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MaríaAntes
de nada, quiero dejar bien claro que sé muy bien lo sensible de este
tema y que respeto profundamente el sentir de muchas personas con
respecto a María, la madre de Jesús de Nazaret. Está claro que, en este
caso como en otros, cada persona debe guiarse según su propia
conciencia.


Personalmente eludo la expresión “venerar” con respecto a María porque también puede ser sinónimo de “adorar” y según entiendo yo por las Escrituras, la adoración debe rendirse solo a Dios. Tampoco considero a María “mediadora” porque esas mismas Escrituras muestran que, en el cristianismo, el único mediador entre Dios y los hombres es Cristo Jesús.


En el caso de María, prefiero usar las expresiones de “admiración, “aprecio” y “profundo respeto,” un ejemplo y modelo de fe cristiana, quien siempre se remitió a la causa de Jesús de Nazaret.


María fue elegida por Dios para la
encarnación de su Hijo. No es cualquier cosa eso. Por eso se le dijo que
era una bendita entra todas la mujeres. No cabe duda de que si Dios la
eligió, es porque la conocía bien, hasta el fondo de su corazón. El
registro bíblico dice:



mariaEl ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
una virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José,
de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel, le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor está (sea) contigo; bendita eres tú entre las mujeres.”



Ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba qué clase de saludo sería éste. Y el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y Le pondrás por[o] nombre Jesús (el Señor salva). Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios Le dará el trono de Su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin.”


Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?” El
ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño que nacerá será
llamado Hijo de Dios.
Tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y éste es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. Porque ninguna cosa será imposible para Dios.” Entonces María dijo: “Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” – 
Lucas 1:26-38, NBLH.


Sobre cómo con el tiempo se sobredimensionó su papel en la Iglesia, el teólogo católico Hans Küng escribe:


La veneración a María se desarrolló primero en
el paradigma helenista-bizantino. Porque hubo en Oriente una antigua
tradición del culto a la “Virgen perpetua”, la “Madre de Dios” y excelsa
“Reina del cielo.” Fue en Oriente donde se invocó primero a María en
oración… donde se dio el nombre de María a iglesias, donde se
introdujeron fiestas de María y se hicieron imágenes de ella.



“Fue Cirilo de Alejandría en el concilio de Éfeso (431) quien
impulsó la idea de María como “alumbradora de Dios.” Era éste un título
nuevo, alejado de la Biblia, que provocaría fórmulas aún más equívocas
como “madre de Dios.”



“Solo en Oriente, pues, en Éfeso, había sido posible imponer tal
mariología; en una ciudad en la que el pueblo veneraba a la “Gran Madre”
(originalmente la virginal diosa Artemisa, Diana) y que, por tal
motivo, recibieron con entusiasmo a la “diosa” María.”



“Este hablar de una “Madre de Dios” es responsable, entre otras
cosas, de que los judíos miraran al cristianismo con desconfianza y de
que muchos musulmanes malentendieran hasta hoy la Trinidad cristiana
como una tríada compuesta por Dios (Padre), María (madre) y Jesús
(hijo).



“En Agustín, por ejemplo, no encontramos ni himnos ni oraciones a María; tampoco se mencionan fiestas marianas.


“En especial Pío IX cargó, mediante su política, a la Iglesia con
dos dogmas. Después de que, manteniéndose en un conservadurismo
revolucionario frente a la Ilustración, ciencia, democracia y libertad
religiosa, sin ningún fundamento bíblico, proclamará como dogma la
Inmaculada Concepción de María (preservación del pecado original)(1854),
dieciséis años más tarde, con la ayuda del concilio Vaticano I (1970),
impuso también a la Iglesia el primado y la infalibilidad del papa.
Después de la II Guerra Mundial Pío XII continuó esa línea. Tuvo la
ambición (insensible en su triunfalismo romano a los reparos
protestantes, ortodoxos e intracatólicos) de proclamar como dogma la
asunción corporal de María a la gloria celestial justo en el año 1950
como punto culminante de una “Época Mariana” proclamada entonces por él.
Con ese “clima mariano” casan también numerosas apariciones de María
que, no de forma casual, tienen lugar en el siglo XIX y XX: Lourdes
(1858) y Fátima (1917).” 
El cristianismo. Esencia e Historia, Hans Küng, Trotta 1997.


Según las Escrituras, no hay más mediador entre Dios
y los hombres que Cristo Jesús, y nada (la Iglesia, la organización) ni
nadie (María, los santos, líderes religiosos, etc) tienen derecho a
ocupar un lugar que solo a Cristo Jesús corresponde. Por eso él mismo dijo que “cualquier cosa que le pidáis al Padre os la dará en mi nombre“,
no en nombre de otro. Él es en realidad el único transmisor que Dios
nos ha enviado. Las Escrituras no conceden un papel más relevante a
nadie más. Eso sí, tenemos la tranquilidad de que Dios hará siempre lo
mejor para quienes lo aman y en eso, es Cristo Jesús quien juega el
papel principal. Por eso dijo: “Estoy con vosotros hasta el fin del mundo.”


luzToda
comunidad cristiana debería preguntarse con valentía si la adoración
que se da a Dios está próxima al originador del cristianismo, Cristo
Jesús, de quien se dice en la Escritura:


El pueblo asentado en tinieblas vio una gran Luzy a los que vivían en región y sombra de muerteuna Luz les resplandeció” (Mateo 4:16, NBLH).  


En el plan de Dios para la salvación de la humanidad, solo él es el centro.
Solo hay que leer los evangelios o el Nuevo Testamento para poder
percibir eso. Por otro lado creo que debemos preguntarnos si la
tradición es suficiente cuando en ciertos aspectos se contradice
directamente con el evangelio. En cierta ocasión Jesús dijo a algunos
que le escuchaban: “Es en vano que me adoráis porque por la tradición habéis invalidado la palabra de Dios.”
Por eso creo que hay que ser valiente y preguntarse si todo lo recibido
tiene firme soporte en las Escrituras o simplemente es el resultado de
la tradición impuesta por hombres. Sinceramente creo que no podemos
desplazar a Jesucristo como único mediador entre Dios y los hombres y
colocar a alguien diferente. Sin que ello signifique sin embargo que uno
no ame profunda y entrañablemente a María por ser quien fue y ser tan
precioso instrumento en las manos de Dios.


Esteban López