¿Procede el cargo de ‘Cardenal’ de la Biblia o de alguna otra parte?
¿Procede el cargo de ‘Cardenal’ de la Biblia o de alguna otra parte?
Los Cardenales tienen una posición alta en la Iglesia de Roma.
En tiempos recientes, los papas han tenido el cargo de cardenales antes de su elección como pontifex maximus (un título no bíblico que vino del paganismo).
El término ‘cardenal’ no se encuentra en ninguna versión de la Sagrada Biblia.
En cuanto hace a los cardenales, la palabra procede de un término que significa gozne de acuerdo al diccionario Hoghton Mifflin y a La Enciclopedia Católica:
Dos razones.
Primer, este término no viene de la Biblia (yo también hice una investigación en la Douay Rheims, y no está allí tampoco).
Segundo, él procede del paganismo.
Aquí está algo de lo que Alexander Hislop reportó acerca de eso:
mitra/sombrero mostrada en la foto al comienzo de este correo es una
versión del ‘sombrero de pez’ que Alexander Hislop dice que vino del
paganismo.
La Biblia muestra que los adoradores de Dagón fueron destruidos por Sansón (Jueces 16: 23-30).
Algunos de sus ornamentos no fueron adoptados hasta más de 1000 años después de que murió Jesús de acuerdo a La Enciclopedia Católica:
cardenales proceden del paganismo. Las vestimentas que ellos usan no
fueron adoptadas hasta al menos el siglo cuarto por la Iglesia de Roma
(ver también ¿Eran los primeros deberes de los ancianos/pastores
principalmente sacramentales? ¿Cuál era su vestido?). Esencialmente,
ellos son una combinación de restos de adoración de Mithras y Dagón, y
tomó incluso más centurias para que ellos se desarrollaran en la
posición que ellos tienen ahora. Por supuesto, eso también ayuda a
probar que esa precisa posición no vino de la Biblia y que tales
vestimentas que ellas usan no eran usadas por los apóstoles originales
ni por ningún otro primer líder cristiano.
Los
cardenales, y sus ornamentos, fueron adaptados del paganismo. Esta es
una de las principales razones para considerar que el final Anticristo
reclamará lazos con la Iglesia de Roma. Me gustaría enfatizar que este
líder RECLAMARÁ lazos con Roma, pero finalmente traicionará a la Iglesia
sobre las Siete Colinas puesto que eso parece estar establecido en
Apocalipsis 13, 17 y 19.
El
oficio de Cardenal no viene de la Biblia. Él viene del paganismo. Los
cardenales también se visten en la forma como lo hacían líderes paganos,
y no como lo hacían los primeros apóstoles.
Vestimentas de Cardenal
COGwriterLos Cardenales tienen una posición alta en la Iglesia de Roma.
En tiempos recientes, los papas han tenido el cargo de cardenales antes de su elección como pontifex maximus (un título no bíblico que vino del paganismo).
El término ‘cardenal’ no se encuentra en ninguna versión de la Sagrada Biblia.
En cuanto hace a los cardenales, la palabra procede de un término que significa gozne de acuerdo al diccionario Hoghton Mifflin y a La Enciclopedia Católica:
Latín, servir como gozne, de card, cardin-, gozne [bisagra] (http://education.yahoo.com/reference/dictionary/entry/cardinal)
Por el término cardenal (Cardinalis) …un cardo eclesiástico (Lat. para gozne). cyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 22 Feb. 2014 <http://www.newadvent.org/cathen/03333b.htm>.)
¿Por qué es eso importante?Dos razones.
Primer, este término no viene de la Biblia (yo también hice una investigación en la Douay Rheims, y no está allí tampoco).
Segundo, él procede del paganismo.
