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miércoles, 2 de abril de 2014

Conocereis de Verdad | Curación - 1º Oraciones obtener de Dios sanación; descanso en el Espíritu

Conocereis de Verdad | Curación - 1º Oraciones obtener de Dios sanación; descanso en el Espíritu
EL SERVICIO DE LOS CARISMAS
EL SERVICIO DE LOS CARISMAS
EL SERVICIO DE LOS CARISMAS.

Si bien los carismáticos, o movimiento de renovación espiritual, han estado siempre en la Iglesia de Cristo (léase Hechos 2 con los carismas de Pentecostés, y todo ese libro con las curaciones y milagros apostólicos, o también I Corintios 12-14, donde San Pablo regula el ejercicio de los carismas), desde la segunda mitad del siglo XX se han hecho más manifiestos en el contexto popular del pueblo cristiano, ya sea en su vertiente carismática católica o pentecostal evangélica.

Se caracterizan por su aspecto “extraordinario”, es decir, fuera de lo ordinario, de lo común.

En sí no hacen a la santidad del individuo, ni el poseerlos significa que uno es más o menos santo.

No entran en el así denominado desarrollo normal de la vida cristiana.

Pero están al servicio de la comunidad, y ejercitados con espíritu de humildad, solidaridad generosa y servicio desinteresado, no deja de redundar en gracia del que lo posee y de quienes son beneficiarios de una o de otra manera de ellos.

Mencionemos algunos:

Está el así llamado “descanso en el espíritu”: El que preside la oración tiene el carisma de que, tocando con un leve movimiento la frente de aquél a quien Dios a dispuesto y preparado, lo hace “caer”, es decir, salir momentáneamente del tiempo y del espacio cronológicos, colocándolo en un estado de suspensión de los sentidos, lo que produce realmente un descanso psicológico, emotivo, espiritual, y también físico, por qué no. Se sale de la medida del movimiento (cronos), que es el tiempo, y de alguna manera se entra en el tiempo de Dios (evo) mediante esa intervención “salvífica” (kairós) del que hace de mediador junto a Jesús en ese momento (el que preside la oración ).

Otro carisma habitual en este tipo de grupos y encuentros es el de la glosolalia, o “don de lenguas”: A través de un pastor y grupo carismáticos, generalmente por imposición de manos, que no es un sacramento, sino un signo “sacramental” de transmisión o comunicación de algo, se produce la “efusión” del Espíritu Santo, ya recibido en el Bautismo, y éste se manifiesta a través de lenguas extrañas, en un lenguaje que pudo haber existido, o existe en otra parte, pero desconocido para el que lo emite.

A veces, junto al don de lenguas, viene simultáneamente el don de “interpretación de lenguas”: es decir, la capacidad de interpretar inteligiblemente lo que la persona va pronunciando, y de expresarlo en voz alta para la edificación de todos. Esta interpretación puede venirle a la misma persona que posee el don de lenguas o a otra. El don de lenguas es un don de oración (intercesión, súplica, petición, alabanza, glorificación de Dios) y/o de profecía.

En efecto, otro de los dones carismáticos es el de la “profecía”: Profetizar en estos

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