello perdió el
favor de la corte, pero no le faltó el amor del
pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba
sinceramente durante sus múltiples viajes por
Suecia. 


En Roma e Italia

Había
todavía en el país muchos paganos, y
Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación
de sus capellanes. En 1349,
a pesar de que la "muerte
negra" hacía
estragos en toda
Europa, Brígida decidió ir a
Roma
con motivo del
jubileo de 1350
. Acompañada de su confesor,
Pedro de Skeninge y otros,
se embarcó en Stralsund, en medio de
las lágrimas del pueblo, que no había de volver
a verla. En efecto, la santa se estableció en
Roma, donde se ocupó de
los pobres de la ciudad, en la
espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna.
Asistía diariamente a misa a las cinco de la
mañana, se confesaba todos
los días y comulgaba varias veces por semana
(según era permitido en aquella época)
. El brillo de su virtud
contrastaba con la corrupción de costumbres
que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían
estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y
lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La
austeridad de la santa, su devoción a los
santuarios, su severidad consigo
misma, su bondad con el prójimo, su entrega
total al cuidado de los pobres y los enfermos,
le ganaron el cariño de muchos.  Santa
Brígida atendía con particular esmero a sus
compatriotas y cada día
daba de comer a los peregrinos suecos en su
casa que estaba situada en las cercanías de San
Lorenzo in Damaso.
Pero su
ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras
ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En
cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa
para reprender al abad, "un hombre mundano que
no se preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que,
probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto.
Más éxito tuvo su celo por la reforma de
otro convento de Bolonia. Allí se hallaba
Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija,
Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora
hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias
romanas más relacionadas con nuestra
santa son la de San Pablo
extramuros
y la de San Francisco de Ripa. En la primera se
conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el
que Brígida acostumbraba orar y que le
respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le
apareció
San Francisco y le dijo: "Ven a beber
conmigo en mi celda". La santa
interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís.
Visitó la ciudad y de allí
partió en peregrinación por los
principales santuarios de Italia, durante dos
años.


Profecías y revelaciones

Las profecías y revelaciones Santa Brígida
se referían a las
cuestiones mas
candentes de su época.
Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador
se reunirían amistosamente en Roma. Al
poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato
Urbano V y Carlos IV, en
1368).  La
profecía de que los partidos en
que estaba dividida la Ciudad Eterna
recibirían el
castigo que merecían por sus crímenes,
disminuyeron un tanto la popularidad de la
santa y
aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue
arrojada
de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna
al convento de las Clarisas.
Por otra parte,
ni
siquiera el Papa escapaba a
sus severas admoniciones proféticas.

El gozo que experimentó la santa con la llegada de
Urbano a Roma fue de corta duración, pues el
Pontífice se
retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone
y aun se rumoró
que se disponía a volver
a Aviñón.

Al regresar de una
peregrinación,

a Amalfi,
Brígida tuvo una visión en la que
Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se
acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la
regla del convento de Vadstena. Brígida
había ya
sometido la regla a la
aprobación de Urbano V, en Roma, pero el
Pontífice no había dado respuesta alguna. Así
pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca.
Urbano aprobó, en general, la fundación y la
regla de Santa Brígida, que completó con la
regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde,
murió el Pontífice. Santa
Brígida
escribió tres veces a su sucesor,
Gregorio XI, que estaba en
Aviñón, conminándole a
trasladase a Roma
. Así lo hizo el
Pontífice cuatro años después de la muerte de
la santa.

En 1371, a raíz de otra
visión, Santa Brígida emprendió una
peregrinación a los Santos Lugares, acompañada
de su hija Catalina, de
sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de
Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último
de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya
que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I,
cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de
Carlos
vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en
España; ésta quería contraer matrimonio con él
y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre,
horrorizada
ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones.
Dios resolvió la dificultad del modo más
inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de
una fiebre maligna y murió dos semanas después
en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió
su viaje a Palestina embargada por la más
profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante
un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la
santa disfrutó de grandes consolaciones
espirituales y de visiones sobre la vida del
Señor.
A su
vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372,
se detuvo en Chipre, donde clamó contra la
corrupción de la familia real y de los habitantes de
Famagusta quienes se habían burlado de
ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el
clero de la ciudad leyó desde el púlpito las
profecías de  Santa Brígida, aunque no
produjeron mayor efecto entre el pueblo.

La comitiva llegó a Roma
en marzo de 1373. Brígida,
que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse
rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir
los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el
Padre
Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su
cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de
San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y
Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena,
pasando por Dalmacia, Austria, Polonia
y el puerto de Danzig.
Santa
Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella
fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.