Aquí está algo de lo que Alexander Hislop reportó acerca de eso:
Si
hay algunos que crean que hay alguna virtud oculta y misteriosa en una
sucesión apostólica que ha pasado por el papado, que consideren
seriamente entonces el verdadero carácter de las disposiciones emanadas
del Papa y de sus obispos y clerecía. Puede demostrarse que todo, del
Papa hacia abajo, es ahora radicalmente babilónico. El Colegio de
Cardenales, con el Papa a la cabeza, es apenas el duplicado del pagano
Colegio de los Pontífices, con su ‘Pontifex Maximus’, o ‘Soberano
Pontífice’, que existió en Roma desde tiempos muy remotos, y que se sabe
que había tomado como modelo original el gran Concilio de los
Pontífices de Babilonia. El Papa pretende tener ahora la supremacía en
la Iglesia como sucesor de Pedro, a quien se alega que nuestro Señor le
entregó exclusivamente las llaves del Reino del Cielo. Pero el hecho
importante está en que, hasta que el Papa fue investido con el título,
al que durante mil años se le había atribuido el poder de las llaves de
Jano y Cibeles, ningún derecho papal preeminente, o algo que se le
pareciera, se hizo público alguna vez por parte suya, por ser el
poseedor de las llaves dadas a Pedro…
hay algunos que crean que hay alguna virtud oculta y misteriosa en una
sucesión apostólica que ha pasado por el papado, que consideren
seriamente entonces el verdadero carácter de las disposiciones emanadas
del Papa y de sus obispos y clerecía. Puede demostrarse que todo, del
Papa hacia abajo, es ahora radicalmente babilónico. El Colegio de
Cardenales, con el Papa a la cabeza, es apenas el duplicado del pagano
Colegio de los Pontífices, con su ‘Pontifex Maximus’, o ‘Soberano
Pontífice’, que existió en Roma desde tiempos muy remotos, y que se sabe
que había tomado como modelo original el gran Concilio de los
Pontífices de Babilonia. El Papa pretende tener ahora la supremacía en
la Iglesia como sucesor de Pedro, a quien se alega que nuestro Señor le
entregó exclusivamente las llaves del Reino del Cielo. Pero el hecho
importante está en que, hasta que el Papa fue investido con el título,
al que durante mil años se le había atribuido el poder de las llaves de
Jano y Cibeles, ningún derecho papal preeminente, o algo que se le
pareciera, se hizo público alguna vez por parte suya, por ser el
poseedor de las llaves dadas a Pedro…
Fue
solamente en el siglo segundo de la era cristiana cuando se introdujo
en Roma, con tal nombre, el culto de Cibeles; pero la misma diosa con el
nombre de Cardea y con el “poder de la llave” era adorada en Roma,
junto con Jano, desde muchos siglos antes. — OVIDIO, Fastos, vol. III.
l. 101, p. 340.
solamente en el siglo segundo de la era cristiana cuando se introdujo
en Roma, con tal nombre, el culto de Cibeles; pero la misma diosa con el
nombre de Cardea y con el “poder de la llave” era adorada en Roma,
junto con Jano, desde muchos siglos antes. — OVIDIO, Fastos, vol. III.
l. 101, p. 340.
Muy
pronto, en verdad, los obispos de Roma hicieron gala de un espíritu
soberbio y ambicioso; pero durante los tres primeros siglos, su
pretensión a un honor más alto, se fundamentaba simplemente en la
dignidad de su sede, por ser ésta la de la ciudad imperial, la capital
del mundo romano. Sin embargo, cuando la sede del imperio fue trasladada
al Oriente, y Constantinopla amenazaba con eclipsar a Roma, debía
buscarse un nuevo asidero para mantener la dignidad del Obispo de Roma.
