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jueves, 12 de noviembre de 2015

El Nombre de Elohim




 
La
Meditación Judía


 
La Dimensión

Interior

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Introducciones

Parte 1 Introducción

Te Busco Con Todo Mi
Corazón
En la portada de su “Tratado sobre la
Meditación”, Rabí Dovber de Lubavitch cita este
versículo de los Salmos: “Te busco con todo mi
corazón”. Este es el objetivo de la meditación judía,
buscar y encontrar a Di-s y revelarlo en nuestra vidas.
Di-s nos puso en este mundo y ocultó Su
presencia para jugar con nosotros el juego de las “escondidas”
divino. Con nuestro esfuerzo conciente por encontrarlo Le
brindamos alegría, como si fuera, y así cumplimentamos
Su deseo en la creación.
Encontrar a Di-s en nuestras vidas es nuestra
necesidad más profunda y también la Suya.
Si usted sabe dónde perdió una piedra preciosa,
irá a buscarla allí y a ningún otro lugar. Así también
Di-s Reveló Sus caminos, los senderos por los que El
Mismo camina, en la Torá. Los mandamientos de la Torá
son los “caminos de Di-s”, el “lugar”
hacia donde nos tenemos que dirigir cuando buscamos a Di-s.
Por esta razón, la meditación judía más básica,
viviendo en el espacio Divino, está basada en los seis
mandamientos continuos de la Torá.
Punto, Línea y Area
La cabalá y el jasidismo hablan de tres etapas
de desarrollo: “punto, línea y área”.
Aplicado a la conciencia meditativa, el “punto
de meditación es “te busco con todo mi corazón”.
La “línea” es la percepción de
“direcciones” bien definidas” o una
orientación en la meditación, que se refiere a las seis
direcciones que nos rodean en todo momento y cómo ellas
corresponden a los seis mandamientos continuos de la Torá.
(Note que en este caso, la “línea de meditación es
verdaderamente tridimencional.)
El “área” completa la
conciencia meditativa en lo profundo de nuestra meditación,
tan facinante en la riqueza de los “detalles”
Divinos (tanto en los planos intelectuales y emocionales)
que uno trasciende el propio estado límitado de
autoconciencia, “metamorfoseándose” hasta
volverse uno con la verdad Divina envestida en la
meditación.
De esta manera, las tres etapas de “punto,
línea y área
” en relación a la meditación
pueden ser expresadas como “objetivo, orientación
y metamorfosis
”.
El Servicio del Corazón
Como el punto inicial de la meditación es “te
busco con todo mi corazón”, esta puede ser
comprendida como “el servicio del corazón”.
Sin embargo, nuestros sabios se refieren a la plegaria
como “el servicio del corazón”, por lo que
vemos así la relación intrínseca entre la meditación
y la plegaria.
Ciertamente la plegaria es la culminación o la
expresión consumada de la meditación. Veremos que la
plegaria refleja la experiencia interior del que medita,
englobado por la conciencia de vivir en el espacio Divino.
Como explicaremos, la plegaria es el afán del alma por
transformar la línea de la meditación en un área
completa, o en otras palabras metamorfosear nuestra
estado limitado de autoconciencia. La plegaria, que es el
punto interior de las seis direcciones del espacio
Divino, convierte el “entorno
meditativo, la periferia relativa de la conciencia en un
“área” Divina palpitante y viviente. El punto
inicial de la meditación crea una estructura Divina; el
punto final interior –la plegaria- crea para el
meditador una extensa y completa vida Divina.
El Estudio como
Preparación para la Meditación
En Jasidut está explicado que la meditación
posee tres etapas, que corresponden en si mismas a la
progresión “punto, línea, área”:
a. Estudio como
preparación para la meditación,
b. Meditación
previa a la plegaria y
c. Meditación
durante la plegaria
La relación entre ellas es:
a. un punto aún
inanimado,
b. una línea
animada dinámicamente y
c. una experiencia
completa –área- de vida Divina.
Como el estudio en general es el punto que
precede al verdadero servicio de la meditación, mientras
estudiamos debemos tratar de mantener conciencia del
punto inicial de la meditación en sí: “Te busco con
todo mi corazón”. El éxito en avanzar hacia la línea
y finalmente hacia el área estará en proporción
directa a la sinceridad y la intensidad del punto –mientras estudiamos
y posteriormente cuando damos comienzo al
verdadero servicio de la meditación.
Si en cualquier instante la vastedad y la
profundidad del estudio se vuelve agobiante, siempre
tenemos el punto hacia donde retornar. En el estado
relativamente inanimado del estudio, el punto es
la chispa de vida que nunca se extinguirá (Keter Shem
Tov 84 11c en el versículo de Levítico 6:6: “un
fuego continuo arderá en el altar; no se debe extinguir”).
Esa chispa de vida es la que nos inspira a alcanzar
niveles más profundos e intensos de entendimiento en el
estudio, a pasar del punto a la línea y al área desde
el estudio mismo.
Cada semana se incorpora un capítulo
que es enviado también a través de nuestra lista
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