Visiones y escritos
Uno
de los aspectos más conocidos en la
vida de Santa Brígida, es el de las múltiples
visiones con que la favoreció el Señor,
especialmente las que se refieren a los sufrimientos de
la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del
Concilio de Basilea, el
Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro
de las revelaciones de la santa y declaró que
podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal
aprobación encontró muchos opositores. Por lo
demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la
doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de
probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió
a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos:
"Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas,
no se les debe el asentimiento de fe divina; el
crédito que merecen es puramente humano, sujeto
al juicio de la prudencia, que es la que debe
dictarnos el grado de probabilidad de que
gozan para que crearnos píamente en ellas."
Santa
Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió
siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de
gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como
una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad.
Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a
su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.

El libro de sus
revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.

Las brigidinas tienen unas
lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de
María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de
las palabras del Señor a la santa: "Mi ángel te comunicará las
lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en
maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte".



 A continuación te Presentamos dos de las Oraciones mas conocidas que le dictó el propio Jesús a Santa Brigida

(1) Las 15 Oraciones

Se
hacen por un año completo, para obtener las Gracias prometidas, si por
alguna razón fallas en hacerlas puedes recuperarte al día siguiente.
Parece fácil, mas no lo es. Aparta un momento fijo en tu día, de
preferencia al levantarte, y así tendrás la holgura del resto del día si
se te presenta algún inconveniente.



Las Promesas
· Libraré del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje
· 15 almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la gracia
· 15 pecadores de su linaje serán convertidos
· El que rezare estas Oraciones, alcanzará el primer grado de la perfección
·
15 días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo,
para que se escape del hambre eterno; y le daré de beber de Mi
Preciosísima Sangre, para que no padezca de sed eternamente.
· 15
días antes de su muerte, sentirá contrición profunda por todos sus
pecados; y tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.
· Yo
pondré el Signo de Mi Victoriosa Cruz delante de él, para que sea su
amparo y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
· Antes de su muerte, vendré a él con Mi Carísima y Bien Amada Madre.
· Benignamente recibiré su alma; y le conduciré a las delicias eternas.
·
Y habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí le
daré de beber del Manantial de Mi Divinidad; cosa que no haré con los
que no hayan recitado Mis Oraciones.
· Haz saber que el que haya
vivido en estado de pecado mortal aun por 30 años, si rezare devotamente
estas Oraciones, o si hubiese propuesto rezarlas, el Señor le perdonará
todos sus pecados.
· Yo le defenderé contra graves tentaciones
· Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
· Le preservaré de una muerte repentina.
· Su alma será librada de la muerte eterna.
· Esta alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen
·
Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si
debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que
se confiese bien.
· Cada vez que un alma rezare estas oraciones, ganará 100 días más de indulgencia.
· Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Ángeles.
· Al que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo; y el mérito perdurable por toda la eternidad.
· Dondequiera que se rezaren estas Oraciones, o si se rezan en algún tiempo futuro, allí estará Dios presente con Su Gracia
Por
mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había
recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un cierto día se le apareció
Jesucristo, diciéndole: "Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos
ochenta latigazos; son 5480 azotes. Si quieres honrarlos en verdad, con
alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el
Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al
terminar el año, habréis venerado cada una de mis llagas." (Nuestro
Señor mismo le dictó las Oraciones a la Santa.) El Señor prometió
conceder muchas gracias a las almas que reciten estas oraciones.
Primera Oración
Padre Nuestro - Ave María
O
Jesucristo! Sois la Eterna Dulzura de todos los que Os aman: la Alegría
que sobrepasa todo Gozo y deseo; La Salvación, y Esperanza de todos los
pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer
en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de
asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a
ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el
instante de Vuestra Concepción; y especialmente durante Vuestra Sagrada
Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según
el Plan Divino.
Acordaos,
O Señor, que durante la Última Cena con Vuestros Discípulos les habéis
lavado los pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo y
Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les
anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos
de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma,
como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma está triste hasta la
muerte."
Acordaos
de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado,
en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión.
Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento,
fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los
habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis
acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres jueces;
todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra Madurez; y en la Solemne
Estación Pascual.
Acordaos
que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con
manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara inflingiendo
bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos
una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna; desgarrado con
azotes; y agobiado de oprobios y ultrajes.
En
memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de
Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición
verdadera, una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción; y la
remisión de todos mis pecados. Amén.
Segunda Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, la Verdadera Libertad de los Ángeles y Paraíso de Delicias!
Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido cuando
Vuestros enemigos, como leones furiosos, Os rodearon con miles de
injurias, salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios
inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos
tormentos, y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡O mi Salvador y
Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y
que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la
Salvación Eterna. Amén.
Tercera Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni
limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido bajo Vuestra Amorosa
Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los
judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras
Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado
suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras
Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad,
extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones
violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
Cuarta Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas
con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y desfallecimientos que
habéis sufrido en todo Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal
grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la
cabeza hasta la planta de los pies. Ninguna parte de Vuestro Cuerpo
estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros
Sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro
Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen."
Por
esta inmensa Misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago
esta súplica: Conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión nos
alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros
pecados, Amén.
Quinta Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Espejo de Resplendor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que
habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de
condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la
predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de
Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente, habéis contemplado tristemente
la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y
Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y
desgraciados pecadores.
Por
ese abismo de compasión y piedad; y principalmente por la bondad que
demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en
el Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de
mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén
Sexta Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis
sufrido cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis
clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos
Vuestros parientes y amigos, con la excepción de Vuestra muy amada
Madre. En Vuestra Agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la
encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María:
"¡Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!"
Os
suplico, O mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el
alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en
todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporal como espirituales,
ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la
hora de mi muerte, Amén.
Séptima Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Inagotable Fuente de Compasión, ten compasión de mí! En un
profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era
sed por la salvación del género humano. ¡O mi Salvador! Os ruego que
inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la
perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la
concupiscencia carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Octava Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y
la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd
nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro
Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra vida; y
también a la hora de la muerte; para servir de remedio y consuelo a
nuestras almas. Amén.
Novena Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis
sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte.
Insultado y ultrajado por los judíos, clamasteis en alta voz que habíais
sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios Mío,
Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?"
Por esta angustia, Os suplico, O mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén
Décima Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud
plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de
penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la
Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a
guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino
de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que os aman.
Amén
Undécima Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas
que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para
atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador,
profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado.
Ocultadme en los huecos de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera y
justísima indignación hayan cesado. Amén
Duodécima Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la
Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido,
desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y
enrojecidas. O, dulce Jesús, por la efusión de Vuestra Adorable Sangre.
¡O, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros,
en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer pos
nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡O
Amable y Adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el
Fruto meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que
en mi corazón Vuestro Amor aumente cada día; hasta que llegue a
contemplaros en la Eternidad. ¡O amabilísimo Jesús! Vos Sois el Tesoro
de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo.
Amén.
Décimo tercera Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Fuerte León, Rey Inmortal e Invencible! Acordaos del inmenso
dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras Fuerzas, tanto
moral como física, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está
consumado."
Por
esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de
mí en la hora de mi muerte; cuando mi mente estará tremendamente
perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Décimo cuarta Oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Único Hijo del Padre Celestial, Esplendor y Semejanza de Su
Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis
de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus
Manos encomiendo Mi Espíritu!" Desangrado Vuestro Cuerpo, destrozado
Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra Misericordia para
redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, O
Rey de los Santos, confortadme, Socorredme, para resistir al demonio, la
carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo
solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y
desterrada que regresa a Vos. Amén.