Ese nuevo asidero se encontró cuando, hacia el año 378 D.C., le
correspondió al Papa ser el heredero de las llaves que eran los símbolos
de las bien conocidas divinidades paganas de Roma. Jano llevaba una de
las llaves, y Cibeles la otra; y estas son las dos llaves que el Papa
ostenta en su escudo de armas como insignias de autoridad espiritual. A
continuación se verá de qué manera llegó a ser considerado el Papa como
el usufructuario de dichas llaves, siendo indudable lo que él logró en
la creencia popular al ser investido de tal poder en el período
señalado. Cuando en concepto de los paganos, él había llegado a ocupar
el lugar de los representantes de Jano y Cibeles y, por tanto, estaba
autorizado para usar sus llaves, el Papa vio entonces que podía hacer
creer entre los cristianos que únicamente Pedro tenía el poder de las
llaves, y que él era el sucesor de Pedro, manteniendo el engaño con la
exhibición de dichas llaves; y así, aunque hubiera decaído la dignidad
temporal de Roma como ciudad, su propia dignidad como Obispo de Roma se
había establecido más firmemente que nunca. Es evidente que él actuó
siguiendo esta política. Se dejó que pasara algún tiempo; y después,
cuando la obra secreta del Misterio de Iniquidad hubo preparado el
camino para ello, el Papa hizo por primera vez la afirmación pública de
su preeminencia, fundamentada en las llaves dadas a Pedro. Hacia el año
378 fue elevado al lugar a que le daba derecho, según el concepto
pagano, el poder de las llaves mencionadas. En el año 431, y no antes,
hizo pública manifestación laica de la posesión de las llaves de Pedro.
Seguramente, sea esta una coincidencia sorprendente. El lector se
preguntará, ¿cómo fue posible que los hombres pudieran dar crédito a tal
presunción? Con respecto a este asunto, las palabras de las Escrituras
dan una solemnísima y satisfactoria respuesta (2 Tesalonicenses
2:10,11): “Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser
salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira.” Y pocas mentiras podrían ser más grandes; pero, con el paso
del tiempo, llegó a ser creída ampliamente. Ahora, cuando en Roma se
adora la estatua de Júpiter como la imagen verdadera de Pedro, así
también se cree devotamente que las llaves de Jano y Cibeles representan
las llaves del mismo apóstol…
pronto, en verdad, los obispos de Roma hicieron gala de un espíritu
soberbio y ambicioso; pero durante los tres primeros siglos, su
pretensión a un honor más alto, se fundamentaba simplemente en la
dignidad de su sede, por ser ésta la de la ciudad imperial, la capital
del mundo romano. Sin embargo, cuando la sede del imperio fue trasladada
al Oriente, y Constantinopla amenazaba con eclipsar a Roma, debía
buscarse un nuevo asidero para mantener la dignidad del Obispo de Roma.
Ese nuevo asidero se encontró cuando, hacia el año 378 D.C., le
correspondió al Papa ser el heredero de las llaves que eran los símbolos
de las bien conocidas divinidades paganas de Roma. Jano llevaba una de
las llaves, y Cibeles la otra; y estas son las dos llaves que el Papa
ostenta en su escudo de armas como insignias de autoridad espiritual. A
continuación se verá de qué manera llegó a ser considerado el Papa como
el usufructuario de dichas llaves, siendo indudable lo que él logró en
la creencia popular al ser investido de tal poder en el período
señalado. Cuando en concepto de los paganos, él había llegado a ocupar
el lugar de los representantes de Jano y Cibeles y, por tanto, estaba
autorizado para usar sus llaves, el Papa vio entonces que podía hacer
creer entre los cristianos que únicamente Pedro tenía el poder de las
llaves, y que él era el sucesor de Pedro, manteniendo el engaño con la
exhibición de dichas llaves; y así, aunque hubiera decaído la dignidad
temporal de Roma como ciudad, su propia dignidad como Obispo de Roma se
había establecido más firmemente que nunca. Es evidente que él actuó
siguiendo esta política. Se dejó que pasara algún tiempo; y después,
cuando la obra secreta del Misterio de Iniquidad hubo preparado el
camino para ello, el Papa hizo por primera vez la afirmación pública de
su preeminencia, fundamentada en las llaves dadas a Pedro. Hacia el año
378 fue elevado al lugar a que le daba derecho, según el concepto
pagano, el poder de las llaves mencionadas. En el año 431, y no antes,
hizo pública manifestación laica de la posesión de las llaves de Pedro.
