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viernes, 9 de enero de 2015

LECTURAS DEL DIA: Lecturas y Liturgia del 9 de Enero de 2015

LECTURAS DEL DIA: Lecturas y Liturgia del 9 de Enero de 2015










Lecturas y Liturgia del 9 de Enero de 2015

Lecturas del 9 de Enero. Feria de Navidad

MISA DEL DIA     http://www.magnificat.tv/es/taxonomy/term/1

EVANGELIO DEL DIA    http://evangeli.net/_mp3/daily/es/I_59.mp3





Viernes, 9 de enero de 2015

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,11-18):




Si
Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a
otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amarnos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos
ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que
el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese
que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y
nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en
él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que
tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos
nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor
perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme
no ha llegado a la plenitud en el amor.



Palabra de Dios



Salmo

Sal 71,1-2.10-11.12-13




R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra



Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud. R/.



Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;

que se postren ante él todos los reyes,

y que todos los pueblos le sirvan. R/.



Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres. R/.



Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Marcos (6,45-52):




Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a
los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la
orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de
despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la
barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el
trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la
madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar
de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un
fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado.

Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»

Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el
colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque
eran torpes para entender.



Palabra del Señor

Liturgia Viva del 9 de Enero. Feria de Navidad

Viernes, 9 de enero de 2015

AMOR Y TEMOR

Introducción




Los
días entre semana del tiempo de Navidad-Epifanía siguen confrontándonos
cada día con la persona de Jesús. Este niño y hermano nuestro es Dios, y
sin embargo, este Hijo de Dios es plenamente humano. Este hombre Jesús
manifiesta su poder divino - en el evangelio de hoy, caminando sobre las
aguas del lago, viendo el agua como una figura de muerte y del poder
del maligno, a quien él venció. Su venida a su pueblo es obra del amor
de Dios; por eso, las lecturas en este tiempo se toman de la primera
carta de Juan, cuyo tema central es el amor.

Las dos lecturas de hoy resaltan otro contraste: amor y temor. No
tenemos nada que temer, no porque estemos sin pecado, sino por que Dios
nos ama como somos, a causa de Jesús. Los apóstoles tienen todavía
miedo, porque no saben todavía realmente quién es Jesús, que venció no
solo al mal y a la muerte, sino también todos nuestros miedos y temores.



Oración Colecta

Señor Dios, Padre amoroso:

El miedo corre por nuestras venas.

Con frecuencia tenemos miedo de afrontar el futuro,

de comprometernos a hacer el bien a los otros,

e incluso de tener confianza en nosotros mismos,

en nuestras emociones

y en nuestras fuerzas positivas, adormiladas en nosotros.

Convéncenos de que no hay nada que temer

y de que tú nos amas tal como somos,

porque tú eres nuestro Padre

y nos has dado a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.



Intenciones

Por la Iglesia de Jesucristo, para que su fe y su amor no se tambalee en
las dificultades y tormentas de nuestro tiempo, roguemos al Señor.

Por los que tienen dudas de fe y por los que tienen miedo de afrontar el
futuro, para que Dios les dé valor, y para que nosotros refresquemos su
esperanza, roguemos al Señor.

Por nuestras comunidades cristianas, para que todos crezcamos juntos en
una fe confiada en Jesús nuestro Señor, y que su amor nos mueva a vivir y
a desvivirnos los unos para los otros, roguemos al Señor.



Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios, Padre amoroso:

En este pan y en este vino

ponemos toda nuestra esperanza en ti.

Danos a tu Hijo para que aguante con nosotros

el oleaje y las tormentas de la vida.

Estamos seguros de que con Él

seremos capaces de llevar a cabo

más de lo que osamos imaginar o esperar.

Ayúdanos a crecer día a día en fe confiada en ti

por medio de Jesucristo nuestro Señor.



Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre amoroso:

Tú nos has mostrado tu poder y amor

en Jesucristo, Hijo tuyo e hijo de María;

uno de nosotros.

En él tú nos has dado una muestra

de lo que nosotros y el mundo podría llegar a ser

si nos arriesgáramos a entregarnos a él

y a vivir como él vivió.

Oh Dios, que tu Hijo permanezca con nosotros,

para que nosotros lleguemos a ser como él,

y para que ningún miedo eche a perder

nuestra confianza y amor,

pues sabemos que nos amas

en Jesucristo nuestro Señor.



Bendición

Hermanos:
“Ánimo, soy yo; no tengan miedo”, esto es lo que Jesús nos dice a cada
uno de nosotros cuando afrontamos dificultades. Él está con nosotros .

Que Dios nos dé fuerza y confianza y nos bendiga.

Y así, que la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo desciendas sobre nosotros

y nos acompañe siempre.





Comentario al Evangelio del 9 de enero de 2015

Comentario: Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona, España)

Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar




Hoy, contemplamos cómo Jesús, después de despedir a los Apóstoles y a la
gente, se retira solo a rezar. Toda su vida es un diálogo constante con
el Padre, y, con todo, se va a la montaña a rezar. ¿Y nosotros? ¿Cómo
rezamos? Frecuentemente llevamos un ritmo de vida atareado, que acaba
siendo un obstáculo para el cultivo de la vida espiritual y no nos damos
cuenta de que tan necesario es “alimentar” el alma como alimentar el
cuerpo. El problema es que, con frecuencia, Dios ocupa un lugar poco
relevante en nuestro orden de prioridades. En este caso es muy difícil
rezar de verdad. Tampoco se puede decir que se tenga un espíritu de
oración cuando solamente imploramos ayuda en los momentos difíciles.



Encontrar tiempo y espacio para la oración pide un requisito previo: el
deseo de encuentro con Dios con la conciencia clara de que nada ni nadie
lo puede suplantar. Si no hay sed de comunicación con Dios, fácilmente
convertimos la oración en un monólogo, porque la utilizamos para
intentar solucionar los problemas que nos incomodan. También es fácil
que, en los ratos de oración, nos distraigamos porque nuestro corazón y
nuestra mente están invadidos constantemente por pensamientos y
sentimientos de todo tipo. La oración no es charlatanería, sino una
sencilla y sublime cita con el Amor; es relación con Dios: comunicación
silenciosa del “yo necesitado” con el “Tú rico y trascendente”. El gusto
de la oración es saberse criatura amada ante el Creador.



Oración y vida cristiana van unidas, son inseparables. En este sentido,
Orígenes nos dice que «reza sin parar aquel que une la oración a las
obras y las obras a la oración. Sólo así podemos considerar realizable
el principio de rezar sin parar». Sí, es necesario rezar sin parar
porque las obras que realizamos son fruto de la contemplación; y hechas
para su gloria. Hay que actuar siempre desde el diálogo continuo que
Jesús nos ofrece, en el sosiego del espíritu. Desde esta cierta
pasividad contemplativa veremos que la oración es el respirar del amor.
Si no respiramos morimos, si no rezamos expiramos espiritualmente.













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