 
Décimo quinta oración
Padre Nuestro - Ave María
¡O
Jesús, Verdadera y Fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de
Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo.
Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el
lagar.
De
Vuestro costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado
Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna.
Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy
fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro
Cuerpo fue marchitada y disecada la Médula de Vuestros Huesos.
Por
esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os
suplico, O Dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma cuando yo esté
sufriendo, en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión
¡O
Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y
penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente O Mi
Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación Perpetua, Y
que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de
tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro
Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros Santos.
Amén


 

(1) Oraciones de los 12 Años

 
Para obtener las gracias prometidas, deberás hacerlas por doce años ininterrumpidamente

-Promesas que le hizo Nuestro Señor Jesucristo sobre esta oración:

“Debes
hacer saber que Yo garantizaré las siguientes gracias a aquellas
personas que honren mi más preciosa sangre durante doce años, con las
siguientes oraciones seguidas por siete padrenuestros, siete avemarías y
siete glorias”




1) El alma que las rece no será enviada al purgatorio.

2) Será considerado un mártir como si hubiera derramado su sangre por la fe.

3) Mantendré a tres almas entre sus familiares, de su elección, en un estado de gracia santificadora.

4)Las almas de sus familiares, hasta la cuarta generación, evitarán ser enviadas al infierno.

5)Conocerá la llegada de su muerte con un mes de antelación.



Las
siguientes oraciones deben recitarse todos los días durante doce años
consecutivos. Si por una razón grave, un día particular, tuvieran que
saltarse, al día siguiente se rezarán doblemente. Aquel que fallezca
antes de cumplimentar las oraciones durante esos doce años será
considerado por mí como orante válido, tal y como si las hubiese podido
completar. Por último, es totalmente necesario rezarlas con atención
profunda y deben ser recitadas con devoción y meditación, pensando en
las palabras que se pronuncian en ellas.