Seguramente, sea esta una coincidencia sorprendente. El lector se
preguntará, ¿cómo fue posible que los hombres pudieran dar crédito a tal
presunción? Con respecto a este asunto, las palabras de las Escrituras
dan una solemnísima y satisfactoria respuesta (2 Tesalonicenses
2:10,11): “Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser
salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira.” Y pocas mentiras podrían ser más grandes; pero, con el paso
del tiempo, llegó a ser creída ampliamente. Ahora, cuando en Roma se
adora la estatua de Júpiter como la imagen verdadera de Pedro, así
también se cree devotamente que las llaves de Jano y Cibeles representan
las llaves del mismo apóstol…
Al
sacerdote que explicaba los Misterios a los iniciados se le llamaba a
veces con el nombre griego de Hierofante; pero en caldeo primitivo, que
era el verdadero lenguaje de los Misterios, su título, pronunciado sin
los puntos, era “Pedro”, es decir, “el Intérprete”. Como revelador de lo
que estaba oculto, nada más natural que ese nombre; mientras que, para
abrir la doctrina esotérica de los Misterios, sería condecorado con las
llaves de las dos divinidades cuyos misterios revelaba…
sacerdote que explicaba los Misterios a los iniciados se le llamaba a
veces con el nombre griego de Hierofante; pero en caldeo primitivo, que
era el verdadero lenguaje de los Misterios, su título, pronunciado sin
los puntos, era “Pedro”, es decir, “el Intérprete”. Como revelador de lo
que estaba oculto, nada más natural que ese nombre; mientras que, para
abrir la doctrina esotérica de los Misterios, sería condecorado con las
llaves de las dos divinidades cuyos misterios revelaba…
Así,
por un mero juego de palabras, se mezclaron personas y cosas
esencialmente diferentes; y se revolvió paganismo con cristianismo, para
que pudiera ser gratificada la dominante ambición de sacerdotes
perversos; y así, mientras que para los enceguecidos cristianos de la
apostasía, el Papa era el representante de Pedro, el apóstol; para los
paganos iniciados, sólo era el representante de Pedro, el intérprete de
sus bien conocidos Misterios. De este modo, el Papa se convirtió en la
copia exacta de “Jano, el dios de las dos caras.” ¡Cuán significativa
resulta la enfática expresión bíblica “el Misterio de Iniquidad”
aplicada al papado!
por un mero juego de palabras, se mezclaron personas y cosas
esencialmente diferentes; y se revolvió paganismo con cristianismo, para
que pudiera ser gratificada la dominante ambición de sacerdotes
perversos; y así, mientras que para los enceguecidos cristianos de la
apostasía, el Papa era el representante de Pedro, el apóstol; para los
paganos iniciados, sólo era el representante de Pedro, el intérprete de
sus bien conocidos Misterios. De este modo, el Papa se convirtió en la
copia exacta de “Jano, el dios de las dos caras.” ¡Cuán significativa
resulta la enfática expresión bíblica “el Misterio de Iniquidad”
aplicada al papado!
El
lector estará preparado ahora para comprender la razón por la cual el
Gran Departamento de Estado que asiste al Papa en el gobierno de la
Iglesia, ha llegado a llamarse Colegio de Cardenales. El término
cardenal se deriva de Cardo, bisagra. Jano, cuya llave lleva el Papa,
era el dios de las puertas y de las bisagras, y se le llamó Patulcius y
Clusius, “el que abre y el que cierra”.
Esto tenía un significado blasfemo, porque a él se le adoraba en Roma
como el gran mediador. Para cualquier negocio importante que se llevara a
cabo entre los romanos, para invocar a cualquier deidad, primero que
todo debía hacerse una invocación dirigida a Jano,15 que era reconocido
como el “Dios de
los dioses”, en cuya misteriosa divinidad se combinaban los caracteres
del padre y del hijo, y sin lo cual no podía ser escuchada ninguna
oración, pues no podía ser abierta la “puerta del cielo2. Este era el
mismo dios cuyo culto predominaba en Asia Menor en el momento en que el
Señor envió, por medio de su siervo Juan, los siete mensajes del
Apocalipsis a las iglesias establecidas en esa región. Y, por esto,
encontramos en uno de esos mensajes que El reprocha tácitamente el que
se hubiera atribuido paganamente Su propia y particular dignidad a dicha
divinidad, y hace valer Su derecho exclusivo a la prerrogativa
atribuida generalmente a Su rival. Así que, en Apocalipsis 3:7, se dice:
“Y escribe al ángel de la iglesia que está en Filadelfia: El Santo y
Verdadero, que tiene la llave de David; que abre, y ninguno cierra; que
cierra, y ninguno abre”. A este Jano, adorado en Asia Menor, e
igualmente en Roma, desde tiempos remotos, como mediador, le pertenecía
el gobierno del mundo, y tenía absolutamente “todo poder en el cielo, en
la tierra, y en el mar”, según las ideas paganas. En tal carácter, se
decía que él tenía “jus vertendi cardinis”, “el poder de hacer girar la
bisagra” – de abrir y de cerrar las puertas de la paz o de la guerra
sobre la tierra. Por tanto, el Papa cuando fue establecido como sumo
sacerdote de Jano asumió también el “jus vertendi cardinis”, “el poder
de hacer girar la bisagra”,– de abrir y de cerrar en el blasfemo sentido
pagano. Al principio, este poder se hizo valer lenta y cautelosamente,
pero al imponerse con constancia, siglo tras siglo, su establecimiento,
se convirtió en la gran superestructura del poder sacerdotal erigido
sobre él. Los paganos, que veían las grandes zancadas que estaba dando
el cristianismo profesado en Roma, bajo la dirección del Papa, hacia el
paganismo, estaban más que satisfechos, y reconocían al Papa como el
poseedor de tal poder; lo animaban de buena gana para que alcanzara,
paso a paso, la plena estatura de las pretensiones blasfemas dignas del
representante de Jano, pretensiones que, como lo saben todos los
hombres, se le reconocen ahora, con el beneplácito unánime de la
cristiandad apóstata occidental, como inherentes al oficio del Obispo de
Roma. Sin embargo, se necesitó de la cooperación de otros para animar
al Papa con el fin de que alcanzara la total plenitud del poder que él
hace valer ahora. Cuando se incrementó su poder, cuando su dominio se
extendió y, especialmente, después de que llegó a ser un soberano
temporal, la llave de Jano se hizo demasiado pesada para sus solas
manos, necesitando de alguien que compartiera con él el poder de la
“bisagra”. De aquí que sus consejeros privados, sus altos funcionarios
de estado, asociados con él en el gobierno de la Iglesia y del mundo,
tomaron el ahora bien conocido nombre de “Cardenales”, o los sacerdotes
de la “bisagra”. Este título lo habían llevado antes los altos
funcionarios del emperador romano quien, como “Pontifex Maximus”, era de
por sí el representante de Jano, y delegaba sus poderes en sus siervos.
Aun en el reinado de Teodosio, el emperador cristiano de Roma, su
primer ministro llevaba el título de Cardenal. Pero ahora, tanto el
nombre como el poder asignados a tal título, han desaparecido, desde
hace tiempos, para los funcionarios civiles de los soberanos temporales;
y únicamente aquellos que ayudan al Papa a empuñar la llave de Jano –
los que abren y cierran – se conocen por el nombre de Cardenales, o
sacerdotes de la “bisagra”…
lector estará preparado ahora para comprender la razón por la cual el
Gran Departamento de Estado que asiste al Papa en el gobierno de la
Iglesia, ha llegado a llamarse Colegio de Cardenales. El término
cardenal se deriva de Cardo, bisagra. Jano, cuya llave lleva el Papa,
era el dios de las puertas y de las bisagras, y se le llamó Patulcius y
Clusius, “el que abre y el que cierra”.