LA ORACIÓN



Oh, Señor, ven en mi ayuda

Oh, Señor, date prisa en socorrerme

Gloria

Credo



Oración
inicial: «Oh, Jesús, deseo rezar ahora estas siete oraciones uniéndolas
al amor con el que Tú santificaste esta oración en Tu corazón. Tómalas
de mis labios y llévalas hasta Tu Sagrado corazón, mejóralas y
complétalas para que brinden honor y felicidad a la Trinidad en la
tierra como Tú deseas. Que se derramen sobre Tu santa humanidad para la
glorificación de Tus dolorosas heridas y Tu preciosísima Sangre».




1)
La circuncisión: «Padre Eterno, a través de las manos inmaculadas de la
Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las primeras
heridas, los primeros dolores y las primeras gotas de sangre derramadas
por Jesús siendo niño durante la circuncisión, como expiación de los
pecados de mi infancia y de toda la humanidad, y como protección contra
los pecados mortales, especialmente contra aquellos que puedan cometer
mis familiares.»


padrenuestro, avemaría y gloria.



2) Agonía de
Jesús en el Huerto de los Olivos: «Padre Eterno, a través de las manos
inmaculadas de la Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te
ofrezco el intenso sufrimiento que el Corazón de Jesús experimentó en el
Huerto de los Olivos, y cada gota de su sudor de sangre como expiación
de mis pecados de corazón y los de toda la humanidad, como protección
contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.»


padrenuestro, avemaría y gloria.



3)La
flagelación: «Padre Eterno, a través de las manos inmaculadas de la
Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles
de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre derramada
durante la flagelación de Jesús, como expiación de mis pecados de la
carne y los de toda la humanidad y como protección contra tales pecados.
Que sirvan para ayudarme a conservar mi pureza e inocencia, al igual
que la de mis familiares.


padrenuestro, avemaría y gloria.



4)
La coronación de espinas: «Padre Eterno, a través de las manos
inmaculadas de la Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te
ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada
cabeza de Jesús que se derramó durante y, después de la coronación de
espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la
humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda
el reino de Cristo aquí en la tierra.»


padrenuestro, avemaría y gloria.



5)
Cargando con la cruz: Padre Eterno, a través de las manos inmaculadas
de la Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los
sufrimientos en el camino de la Cruz, especialmente la santa herida en
su hombro y su preciosísima sangre, como expiación de mi negación de la
cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes
divinos y todos los demás pecados de la lengua. Como protección contra
este tipo de pecados, y para amar verdaderamente a la cruz.»


padrenuestro, avemaría y gloria.



6)
La crucifixión de Jesús: «Padre Eterno, a través de las manos
inmaculadas de la Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús, te
ofrezco a tu Hijo subido y clavado en la cruz; el extremo dolor de su
cuerpo y de su alma; su extrema pobreza y su perfecta obediencia; las
heridas de sus manos y sus pies y los tres hilos de su preciosísima
sangre, esa que derramó allí por nosotros. Las extremas torturas del
cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su renovación no sangrienta en
todas las misas que se celebran hoy aquí en la tierra, como expiación de
todas las heridas contra los votos y normas en las órdenes religiosas;
como reparación de mis pecados y los del mundo entero; por los enfermos y
los moribundos (aquí se puede nombrar a todas aquellas personas amadas y
que están enfermas o cerca de la muerte), por todos nuestros sacerdotes
y laicos, por las intenciones del papa, por la restauración de las
familias cristianas, por el fortalecimiento de la fe, por nuestro país y
sus dirigentes, por la unión de todas las na­ciones en Cristo, su
Iglesia y por la diáspora de los judíos.»


padrenuestro, avemaría y gloria.



7)
La llaga del sagrado costado: «Padre Eterno, acepta como dignas, por
las necesidades de la Santa Iglesia y como expiación de los pecados de
toda la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que brotaron de la
herida del Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con
nosotros. ¡Sangre del costado de Cristo, lávame de todas mis culpas de
pecado y lava las de todos los hombres! ¡Agua del costado de Cristo,
lávame de las penitencias y castigos del pecado y extingue las llamas
del purgatorio para mí y para todas las almas de los pobres difuntos que
moran en el Purgatorio!»


padrenuestro, avemaría y gloria 

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Esta oración rescata 33 Almas del Purgatorio, se reza los Viernes y especialmente el Viernes Santo a las 3:00 pm





  ¡Oh Santa Cruz! yo te adoro



Te adoro Oh Santa Cruz, que fuiste adornada por el cuerpo Santísimo de
mi Señor, cubierta y entintada de su Preciosísima Sangre. Te adoro mi
Dios, puesto en la Cruz por mí. Te adoro Oh Santa Cruz, por amor de
Aquel que es mi Señor. Amén. (Repetir 33 veces)




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