Esto tenía un significado blasfemo, porque a él se le adoraba en Roma
como el gran mediador. Para cualquier negocio importante que se llevara a
cabo entre los romanos, para invocar a cualquier deidad, primero que
todo debía hacerse una invocación dirigida a Jano,15 que era reconocido
como el “Dios de
los dioses”, en cuya misteriosa divinidad se combinaban los caracteres
del padre y del hijo, y sin lo cual no podía ser escuchada ninguna
oración, pues no podía ser abierta la “puerta del cielo2. Este era el
mismo dios cuyo culto predominaba en Asia Menor en el momento en que el
Señor envió, por medio de su siervo Juan, los siete mensajes del
Apocalipsis a las iglesias establecidas en esa región. Y, por esto,
encontramos en uno de esos mensajes que El reprocha tácitamente el que
se hubiera atribuido paganamente Su propia y particular dignidad a dicha
divinidad, y hace valer Su derecho exclusivo a la prerrogativa
atribuida generalmente a Su rival. Así que, en Apocalipsis 3:7, se dice:
“Y escribe al ángel de la iglesia que está en Filadelfia: El Santo y
Verdadero, que tiene la llave de David; que abre, y ninguno cierra; que
cierra, y ninguno abre”. A este Jano, adorado en Asia Menor, e
igualmente en Roma, desde tiempos remotos, como mediador, le pertenecía
el gobierno del mundo, y tenía absolutamente “todo poder en el cielo, en
la tierra, y en el mar”, según las ideas paganas. En tal carácter, se
decía que él tenía “jus vertendi cardinis”, “el poder de hacer girar la
bisagra” – de abrir y de cerrar las puertas de la paz o de la guerra
sobre la tierra. Por tanto, el Papa cuando fue establecido como sumo
sacerdote de Jano asumió también el “jus vertendi cardinis”, “el poder
de hacer girar la bisagra”,– de abrir y de cerrar en el blasfemo sentido
pagano. Al principio, este poder se hizo valer lenta y cautelosamente,
pero al imponerse con constancia, siglo tras siglo, su establecimiento,
se convirtió en la gran superestructura del poder sacerdotal erigido
sobre él. Los paganos, que veían las grandes zancadas que estaba dando
el cristianismo profesado en Roma, bajo la dirección del Papa, hacia el
paganismo, estaban más que satisfechos, y reconocían al Papa como el
poseedor de tal poder; lo animaban de buena gana para que alcanzara,
paso a paso, la plena estatura de las pretensiones blasfemas dignas del
representante de Jano, pretensiones que, como lo saben todos los
hombres, se le reconocen ahora, con el beneplácito unánime de la
cristiandad apóstata occidental, como inherentes al oficio del Obispo de
Roma. Sin embargo, se necesitó de la cooperación de otros para animar
al Papa con el fin de que alcanzara la total plenitud del poder que él
hace valer ahora. Cuando se incrementó su poder, cuando su dominio se
extendió y, especialmente, después de que llegó a ser un soberano
temporal, la llave de Jano se hizo demasiado pesada para sus solas
manos, necesitando de alguien que compartiera con él el poder de la
“bisagra”. De aquí que sus consejeros privados, sus altos funcionarios
de estado, asociados con él en el gobierno de la Iglesia y del mundo,
tomaron el ahora bien conocido nombre de “Cardenales”, o los sacerdotes
de la “bisagra”. Este título lo habían llevado antes los altos
funcionarios del emperador romano quien, como “Pontifex Maximus”, era de
por sí el representante de Jano, y delegaba sus poderes en sus siervos.
Aun en el reinado de Teodosio, el emperador cristiano de Roma, su
primer ministro llevaba el título de Cardenal. Pero ahora, tanto el
nombre como el poder asignados a tal título, han desaparecido, desde
hace tiempos, para los funcionarios civiles de los soberanos temporales;
y únicamente aquellos que ayudan al Papa a empuñar la llave de Jano –
los que abren y cierran – se conocen por el nombre de Cardenales, o
sacerdotes de la “bisagra”…
¿Recibe el Papa la adoración de los Cardenales? El rey de Babilonia, como Soberano Pontífice, era adorado de igual manera…
La
mitra del Papa es totalmente diferente a la mitra de Aarón y de los
sumos sacerdotes judíos, pues esa mitra era un turbante. La mitra de dos
puntas que usa el Papa cuando se sienta en el trono elevado de Roma
para recibir la adoración de los Cardenales, es la misma mitra usada por
Dagón, el dios-pez de los filisteos y de los babilonios. De dos maneras
se representaba antiguamente a Dagón. Una era cuando se le representaba
como medio hombre y medio pez; la parte superior completamente humana, y
la inferior terminada en la cola de un pez. La otra era cuando, para
usar las palabras de Layard, “la cabeza del pez formaba una mitra sobre
la del hombre, mientras su escamosa cola, a modo de abanico, caía por
detrás como una túnica, dejando al descubierto los miembros y los pies”.
Esta es la representación de Dagón que Layard trae en su última obra, y
que aparece aquí (Fig. 48) para el lector. Y nadie que examine esta
mitra y la compare con la del Papa, tal como se da en Horae de Elliot,
podrá dudar ni por un momento, que de esa fuente y de ninguna otra, se
ha tomado la mitra pontifical.
Lamitra del Papa es totalmente diferente a la mitra de Aarón y de los
sumos sacerdotes judíos, pues esa mitra era un turbante. La mitra de dos
puntas que usa el Papa cuando se sienta en el trono elevado de Roma
para recibir la adoración de los Cardenales, es la misma mitra usada por
Dagón, el dios-pez de los filisteos y de los babilonios. De dos maneras
se representaba antiguamente a Dagón. Una era cuando se le representaba
como medio hombre y medio pez; la parte superior completamente humana, y
la inferior terminada en la cola de un pez. La otra era cuando, para
usar las palabras de Layard, “la cabeza del pez formaba una mitra sobre
la del hombre, mientras su escamosa cola, a modo de abanico, caía por
detrás como una túnica, dejando al descubierto los miembros y los pies”.
Esta es la representación de Dagón que Layard trae en su última obra, y
que aparece aquí (Fig. 48) para el lector. Y nadie que examine esta
mitra y la compare con la del Papa, tal como se da en Horae de Elliot,
podrá dudar ni por un momento, que de esa fuente y de ninguna otra, se
ha tomado la mitra pontifical.
mitra/sombrero mostrada en la foto al comienzo de este correo es una
versión del ‘sombrero de pez’ que Alexander Hislop dice que vino del
paganismo.
La Biblia muestra que los adoradores de Dagón fueron destruidos por Sansón (Jueces 16: 23-30).
Algunos de sus ornamentos no fueron adoptados hasta más de 1000 años después de que murió Jesús de acuerdo a La Enciclopedia Católica:
Principal entre las insignias del cardenal está el sombrero rojo, usado primero por el legati a latere
(cardenal enviado del papa). Él fue concedido a los cardenales
seculares por Inocencio IV en el Sínodo de Lyon en 1245, y a los
cardenales religiosos por Gregorio XIV en 1591; los últimos, debe
anotarse, continúan usando el hábito distintivo de su orden (Barmgarten,
“Die Übersendung des rothen Hutes” en “Hist. Jahrbuch”, XXVI, 99 ss.).
Ellos también usan la biretta
roja (escarlata), que fue concedida a ellos, probablemente, por Pablo
II (1464-71). Ellos también tienen el derecho a usar el escarlata,
particularmente un manto escarlata, que de acuerdo a la tradición fue
probablemente concedido a ellos por Bonifacio VIII (1294-1303). Ellos
también usan un anillo con una piedra de zafiro, y usan el ombrellino
que es sostenido sobre ellos cuando quiera que ellos dejan sus
carruajes para acompañar con la cabeza descubierta al Santísimo
Sacramento, si por casualidad ellos se lo encuentran en su camino. En
sus iglesias titulares un baldacchino
cubre el trono cardenalicio, y ellos tienen el derecho de usar en estas
iglesias los ornamentos episcopales, p. ej., la mitra de seda de
damasco (desde Pablo II), el báculo y la cruz pectoral. (Sägmüller,
Johannes Baptist. “Cardinal.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New
York: Robert Appleton Company, 1908. 22 Feb. 2014 <http://www.newadvent.org/cathen/03333b.htm>.)
Los(cardenal enviado del papa). Él fue concedido a los cardenales
seculares por Inocencio IV en el Sínodo de Lyon en 1245, y a los
cardenales religiosos por Gregorio XIV en 1591; los últimos, debe
anotarse, continúan usando el hábito distintivo de su orden (Barmgarten,
“Die Übersendung des rothen Hutes” en “Hist. Jahrbuch”, XXVI, 99 ss.).
Ellos también usan la biretta
roja (escarlata), que fue concedida a ellos, probablemente, por Pablo
II (1464-71). Ellos también tienen el derecho a usar el escarlata,
particularmente un manto escarlata, que de acuerdo a la tradición fue
probablemente concedido a ellos por Bonifacio VIII (1294-1303). Ellos
también usan un anillo con una piedra de zafiro, y usan el ombrellino
que es sostenido sobre ellos cuando quiera que ellos dejan sus
carruajes para acompañar con la cabeza descubierta al Santísimo
Sacramento, si por casualidad ellos se lo encuentran en su camino. En
sus iglesias titulares un baldacchino
cubre el trono cardenalicio, y ellos tienen el derecho de usar en estas
iglesias los ornamentos episcopales, p. ej., la mitra de seda de
damasco (desde Pablo II), el báculo y la cruz pectoral. (Sägmüller,
Johannes Baptist. “Cardinal.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New
York: Robert Appleton Company, 1908. 22 Feb. 2014 <http://www.newadvent.org/cathen/03333b.htm>.)
cardenales proceden del paganismo. Las vestimentas que ellos usan no
fueron adoptadas hasta al menos el siglo cuarto por la Iglesia de Roma
(ver también ¿Eran los primeros deberes de los ancianos/pastores
principalmente sacramentales? ¿Cuál era su vestido?). Esencialmente,
ellos son una combinación de restos de adoración de Mithras y Dagón, y
tomó incluso más centurias para que ellos se desarrollaran en la
posición que ellos tienen ahora. Por supuesto, eso también ayuda a
probar que esa precisa posición no vino de la Biblia y que tales
vestimentas que ellas usan no eran usadas por los apóstoles originales
ni por ningún otro primer líder cristiano.
Los
cardenales, y sus ornamentos, fueron adaptados del paganismo. Esta es
una de las principales razones para considerar que el final Anticristo
reclamará lazos con la Iglesia de Roma. Me gustaría enfatizar que este
líder RECLAMARÁ lazos con Roma, pero finalmente traicionará a la Iglesia
sobre las Siete Colinas puesto que eso parece estar establecido en
Apocalipsis 13, 17 y 19.
El
oficio de Cardenal no viene de la Biblia. Él viene del paganismo. Los
cardenales también se visten en la forma como lo hacían líderes paganos,
y no como lo hacían los primeros apóstoles.
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